48. ORESTES
En las tragedias griegas, la sangre se paga con sangre, es un circulo que parece no tener fin. Orestes, fue uno de los pocos -si no fue el único- capaz de librarse del castigo divino.
(El de el gif es Travis, lo siento. Y si, la rubia es Miranda)
En mis oídos sólo sentía el pitido que dejó la explosión, mi visión me jugaba malas pasadas ya que de a momentos se iluminaba de los colores más hermosos y luego se volvía a oscurecer. Me sentía borracho pero a diferencia de la borrachera normal, esta me dejaba sentir perfectamente el dolor que albergaba mi cuerpo. Cada célula dentro mío me ordenaba seguir tirado en ese lugar, con mi cara apoyada en el pasto y con un rango de visión de solamente más raíces del árbol más cercano.
¿Que era lo que estaba haciendo allí? No lo recordaba y no quisiera... oh, no. ¿Conocen esa sensación en la cual saben que no quieren recordar algo pero al recordar que no quieren recordar, su cuerpo lo recuerda automáticamente? Bueno, bien hecho yo, recordé perfectamente que hago tirado en el suelo y que tan necesario es que me levante ahora mismo.
Apoyé mis manos en el suelo, y con mucho esfuerzo logré arrodillarme. Eso tuvo otra dosis de dolor en mi cuerpo pero ¿que importaba para este punto? Mi cabello rubio estaba bastante largo, tanto que el flequillo ya me estaba impidiendo la visión. Gruñí mientras intentaba concentrarme en algo. ¿Que eran esas luces que pasaban momentáneamente para iluminar el bosque y confundirme más?
Miré al cielo y me encontré con unos hermosos fuegos artificiales: algunos violáceos, otros amarillos, otros plateados. Podían simular estrellas que habían salido antes de tiempo, que no pudieron esperar a que anochezca definitivamente.
Nico. Debía hallar a Nico Di Angelo.
Mi búsqueda fue algo corta ya que a menos de tres metros, el cuerpo de mi novio estaba tirado, también parecía no querer volver en si mismo. Y no lo culpo, la idea de paz, aunque sea un mínimo momento, soñaba demasiado tentadora. Me arrastré hacia él y lo puso boca arriba, sus ojos estaban cerrados pero su pecho subía y bajaba atropelladamente, igual de desbocado que el mío.
-Nico, debemos... debemos irnos. Despierta, por favor. -sonaba como una súplica pero había sido la única voz que me había salido.
-Will... -suspiró mientras abría sus ojos, no mucho, aún los tenía algo achinados a causa de la fatiga pero al menos aún estaba vivo- me duele, aquí.
Nico tomó una de mis manos entre las suyas y me guió hasta su costilla derecha. Efectivamente, en su remera había un hoyo y una roca se había clavado allí, no parecía nada preocupante, pero si no llegábamos al campamento y desinfectaba la herida no sabía cuánto podría durar.
-Nico, debo sacarte eso de ahí, va a doler pero lo más importante es que tengo que vendarlo rápidamente ¿okey? Así que voy a -levanté cuidadosamente su remera hasta dejarla a la altura de su pecho- hacer esto. Ahora, cuenta conmigo. Uno...
-Uno.
-Dos... -mis manos se acercaban a la roca que sobresalía.
-Dos. -Nico cerró los ojos al decirlo.
-¡tres! -arranqué lo más rápidamente la piedra, la cual, era bastante filosa en la parte que tenía dentro de su cuerpo.
Nico se tragó su grito, al parecer dolió menos de lo esperado, además era bastante redonda por lo que no había hecho un gran daño. De todas formas me apresuré a vendarlo con la bufanda que aún tenía en su mochila.
Una vez más calmados, y ayudándonos mutuamente, nos pusimos en pie. Pasé un brazo por su torso y Nico se aferró a mi cuello. Nada debería volver a separarnos, eso era algo que nunca más permitiría.
-Percy... -le dijo el pelinegro señalando hacia un lugar a un lado de nosotros, oculto entre la maleza.
Con paso para nada firme nos acercamos allí, y prácticamente nos zambullimos al suelo. Percy Jackson estaba cubriendo nuevamente con su cuerpo a Annabeth, ella estaba sobre él mientras esté la abrazaba evitando que cualquier golpe la molestara. Aún así, la rubia estaba inconsciente.
-Percy, ¿estas bien?
-Supongo, voy a tener que cargarla, ¿podrían llevar mi mochila?
-Claro. -tomé su bolso antes que Nico pudiese oponerse, y Percy levantó a Annabeth.
-¿hacia donde vamos? -y esa era una muy buena pregunta ya que era la rubia quien seguramente tendría la respuesta. Me concentré en buscar cualquier indicio que nos ayudase a ubicarnos pero todo a nuestro alrededor eran árboles iguales.
-Creo que sé por donde ir. -dijo Nico, aunque ni siquiera él estaba muy convencido- Si salimos por el lado de Hazel, si seguimos por la derecha encontraremos el río donde te metiste, Percy. A partir de allí podremos seguirlo hasta que me ubique.
-¿y cuando será eso? -preguntó el ojiverde.
-Mientras te sacaba, dejé una buena marca en el suelo. Si la veo, sabré a donde ir.
Percy y yo nos miramos un momento, no era el mejor plan pero había que movernos, no podíamos quedarnos en el bosque mucho tiempo.
•~~~•~~~•
¿Era este dolor completamente necesario? No es que no lo hubiese visto venir y sé que la saqué bastante barata pero aún así... ¡auch!
Estaba seguro de que me pierna estaba quebrada, y por un momento, pensé que, cuando todos volviéramos, el campamento tendrá el mayor número de quebrados que nunca se vio.
Los fuegos artificiales eran explosiones distantes y me felicité a mí mismo por esa agradable sorpresa aunque me había imaginado a mí mismo mirándolos en el cielo abrazado a Calipso. Debía encontrarla, en todo este desastre, en toda esta matanza, intentando ignorar los sollozos, los gritos de dolor y las maldiciones pronunciadas, debía llegar hasta ella.
-¡AAAH! -grité desgarrando mi garganta, esto no podía estar bien, mi pie... mi pie no estaba donde debería estar. Mi pie estaba en el suelo, lo reconocí por mi zapatilla, pero... pero... pero él pertenecía a mi pierna, debía estar sujeto a todo mi cuerpo. No, no, no, no- ¡AAAAAH! ¡NOOOOOO!
No había otro tipo de pensamiento, ni siquiera dolor, lo cual debería ser lo lógico pero... ¿Como?
Claro, no podía salir ileso de esa caída, Festus había aterrizado sobre mi pie, dejándolo a varios metros de distancia.
Quizás luego me sentiría agradecido de que haya sido mi pie y no me cabeza pero, sin embargo, no podía pensarlo así. Todo pensamiento me había abandonado y solo era un grito constante, miraba como la sangre brotaba de mi pierna, concretamente de mi tobillo.
-¡NOOOO, MIERDA, NO! -Una desesperación inimaginable me estaba agarrando, nunca me había sentido así, como si estuviese completamente roto. Quizás anteriormente haya estado mal, de hecho, ni siquiera podría recordar cuando estuve bien, pero esto era diferente- ¡AAAAAAH!
Un chico llegó a mí lado, no lo reconocí, pero al parecer, él sabía quién era.
-Leo, recuéstate, voy a intentar parar la hemorragia.
-¡Sal de encima mío! -le espeté, intentando empujarlo pero fallando en el intento.
-Recuéstate, es por tu propio bien. -sus palabras salían tranquilas de su boca pero sus ojos denotaban nerviosismo. Quizás sea un Apolo, pero aún así, no creo que tenga demasiada idea de lo que debía hacer, después de todo, no todos los días llegaba alguien con un miembro cortado a la enfermería.
-¡CALIIIII! -grité, si no podía buscarla, al menos ella podría encontrarme. Eso si ella no estaba... -¡AAAAAAH! -un fuerte dolor en mi pierna me sacó de mis pensamientos.
-Lo siento, debía hacerlo, es para evitar que la sangre circule por allí, aunque si realmente quiero parar la hemorragia...
No me gustó para nada su cara y no quería imaginar lo que sea que estaba pasando por su mente. Por su ceño fruncido, podía adivinar que no iba a gustarme para nada.
-Necesito a Calipso... -Ya estaba cansado, mi garganta me dolía de gritar, estaba muy seca, hace mucho que no le daba un buen trago de agua. Podía sentir el sudor juntarse en mi cara, también tenía mucho sueño, mi visión se nublaba... ¡No! Valdez, mantente despierto.
-¡ayuda! -gritó el chico sobre mi, buscando con su mirada entre la multitud que no paraba de batallar contra la muerte.
-Calipso... -imploré- por favor, ve a buscarla.
-Debería curarte antes... -intentó convencerme sin mucho ánimo el chico, era obvio que el remedio iba a ser peor que la enfermedad.
-Tráela, por favor. Luego podrías curarme.
Y dicho esto, el muchacho se levantó de donde estaba acuclillado y salió a buscar a mi novia. No estoy seguro de cuánto tiempo me quede mirando los fuegos artificiales. Era hermoso como decoraban el cielo, hacían muchos movimientos, creaban bailes tan coreografiados que me asombraban que sean solo explosiones en las alturas. Los cores eran hipnóticos, me hicieron perderme de todo por un momento.
Pero no fue el muchacho o Calipso quien me sacó de mi trance.
Reyna tomó mi cara y me obligó a enfocarme en ella. Estaba muy golpeada pero supuse que nada demasiado grave, o por lo menos, nada tan grave para detener a Reyna Avila Ramírez Arellano.
-Leo, ¿que crees qué haces? Debes mantenerte despierto, por favor. ¿Quien te dejó aquí solo? -le preguntó ella, su tono estaba muy enfadado.
-Un Apolo... fue a buscar a Cali.
-Tengo que curarte. Mira, se que va a ser difícil, pero vas a tener que resistir lo que haga. ¿Oíste?
¿La oí? Si ¿quería oírla? No, claro que no. Tenía mucho miedo: de que Calipso no apareciera, de que estuviese muerta, de que algo le haya pasado a mi hijo/hija, de lo que sea que Reyna tenía pensado hacerme. Habían muchas cosas de las cuales preocuparme. Y eso solo limitándome al aquí y al ahora.
Perdí de vista a Reyna, al parecer se había alejado para conseguir lo que necesitara o algo así. De nuevo estaba solo, los fuegos artificiales habían terminado y la noche había caído, un calor llegaba desde mi lado, seguro alguien había encendido alguna hoguera pero lo que más me preocupaba era que Calipso aún no estaba a mi lado. El Apolo de hace un rato no había vuelto, ¿que lo podría demorar tanto?
De nuevo, Reyna estaba a mi lado, junto con Lacy y un chico más a quien identifiqué como Damien. Los dos me mantenían recostado en donde estaba, como si tuviese deseos de levantarme, já, si, claro. La luz de la fogata me cegó momentáneamente, y su calor me hacía sentir la cabeza en llamas, seguro tenía fiebre o algo por el estilo, quizás por la pérdida de sangre ¿que más daba? Tampoco soy doctor, no tengo ni idea que me estaba pasando solo sé que mi cabeza quería explotar y ahora si estaba sudando la gota gorda. ¿No podíamos alejarnos un poco del fuego?
Entre Reyna y los otros me levantaron, no creo que les haya dado gran trabajo, de todos modos no peso gran cosa. En fin, todo muy extraño.
-Lo siento, Leo. Ponte esto. -Reyna se había quitado su campera y me estaba metiendo su manga en la boca. La clara señal de que esto dolería como un infierno.
-¿Que van a... ?- Ya era tarde, una vez que me pusieron la mordaza, pude sentir el dolor más horrible de mi vida. Mi pierna estaba en llamas, sentí que moriría del dolor. Quise gritar, lo intenté, pero no podía. Me removí pero me sujetaron más fuerte, Reyna hasta tuvo que sentarse en mi pierna.
Por fin, mi cuerpo no soportó más y me desmayé.
•~~~•~~~•
-No vamos a llegar, tenemos que hacer algo para detener la hemorragia. -Decía Hazel, desde la parte trasera, con ese tono mandón que había obtenido dentro del laboratorio. No me gustaba para nada la idea de parar, estábamos en el medio de la nada y ya había oscurecido. Aunque debía aceptar que el olor metálico a sangre llegaba hasta donde estaba sentado.
-¿y quien va a curarla? No hay nadie con nosotros. -respondí, acelerando a quinta, sin importarme qué estemos dentro de un maldito bosque.
-¡vas a matarnos! -se quejaba Miranda, tomándose de la manija sobre la ventanilla. Mientras, intentaba que Piper no cayera al suelo.
-No lo sé, yo podría intentarlo, traje aguja e hilo. -el tono mandón había abandonado la voz de la más joven, aún así, lo dije bastante segura.
Miré un momento a Frank, quien estaba a mi lado en el asiento de copiloto, y podía sentir como había clavado sus ojos en mí, esperando mi veredicto. Lo medité unos segundos y frené la camioneta.
-Las iluminaré con las luces delanteras, pero hagamos esto rápido.
Hazel asintió y abrió la puerta rápidamente, vi como Frank la seguía, desenfundando su arma nuevamente. Piper ahora temblaba, lo cual era lógico, la temperatura había comenzado a bajar y ella estaba sin ninguna prenda en su parte superior. Decidí que lo lógico sería bajar también. La cosa es que, una vez que toqué el suelo con mis pies, me sentí tan aliviado que necesité un momento para volver a la realidad; habíamos escapado, Gaia ya no era un problema. No habían más científicas locas persiguiendo a Nico, ni criaturas artificiales acechándonos, ni más guardias que saldrían de los árboles para practicar su puntería con nosotros. Los zombies volvían a ser el mayor problema y se sentía surrealista.
Sacudí mi cabeza y me concentré en la realidad, estaba bien soñar pero no mientras Piper corriera peligro.
-¡AAAH, DUELE! -Escuché a mi chica gritar, tan fuerte que creí que atraería a cualquier zombie en un perímetro de 100 metros. Me acerqué hasta donde la habían acostado sobre un par de camperas y vi a Hazel sentada sobre su culo para que no se moviera, tocando su espalda con su dedo. Obviamente no dentro de las heridas pero por lo qué se veía, la piel de alrededor de las cortadas comenzaba a hincharse de un color morado muy preocupante.
-Lo siento, primero tendré que desinfectar. -De una mochila que no me fijé que Frank haya tomado del maletero, sacaron alcohol y agua oxigenada. - Esto va a doler.
-¡AAAAAH! -cerré los ojos un momento, ambos líquidos producían una espuma impresionante en su espalda, mientras tanto, mi novia intentaba enterrar su cara en el suelo, se apretaba su nariz lo más posible, supongo que para infligirse otro tipo de dolor y que ese no sea tan horrendo.
-Mierda, eso es mucha espuma... -comentó Miranda- Creo que será mejor que le limpiemos la espuma y continuemos sacando.
-Estoy de acuerdo, Frank, por favor, ¿me pasas el agua?
El chico sin dudar, corrió hasta adentro de la camioneta y volvió con una botella que estaba por la mitad.
Repitieron el proceso, esta vez, la paciente no se quejó casi nada, sólo unas cara de sufrimiento bastante disimuladas. Fue entonces cuando abrió los ojos un segundo y se enfocó en mí. Dijo algo entre dientes pero no alcancé a entenderla verbalmente, aún así, sabía que me estaba pidiendo apoyo. Me tiré en el pasto, Miranda entendió que ella debería hacer guardia, así que se fue dejándome más lugar.
El brazo de Piper estaba extendido en el suelo por lo que aproveché para tomar su mano y sonreírle intentando darle ánimos.
-Llegó el momento difícil, -comenzó Hazel, pero unas luces la interrumpieron. Nos asombramos todos un momento, pero no nos preocupamos, eran otras de nuestras 4x4 donde claramente vendrían nuestros amigos.
Varios pararon a un lado de la ruta excepto por un par que siguieron a toda máquina hacia el campamento. Por lo qué pude ver desde donde estaban eran más de tres.
Thalia llegó preocupada, trotaba hacia nosotros con su enorme arma en sus manos y estaba bastante lastimada.
-¿Qué pasó? -exigió saber.
-Cristales cayeron sobre Piper y le abrieron la espalda, Hazel iba a cocerla. -explicó Miranda fugazmente, aunque mi hermana mantenía sus ojos en mí.
-Deberían ir al campamento, hay muchos heridos. -explicó ella, varios otros chicos comenzaban a amo tonarse a nuestro alrededor y me levanté solo para cubrir a mi novia de la multitud.
-No estábamos seguros de si hubiese podido llegar, estaba perdiendo mucha sang... -Pero Miranda fue interrumpida.
-¡HAAAAZEL! -gritó Piper, asustándome y apretando mi mano como si no hubiese un mañana. Obviamente todos dirigimos nuestra atención a ellas. -¡AAH! ¡NO! Duele...
Hazel no le daba tregua, a pesar de sus pequeños saltos, la chica seguía pasando su hilo a través de su piel, uniéndola lo mejor posible, cerrando las carnes, esperando que pronto puedan curarse.
-¡NO HAY NADA QUE VER AQUÍ! -gritó mi hermana, lanzándome una última mirada de apoyo y llevándose a todos los demás. Gritaba órdenes como que su camioneta se quedaría para vigilar, que los demás deberían seguir camino.
Y por fin, luego de varios minutos, Piper ya tenía su herida cerrada. Hazel le echó nuevamente agua oxigenada y la cubrió con una venda aceptablemente limpia. Aún así, mi novia estaba muy débil y su piel de gallina era señal de que estaba también muerta de frío.
Thalia me ayudó a vestirla, Frank volvió a la camioneta algo avergonzado de siquiera pensar en verle los pechos a mi chica y felicitó a Hazel con un dulce beso por su actuación durante el día. Mi hermana había pasado las piernas a cada lado de su cadera, para que mi novia pudiese apoyarse en su pecho y mantenerse sentada. Le pasé una remera, un suéter y una campera (que Miranda fue tan amable de alcanzarme) con sumo cuidado, no quería tocarla demasiado por miedo a que le doliera lo más mínimo, mi hermosa Piper ya había sufrido lo suficiente.
Mientras yo miraba de reojo su cara pálida, sudada y cansada ella abrió nuevamente sus ojos caleidoscopicos, y logró formar una leve sonrisa de lado.
-¿te parezco gracioso? -intenté alivianar el ambiente y cuando hube finalizado le di un corto beso en sus labios.
-Te amo, Jason.
Thalia se rió de nosotros y rodó los ojos. Yo pasé las manos de Piper por mi cuello, deposité suavemente su frente en mi cuello y levantándola por sus piernas la alcé.
-¿tienes conductor? -le preguntó mi hermana.
-Miranda lo hará, no te preocupes. -Me dio un beso en el cachete y partió hasta su propio coche al grito de "nos vemos en el campamento".
De nuevo estaba en la camioneta; Miranda ya había encendido el motor, Hazel era su copiloto y Frank simplemente miraba a la nada por la ventana. Yo tenía a Piper en brazos y esperaba que todo pudiese simplemente permanecer así para siempre.
•~~~•~~~•
El día traía consigo las puertas del campamento, estas comenzaron a abrirse, dándonos nuevamente la bienvenida, como un familiar que no ves hace un buen tiempo, o como un viejo amigo al que tienes que contarle todo lo qué pasó últimamente en tu vida.
Desde donde estaba, en el asiento trasero, solo distinguí a tres niños, la única que conocía era Sophie, quien sonreía ampliamente mostrando lo alegre que estaba de ver camionetas llegando.
El primero en bajar fue Austin, él estaba muy nervioso y solo pensábamos en lo mismo: debíamos curar el ojo de Katie, antes de que este se infectase.
-¿Lou? ¿La vieron a Lou? -preguntó Sophie.
-No está aquí, -le respondió Connor, mientras yo me alejaba con rumbo a la enfermería, cargando estilo princesa a Katie- Pero no te preocupes, hay muchas camionetas detrás, somos los primeros solo porque traemos gente herida.
¿Yo tenía alguna herida? Realmente era lo último que me importaba ahora mismo, solo quería que Katie tuviese el tratamiento que se merecía, ella debía vivir, se merecía la felicidad.
-Por favor, llévala al último consultorio. -Me explicó Austin, y yo con gusto lo obedecí, allí había una camilla y la deposité. Pensé que al irme, ella me pediría que me quedase, quizás dijera mi nombre, esperaba al menos un agradecimiento pero nada llegó, aún estaba consciente pero mantenía su único ojo cerrado igual que su boca. La miré una última vez, quizás me estaba espiando, intentando descifrar mis movimientos, adelantarse a mí pero nada. Se quedó así incluso hasta luego que Austin me pidiese amablemente que me retire y cierre la puerta.
Varios más entraron, habían un quebrado, varias heridas de balas y alguien se había clavado algo en la cadera. Todos gritaban, lloraban o se retorcían, nada que ver con Katie. Ella simplemente se había quedado estática, casi muerta.
Al salir, me encontré con mi hermano, al parecer me estaba buscando ya que no recordaba nada del lugar y no quería perderse o entrometerse.
Largué una risa pequeña y comencé a señalarle el campamento; pasamos por las cabañas, le señalé donde dormimos, le mostré sus cosas aunque no sean muchas, explicamos a todos que le habían dado aguas del Río que le borraba la memoria y volvía a conocerse con nuestros amigos. Por último decidí ir al lago, allí me senté a mirar las aguas tan tranquilas y él me imitó.
Largué un suspiro, ya era hora de tener esta charla:
-Connor, quizás tu no recuerdes... pero tienes una novia.
-¿yo?
-Si, tú. Es la hermana menor de la chica que llevé hasta la enfermería.
-¿así que la conocí gracias a ti? -preguntó confundido, yo reí nuevamente y negué- hiciste todo tu solito, la conociste, la enamoraste y lo sigues haciendo. Todos en el campamento te conocen porque están completamente enamorados. -Pude ver como una sombra entristecía su semblante. - ¿Qué pasa? Pensé que te alegraría.
-No puedo recordarla, Trav. ¿Como se llama? No, ¿sabes que? No quiero saberlo, quiero darme cuenta por mí mismo.
-¿estás seguro? Corres el riesgo de cagarla.
-Si estoy enamorado... lo sabré. ¿Y tu? ¿Que tienes con esa chica?
-La cagué con ella, hermano. Era una buena chica y simplemente la molesté demasiado, no fui bueno con ella.
-¿por qué no?
Y no lo sabía, me di cuenta de que nunca supe por qué lo hice, simplemente soy demasiado inmaduro para demostrar mis sentimientos sin cagarla. Nunca le dije realmente lo que siento por ella y de repente supe que cuando salga de la operación, o lo que sea, sería justo con ella. Se merece que me declare. Se merece poder decirme lo que quiera. Pero más que nada, se merece ser completamente feliz, y yo estoy dispuesto a hacerla feliz.
-Vamos, quizás llegó tu novia. -palmeé su espalda y lo invité a seguirme.
De pura casualidad, las otras 4x4 habían llegado. Thalia, Jason cargando a Piper, Frank, Hazel, Lou Ellen, y varios más tuvieron su merecida bienvenida, incluso por todo el campamento ya habían niños repartiendo la comida y cerca de la cocina podías ver a los más viejos ordenando el comedor.
El campamento volvía a ser nuestro hogar, y las sonrisas satisfactorias de los recién llegados demostraba lo que yo decía.
-¡CONNOR! -Un grito femenino nos interrumpió y el aludido abrió en grande los ojos viendo a la hermosa rubia correr hacia él. Estaba algo lastimada pero eso no impedía que se viera hermosa.
Mi hermano optó por quedarse estático en su lugar esperando a que la muchacha acortara completamente la distancia y lo engullera en un potente abrazo del cual yo me reí a su lado. Miranda tomó sus cachetes en entre sus manos y junto sus labios.
Se apartó a los pocos segundos, viendo incómodamente que Connor no le devolvía el beso y miraba a cualquier lado menos en su dirección.
-Connor, ¿que te pasa?
-Lo siento, por lo que sé, me borraron la memoria, aunque... creo que te conozco. Tu eres la que nos sacó de La Legión ¿no? -en vez de mirarla directamente a ella, él volteó su cara y buscó mi confirmación. Yo asentí.
-Lo siento, Miranda. Gaia le había borrado la memoria.
-Esto no fue obra de Gaia, -afirmó la rubia, alejándose un par de centímetros- Esto lo hizo ese hijo de puta de Sherman.
-¿Sherman? -preguntó confundido Connor.
-¿por qué él? O sea, ¿como? -la miré levantando una ceja pero creyéndole totalmente, si algo me había demostrado Miranda es que era digna de mi confianza.
-Era el espía.
-¿espía? -No sabía si sorprenderme o burlarme de mi hermano... opté por ambas: pasé amistosamente un brazo por sus hombros y lo acerqué más a la rubia, juntando nuestras tres caras lo más posible.
-¿esta información debe quedar entre nosotros? -pregunté con algo de burla- Bueno, lo siento pero debo irme, hay muchas tareas que hacer y seguramente Annabeth llegue pronto. Si me ve holgazaneando como ustedes me pateará el trasero.
Miranda soltó una leve risa.
-Todo el campamento debe saber por lo que pasaron Connor y mi hermana, Sherman era un traidor hijo de puta. ¿Además de la amnesia te hizo algo? -preguntó ella mirando al confundido muchacho que tenía en frente, igual de risueño y sutil que siempre, decidí alejarme para darles un tiempo a solas.
No le había mentido del todo a Miranda, en serio había mucho que hacer, los recién llegados iban hasta el comedor con tal de llenar sus panzas con algo, yo en cambio no tenía ni una pizca de hambre, solo acepté una botella de agua fresca de un niño que pasaba por ahí. El lugar se sentía vacío, aunque ya había llegado la mayoría de los sobrevivientes, al mantenerse acumulados en la enfermería o el comedor se generaba una especie de vacío. Cuando apenas había llegado, este lugar me había parecido lo más cercano al cielo; muchos chicos de mi edad, barreras anti zombies, cabañas cómodas en las que dormir y calor. El verano se había ido y el invierno estaba completamente sobre nosotros. No sería algo raro que me resfriase, apenas tenía un débil suéter.
-Hey, Trav. -Me saludó un chico de doce años, pronto tendría la edad para dejar la cabaña Hebe y venir a compartir cabaña con los Hermes.
-Joan, ¿necesitas ayuda? -su pelo marrón se alborotó cuando negó frenéticamente.
-Tranquilo, nosotros nos encargamos, ¿por qué no te tomas el día? Deberías estar comiendo o durmiendo.
-Lo siento, no estoy de humor, voy a darme una merecida ducha. -le contesté con esa idea de último momento. ¿Como no había recordado antes que apesto?
Con una corta despedida, tomé ropa y muchos abrigos y me encaminé a las duchas. Pensé que estarían llenas pero solo escuché otras pocas regaderas andando en el fondo.
El agua caliente cayendo desde mi cabeza hasta la punta de mis pies me relajaba y podía comenzar a sentir sueño. El agua salía manchada de sangre, quizás de caminante, quizás de algún guardia, quizás mía ¿quien sabe? De todas formas, el shampoo y el jabón se encargaron de dejarme limpio nuevamente.
Por mi cabeza no dejaban de pasar flashes de lo que había vivido: gente muriendo, zombies por doquier, Katie... ¿habrá salido todo bien?
Una vez que hube terminado y me vestí, salí en su búsqueda, ¿que le diría? "Hola, Katie, ¿estás bien? Bueno, a parte de tu ojo..." no, eso no. "Hola, Katie, estas hermosa hoy". Quizás sea mucho. "Hey, Gardener, ¿qué tal?". No, Katie no iba a escuchar otra cosa que no sea una disculpa, debía redimirme pero ¿ya lo había hecho?
En la puerta de la enfermería estaban Thalia y Jason Grace, los dos sentados en el pasto, cubiertos por una manta mientras hablaban.
-Travis. -Me llamó el rubio, hace mucho que no nos hablábamos, él y Percy alguna vez habían sido de mis mejores amigos y ya ni siquiera nos dirigíamos la mirada.
-Jason... Hola, ¿estás bien?
-Si, estoy esperando a ver qué dicen de Piper, ¿tu a quien ibas a ver? -¿justo ahora se te ocurre intentar volver a ser amigos? Justo cuando debía ir a declarar mis sentimientos... ¡Jason debo irme! Quería gritarle pero quizás no podríamos hablarnos de nuevo, uno nunca de perderse estas oportunidades. Y si algo me había enseñado haber sido una mierda con Katie era nunca más volver a ser un idiota.
-Quería asegurarme que Katie Gardener esté bien.
-Miranda está adentro, supongo que todo estará bien, no te preocupes. -la cicatriz en su labio hacía ver su sonrisa más personal... más suya. Nunca me di cuenta de cuánto lo había extrañado hasta que volvió a sonreírme. Sin pensarlo mucho me acerqué a él y lo abracé contra mí, tan fuerte como sea necesario para que no cayeran lagrimas por mis mejillas.
-Te extrañé mucho, amigo. Quiero seguir con esta conversación, quiero que volvamos a ser los cuatro fantásticos pero ahora, tengo que ir a declararle mi amor a la mejor chica que conocí. Sin ofender, Thalia, a ti también te quiero. -le aseguré guiñando un ojo a lo que la mayor se rió.
Sin más que decir, simplemente fui adentro, pero habían más batallas que enfrentar antes de llegar al jefe final. Acababa de salir de la habitación Miranda e iba secándose una lágrima.
-Miranda, ¿qué pasó? ¿Cómo está Katie? -le pregunté asustado, sin poder evitar envolverla en un abrazo.
-Katie está dormida, la operación salió bien, no te preocupes. -me respondió, devolviendo mi abrazo y estrechándome contra ella. Nos habíamos vuelto muy cercanos y aunque al principio se había mostrado reacia a ser mi amiga por cómo me había comportado con su hermana, ahora entendía que estaba arrepentido y supo ver más allá de eso. Esperaba que algún día pudiese llamarla cuñada.
-¿y qué te pasó a ti? ¿Donde está Connor? -No respondió rápidamente, y cuando un grupo de tres chicos pasó junto a nosotros mirándonos incómodamente, me di cuenta que no era el mejor lugar para hablar. - Ven, dejemos a Katie descansar un rato. ¿Comiste algo? -ella negó y juntos salimos con destino al comedor.
-Connor está muy confundido, ni siquiera me conoce. Quiero darle tiempo pero... pero me duele, me mira como una total desconocida.
-Pronto sabrá que te ama, Connor es inteligente y notará que sos la destinada a hacerle compañía. Ustedes se llevan muy bien. -le aseguré- Ademas... tienes una ventaja: ya lo conoces, entonces, puedes sorprenderlo con algo sencillo pero que sepas que le gustaría.
-Tienes razón, Travis. -Miranda había secado su última lágrima justo cuando entramos al comedor. El lugar estaba bastante lleno, supuse que más de la mitad del campamento estaba aquí, buscando calor y comida. Habían muchas charlas al mismo tiempo lo cual hacía casi imposible que nos escuchemos.
El menú era carne asada con ensaladas varias, había mucha más comida de la que podríamos comer, obviamente esperaban muchos más. Claro, murieron demasiadas personas. De repente, me sentí completamente afortunado de haber llegado hasta aquí, de haber conocido a gente tan interesante, de haber vivido lo que viví. Todo para defender nuestro hogar.
Nos sentamos uno junto al otro, y comimos nuestro menú en silencio, teníamos ambos mucha hambre para siquiera comentar algo. No estaba seguro sobre si la falta de comida y el cansancio me estaban nublando la credibilidad pero hubiese jurado que era lo más rico que comí en mi vida.
-Miranda... -le dije cuando terminé, ella se acomodó su pelo rubio lleno de sangre aún, detrás de su oreja- Necesito un momento con tu hermana, quiero disculparme por haber sido un imbecil.
-¿por qué no vas ahora? Yo tengo que bañarme y ver si puedo ayudar en algo, tómate tu tiempo. Y como te dije... no la cagues.
-No de nuevo. -le aseguré.
El camino a la enfermería (el cual ya había hecho varias veces el día de hoy) le pareció eterno y a la vez demasiado veloz, no pude pensar bien que decirle, y no tenía idea sobre cómo comenzar. Bien, pueden reírse de mí, pero estaba muy nervioso.
Entré a la habitación y Katie ya estaba despierta. Su único ojo, aún color verde del tono de una manzana, miraba distraídamente el techo. Su otro lado estaba vendado aunque aún así no perdía su belleza.
-Toc, toc. -dije, apenas entré, ella comenzó a sentarse y yo corrí a ayudarla. -¿como te sientes?
-Bien, Austin hizo un buen trabajo. ¿Miranda está bien?
-Si, había ido a tomar una ducha. -Katie se quedó callada, y no había pasado por desapercibido su tono tajante- Katie...
-Gracias. -me había interrumpido, con la palabra que menos esperaba que dijera- Gracias por ir a buscarme, y por traerme sana y salva.
-Katie, volvería a hacerlo, toda la vida te ayudaría si fuese por mi. Estoy enamorado de ti y me siento como un idiota por no haberme dado cuenta antes, es sólo que estaba cegado por mi temor. Siempre sentí que querer era una debilidad en este mundo pero... pero te amo. Te amo demasiado y haría cualquier cosa por ti, yo soy tu conejillo de indias, podrías usarme como quisieras porque... -mientras más hablaba más rojo me ponía, para la mitad ya ni siquiera podía mirarla al ojo, simplemente rehuía de su mirada- porque te amo, y amo la persona que quieres que sea, amaría que me enseñaras a ser eso.
-Es... es muy lindo lo que dices. -ella suspiró- Pero me heriste, Travis, no puedo simplemente olvidar eso completamente. Te redimiste, pero... no puedo amarte todavía.
-Lo sé, eres una chica hermosa, Katie. Voy a ser tu amigo, voy a demostrarte que puedo cambiar, y si te gusto...
-Claro, entiendo. Ven. -ella palmeó un lado de la cama y no pude ser más feliz que mientras me sentaba frente a ella y sostenía una de sus manos entre las mías.
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