37. MUERTE DE AGAMENON

El rey de reyes, Agamenon, muere de una manera muy poco digna; lo apuñalan por la espalda en el baño de su castillo.

Reyna salió de la Casa Grande, allí estaba viviendo desde que la peste consumió el campamento.

Eran las ocho de la mañana y el sol recién había salido, el frío era seco y traspasaba tanto su jean bastante fino como sus múltiples abrigos en la parte superior. En su cara había un barbijo para evitar contagiarse y eso hacía que sus ojos morenos resaltaran como dos noches estrelladas.

A diferencia de siempre, habían muy pocas personas levantadas. Quiron estaba dando vueltas sobre su caballo alrededor del perímetro y Nico hacía de vigía en el árbol más alto del campamento, uno muy especial que estaba en una colina cercana. Nunca habían notado lo importante que podría ser ese árbol; alto, fuerte y con una muy buena panorámica. Un muy buen punto estratégico.

Estaba allí desde que habían llegado e inconscientemente lo contaban como un soldado que los protegería, como un nuevo dios.

Dioses. Reyna no había pensado en dioses hace mucho tiempo.

Su familia había sido una muy católica; iban a la iglesia cada domingo e intentaban ser la familia perfecta. A ella nunca le había parecido y siempre tenía discusiones con sus padres y su hermana sobre eso; "Dios no está pendiente de este mundo, él no permitiría que tantas atrocidades pasen", "no creo que lo entiendas" le respondían sus familiares, "aún eres muy pequeña para decidir en qué creer". Muy pequeña... los adultos siempre creyeron que la edad trae sabiduría, algo completamente falso.

¿Cuando uno es sabio? ¿Quien puede definirlo? El conocimiento no es lo mismo que la sabiduría, el primero no hace que seas lo segundo. En lo único que coinciden es que en ambos hay un final. Alguien toma un problema y le da una solución, punto. Reyna nunca fue así, ella no se concentraba en las respuestas sino en la misma pregunta. ¿Que es un sabio? Solo un engreído que cree saber más que el resto, actualmente, sus padres quienes creían saber todas las respuestas estaban muertos y su hija pequeña que nunca entendería el mundo era incluso más que una simple sobreviviente; era una líder.

Volvió a mirar como el sol, tan opacado por las nubes grises características de invierno, reflejaba levemente las hojas del árbol.

¿Que es un dios? Nadie lo sabe, nunca nadie vio uno. Pero lo que todos sentimos es la fe, la fe de poder apoyarte en algo más, de confiar en algo más poderoso que ti mismo. La fe mueve montañas.

Ese árbol tenía la fe de Reyna, ese árbol podría ser el Dios del nuevo mundo.

Cuando se le hizo imposible quedarse quieta mirando el horizonte comenzó a caminar hacia el lugar que estaba observando. Decidió primero pasar por el comedor y tomar un par de cosas.

El campamento se había convertido en un lugar completamente lúgubre y sin vida. Todas las cabañas estaban ocupadas por enfermos, cada una se dividía en los síntomas que presentaban y el avance del virus en sus cuerpos. Todo se mantenía en silencio, totalmente diferente a lo que pasaba tan solo una semana antes.

Recordó la cara del famoso Will Solace la primera vez que lo vio. Había entrado a la junta que estaba teniendo con Annabeth de manera torpe, recordaba el brillo en sus ojos azules cuando reconoció a Michael y como sus pecas parecían contraponerse más con su piel. Era un chico de pinturita, alguien que con solo mirarlo te compraría completamente. Se lamentó no haberlo conocido más, quizás así entendería el por qué todos hablaban de su ausencia.

En el comedor las luces estaban apagadas, solo se veía por la tenue luz que penetraba por fis pequeñas ventanas.

Allí, en una de las largas mesas estaba recostado Austin Lake. Reyna no había visto siquiera que reaccionara así que se acercó sigilosamente.

Al llegar a su lado notó que estaba dormido.

Tomó en silencio una canasta, un poco de comida y volvió a salir dejando al pobre doctor durmiendo allí.

Luego de unos minutos se encontró a si misma frente al árbol de pino más alto que había visto jamás. Una soga colgaba de una de sus ramas y no podías ver desde donde empezaba por el follaje. Ella se colgó la canasta en el brazo y comenzó su ascenso.

Fue un camino doloroso y molesto, tardó más de lo que le gustaría reconocer pero llegó a la cima. Sentado mirándola trepar estaba Nico Di Angelo, cada vez que lo veía estaba peor y no referido a su salud, sino más bien a su espíritu; sus ojeras se marcaban muchísimo, tanto que parecía muerto, su piel que seguramente había sido olivácea estaba blanca como un papel, sus ojos no reflejaban más que cansancio y su espalda estaba siempre encorvada.

-Traje comida. -festejó ella con una sonrisa un tanto incómoda, solo con eso logró sacarle una sonrisa.

-Estaba muriendo de hambre, muchas gracias.

-No hay de qué.

Reyna se acomodó a un lado de Nico y puso la cesta en el medio de ambos, sacó un sándwich para él y otro para ella y comenzaron a comer.

-¿viste algo interesante por la noche?

-¿un zombie chocándose un árbol y perdiendo la cabeza en el proceso cuenta? -respondió él levantando una ceja de manera juguetona.

-No, para nada. -Se río la muchacha, de esa forma parecía una adolescente normal.

-Entonces la respuesta es no. No hay señales de Gaia. ¿Pasó algo importante allá abajo?

-Muertes. Dos chicos más se convirtieron durante la noche.

Los ojos de Nico se cerraron con frustración.

-Deseo que Will esté aquí... -Reyna estaba preparada para responder afirmativamente cuando Nico continuó- y al mismo tiempo estoy feliz de que esté en otro lado. El se hubiese contagiado por intentar curar a todos. Es una buena persona pero a veces da demasiado de sí mismo.

-Estoy segura de que está más seguro del virus en las instalaciones de Gaia, es más, estoy segura de que ella mandó este virus para atacarnos.

-Si, yo también lo creo. -dijo entre dientes el peli negro.

-¿como es él?

-¿Humm? -preguntó confundido Nico con un pedazo de sándwich en la boca.

-Will. ¿Como es el?

La pregunta sorprendió a Nico de sobremanera, ni siquiera recordaba que Reyna nunca había hablado más de dos líneas con su novio, en su mente ya eran amigos y se llevaban extraordinariamente.

-Will es... brillante, en el sentido literal; es un rayo de Sol. Es cálido, luminoso; su sonrisa tiene el mismo efecto que el sol, te da esperanzas y una manera de empezar de cero siempre, es modesto, divertido, paciente, amable... -un nudo se formó en su garganta- Yo... lo extraño muchísimo. Mis días no son iguales, él me ayudaba a relacionarme con los demás, me divertía y sacaba una sonrisa cuando no tenía fuerzas para hacerlo. Me gustan muchísimo sus abrazos; él pasa sus brazos por alrededor de mis hombros y hace que descanse mi cabeza en la curvatura de su cuello, como todo su cuerpo siempre desprende calor me siento en casa.

-Parece un tipo genial, ya entiendo por qué están juntos.

-A veces... a veces no sé por qué permanece a mi lado. Él es el sol y yo la noche.

-Creo que estás viendo mal el panorama.

-¿ah si?

-No eres la noche Nico, tu eres la Luna. Eres brilloso a tu manera, eres completamente necesario para el campamento. Determinas muchas cosas importantes. Pronto ambos volverán a encontrarse, los eclipses ocurren.

Nico soltó el aire que no notó que estaba conteniendo.

-Necesito verlo. Ahora.

-Pronto. Lo prometo.

Él sonrió, conforme incluso con esa promesa y tomó un poco de agua para bajar el sándwich.

-¿y que me dices de ti? ¿No hay nadie especial por ahí? -le preguntó interesado, debía admitir que tenía genes de viejita chismosa de barrio.

-No hay nadie especial para mí todavía, nunca lo hubo de hecho.

-Debe ser una broma. Si fuese heterosexual claramente serias mi tipo, muchos chicos deben desearte.

-No me defino por la cantidad de chicos que pueden o no gustar de mi y realmente nunca nadie me puso primera. Quizás simplemente busco el amor por lugares que no debo.

-Yo simplemente no lo buscaba, él me encontró a mí. De hecho, él me curó a mí.

Reyna iba a responder cuando un grito desde abajo los interrumpió en su charla.

-¡Chicos! ¡Cambio de turno! -Por la voz no reconocieron al chico, al bajar notaron que era un ex-romano de unos diecinueve años.

Mientras tanto, en la sala principal de la Casa Grande, Connor Stoll estaba por salir a su turno de guardia de perímetro.

-Stoll. -llamó la atención Sherman, el nombrado, de mala gana, se volteó- ¿Puedo decirte algo?

-Claro... -Su tomó fue relajado pero su gesto inseguro, ¿desde cuando el aislado Sherman quería hablarle?

-Primero, ¿sabes si Miranda mejoró?

-Fui a visitarla ayer, seguía durmiendo, me está preocupando bastante. Según Austin parece no responder pero seguir respirando, como en un coma completamente extraño para él. ¿Algo más? Porque debo ir a hacer mi turno y de hecho ya estoy retrasado.

-Si, una cosa más... -miró a ambos lados, comprobando que en la sala no haya nadie para oírlo. Se inclinó más cerca del oído del otro chico y comenzó a susurrar- Esta noche saldré a escondidas del campamento, voy a buscar provisiones.

-¿por qué lo harías en secreto? Podríamos simplemente decirle a Reyna nuestro plan.

-¿crees que tiene tiempo para pequeños planes? Además, no solamente veremos los alrededores y buscaremos lo que sirva. También estableceremos puntos estratégicos para la guerra.

-No se nada sobre guerras, Sherman. Será mejor que lo consultes con Reyna...

-¡y dale con Reyna! ¿Es que vas a dejar que ella haga todo? ¿No estás harto de ser una maldita carga?

-¿una carga? ¿Yo? ¡Tu eres el molesto! Con tu estupida idea de heroísmo solo nos meterás en problemas y no lograremos nada.

Connor tenía un buen punto, y lo sabia e iba a defenderlo como diera lugar. Además, Sherman no le caía para nada bien, sin necesidad de que Miranda le haya dicho nada, Connor ya sospechaba que el muchacho en cuestión quería algo más que una amistad con su novia.

-¿no crees que será mejor ser útiles?

-¡y eso estoy haciendo! Hacer guardia es útil.

-Aja, claro. Ahora dime, si ves a todo un ejército de depredadores viniendo hacia aquí ¿que harás? -Connor planeaba responder pero se había quedado sin palabras- Eso creí, -Sherman le tendió su mano- ven conmigo. Podemos hacer cosas importantes.

El Stoll miró por un momento su mano con desconfianza.

-¿por qué buscarme justo a mi? Hay muchas personas en este campamento.

-Porque Miranda es una chica genial y me hizo entender que eres igual de bueno que ella. Quiero comprobarlo por mí mismo.

La mano seguía extendida y Connor la miró una última vez antes de tomarla y estrecharla.

-¿a donde vamos?

-Saldremos por un hueco detrás de la cabaña Ares.

Ambos tomaron sus armas y siguieron su camino.

Austin se despertó bastante confundido por el ruido de varias fuentes de metal cayendo.

-Mierda... -Uma voz femenina venía desde detrás de la baranda que separaba el comedor de la cocina.

-¿estás bien? ¿Necesitas ayuda? -preguntó con voz rasposa el chico.

-Gracias, estoy bien. -desde detrás del mueble salió Calipso. Su panza estaba algo más notoria y las cicatrices de la salida del campamento que habían hecho las chicas ya casi se habían cicatrizado del todo. En su cara, cubriendo su boca y su nariz había un barbijo.- ¿Quieres comer algo? Estaba preparando algo y creo que a ti también te vendría bastante bien. Estás trabajando mucho por lo que se.

Austin suspiró.

-Ni que lo digas, anoche no dormí nada. Ramona había empeorado, además de que Valentín y Guadalupe... bueno... -sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas y Calipso lo abrazó fuertemente.

-Está bien, no fue tu culpa.

-Lo se pero... ¿sabes lo frustrante que es ver que mueren personas y tú no puedes hacer nada? Si Will estuviera aquí...

-Will es un buen médico, pero ni si quiera él podría frenar lo inevitable.

-¿Que tal si se decepciona de mí cuando vuelva? O peor... ¿y si no vuelve?

Calipso tomó su mano entre las suyas por un momento.

-¿Por qué no en vez de desanimarte más y más te tomas un recreo mental de todo lo qué pasa alrededor y comes algo conmigo?

-Eso... eso suena excelente. ¿Que estabas cocinando?

Feliz de haber servido de algo, Calipso le sonrió dulcemente y regresó a su lugar detrás de la barra, donde la carne que había puesto al fuego ya daba señales de haber terminado su cocción.

Así fue como comenzaron a hablar de temas irrelevantes por más de una hora, y aunque la chica nunca lo hubiese dicho, ni siquiera una vez que él morocho se fue saludándola alegremente y ella le deseara suerte, agradecía completamente ese pequeño momento.

La vida apocalíptica es solitaria, mucho. Sin Leo a su lado se había comenzado a sentir perdida e inútil, como atrapada en una isla de soledad en la cual nadie penetraba o si lo hacía nunca regresaba.

Austin prometió ir a visitarla más tarde, y por alguna razón, su enorme sonrisa (la cual le recordó muchísimo a su mejor amigo Will Solace) le dio tranquilidad.

Ahora si, con su vientre lleno se dirigió a la Casa Grande, una vez que abrió la puerta se encontró con Reyna escuchando atentamente la radio, parecía que la conexión recién había comenzado ya que estaba preguntando cómo estaban.

-¡Perfectamente! -Calipso reconoció la voz de Leo al otro lado de la línea y sonrió, la líder aún no se había percatado de su presencia. Del otro lado de la línea se escuchó una tos bastante mala disimulada- Bueno... quizás no tan perfectamente.

-¿A que te refieres con eso?

-Percy recibió una bala en la pierna y Frank está algo molido a golpes.

-¿Que les pasó?

-Larga historia que contaremos cuando volvamos. Tengo buenas noticias; encontramos los medicamentos que pediste, incluso mucho más, hasta libros de medicina. Llegamos a un consultorio médico, uno que según Hazel es muy importante en la zona.

-¿Hazel reconoció la zona?

-Bueeeeno... estamos un poco lejos de donde empezamos...

-¿Que? ¿Por qué? ¿Como? Leo necesito hablar con Frank, él es serio realmente en esto. -antes de que la líder pueda seguir hablando Calipso tomó el control del micrófono, Reyna estaba tan sorprendida por su acto de rebeldía que simplemente se quedó quieta esperando a ver que haría.

-Me temo que no va a ser posible eso. -le estaba respondiendo el latino.

-Leo, soy Cali.

-¡Cali! Dioses, te estoy extrañando a lo grande.

-Lo se, yo también pero no es momento. Dime, ¿en cuanto estarán en el campamento?

-Si seguimos la ruta que tomamos supongo que en dos días o a lo sumo tres.

-¿no hay forma alguna de que vengan más rápido?

-Para eso nos comunicamos, estamos en el barrio Felicity Hill, necesito que me digas si hay alguna ruta que nos lleve directamente al campamento.

Reyna se puso manos a la obra y señaló con el dedo a la embarazada cuando halló lo que buscaban.

-Leo, ¿por qué ruta estaban yendo?

-La ocho.

-Wow, ¡se la rebuscaron demasiado! Si toman la autopista 54 llegarán a la granja de los Zhang en menos de diez horas, ¿sabes llegar desde allí hasta aquí?

-Si, claro.

-Perfecto, en menos de dos días nos veremos. Suerte.

-Te amo.

-Y yo a ti.

Con eso la conversación se terminó. Calipso esperó que Reyna le dijera que nunca vuelva a desafiarla de nuevo pero la chica solo le sonrió y se fue. Una sonrisa que le dejaba en claro que necesitaba ayuda.

Connor y Sherman estaban fuera, ambos con sus pistolas y dagas, listos para combatir lo que se les pusiera en frente.

Habían caminado un largo trecho en silencio, mucho más del que podría considerarse normal.

Connor estaba inquieto, pero no en el sentido que un silencio incomodo te pone, el chico desconfiaba del que estaba a su lado y un Apocalipsis no es el mejor lugar para estar acompañado de gente a la que no puedas sacarle los ojos de encima por miedo.

Después de caminar un largo trecho llegaron a una casa igual de echada abajo que todas las que estaban en el perímetro; dentro, habían carteles sobre cómo llegar al campamento desde allí por si algún explorador solitario necesitara asilo.

Los dos muchachos entraron a descansar ya que sabían que no encontrarían nada.

-Si queremos hacer algo que realmente sirva, debemos alejarnos más del campamento.

Connor no respondió, algo no olía bien aquí.

-¿no debimos llevar más cosas? Es obvio que no pasaremos la noche dentro del campamento.

-Traje todo lo necesario.

Sherman sacó su arma de repente y Connor se alejó sorprendido, buscó detrás suyo la propia pero antes de desenfundarla el moreno empezó a reír.

-Tranquilo, Stoll. Si hubiese querido matarte podría haberlo hecho un kilómetro antes.

-¿Que haces entonces?

-Juego. -Sherman desarmó fácilmente su revólver y volvió a armarlo pieza por pieza. Connor aún no podía volver a hacer que su corazón lata a un ritmo constante.

-¿Quien te enseñó a hacer eso?

-Mi padre fue militar, estaba en el ejército. Era un tipo rudo, no sé qué fue de él, cuando todo esto comenzó estaba lejos de casa. ¿El tuyo?

-Tenía una compañía de correo muy exitosa, casi nunca lo veía. Trabajaba todo el tiempo.

-¿Eras de una posición bastante acomodada no es así?

Connor soltó una risa amarga.

-Si, tienes razón. Travis y yo éramos los típicos hijos de un padre importante. Ahora ya no importa, el dinero es solo papel, lo verdaderamente importante es la vida.

-¿como era tu familia?

-Vivía con Travis, mi madre y a veces veía a papá.

-¿sabes si ambos murieron?

-No, cuando todo pasó estábamos en casa de Jason Grace.

-Nunca hubiese creído que eran amigos antes de que todo pasara.

-Yo tampoco lo creo, también lo era de Percy Jackson. Supongo que el tiempo y las circunstancias hace que la gente cambie.

De nuevo un silencio se instaló.

-Mejor vámonos, -dijo Sherman poniéndose de pie- no quiero desperdiciar horas de luz.

Los dos chicos siguieron caminando, ahora en un silencio mucho más cómodo.

Calipso caminaba por el campamento yendo a ver a sus amigas, no iba a ser una inútil más tiempo.

Reyna estaba tomando una merecida siesta en una cama de dos plazas, a su lado, Nico ya estaba por el quinto sueño.

El puesto de guardia estaba libre y algo puede verse moviéndose por el bosque.

En la camioneta, Frank está durmiendo en el asiento del copiloto, su nariz hace un ruido muy molesto. Percy está muy pálido, la bala en su pierna está siendo tratada lo mejor posible por Hazel.

Leo simplemente maneja, en su mente, los hermosos ojos de su novia no paran de iluminar su camino.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top