39. ASCLEPIO
Dios de la medicina y la curación
Will estaba frente al televisor de la sala de mandos, había escalado muchísimo en cuanto a puesto, Gaia quería mantenerlo a su lado.
No se confundan, ella no confiaba en él, solo
estaba siguiendo el dicho de "mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos más cerca". Además, Solace había probado estar listo para todo, y ser muy inteligente, además de un buen médico. Había vuelto en si solo por la integridad física de Katie a la cual mantenían lejos de él.
La sala de mandos era enorme, el techo debía de estar al menos a veinte metros del piso, este era un ventanal redondo, siguiendo con la forma cilíndrica del lugar. Habían pantallas por todos lados, en la más grande, a la cual miraban Gaia, Will y todos los que no estaban operando depredadores, pasaba en vivo la destrucción del campamento.
-Dime Will, ¿que se siente saber que pronto volverás a ver a Nico? -el rubio no respondía, con la mandíbula contraída y los ojos algo achinados del enojo continuaba observando todo lo que podía. Y eso era una tarea muy difícil; en una pantalla a la izquierda veía a Reyna, en otra a Percy, en una a la derecha a Hazel y Frank, por otro lado a Quiron. Allí estaba su familia, a punto de ser destrozada. Aún así, no perdía de vista ni por un segundo a Nico: sus movimientos eran gráciles, y su mirada decidida, Will deseaba poder abrazarlo, poder tenerlo a su lado, deseaba con locura alguien con quien contar. Sin embargo se encontraba solo en ese frío y pulcro laboratorio. - ¿crees que ya sea momento de mostrarle la sorpresa?
Will ahora apartó la mirada y las lágrimas se juntaban en sus ojos, sus puños estaban cerrados con furia contenida.
-Por favor... no lo lastimes.
-Sabes muy bien lo que quiero de Di Angelo. Sabes muy bien que es diferente a los otros inmunes que no pudieron despertar.
Entonces lo obligó a mirar a la pantalla; justo enfocaron en primer plano su cara. Sus ojos marrones oscurecidos en entendimiento, su piel olivácea empalideciendo aún más si es que era posible y su boca abriéndose en sorpresa. Claro que había entendido, y eso lo había atravesado como un puñal.
Igual que a Will.
El rubio cayó de rodillas al suelo y soltándose a llorar con fuertes espasmos, la secuencia de la muerte de Cecil se repetía en su mente.
Gaia se reía mientras miraba la pantalla por lo que con mucho miedo, Will decidió mirar también. En ella, Nico estaba corriendo hacia ningún lugar en particular y ni siquiera se preocupaba por esquivar los ataques de otros depredadores.
-Al parecer ni siquiera era tan fuerte. -Will seguía en el suelo- Al igual que tú, Nico Di Angelo es otro estupido adolescente más, -en la pantalla podía verse a Nico cayendo al suelo y mirando de frente al que una vez fue Cecil- creen que el mundo puede ser salvado, creen que tienen el poder de cambiar las cosas. ¿Que saben ustedes del mundo? -el monstruo intentaba atraparlo- nada, ninguno de ustedes sabe nada del mundo. Es crudo, frío, un horrible mundo para vivir. Es por eso... -Pero Gaia no pudo terminar la oración porque varias cámaras dejaron de funcionar al unísono- ¿Que mierda...?
-Señora, tenemos un problema. -uno de los informáticos allí presentes tecleaba cosas rápidamente, al segundo en la pantalla grande se podía ver una imagen algo lejana de lo que pasaba.
-Imposible... -dijo otro hombre.
El dragón que anteriormente había sido de su propiedad ahora estaba destrozando a los depredadores. Sobre él había un chico que alzaba sus brazos en victoria.
-¿Que esperan? ¡Formen una línea! ¡Destruyanlo! -gritaba la mujer desesperada.
Will ahora se paraba de nuevo, estaba secándose las lágrimas y una pequeña sonrisa aparecía en sus labios. Sabía que no era recomendable jactarse de la victoria, menos antes de tiempo, y era por esa única razón por la cual no estaba festejándole en la cara a Gaia.
La mujer iba y venía, sus tacones resonaban en el suelo y sus gritos agudos influían miedo a sus trabajadores.
Aún así no sirvió de nada. Los campistas ya habían acabado con la mayoría.
-¡Explotenlos! -demandó la mujer.
-No... -Will sólo tuvo unos pocos segundos para intentar localizar a Nico en las tres cámaras y no sabía si era algo bueno o malo no verlo en ninguna.
Entonces los tres depredadores restantes debieron explotar ya que no quedó ni una sola cámara de vigilancia a la cual consultar.
Las cuentas de personas se quedaron en silencio delante de las pantallas apagadas durante varios segundos antes de que Gaia tirara su vaso contra el suelo.
-Estén alerta. Pronto atacarán aquí. Y si... y si defienden el laboratorio igual que como atacaron el campamento hoy... pronto todos estaremos muertos.
Con eso, sus tacones resonaron dejando el lugar una última vez.
Lou estaba en las escalinatas de su cabaña, la noche caía sobre todo el campamento como un manto estrellado, oscureciendo los alrededores, pero no se sentía tan amenazante esta vez.
Ella ya había recibido su medicación por lo que el dolor de garganta y los mareos disminuyeron casi totalmente, tenía las energías restauradas por la nueva comida que había entrado hace pocas horas en su sistema y las pastillas nutritivas.
Caminando hacia ella venía Nico Di Angelo. Su postura era extraña ya que a pesar de imponer respeto iba algo encorvado y con las manos bien guardadas en sus bolsillos resguardándose del frío. No podía entender que hacía la muchacha en las escalinatas con esos cinco horriblemente frescos grados.
-Hey, Nico. ¿Estás bien? -le preguntó, completamente tranquila, sin esperarse nada de lo que vendría luego.
-No se como decir esto Lou, es una noticia terrible la que vengo a dar.
Su sonrisa comenzaba a desaparecer y frunció el ceño.
-¿Qué pasó? ¿Que puede ser tan malo? -La chica centró su mirada en la marrón del chico, en los cuales se reflejaba una tristeza enorme.
-¿Lograste ver el depredador volador?
-De lejos, si. ¿Por qué? ¿Te mordió? ¿Te hizo algo?
-Yo lo tuve delante mío, a tan solo dos metros. Gaia podría haberme llevado, podría haberme matado si hubiese querido, pero en vez de eso me hizo mirarlo de frente. Ese depredador tenía la cabeza de Cecil.
Hubo un silencio sepulcral por unos cinco segundos durante el cual Lou solo miraba el pasto moverse con el viento en la oscuridad de la noche. Un segundo después elevó la cabeza, solo para confirmar que había escuchado bien.
No pensó en gritar, ni en negarlo, no intentó alejarse, no intentó correr, no amagó a abrazarlo. Lo único que hizo fue comenzar a llorar a mares y abrazarse a si misma.
Nico la abrazó instintivamente, no era algo que acostumbraba a hacer pero este parecía un momento muy adecuado para hacerlo.
-No puedo decir que estoy sorprendida. -dijo entre el llanto- Supe que no volvería desde esa mañana en la que te pregunté si lo habías visto. -Nico seguía abrazándola, con una mano hacia círculos en su espalda y con la otra masajeaba su cabeza- La noche anterior... por alguna razón ambos nos despedimos de manera mucho más larga y tierna. Por alguna razón... por alguna razón ya lo sabíamos.
-Lo siento mucho Lou.
-A pesar de eso, nada lo hace menos doloroso.
-No voy a soltarte por ahora, puedes llorar en mi hombro todo lo que quieras.
Lou no agregó nada, estaba muy afectada para siquiera agradecerle al chico. Continuó llorando hasta que se quedó dormida en esa escalera y Nico se encargó más tarde de depositarla en su cama.
El chico caminaba despacio por el campamento, arrastrando sus pasos hasta llegar al comedor, el cual, a esa hora y con la cantidad de gente en cama debería estar desierto y oscuro.
Se sorprendió que al entrar encontró a Kayla envuelta en mantas cerca del fuego de una parrilla, en sus manos tenía una taza con algo humeante y frente a ella en la mesa estaba Austin con algo muy diferente en su vaso. La puerta era pesada y estaba oxidada por lo que ambos se dieron cuenta de su intromisión al instante.
Kayla entrecerró los ojos y con voz rasposa llamó a su nombre, reconociéndolo.
-¿Nico?
-Lo siento, no sabía que había alguien dentro. -el chico estaba dispuesto a irse, hace unas cuantas semanas se hubiese sentido en paz con los dos hermanos Solace, también se hubiese sentido cómodo con Lou. Todo le recordaba tanto a Will, a Cecil... todo estaba tan mal.
-Espera. -la chica se paró y su hermano, el cual Nico pensaba que estaba allí para cuidarla ni siquiera amagó a ayudarla- ¿podrías quedarte? -Kayla había intentado que sonase como una invitación pero más que eso parecía que estaba pidiendo un favor al pelinegro.
Nico se quedo callado por bastante más que un segundo; tenía miedo de lo que pasaría si atravesara esa puerta. También tenía muchas dudas: ¿que hacían los dos allí? ¿Como estaba Kayla? ¿Que le pasaba a Austin? Además de que debería contarles lo de Cecil, ellos también era amigos con él y no sería justo que se quedaran sin saber el destino del pobre chico. Pero ¿podría Nico soportar compañía? Se sentía como al inicio otra vez, cuando apenas había llegado a la granja de los Zhang; vulnerable, solitario, con un peso enorme en sus hombros y nadie que esté a su lado para compartirlo.
-No quiero molestarlos... -intentó excusarse, iba a cerrar la puerta, ya se había volteado.
-Por favor, no te vayas. -la voz de Kayla sonaba rota, no solamente por su garganta que de seguro le dolía como mil infiernos, sino de otra manera, mucho más trágica; Kayla estaba rota por dentro igual que él. Igual que cualquiera que viviera en este mundo lleno de muerte.- No quiero que te vayas.
Nico volvió a enfrentarlos y sin pensarlo demasiado entró y cerró la puerta detrás de si mismo. Se acercaba con pasos lentos a la mesa, con sus manos dentro de los bolsillos de su remera de aviador la cual era la más abrigada que había encontrado y estaba feliz por ello ya que había demasiado frío.
Él se sentó a un lado de Kayla y la inspeccionó con la mirada; su frente tenía sudor, sus cachetes estaban rojos, señal de que había tenido fiebre hacia muy poco.
-¿como te sientes? -le preguntó intentando romper sus propias paredes.
-¿con respecto a la enfermedad? Mejor, gracias a los chicos que salieron a la misión ahora puedo tomar la medicación necesaria. En un par de días volveremos a estar bien, por lo menos la mayoría.
-¿los demás mejorarán en un poco más de tiempo? -Nico no sabía que había hecho una pregunta con una respuesta muy difícil de contestar. Kayla suspiró.
-¿Te preguntaste por qué algunos no tienen la enfermedad?
-Porque nos cuidamos mucho más que los que se la contagiaron. Estuve semanas usando barbijo y guantes.
-Eso no tuvo nada que ver. Estuvimos estudiándola: es una enfermedad muy extraña, primero se contagia por aire, luego, una vez que ya está en tu sistema encuentra tu punto más fuerte... y ataca allí. Donde están las mejores resistencias también están las peores debilidades. Ataca a un alelo en específico, los que no la tuvieron es porque tenían dos alelos dominantes. -Nico asentía aunque no entendía demasiado- En estas 72 horas se decidirá qué alelos resisten y cuales no.
-¿este virus lo habrá mandado Gaia?
-No, -Nico alzó las cejas- esto es solo una mutación del virus que convierte a todos en zombies aunque no lo creas.
-Dioses, ¿vendrán muchos así?
-Los virus siempre mutan, y son más fáciles de expandirse cuando hay millones de cadáveres caminando por allí. -Kayla recordó súbitamente el dolor en su garganta y se sumió en un ataque de tos horrible. Nico la ayudó golpeándola suavemente en la espalda.
-Entonces, también soy inmune a este virus. -Kayla asintió entre la tos- Lo que quiere decir que los que no se contagiaron... ¿son también inmunes?
Kayla levantó los hombros.
-Hay una... -tos, tos- gran posibilidad.
Esa fue la primera noticia que alegró a Nico ese día, al menos su hermana, Frank, Percy y Reyna eran posiblemente inmunes, eso era una excelente noticia. Comenzó a pensar en todos los inmunes del campamento, a la mayoría no los conocía pero por ejemplo se alegró de que alguien tan simpático y buena persona como Connor Stoll lo sea.
Connor Stoll, no lo había visto hacía dos días, ¿habrá sobrevivido la explosión? Comenzó a pensar ahora en todos lo que no había visto, quizás alguno de sus amigos esté muerto y él ni siquiera se había enterado. Iba a levantarse, decidido a ser útil para el campamento cuando vió la mirada de Kayla, aún no podía dejarla, podría ser útil para el campamento por la mañana, esta noche se dedicaría a cuidar de sus seres queridos. Dejaría la noticia de Cecil para el final, no quería cortar el ambiente algo relajado que se había formado entre él y la hermana menor de Will.
Hablando de hermanos...
Nico miró a Austin, tenía un vaso con un líquido transparente que había pensado que sería agua apenas había entrado pero ahora el olor a alcohol penetraba en sus fosas nasales.
Nico arrugó las cejas por la repentina confusión, si él fuese Austin y supiera que es inmune (sumado que no sabe sobre qué Cecil era el depredador volador) estaría saltando de alegría con todo lo que eso implica. En su vida, todo parecía estar mejorando: la salud de su hermana, pronto rescatarían a Will, los enfermos ya no eran un inconveniente... ¿entonces que le pasaba?
-Austin, ¿estás bien?
Con el llamado de su nombre, el chico levantó la cabeza, la cual estaba entre sus manos mirando hacia el vaso a medio terminar, Nico podía jurar que eso era Vodka.
Dijo un par de incoherencias y volvió a tomar.
-¿no debería estar cuidándote? -preguntó Nico bastante confundido.
-Estoy aquí para cuidar de él, quiero que cuando decida terminar de tomar llegue a su cama a dormir. Imagínate si además se agarra una angina, no sabemos cómo podría eso afectar al campamento y preferiría no enterarme.
-¿por qué está tomando? -preguntó en voz baja Nico, pero él muchachos de tez oscura lo chitó.
-¿por qué no en vez de preguntarle a ella no me hablas a mí de frente, Di Angelo?
Nico se sorprendió por el inesperado arrebato pero se recompuso al momento:
-Bien, entonces... ¿Por qué estás tomando, Austin?
-¿vivir en este mundo no es un buen motivo?
-Pensé que dirías que estás festejando, tal y como me dijiste a mí. -Kayla ahora estaba intrigada, Austin la había engañado y ahora podría sacarlo de mentira a verdad.
-¿festejar? ¿Te estás escuchando? ¿Que debería festejar? ¿Cuál es la ocasión? -Parece que todo el momento silencioso estaba ocultando sus verdaderas ganas de soltarse- Vamos a morir todos, no sé si hoy por una enfermedad, mañana por un zombie, en unos pocos días en la guerra o algo más adelante pero pronto moriremos. No queda nada para nosotros en este mundo. Will está muerto y pronto nosotros también. -No lo dijo enojado, no lo dijo triste. Era simplemente un hecho, todos iban a morir y él temía que no podía hacer nada para pararlo- Ví a demasiada gente morir en mis brazos: amigos, conocidos, desconocidos. Vi mucha sangre, mucha agonía, vi lo que hubiese visto Will si estuviera aquí y no puedo soportarlo. Al mismo tiempo se que él debe estar pasando por cosas mucho peores. ¿Como creen que será cuando todo esto termine? ¿Seguiremos vivos? Aunque logremos sobrevivir... ¿de que serviría? Sobrevivientes... a veces creo que es algo malo haberlo sido.
-Puedes verlo de esa forma, -comenzó Nico a lo que Austin simplemente puso mala cara, como si supiese de memoria el sermón que le daría- y es completamente válido verlo de esa forma, es entendible, todos merecemos un buen psicólogo luego de que esto termine, pero... resulta que no hay.
Algo dentro de Nico estaba cambiando, sentía algo diferente en su pecho, algo que Will le provocaba solamente pero nunca logró formar por sí mismo. Se emocionó al principio, tanto que su voz se cortó y quiso salir de allí corriendo, gritando que tenía la solución a todo.
Esperanza. Un sentimiento que le recordaba a Will, porque solo el rubio podía meterle en su pecho a fuerza de palabras dulces y besos, pero ahora lo tenía él, por si mismo. Un portador de esperanza ¿quien diría que Di Angelo sería un portador de semejante sentimiento?
-¿esto debería animarme? -preguntó Austin mirándolo extraño, tenía una cara extraña: por su cabello largo se asomaban sus ojos con un brillo diferente al de siempre, en su cara había una sonrisa de sorpresa.
-No, lo que debería animarte es el simple hecho de vivir. Cada vez que el sol sale tenemos otra oportunidad... -¿estaba creyendo eso? Si, si que lo hacía. No se desalentaría- Como tú mismo dijiste: Will está pasando por mucho y no, no será el mismo Will de siempre, si, habrá cambiado, pero él siempre hizo lo mejor por nosotros. Nosotros... nosotros debemos ser uno. Ahora lo entiendo...
-¿y si no puedo? ¿Y si también estoy roto? -preguntó Austin, tomando lo último que le quedaba.
-Entonces tendrás también tu tiempo, te ayudaremos a pasar eso. Va a llevar tiempo, muchísimo, pero allí estaremos, todos nosotros.
Kayla estaba sorprendida de que sea justamente Nico Di Angelo quien dijera esas palabras.
Así, a la luz cálida del fuego, podía ver por qué Will se había enamorado de él. Hoy no estaba viendo al chico que se viste de negro y es reservado, no estaba viendo al callado que cada tanto hace algún chiste, no está viendo al novio de su hermano. Allí, esa noche y en ese preciso instante estaba viendo de lo que realmente estaba hecho Nico Di Angelo; fortaleza, coraje, valentía, esperanza. Nico iba a rescatar a Will, iba a hacer lo que fuese necesario por él y no porque dependiera de él para ser feliz, iba a hacerlo porque lo ama y ve un futuro. Porque hay más cosas que simplemente tristeza.
Nico se imaginó a si mismo, despertando en una cabaña propia para los dos, quizás en algún punto algo más alejado dentro del bosque, de mañana, Will haciendo el desayuno para ambos, Nico solo con unos jeans abrazándolo, sintiendo el calor de su piel bronceada contra la suya, se estarían besando, apasionadamente, se estarían diciendo muy pronto todo lo que se aman.
Pronto.
Entonces Kayla y Austin supieron que seguirían a Di Angelo a donde sea, serían valientes, con tal de terminar esto pronto. Porque estaban en un Apocalipsis pero ellos son sobrevivientes, y lograrían atravesar toda esta mierda para lograr vivir al fin.
La mañana siguiente fue bastante agitada en la enfermería pero de alguna manera se sentía bien.
Todo el día hubo gente entrando y saliendo de ella, haciendo filas, acomodando lo que se había roto o ensuciado ya que entre la batalla y la pelea esta no estaba en condiciones.
En su despacho, Austin tenía otra mentalidad, se acordaba la mitad de lo que había dicho la noche anterior y de lo que tenía memoria sabía que era en parte mentira; él nunca se hubiese dado por vencido, aun así, la charla lo había revitalizado.
Enfrente suyo estaba Piper McLean, la chica se veía muchísimo mejor a la última vez que había visitado su habitación: el color había vuelto a su cara y las ojeras eran menos marcadas, no sangraba cuando caminaba y su cabeza no palpitaba tanto al hacer mínimos esfuerzos.
-No estás nada mal, en tan solo un par de días ya volverás a hacer vida normal. -le dijo el muchacho, ya que los anticuerpos ya se habían encargado de mejorar por sí mismos (y un poco de ayuda de algún que otro medicamento) el estado del cuerpo.
-Gracias Austin, no tienes idea de lo que me alegro.
La puerta se abrió y volvió a aparecer Jason Grace al cual habían mandado a la habitación de al lado a por más hojas para el registro del por ahora encargado de la enfermería.
-Bien Jason, tu turno, voy a necesitar que te levantes la remera. -le pidió Austin.
El rubio se sentó en la camilla e hizo lo que le pidió, puso un estetoscopio en la espalda. Le pidió que respirara hondo un par de veces y luego de escuchar el sonido de sus pulmones respirando normalmente sonrió y le dio su diagnóstico:
-Estás perfecto, por dos días intenta no hacer grandes esfuerzos físicos como entrenar o pelear pero haz vida normal, no quiero que te quedes encerrado en tu cabaña mucho tiempo.
-copiado. -dijo algo juguetón y le dedicó un guiño a su novia.
Con eso, pasaron los dos últimos pacientes del día:
-Percy Jackson, Annabeth Chase, ¿como se sienten? -preguntó mirando los papeles de la chica, aunque recordaba perfectamente su estado de locura de hace un día.
-Mucho mejor. -Lo dijo mirando al chico quien se puso algo colorado y sonrió como bobo, sus manos estaban entrelazadas sobre la rodilla de la rubia; si, al fin había recordado la mayoría de las cosas.
-¿y tu Percy?
-Bueno, me duele bastante la rodilla pero no creo que sea demasiado, solo vengo para que la vuelvas a limpiar.
-Lo bueno de las heridas es que si se cuidan solo dejan una pequeña marca, no hay nada en ellas que yo desconozca por suerte. Ven, recuéstate allí. -le dijo señalando la camilla a lo que el muchacho obedeció con la ayuda de Annabeth- Por otro lado, es un misterio tu enfermedad Annie, desgraciadamente no pude hacer nada por ti.
-No es problema, estoy recuperando cada momento de a poco.
-Luego quisiera que escribas sobre cómo fueron las etapas del virus y como te sentiste, solo para tenerlo en papel.
-Claro. -asintió la rubia, feliz de tener algo que hacer entre que la fiebre la dejara hacer su vida diaria.
-Bien, Percy, voy a necesitar que te saques el pantalón.
Los dos se miraron preocupados un segundo, a Austin le pareció raro, supuestamente ella había recordado todo sobre su relación.
-¿es necesario? -preguntó ella, bastante roja.
-Puedes esperar afuera, puedo hablar contigo más tarde si quieres. -accedió el chico de tez oscura.
-Yo... es que... -Percy había comenzado a tartamudear- No es eso.
Percy se desabrochó lentamente el botón de su jean que en algún momento había sido azul pero ahora tenía manchas que no se quitarían nunca sobre él. Mientras bajaba el cierre Annabeth comenzó a tocarse el pelo nerviosamente... entonces cuando dejó al descubierto su cadera Austin largó una fuerte risotada.
Por toda la línea en forma de V de su cadera habían chupones recientes.
-Bueno, me alegra saber que ya recordaste todo perfectamente.
Mientras tanto, Connor y Sherman, quienes aún estaban lejos del campamento, caminaban pacíficamente.
El primero se había dado cuenta de que el otro no era tan malo; su distancia se debía a hechos del pasado los cuales prefería no recordar, su cicatriz en la cara se la había hecho de forma muy tonta, nunca había matado a nadie, no quería robarle a su novia... todo parecía estar bien en la mente de Connor, incluso pensaba que pronto serían amigos.
-Escucho un río. -dijo Connor, Sherman le sonrió y continuaron hasta verlo.
Sus aguas eran extrañas, tenían un pigmento blanquecino ¿era eso posible? Si fuese natural National Geographic ya hubiese sacado un segmento sobre él y obviamente Connor lo hubiese leído.
Los dos se miraron sorprendidos por un segundo.
-¿Crees que se deba a contaminación? -preguntó Sherman.
-Es lo más probable. De todas formas... es una lástima que no sea normal; nos quedamos sin agua, no resistiremos mucho más.
-Lo se, pero supongo que si lo seguimos podría guiarnos a la fuente, la cual, no creo que esté igual.
Connor súbitamente recordó lo que habían hablado en la reunión en la Casa Grande; habían cuatro ríos saliendo del laboratorio de Gaia y ese era uno de ellos, podía estar seguro. El río podría adormecerlo.
-¡Hey, ¿qué haces?! -le preguntó alarmado el gemelo al otro chico cuando lo vio cargando una botella de ese líquido.
-Podría probarlo. -dijo, sin cerrar la tapa de la botella y mirando el contenido.
-No, no deberías. Este río viene de los laboratorios Gaia, es más, no vamos a seguir el río, no pienso ir de cara a qué me atrapen. -Connor había hablado rápido, estaba algo alterado, no pensó que habían caminado tanto para llegar a un lugar tan cercano a donde mantenían cautivos a sus amigos.
-¿Como sabes eso? -preguntó sorprendido Sherman.
-Thalia lo dijo, ella había sido secuestrada por Gaia pero logró escapar.
-¿Que más dijo? ¿Que más saben? -Sherman ahora también estaba apresurando las palabras. Carraspeó aclarando su garganta y sus ideas, para este punto ambos estaban alertas y conscientes del otro.
-¿para qué quieres saber? -preguntó Connor, en su mente estaba ingeniando un plan para escapar de allí, de repente, Sherman ya no parecía una idea tan prometedora de amistad.
-Porque estamos en guerra, y quiero que ganemos.
-¿el campamento?... ¿o Gaia?
-¿Como puedes creer que yo trabajo con Gaia? -Sherman puso su mejor sonrisa e intentó acercarse, el otro dio un paso hacia atrás.
El bosque detrás de Sherman se movió y de él salió un depredador. Connor se sorprendió muchísimo, nunca había visto uno desde tan cerca. Todo de esa enorme bestia te daba miedo y se preguntó si tendría esperanzas de salir de allí con vida.
Solo se había distraído un segundo, pero escuchó el seguro de una pistola quitarse. Al voltear su cabeza Sherman lo apuntaba.
-No quiero matarte, Connor. Debía traer a algún campista que no se haya contagiado del virus.
-Así que tenía razón: eres un traidor. No, no eres un traidor, eres el traidor.
Connor levantaba las manos sobre su cabeza y veía como el depredador se acercaba con sus grandes zancadas. Como no estaba atacando, el animal estaba tranquilo, como si fuese un caballo pastando.
-Nunca ganarán la guerra, además... son todos tan idiotas. El campamento no es mi bando.
-Estás cometiendo un error.
-Quizás, por ahora, solo debes abrir la boca. Te prometo que no duele.
Con una última mirada fulminante, Connor sintió el líquido correr por su garganta... sus ojos cerrándose...
A la mierda, yo soy la escritora y si quiero publicar un jueves, entonces publico un jueves
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