Capítulo Treinta: Y de las cenizas resurgió.

Sus golpes los recibía sin parar en cada parte de mi cuerpo donde le pareciera divertido encestar su puño. Se detiene y ríe sentada sobre mi cuerpo.

-¿Tan solo eres palabras? Para el anochecer tendré a ese chico gimiendo mi nombre.

Escupo la sangre de mi boca sobre su rostro, salpidandola y provocando que me tomé del cuello, acercándome a su rostro de un modo peligroso, pero eso no me intimidó, tan solo provocó que una sonrisa divertida apareciera sobre mis rojos labios.

-¿Gemir tu nombre? Lo máximo que podrá hacer es vomitarlo. -mi cabeza impacta contra la arena.

Levanto mi puño y logró darle en la mandíbula, suficiente para distraerla y liberarme de su pesado cuerpo. Me levantado del suelo, con una espada en mano y sangrando a más no poder. Un corte en el abdomen que a pesar del torniquete, la tela no podía almacenar más sangre y la dejaba correr libremente, el corte de mi muslo izquierdo no dejaba de sangrar y sentía mi rostro hinchado por los golpes. Pero con estas heridas, no dejaría que estas altaneras chicas se salieran con la suya, lucharía hasta soltar mi último aliento.

Respire con dificultad al sentir mi cuerpo adolorido, pero me sentía con fuerza al tener la espada en manos. Ella se levanta y corta el aire con la suya, le hago una señal para que se acerque y claro que lo hace, lanzando fuertes estocadas que se me dificultan en evitar.

El sol quema bajo mi piel, la arena blanca tiene grandes manchas de sangre y una daga permanece con mi sangre en algún lado de la arena. La chica lanza sus ataques sin dar lugar a respiros tranquilos y su hombro no deja de sangrar.

Segundo nivel, mata o muere, no tienes elección.

Las palabras de la híbrida calaron en lo más profundo de mi ser y aprovechando un pequeño descuido de la chica, lanzo un corte hacia su estómago, creando un gran y profundo corte. Ella se queja mirando mi obra y comienza a lanzar más ataques sin descanso, retrocedo con los brazos temblando gracias al peso de la espada y los golpes de mi oponente. 

Debía de ponerle fin a esto de una buena vez. Miro una daga cerca y me agacho tomandola, ganándome un corte en la espalda que me roba un fuerte grito, pero me levanto para seguir con la batalla. Trato de sostener y evitar los ataques de la chica con una mano sobre la espada, y enfocar por un segundo mi mirada en su cuerpo. Objetivo para clavar la daga, su pecho. 

Sostengo la daga entre mis dientes, tomo la espada con ambas manos y le lanzo mi estocada, sacando la espada de sus manos y enviando a volar la mía. Lo siento tanto. Tomo la daga con una mano, me lanzo sobre cuerpo e introduzco la daga sobre su pecho, justo sobre el corazón. No era mi intención asesinarte, lo siento. Ella forcejea, pero me esfuerzo en hundir aún más la daga hasta que su cuerpo comienza a convulsionar y salto fuera de él, rodando sobre la arena con la respiración agitada y cegada por el fuerte sol.

La multitud permanece en silencio y solo celebran al ver cómo el cuerpo de mi oponente se queda en total silencio, con la mirada en el cielo y la vida lejos de su cuerpo. Terribles minutos de sufrimiento, donde lo único que se escucharon fueron sus gritos agonizantes y quejidos. No volvería a dormir bien después de esto.

-¡El segundo nivel completado con éxito! Aplaudan a su futura reina, a tan solo una copa de ser coronada. -todos gritan y saltan en sus lugares.

Me levanto con total dificultad del suelo, sosteniendo con una mano la herida de mi estómago y tratando de hacer un nuevo torniquete para mi pierna, lo logró, pero con lentitud al sentirme muy cansada y mis párpados pesados. Una prueba más y volvería a casa. Busco a Caled con la mirada o a los demás chicos, pero no se encuentran en su lugar.

-La única prueba que definirá todo, princesa, por favor acérquese a la mesa de nuestra reina. -miro como las armas desaparecieron y ahora en medio del lugar se encontraba una mesa con dos copas y la híbrida esperando pacientemente. 

Me acerco con total dificultad, tratando de mí mover la pierna y cada paso es una tortura para mi maltratado cuerpo. Al llegar, me dejó caer sobre la silla con total alivio y suelto un suspiro de felicidad, antes de mirar a la pelirroja con seriedad.

-¿Dónde están los chicos y Caled? -cuestiono tan pronto mi respiración se relaja.

-Fue convocada con el único propósito de beber de una de las copas de la verdad. -explica la mujer ignorando por completo mis palabras. La desesperación crece en mi cuerpo, pero trato de mantener la calma-. Aquella que saque el mayor número en los dados, podrá elegir la copa. Una es vida y otra muerte. Su decisión será propia y bajo su consciencia. -me tiende los dados y los miro desconfiada.

-¿Por qué jugaría con quién preparo las copas? -pregunto sin aceptar los dados.

-No sea tonta majestad, fueron creados sin mi presencia. No tengo la menor idea de cuál es el de vida o muerte. -responde e insiste en que tome los dados, los aceptó.

Miro los dos dados en mis manos y los lanzó sin darle demasiado rodeo a la situación. Uno tiene el número dos y el otro el cinco: siete en total. Me sentía segura con mi dedo, pero nada me aseguraba que ella tuviera mejor suerte al lanzar o escoger la copa.

Toma los dados de la mesa y los lanza, dos seis, un doce perfecto. Ella deja a un lado los dados y toma la copa a nuestra izquierda, procedo a tomar la derecha y mirar su contenido transparente al igual que la otra.

-Salud majestad. -alza la copa.

-Salud. -respondo y sin esperar demasiado bebo su contenido.

No sabe a nada el líquido. Ambas nos miramos a la espera de que suceda algo, pero en cuanto menos lo espero, su boca comienza a expulsar espuma y demuestra quién sobrevive a la prueba. Su cabeza cae sobre mesa, expulsando espuma blanca, sus ojos se ponen blancos y convulsiona al frente mío.

Escucho como todos gritan: ¡La corona! ¡tome la corona! Y lo hago, con los dedos fríos y con el miedo de que despierte, tome mi mano y me maté, sostengo la corona y la coloco sobre mi cabeza.

-¡Denle la bienvenida a su legítima reina! -todos gritan y yo sólo me mantengo sentada en la silla-. ¡Igual que un fénix, su reinado resurgirá de las cenizas!

Por fin todo acabo, podría regresar a Oren, obligar a que liberen a los chicos y cambiar un poco las reglas. Me sentía en paz a pesar de que dos vidas habían sido arrebatadas sin motivo alguno. 

Dos chicas se acercan y me sacan con cuidado de la arena, siento mi cuerpo desfallecer y ganas de dormir. Me recuestan sobre una fría camilla, parecen hablarme, pero no comprendo nada. Siento como un líquido frío se deja caer en mis heridas y arde, ¡Por Dios! Grito, pero son tapados por una tela. 

Mis ojos se cierran y me dejo llevar por el sueño. Al fin podría descansar de la tormenta.

(...)

Mi cuerpo duele horrores, cada vez que pretendo mover un parte de él, duele mil veces más, mi rostro tampoco se queda atrás y siento un pequeño corte en mi labio inferior, saco la sábana de mi cuerpo y alzo la bata para encontrar suturadas ambas heridas, con una venda sobre ellas.

Salto fuera de la cama y mi único pensamiento es comprobar que Caled se encuentre bien y asegurar el bienestar de los otros chicos. Golpeo la puerta y tan pronto mis gritos no paran con mi garganta desgarrada, la puerta se abre y de ella entre una chica de semblante serio.

-Majestad, debe de descansar... -me tomó de los hombros y me trata de llevar a la cama.

-¡No! ¡no! Necesito saber como están, quiero verlos, necesito verlo... por favor... ¿dónde está Caled? -digo desesperadamente, ella parece entender mis lloriqueos porque asiente y me saca de la habitación.

-Se que desea verlos y comprobar su estado, así que déjeme llevarla con ellos. -dice la chica, tratando de controlar las lágrimas que salen de mis labios-. Esto van en contra de las reglas, pero me gusta romperlas. -comenta con una sonrisa divertida.

Corremos por los pasillos, con cuidado de no abrir los puntos de mis heridas o hacer mucho ruido llegamos a lo que parece ser un sótano. La chica me da la llave y avisa que estará arriba cuidando de que nadie baje, le agradezco y abro la puerta desesperada por saber que se encuentran bien.

-¡Eres una bestia Caled! Por tu culpa vienen de nuevo. -se queja Rudy.

Me alivia saber que se encuentra en su forma humana.

-¿Habrá terminado ya la ceremonia? Necesito saber que Saven está bien, yo... no se que haria si algo le sucede. -comenta Caled y observo su cuerpo hecho un ovillo en la esquina de la habitación.

-Ella es fuerte, lo logrará. -lo trata de animar Zack.

Miro como todavía continúan encadenados. Me acerco a Zack y veo como su herida se encuentra limpia y con puntos, me da una sonrisa de alivio, estrechándome contra su pecho desnudo, camino hacia Rudy y le doy un beso en la frente antes de correr a los brazos de Caled.

-No tienes de qué preocuparte, estoy bien. -musito y tomo su rostro entre mis manos.

Sus ojos escurren una cuantas lágrimas de alivio, me toma de los brazos y me aplasta contra su cuerpo con fuerza, temiendo en dejarme ir. Le devuelvo el abrazo con la misma intensidad y suelto un par de quejidos cuando me abraza con más fuerza.

-Lo siento, lo siento. Yo no deseaba lastimarte. -se disculpa y reparte varios besos en todo mi rostro-. Esa perras pagarán por todo el daño que te hicieron. Mira como te dejaron de golpeaba. -se queja y acaricia las heridas de mi rostro.

-¿Primera batalla? -cuestiona Zack divertido.

Me siento, dejando la espalda contra el pecho de Caled y envuelta entre sus brazos. Me siento al fin tranquila de ver que todo está bien y que logre la primera parte de mi misión.

Asiento y él me da un asentimiento.

-Eres toda una chica ruda. Primera pelea y saliste victoriosa. -me halaga Rudy y eso provoca que ría, sosteniendo mi estómago, justamente donde está la herida-. Huelo sangre fresca, ¿dos heridas? -asiento.

-La segunda chica no tuvo compasión. -se queja Zack-. ¿Cortes profundos?

-Ya fueron tratados, sólo queda esperar a que sanen. -me alzo de hombros desinteresada-. ¿Qué pasó cuando caí en esa agujero?

-Caled enloqueció, temía no poder protegerte y le seguimos, varias chicas terminaron en cuidados intensivos y una de ellas murió. -expone Zack, mirando a otro lado-. Temíamos perderte princesa.

-No se que haria sin ti en mi vida. -musita Caled cerca de mi oído, abrazándome contra su pecho.

-Nos amarraron con estas cadenas encantadas que nos debilitan, fuimos a parar a la arena y cuando la segunda chica entró, tratamos de liberarnos para ayudarte, pero verás, no resultó y terminamos aquí dentro. -termina de contar Rudy, mirando el suelo con sus brazos apoyados sobre sus rodillas.

-Todo estará bien, ellas están bajo mi control. -comento, sintiendo el peso de la corona sobre mi cabeza.

(...)

-¡Por todas las Diosas! ¿Qué les sucedió? -grita horrorizada Jordan al vernos entrar a palacio de Oren.

-Es una larga historia. -responde Zack, caminando con ayuda de su amada a su habitación.

-Iré a dormir, necesito dos días de descanso. -informa Rudy, caminando hacia la parte las alejada del castillo.

-Necesito un año entero para descansar. -le digo al chico que sostiene mi mano.

-Con gusto le haré compañía mi lady. -responde y me guiña un ojo.

-Por fin llegaron, necesito tener una severa charla con los dos. -sentencia Douglas y sigue con su camino.

-¿Dormimos después? -pregunto con la esperanza de que la respuesta sea no.

-Debemos de acudir, cuando se trata de nuestro pueblo, el bienestar queda para después. -responde Caled, siguiendo las pasos de su padre hacia el salón de conferencias.






Nota de autor después de tanto tiempo...

Venía a desearles lo mejor a todos los que se pasen por la novela, espero que se encuentren bien en compañía de sus seres queridos. ♡

Espero que estén disfrutando de la novela y debo de advertir... faltan unos diez capítulos para que esta historia acabe... 7u7

¡Disfruten de la lectura! ^^

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