Versículo XI. Redimiendo mis pecados.
En realidad no sabía cómo abordar el tema pero dado que Eivan ya se había adelantado con la propuesta metiéndose en los sueños de Adam; Layry debía hacer su parte.
—Ed— le llamó puesto que se habían quedado algunos minutos con las frentes juntas, disfrutando de la respiración del otro, —sobre lo que quiero hablarte es... —, él se separó sin soltarle las manos, las cuales tenían unidas en medio de ambos para poder mirarse, —es sobre Adam— continuó, —y su idea de dar lo que fuera por volver a ver—, tragó saliva.
—¿Eh?— frunció ligeramente el entrecejo.
—Puede que él cierre el trato muy pronto— dijo Sandy.
—¿Qué trato?— meneó la cabeza ligeramente en forma negativa, —¿De qué estás hablando?
—De que pronto venderá no solo su alma.
Por un momento abrió los ojos en demasía, pero luego parpadeó en innumerables ocasiones antes de dejar escapar una risita, —Sandy, esas cosas no...
—¡Claro que existen!— le interrumpió.
—Sí, como no— sonrió, en verdad le parecía algo descabellado.
Endureció su gesto antes de remembrar algunas cosas, —¿Recuerdas cómo nos conocimos, cuando te dije que el infierno no es como lo pintan?— cuestionó.
—Eeh... si.
—¿Por qué crees que lo mencioné?
—No lo sé; tal vez porque habías documentado más que yo.
—O tal vez porque ha estado allí—, una joven de extremidades delgadas y cabello oscuro apareció detrás de una de las columnas quedándose en las sombra que se extendían gracias al ángulo con el cual los rayos del sol iluminaban el pasillo; el humano se sobresaltó al instante.
—¡Pero qué rayos! ¿Quién eres?— exclamó sorprendido.
—Eso depende— respondió la joven, —algunos me llaman la Parca, la Santa Muerte...
—¿Roxanne?— dijo extrañada Sandy.
—¿Qué es todo esto? Podrían explicarse, por favor—, soltó lentamente las manos de su novia; ya estaba algo inquieto, si era una broma aún no le veía la gracia.
—Layry, o debería decir Sandy, es una demonio— Roxanne se corrigió al explicar, —pero no cualquiera, sino una que desciende de un par de entes puros, al igual que Eivan.
Tras unos instantes lentamente los labios de Edmundo se curvaron y rió de nuevo ligeramente, —esto ya es demasiado; si querían levantarme los ánimos haciéndome reír lo lograron— confesó.
—No te burles— espetó la Muerte y dio un paso para salir de la penumbra que la envolvía hasta entonces.
Fue en ese momento que Edmundo dejó de reír.
—¿Pero qué te sucedió?— indagó Sandy.
—Rowman no estuvo muy contento de que cambiara el destino de Adam— contestó; por el rostro de la muchacha surcaba una cicatriz, había sido un corte limpio que dividió su cara en dos; y eso no era todo, la parte izquierda estaba quemada; la piel de su pómulo estaba incinerada y ahora era una masa entre rojiza y café; —Adam debía cortar su muñeca hasta desangrarse por completo, así su alma quedaría atrapada en el purgatorio para siempre por el daño que se hizo, ése era su destino; pero como llegué e incité a Eivan para que detuviera ese acto de cobardía, fui castigada— explicó.
La mirada del mortal viajaba del rostro de la muerte al de la demonio y viceversa; sus diálogos los decían con tal convicción que en verdad empezó a dudar sobre si era una broma o no.
—¿Y por qué lo hiciste?— cuestionó Layry, —si sabes cómo es el temperamento de Rowman. ¿Por qué le dijiste a mi hermano qué hacer?—, entrecerró los ojos.
—Porque tenía que hacerlo— frunció el ceño.
—¿Tenías?— se acercó de manera amenazante, —¿Por qué? Lo dices como si fuera tu obligación. ¡Habla Roxanne!— la tomó del cuello de su vistosa playera.
—¡Porque se lo debía!— escupió mirándola de manera molesta, los globos oculares de ambos estaban oscuros; emanaban un aura gélida y tenebrosa, y eso no pasó desapercibido para Edmundo, cuya mandíbula se descolocó cuando vio a su novia sostener a la muchacha con una sola mano hasta levantarla varios centímetros del suelo.
—¿A qué te refieres?—, la voz de Layry se tornó demoniaca, parecía tener un eco escalofriante; —¡Explícalo de una vez!
Sinceramente nunca le agradó mucho la forma de ser de Roxanne, por alguna razón no congeniaban y con la broma en aquél hospital y ahora esto terminó acabando con su paciencia.
—Eivan y Adam debieron conocerse desde hace un par de siglos; pero yo... yo sin saberlo de manera accidental me llevé la esencia de Adam sin la autorización de Rowman.
—¡Eres una maldita!— gritó la demonio al momento que la arrojó por los aires hasta estamparla contra una pared al otro extremo del corredor. Tras golpearse fuertemente el cuerpo de Roxanne cayó y quedó inerte en el frío suelo.
Luego de unos instantes se incorporó lentamente, primero sobre sus rodillas hasta que logró ponerse por completo de pie.
—¿Qué sucede?— habló Layry, ahora sus ojos ya habían tomado una apariencia humana y su voz era normal, —¿No vas a defenderte?—, dio un paso para acercarse a la Muerte con la idea de golpearla, pero Edmundo la tomó del antebrazo deteniéndola al instante.
—Déjala— pidió el mortal; no fue un regaño pero tampoco algo lastimero, el humano simplemente notó algo extraño en Roxanne; se veía un poco débil.
Layry frunció el entrecejo, no molesta por la petición sino extrañada, esperaba que Edmundo huyera por lo que había presenciado pero no fue así.
El humano caminó hacia el final del corredor hasta llegar a Roxanne y la observó, aún con la enorme cicatriz en su rostro noto lo bella que era.
—Lo siento, pero de alguna forma u otra tu amigo deberá unirse a Eivan, y si no es en esta vida yo me encargaré de que sea en la siguiente— declaró.
—¿Te encargarás?— preguntó curioso.
—Hace décadas, sin planearlo, me interpuse en su unión y por eso el Destino me negó muchas cosas; ahora que inesperadamente encontré su esencia e intenté remediarlo nuevamente fui castigada— explicó; —pero tenía que hacerlo, nadie merece vivir una eternidad en la soledad... como yo—, intentó dar un paso hacia el frente pero perdió el equilibrio; sólo los fuertes brazos de Edmundo impidieron que se azotara contra la baldosa del suelo.
Tragó saliva nervioso; no sabía cómo pero tenía una sensación de que lo que estaba escuchando y presenciando no era una locura, eso le asustaba, más que el hecho de que la piel de la joven estuviera muy fría.
—Pp-pero— por fin pudo articular palabra; —no es justo que te lleves a Adam.
—Oh no—, Roxanne se incorporó separándose de él para mirarlo a los ojos, —yo no me lo llevaré, será Eivan; él es quien tomará su alma a cambio de devolverle la vista— hizo una mueca que se pudo deducir como una sonrisa, ya que por las protuberancias de su pómulo su gestos no eran muy notorios.
—Eso no es posible— frunció el ceño, —se supone que el alma le pertenece al Creador; quien nos dio la vida—, eso era lo que había escuchado años atrás, cuando de niño solía ir a las sesiones sabatinas en una iglesia cerca de donde vivía con sus padres.
—Te equivocas— intervino Sandy, —Él les da a los humanos un gran regalo, el Creador les obsequia el alma, por eso puedes hacer con ella lo que desees; así que te perteneces a ti mismo, al menos hasta el momento que decides intercambiarla por algún tipo de beneficio con algún ente o deidad—, se acercó a aquellos dos.
—Tranquilo, y ya no retrases más las cosas, así debe ser; así debió ser— dijo Roxanne.
—¿Tranquilo? ¡¿Cómo puedo quedarme tranquilo cuando sé que mi mejor amigo pasará la eternidad en el infierno?!
—No lo hará— la Muerte posó su mano para intentar transmitirle confianza, o al menos para dejar en claro que lo que estaba por decir era verdad; —Eivan no dejaría que Adam yaciera en el averno; al igual que Sandy no lo haría contigo.
Instintivamente al escuchar el nombre de su novia volteó a verla, pero sólo pudo mantener el contacto visual por unos segundos, ya que ella bajó el rostro, parecía apenada. Tan diferente, tan opuesta a hace unos minutos cuando mandó a Roxanne a volar por los aires.
—Debido a todos estos siglos estando al servicio de Rowman he aprendido que la eternidad es una mierda— Roxanne comenzó a hablar, —vivir para siempre no vale nada si sólo ves desaparecer lo que te parecía interesante o lo que le llegas a tomar eso que llaman cariño. Otra cosa de la que me he dado cuenta es de que todos estamos destinados a tener un compañero; yo alejé a Marí de Eivan hace siglos y por eso como sanción se me fue negado un compañero; pero ahora que la esencia de aquella jovial mujer ha renacido en Adam debo hacer que estén juntos— con lo último atrajo la atención y mirada de ambos.
—¿Qué has dicho?— una cuarta voz retumbó en el pasillo; segundos después de la sombra de donde antes emergió Roxanne se hizo un vórtice más oscuro y chispeante, de él surgió Eivan.
—Que en el pasado, gracias a mi inmadurez, accidentalmente me llevé a la que sería tu compañera, pero ahora quiero repararlo— repitió, luego agregó, o más bien, remembró —las cosas estúpidas existen, como el hecho de que dos demonios de la lujuria se enamoren.
Eivan caminó hasta Roxanne, cuando llegó frente a ella lentamente llevó la diestra hasta el pómulo incinerado y tras acariciarle le dio un golpe con la palma de su mano con la fuerza suficiente para hacerle virar el rostro y dar un par de pasos hacia un lado.
—¿Así que te atreviste a interferir en mi destino, eh?— masculló algo enfadado.
Edmundo de inmediato auxilió a la Muerte quien se veía cómo una joven débil y enferma; —¡Ey!— habló el humano, —¿cómo te atreves a hacerle eso; qué no ves que está arrepentida?— frunció el ceño.
La ceja izquierda del demonio salió disparada hacia arriba y su mirada se volvió más penetrante; sin dejar de observar a Edmundo llamó a su hermana, —Layry, más te vale explicarle a tu mortal que esa no es la forma de hablarme—; giró sobre sus talones haciendo que su gabardina se ondeara y se encaminó a la puerta del departamento.
—¡Oye! ¿A dónde crees que vas?— el humano llamó al demonio pero este sólo detuvo paso, y sin voltear a verlo contestó, —a tomar lo que al parecer desde hace tiempo debió pertenecerme.
—¡No le hagas daño; por favor no te lleves su alma al infierno!— suplicó, pensando que si eso no resultaba sería capaz de colgarse a las pantorrillas se ese sujeto con tal de impedir que entrara al departamento.
—No le haré algo que él no apruebe— respondió y continuó su andar. Al llegar a la puerta de madera no tuvo la necesidad de abrirla, simplemente la atravesó y se coló al interior.
Edmundo dejó a Roxanne al cuidado de Sandy y corrió a su departamento, al entrar se encontró todo en penumbras. El sol que resplandecía y cuyos rayos se colaban por su ventanal se había ido. ¿Qué había sucedido?
Miró el reloj que colgaba en la sala, marcaba las nueve con cincuenta minutos. Miró su reloj de pulsera, señalaba la misma hora; sacó el móvil de su bolsillo trasero y lo miró, eran las nueve cincuenta "pm". Se sobresaltó y miró a su derecha, donde su novia y aquella chica que dijo ser la Muerte se posicionaron.
—¿Qué es esto?— exclamó el humano.
—El tiempo ha sido alterado— dijo Layry, —al parecer Eivan está más ansioso de lo que pensé.
—Eso no lo voy a permi... — las palabras de Edmundo y su camino hacia la habitación de su amigo fueron interrumpidas por el fuerte agarre de Sandy y al mismo tiempo la gata, Marí, saltó frente a él.
—¡Nicole!— exclamó sorprendida Roxanne, —no pensé que Bastet te enviara a ti— sonrió suavemente.
Un brillo mágico rodeó al felino y, lentamente, sus extremidades fueron alargándose y su rostro deformándose hasta tomar la apariencia de uno humano; en pocos segundos los tres tenían ante sus ojos a una muchacha vestida con una túnica blanca y de la larga y oscura cabellera.
Edmundo boqueaba y sus ojos parecían querer salirse de sus cuencas, definitivamente habían sido demasiadas cosas raras en un día; pero reunió todas su fuerzas y se dirigió a la Muerte, —¿Ee-ella es Marí, de la que hablaste hace unos momentos, la que debía ser compañera de Eivan?—, en verdad estaba confundido por eso quería aclarar las cosas; si esa joven era la que Roxanne había matado accidentalmente entonces no había necesidad de involucrar a Adam.
La Muerte negó con la cabeza, —no; ella es Nicole, una de las súbditas de Bastet, quien a petición de tu ángel guardián fue enviada a vigilar a Adam en cuanto Eivan comenzó a rondar por los alrededores.
—Roxanne— habló la antes felina, —¿cómo es que tú sabes todo eso?— ladeó el rostro curiosa.
—Yo estaba presente cuando Sitael fue a pedirle respuestas a Rowman; después supe que ella y Haziel le había hecho una petición un tanto extraña a la deidad Bastet— dijo como si fuera lo más normal del mundo; luego, tras hacer una pausa y suspirar, se dirigió a Edmundo para responder mejor a su pregunta, —la Marí de la que hablé era una alegre jovencita del siglo dieciocho; le gustaba mucho el arte, en especial la pintura. Su tragedia fue que justo al cumplir los diecisiete años, su única familia, su padrastro, abusó de ella. Estaba escrito en las estrellas que el hombre debería morir en un incendio en el granero, que ella viajaría a otra ciudad a causa de la pérdida de su propiedad, allí conocería a un adinerado joven quien tras saber de su pasado y sobre el abuso sexual la despreciaría, ridiculizaría y humillaría en público, entonces ella vendería su alma a cambio de venganza contra quienes le hicieron daño; así se conocerían, allí empezaría la historia de Marí y Eivan— sonrió algo nostálgica, —pero el incendio del granero se me salió de control; de esa forma Marí fue consumida también por las llamas atrapada en la casa de al lado, donde dormía— bajó la cabeza.
—Adam llamó a su gatita de esa manera porque era un nombre común y natural para él— explicó Nicole; —esa es la razón por la cual fue el primer nombre que se le ocurrió.
—Aún así no puedo permitir que Eivan dañe a Adam— dijo Edmundo.
—No lo hará— intervino Sandy esta vez, —conozco a mi hermano y si hubiera querido hacerle daño ya lo habría hecho; además, los demonios no podemos tomar algo si antes el propietario no lo ha autorizado, y claro, se deben cumplir los acuerdos del trato.
—¿Acuerdos?— frunció el ceño.
—Todo pacto tiene cláusulas, aunque en sí no queda nada escrito la palabra de ambos y los acuerdos a los que hayan llegado son inquebrantables, por eso es que no podemos tomar ventaja una vez que el trato se ha cerrado—, se aproximó a Edmundo y lo tomó del antebrazo, —ven; salgamos de aquí— trató de guiarlo hasta la salida.
—¿Por qué?— se zafó.
—Porque nuestra presencia entorpecería la ceremonia, además no querrás estar cerca cuando Eivan invoque su poder.
—Espera, todo es tan confuso— se llevó las manos a la cabeza, —gatos que son personas, la muerte que mata accidentalmente, un rito satánico que está a punto de suceder en mi apartamento y mi novia es una demonio; esto no podría estar peor. ¿O sí?
—No es un rito satánico— Roxanne habló, —sólo es satánico si Nahid interviene.
—¿Y quién es Nahid?— indagó, pero luego él mismo se interrumpió negando con las manos, —No. ¿Saben algo? Ya no quiero saber más, sólo quiero que Adam esté bien.
—Y lo estará— dijo Nicole, —no se hará algo que él no quiera.
—Dijeron que mi ángel guardián había mandado al gato a vigilar a Adam, entonces, ¿no se supone que debe evitar que un demonio se lo lleve?— Edmundo cuestionó Nicole.
—Tienes toda la razón, pero contra el destino y en especial, contra las decisiones de los humanos no puedo hacer nada; si Adam acepta nadie puede intervenir.
—Me duele la cabeza— el humano se sobó la sien, —ya no sé ni qué creer, pensé que al ser un gato divino podrías salvarlo, pero luego dices esto del libre albedrío; entonces yo... ya no sé—, bajó el rostro.
Roxanne miró a Layry, quien al entender lo que había detrás de aquél gesto asintió; luego en un rápido movimiento atrajo a Edmundo contra su cuerpo en un fuerte abrazo y casi al instante este perdió fuerza. Layry había puesto a dormir a su novio mortal, porque a pesar de que quedaran millones de dudas por aclararle debían abandonar el recinto; la ceremonia estaba por comenzar.
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