Capítulo 08: Un trato más una cita
25 de agosto, 2018
De pequeña disfrutaba resolver ejercicios de matemáticas y física, pero con el tiempo fui adquiriendo libros de ciencia ficción, ya sea porque me los regalaron o porque alguien me los prestaba, y desde que me adentré al mundo de los libros lo mío eran en realidad las letras. No solo interactué con los de ciencia ficción, sino también con los de terror, astronomía, y unos cuántos de romance. Mamá al darse cuenta de mi pasión por la lectura, insistió en comprarme libros de leyes, sin embargo, eso definitivamente no es lo mío. No obstante, terminé leyéndolos porque fue muy insistente y no quise desobedecerle.
Mis compañeros se ríen del ejercicio que acabo de resolver en la pizarra, la profesora solo me mira con decepción, Bella a un lado me sonríe diciéndome por lo bajo que di lo mejor de mí, y Dainan mantiene su mirada en uno de sus libros, a la vez que resuelve sus ejercicios con suma concentración.
Él sí ama la física.
—Señorita Evans, ¿usted sabe que está punto de desaprobar el curso? —me pregunta la profesora, y yo solo agacho la mirada.
No sé qué decir, estoy tan decepcionada de mí misma.
—Todos sus exámenes son una completa vergüenza. —no escucho burla en sus palabras, sino decepción—En casi todos, por no decir la mayoría, sacaste menos de cinco. ¿Qué pasa contigo Evans?, tú eres una buena alumna, al igual que Collins.
No me considero mejor que Bella, ya que ella siempre ha sido el centro de atención de los profesores por su inteligencia, una de las razones por la cual la admiro. Con el transcurso de nuestra vida y de escuela, los profesores siempre nos han comparado, me cuestionaban el por qué no era como ella. Esta sería la primera vez que una profesora no nos compara, al contrario, para ella ambas tenemos la misma capacidad intelectual.
Con la mirada recorro todo el salón, algunos murmullan entre ellos, Bella sigue sonriéndome con sus pulgares al aire, por otro lado, Dainan tiene su lápiz en la boca mordiéndolo y observándome pensativo.
—Mañana darás un examen de recuperación—dirijo la mirada nuevamente hacia la profesora—, ten en mente que esa nota se promediará con las notas de los otros cursos, si tú desapruebas, volverás a llevarlo en vacaciones, y creo que tú si quieres unas vacaciones sin trabajos, ¿verdad?
Asiento con una sonrisa, después de todo, la profesora que me llama la alumna F, la que siempre me saca adelante para resolver ejercicios, la que alguna vez conversó con mis papás y les dijo que soy una mala alumna, tiene un lado noble, y comprensivo.
—Excelente Evans, confío en que mañana sacarás un diez.
Con una sonrisa en los labios, y con la esperanza de que daré un buen examen, regreso a mi sitio.
Al llegar me apego a Bella y le pregunto—¿Me ayudas a estudiar? —le hago ojitos inocentes.
—Lo siento, bella durmiente—guarda sus libros en la mochila.
—¿Qué? ¿Por qué?
Mi esperanza se evaporó con tan solo una respuesta.
—Mis papás y yo iremos a casa de mi abuela. La internaron en el hospital por emergencia, tuvo una recaída de insulina.
Me tiro sobre la mesa, con los ojos cerrados—Entiendo... —si desapruebo, no tendré vacaciones, y decepcionaré a mis papás—¡No sé qué hacer! —me revuelvo el cabello impaciente. —¿Por qué soy tonta?
Mientras que hago mi berrinche, siento los piquetes de un dedo sobre mi hombro.
Abro los ojos, para ver a Dainan volteado, mirándome con una detallada sonrisa. Quedo hipnotizada por su sonrisa, y hay un aleteo en mi estómago, como si alguna mariposa estuviera impaciente, volando dentro de mí. Quizás mis mejillas ya estén enrojecidas, y de mis ojos estén salpicando brillos, pero jamás negaré que su sonrisa es como la magia de un mago, pues verlo sonreír me lleva a otro mundo, un mundo lleno de arcoíris y mariposas.
—Pues creo que no quiere.
¿Eh?
Está a punto de girar hacia adelante, pero con mi mano en su brazo lo detengo—No escuché, lo siento.
—Aurora, ¿en qué planeta andas? —me pregunta Bella.
En el planeta de: Dainan y su mágica sonrisa.
—Te pregunté si te gustaría que yo te enseñe física.
La esperanza vuelve a aparecer en mí—¡Sí! ¡Sí!, ¡Porfis, ayúdame! —le suplico con mi mano—Haré todo lo que me pidas.
—¿Todo?
—Todito, todito.
Él estira su mano, y yo la agarro sin pensarlo—Trato hecho, Aurora.
—Trato hecho, maldito torpe.
Bella suelta una risita a mi lado—Así que Dainan será tu maestro y tú su alumna, esto me suena al típico cliché de romance entre un profesor y su alumna. Me imagino a ambos en una habitación con una carpeta llena de libros de física, y Aurora con un uniforme sexy, y por otro lado a Dainan con la camisa abierta, mostrando su abdomen...
—Oye—la interrumpo—¿De dónde sacas tanta imaginación morbosa?
Dainan me da un manazo en el hombro—¡La interrumpiste en la mejor parte!, estaba hablando de mí.
—Me pegaste—simulo dolor—, llévame al hospital, creo que me rompiste un hueso...
Ambos nos quedamos mirando y a la vez riéndonos sin reparo. Es inexplicable lo que siento al verlo, también tengo miedo de cometer errores con respecto a mis sentimientos, y todo debido a una relación del pasado. ¿Qué debo hacer?, ¿Qué puedo hacer?, según mi conciencia no debo hacer nada, porque los sentimientos nacen por sí solos y tampoco puedo hacer nada, porque no soy nadie para detener esos sentimientos que están floreciendo dentro de mí.
***
Hans aún sigue molestándome con la mancha de pasta dental que tenía en la quijada. ¿Cómo no pude percatarme de esa mancha?, aún siento pena al recordar que creí que Dainan me besaría. Con los días he superado ese fatídico momento, pero cada vez que me recuerdo, me avergüenzo hasta el punto que termino alejándome de ese maldito torpe.
—Chicos deténganse—Dainan, Bella y yo nos detenemos, obedeciendo a Hans—¿¡Esa noche tú querías besar a Aurora!? —un gran grito sale de su boca, directo a Dainan—¿A la luz de mis ojos y de mi vida? ¿A mi pequeña e inocente Aurora? ¿Con el permiso de quien ibas a besarla, Dainan Beresford?
Me miro con Bella, y ella solo niega con la cabeza—¿Amor, acaso no fue tan notorio?
—Pero él le señaló la pasta dental. Dainan, exijo una explicación. ¿Por qué querías besarla? —con Bella seguimos caminando, mientras que Hans detiene al maldito torpe con sus preguntas de amigo celoso y controlador—¿Acaso Aurora te gusta? ¿Y desde cuándo?, tienes cara de pervertido, no permitiré que estés con ella.
La última pregunta se queda grabada en mi mente. ¿Eso puede ser posible?, no le he dado motivos para que él pueda sentir algo por mí, he tratado de ser antipática, aunque debo admitir que ese adjetivo nunca ha ido ni irá conmigo, yo soy más amigable, social, divertida, quizás eso lo ha malinterpretado Dainan, y ahora él tiene sentimientos por mí. Por más que no quisiera, eso no me parece mala idea, porque por una parte me pone feliz saber que ambos estamos a un paso de compartir los mismos sentimientos.
—¿Ahora tú que te traes entre manos? —me pregunta Bella.
Elimino mis pensamientos, para observarla—¿Eh?
Se señala a sí misma su boca.
—Tienes una sonrisa como el Guasón—se burla—¿En qué tanto has estado pensando estos días?, solo te veo sonreír, pensar como boba y nuevamente sonreír.
—Si dices ser mi mejor amiga, deberías saber en qué tanto pienso—dije, y pues al parecer sí sabía con claridad en lo que he estado pensando estos días, porque comienza a reírse como si le hubiera contado en realidad un chiste.
—Aurora, somos amigas desde hace años ¿y crees que no sé en qué piensas como una boba? —dice, y yo solo achico mis ojos—, es obvio que, en estos días, tu mente solo ha estado pensando en una persona, ¿acaso quieres que lo diga? —me observa desafiante.
De mi mochila saco mi botella de agua—Dilo—encojo los hombros—apuesto que no lo sabes—La reté.
Bebo un poco de agua.
—Por el amor de Dios, Aurora ¡Te gusta Dainan!, date cuenta.
Mis ojos se abren hasta el punto que mis pestañas chocan contra mis cejas, mi boca también se abre, y con toda la asquerosidad que pude haber hecho en toda mi vida, escupí el agua que ya casi estaba resbalando por mi garganta. Bella y Hans se quedan inmóviles en sus sitios, mirándome perplejos, después giran para ver a la persona que recibió mi escupido.
Dainan Beresford, alias el maldito torpe.
Oh, no.
No puedo moverme, estoy paralizada en un mar de vergüenza.
—¿Alguien tiene pa-papel? —cuestiona tartamudeando.
Siento todo mi cuerpo calentarse de una manera en la que nunca lo ha hecho.
—Yo tengo, yo tengo—responde Bella.
Abro los ojos poco a poco, y observo a Bella limpiar el rostro de Dainan, él solo tiene los ojos cerrados y el ceño fruncido, también su cuerpo está paralizado. Sé que mi rostro acaba de pasar por una palidez mortal, para luego tornarse de un rojo o morado que asustará a todos, incluyéndome. Suelto rápidas respiraciones que alarman a mis amigos, y ellos tratan de acercarse, pero no los dejo. Solo guardo en un santiamén mi botella, y salgo a toda prisa de la calle, para tomar el primer bus que se cruce por mi vista.
***
Mamá ha salido, en la noche tiene una reunión con sus compañeros de trabajo, al igual que papá, le pedí permiso para ir a casa de Dainan, y me dijo que no. No sé si este día esta conspirado de mala suerte, o es que yo soy la del problema. Tuve que rogarle como diez mil veces para que me deje traer a Dainan, con la excusa que haríamos un trabajo, si le digo que me enseñará física, querrá hacerme muchas preguntas, y no estoy de ánimos para responderlas.
Disuelvo con la cuchara el azúcar de mi taza con café, pensando en cómo disculparme con Dainan, sin que la cara se me caiga de la vergüenza. ¿Y si él no viene?, para eso debo planear un segundo plan, porque lo más probable es que pueda arrepentirse de haberse ofrecido como mi maestro, y no venir a enseñarme. Aunque hicimos un trato, y los tratos como las promesas, no se rompen.
Mi celular vibra sobre la mesa.
Deslizo la pantalla, para ver un mensaje de Bella.
Princess: Baby :( ¿cómo estás?
Aurora: Bien, supongo :D
Princess: Sabes que te amo <3, nunca quise hacerte sentir nerviosa, ni que pasaras vergüenza.
Aurora: No pasa nada, mi vida <3, lo superaré *Envío el gif de un bebé bailando en pañales*
Bebo un poco de café mientras espero su mensaje.
El timbre suena captando mi atención, y me levanto para atender la puerta.
La abro, así mismo encontrándome con la mirada de Dainan, en sus manos trae una bolsa grande de papas fritas, también una botella de Coca-cola, y en sus hombros cuelga su mochila. Me sonríe, tendiéndome con su mano la bolsa de papas, las acepto, y me hago a un lado para dejarlo pasar.
Ingresa a la sala, dejando su mochila en el sillón, y en la mesa la botella.
En mi corazón no quepa la felicidad, creí que él no vendría por lo que hice, pero gracias a Lucifer, sí vino. Tendré que ordenar a todas mis neuronas, para que presten atención a las clases y no a la sonrisa que a veces me muestra, yo sé que, al ver su sonrisa, me vuelvo torpe, viajo a otro mundo. Pero antes de iniciar clases, debo hacer algo primero.
—¿Lista? —me pregunta desde la sala.
—Sí, con todos los ánimos—respondo con el pulgar arriba—, por cierto, discúlpame por lo que hice hace rato.
Se acerca y alza su mano hacia mi cabeza, para revolver mi cabello—Te disculpo eso, pero no que te hayas ido sin decir nada.
—¿Qué querías que dijera? —agacho la vista.
Se encoge de hombros—No lo sé, pero por lo menos debiste decirme un "Nos vemos más tarde"
—Estaba muy avergonzada, ni siquiera me dio tiempo de pensar la situación—entrelazo mis brazos—además, todo fue culpa tuya.
—¿Mi culpa? ¡Bah! —suspira—Ahora intentas echarme la culpa, ¡cuando el escupido fue tuyo!, ¡salió de tu boca!
Arg.
—Ok, ya entendí, ahora empieza tus clases, que mis neuronas no funcionan las 24 horas del día.
Toma una respiración profunda—Bien, alumna. Según tengo entendido, mañana en tu examen vendrán los siguientes temas: —hojea su cuaderno de apuntes—Vectores, MRU, MRUV, y posiblemente unos problemas de magnitudes escalares, —cierra su cuaderno, para verme—haremos dos horas de teoría y cuatro de práctica, con diez minutos de descanso en cada hora. ¿De acuerdo?
Asiento como un robot, es mucho lo que estudiaremos, con tan solo escuchar los temas, ya me dio flojera. En física ando más perdida que una bailarina de ballet en un campo de fútbol.
—Entonces comencemos con la teoría de—el ruidoso crujido de su estómago, lo silencia.
Con sus brazos cubre su estómago, alza la vista hacia mí, entonces yo solo le muestro una sonrisa, a lo que él la rechaza agachando su vista al piso. Se levanta en un acto rápido, y camina hacia la puerta que da al patio. La abre, pero al parecer no tenía pensado encontrarse con aquello. Como era de esperarse se sonroja y sus largas pestañas bajan mientras observa las paredes, sin palabra alguna.
—¿Estás buscando el baño? —no responde, solo veo como sus cachetes se enrojecen—Es por allá—le señalo la puerta, que está a lado de las escaleras.
Corre cubriendo con sus manos su abdomen.
¿Por qué se ha puesto así?, si es completamente normal que nuestro estómago emane sonidos, a veces es porque queremos defecar, o en otras ocasiones, porque tenemos hambre. Después de estar encerrado en el baño por casi media hora, decide salir con las manos entrelazadas hacia adelante. Sigue sin mirarme, prefiere observar el gélido piso que a mí.
—Oye—capto su atención—no te sientas mal, ni avergonzado. Mi casa es tu casa, si quieres defecar sube al piso de arriba, así no escucharé lo que expulsas.
Abre sus ojos como un búho, y me encuentra rápidamente con su mirada.
Si antes sus cachetes estaban enrojecidos, ahora están moradas—Oye, ¿te encuentras bien? —trato de acercarme a él, pero solo se aleja retrocediendo.
—Yo... yo... —tartamudea—, no quiero defecar, solo..., solo tengo hambre.
¿No lo pudo haber dicho desde un principio?
Pongo los ojos en blanco, para acercarme hasta él, esta vez no trata de alejarse—Qué tonto eres—le doy un puñete en su hombro, él solo agacha su mirada—Ven, te invitaré sopa, aunque no sé si te llene, ¿pero a qué no tengas nada en el estómago?
Lo guio hasta la cocina, le ordeno que se siente en una de las sillas, mientras que yo caliento la sopa de carne que hice para el almuerzo. Hoy mi madre no cocinó, porque se le hizo tarde en el trabajo.
—Comes sopa, ¿verdad? —le pregunto, a la vez que muevo con un cucharón de palo la sopa.
—Nunca he comido sopa.
Volteo, y con el cucharón le señalo—¿¡Nunca!? —él niega—¿Qué persona en su sano juicio no ha comido sopa en su vida?
—Yo.
Le enseño mi mirada de pocos amigos.
—En mi casa mamá prefiere hacer comidas secas, como pollo asado y arroz, pero te juro que nunca ha cocinado sopa.
Hago un mohín con mi boca—¿Estás seguro que ella es tu mamá? —me muestra una sonrisa ladeada—Todas las mamás les enseñan a sus hijos a cocinar sopas.
—No todas, Aurora—ríe—Mi mamá es un claro ejemplo que no todas te enseñan a cocinar sopas.
—¿Entonces qué comes cuando tu mamá no está en casa?
Regreso mi atención a la olla con sopa, al ver que ya está saliendo vapor, apago el fuego, y después saco un plato hondo.
—Sé cocinar lasaña, pavo horneado, ensaladas de todo tipo, al igual que arroz, también horneo pasteles...
El rico humillando al pobre.
Le entrego su plato, jalo una silla que está al frente de él, para sentarme—Espero que te guste.
—Gracias—agradece con una amplia sonrisa.
Creo imaginar un letrero con arcoíris, en el que lleva escritas las siguientes palabras: Bienvenidos a Dainanlandia, aquí viajaras únicamente mediante las sonrisas de Dainan, un guapo joven e inteligente que gobierna este mágico mundo.
—¡Delicioso! —exclama Dainan, aun sin borrar su sonrisa del rostro—Tiene un sabor único, el tomate y el fideo que has puesto, me gusta.
Lo observo comer, mientras suspiro.
Estaba tan hambriento que se lo terminó rápido, y al finalizar levanta su plato para tomar el resto de sopa que quedó. Deja su plato sobre la mesa, y se saca una servilleta para limpiarse la boca—¿Te gustó? —le pregunto.
—Gustar es poco, ¡porque me encantó! —utiliza su brazo como soporte, para reposar su rostro. En esa posición me observa mejor, al igual que yo. —También te agradezco que me hayas dado de comer, mi mamá salió muy temprano, mi hermana estudia por las tardes, y yo no quise cocinar porque si no hubiera llegado tarde a nuestra sesión.
¿Prefirió no comer, por venir aquí?
¡Oh, Lucifer guapetón!
Estira su mano para tomar la mía—Aurora, mañana demuéstrales a todos que física es pan comido para ti.
—¡Claro que sí!
—Sé que aprobarás el curso, y terminarás el año con honores.
Rio—¿Honores?, no me pidas tanto, solo cumplo con aprobar los cursos, y eso es más que suficiente para mí.
—Qué floja—dice, para luego levantarse e irse a la sala.
No lo dejo irse, porque me lanzo en su espalda y le hago cosquillas por su cuello. Al finalizar de jugar, ambos regresamos a la cocina para poner en un pocillo las papas, también servimos gaseosa en unos vasos, en la mesa instalamos todo lo anterior, también los doce libros que trajo Dainan en su mochila. Él quiere asegurar mi nota con un diez, si saco menos me hará estudiar más días y más horas, sin descansos.
Primero comenzamos con el tema de Vectores.
Al principio se me hace imposible prestar atención a lo que explicaba, ya que parecía que estuviese hablando códigos extraterrestres, pero después tuvo que explicarme con lentitud. Su paciencia en el estudio no se compara con la mía, él es mucho más paciente que yo, y se lo agradezco, porque estos temas de matemáticas siempre se me complican.
—¿Y si mejor tú das el examen por mí? Me rindo.
—No seas pesimista, tú eres muy inteligente—baja su vista a un ejercicio que resolví sin su ayuda—Tú sola resolviste este ejercicio, el cual no estuvo fácil, tuvo sus complicaciones, pero supiste interpretarlo, y eso es un gran avance...
—Oye enserio, da el examen por mí—Cierra el libro de un golpe, para inclinarse hacia mí.
Agarra un mechón de mi cabello entre sus dedos—Creo que necesitas inspiración para estudiar.
No caeré...
Aspira el aroma de ese mechón—Hummm, qué delicia, huele a vainilla—Planta un beso delicado en mi frente, con sus labios hidratados y apetecibles.
No caeré... soy fuerte... ¡muy fuerte!
—¿Recuerdas el cliché favorito de Bella? —Mete el mechón detrás de mi oreja—, si quieres podemos recrearlo, cierra los ojos e imagíname en camisa, con el pecho descubierto...
Oh no... no caeré esta vez... no lo haré...
—Tú también cierra los ojos he imagíname en sujetador—lo abrazo, acercándolo hacia mí, le susurro en su oído—Soy una alumna muy desobediente, por eso con el palo que tienes en la mano, me tientas...
Bruscamente se aleja—Mucha distracción por hoy, tomemos un descanso—Agarra un libro, y lo usa como abanico—, últimamente hace mucho calor en la ciudad.
Sí claro...
Tomamos un descanso, y en esos pequeños minutos disfrutamos de las papas, también de la gaseosa, él me hacía preguntas de lo que me enseñó, y yo felizmente le respondía. Cada pregunta que contestaba, me premiaba con aplausos y halagos. No mentiré que en momentos me perdía en su sonrisa. Sé que muchos se pierden en las miradas, pero yo particularmente lo hacía con su sonrisa. Al verlo, solo pienso que su sonrisa es tan poderosa, y mágica como un hechizo que me alegra el día en milésimas de segundos.
Veo el reloj que está pegado en la pared, son las nueve con quince minutos de la noche —Qué raro—mascullo para mí.
Dainan parece escucharme, porque gira hacia mí—¿Todo bien?
—Mis papás aun no vienen, y ya es tarde.
—¿Y sí los llamas?
—Eso haré.
Me levanto del sofá, para coger de la mesa mi móvil, busco en mis contactos a mamá, mientras que Dainan abre uno de sus libros, sentándose frente a mí. Se escuchan unos segundos el timbre de la llamada, hasta que mamá decide contestar —Má, ¿ya vienes o aún no?
—Hija, —susurra—tu papá y yo llegaremos tarde, te llamo luego, estoy en reunión—corta la llamada.
Veo a Dainan, él aún sigue leyendo su libro—¿Todo bien con tus papás? —lo cierra, para encontrarse con mi mirada.
—Sí, todo bien, llegarán un poco tarde.
Se levanta del sofá sin decir absolutamente nada con una sonrisa pícara, para acercarse paso a paso hacia mí, no entiendo porque retrocedo, pero él sigue acercándose, hasta que yo caigo sentada sobre el sofá. Dainan sigue sin detenerse, y al llegar a mí, aferra su mano sobre mi cabeza y la otra en mi mejilla.
Mi corazón sufrirá un paro cardiaco, si él sigue haciendo eso.
—No hagas eso—trato de empujarlo, pero agarra mis manos y las lleva por encima de mi cabeza—, Beresford estás pidiendo a gritos que te golpee.
Acerca su rostro a milímetros del mío—¿Sabes cuántas maravillas hay en el mundo? —cuestiona, omitiendo mi comentario.
—Siete—susurro en respuesta.
—Fácilmente tú puedes ser la octava—uno de sus dedos traza un recorrido desde mi frente hasta mi quijada—¿Recuerdas nuestro trato? —pregunta con una voz seductora, muy cerca de mi oído—El cuál consta de hacer todo lo que te pida.
Asiento pausadamente y alzo una de mis manos para retirar el cabello de su frente y luego arrastro mis dedos hasta sus labios, me sobresalto cuando mordisquea cada yema, sin vergüenza—Ya sé lo que te pediré—susurra.
Su mano derecha baja a mi cintura—¿Qué me pedirás? —devuelvo el susurro, antes de tragar saliva.
Acerca su rostro poco a poco al mío, puedo sentir su respiración muy cerca de mis labios, roza ligeramente su nariz con la mía. Cuando estoy a punto de cerrar los ojos, él se aleja de mí en un movimiento precipitado, dejándome pasmada en mi lugar—Esta vez no tienes pasta dental, pero sí restos de papas en tu nariz—se burla, yéndose hacia el sofá, como si nada hubiera pasado.
Me siento como algún objeto de vidrio que se acaba de romper de manera cómica. No sé cómo controlar mi expresión de decepción, vergüenza e incomodidad. Por un momento se me pasó por la mente llorar, pero no iba darle ese gusto. ¿Aurora, por qué sigues creyendo que te va besar?
—Debí golpearte—digo sin más.
Me voy directo a la cocina, botando humo por las orejas. Necesito golpear mi cabeza con algo o solo tomar una ducha de agua helada. El maldito de Beresford sigue jugando con mi cordura, y con mi ingenuidad. Soy tan ilusa al creer que siente algo por mí. ¡Aurora qué tienes en el cerebro!
—Si sigues cortando la manzana de esa forma, romperás la mesa—dice Dainan, detrás de mí.
—Vete, Beresford—advierto—, no quiero perder la paciencia.
Esperé que como cualquier hombre del montón se fuera sin decir alguna palabra, no obstante, se acercó hasta mi lado. Su mano se dirige a la mía, y me detiene—Puedes cortarte, deja eso.
Quiero irme, pero él me lo impide—Suéltame, o golpearé tus genitales—vuelvo a advertir.
—Los tratos no se rompen, Evans—enarca una de sus cejas—, dijiste que cumplirías todo lo que te pida.
—Pues ahora rompo el trato, vete de mi casa, ya no me enseñes física, puedo llamar a Hans.
A pesar de estar enojada, no puedo dejar de observar con otros ojos a Dainan. Sus cejas arqueadas, esos labios provocativos y esos ojos que deslumbran luminosidad celeste. El cabello café que cae despreocupadamente por su frente, lo hace lucir tan divino. Odio haber aceptado ese maldito trato, en vez de estar así, hubiera preferido mil veces estar tirada como vaca sobre el sofá viendo la tercera temporada de Grey's Anatomy.
Me observa expectante—¿Sabes?, eres muy tierna renegando—se burla.
—¿Sabes tú?, así como soy tierna renegando, también soy tierna golpeando—él simplemente se ríe—¡Eres un maldito idiota, Beresford!, hazte a un lado o de verdad golpearé tus genitales, y no me responsabilizo si en un futuro tú—
—Tengamos una cita—Me corta de un tajo.
Frunzo el ceño—¿Qué acabas de decir?
—Quiero tener una cita contigo.
Trago, parpadeo continuamente. Mi corazón bombea desbocado y las cosquillas de mi estómago son insufribles, dado eso no me permitiré caer en su juego una tercera vez—Es una broma, ¿verdad?
—No.
—Sí lo es, y no lo niegues.
Niega con la cabeza—Dijiste que aceptarías todo, así que, por favor, acepta tener una cita conmigo.
¿Enserio mencionó la palabra cita? ¿No lo estaba soñando? ¡Lucifer santo! ¿Qué debo responder? Mi conciencia quiere que me haga de rogar, pero mi corazón quiere acepte de una vez. Dainan me sonríe, y sin pensarlo, le devuelvo el gesto.
¡OH NO!, estoy cayendo por tercera vez...
Hace días que ya caí.
—Acepto—dije, con sudor en la frente.
Aplaude como si hubiera triunfado—¿Dónde iremos? ¿Dónde quieres ir tú?
—Sorpréndeme. —le sonrío, con las mejillas coloradas—Maldito torpe.
¿Quién dijo que una cita solo era para los novios?
Las citas también podían ser para personas que a simple vista se gustan,pero nadie hace el esfuerzo de gritarlo. Esos sentimientos que estoyexperimentado nuevamente son ingenuos y torpes. Nada comparado a los que sentíla primera vez. Si ahora mismo estuviera sola, creo que saltaría encima de lossofás, gritando a los cuatro vientos que tendré una cita con el chico que megusta. No me importa el lugar, solo me importa estar junto a él. Aunque lacuriosidad me mata por dentro ¿dónde me llevará?, no lo sé, y eso me resultamuy interesante.
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