52.


USA estaba ebrio, bastante, y consigo se llevó al mexicano, porque le tenía confianza, respeto y porque entre ambos se soportaban los dramas y el llanto por los desamores.

—Tengo la mala costumbre... o infortunio... de procrear con mis más grandes amores y dejarme un recuerdo eterno.

—Estás muy filosófico, gordis.

—No entendiste.... ¿verdad?

—No... Porque estoy eeebrio... No mames, habla bien para que te entienda.

—Me gustan los niños... Tengo al menos un hijo con cada desgraciado que me enamora y me rompe el corazón.

Se quedaron en silencio un rato, terminando la botella de la que no sabían el nombre.

—Wey... —hipó—. ¿Qué posibilidad hay de que Japón sea tu hijo con el Imperio?

—Ningu...

Algo se despertó en su mareada mente.

—Espera... ¿Qué?... No... —USA respiró profundo—. No lo sé... Imperio no me... dijo... —se sujetó la cabeza—. No puede ser.

—... Asumaquina.

Lo peor era que... Nadie le podía responder... Porque el imperio se llevó el secreto a la tumba. 

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