6. La Elección

Los cuatro no tuvieron más opción que seguir adelante. Las ruinas los devoraban a medida que se adentraban y el mal augurio típico del lugar los incitaba a volver por donde habían venido.

-¿Qué tan largo suelen ser estos túneles?- Sinsel preguntó con algo de inquietud mientras caminaban.

-Depende de los túneles, hay túneles de horas de viaje. Todo depende de que tan lejos esté la próxima civilización élfica.- Explicó Kwuava.

-Los túneles son seguros ¿Verdad?-

-Sí, pero este túnel lleva años en desuso, lo más probable es que pueda tener algún acceso, deberíamos tener cuidado de todas maneras.-

La caminata por aquel sendero era inquietante. Los integrantes del grupo se encontraban alerta ante cualquier peligro que pudiera surgir, cabe destacar que las ruinas eran inestables y a pesar de parecer abandonadas, algo siniestro parecía estarlos asechando constantemente. Debieron haber pasado un par de horas antes de que los elfos decidieran detenerse ante un posible peligro. A pesar de la oscuridad del lugar, se escuchó claramente, los pasos de un grupo de personas. El grupo no podía evitarlos tan fácilmente, no habían muchos caminos por donde escoger. Por un momento, los chicos pensaron que podría tratarse de otros elfos oscuros, pero aparte de ser improbable, no estaban en condiciones para exponerse a una confrontación.

Retroceder o atacar no eran opciones factibles, sin embargo, la oscuridad del lugar podía volverse una pequeña ventaja. Los elfos oscuros tienen una vaga visión en la oscuridad, no obstante, esta sigue siendo superior a la de un humano. Kwuava decide, teniendo esto en cuenta, atravesar aquel sendero sigilosamente.

-Un momento, pero yo no soy una elfa.- Cuestionó Sinsel en un susurro.

-No tenemos otra opción, no vamos a retroceder.- Kwuava no estaba dispuesta a arriesgarse por una humana.

-Yo la guiaré, estaremos atrás de ustedes mientras avanzamos.- Susurró el hermano de la chica.

Kwuava no estaba de acuerdo con arriesgar a su hermano de esa manera, pero no iban a discutir en esa situación. Hausiku tomó la mano de Sinsel y, junto al grupo, retomaron su marcha cautelosamente. Los pasos que se escucharon se intensificaban a medida que se adentraban en la oscuridad. El miedo los invadió al poder vislumbrar a los autores de aquellos pasos. De alguna manera, los humanos habían entrado en las ruinas. Engullendo su miedo, los chicos deciden evitar cualquier contacto con estos. Los soldados hablaban en voz baja, pero lo que decían era inaudible, solo servía para alejar a los cuatro. Aquellos minutos fueron tortuosos para ellos, pero finalmente, ya los habían dejado atrás.

El camino se volvió un poco más llevadero para los elfos, no obstante, Sinsel continuaba a ciegas. El no tener visión era algo desagradable para la chica, pero el sujetar la mano de Hausiku, generaba una tenue calma en aquella oscuridad. Esos momentos en la oscuridad ayudaron a la chica a hacer catarsis sobre lo que estaba pasando. Aquel extraño despertar la unió a un grupo de elfos marginados, una situación bastante peculiar. Profundizando más en su extraño recorrido, si no hubiera sido por su acompañante, probablemente hubiera sido abandonada en aquella catedral. Este pequeño pero peculiar recorrido, le hizo entender a Sinsel que la vida es impredecible y errática, que no puedes simplemente planear lo que va a ocurrir y que todo depende de la adaptabilidad de cada uno.

Los chicos terminaron en una sección un poco más abierta. La oscuridad del lugar se había desvanecido parcialmente, unos pocos rayos de luz pasaban por las ruinas. Sinsel soltó la mano del elfo para curiosear un poco por el entorno.

-No podemos detenernos, nos encontrarán si nos quedamos aquí.- Explicó Kwuava mientras continuaba con su marcha.

-Estas construcciones son impresionantes ¿Cómo es posible que elaboraran tales estructuras?- Preguntó Sinsel maravillada por el lugar.

-Llevamos años escondiéndonos.- Respondió Kenna sin más.

La antipatía de aquel elfo, más que ofender a Sinsel, despertó su curiosidad sobre este. El chico había estado callado casi todo el trayecto y a pesar de ser compañero de Hausiku, este solo le ha dirigido la palabra a Kwuava.

Los chicos continuaron la marcha. Por más que quisieran descansar, no podían detenerse pues los humanos podrían encontrarlos en cualquier momento. Las horas pasaban, pero el avistamiento de alguna civilización no parecía hacerse presente. Por más que quisiera continuar, Sinsel empezaba a agotarse, la resistencia de los elfos era sin duda, superior al de ella.

-¿Podemos detenernos un momento? Llevamos horas caminando.- Dijo Sinsel mientras sus pies se doblegaban ante el cansancio.

-No podemos detenernos, es peligroso.- Contradijo Kwuava restando total importancia al asunto.

-Hermana, ella tiene razón, estamos caminando sin rumbo.- Interrumpió Hausiku.

-No podemos arriesgarnos.-

-Los humanos no conocen estos túneles y son pésimos en la oscuridad, creo que podemos detenernos solo un momento.-

Para evitar la confrontación, Kwuava decide detenerse un momento a descansar. Una cosa era cierta y es que ella no tenía ni la menor idea de a dónde se dirigían. La chica debía replantearse hacia qué dirección ir, pero los túneles eran confusos y la presencia de los humanos la obligaba a pensar rápido.

-¿Cómo se ubicaban los elfos en los túneles?- Preguntó Sinsel.

-Por lo general hay grabados que indican el camino, pero el lugar está hecho pedazos, es imposible saber por dónde ir.- Explicó Kwuava. -Hasta ahora hemos ido en línea recta, pero los túneles tienden a subdividirse. Si no deducimos por dónde ir para entonces, estaremos en graves problemas. Los túneles tienen pasadizos y trampas para evitar invasores, por eso es necesario encontrar algo que nos diga por donde ir.-

Tras unos breves minutos, el grupo decide continuar por los túneles. Kwuava seguía preocupada por la situación, si seguían a la deriva por los túneles, probablemente morirían antes de encontrar alguna civilización élfica. La elfa sentía un gran peso encima, era ella quien los estaba guiando. Pensar que un insignificante error pudiera decidir el destino del grupo era demasiado para una joven.

Debieron pasar unos instantes antes de que aquello que tanto temía, se hiciera presente. Frente a ellos habían tres caminos, pero solo uno podía ser el correcto. Los grabados en las paredes estaban desgastados y por más que intentara leerlos, era imposible entender lo que decían.

-¿Cuál camino tomaremos?- Preguntó Hausiku.

-No lo sé, necesito pensar.- Respondió su hermana con cierto desespero.

La elfa trató, pero por más que quiso, no sabía qué hacer en esa situación. La chica sufrió un colapso, la vida de sus compañeros depende de su decisión. Tras mucho pensarlo, Kwuava se bloqueó, no podía pensar con claridad. Kenna se acercó a ella para consolarla mientras los otros dos intentaban deducir el camino correcto.

El tiempo parecía estar en contra, los humanos se escuchaban muy a lo lejos, pero en dirección hacia ellos. Debían pensar rápido, pero la elfa se encontraba confundida en aquel momento. Confiando en su suerte, Kwuava decide ir por uno de los tres túneles sin saber el resultado de su elección. Los chicos siguen el trayecto con cierto resquemor, si la elección había sido incorrecta, posiblemente no saldrían de allí con vida. 

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