76.


—Por más que te muerda, no vas a volverte como yo. Ya hablamos de eso, España.

—Ah... Pero bien que lo disfrutas, tecito.

—Un día de estos, beberé más de lo necesario y te dejaré en coma.

Suspiró al ver las vendas en el cuello del español.

—Valdrá toda la pena —le dio un besito.

—Estás loco.

—Loco te pones tú en tu frenesí de sexo y sangre.

—¿Te lastimé mucho?

—¿Hablas de mi culo o de mi cuello?

—Ambos.

—Nah... Estoy bien.

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