Capítulo 5
"Ellos dicen que antes de empezar una guerra
Es mejor que sepas por qué estás luchando.
Saca tus armas, la batalla ha comenzado
¿Eres un santo o un pecador?
Soy un ángel con escopeta
Luchando hasta que se gane la guerra.
No me importa si el cielo no me quiere de vuelta.
Yo quiero vivir, no sólo sobrevivir está noche.
A veces para ganar, tienes que pecar"
Después de juntarme con el resto de mis compañeros, nos separaron en cinco grupos y nos llevaron con chicos del orfanato.
A nosotros nos tocó con niños entre cuatro y siete años.
Entramos a un salón donde ya estaban todos los nenes esperándonos.
El piso era de madera oscura, las paredes desgastadas por los años que se notaba que llevaba, se podía distinguir que antes presumían un lindo color celeste en ellas. Había muchas mesas desparramadas en toda la sala, algunas tenían hojas y cosas para dibujar, otras llevaban juguetes encima.
Nos vamos presentando todos y cada uno va a ayudar a uno de los chicos.
Paso mi mirada por todos hasta que me detengo en uno que llama mi atención, en una de las esquinas de la habitación había un niño sentado solo, apartado del resto, estaba serio y parecía tener la mirada perdida, no pude evitar querer acercarme a él; tal vez porque de alguna manera me hacía acordar a mí antes de que Blade llegara a mi vida.
Alguien agarra mi brazo interrumpiendo mis pasos al darme vuelta vi que era una de las señoras que trabaja acá.
—No creo que sea una buena idea, Aiden no habla con nadie, desde que llegó no pronunció palabra alguna y siempre se mantuvo alejado —dijo soltándome una vez que le preste atención.
Su advertencia hizo todo lo contrario, ahora más quería ir con él.
—Tranquila, puedo manejarlo.
Sigo mi camino y cuando ya estoy con él, me siento a su lado.
No quería presionarlo a hablar, así sería peor, solo me quede ahí para que sintiera compañía.
Después de unos minutos en silencio, veo como su pequeña cabecita gira en mi dirección, tenía una mirada de un color café muy oscuro a juego con su pelo.
Le devolví la mirada y le dediqué una mini sonrisa, pareció relajarse un poco.
—Hola, mi nombre es Raven —traté de hacer la voz más suave que pude.
Por su parte no recibí ninguna palabra, pero no parecía molestarle que esté ahí, era un buen paso. Tome asiento a su lado, apoyando mi espalda contra la pared y mi cabeza inclinada hacia un lado para poder mirarlo, en cambio la vista de él se encontraba en un punto fijo de la pared del frente.
— ¿Sabes?, hace varios años yo también estaba en un lugar como este y creía que nunca iba a salir, pero un buen amigo me hizo entender que lo último que se pierde es la esperanza.
Podría no hablar, pero su mirada transmitía muy bien lo que sentía, al mirarlo podía ver la curiosidad que sintió al escucharme, ahí supe que había dado en el clavo, ya no tenía esperanzas, alguien se las había arrebatado.
Siguió callado y mirando para adelante, tal vez era mejor dejarlo solo, cada uno afronta las cosas como puede y Aiden las afrontaba con soledad.
Cuando intenté levantarme para marcharme, sentí una diminuta mano aferrándose en mi muñeca para detenerme.
—No te vayas —su voz salió como un susurro, pero era lo suficientemente fuerte para que la escuche.
—Está bien, si queres que me quede lo haré.
Pareció tranquilizarse al escucharme.
Una vez que me vuelvo a acomodar a su lado, el silencio vuelve, estuvimos así unos minutos hasta que le empecé a hablar de cualquier cosa que se me ocurriese así podía tratar de entrar en confianza, o por lo menos no estar a la defensiva, estuve contándole anécdotas mías y de Blade en el orfanato como por quince minutos, al final creo que por fin estaba cediendo ya que puso sus ojos en mí y abrió la boca por segunda vez desde que llegue.
—Soy Aiden.
Su voz era suave, tímida, con miedo.
— ¡Qué lindo nombre!, ¿Cuántos años tenes, Aiden?
Para responderme levanta su pequeña mano mostrándome sus cinco deditos.
— ¿Querés contarme qué pasó? —se notaba que dudaba—Tranquilo, no voy a presionarte.
Al principio no salió nada de su boca, solo miraba el piso mientras abrazaba sus piernas.
Decidí cambiar de tema, y le pregunté qué cosas le gustaba hacer, esta vez sí obtuve respuesta.
Mientras más me contaba, más se iba soltando y relajando. En el medio de su diálogo sus ojos quedaron mirando fijo mi brazo, se había bajado un poco la campera que tenía puesta dejando mi hombro descubierto donde tenía un moretón. Tardó unos segundos en seguir hablando.
— ¿Alguien te lo hizo?
Parecía asustado y más perdido entre sus pensamientos como el principio.
—No, tranquilo, ni siquiera recuerdo cuando me lo hice.
Le sonreí tratando de tranquilizarlo, pero no funcionaba.
— ¿Esa es la verdad o no podés decirla?
Lo pregunto con tanta naturalidad, como si fuera lo más normal tener que ocultar algo así, me partía el alma pensar en Aiden en una situación así, él era uno de esos casos, y solo siento bronca dentro de mí, ¿Cómo alguien puede hacerle daño a un nene así?
—Aiden, ¿Alguien te lastimo alguna vez?
Parecía dudar entre responder o no.
—Nadie te va a hacer daño, tranquilo, podes hablar.
Después de escucharme asintió con su cabeza con algo de timidez.
—Mi papá solía enojarse mucho y terminaba pegándome.
— ¿Y tu mamá?
—No tengo, él me decía que no podía contarle a nadie o sería peor.
Aiden no hablaba con nadie porque tenía miedo de que su papá lo lastimara aún más. Cada vez confirmo más que hay muchísimas personas miserables en este mundo.
—Tranquilo, él no va a volver a hacerte más daño.
— ¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Por primera vez desde que llegué acá veo como una sonrisa sale de sus pequeños labios, me rodea con sus brazos haciendo que terminemos en un reconfortante y cálido abrazo.
Al levantar mi cabeza pude notar como la señora de antes tenía cara sorprendida.
Todos creían que Aiden tenía un problema, pero el problema no era él, todo era consecuencia de lo que le hicieron, se cerró en sí mismo porque creía que no podía confiar en nadie, lo traicionó la única persona que tenía, dejándolo sin muchas opciones.
Pensó que si no hablaba nadie tendría razones para hacerle daño.
Y yo más que nadie lo entendía, probablemente por eso confió en mí.
— ¿Qué te parece si vamos con los demás a jugar?
Asintió muy tímidamente.
Fuimos agarrados de las manos hasta una mesa donde se puso a dibujar y de a poco se empezó a soltar.
Aunque le costó pudo hablar con otros chicos, muy poco, pero por algo se empezaba, de a poco lo iba a lograr, lo vi reír, lo vi divertirse y parecía que por primera vez estaba siendo lo que era, un niño.
Todavía había esperanzas en él y al fin Aiden empezaba a creerlo.
Estuvimos toda la tarde jugando con ellos hasta que nos avisaron que ya era hora de irnos.
Pero antes de que dé un paso alguien me habló.
— ¿Vas a volver? —unos ojitos cafés me miraban.
—Claro que sí, vendré a visitarte.
Como respuesta sonríe y me da un último abrazo.
—Chau Aiden.
Mientras me alejo veo como me despide moviendo de un lado a otro su mano derecha.
Cuando salimos del salón todos se dirigen a la administración.
Empiezo a caminar por el largo pasillo lleno de puertas, la mayoría de habitaciones estaban cerradas.
Casi al final del pasillo había una puerta entreabierta, por alguna extraña razón había algo que me incitaba a ir allí, sentía algo que me gritaba a gritos que entrará.
Tal vez la curiosidad mató al gato, pero murió sabiendo.
Al acercarme a la puerta veo el número de habitación, en el centro de la puerta resaltaba un gran "54" en dorado.
Miró alrededor del pasillo y no hay nada, sin perder más tiempo paso por la puerta.
Era una habitación, parecía que nadie la habitaba hace muchos años, la cama estaba intacta, había telaraña en las esquinas, y era muy notoria la falta de pintura, era muy diferente a las habitaciones que vi antes.
No había ninguna pertenencia que indicara que alguien viviera allí, no había ropa, no había nada.
Cuando estuve a punto de darme la vuelta para irme, algo que sobresalía de abajo de la cama llamó mi atención.
Más me acercaba más me daba cuenta que lo que había ahí era un cuaderno.
Cuando estuve lo suficientemente cerca lo tomé en mis manos, estaba lleno de polvo como si estuviera ahí hace mucho tiempo.
Al abrirlo parecía escrito por alguien de siete años, claramente era de alguien que vivía acá y fue olvidado.
Algo que no me di cuenta a primera vista, y logré verlo al cerrarlo y tratando de buscar algún indicio de a quién le pertenecía fue que en el centro del cuaderno había un nombre escrito, lo extraño era que decía Raven.
Delante de la "r" había algo escrito que no se podía distinguir y que el tiempo ayudó a borrarlo.
No hay una explicación lógica de porque sentía que algo me llamaba para entrar, pero no parecía ser una coincidencia.
Decidí llevarme el cuaderno para poder verlo después.
Y ahora sí fui a administración como debería haber hecho desde un principio mientras me debatía:
¿El gato murió sabiendo o se suicidó al saber la verdad?
Al llegar con todos ya estábamos por irnos.
No pude ver otra vez a la señora que reconoció mi dibujo, pero claramente volvería en algún momento a buscarla, hay algo en este lugar que no termino de descifrar que es.
Antes de que pueda irme, la señora que me advirtió sobre Aiden me detiene.
—Gracias —al parecer noto mi mirada de confusión porque continúa hablando— Nunca nadie consiguió que Aiden se relacionará, muchas gracias.
—No hay problema, volveré a visitarlo para ver cómo está.
—Te estaremos esperando entonces.
Le regalo una sonrisa para ir al micro donde me estaban esperando.
Al subir esta vez me siento en un lugar sola, tenía mucho en que pensar.
Pero se ve que no todos piensan lo mismo porque mi celular vibró indicando que llegó un mensaje.
Desconocido:
Tic... Toc... el juego comenzó.
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