Pedidos de reyes

- Durante el intermedio tras la séptima ronda -

***

– Es extraño, mi señor…

– Creo que ya pasamos por aquí, ¿No es así?

– ¿No cree que estamos perdidos?

– ¿Creen que soy algún tonto? ¡Claro que no! ¡Sigamos con la búsqueda!

El grupo de soldados asintió tras la reprimenta de su rey, para después seguir avanzando en la búsqueda planteada por su soberano:

– Tenemos que encontrar la enfermería de inmediarto, sin importar lo que cueste… Después de lo que ocurrió en el campo de batalla es muy importante que nosotros lleguemos ahí, con este encargo divino que se nos ha encomendado… Repartir lo que ella se merece más que nadie en el mundo…

» ¡Darle a Jeanne D’Arc estos panecillos que su madre cocinó en quién sabe dónde con quién sabe qué recursos!

– ¡¡Si, mi señor!!

Tras la finalización de la séptima ronda entre la santa de Grecia y la doncella de Orleans, las cosas se habían vuelto muy confusas y turbulentas en el coliseo; muchos ánimos distintos para cada tipo de espectador que presenció ese final…

Entre esos espectadores estaban los familiares de Jeanne, quienes rebosaban de alegría porque su pequeña estuviera viva y saliera victoriosa de su feroz batalla, aunque preocupados por su estado de salud tan delicado en que terminó.

Harían todo lo que fuera por poder visitarla y saber cómo se encontraba, pero una familia de campesinos en un coliseo de dioses era muy peligroso…

Fue entonces que se presentó Carlos VII, el delfín que fue coronado por la mano de Jeanne, con sus séquitos de soldados dispuestos a visitar a Jeanne en lugar de su familia, recibiendo de parte de ellos muchos agradecimientos y algunos panecillos que había cocinado Isabelle, madre de Jeanne, para que la pequeña pudiera reponer sus fuerzas así como probar de nuevo comida de su madre.

Por eso, desde hace ya largo rato que el joven rey y sus soldados estaban buscando la enfermería en donde se debía estar Jeanne D’Arc; sin embargo…

– Esta es la enfermería, ¿No es así? ¿Esa cosa que se llama… “Gimlé”?

– Claro que si, su Majestad.

– … ¿Entonces por qué es las otras 2 veces que pasamos aquí no había nadie?

La enfermería especial había estado vacía desde la quinta ronda, dándoles una gran sorpresa a Carlos y sus soldados; por eso mismo pensaron que se habían perdido, pero peor fue su sorpresa cuando se perdieron de verdad momentos atrás.

Pero ahora, frente a las puertas de Gimlé, el joven rey volvía a dudar.

« Se supone que aquí debería estar Jeannette… Recuerdo muy bien que eso nos dijeron las enfermeras, pero… Ya revisamos 2 veces y no encontramos a nadie ni a nada…

» ¿Será que Jeanne está en otro lugar más importante? ¿O es posible que tovaía esté de camino aquí? ¡No, eso no puede ser! ¡Ya pasó mucho tiempo desde que terminó la pelea! Entonces… ¿Por qué no está aquí…?

» Bueno… Supongo que… Una tercera revisión no le hará daño a nadie…b»

Dando un suspiro de derrota el joven rey tomó las puertas de Gimlé y las abrió de golpe para volver a entrar…

– Majestad, esta es la cuarta vez que buscamos aquí, y tampoco se encuentra.

– ¡Si tan solo hubiéramos venido en cuanto terminó su pelea, seguro la habríamos hayado!

– Si… Tal vez debamos esperar hasta-- ¡Ahhhhhhh!

– ¡Ahhhhhhh!

Otro grupo de humanos se atravesó en el camino de Carlos VII y sus soldados franceses; ahora se trataba de un grupo de humanos de piel oscura y vestimentas coloridas, armaduras doradas, encabezados por un joven de piel más oscura y con ropas más vistosas…

Otro rey, en búsqueda de una reina.

– ¡¿Tú quién eres!?

– ¡Yo debería preguntar…! ¡¿Quién eres y por qué abres las puertas de golpe!?

– ¡¿Son enemigos!? – de inmediato los soldados de ambos bandos tomaron las armas, preparándose para entrar en combate.

– ¡Esperen, esperen…! – el rey de piel oscura detuvo a sus hombres – ¡Esperen un momento! ¡Ellos son humanos, igual que nosotros!

– ¡Oh, es cierto! – el sobresalto había cegado un momento a Carlos VII – ¡También son humanos! ¡Soldados, detengan sus armas de inmediato!

En cuanto los reyes hubieron detenido a sus hombres, ambos se miraron uno al otro con rostros un poco rojos del cansancio.

– … Así que tú también… Eres un rey.

– Si, así es… Por tus vestimentas, puedo adivinar que eres francés de la edad media…

– Y por las tuyas… ¿Hindú? ¿También de la edad media?

– Si, así es… Eres humano, y no tienes malas intenciones.

– … Supongo que tú tampoco tienes malas intenciones… – Carlos fue el primero en dar el paso, extendiendo su mano hacia el joven. – Me llamo Carlos VII, rey de Francia.

– Mucho gusto, Majestad… – el joven también extendió su mano para estrecharla – Soy Kumara Kampana, rey del imperio Vijayanagar…

– … ¿El qué?

– Así es como se llama mi rieno, aunque ahora no existe y solo se conoce como India… ¿Yo, tener malas intenciones? ¡Claro que no! Solo estoy deseoso por ver a…

» Mi mujer amada. – eso último lo dijo con un muy visible sonrojo en sus mejillas – Ella debería estar aquí desde hace un rato largo, pero… No he tenido éxito en encontrarla.

– ¡Oh! Yo estoy en una encomienda igual… – exclamó Carlos para después levantar la canasta de panes – Estoy buscando a una jovencita muy importante para mi, para darle esto. Creo que deberíamos buscar juntos.

– ¿En serio? ¡Eso suena muy bien!

En poco tiempo ambos reyes se hicieron amigos, lo suficiente para juntar sus soldados, organizarlos lo suficiente, y comenzar a andar entre los pasillos de los Campos Elíseos en búsqueda de ambas mujeres.

– Ya veo… Así que usted está buscando a esa reina que peleó en la sexta ronda.

– Sí, así es… Y usted está buscando a la jovencita que acaba de pelear. Es muy noble de su parte.

– ¡Muchas gracias! Pero, sobre lo que usted dijo… ¿Es su mujer amada? ¿Acaso piensa aprovechar la oportunidad de estar en el cielo para confesarle sus sentimientos?

– ¿Eh? ¡No, claro que no! Bueno… Tal vez podría hacerlo. Pero… No es lo que usted piensa, pues verá… Ella es mi esposa.

– ¿Eh…? ¡¿Ehhhhh!? – a Carlos VII se le salieron los ojos de la sorpresa – ¡No te creo, para nada!

– Si, es la verdad… – Kumara se sonrojó de la vergüenza – A veces a mi también me cuesta mucho creerlo, pero es cierto… Esa bella mujer es mi esposa.

– ¡No puede ser! A pesar de que estábamos en las gardas, pude ver que esa mujer es… ¡Es enorme! ¡Debe medir por lo menos 2 metros de altura!

– De hecho, mide 1.95 m de altura.

– ¡Es una locura que exista una mujer tan alta! En cambio tú… Tú no eres tan alto…

– Si… Mido 1.55 m… 1.60 cuando morí como anciano…

– Así que…

Carlos VII terminó por soltar una sonrsia pícara que dirigió a Kumara.

– Ya veo que te gustan esa clase de “gustos”.

– ¡¿Eh!? ¡No, no se trata de eso!

– No tienes por qué mentir. Al fin y al cabo, somos “reyes” hablando entre nosotros.

– … Pues… – Kumara se estaba muriendo de la vergüenza al decir esas palabras – … La verdad es que… Si tengo ese… tipo de gustos.

– ¡No hay nada de malo en avergonzarse! ¡Después de todo, eres un rey y puedes darte los lujos y gustos que quieras!

– … S-Supongo que… que si… – Kumara estaba ardiendo en pena – Mejor hablemos de… De usted y de… de la señorita Jeanne D’Arc.

– ¡Oh si! Ella también es una jovencita importante para mi… ¡Gracias a ella, pude ser coronado como rey legítimo de Francia, y aparezco en los libros de historia!

– Ya veo… Se ve muy emocionado hablando de ella… ¿Ella es tan importante para usted?

– ¡Claro que si! La persona más importante en mi vida.

– ¿Usted también la ama?

– ¡Por supuesto que--! ¡Espera, espera! – ahora fue el turno de Carlos VII de sonrojarse – ¡¿De qué hablas, enano!? ¿¡Quieres pasarte de listo conmigo!?

– Solo preguntaba por curiosidad, para estar aquí buscándola… Pero, viendo su respuesta--

– ¡No es lo que crees! – exclamó Carlos agitando las manos de un lado a otro – ¡Fuimos compañeros de trabajo, soldados en el mismo pelotón, ella acudió a mi y yo exprimí su ayuda todo lo que ella quiso, la intenté defender en una ocasión pero no le importó!

– Eso suena a una larga historia que vivieron juntos…

– ¡¡Te estoy diciendo que estás equivocado!! ¡¡No somos nada más que amigos!!

– ¿Está seguro de eso?

Carlos chasqueó por lo bajo sintiéndose un tanto avergonzado, pero…

Justamente pensar en todo lo que había pasado con Jeanne en vida le hizo replantarse sus propios sentimientos: es cierto que fue una jovencita muy importante en su vida por todas sus acciones, y es cierto que el joven príncipe muchas veces había quedado fascinado con la belleza y gracia que destilaba Jeanne a pesar de ser solo una campesina.

Incluso algunas veces en su vida, dentro de sus más privados pensamientos, se había planteado la posibilidad de ofrecerle a Jeanne un estilo de vida distinto al que llevaba… Incluso pensó en convertirla en su reina…

De no ser por lo que ocurrió después de su discusión cuando se acabó la tregua con Inglaterra. Él y ella se dijeron cosas muy horribles uno al otro, que terminó de golpe con esa relación tan cercana que habían mantenido… Y sin importar cuánto lo intentó, Carlos no fue capaz de salvarla de su fatídico destino…

– … Fuimos… muy cercanos… Y a pesar de eso… Yo cometí muchos errores con ella… Errores que le costaron la vida mientras que yo… Yo no pude hacer nada por ella… Más que limpiar su nombre.

Carlos apretó la canasta con fiereza, al tiempo que levantaba su mirada.

– Por eso… Espero encontrarla de nuevo, para… Para disculparme por todo lo que le hice. Es lo que ella se merece, más que nadie en este mundo.

– … Es un bonito pensamiento… – Kumara le sonrió y depositó una mano en su hombro para confortarlo – Es noble y muy bonito de su parte esforzarse por eso…

» Creo que ahora yo me siento un poco avergonzado por eso.

– ¿De qué habla, Majestad? ¿¡Siente lástima por mi!?

– ¡¿Ehhhh!? ¡No, no, yo no dije eso!

– Pues más le vale quitarse la pena… ¡Porque estoy seguro que usted también tiene cosas bonitas y feas que discutir con su mujer! ¡¿O me equivoco!?

Kumara estaba a punto de contradecir al rey Carlos VII, pero su mente comenzó a dar vueltas en sus recuerdos en vida con la mujer reina que estaba buscando.

Si, es cierto que había cometido muchos errores con ella… Errores que lamentaba en gran manera. Si hubiera tenido un poco más de carácter, la habría desposado mucho antes que su padre pusiera el ojo en ella, y habrían vivido un matrimonio mucho más feliz de lo que tuvieron… De hecho, más duradero, sin necesidad de verse a escondidas y correr el riesgo que ser ejecutados.

Si hubiera sido más fuerte y más inteligente, habría evadido las trampas que le soltó el sultán en Madurai, trampas y emboscadas que lo pusieron contra las cuerdas, a punto de perder la guerra, y que obligaron a su mujer amada a entrar en batalla cuando ella nunca debió hacerlo…

Si, es cierto… Él también se arrepentía de muchas cosas que hizo y provocó, que terminaron por crear a la terrible reina Gangadevi que pisoteó todo el imperio Vijayanagar durante su mandato…

Pero, había cosas que no lamentaba en lo absoluto… Como el puñetazo que recibió la primera vez que la conoció, con lo cual pudo saber que una mujer tan hermosa existía… No lamentaba sus escapadas del reino para visitar a aquella joven adolescente, aún con sus ideas disparatadas que siempre involucraban una insinuación atractiva… No lamentaba haber declarado su amor abiertamente aún cuando estuviera casada con su padre, lo que permitió que su amor pudiera florecer como siempre quiso…

Es cierto… También había muchas cosas que agradecía; cosas quería volver a vivir con esa hermosa mujer Gangambika que había robado su corazón, su cuerpo y su sonrisa…

– No, no se equivoca. También tengo mucho qué hacer con mi querida Gangambika…

– … ¿Muchas cosas? ¿No estarás pensando en “eso”?

– Si… Eso estaría-- No, espere, ¿De qué está hablando?

– ¡Jaja! No te hagas el tonto.

– … ¡Espere! ¡No me refería a eso! ¡Está equivocado!

– ¡Di lo que quieras! ¡Tengo las pruebas de que pronto habrán príncipes pequeños corriendo por estos pasillos!

– ¡Le digo que no es así…! ¿¡O acaso usted piensa confesar su amor a la jovencita Jeanne!?

– ¡Hey, hey! ¡Más lento, además que ella es mucho menor que yo!

– Por lo que tengo enterado, eso no suele ser un problema para los reyes europeos.

– ¡¿Qué fue lo que dijiste!?

De repente su camino se vio interrumpido por una puerta que se abrió de golpe, dejando salir a un par de figuras de la nueva salida…

– ¡Muchas gracias por todas estas medicinas! ¡Las devolveremos cuando las terminemos de usar!

– … Oiga señorita Sigrune, ¿Eso es verdad?

– Depende cuánto necesiten, sino-- ¡Ahhh!

Se trataban de Okita Souji y Sigrune, los ganadores de la séptima ronda en el primer Ragnarok; el par chocó con los reyes y sus soldados de forma que cayeron al suelo y dejaron caer todas las cosas que traían en las manos, entre ellas medicinas y artículos médicos.

– ¡Ahhh! ¡¿Qué hacen tantos humanos aquí!?

– ¡No tengo idea!

– ¡Ustedes…! – Carlos y Kumara se sorprendieron del dúo, aunque no tardaron mucho en reconocer al pequeño humano – ¡Es Okita Souji! ¡Uno de los primeros Einherjers!

– ¡¿Ya ves!? – casi al instante Sigrune le dió un golpe a la cabeza a Okita – Te dije que debíamos usar disfraces para ser más discretos.

– ¡Pero llamaremos más la atención si usamos disfraces!

– ¿Qué hacen ustedes aquí? Ah…

Carlos se percató que, entre las cosas que Okita cargaba, había un collar plateado con un crucifijo que se le hacía muy similar.

– Ese es… el collar que Jeannette siempre usaba…

– Acaso ustedes… – Kumara se acercó a la reunión con un poco de nervios – ¿Saben dónde se encuentran las señoritas Jeanne y--?

– ¡Absolutamente no! – Sigrune se levantó de golpe del suelo – ¡No, no y no!

» ¡No sabemos dónde se encuentra la señorita Jeanne ni nadie más, no vamos a limpiar sus cosas como muestra de respeto y tampoco vamos a administrar medicinas a ella ni a nadie más!

Todos quedaron en silencio ante la rotunda negativa de Sigrune; Okita solo suspiró por lo bajo un tanto decepcionado.

– Oye… Nada de eso era necesario… Ahora somos menos discretos…

– ¡No es cierto! Porque dije que no hacíamos ninguna de esas cosas… ¡Es obvio que nadie pensará lo contrario!

– … No lo sé…

Carlos y Kumara de vieron uno al otro, para después acercarse lo más posible para susurrar entre ellos.

– Oye, creo que tienen un punto…

– Cierto. Tal vez la señorita Jeanne este en un sitio secreto para ser tratada, después de lo que pasó en su batalla.

– ¿Cómo no lo pensamos antes? Jeannette es la jovencita más buscada ahora mismo… ¡Cómo siempre, el foco de atención!

– En ese caso, no podremos visitarlas por un buen tiempo.

– … A menos que…

Carlos se acercó al par de Okita y Sigrune, tomando algunas medicinas y artículos que depositó con cuidado en la canasta de los panecillos, para después acercarla a manos del par.

– En ese caso… Esta canasta de panecillos no es para cuando despierte la señorita Jeanne… Y tampoco debe saber que su familia la quiere mucho y está esperando a su pronta recuperación…

– … ¡Oh! – Okita tomó la canasta – Muchas… ¿Muchas no gracias?

– Y por cierto este otro joven rey tampoco tiene nada que darles… ¿Verdad?

Carlos VII le dió una pequeña patada a Kumara para llamar su atención, quien se había perdido en la forma en que se estaban expresando los reunidos. Fue hasta que le dió la patada que el joven entendió bien cuál era el código.

– ¡Oh si! Este… yo… – Kumara se revisó de pies a cabeza – En ese caso, yo… Eh… Eh…

» ¡Oh si! Yo no tengo que darle esto a ninguna reina hermosa de la India… ¡Oh, ojalá pudiera--!

– Tampoco exageres. – le recriminó Carlos ante la actuación teatral del hombre.

– Lo siento.

Kumara extendió un collar que estaba usando en ese mismo momento, el cual dejó también en la canasta de panecillos.

Este collar no es para la reina Gangadevi… Tampoco debe saber que…

» Que su esposo espera pacientemente por su recuperación… Para reunirnos de nuevo.

Okita Souji y Sigrune asintieron ante los recados de ambos hombres para después tomar sus cosas y retirarse, lo mismo que Carlos y Kumara junto con sus soldados.

– ¡Diablos! – suspiró Carlos por lo bajo – Me habría encantado dárselos en persona… Pero no se podrá.

– Es cierto. A mi también me hubiera encantado estar con mi Gangam… Pero…

» Lo bueno de todo esto es que… Sabemos que están bien, y en buenas manos.

– Tienes razón…

Carlos se acercó a Kumara para poner una mano sobre su hombro de forma amistosa.

– Bien… Hemos terminado nuestra encomienda… ¿¡Qué te parece ir a beber y comer mientras esperamos la siguiente pelea!?

– ¿¡Ehhh!? Eh… – sin poder evitarlo, Kumara se emocionó por la invitación – ¡Claro que sí, Majestad!

– Después de usted, Majestad…

Por su parte, Okita y Sigrune avanzaron a toda velocidad para ir a la secreta aula médica en donde estaban atendiendo en esos momentos a Jeanne tras la finalización de su combate; no pudieron evitar sentirse un poco curiosos por su reciente encuentro.

– ¿Quiénes eran ellos?

– No estoy seguro… Pero, recuerdo que… Jeanne-san me contó un poco sobre un amigo suyo que se parecía a uno de esos reyes… Supongo que se trataba de Carlos VII.

– Ya veo… ¿Y el otro quién era?

– Dijo que era esposo de Gangadevi… Me sorprende que esa mujer aún con su carácter se haya conseguido un marido.

– Yo también… – Sigrune no pudo evitar sonrojarse un poco – Por cierto, ¿Viste la estatura de ese hombre?

– ¡Pensé que fui el único que lo notó! – exclamó Okita con una sonrisa – Parece que a él…

– Le gustan las mujeres fuertes y grandes… Tal vez se hubiera llevado bien con Mist y Simö, ¿No crees?

– Si… Tal vez…

Fecha de publicación: 24/12/24
ASFD

Nota de autor: Muy buenas, mis queridos Ragnabrothers

Ahora sí, ahora sí. Con esta publicación, ahora sí termino mis posts de 2024 (bueno, no XD, pero el otro post estará en el libro de Noticias, así que atentos UwU).

Este pequeño especial ya lo tenía pensado desde el extra de Chun Yan llevándole comida a Qin Shi. Me pareció un bonito detalle que también quería poner aquí, más ahora que ya tenemos el resultado de la séptima ronda UwU; un pequeño vistazo a los reyes preocupados por sus waifus divinas UwU.

Por cierto: este especial no tiene dibujos, portada y numeración porque será subtrama de un único capítulo. De la misma manera habrán algunas subtramas que serán de un capítulo único, algunas con dibujitos y otras no. Esto para avanzar más rápido con las pequeñas historias extra que tengo en mente UwU.

Y una última cosa: que tengan feliz Nochebuena, cenen muy rico pero sin excederse, y próximamente Feliz Navidad. Espero que se la pasen bien con sus familiares y amigos en estas fechas tan especiales :3

Ahora sí, sin más que decir, ¡Los leo en el siguiente especial!

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