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Quince días antes...
—JungKook, entiende —pidió en ruego— Tu padre me despedirá si te dejo partir antes del tiempo pre-establecido —declaró.
El ojigris pasó sus manos por sus cabellos, la noticia de su compromiso pactado tiempo atrás lo había tomado desprevenido, sintió su cintura ser envuelta inesperadamente y una de sus empleadas anunciar la llegada de su...
—No estoy de humor, largo —demandó lanzando un gruñido—. El contrato se cancela, James —dijo al chico e inmediatamente sus brazos salieron de su cintura.
Compañero.
—Pero-... —quiso objetar.
—Sin peros, omega —espetó, el chico bajó la cabeza demostrando la sumisión a Jeon.
—De acuerdo —murmuró sin emoción.
—Toma el almuerzo, estoy atendiendo otro asunto y luego hablaremos de los pagos —comentó girando en su eje para acariciarle la mejilla, el chico asintió con la cabeza— ¿Sí que?
—Sí, amo —respondió con sus ojos sobre los otros.
El hombre mayor de traje desvió la mirada de la escena, le daba vergüenza la situación, jamás podría acostumbrarse a verlo de esa forma con los omegas cuando... Ah, sí, los señores Jeon no permitirían su regreso a Corea, sólo habían pedido que aquello se le informará a Jeon menor.
—Bien. Ahora, partiré a Corea en dos días —comentó sentándose en el sofá de nueva cuenta.
— ¿Qué parte de no puedes volver aún no entendiste? —Cuestionó. Jung se encogió de hombros, sonriendo, no solía hacerlo de manera dulce desde hace algunos años.
—No te va a despedir, lo mismo le dijo al conductor cuando era un adolescente —comentó relajado en el sofá.
— ¿Al que despidió por llevarte a fiestas? —Cuestionó frunciendo el ceño. Él rió.
—Vaya, al parecer cambió la historia, otra vez —suspiró con cansancio— ¿Te gustaría escuchar mi versión o te la cuento cuando te despida por no acatar lo que te pido? —Comentó al aire, mirando las pinturas en las paredes de su hogar, como si le estuvieran hablando maravillas.
—Oye, no me digas que... —Contuvo sus palabras.
—Yo lo despedí por no llevarme —confirmó—. Ellos jamás han tenido control sobre mí, tú mejor que nadie debe saberlo —sonrió lábilmente—, así que ¿Ahora puedes programar mi vuelo para el jueves? —Cuestionó.
—Eh —emitió acomodándose en su lugar—. No —respondió—. Primero, temo por mi puesto en ambas partes; segundo, no es algo que está en mi poder y tiene que consultarlo con su padre; tercero, la boda no será de inmediato y constando que has tenido demasiada diversión, el chico necesita lo mismo para él hasta que sea legal, lo último son palabras de su padre —soltó, moldeando su voz en distintos tonos.
Chasqueó la lengua, sí era así ¿Cuál era su propósito anunciar con anterioridad que tenía un compromiso?
—Préstame tu celular —pidió.
— ¿Para...?
—No atenderá mis llamadas sí sabe que me comentarías hoy sobre esto —aclaró con seriedad.
—Ah —asintió sacando el electrónico de su saco, entregándolo cuando su menor extendió la palma para recibirlo.
—Gracias —medio sonrió.
El hombre mayor asintió levantándose del lugar para darle privacidad.
La vida en Inglaterra iba de maravilla para JungKook, al menos intentaba llevarla así.
Cuando era un cachorro creyó haber experimentado la soledad debido a la ausencia de sus padres y estar rodeado de una sola persona para poder tener buenos recuerdos de la infancia.
Creyó mal, su infancia sólo había sido una parte de lo que vivió luego de mudarse, y lo único hermoso del inicio de su adolescencia era aquel niño que convivió a su lado desde que llegó a esa mansión. Él fue y es el más precioso recuerdo de sus doce hasta al término de los quince... Lo que le siguió fue...
— ¿YuGyeom? —Preguntó una voz áspera al otro lado de la línea.
Su perdición en la soledad, el control en lo que quería y en lo que no, importando poco sí destruía la integridad de otros al complacerse.
—No —sonrió de lado, acomodándose en su asiento.
—Ah, hijo —soltó— ¿Cómo estás?, ¿todo bien allá? —Cuestionó sin alegría o emoción alguna que fuera evidente.
—Sí, el único que tienes —ironizó evitando agregar más—. Hasta hoy por la mañana iba bien —suspiró.
—Mmh —asintió a lo primero— ¿Y es por eso que me hablaste? —Cuestionó con poco interés—. Porque no creo que sea para quejarte sobre ello —suspiró.
—Efectivamente —corroboró— ¿Cuándo pensabas decirme sobre el compromiso? —Indagó.
—No lo sé, quizá cuando fueras más consciente de tus acciones —contestó—. Pero creo que nunca llegará, así que es mejor que vayas teniendo juicio y dejando de lado tus deslices, JungKook —demandó con suavidad.
Él rió sin gracia, el mismo sermón de siempre para desviar el tema central en el que estaban. Porque siempre buscaba afectarlo por medio de lo que hacía en su vida privada, Jackson jamás demostraría la diligencia con la que manejaba la sede en Inglaterra.
—Sabes —comenzó—, me resulta gracioso que tú, padre, te tomes la molestia de pedirme juicio en algo que sólo a mí me compete y que no te ha afectado en lo absoluto, tu imagen sigue impoluta, señor Jeon —reclamó—. Además, no creo que se me haya demandado e informado que debía mantenerme casto hasta el matrimonio, padre —rió sin gracia—. Pero por supuesto, nuestra convivencia no pudo ser, no te dignaste en visitarme ni una sola vez ni en mi niñez ni para aclarar por qué me enviaste lejos ni que tenía un matrimonio arreglado desde que era un cachorro... —"Junto al único chico que se esmeró día y noche en incluirse en mi vida de mierda, del mismo que me alejaron sin justificación alguna..." Quiso agregar, pero se mordió la lengua antes de continuar hablando—. Es más que evidente por qué jamás se me informó —puntualizó.
Un suspiro agotado fue lo único que obtuvo al otro lado de la línea.
—El compromiso es hasta que él tenga veintiuno, no antes tampoco después —comentó ante el silencio del omega, ignorando lo demás—. Si eso es todo, entonces nos veremos en dos años, hasta entonces, espero seas alguien más sensato para tu edad —finalizó, pero no culminó la llamada.
—No, no es todo, quiero volver dentro de dos días —demandó—. No te estoy pidiendo permiso, pero quiero explicaciones de por qué no puedo volver ahora —casi gruñó. Jackson rió.
—Mi querido hijo —inició con falsedad—, tu presencia no es la adecuada en estos momentos —espetó—. Tú ya disfrutaste tu vida, te regocijaste en ella, hiciste lo que quisiste y jamás nos impusimos ante ti en lo que hacías por tu pulcra imagen en los medios, en la escuela y ante el público en general —recordó—. Es justo para él vivir lo mismo, que, a comparación de ti, es un joven muy maduro y tan correcto como puede alguien esperar de su descendencia, parece más omega que alfa, y puedo asegurar que tiene a media facultad enamorada —rió falsamente.
—Claro, pero no creo haber dicho el motivo de mi regreso, ¿o sí? —mencionó empujando la lengua contra su mejilla interna, intentando no sonar afectado por ninguna de sus palabras.
Las sabía de memoria.
—Oh, por supuesto —declaró— ¿No es a lo mismo que yo creí? —Preguntó con imperceptible molestia.
—Pff, sueña —mintió—. Pronto me cederás tu lugar, sería bueno que tus empleados se vayan acostumbrando a mi presencia y métodos de trabajo, querido padre —dijo, sonando convincente.
—YuGyeom se hará cargo, no tienes de que preocuparte y no puedes volver —demandó neutral.
— ¿Qué te parece una tregua? —Cuestionó hastiado.
— ¿Qué propones? Digo, no es como que haya algo que me interese viniendo de ti —explicó.
JungKook sonrió cerrando sus ojos para evitar reírse; si tan solo supiera la cantidad de cosas que guardaba de él, su preciosa figura se vería arruinada y seguramente le provocaría un infarto.
Darle muerte con sus secretos saliendo a la luz no era algo que planeara, no le deseaba la muerte al viejo, algún día llegaría por cuenta propia para cobrarle todas las que hizo, pero él no iba a ser el causante ni a guiarlo a ella.
— ¿Te suena, Lee BaeSuk? —Cuestionó.
—JungKook —advirtió.
—Oh no, yo no merezco explicaciones, creo que esas deberías dárselas a papá —sonrió.
—Dos meses —accedió.
—Una semana —pidió.
—Mes y medio —cambió.
—Al término de septiembre —pidió.
—Trató, no hay cambios —demandó.
—Genial, sólo quince días —rió, satisfecho—. Gracias querido padre, ha sido un placer negociar contigo —comentó tratando de finalizar la llamada.
—No, no, JungKoo-... —Colgó.
—Más viejo, menos pensamiento —rió levantándose del sofá.
El móvil volvió a sonar en su mano, reconoció inmediatamente el nombre de su padre, viendo al secretario aparecer de la cocina degustando sabrá la Luna qué. Atendió la llamada.
— ¿Qué ocurre? Nuestra conversación ha terminado, hasta entonces no espero ninguna de tus llamadas —demandó.
—Ocurre que quince días es muy pronto para tu regreso, entiéndelo —demandó con un gruñido.
—No me gruñas estúpido alfa, eres mi padre pero no tienes derecho a gruñirme —demandó con voz gruesa, su omega saliendo brevemente, causando que el secretario tosiera luego de que escuchara la conversación—. Un trato es un trato, te descuidaste y lo aceptaste sin ninguna clase de cambios, nos vemos dentro de quince días, y enfócate en cuidar de papá, de lo contrario te arruinare y conocerás mi verdadero ser... —"En el que me convertiste..." Se abstuvo de agregar pero en su lugar, soltando un sonoro gruñido, dejando a la línea en silencio total junto al secretario yéndose de vuelta a la cocina en busca de agua.
El silencio perduró por un minuto más y la llamada dio por finalizada.
El suspiro que emitió después de eso fue de absoluto cansancio, la cabeza le dolió demasiado y su lobo interior caminaba de una lado a otro, colérico ante el atrevimiento de ese estúpido alfa que era su padre.
Já ¿Qué creía? ¿Qué bajaría la cabeza y daría su brazo a torcer luego de escucharlo gruñir? Estaba muy equivocado si pensaba que iba a complacerlo como cualquier otro omega lo haría para no sentirse intimidado.
Estaba muy equivocado si pensaba que haría lo mismo que con su papá omega.
No señor, Jeon JungKook conseguía lo que quería sin importar que tuviera que pasar por encima de otros, incluso si se trataba de sus propios padres.
YuGyeom regresaba de la cocina, calmado luego haber estado cerca de conocer a cualquiera de los espíritus que fuera a conducirlo por sus pasajes hasta su destino.
JungKook extendió el aparato para que el alfa lo tomara fugazmente, procediendo a recostarse en el sofá.
—Partimos en quince días, hasta entonces tienes que quedarte —pidió, su voz siendo grave y ronca—. No volverás hasta que yo lo haga.
—Pero Jung-...
—Señor Jeon, eres cercano a mi papá omega y a la abuela, por eso te lo permito —aclaró—. Te aprecio mucho, pero ahora será señor Jeon —demandó girando su rostro en donde estaba.
—Por supuesto, señor —sonrió gentil—. Me haré cargo de programar su regreso a Corea, mientras tanto, pido que vaya colocando a alguien en su puesto en la sede —corroboró.
—Gracias, YuGyeom —sonrió cerrando los ojos para posar su vista al techo.
El secretario alfa se despidió con una reverencia y suave sonrisa sin que el chico de cabellos negros con puntas rojizas lo viera.
Estaba centrado e ideando a quien colocar en su puesto, tenía una semana para enseñarle las funciones que debía tratar y cómo lidiar con ciertas cosas.
—Joven, el omega James-...
—Que espere, tengo que arreglar ciertos asuntos —demandó con voz suave a uno de sus empleados.
—Como ordene, joven —sonrió saliendo de la sala.
Su lobo se estaba apaciguando con rapidez, y su cuerpo que no sabía estaba tenso, dejó de estarlo, su respiración era más ligera, sus pensamientos más claros, y pronto estuvo en la oficina de su hogar arreglando su agenda, tratando de culminar velozmente cualquiera de sus actividades para los días en que ya no estaría.
Diversas llamadas fueron hechas para nuevamente establecer reuniones con diversas figuras empresarias y accionistas, así como con el personal de la sede, entre otros.
Diez días antes...
—Abuela, no creí que estuvieras de viaje —sonrió abrazando a la omega mientras le daba pasó junto a su asistente personal, un beta.
—Estuve en Grecia hace una semana, luego me entere de que regresabas y vine aquí para que viajáramos juntos —sonrió.
—Genial, pero por el momento no creo poder pasar tiempo contigo, tengo la agenda completa por los siguientes siete días —comentó haciendo una seña a dos de sus empleados para que llevaran el equipaje piso arriba.
—No te preocupes, igual, hay lugares que quiero visitar sola, tengo demasiadas cosas para meditar por mi cuenta —sonrió con dulzura.
—Está bien —aceptó poco convencido, parecía cansada—. Tu habitación será preparada y podrás descansar, yo regreso hasta las nueve, máximo diez —dijo verificando la hora en su reloj de mano.
—De acuerdo, ve con cuidado cachorro —pidió con un suspiro, dejando un beso en su mejilla junto a un abrazo
—Descansa —la omega asintió, recibiendo un beso en la frente de su nieto.
Miró al asistente pidiendo que la llevara piso arriba para que descansara correctamente.
Una vez corroboró que su abuela había subido, salió de su hogar conduciendo por la ciudad hasta llegar a su destino.
—Lamento haberte hecho esperar —se disculpó apenas lo vio, compartiendo una simpática sonrisa.
—Está bien, de seguro pasó algo importante —sonrió, invitándolo a tomar asiento, en cuanto se colocó de pie y haciendo lo opuesto luego de ayudarlo acomodarse.
—Respecto a lo que te pedí, hazlo llegar a mi correo personal —pidió—. No quiero tener pruebas físicas —comentó.
—Me aseguraré de que cualquier rastro desaparezca, no te preocupes, JungKook —corroboró. El omega asintió.
—El pago te será depositado apenas vea el correo, ¿hay algo más que pueda hacer por ti? —Cuestionó.
—Mmm —pensó—. Realmente no, pero si requiero algo, te lo haré saber —sonrió—. Es un placer negociar con usted —halagó formal.
—Igualmente —devolvió con ligereza.
La charla entre ambos individuos continuó luego de haber pedido los platillos correspondientes, firma de documentos entorno a la empresa, uno que otro acuerdo relacionado y al término del postre ambos quedaron satisfechos dentro de todo, complacidos por la factibilidad del otro al entender el centro de todo, dando por culminado el encuentro entre los dos empresarios entre risas, sonrisas, coqueteos disimulados y una que otra mirada cómplice, como viejos amigos.
Su retorno a casa no fue algo que le siguió de ese encuentro, condujo en dirección opuesta, yendo a la oficina a dejarle los documentos a YuGyeom que se encargaba de instruir aspectos más complejos a quien cedería su puesto.
Se quedó unas horas para corroborar que su ex asistente estaba poniendo empeño al puesto, quizá no era el más adecuado para dicha ocupación, sin embargo, ya tenía una base de lo que constituía su trabajo y era al único que le confiaría tal cosa para llevarla a la perfección.
Para cuando iba de regreso a casa en compañía del secretario de edad avanzada, mientras este revisaba la tableta, quitando pendientes del día y revisando los que quedaban por atender, un gruñido salió de los labios del hombre.
— ¿Qué ocurre? —Cuestionó viéndolo por el rabillo de su ojo.
— ¿Cuándo piensa desmentir ese rumor con Conall Archer? —Preguntó fastidiado—. Siempre recurren a mí para que su padre pueda hablar al respecto, incluso que les venda información —suspiró cansado el alfa.
—Cuando sea necesario hacerlo, de momento seguirá así —sonrió de lado.
— ¿Te encanta la atención cierto? —Cuestionó—. Incluso me enviaron una imagen donde se ven muy íntimos —resopló.
—En esta ocasión, no soy yo —rió mirándolo fugazmente, divertido—. Conall es espectacular, quizá tuvimos deslices pero nada más allá de lo normal —comentó al aire.
— ¿Estas definiendo lo normal para ti o lo normal para mí? —Indagó—. Sabe que, no me responda —rió, a veces olvidaba las formalidades.
—Lo normal para ti, si eso te hace sentir más tranquilo —carcajeó ante la mueca de asco que hizo el hombre—. Se me olvida lo tradicional que eres —finalizó.
—Como sea —dijo moviendo los dedos sobre el teclado al instante obteniendo una llamada con un saludo y diversas preguntas—. Hola, sí, entiendo que están curiosos sobre el tema, pero el señor Jeon y el heredero Jeon no están en disposición de darles explicaciones, agradecería mucho que dejaran de invadir la privacidad de uno de mis jefes —respondió con amabilidad.
—Lamento mucho el causarle molestias pero verá, los rumores se remontan a más de dos años atrás y deseamos ser quienes se enteren en primer momento de lo que suceda con nuestros patrocinadores —inició—. Es parte de los acuerdos, señor YuGyeom —recordó.
—Lo tenemos presente, pero de momento no hay nada que decir al respecto, los medios pueden especular lo que deseen —espetó—. No obstante, si algo llega afectar al heredero y señor Jeon, tenga en cuenta que se procederá legalmente, hasta entonces mis jefes no están dispuestos y tampoco disponen de tiempo para atender dicho asunto, agradezco su interés en el tema, pero no hay más que hablar —con eso último, la llamada fue finalizada junto a un agradecimiento y disculpa.
—Vaya dolores de cabeza que te he causado —comentó el omega a la vez que abría el estacionamiento privado tras oprimir un botón en el auto—. Me disculpo por los futuros —rió leve, el secretario asintió guturalmente, bajando del auto en cuanto el auto estuvo dentro.
—Gracias por el viaje señor —dijo dirigiéndose a JungKook con una tenue sonrisa que fue devuelta.
Ambos se adentraron al hogar, siendo recibidos por el grato aroma a tarta de manzana.
Jeon miró el reloj en su mano, llegó antes de lo que había planeado, sonrió yendo a la cocina, sabiendo a la perfección quien estaba al mando en ésta.
Ella ya estaba sentada mientras indicaba a sus empleados como partir la tarta —aunque ellos ya lo supieran—, se acercó a MiRi para darle un beso en la mejilla, tomándola por sorpresa pero haciéndola elevar sus comisuras al cielo con sus párpados haciéndose medias lunas.
—Regrese antes —dijo abrazando a la mujer por la espalda.
—Lo note —rió—. No estuve presente en tu cumpleaños, creo aún estoy a tiempo de darte algo con un poco de ayuda —comentó viendo a los empleados que terminaban de organizar todo.
—Ah —jadeó abrazándola—. No era necesario, el que vinieras a pesar de que te agotará más es suficiente, además es la única vez que no llegaste —murmuró escondiendo su rostro en el cuello, inhalando el dulce y débil aroma.
—Siempre será necesario, cielo, y mientras pueda seguiré haciéndolo —susurró dejando un beso en sus cabellos, él ronroneó por lo bajo, sólo para ella—. Así que, a comer mi cachorro —finalizó palmeando su espalda lábilmente.
Jeon menor suspiró a gusto, apartándose para tomar asiento en una silla de la isla.
— ¿Lograste descansar? —Cuestionó desviando el tema.
—Lo intente, pero no pude —sonrió—. Estoy ansiosa por tenerte allá —comentó.
Kook rió bajito, tapando su nariz con la mano en un intento por cubrirse la boca, MiRi sonrió nostálgica.
—Te visitaré todos los días —dijo una vez descubrió su rostro.
— ¿No regresaras a casa? —Cuestionó, la sonrisa se había desvanecido.
—Para mantener las apariencias entre los medios, sí —respondió—. No creo soportar vivir en esa casa —desvió la mirada, los empleados dejaban una rebanada de tarta frente a él y su abuela para proceder a retirarse.
—Al menos deberías intentarlo por JinYoung —comentó—. Al igual que ellos contigo, jamás logre controlar a Jackson en absoluto —soltó.
—Lo sé, pero no es la misma situación —su mano tomó el cubierto para degustar el postre—. Lo extrañaba —sonrió, cerrando los ojos con un suspiro, lleno de satisfacción.
—Yo extrañaba verte como un cachorro —sonrió, desviando el tema.
Ambos continuaron conversando amenamente, risas y pequeñas anécdotas de cuando JungKookie era un pequeño cachorrito mimoso, llantos, paseos, pasatiempos, manías ¡Todo era recordado por MiRi! Incluyendo a TaeHyung.
—Siempre evitaste hablar de él —comentó— ¿Qué cambio? —Preguntó.
—No ha cambiado nada —sonrió lábilmente—. Es solo que... —Sus ojos se cerraron brevemente—. Puedo tolerar los recuerdos, mamá, pero mi vida entera ha cambiado gravemente desde que... Ese día —dijo, su garganta se obstruyó, impidiendo que agregara más.
Ella simplemente guardó silencio, esperando que continuara hablando.
No lo hizo.
La palma deteriorada de la mujer se posó en su espalda, dando suaves caricias y Jeon dejó escapar una exhalación temblorosa.
—Lo verás pronto —aseguró.
Pero ese no era el problema, y JungKook no iba a decirlo en voz alta.
MiRi lo conocía a la perfección, ella había estado durante toda su infancia, ella lo había criado, ella había estado para él a pesar de que no tenía a nada ni nadie más que los empleados en su adolescencia, ella había estado presente la mayor parte de su vida y sabía que JungKook había aprendido a ocultar tantas cosas de todos y por todos, para su propio bienestar...
O para no sentirse tan vacío constantemente.
MiRi era una de las personas a las que JungKook estaba acostumbrado, y TaeHyung llegó después...
Se acostumbró a su presencia, a su persona, a sentirse cálido, a sentirse querido, a querer a otro, a desear buscar a alguien cercano a su edad o que pudiera simplemente charlar hasta el cansancio.
Él se había acostumbrado a sentirse tan bien que cuando el pequeño Tae no estuvo más, su escudo volvió...
Ese escudo que había creado a corta edad para personas que jamás habían estado presentes, aquel que le hizo olvidarse del niño de ojos celestes que tanto adoró y aún adora con los recuerdos que hicieron.
Estaba tan acostumbrado a aquello que le hacía sentirse bien que cuando no lo tuvo se jodió la vida sin meditarlo, y con el paso del tiempo aprendió que cuando todo aquello te cautivaba en absoluto, te volvías adicto...
Personas, placer, atención, amor, amistad, cariño, afecto, emociones, pasatiempos, incluso soledad.
Inesperadamente nos volvemos adictos a lo que nos hace sentir bien, sin importar lo distinto que sea el uno para el otro, bien o mal según el individuo.
Por eso cuando los días pasaron y su tiempo fue perdido, recurrió a distraerse con su abuela, centrarse en temas empresariales que no requerían de su supervisión, haciendo las actividades a las que estaba acostumbrado, que de una u otra forma, lo hacían sentir pleno momentáneamente.
Por tal motivo Jeon no sintió la infelicidad durante pocos días libres luego del trabajo, pero que una vez estuvo dentro de las preciosas paredes con mármol a su alrededor no pudo evitarlo y sentirse tan ahogado como nunca había podido estarlo en Inglaterra, incluso cuando trataba de idealizar sus más gratos recuerdos como los únicos...
Confundiéndose cuando el delicioso aroma a caramelo que había en la casa lo perdió por completo y relajado se condujo entre pasillos hasta una habitación en específico.
Ahora, era evidente ese aroma, y él, se sentía en el cielo por lo magnífico que era.
JungKook es... ¿Explosivo? No, sólo cuando lo provocan...
En fin, tiene sus motivos pero no justifica su trato a otros como el de ningún otro hacia él.
Caramelos... Delicious.
Nos vemos pronto.
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