8. GIGANTES
En la mitología griega, los gigantes son personajes caracterizados por su estatura y fuerza excepcionales. Conviene distinguir entre ellos a los gigantes de la mitología primordial, hijos de Gea, de los concebidos posteriormente.
Los gigantes suelen ser descritos como gigantescos seres humanoides con serpientes en vez de piernas.
Piper:
Domingo es el día libre. Nadie debe trabajar, podemos ir al comedor cuando queramos y agarrar nuestras raciones cuando se nos antoje. Decidí seguir el consejo de Jason y fui a la celda de Percy. Ellos aún dormían por lo que comencé a buscar a Annabeth, la chica del torneo, se que no la conocía pero es nueva y quizás podamos llevarnos bien. La encontré en la biblioteca, esta estaba llena de Ateneas. Annabeth anotaba algunas cosas sobre unos papeles cuando le toqué la espalda, en ese momento ella saltó del susto.
-¿Te puedo ayudar...?
-Soy Piper McLean, la novia de Jason. Él me dijo que estabas haciendo un plan y que yo debía ayudarte.
Su cara se veía visiblemente más relajada y me sonrió mientras me señalaba la silla a su lado. Al sentarme me alcanzó uno de los papeles.
-Intento hacer un plano de la legión con posibles escondites y puntos importantes, también... -sacó una libreta del bolsillo de su sudadera- escribí un par de nombres de gente que nos ayudaría, agrega el tuyo y si conoces al alguien más déjalo allí.
Primero me encargué de escribir mi nombre y el de Grover Underwood allí, vi que estaban Cecil, Will, Nico (eso me pareció muy obvio), Sophie (aunque no estaba muy segura de cuanta ayuda podría brindar una niña de siete años), Connor y Travis Stoll y Percy. La lista no parecía muy prometedora. Luego miré el mapa que había dibujado y me sorprendí que llevando solo dos días aquí y hubiera prestado tanta atención a los pasillos. Había dibujado perfectamente todos los pasillos de celdas, tres de ellas marcada con azul en la que supuse que estaban los chicos, Cecil, y en la que se quedaba ella. El pabellón de enfermería (también en azul) y el patio lleno de tribunas con su centro: la arena.
Me explicó el plan mientras yo agregaba al plano los baños, la oficina de Octavio, la cocina, la entrada y rodeé todo con un círculo simulando las rejas. Me alegré al saber que Jason le había hablado de mí y quería que ayudara a deshacernos de los guardias juntos.
-Piper... -dijo en un momento la rubia dejando de lado las hojas un momento- no se lo dije a nadie porque tengo que parecer segura en el plan pero ¿y si todo falla? ¿y si no soy lo suficientemente inteligente como para prevenir algo que vaya a afectarlo todo? ¿y si nos matan por mi culpa?
Parecía tan fuerte segundos atrás que me había preguntado seriamente si no era un robot pero verla al borde le las lágrimas me hizo ver que es aun más fuerte de lo que pensaba: no te hace fuerte no tener miedo, lo que te fortalece es estar hecho un manojo de nervios y paralizado por dentro y controlarlo por el bien de los demás. Además, era la chica más inteligente que conocía, a mí no se me hubiera ocurrido pensar ni la mitad de eso. Lo único que se me ocurrió en el momento fue abrazarla y prometerle que todo saldría bien.
Cuando ya tuvimos el plano armado decidimos salir de la biblioteca y hacer trabajo de campo: esto significaba que haríamos como que hablábamos mientras recorríamos todo el lugar estando atentas a puntos débiles de vigilancia y estudiando la conducta de los diez guardias de Octavio. Además debíamos conseguirle un arma a Percy, no podría luchar con una lapicera.
Nos dedicamos a observar a nuestro primer objetivo: Albin, no fue difícil para Annabeth saber que este no sería un peligro para Percy, el chico se manejaba muy bien junto con los otros diez pero al sacarlo de su zona de confort no era nada, hablando con otro Atenea nos contó que hasta Leo Valdez (quien supuestamente era un enclenque) le había pateado el culo en la arena. Me sorprendí que un cerebrito usara palabras como "culo" y seguimos investigando.
Ciro, el segundo guardaespaldas, parecía no tener ninguna debilidad... hasta que lo seguimos a la cocina:
El chico era alto y algo delgado pero musculoso al mismo tiempo, estaba charlando tranquilamente con otro chico cuando una de las cocineras prendió una de las estufas del horno. Pegó el mayor salto que vi.
-¿Estas bien? -le preguntó la chica riendo.
-Yo... voy a esperar afuera.
Miré a Annabeth esperando una confirmación sobre si lo que vi contaba y ella efectivamente asintió y lo anotó discretamente en su libreta.
Pablo era el tercero, este tenía una y solo una debilidad; las mujeres. Era horriblemente grande: medía al menos 1,90, ancho y con cara de pervertido. Intentaba meterle mano a cada chica que veía y esto lo desconcentraba bastante.
-Se me acaba de ocurrir algo. -dijo Annie y lo anotó en otra hoja, levanté una ceja y ella rió- Bueno, ya que no vas a verlo...
Annabeth se acercó a mí y de nuevo me sorprendí de la imaginación de los Atenea, la cual no era exactamente pura.
Javier usaba lentes y no sería complicado para Percy sacárselos. Otro menos.
-Son casi las nueve, mejor vamos a comer. -le dije a mi nueva amiga al momento en que mi estómago rugió.
-Mejor vayamos antes de que se acabe todo.
Al llegar al comedor vimos a Percy sentado solo en la mesa Poseidon. Jugaba con su tenedor y... ¿que era eso que comía? supongo que pastel de papa pero no estoy segura, esta cocina era lo peor.
-Hora del show. -me dijo al oído Annie y se acercó a Percy con una sonrisa. La seguí pero una vez que estuvo frente a él me aparté un poco.- Perce ¿cómo estas?
El chico sonrió, se levantó de la mesa y la envolvió en una abrazo.
-Mejor ahora que te veo.
Volteé disimuladamente a la mesa de Octavio y todos allí veían la escena. El plan iba a la perfección.
-Mejor terminamos esto en tu cuarto. -le dijo algo más bajo en el oído mientras se acercaba demasiado a él y juntaban sus caderas. En ese momento no estuve muy segura de que Percy fingiera sonrojarse. ¡No! efectivamente no estaba fingiendo ya que cuando mi amiga se apartó un bulto se llegó a distinguir en sus pantalones.- ¡Te quiero! -gritó ella una vez que volvió a mi lado.- ¿lo hice bien? ¿fue mucho? ¿crees que nadie se lo tragó?
Miré a Percy tapándose la cara mientras comía y disimuladamente a Octavio quien estrechaba los ojos como estudiando la situación.
-Definitivamente estuviste magnífica.
(...)
Luego de comer pasamos por la habitación de Percy y los Stolls. Al entrar Annabeth enrojeció y Percy soltó una risa nerviosa. Estos dos terminarían juntos aunque sea lo último que haga.
-Conseguimos algo. -dijo la rubia entusiasmada y se sentó en la cama de Jason que estaba hecha y bastante limpia. Mi novio es un fanático de la limpieza.
-También nosotros. -dijo feliz Connor.
-Escuchamos una charla bastante rara -comenzó a contar Travis.-, dos guardias hablaban sobre una armería así que los seguimos. Era una locura el lugar.
-Tenían al menos cincuenta dagas, mucha munición y armas, lanzas, espadas... -enumeró Connor.
-Basta hermano, enfócate. -lo reprendió el otro.
-La cosa es que sacamos una... -de debajo de sus sábanas sacó una larga espada, en la empuñadura decía Anaklumos.
-¡CONTRACORRIENTE! Volviste a mi, chiquita -dijo feliz Percy.
Annabeth la tomó de las manos del chico y leyó la palabra mientras ponía una divertida cara pensativa.
-Percy, aquí en serio dice Contracorriente en griego antiguo. El chico se encogió de hombros y mi amiga lo miraba con los ojos abiertos. Claramente no esperaba que tenga un mínimo atisbo de inteligencia.
-Cambiando de tema un momento -dije-, Octavio y todo el comedor se tragaron su actuación chicos. Ahora no deben parar. Deben dar más pistas sobre su relación pero no tan... demostrativa. Si lo hacen muy seguido se vera falso.
-¿Cual es tu idea, Pipes? -preguntó Annabeth.
-Bueno, si Percy fuera mañana a ver a Will, en un horario donde haya alguien cercano a Octavio allí para llevar el chisme de que Percy pidió condones... eso sería una pista más oculta. Tampoco es como si fuera a pararse en una mesa y gritar "ey todos, amo a Annabeth Chase, ella es mi debilidad y espero que a nadie se le ocurra utilizarla en mi contra ni nada por el estilo".
-Buena idea, Pipes. -me felicitó la rubia mientras el chico se volvía rojo.
-No, no es como si yo hubiera pensado en algún momento en gritar eso, no claro que no, sería un idiota si lo hiciera... ¿no?
La expresión de admiración que tenía Annabeth se desvaneció cuando Percy preguntó eso último.
(...)
Al volver a mi habitación mi compañera se me acercó, no sabía como se llamaba pero había aprendido a no dirigirme a ella, era bastante agresiva. Por eso cuando se me acercó cuando ninguna de nuestras otras dos compañeras estén en la habitación me asustó bastante.
-¿Piper? -asentí con los ojos algo abiertos por el susto- Soy Clarisse La Rue.
-Genial... -con cada sílaba mi voz se apagaba más.
-Sé que quizás pueda asustarte algo por, ya sabes, golpear a esa chica cuando la encontré hablando de mí, o cuando saqué a la otra de los pelos de mi cama... O las tantas cosas más pero quiero que sepas que estoy de tu lado, hablé con Grover y ya que compartimos habitación podríamos hablarnos. Puedo mandarle tus mensajes al campamento media sangre que podrían llegar a los amigos de Jason en algún momento.
Asentí y le sonreí.
-Apenas tenga algo te lo haré saber, ahora solo quiero una cosa...
-Habla. -su tono era bastante agresivo, incluso para una charla secreta y bastante amigable.
-Necesito una lista de gente con la que podemos contar, por escrito, para Annabeth y una manera de llegar a las armas. Creo que sos una Ares así que supongo que tienes pase libre para las armas como los Atenea lo tienen para la secretaría administrativa.
La chica asintió y yo volteé para irme a mi cama pero me detuvo.
-Cuando todo esto termine... necesito que me prometas algo.
-¿Si?
-Hay... hay un chico.
-¿Encerrado? ¿Lo están torturando? ¿Desaparecido? ¿Muerto?
-¿Que? no. Es uno de los nuestros solo que digamos que a veces puedo ser algo tosca para hablarle ¿quien lo diría no?
-Si... Brutal, giro inesperado. Nadie podría hacerlo dicho.
-Bueno y... quería pedirte... ya sabes, mmm.
-¿Querías mi consejo? -dije con un tono agudo más entusiasmada de lo que quería que sonase.
-¿Es mucho pedir?
La abracé cosa que la sorprendió pero a los pocos momentos ya me lo devolvía. Las dos chicas que compartían habitación con nosotras entraron y se sorprendieron por la escena. Agarré las manos de Clarisse y la senté en mi cama. Esa noche me la pasé dando consejos hasta por lo menos las doce de la noche.
(...)
La mañana siguiente, Annabeth y yo volvimos a espiar a los siguientes "gigantes" como decidió llamarlos ella. Me contó sobre la gigantomaquia de la mitología griega y como estos chicos se parecían a ellos. El problema era que para vencerlos debía pelear un dios y un semidios juntos, cosa que por alguna razón le daba mala espina a Annie. Decía que Percy iba a necesitar a alguien más a parte de él.
Comenzamos espiando a un tal Esteban que se ponía nervioso en los lugares cerrados.
-¡Claustrofobia! -exclamó Annabeth.- Esto es más complicado. La arena es un lugar abierto.
-Quizás no sea necesario que lo venza con su mayor debilidad -le dije intentando tranquilizarla-, quizás sea algo lento y él pueda vencerlo sin necesidad de usar eso en su contra.
-Si... quizás tengas razón...
Continuamos con nuestra labor y vigilando a Hipólito nos dimos cuenta de que si bien era el más alto y corpulento era muy lento. Percy era delgado y bastante ágil, debería usar eso a su favor. Erick era un Atenea, cada vez que no estaba evitando un disturbio se encontraba practicando movimientos con su espada, según Annabeth eran movimientos controlados y bastante conocidos por lo que anotó un garabato extraño al lado de su nombre.
-¿Eso que significa? -le pregunté.
-Es un código para entenderme a mí misma.
-¿Y significa...?
-Un garabato no es algo que pienso antes de dibujarlo, lo mismo debe hacer Percy, ser impredecible. Hacer movimientos extraños para despistarlo.
Damián era muy confiado de sí mismo, su orgullo sería su perdición según la chica aunque no tenía idea de en que servía saber eso, además era completamente sanguinario, tanto que en vez de manejar un arma como todos le gustaba llevar un palo rodeado de alambre de puas. Por suerte nunca lo había visto golpear a nadie con eso.
Mauro era el desorden del grupo, lo habíamos seguido por cinco horas y lo único que había hecho constantemente era joderle el día a un pobre chico que iba escondiéndose de él de todas las maneras posibles. Siempre lo encontraba.
-¡Dioses que tonta soy! -dijo Annabeth.
-Entonces yo lo soy el doble porque aun no entiendo cual es su debilidad.
-No tiene una debilidad.
-No entiendo por qué estas tan feliz de que un enemigo no tenga debilidad.
-El chico se dedica a romper los planes de todos, para mí no tiene una debilidad Pipes, porque yo me dedico a planear. Estuve planando como Percy debe enfrentarse a todos pero este chico no puede ser vencido por un plan mío, este chico debe ser vencido por la espontaneidad de su oponente y gracias a los dioses el chico es un desastre ideando planes.
Sin entender ni una palabra Annie hizo una raya al lado del nombre del chico y continuamos.
-Queda un último. -dije feliz.
-Una. -me corrigió ella y yo alcé una ceja- Sí, raro que Octavio mantenga a una chica como su guardaespaldas pero así es, se llama Elisa.
-¿Percy va a tener que golpear a una chica?
-Es por eso por lo que me preocupo, es decir, sé que él lo haría si eso significa sacarnos de aquí pero no creo que esta chica sea tan mala combatiendo como él pensará. Además, los hombres suelen ser machistas y por el "no puedo golpear a una chica" va a echarlo todo a perder.
-Entonces... ¿cual es el plan?
-El plan es que debo entrar a la arena. De alguna manera. Debe haber alguien acompañándolo.
Asentí no muy confiada y terminamos con el estudio.
E•X•T•R•A
Percy:
Piper había dicho que podía darle una carta con un mensaje para el campamento media sangre, solo debía escribirlo y dárselo disimuladamente para que ella se lo de a su compañera de cuarto, así que allí estaba yo: sentado en mi cama con una hoja de papel que le pedí a Malcolm y una lapicera azul, sabía exactamente qué quería decirle a mis padres pero ya había borrado todo un renglón al ser ilegible lo que intentaba escribir.
Estaba completamente frustrado, odiaba mi condición más que nada en el mundo, nunca podría ser suficientemente bueno, solo era un estupido chico de dieciséis años con dislexia, apenas si hablo bien.
Cerré los ojos con frustración y llevé mis manos a mi rostro, no iba a llorar, desde los doce años que no lloraba por mi retraso, sabía que no podía ser tan estupido: había avanzado tanto a la hora de aprender que decidieron moverme del colegio "para niños especiales" y llevarme a uno normal. De todas formas reprobaba hasta el recreo, había oído incontables veces a mis padres discutir sobre si volverían a mandarme al colegio anterior. Claramente nunca llegaron a hacerlo ya que se desató el infierno antes, y gracias a los dioses porque los había oído llegar a un acuerdo: iba a volver a la escuela para tontos.
Pensar en lo idiota que era hizo que me llegaran lágrimas a los ojos, estás picaban pero aún así no iba a soltarlas.
Volví a mirar el papel con mi visión borrosa deseando poder expresarme libremente en él. Miré mis muñecas en las que tenía pequeñas cicatrices, no iba a hacerlo más, se lo había prometido a mamá, pero aún así la idea estaba: iba a castigarme por ser un inútil.
¿Todo el mundo sentirá lo mismo? ¿Todo el mundo se sentirá siempre un bueno para nada? Mi padre es el gran Poseidon Jackson, ganador de grandes trofeos de natación, profesor en una de las academias más importantes y con un sentido del humor que haría llorar de la risa hasta a el más serio, en un día de playa había conocido a la dulce Sally Jackson ¿curioso que dos personas compartan apellido sin ser nada? En realidad es bastante común, eso fue lo que les llamó la atención el uno del otro en un principio. Pero al seguir conociéndose se dieron cuenta de que era mucho más que eso. Mi madre siempre fue dulce, valiente, haría cualquier cosa por los que ama... y así lo hizo. Ambos intentaron darme una vida decente, siempre tuve todo lo que necesitaba pero aún así vivir en la sombra de su grandeza me partía el alma.
De nuevo aquí estaba: sentado en la cama de arriba con la espalda pegada a la pared.
Llevé mis rodillas a mi pecho y me abracé. Imaginé el calor de mi madre alrededor intentando que todo mi dolor se fuera. Y en serio que debo ser un idiota porque podría jurar que sentí un cuerpo pegado el mío.
-Ma, lo siento... no puedo escribirles, ya sé lo que vas a decir: tranquilo, haz lo que puedas pero no puedo hacer simplemente nada.
-Percy... -dijo una voz juguetona.
-Soy un inútil. -tarde me di cuenta que esa voz no era la de mi madre.
Delante mío había una chica desgraciadamente muy conocida para mí. Quione estaba allí, su pelo teñido raspaba mi cuello.
-Hola héroe. ¿De nuevo llorando?
-Por favor, déjame en paz. -le supliqué entre sollozos.
-Sígueme, ya sabes lo que quiero. -demandó y tiró de mí para que baje de la cama. Me llevó por varios pasillos, ya sabía que iríamos a su habitación pero el trayecto era una pesadilla. ¿Fui un tonto al pensar hace mucho tiempo que ella me haría sentir bien? Muy. La había seguido cuando apenas llegamos aquí, había pensado que si fingía que la quería conseguiría escapar... el único engañado fui yo. Quione había averiguado mis planes y dio vuelta el juego, ahora yo estaba atado a ella.
Entramos en su cuarto y como siempre ni se molestó en poner seguro a la puerta, a veces ni siquiera se molestaba en cerrarla, me clavaba las uñas y decía que grite su nombre, solo para quedarse ella como una diosa y yo como un simple objeto sexual.
Esto me hacía sentirme más inútil, Jason no mencionada nada sobre esto como yo no mencionaba lo que hacía con Drew. Preferíamos evitar pensar en esos momentos.
Me tiró en la cama y mordió mis labios haciendo que soltara un grito del dolor. El sabor agrio de la sangre llenó mi boca y ella sonrió junto a mis labios para seguir en lo suyo. Me sacó mi camisa mientras yo solo lloraba.
Dioses, me sentía tan sucio. En el mundo anterior siempre escuchaba a la madre de Jason discutiendo con Thalía sobre por qué a su hermano le daba más libertad a la hora de salir, ella le respondía que a él podrían pasarle menos cosas que a ella, que por desgracia vivíamos en un mundo machista. Ahora estaba al revés.
Estas mujeres nos usaban, eramos sus prostitutos y nadie podía salvarme. Solo llorar y cuando todo terminara fregarme fuerte el cuerpo con la esponja.
De un momento al otro sus manos me abandonaron y no sentí su cuerpo sobre el mío seguido de un fuerte golpe, pero no en mí.
Me senté en la cama y busqué mi remera para taparme, sabía que ella me había dejado chupones en el pecho, siempre lo hacía y yo los odiaba. Me avergonzaba que quien sea que haya venido a salvarme me vea contaminado por alguien como Quione.
En el suelo había dos figuras: una semidesnuda que era obviamente la de pelo blanco y una cabellera rubia. Estaba de espaldas a mí así que no podía asegurar quien era, pero tenía una idea... una loca y descabellada idea de quien podía ser mi salvadora.
Luego de varios golpes Quione se desmayó y la cabellera rubia giró dejando al descubierto su cara: unos ojos grises me miraron preocupados y con las mejillas rojas por el esfuerzo.
-Annabeth ¿Qué...
Pero ella me abrazó así que le correspondí callado.
-Estaba yendo a tu celda, quería mostrarte lo que descubrí sobre los guardias pero... pero escuché...
Entonces comencé a llorar.
-Ella... ella me...
-shhh, hay que irnos de aquí. -me cortó a lo que asentí- ¿Alguien te vio entrar aquí? -fruncí el ceño, no entendía por qué preguntaba eso ¿será para no humillarme más a mí mismo?-¡Responde!
-No...
-Bien, espera afuera. -no sabía por qué lo dijo pero la obedecí, era lo menos que podía hacer. Luego de unos segundos salió con algo de sangre en sus manos.
Podía imaginarme qué decisión tomó.
Una vez en mi celda me senté en el suelo y ella me imitó a una distancia prudente.
-¿Quieres hablar sobre esto? -yo negué- ok... entonces ¿quieres estar solo? -volví a negar.
-Tengo que pedirte un favor.-Fui hasta mi cama y le entregué la lapicera y el papel.- Quisiera que me ayudaras a escribir. -ella frunció el ceño- Tengo dislexia. -aclaré, no me gustaba decirlo, salían cargadas de veneno esas dos palabras, levanté mi rostro pensando que observaría pena pero ella tenía una sonrisa cálida.
-Entonces dime, ¿que quieres escribir?
Suspiré y me relajé.
"Papá y mamá:
Espero no haberlos decepcionado la última vez que nos vimos, espero que no estén enojados conmigo por elegir su vida por sobre la mía. Porque yo no me arrepiento. Perdón si me esperaron despiertos todas estas noches, deseando que cruzara sano y salvo las puertas del campamento que por lo que tengo entendido los rescató del río. De todas formas aún estoy sano y salvo, y aunque tomé el camino que ustedes no hubieran elegido para mí voy a apostar mi vida en ustedes. Una y otra vez. Cuando peleé contra la guardia de Octavio confío en que los refuerzos llegarán para salvarme y confío plenamente porque sé que ustedes estarán detrás de eso para que nada salga mal y logre vivir.
~Percy."
Annabeth me entregó el papel y yo lo doblé para guardarlo en mi bolsillo.
-¿Sano y salvo? -dijo en un tono frío.
-No voy a decirles lo que pasó, no puedo.
-Percy te violaron, ¿te das cuenta de eso?
Y me rompí.
Nadie lo había dicho así, en este año nunca usamos la palabra con V para estas situaciones, pero eso es lo que eran, Annabeth la había matado porque Quione era una violadora. Quería ser como ella, quería ser inteligente, ingenioso, valiente, fuerte, útil. Ella además de todo eso era hermosa, sus ojos grises la hacían parecer una chica peligrosa y calculadora, su cabello le daba un toque femenino, su expresión infundía respeto y sus acciones la hacían la chica más... no había una palabra, era la chica más más del mundo. Y yo quería ser como ella. Esta vez pensar en que soy un inútil no me hizo querer llorar, me hizo querer mejorar y todo por esa aura de grandeza que la rodeaba.
-Lo siento, yo no quería decirlo así pero me da impotencia. -dijo suspirando- Lo siento, siento mucho lo que pasaste aquí pero quiero que sepas que te admiro. -¿Qué? no hay manera que ella me admire a mí, es decir ¿Qué podría admirar? - Pasaste por mucho solo, diste tu vida a cambio de salvar a tus padres, soportaste la humillación y la violación constantemente. Aun así no permitiste que esto te derrumbara e intentaste escapar de aquí multiples veces y aceptaste miles de castigos. Percy eres lo más parecido a un héroe que vi.
Cerré mis ojos y me permití creerle.
Si ella creía que era un héroe entonces debía serlo. Annabeth Chase no podía equivocarse.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top