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He estado trabajando hoy también como cualquier esclava: sin parar, las horas pasan y pasan sin parar, solo ansiaba que el tiempo se acabará ya que no puedo, o no debo desear que dejen de llegar los clientes.
El mercadillo de mi tío siempre tiene de todo, y es el que más rápido atiende, así que la gente lo ama y lo conoce como él a la mayoría de la cuadra. Termine entonces el día agotada como caballo que ponen a jalar una carreta por largas horas solo para que la malvada gente vea el lugar turístico: lo digo por el malecón. Ay, tan solo quiero cerrar los ojos para no volverlos a abrir ¡Jamás!
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