Capítulo 15: La inteligencia del amor
28 de setiembre, 2018
La competencia de natación se acerca.
El aniversario del instituto también.
¡Y por fin vacaciones!
No me podrán negar que la época más hermosa y ansiosa de todos los estudiantes, sin alguna excepción, son las vacaciones. Porque en esa época podemos leer a gusto un montón de libros, enamorarnos de miles de personajes ficticios, también ver series o películas hasta la madrugada, sin alguna interrupción, y hablo de esas interrupciones que empiezan por: "¡Ya es hora de dormir, mira qué hora es!".
Nuestros padres suelen ser hostigosos hasta en temporada de vacaciones.
—¿Aceptas? —me preguntó Bella, trayéndome de nuevo a la tierra.
Doy una mordida a mi hamburguesa.
—¡Tienes que ir! —me rogó Clara, con puchero y ojos de perrita inofensiva.
¿Alguna vez han asistido a una cita de parejas?, usualmente van dos parejas, pero ¿han ido a una de tres?, porque yo no. La verdad no sé qué ha pasado por la mente de Clara, ya que ella fue de la idea para ir a un club nocturno, pero en parejas.
Me limpio el kétchup de la boca con la parte trasera de mi mano—Lo siento, yo no tengo a quién llevar.
Bella y Clara se miran con cara de: ¿Le crees?
—¿Y mi hermano? —Clara frunce el ceño.
Casi me atraganto con la comida.
—¿Niña tragedias, irás o no?
Entrecierro mis ojos, casi dolida por el sobrenombre que acaba de usar conmigo. Aunque no va nada mal, porque en realidad soy esa niña que vive de las vergüenzas y risas de los demás. Debería empezar a presentarme así: "Mucho gusto, soy Aurora Evans, y mi segundo nombre es tragedia"
—Tendría que conversar con Dainan, —me encojo de hombros—y además no somos pareja.
—Sí claro, y Bella es virgen—bromeó Clara.
Bella carraspeó su garganta—No tengo la culpa de que Hans me haya seducido con su cuerpo y con su gran pe—
Le meto a su boca un pedazo de mi sándwich, antes de que termine de formular la última palabra.
—Pene, —terminó de hablar Clara, por ella—pene, pene, pene—repite con diversión, creando un momento incómodo.
Me levanto de la silla para observar a mi alrededor, gracias a Lucifer no había clientes en el restaurante, solo estaba el mozo, un mozo moreno y atractivo, por cierto. Él está en el mostrador escribiendo algo en una agenda, después levanta su mirada para observarnos. Siguió repitiendo esa palabra hasta que le fue suficiente al moreno para estallar en risas. Me puse roja de la vergüenza, al verlo reír tan abiertamente. Sus risos oscuros se movían mientras él sacudía su cuerpo, entre risas. Al parecer no soy la única que se ríe como foca epiléptica.
—¿Ya vieron? —preguntó Bella, la observo—El chico de rulos, se ríe como tú, Aurora.
Le doy una sonrisa de boca cerrada y me obliga a que entrecierre los ojos, claramente ofendida.
—El guapo se está alistando para venir hacia acá. —Clara alisa su vestido, también su cabello—Debo dar la mejor impresión, porque chicos guapos como él no se encuentran por todas partes.
—Oye, tienes novio—reprocho con risas.
—¿Y? —se encoge de hombros—Vida solo hay una, debemos disfrutarla.
Bella la señala con el dedo—¡Esa es mi chica!, dame cinco.
Ambas chocan las palmas de sus manos, divirtiéndose sin parar. ¿En qué momento decidí juntarlas? ¡Son tal para cual! Si antes pensaba que Bella tenía la mente bañada en perversidades, pues Clara lo tenía verdaderamente carcomido. Meneo la cabeza, observándolas reír.
Si alguien debe robarme la inocencia, serán solamente ellas.
—¡Están locas! —exclamo sonriendo.
Bella levanta su helado, lo lame para después musitar—¿Nunca has escuchado al sombrerero loco de Alicia en el país de las maravillas decir que las mejores personas lo están?
—Exacto, y todo es broma, linda—Clara estruja mis mejillas con sus dedos. Suelto un aullido de dolor—Mi novio es lo que más quiero en esta vida, ambos somos adultos, tenemos tantos planes y metas por cumplir. No podría dejarlo nunca...
Bella suspira enamorada, pensativa—También tengo planes con mi novio. Lo que primero acordamos en hacer al graduarnos e independizarnos, es comprar una casa aquí o en otra ciudad, después abrir un negocio juntos o de manera independiente, y por último planear un bebé o quizás dos.
—Ustedes son bastantes maduros, para su edad—dice, Clara sorprendida—La mayoría de parejas no planea, por eso la relación no dura.
Bella está de acuerdo—Nosotros nos amamos demasiado, y por mi parte siento que el único hombre existente en la tierra es Hans—ríe sonrojada—, ¿quién diría que nuestra relación de niños iba perdurar tanto tiempo?
Clara ríe—Eso es porque se aman con inteligencia.
—¿A qué te refieres?
Ella continúa.
—Mi novio es inmaduro, yo lo reconozco, pero cuando hay seriedad o alguna conversación neutra, su comportamiento es totalmente diferente. Eso es porque conoce todo de mí, así como yo de él. Nuestra conexión va más allá de toqueteos.
El silencio reina entre las tres, pero no es incómodo, así que sonrío.
Rompo el silencio con mis palabras—Eres buena en estos temas.
—¿Enserio? —eleva una ceja—, quizás es porque Stephen y yo mantenemos nuestra relación desde hace, ¡seis años! —La alegría que emana cuando lo dice es contagiosa, todas sonreímos.
Así como compartir momentos románticos con tu pareja, también debe ser grandioso compartir tus metas o sueños, y que ambos estén decididos a cumplirlas juntos. No tengo novio, pero sí alguien que navega sin rumbo en mis pensamientos. El solo hecho de imaginarme con él de acá en diez años, caminando de la mano con una sonrisa de satisfacción en el rostro, es una sensación que me genera tranquilidad.
Yo aspiro a ese tipo de amor.
El chico de McDonald's se acerca a nosotras con una sonrisa de oreja a oreja. Es alto, pero no como Dainan o Sebastián, de cabello negro enredado como la lana de una oveja y ojos oscuros, tiene puesto una visera, camisa oscura, pantalones y una corbata medio suelta, como si acabara de aflojarla con sus dedos. Me intimido en mi sitio, al ver que su mirada está dirigida hacia mí. No deja de observarme con timidez.
Se saca la visera, apenado, después peina sus rulos azabaches.
—Perdonen la impertinencia—deja de observarme, para ver a las chicas—, pero ustedes son muy graciosas y lindas, por eso me gustaría invitarles unas malteadas de chocolate.
¡Qué chico tan tierno, por Lucifer!
—Yo acepto—musitó Clara.
Bella levanta su mano—También yo.
—Yo....
Rulitos me interrumpe—Para ti, tengo preparado otro sándwich de hamburguesa, con kétchup. —se rasca la nuca, tímido.
Yo creí que esos chicos tímidos ya no existían en este mundo, pero al parecer, aún no se han extinguido del todo.
Le sonrío—Me encantaría comer uno más.
Él asiente, después se retira con una sonrisa de satisfacción y felicidad. Veo como antes de entrar a la cocina, hace puños en el aire, como si estuviera celebrando alguna victoria. Rulitos me recuerda un poco a Hans, porque ambos son tiernos, y físicamente lindos. Además, comparten el mismo cabello rebelde que lo ocultan con viseras o gorras.
—¿Cuántos años le dan? —interviene Clara, con sus cejas levantadas—Tengo veinticuatro años, así que...
Bella abre la boca, sin poder creerlo—Ey, él podría ser tu hermano.
Ladeo una sonrisa—¿Y si él no es menor?, recuerda que las apariencias engañan.
Rulitos aparece después de unos cinco minutos a un lado nuestro, con una bandeja de malteadas y un sándwich grande. Mi estómago ruge al ver que la salsa roja de la hamburguesa gotea por los bordes, se mira tan apetitosa y jugosa, que hasta siento la baba caer por un lado de mi boca.
Me entrega la hamburguesa, y después sus malteadas a las chicas.
—¿Cuántos años tienes? —pregunta Clara. No sé si por seducción o simplemente por salir de las dudas.
Bella suelta una risita por lo bajo.
—Tengo veintidós años.
Me causa mucha ternura verlo con sus cachetes rojos, también sonríe apenado, como si nuestra sola presencia lo estuviera intimidando, pero bueno, la única buena en intimidar es Clara Beresford. Me pregunto si su hermano es como ella.
Rulitos se quedó con nosotras conversando, también bromeamos un poco. Después nos contó que está trabajando, para poder irse a Nueva York y estudiar Medicina allá. Es increíble cómo se esfuerza para poder pagar sus estudios, porque no solo trabaja aquí, también es bartender en un club. Si algo he aprendido de él, es que no todos tienen la posibilidad o recursos económicos para estudiar.
Tocando el tema de estudios, me hizo recordar que yo aún no sé qué quiero hacer con mi vida, y ya estoy a punto de terminar el instituto y sigo sin tener la mínima idea de qué voy a estudiar. Bueno fuese que tenga en mente dos carreras para descartar y quedarme con una, pero ni aquello tengo. Estoy completamente perdida en una burbuja de desorientación.
Doy un suspiro profundo.
—¿Y eso? —me pregunta Clara, por el espejo retrovisor—Acabas de dar un suspiro lleno, pero lleno de amor. —sonríe—¿O no Bella?
Ella gira para mirarme, está en el asiento de copiloto.
—Ya sabemos que te mueres por Dainan, cariño —ladea una sonrisa—pero al menos disimula.
Me siento en el medio, para apoyar mis brazos en ambos asientos.
—Chicas, no todo es amor en esta vida—Clara sigue manejando atenta, pero sé que me está escuchando, al igual que Bella—Rulitos me ha dejado pensando sobre un tema que pasé por alto. Estoy un poco desorientada sobre qué quiero hacer con mi vida, y de tan solo pensarlo, me frustra.
Me hecho otra vez en el asiento, sin ánimos.
—Ey, tranquila —habla Clara, con ganas de animarme—¿Cuántos años tienes?, diecisiete ¿verdad? —yo afirmo con la cabeza—Tienes toda una vida por delante, y si ahora te sientes desorientada, tómate todo el tiempo que necesites para orientarte. Te lo digo por experiencia, yo no sabía qué hacer con mi futuro, hasta hace poco. —la miro con detenimiento por el espejo, a pesar que ella tiene la mirada fija en la carretera—Amo dibujar, diseñar, todo lo relacionado con el color me encanta, por eso supe que yo debía vivir del arte.
Vuelvo a suspirar—Mi mamá quiere que sea abogada—ahora Clara me observa—, y no sé cómo decirle que no quiero estudiar eso, y tampoco sé qué hacer con mi futuro.
Es verdad, mamá últimamente me ha estado haciendo leer libros de leyes, también me habla con mucha felicidad sobre las universidades que podría elegir. Ella está tan emocionada con aquello, que me da pena decirle que no y también me da cólera, porque no tengo el valor suficiente de decirle que eso no quiero en mi vida.
—Mis papás querían que estudie Ingeniería, pero sabes que tengo un carácter fuerte, por eso desde un principio les dejé en claro que no me obligarían a estudiar eso, y si no me apoyarían en lo que yo verdaderamente quiero estudiar, trabajaría hasta la madrugada, para pagarme mis estudios, al igual que Ulises.
Ulises es nuestro nuevo amigo, alias "El Rulitos"
—Aurora, tú tienes un carácter que da miedo—nuevamente gira Bella—así que confío en ti, para que converses con tu mami y le digas que estás insegura con respecto a tu futuro. Yo sé que te apoyará, ella sabe entender, claro que le dolerá saber que su hija no quiere ejercer la misma carrera que su madre, pero también entenderá que no todos compartimos la misma pasión por algo.
Ambas tienen razón, Clara me ha hecho entender que soy joven, tengo mucho tiempo para planear mi vida y Bella, que mamá a pesar de ser renegona, es comprensiva. Les doy las gracias, por haberme aconsejado en un momento que no tenía pensado hablar sobre este tema, pero haber conversado de esto con ellas, ha hecho que sintiera, como si un saco de arena hubiera caído de mis hombros y de mi espalda. Era un peso que he estado sintiendo por mucho tiempo, y mucho más ahora.
Después de mucha insistencia, terminé animándome por asistir a esa cita de parejas. Nos la pasamos riéndonos de cualquier tontería que se cruzara por nuestras mentes en todo el recorrido del viaje hasta el club.
Llegamos al club "Wildness", un famoso lugar de Carolina del Norte, muchos vienen a pasar el fin de semana aquí, ya que hay conciertos privados y públicos, también barra libre, pero a la vez tienen barra de tragos, exclusivamente para gente con dinero. Antes de ingresar Clara tuvo que seducir al guardia de seguridad para que nos dejase pasar, enserio que esa chica cumple con todas las expectativas de un hombre. Mis ojos se cierran al instante una vez dentro, porque las luces de colores llegaron como laser a mis pobres ojitos, por poco y me dejan ciega.
Vuelvo a abrirlos, para observar con detenimiento el lugar, esta es mi primera vez en el club. Hay una pista de baile amplia y está llena de muchas personas, que se dedican a bailar con euforia, al compás de la música.
—¡Estamos en el cielo! —grita Bella—Aurora, nos divertiremos mucho, ya verás.
Asiento nerviosa y por compromiso.
—Traeré los tragos, vayan buscando a los chicos. —grita Clara, y desaparece de la muchedumbre.
Bella me toma de la mano, para caminar conmigo.
La música vibra en mi pecho, mis pobres oídos zumbarán mañana todo el día, porque los estoy haciendo sufrir. Mientras buscamos a los chicos, yo observo a las personas que se divierten, la mayoría de chicas y chicos son bastante guapos, yo instintivamente miro mi ropa, que es sencilla, solo una camiseta y un short hasta la rodilla, en cambio las chicas de acá llevan vestidos bastante cortos, al igual que el de Bella.
Bella me suelta, para ir corriendo hasta Hans—¡Meloncito! —grita, para subirse en su regazo.
Ruedo los ojos con una sonrisa.
No veo por ningún lado a Dainan, se supone que Clara debió avisarle, ya que al enterarse que no me había comunicado con su hermano, decidió invitarlo ella misma. Quizás no aceptó la invitación, y lo entiendo, porque yo tampoco quise venir, pero al final lo hice, por la insistencia de las chicas.
Rodeo la mesa, para sentarme en el sofá negro.
—¿Y los demás? —preguntó Hans, con Bella sobre sus piernas.
Me encojo de hombros—Clara se fue a traer unos tragos y se supone que tú deberías estar con su novio.
—¿Quién? ¿Con el tal Stephen?
Al principio no recuerdo su nombre, pero después hago memoria, y entonces recuerdo la vez que Clara lo mencionó, justo cuando me ayudó a escapar de Dainan.
—Sí.
—Él se fue por allá—señala con su dedo la pista de baile.
Mi vista cae donde está Stephen, y creo que mi mandíbula se descompone hasta llegar al suelo, debido a la impresión. Él estaba besándose con una pelirroja, muy apasionadamente, ambos se tocan, bailan pegados, y sus bocas no hacen el amago de separarse ¿A caso no respiran?
—Qué hijo de puta, suéltame, lo mataré—Bella trata de levantarse, pero Hans la detiene sujetando su cintura —¡Está engañando a Clara!
Pude ver el miedo correr por el rostro de Hans.
—¿Esa mujer no es Clara?
—¡No! ¿En qué momento te dije que Clara era pelirroja? ¡Además te dije que ella estaba con nosotras! ¡Santo Dios!, ¿Qué hacemos, Aurora?
—Primero hay que tranquilizarnos.
Bella me mira expectante—Aurora, ese infeliz está engañando a Clara. ¡No me pidas que me tranquilice!, le romperé la cara por maldito. Suéltame Hans.
La abraza con más fuerza—No, hasta que te calmes.
Mi amiga a regañadientes, expulsando aire por la boca, se tranquiliza—¡Bien! —pone sus brazos sobre el pecho.
Vuelvo a dirigir mi vista a la pista de baile, y ellos siguen bailando, besándose. No puedo creer que ese idiota esté haciendo esto aquí, cuando sabía que Clara iba venir. Debe ser un hombre bastante estúpido como para engañar a tremenda diosa.
—Oh, no—Bella baja la voz hasta un susurro para musitar como si tuviera miedo que la oyeran—Clara viene con los tragos hacia acá.
—Yo no le diré que le han puesto los cuernos—Hans levanta sus manos, como librándose de este problema.
Bella le pega en la parte trasera de su cabeza—Es un momento serio, cállate.
—Cállense los dos, yo se lo diré.
Cuando Clara está a punto de llegar a nosotros, alguien, exclusivamente una persona que estaba en la pista de baile la llama—¡Clara, amiga de la infancia!
Ella gira a su lado, y de pronto su mirada no cae en esa persona sino en Stephen y en la pelirroja. Suelta en cámara lenta los tragos que tenía en sus manos, y el Dj baja el volumen de la música, enseguida se escucha el ruido de los vasitos, los cuales caen al suelo rompiéndose con brusquedad, y el líquido se rebalsa por sus pies.
Stephen empuja a la mujer que tenía entre sus brazos, esta se sorprende, después se da cuenta que él está observando con miedo y sorpresa a Clara. La pelirroja al darse cuenta que es la mujer con la que Stephen engañó a Clara, decide salir corriendo de la pista de baile, hacia la salida del club.
Bella se desprende de los brazos de su novio, para ir detrás de esa mujer. Hans ni yo se lo impedimos, la dejamos ir. Sé que la dará una buena lección, una que le marcará toda la vida. Mi amiga no es alguien que se controle, si se propone en romperte la cara de un golpe, lo hace.
Regreso mi atención a lo acontecido.
—¡Eres un infeliz! —grita Clara, acercándose a él, para después darle golpes en su pecho—Sabías que vendría, sabías que tú y yo, festejaríamos nuestro aniversario de seis años, ¡tú lo sabías! —Stephen ni se inmuta en alejar a Clara, se deja golpear una y otra vez.
La forma en la que gritaba, me destrozaba el corazón en pedacitos. Después de los gritos, vino el llanto, Clara no evitó derramar lágrimas con gritos desgarradores que salían de lo profundo de su garganta. En ningún segundo dejó de golpearlo, haciendo notar su enfurecimiento y dolor.
—Ese idiota me va escuchar—Hans se levanta decidido a ir, sin embargo, lo detengo.
—Por ahora no vayas, deja que Clara se desahogue. No es fácil decir adiós a una relación tan larga y mucho menos a alguien que amaste con todo tu corazón.
Bella y yo hemos hablado poco tiempo con Clara sobre su relación, pero ese rango de tiempo fue suficiente para entender cuán grande era el amor que sentía ella por Stephen.
—¿Por cuánto tiempo estuviste viéndome la cara de estúpida? —silencio—¡Respóndeme, maldita sea! —exclamó Clara, con los dientes apretados, y los ojos azules destellando de furia.
Stephen con cinismo se encoge de hombros, lo que enojó más a Clara—¿En verdad lo quieres saber? ¿En verdad quieres hacerte más daño, amor?
—¡No me llames así, cabrón! —soltó Clara con ferocidad, apretando de nuevo los dientes.
Me observo con Hans, quien está preocupado al igual que yo.
Clara gira hacia mí, y me sostiene la mirada durante unos cuantos segundos más antes de apartarse y pasarse los dedos por el cabello—Hoy les hablé de ti a mis amigas, hablé tan bien de ti, que me arrepiento infinitamente de haberlo hecho.
Stephen no muestra en su semblante algún gesto de arrepentimiento, y eso nos hace enfurecer aún más.
—Acabas de botar a la basura seis años de relación—comenzó a decir Clara aparentemente tranquila, mirándolo serio—¿Sabes algo?, me da gusto que estés acá, así todas las personas se dan cuenta de la porquería de hombre que eres.
Él se ríe de forma casi inaudible—Hubiese querido terminar contigo hace mucho tiempo, querida, porque eres detestable.
—¿Y por qué no lo hiciste? ¿Por qué? ¡Porque eres un cobarde de mierda! ¡Eso eres!
Clara tenía los puños apretados. Le temblaba el mentón; estaba esforzándose mucho para no volver a echarse a llorar.
Toda una retahíla de palabrotas que nunca diría en voz alta me pasó por la mente, mientras veía lo descarado que era ese chico. Me da asco de tan solo observarlo. Teníamos tantas expectativas de él. ¡Arg!
—Dime lo que quieras, —replicó Stephen, tenso—pero recordarás toda tu miserable vida que te engañé, por alguien mejor que tú y obviamente más mujer.
Todos los que estaban bailando, se quedaron observando la pista de baile, muchos murmuraban, unos se reían y otros seguían bebiendo como si Stephen y Clara no existieran. Las luces se encendieron de pronto, y la música afirmativamente se detuvo. Ya se habrán dado cuenta que había problemas aquí abajo. Bella pasó de prisa por mi lado, para ir con Hans, ocultando con su brazo el cabello que lo traía hecho un caos. Pareciera que un huracán hubiese pasado por encima de ella, también tenía el vestido desarreglado.
Si así está ella, no me imagino la apariencia de la otra. En fin, no me importa.
Los ojos de Clara se clavaron en los de Stephen, aun esperanzados. Se le acercó, con pasos lentos y pesados, pero se detuvo a un par de palmos, como si algo la retuviera. Lo siguiente que hizo, fue lanzarle una cachetada en el rostro, dejándonos boquiabiertos.
—¿Llamas más mujer a esa persona que te ve como un hombre más? —suelta una risa con tristeza—Todo este tiempo estuve tan ciega, ¿Cómo no pude darme cuenta que era novia de un esperpento de persona...? ¡Creí amarte con inteligencia, pero ya veo que no! Soy tan tonta...
El músculo en el mentón de Stephen comenzó a tiritar, y vi que apretaba sus puños.
—Haré que te tragues todas tus palabras.
—Yo espero que la tierra te trague a ti y jamás te escupa. No quisiera que otra mujer pierda el valioso tiempo de su vida, contigo—espetó Clara, con mirada triste.
Stephen no demoró segundos en tomarla del cuello. Todos exclamamos, y en una fracción de segundos estuve corriendo donde ella, rodeando las mesas a toda velocidad mientras gritaba el nombre de ese malnacido, tratando de llegar a él y golpearlo como nunca lo hice con alguien. De pronto vi la sombra de otra persona ganarme la carrera.
Se detuvo de golpe, delante de mí. Notaba la tensión de los músculos de su espalda, y su agitada respiración era tan acelerada que daba la impresión de que guardaba una furia exuberante. Ulises no tardó en golpear con un puñete la barbilla de Stephen, con la fuerza suficiente como para hacer que cayera al suelo y botara las jarras de una mesa. Rulitos se paró junto a Clara, y con un brazo la tomó de la cintura, colocándola detrás, protegiéndola.
—¿Crees que por engañar y maltratar a una mujer eres más hombre? —gritó Ulises, mientras apretaba a Clara, dejándola pasmada.
—¿Quién diablos eres tú? ¿Su príncipe azul que la rescata de la bruja?
No aguanto su sarcasmo, quiero golpearlo.
—Solo soy más hombre que tú—dijo en voz alta.
Todos, incluyéndonos mis amigos y yo silbamos e hicimos bulla, haciéndole frente a las palabras de Ulises. Stephen cambió sus gestos sarcásticos por unos más furiosos. Le estaban tocando los cojones, y al parecer no lograba aceptarlo. ¡Que sufra por idiota!
—No repito dos veces, ¿Quién diablos eres?
Se levanta, sujetándose la barbilla.
—Es un amigo mío—responde Clara por Ulises—¿Tienes algún problema con ello? ¿O crees que soy como tú? —Su voz sonaba derrotada, y reflejaba lo mal que se sentía por dentro. Mi amiga se sujetó por los brazos de Ulises, apegándose a su lado. En él veía seguridad.
Aprieta con más fuerza sus puños y veo como se tensa su mandíbula.
—Al fin y al cabo, eras una buena para nada—escupe Stephen—No sé cómo pude aguantarte.
No soy la protagonista de esa historia, pero cada fría palabra formulada por sus repugnantes labios me duele como si lo fuera.
—Lárgate ya—gritó Clara, con la voz quebrada—, y sigue hundiéndote en tu miseria.
—¿Miseria?, ¿Cuál miseria? ¿Te refieres a la miseria de vida que tuve a tu lado? —le señala con el dedo—¡Tú fuiste y serás siempre el peor error de mi vida! Ojalá no te hubiera conocido nunca, ojalá jamás hubiésemos cruzado palabras, ¡no eres más que una...!
Ni siquiera vi levantar la mano de Ulises, solo sé que se escuchó el fuerte impacto en su mejilla derecha. Lo desestabilizó, mandándolo nuevamente al suelo. La sangre resbalaba por la comisura de sus labios. Estuvo a punto de volverlo a golpear, cuando los gorilas de seguridad intervinieron, sujetándolo por atrás.
—Por favor, retírense, el administrador del club está por llegar—nos comunicó un hombre alto, musculoso y moreno, el mismo que fue seducido por Clara.
Otro hombre ingresa, seguido levanta a Stephen del suelo.
—Aurora, vámonos—ordena Clara.
—Vayan yendo ustedes.
Tengo la grandiosa idea de agrandar aún más este problema. Me hago un moño bajo, para después sacarme conejos del cuello y de los dedos de la mano. Lleno de aire mis pulmones, relajando mi cuerpo y me pongo en posición de combate.
—¡Ey, esperpento! —llamo a Stephen. Quien se estaba yendo junto a los de seguridad.
Todos vuelven a girar hacia mí.
Yo camino enfurecida hasta él, y al tenerlo frente a mí, decido sostenerlo por la camisa del cuello, no lo suficientemente fuerte, sino suave, para que los de seguridad no traten de apartarme. Observo con detención sus ojos, fulminándolo con la mirada.
—¿Cómo me acabas de llamar?
—Olvídalo, tu capacidad intelectual va por debajo de lo normal, así que no me esforzaré en darte la definición de esa palabra. —le sonrío, soltándolo. —Iré al grano. Déjame decirte que no te deseo el mal Stephen, porque te conozco de poco tiempo, pero realmente espero que en tu camino encuentres a una mujer igual o peor que tú—palmeo con una mano su mejilla derecha—, y ojalá se encargue de hacerte pagar, todas las veces que usaste y lastimaste a mi amiga o a otra mujer.
—Te crees listilla, ¿eh? Eres igual que la perra de tu amiga.
—Y tú te pareces al perro de mi vecina. —finjo sorpresa—¡Oh no! ¿Cómo pude insultar de esa manera al pobre Bimbo?
Remanga su camisa hasta los codos, muy enfurecido—Así que tú eres la famosa karateca. Clara me ha hablado tanto de ti... ¡Venga! ¡Golpéame! A ver si te crees tan lista.
Él trata de agarrarme por los hombros, pero tengo la agilidad de un guepardo, antes de que me toque, yo lo hago primero. Después levanto un poco mi pierna izquierda para golpearle con la rodilla sin remordimiento su entrepierna. Me siento como un futbolista que ha insertado gol en el arco tan perfecto que incluso la pelota ha rebotado contra las mayas.
—Eres una... —se calla, para arrodillarse y cubrirse la entrepierna con sus manos, mientras ruge de dolor.
—¿Una mujer maravillosa? —ironizo—Sí, exactamente eso soy.
Él me mira adolorido y, al ver lo enfadada que estaba, decide apartarse de la pista de baile para ir a la puerta de salida, sin que los de seguridad le dijeran que se fuera.
El punto débil de un hombre siempre será su aparato reproductor, mi consejo como profesional en defensa personal, es siempre atacar en los puntos débiles de tu contrincante. Seas mujer u hombre, mereces respeto. Nadie tiene el derecho de alzarte la mano o la voz. Uno mismo debe hacerse respetar con las personas, así tengas que hacer uso de tu fuerza mayor.
—¡Esa es mi karateca profesional! —gritó Hans a través de los comentarios y silbidos de la gente—Oigan todos, esa mujer es mi mejor amiga. ¡Ella es Aurora Sofía Evans Monroe!
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