Versículo XXV. Inframundo.
Los humanos esperaron ansiosos por largos segundos hasta que por fin, algo impaciente, Adam preguntó, —¿Qué dice?
La Muerte giró sobre sus talones para poder verlos de frente, mientras que una sonrisa suave y sin ningún rastro de burla o mofa estaba plasmada en sus labios; —deben decir la verdad—, lentamente una hoz se materializó en sus manos y la acercó un poco a los muchachos, —díganme por qué quieren verlos. ¿Cuál es la urgencia?
—¿Cómo?— Edmundo frunció el ceño, —¿Decir la verdad?
—Aunque no lo creas, esto funciona así— se encogió suavemente de hombros, —si su argumento es de corazón y convincente, las puertas al final de ese pasillo se abrirán— señaló con mano libre el pasillo al lado de los jeroglíficos.
Por unos instantes hubo un silencio, pero al ver que Roxanne no dejaba de amenazarlos con el arma filosa comenzaron a hablar, la primero fue Adam.
—No lo sé Roxanne; no podría decirte porqué quiero verlo de nuevo, no sé porqué lo necesito ni por qué me hace sentir tan bien si se supone que su presencia debería asustarme o molestarme— bajó la cabeza apenado tal vez por no haber dado una respuesta satisfactoria, —nunca pensé anhelar que llegara mi hora para estar junto a Eivan.
—¿Y tú?— Roxanne miró a Edmundo.
—Yy-yo... yo amo a San... a Layry— se corrigió y rascó su nuca, —es todo lo que yo no soy, me hace sentir completo y sé que yo tal vez no pueda hacer mucho por ella pero quiero estar a su lado, aún si no salgo vivo de aquí.
El gesto de Roxanne se suavizó y exhaló relajándose; —creo que con eso es suficiente— declaró; —ahora pueden seguir por ese túnel— lo señaló, —sólo son algunos metros.
—¿Así de fácil; no irás con nosotros?— indagó Edmundo.
Negó con la cabeza antes de dar otra instrucción, —pase lo que pase, escuchen lo que escuchen, no se detengan ni miren atrás; sigan su camino y la gran roca se moverá para dejarlos entrar, lo prometo.
—¿Cómo lo sabes; eso dice allí?— algo receloso y curioso, Adam señaló la inscripción.
—Así es— asintió serena.
Un poco más confiado y convencido, Edmundo exclamó, —vamos Adam—, luego miró a la Muerte, —gracias Roxanne—; la aludida sólo meneó la cabeza y sonrió; pero luego abrió los ojos en demasía cuando un cuerpo chocó contra el suyo y unos brazos la rodearon; —gracias, Roxanne— exclamó Adam sonriente cerca de su oído y luego se separó para continuar con su camino.
¿Qué había sido todo eso? No lo sabía, jamás nadie le había abrazado salvo por favores carnales.
Y sobre lo de decir la verdad, era una mentira.
Lo que había inscrito en un lenguaje antiguo en la enorme y vieja roca no tenía nada que ver con decir la verdad, qué era el amor y esas patrañas; sino que pedía sangre proveniente de un auto-sacrificio.
Al leer eso la mente de Roxanne divagó unos instantes. Pensó que si uno de ellos se sacrificaba entonces su viaje perdería el sentido, además de que "su pareja-demonio" quedaría devastada convirtiéndose en un ente errante y corrompido, causando daño a terceros y así mismo. Sin duda, muchas desventajas.
Pero... ¿Y sí ella mismo tomaba esa responsabilidad? Ella no tenía a nadie quien la extrañara, nadie se convertiría en una entidad errante por ella. Entonces, si decidía hacer ése sacrificio debía estar segura de que valdría la pena; por eso había inventado eso sobre "decir la verdad", y como era de esperarse de los ingenuos humanos, se lo creyeron.
Suspiró después de que los vio desaparecer por el oscuro pasillo, se paró cerca de la estela de piedra, donde había un área baja que contendría la sangre, ésa era la finalidad del escalón. Se relajó al notar que ni Rowman la iba a extrañar ya que él lo sabía, era obvio, y ahora lo confirmaba al recordar su charla.
—No tienes porqué disculparte, recuerda que todo está escrito en las estrellas; tal vez era tu destino echarlo a perder desde el principio. Lo único que quiero saber es si estás lista para afrontar las consecuencias.
—¿Consecuencias? Pensé que ya había pagado por eso.
—Oh no; ya pagaste por llevarte a Marí, ya pagaste por evitar el suicidio de Adam; me refiero a pagar por lo que harás.
—¿Cómo se supone que pagaré por algo que no he hecho?
—Lo harás, está escrito. Así que solo quería recordarte que debes estar dispuesta para pagar por lo que viene.
—Por supuesto que sí.
Entonces, ése era su destino, sacrificarse.
Sólo sonrió suavemente antes de hundir el lado filoso de la hoz en su pecho.
...
..
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El corazón de Adam golpeteaba muy fuerte; estaba emocionado, asustado, inquieto por no saber con qué se iban a encontrar. Ahora que lo pensaba era algo descabellado pedirle a Satanás que "por favor liberara a alguien". Es decir, para empezar no sabía siquiera si los escucharía. No por nada era el señor de las tinieblas, debía ser ruin y de seguro se reiría por lo ridículo de la situación: el amor y el destino.
Chocó con la espalda de su amigo ya que iba perdido en sus pensamientos.
—Creo que esta es la roca que se debería mover—, Edmundo señaló una enorme piedra que segundos después comenzó a deslizarse. Sólo ante los seres cuya naturaleza era demoniaca la roca se movía para dejarles el paso, en el caso de otros seres, el mecanismo funcionaba de "forma hidráulica", y el único fluido que podía activar el mecanismo era la sangre proveniente de un auto-sacrificio.
Con temor se adentraron al lugar, sus párpados se cerraron al instante ya que había mucha luz.
Habían ingresado a una enorme cámara en cuyo centro existía una flama que salía de un boquete en el suelo; estaba vacío, aún así se armaron de valor y caminaron cuidadosos y sigilosos.
Nadie en su sano juicio se aventuraría, pero debían admitir que sus vidas "ya no eran normales" y estar conviviendo con demonios había cambiado algo en ellos, algo que hacía que pudieran y tuvieran la osadía de hacer lo que estaban haciendo.
Rodearon la gran llamarada y justo al extremo contrario había una colección de puertas, ocho para ser exactos. Ellos no lo sabían, pero las primeras siete correspondían a cada uno de los infiernos y la última conducía a otras cámaras del lugar.
—Ésa—, Edmundo señaló la última; algo en su corazón le decía que era la correcta. Sin dudar mucho Adam lo siguió, para ese entonces ya no llevaban la antorcha, ya que se había apagado justo cuando arribaron.
La puerta rechinó y les dejó escuchar luego el resonar de algo extraño, si sus padres no lo hubieran llevado a pasar algunos de fines de semana a una finca cuando era un niño, Edmundo no sabría que ese sonido era similar al que hacían las riendas de un caballo al ser agitadas.
Caminaron algo nerviosos por el pasillo y al llegar al final sintieron que su corazón casi se detenía por la escena.
...
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Luego de ser encadenados y obligados a pegar el abdomen a unas roca planas, las palabras de Nahid retumbaron; el señor de las tinieblas los insultó, humillo y regañó por ser los demonios más patéticos que existían; se burló de sus debilidades y les dijo que ya no eran dignos de sus alas, que debían pudrirse en la tierra y perecer como lo hacían los nefastos humanos, aquellos que incluso a veces se portaban peor que demonios, ya que se mataban entre ellos, eran egoístas, ventajistas y perversos.
Después de eso los latigazos comenzaron. Estaban separados por algunos metros, pero Eivan pudo notar cuando, tras gritar por las laceraciones causadas en su espalda, su hermana se rindió al dolor y cayó inconsciente.
Quiso reírse de ella pero no podía, él también estaba sufriendo y supo que pronto haría lo mismo que Layry cuando su vista comenzó a nublarse, lo peor fue que comenzó a tener alucinaciones: vio a Adam aparecer por un oscuro pasillo.
...
—¡Eivan!— gritó cuando vio que yacía sobre una roca plana, con la espalda llena de sangre y la mirada un poco desorbitada.
Sucedió en cuestión de segundos: la parte lógica y pensante de su cerebro pareció apagarse y sus pies se movieron sin chistar.
Adam corrió hacia la roca y cayó de rodillas para poder quedar a la altura del rostro del demonio.
—Eivan— repitió ahora en un susurro al momento que tocaba las marcas de sangre seca que tenía sobre su ceja derecha y pómulo.
El demonio amorfo dejo de ondear al látigo con esa inesperada escena, ya que ante él había una criatura desconocida: un humano.
En ese instante, Nahid se puso de pie ya que había estado observando el espectáculo desde su silla de piel instalada en la parte más alta del lugar y nunca esperó una "invasión de humanos"; porque sí, no sólo Adam había corrido hacia Eivan, sino que otro, segundos después, había hecho lo mismo pero hacia la dirección de Layry.
—¿Adam?— indagó dudoso el moreno, pensó que era una alucinación, pero al sentir su tacto suave y reconfortante supo que era real, además la reacción del amo de las tinieblas lo confirmó.
—¿Cómo carajos llegaron aquí?— masculló Nahid; era obvio que no eran almas, sino de carne y hueso. Caminó hacia el más próximo; así, dando zancadas llegó hasta quedar cerca de Adam y lo tomó del cabello, arrancándolo literalmente de Eivan.
—¡No!— exclamó él cuando notó cómo era tratado su humano; —¡Déjalo!
—¿Dejarlo?— se mofó Nahid, —no cuando se ve tan delicioso— se relamió los labios, dejando ver su lengua oscura.
Eivan forcejeó pero las cadenas y grilletes lo mantuvieron casi inmóvil, lo único que logró fue deslizarse un poco hacia adelante hasta que su cabeza pudiera colgar del borde de la roca plana; lo cual no era de mucha ayuda.
Adam también intentó zafarse pero el agarre de Nahid era demasiado fuerte y le estaba haciendo daño.
—¡Suéltalo!—, gritó Edmundo desde el otro extremo del recinto; segundos antes había intentado reanimar a Layry pero esta parecía profundamente dormida, o mejor dicho, desmayada.
—¿Cómo llegaron aquí, acaso Rowman los envió?—, ignoró las súplicas de Adam y clavó su penetrante mirada en Edmundo; pero al no obtener respuesta sólo rodó los ojos y exclamó, —da igual, de todos modos eso no cambia nada, no podrán salir vivos de aquí—; y arrojó a Adam lejos, sin embargo él se arrastró hasta llegar nuevamente con Eivan y abrazarse de él, o mejor dicho, abrazar su cuello y unir sus frentes.
Entonces Nahid observó atento a cada uno de ellos, sus reacciones y su manera de actuar, su preocupación por los demonios e inevitablemente al armar la teoría en su cabeza se echó a reír escandalosamente; —No me digan que... no me digan que este par de humanos y ustedes son amantes—, las palabras iban para Eivan, ya que el otro demonio permanecía inconsciente.
Él no contestó, era obvio que así era y confirmárselo al mayor tal vez sólo empeoraría las cosas, tal vez para hacerlos sufrir los separaría; en vez de eso, no perdió tiempo y aspiró profundamente, quiso embriagarse del aroma de Adam, ese aroma que se había quedado en lo más profundo de su ser desde que inició todo y que había extrañado en la humedad del calabozo.
—Me alegra que hayan venido hasta aquí—, Nahid seguía con su monólogo, —así presenciarán su castigo—; caminó de regreso a su silla y chasqueó los dedos indicándole al verdugo que continuara con su labor.
Eivan siseó de dolor cuando el látigo agrietó su piel dejándola más lacerada de lo que ya se encontraba, pero no pidió por que se detuviera, sabía que Nahid disfrutaría de verlo rogar y su orgullo no le permitía mostrarse débil ante él.
—No, por favor; deténganse— pidió Adam, para ese entonces sus ojos ya se había llenado se lágrimas.
Y una idea, una excelente idea cruzó por la mente de Nahid: si el humano simpatizaba tanto con el demonio ¿Por qué no hacer que sufrieran lo mismo?. Cuando el verdugo miró al amo de las tinieblas este asintió; entonces el demonio amorfo comprendió y blandió de forma diferente el látigo, de manera que al ondearlo este alcanzó a Adam, cortando la tela de la espalda de su prenda y abriendo su piel al instante.
—¡No lo toques!— vociferó furioso Eivan; pero al segundo latigazo su orgullo se fue a la basura; —¡Detente Nahid; no le hagas daño!
—¿Yo?— se señaló a sí mismo en un gesto infantil y burlón, —si él se alejara de ti no tendría por qué salir lastimado.
Hasta ese momento Eivan se dio cuenta de que Adam no había dejado de aferrarse a su cuello, mordiendo su labio inferior para evitar gritar por horrible escozor en su espalda.
Edmundo se puso de pie dispuesto a arremeter contra Nahid y molerlo a golpes, aún si moría debía intentarlo; y eso justamente estaba pensando cuando un par de demonios color marrón, de extremidades largas y grotescas lo tomaron de sus brazos inmovilizándolo.
Forcejó pero fue inútil, los seres eran muy fuertes; también quería pedirle a Adam que soltara a Eivan y que corriera por su vida, pero luego pensó que si él estuviera en su lugar haría lo mismo. Además estaban en el inframundo, era obvio que de alguna manera se iban a encontrar con el sufrimiento.
La verdadera intención inicial de Nahid al usar el látigo era obligarlos a extender sus alas para después cortárselas; Layry había quedado fuera de batalla desde hacía varios minutos, así que de seguro después usarían otra táctica con ella; sin embargo Eivan se había estado conteniendo, pero era obvio que ya no lo haría más, sólo de esa forma podría proteger a Adam.
Al estar con el abdomen pegado a la superficie de la roca las cosas fueron más sencillas, se concentró y sus omóplatos se deformaron, rompiendo aún más la piel de su espalda para dejar salir en todo su esplendor aquél par de alas color negro y cubrirlos a ambos.
Al diablo las alas que lo definían como un demonio puro.
—¿Por qué lo haces?— musitó por primera vez dirigiéndose a Adam, debajo del escudo de plumas parecían estar aislados de lo que ocurría alrededor.
—Porque quiero estar contigo—; y lo besó desesperadamente, llorando y dejando que la sangre y las lágrimas se mezclaran entre sus labios.
El verdugo detuvo su labor cuando notó que el látigo incandescente no dañaba en absoluto aquél manto oscuro y Nahid nuevamente habló, —vamos Eivan, no pensé que fueras tan marica como para caer por un humano.
El caparazón oscuro poco a poco se fue abriendo dejándolos al descubierto, entonces el alto dijo; —déjalos ir—, habló por los dos, sabía que si él hubiera estado inconsciente y Layry despierta, su hermana también pediría por Adam; —déjalos ir y no me opondré a entregarte mis alas, y te aseguro que Layry hará lo mismo.
El otro rió, —tonto tonto Eivan ¿Qué te hace pensar que los dejaré ir así como así? Ellos ya están aquí, recuerda que no hay poder más grande que el del averno.
Y a la mente de Adam se iluminó ante ese comentario haciéndolo recordar una charla con Eivan, cuando había pedido su primer deseo.
—¿Qq-qué fue eso?
—Presenciaste, en pequeña escala, el poder del averno.
—¿Ee-el poder del av...?
—Eso quiere decir que tu deseo ha sido concedido...
—Aún tengo un deseo pendiente— exclamó de la nada.
Nahid lo miró frunciendo el ceño, entonces el humano explicó, —vendí mi alma por dos deseos y aún me queda uno—, sorbió su nariz, el llanto se había ido pero aún moqueaba un poco; —¿acaso no me lo van a cumplir?— cuestionó.
El amo del lugar sonrió de lado, —me agrada este chico— se acercó un poco más, —ya veo porque te gusta tanto, Eivan—; el aludido gruñó molesto por aquellas palabras.
—Pero no te detengas precioso; di tu deseo.
—¿Qué no eran dos?— intervino Edmundo.
Adam observó a su amigo, —lo siento, ya he usado el primero— desvió la mirada.
Edmundo tardó unos instantes, luego algo pareció encajar: su ascenso laboral.
—Adam, ¿Cómo pudiste?
—Ed, lo siento, pero te lo merecías; y ya, no hablemos más eso—, cortó el asunto y volvió su atención a Nahid.
—¿Y bien?— el demonio mayor levantó una ceja esperando la petición.
—Deseo que todos seamos liberados.
Hubo un sepulcral silencio y luego la risa mordaz, infernal, burlona y ofensiva de Nahid, —¿Qué carajos? Eso no es un deseo, es algo cursi, ridículo e inmaduro. Niño, tendrás que ser más específico— sostuvo su estómago ante la risa; debía admitir que faltaba la parte de "felices por siempre" para ser patético.
—Adam— le llamó Eivan tratando de reconfortarlo, tal vez pensó que se pondría a llorar por la burla recibida; pero el humano sólo frunció el ceño y las palabras del señor de las tinieblas sólo le alentaron para pensar mejor las cosas y ser más específico: sin dejar lugar a ambigüedades.
—Deseo que se cumpla el mayor deseo de los que están involucrados en esto— dijo seguro de sí mismo; —que se cumpla el mayor deseo de Edmundo, de Layry, de Eivan; y también el de Roxanne.
—¿Cómo has dicho?— Nahid limpió algunas de las lágrimas que la hilarante risa le provocó, recobró la compostura y le pidió; —repítelo de nuevo.
—Deseo que la mayor ambición de Edmundo, Layry, Eivan y Roxanne se cumplan.
—¿Estás seguro; porqué no pides mejor que tú y tu patético amiguito salgan vivos de aquí?— señaló a Edmundo; —sería algo mejor asegurar tu bienestar. ¿No es así?
—No— dijo firme Adam y se puso de pie; ignorando el ardor en su espalda.
—Dejar que también los deseos de un par de demonios y de la estúpida Muerte sean cumplidos podrían afectar el futuro de la humanidad. Piénsalo.
—No; yo confío en ellos.
—Que confíes en Layry y en Eivan puedo entenderlo, pero, ¿En Roxanne?— Nahid parecía empeñado en hacerlo flaquear.
—Estoy seguro de que Roxanne no es tan mala como parece—, habló en presente, ya que no tenía idea de su sacrificio.
—¿No es tan mala?
—¿Qué sucede?— una seguridad salió de quien sabe dónde y le hizo retar al demonio; —¿Acaso el poder del averno no es tan grande?
Nahid bufó molesto e indignado, —¡Calla estúpido! Lo que haya en los corazones de cada uno será cumplido, pero recuerda que tú así lo deseaste— sentenció justo antes de que una luz cegara a los presentes.
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