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Otra vez he olvidado escribir en esta cosa. Ahora, a diez de diciembre, siendo las doce de la noche, me he decidido a escribir otra vez. Cuando venía de la uní me pasó algo extraño. Fue extraño porque estaba segura de que alguien me comenzó a perseguir cuando me bajé del metro, que comencé a escribir por el barrio camino a casa, tenía que caminar de un largo trecho porque el puesto del metro se encuentra fuera de mi barrio, a una acera delante de una escuela que se encuentra seis calles lejos de mi casa. Cuando estaba caminando en el parque que me parece relajante aún con la noche fría la Luna estaba entera en el cielo, había algunos árboles enredados con luces navideñas y eso lo hacía ver precioso, le daba un aire cálido al lugar hasta que sentí que alguien me veía desde algún lugar, cuando miro hacia atrás no noto a nadie viendo en mi dirección o tan siquiera a alguien, el parque estaba desolado.
Yo no podré olvidar en mi vida el miedo que sentí en esta noche. Pensé que sería secuestrada, que mi vida había acabado, que no habría forma en que yo pudiera escapar, entonces comencé a correr con todas mis fuerzas, di todo de mí como nunca antes, ni en el bachillerato cuando me daban clases de deporte y uno de tomaba a pecho las prácticas en debate en grupo de correr, sentía que si me detenía por falta de aire mi vida se acabaría, ese hombre agarraría y me mataría si no me secuestraba y me haría a saber qué. Tenía miedo, tenía mucho miedo de que en ese momento ya no tendría oportunidad de alcanzar la paz y tranquilidad de mi vida, no vería el rostro de mamá y papá, mi hermano e incluso el de mi tío. Pensé en que habrían tantas cosas que me decepcionaría de no haber hecho, me sorprende pero una de esas era el no haberme enamorado perdidamente de un chico, de no haber tenido una casa para mi en la que hacer un hogar, sentirme en mi refugio, tranquila y feliz en él.
Pero, cuando me caí porque mi pie tropezó con la acera de una calle, que note que mi mejillas estaban húmedas, que se sentían frías por el viento al soplar en mi rostro, no sentí pasos detrás de mí ni unas manos sostener alguna parte de mi cuerpo, no oí una voz o sentí el peligro que había sentido antes, no sucedió nada de eso. Mi corazón latía tan rápido que me dolía el pecho, tuve que toser porque sentía mi boca seca y me costaba respirar, la adrenalina en mi cuerpo seguía corriendo producto del miedo. Cuando logré recuperarme un poco, alguien me tocó el hombro y me espante, era un hombre me pregunto si me encontraba bien, entonces ni te que seguía tirada en el piso, me dolía la pierna derecha porque me golpee el pie fuerte, incluso me cuestione si no me habría roto el hueso, tenía un raspón porque sangraba. Me senté en el piso y el hombre me revisó, me pregunto si me había tropezado, yo le dije que sí con duda, no supe si contarle al señor cliente fijo del drink de mi tío que había estado corriendo en la calle porque sentí que alguien me perseguía, pero que al caerme no vi a nadie, pero que me asuste porque sentí que vi la sombra de un hombre en el parque que se parecía a la que vi fuera y dentro de mi casa. El señor me ayudó subiendo la tela de mi pantalón para ver mi pie, así asegurando que me lastime después me llevó a su auto dispuesto a llevarme a casa, conversamos de que fue una gran coincidencia el que no encontráramos en aquel momento yo le dije que salía de la uní y él de ver a su hija en casa de su expareja. Me dijo que la estaba ayudando con sus tareas de la escuela, me preguntó si yo había comido, hasta me compró algo.
Fue tranquilo conmigo, lo que en verdad me asustaba era que no comentará que me encontró lejos del metro, me había desviado completamente del camino hacia la casa por una calle por la que nunca había ido, sino fuera porque él sí la conocía seguro esa noche yo no llegaba a casa. Cuando me bajé del auto mi tío estaba afuera esperándome le di las gracias al señor por traerme, mi tío lo saludo y en su cara supe que estaba muy molesto. No pude ocultarle nada a mi tío, le dije lo que en verdad pasó que yo sentí que alguien me perseguía, él me preguntó si llegué a ver a la persona y le dije que solo vi una sombra. Al final él solo se fue a acostar tras escucharme, yo me quedé sola en la sala, me comí la comida que el señor me compró que era una yaroa; papas fritas, con pollo desmenuzado, maíz, mucho queso mozzarella, mayonesa, cachup y queso fundido.
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