El sábado como el domingo fueron días tranquilos, para mi sorpresa, tuve trabajo como de esperarse sin aparente fin, de todas formas, fue tranquilo hasta disfrute de las canciones que las cantaba con los clientes.

Ocurrió algo, mi tío contracto a una nueva camarera, una chica que también trabajaba para pagar su carrera en la Uní me dio pena, quise decirle que buscara otra cosa. Ella me contó que lo hacía porque su papá no podía pagar sus estudios por ella, así que se embarco en esto.

Me desperté en media noche de golpe, no sé qué fue que paso pero mis ojos se abrieron siendo atrapada por la oscuridad de mi habitación, escuché unos pasos en mi pasillos, pasos lentos como si vinieran hacia mí eso me desconcertó. Encendí la luz de mi habitación, pero no parecía que ocurriera nada, eran las cuatro y cinco de la mañana, prácticamente no había dormido casi nada. Traté de reconciliar mi sueño, me costó porque di muchas vueltas en mi cama. Me levanté y fui al baño, en el espejo admiré mi aspecto quedando atónita, no sé cómo no me había percatado de las grandes ojeras que me acompañan, mis ojos estaban rojos por la dormida que me di. Fui a la cocina por baso de leche, regresé a mi cama en cuanto me lo tomé me acosté y volví a intentar dormirme.