Bendición y fortuna (1)
- Durante la segunda mitad de la ronda fantasma, tras la aparición de Atlach-Nacha -
***
Desde que había despertado, había quedado en silencio en su camilla, con un sollozo en voz muy baja para que solo ella pudiera oírlo; piernas dobladas para apretar la cara contra las rodillas, sus manos rodeándola en un abrazo consolador…
Y en sus manos colgaban aquellas joyas divinas que le habían dado la victoria.
Después de algún tiempo en esa postura decidió cambiar de sitio: bajó las piernas de su camilla para sentarse, usando una de sus manos para sostener las joyas divinas y con la otra mano acomodar su cabellera oscura en un movimiento suave…
Para después dirigirla a sus ojos grises, a los cuales limpió de las pocas lágrimas que todavía le quedaban.
– No… No está bien que siga llorando… Después de todo a él…
» A Sobek no le gustaría verme de esta forma. Él… no quería eso para mi.
Jingū suspiró por lo bajo, al tiempo que volvía la vista a las joyas divinas especiales que sostenía en su mano.
« Él… Él querría verme como una reina, no como una llorona que… Que lamenta haberlo… Haberlo… »
Tan solo recordar lo que había hecho en el campo de batalla estaba volviendo a desilusionarla por lo bajo, a tal punto que sus ojos volvieron a cargarse con pesadas lágrimas.
« ¡No, no! ¡No pienses en eso! » Jingū volvió a sacudir su cabeza de lado a lado para quitarse todo eso de la cabeza « No debo pensar en eso de esa forma…
» Él se sintió muy orgulloso de mi, a pesar de que yo lo… Me reconoció como su reina favorita a pesar de todo… Y me agradeció haberlo sostenido en mis brazos en sus últimos momentos… Yo no…
» Yo no hice mal las cosas. Si… Esta vez yo no tuve la culpa. Él… Seguramente él me diría eso… »
La mujer japonesa suspiró por lo bajo para después sonreír con la cabeza en alto.
« Si… De eso estoy segura. A él no le gustaría para nada verme de esta forma… Así que, ya no debo llorar. Debo seguir viviendo… por él…
» Él me dijo que debía ser una reina, y eso… Eso lo que haré de ahora en adelante. Seré la reina perfecta para enorgullecerlo… La reina favorita que él quería… »
De repente sus mejillas se incendieron en rojo vivo que se le subió hasta la mente con una ola de calor; rápidamente agitó su cabeza para quitarse las extrañas ideas que le acababan de pasar por los pensamientos.
« ¡No, no, no! ¿¡Qué rayos estoy pensando!? ¡No se puede, no se puede…!
» Aún si él estuviera vivo… Yo soy una mortal y él un dios… Yo soy una humana y él un cocodrilo… ¡¡No, no, no!!
» Además yo… ¡Yo ya estoy casada, y tengo familia! ¡No puedo fomentar la infidelidad de esa manera! »
Entonces vino a su recuerdo el sueño que recién había tenido, en especial las palabras que Sobek le había dicho para “jugar” con ella… ¿Así fue? ¿Solo fue un juego o… tal vez era un indicio de…?
« ¡¡No, no, no!! ¡Deja de pensar en eso! ¡Solo son tonterías que creó tu cabeza estando dormida! ¡Nada de eso es real! »
Jingū volvió a agitar la cabeza, ahora más avergonzada que antes, al recordar todo lo que había visto de aquel dios cocodrilo en ese sueño: su voz, su mirada, su cuerpo… sus acciones…
« ¡¡Qué no, qué no, qué no!! ¡¡Solo es mi subconsciente jugando conmigo!! ¡¡Solo es mi subconsciente jugando conmigo!! ¡¡Nada de eso fue real!! »
La mujer respiró hondo para quitarse todo eso de la cabeza para después levantarse de la camilla, con el propósito de identificar el lugar:
– Parece que… estoy en un… ¿Un hospital?
Lo pudo determinar por los armarios llenos de medicinas, objetos médicos como vendajes, puertas de cristal y demás. Había visto similares en su vida como emperatriz, pero…
– Es diferente. Se ve todo muy… moderno.
Claro que lo era, pues después de todo estaba en la enfermería de la diosa africana Dziva, aunque ella no se encontraba ahí.
La mujer japonesa trastabilló un poco ya estando de pie, siendo que había llevado mucho tiempo recostada para recuperarse de sus heridas del combate, que se resumían a la herida en el hombro, un corte profundo en el estómago, y el gran cansancio que la desmayó a los pocos segundos de terminar la pelea.
Pudo confirmar el estado de su cuerpo al tocas los vendajes que tenía en su cuerpo, como en el brazo y en el estómago; pudo sentir un poco de dolor, pero era muy aceptable y leve comparado con lo que había sentido en combate.
« Estoy… Estoy casi como nueva. Este lugar es mágico para dejarme así después de esa pelea tan… tan exhausta… »
Jingū no pudo evitar bostezar por lo bajo.
« Aunque me siento un poco cansada… ¿Será porque dormí poco? Por cierto, ¿Cuánto tiempo llevo aquí? »
La mujer japonesa volteó al reloj de pared más cercano solo para sorprenderse de la hora que indicaba:
« ¿Qué? ¿¡Qué!? ¡Han pasado más de 6 horas desde que comenzó el torneo!
» Así que, según mis cuentas… ¡He dormido como por 4 horas! Vaya, eso explica por qué me siento… Poco recuperada…
» ¿Oh no? Solo han pasado 4 horas desde que terminé mi combate… Y estoy así de recuperada… Entonces…
» ¿Está bien? ¿O está mal? »
La mujer japonesa dió un paseo en la enfermería para revisar todo lo que había a su alrededor, llegando hasta las otras camillas en donde se encontraban un par de personas que no esperaba encontrar:
– Son… ¡Gangadevi-san! ¡Y otra de las señoritas valkirias!
Rápidamente la mujer se acercó a ellas para ver su estado, siendo que Gangadevi era quién estaba peor: la mitad de su cuerpo, desde la cadera hasta la cara, cubierto de vendajes y gasas para cerrar las heridas de su pelea; una especie de media máscara cubría el lado izquierdo de la humana, sin mencionar que habúa un gran bulto en el hombro izquierdo que solo significaba una cosa.
« No… No puede ser… La mitad de su cuerpo está… » Jingū se tapó la boca con ambas manos « No puedo creerlo…
» Recuerdo que, durante nuestro viaje hasta aquí, dijo que era muy fuerte… Y nos mostró su espada que le llamaba amuleto de la suerte… ¡Ah! ¡Ahí está! » sus ojos se desviaron hacia la espada divina de Gangadevi que estaba en una repisa « Pero… De todas formas…
» Aún con su arma divina ella está… En este estado tan delicado… »
Sus ojos también se desviaron a la valkiria Skogul que estaba recostada en otra camilla cercana, con menos vendajes a comparación de Gangadevi pero de todas formas le daba a entender que habían peleado con ferocidad.
« No puedo imaginarme… Quién habrá sido su oponente para dejarlas a ambas en este estado tan… Tan terrible… »
Jingū respiró hondo, para después de forma instintiva recitar unos rezos para desear salud para ambas mujeres.
« Espero que pronto se recuperen y puedan volver a despertar… Por cierto…
» Parece que… Los demás Einherjers también están peleando con las señoritas valkirias… Espero que la señorita Geir esté de acuerdo con todo esto, ya que recuerdo que había dicho que no quería nada de eso…
» Hablando de ella… Ahora que estoy despierta creo que… Es buen momento para reunirme con los demás, ¿No? »
La mujer japonesa se levantó de su sitio y se encaminó directamente hacia la puerta de salida, extendiendo una de sus manos para abrirla y encontrarse con los Einherjers y valkirias que estaban en la zona de espera mirando el actual y problemático combate…
Pero ocurrió “eso”:
Voormithadreth: Tsathoggua
[ Primera Prueba: Apetito del Durmiente de N'kai ]
Un ataque devastador de parte de la reina de las arañas que estaba en los Campos Elíseos.
Provocando un terremoto que sacudió los cimientos del coliseo entero, incluida la enfermería de Dziva donde se encontraban aquellos humanos reunidos.
Con ello, escombros cayeron del techo y terminaron por empujar a Jingū a sus espaldas hacia atrás al tiempo que una gran cantidad de piedras gigantes bloqueaban la salida de la enfermería.
– ¡¿Eh…!? – a Jingū se le salieron los ojos de la sorpresa – ¡¿Qué fue eso!?
Sin dudar la humana se puso de pie como pudo e intentó remover las piedras con todas sus fuerzas, un esfuerzo totalmente en vano.
– No puede ser… ¡Estamos atrapadas! – la mujer japonesa golpeó un par de veces las rocas por la frustración – ¿Qué fue eso? ¿Acaso acaba de suceder un temblor tan fuerte en este lugar…?
» ¡¿Qué está pasando allá afuera!?
En medio de sus pensamientos se le ocurrió una idea: fue corriendo hasta la camilla de Gangadevi en donde se encontraba la espada divina para tomarla del mango, llevándose la sorpresa de que era mucho más pesada de lo que pensaba, para después ajustarse el collar de las joyas divinas a su cuello, como de costumbre.
« Esta es… la única arma que está disponible aquí… Para intentar salir. Lo siento por tomarla sin tu permiso, Gangadevi-san, pero te la devolveré en cuanto termine…
» Recuerdo que ella hizo mucho alarde de su espada… Y también que ella es la única que puede usarla por… Por algún tipo de conexión especial que no recuerdo muy bien. Pero…
» Tal vez gracias a mi “amuleto de la suerte” pueda tener un poco más de ventaja… Espero que si. »
Jingū respiró profundo de nuevo mientras se preparaba para usar la espada; tomando su corto mango con ambas manos y usando toda su fuerza, levantó el arma divina y realizó un tajo horizontal con todas sus fuerzas…
De modo que, al mismo tiempo que impactó contra los escombros, el techo detrás de ella se vino abajo y tiró piedras de gran tamaño al suelo.
– ¡Ahhh…! – Jingū se asustó mucho de lo que pasó a sus espaldas que no se dio cuenta que su corte no había dado mucho resultado contra los grandes escombros.
De hecho, ahora su atención estuvo en aquel agujero del techo y los escombros que tiró al suelo, pues desde el polvo y la nube resultante pudo ver… algo moverse…
– … ¿Eh? ¿Hola?
– ¡Ahhhh…!
De golpe una figura apareció en medio de los escombros, haciéndose espacio para quitarse de encima todas esas rocas gigantes así como el polvo que se había formado.
– Maldición… ¡Maldición! ¡Esos traidores se me escaparon de las manos! ¡Por culpa de ese maldito terremoto! ¡Ya verán… Ya verán…! ¡¡Me las pagarán--!!
– ¿Eh? ¿Quién eres…?
Aquella figura giró su cabeza hacia la persona que le nombró de esa forma, mientras que Jingū apretaba el mango de la espada divina Taabeej con un poco de pánico por esa persona externa: a pesar de su pequeño tamaño desprendía un aura maligna y aterradora a su alrededor, como si estuviera a punto de matar a alguien.
En cuanto se disipó el humo, por fin se pudieron mirar con claridad uno al otro.
Un encuentro entre la humanidad y la divinidad que ya estaba preescrito por la fortuna y el destino.
Fecha de publicación: 21/12/24
ASFD
Nota de autor: Muy buenas mis queridos Ragnabrothers.
Ya había dicho que no iba a publicar más cosas jsjs, pero es mentira jsjsjsn't UwU. Yo creo que aún puedo publicar un par de cosas más: una ilustración especial de Navidad, en este libro habrá una trama secundaria más dependiendo de si me pongo las pilas o no, retomaré un especial de One-shots y con eso creo que ya habré terminado por este año. Tal vez descanse en enero y publique de vez en cuando, no lo sé.
Pero bueno, todavía hay contenido mío para ustedes UwU. Y ahora la trama secundaria que más ganas he tenido de publicar: el pequeño arco de Zerito haciendo desmadre y encontrándose con Jingū bb UwU.
Después de su pelea interrumpida con Thor, Zero ha caído hasta la enfermería de Dziva, encontrándose con la mujer que bendijo indirectamente y el arma que también bendijo indirectamente, ambos autores de asesinatos divinos en el segundo Ragnarok… ¿Qué sucederá de ahora en adelante? ¿Jingū reconocerá a Zero como autor de su bendición? ¿Zerito reconocerá a Jingū como la elegida de sus poderes divinos? ¿Habrán madrazos próximamente?
Todo esto y más en la siguiente parte de la novela que llegará cuando menos se lo esperen.
Sin más qué decir, ¡Los leo en el siguiente capítulo!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top