36. ELEOS
Dios de la misericordia
Percy estaba parado en medio del bosque. Eran algo así como las cinco de la tarde pero el sol no estaba presente; el cielo estaba gris y lloviznaba, era una del tipo molesta ya que no era suficiente lluvia para llenar tarros con agua pero si te dejaba todo empapado.
Estaba completamente agradecido de haber escuchado a Frank y, a pesar de que se les había hecho de noche, habían logrado poner todos los sonidos para que los zombies se quedaran exactamente donde querían, al menos por unos días. Hoy, con esta molesta llovizna les habría sido imposible; las tripas se hubieran lavado de sus trajes de "invisibilidad" contra muertos y quizás hubiesen sido comida.
Este día se sentía como un domingo; nostálgico y tranquilizante. Ya habían hecho su tarea y debían quedarse tan solo un día más en ese bosque lleno de gruñidos y cajas musicales para volver con sus seres queridos.
Deseaba fervientemente volver al campamento, no lo había dejado completamente en paz hace dos días. Su hermana Lily debió ser separada de sus padres que se habían enfermado, Annabeth tuvo alucinaciones por su fiebre y le gritaba que no la abandonara, que volviera, que se estaba incendiando. Recordaba con pesar como sus ojos se habían llenado de lágrimas, ella creía que él la estaba dejando.
Delante suyo, el bosque le daba algo de tranquilidad emocional. La vegetación mojada era de color verde muy oscuro. A Percy siempre le había gustado el verde menta, aunque más que nada le gustaba el azul. Azul como el cielo en un día soleado, hoy no era el caso, azul como el mar el cual no veía hacía mucho tiempo.
Tenía a Contracorriente en su cinturón, con la mano derecha tocaba la empuñadura, siempre debía estar alerta por cualquier situación que se presentara. Bajar la guardia no podía traer nada bueno nunca en sus vidas.
Detrás suyo, unos pasos que salpicaban agua en los múltiples charcos se acercaron lentamente. El chico de ojos verdes se giró para ver a Leo Valdez llegando a él con unas tuercas en sus manos, siempre que lo veía estaba jugando con estas, como se fuese un tic nervioso o ansiedad. Al igual que él tenía un piloto contra la llovizna y botas bastante altas de goma, sus rizos marrones se pegaban a su frente.
-¿Todo bien por este lado?
-Por ahora si, ¿ya armaron la tienda?
-Si, Hazel decidió cocinar así que está marchando una ardilla que se ve bastante suculenta. Yo que tú no me la perdería, compañero.
Percy dejó salir una pequeña risa, corta y sin mucha gracia pero de todas formas, la comisura izquierda de su boca se elevó. Leo era una persona amigable y eso siempre se agradecía.
-¿Frank ya terminó de hablar?
-No, aún no, hoy hizo un muy buen trabajo.
-Tu también lo hiciste, Leo. -Percy apoyó su mano en el hombro del chico y le dedicó una cálida sonrisa, tan amigable que ambos sintieron un calor subir por sus pechos. A veces, la gente solo necesita alguien en quien apoyarse.
-Realmente tuve un buen día, encontré una bicicleta. Estaba oxidada y sus ruedas echadas a perder pero las piezas me sirven.
-¿En que estás trabajando ahora?
-Nada interesante, quizás... ¿una cuna? Me gustaría que se mueva o haga cosas interesantes.
De nuevo, ahí estaban las paredes tan familiares para Leo. Las mentiras creaban un colchón que amortiguaban la realidad; simplemente no podía decirle a Percy que estaba trabajando en un dragón inteligente creado por Gaia, nadie creería que podría usarse para el bien. Porque, como siempre, la de los planes era Annabeth, el estratega Frank, el valiente Percy, el justo Jason, La líder Reyna, la diplomática Piper, Nico era el mejor combatiente, Will el médico... todos tenían un papel, todos excepto él.
-Todo saldrá bien, lo prometo. La guerra terminará pronto y resurgiremos. Tu hijo o hija tendrá una buena vida.
La voz de Percy está vez sonaba lejana. Por un segundo Leo había conseguido meterse en la conversación; realmente estar junto a Percy Jackson, ser su igual. Pero su mente hacía resurgir sus inseguridades volviendo a ponerlo mucho más abajo, donde pertenecía. Tonto de él que creyó por un momento que estaba a la altura del azabache. Él era un héroe, sus múltiples cicatrices las cuales intentaba cubrir constantemente lo evidenciaban.
Si él fuese Percy Jackson andaría en cuero por el campamento, mostrando orgullo sus cicatrices de guerra, andaría con el pecho inflado, sacándolo hacia afuera. No entendía al chico a su lado; lo tenía todo para comerse el mundo de un solo mordisco y estaba aquí a su lado mirando el bosque de manera nostálgica.
Y era obvio el por qué: Sally y Poseidón Jackson siempre le dieron todo lo mejor que pudieron, él tenía padres que lo aceptaban y querían, él pelea por su cuento de hadas, para que nadie se lo arrebate. El problema de Percy es que nunca conoció como él el verdadero sufrimiento; llorar solo en una cama que no es tuya y nunca será, la decepción en la cara de las familias adoptivas que lo habían devuelto al orfanato incontables veces alegando que no querían a un niño con problemas de aprendizaje. Percy nunca abría sentido la sensación de querer abrazar y aferrarte a alguien y no encontrar nada más que tu reflejo o tu sombra. Los golpes y las burlas.
El hambre. Leo conocía muy bien el hambre, y es por eso que esos meses con Calipso ya ni lo había afectado, era por eso que le daba su comida; Calipso no debía salir de esa burbuja de contención. Leo no quería oscurecer a Calipso como él estaba.
Y allí estaba Percy Jackson, diciéndole que le dará una buena vida a su hijo cuando nazca, le sonreía igual de suave que hace un momento pero el calor amenazaba con desaparecer.
-Chicos. -ambos voltearon a ver a Hazel, quien había llamado su atención- ¿podrían... unirse a mí? Es que, Frank está hablando y... me siento algo sola en la tienda.
Percy se alegró de tener algo para hacer y asintiendo caminó rápidamente hacia ella, Leo lo dudó un momento pero cuando la nchica le dedicó una sonrisa y extendió su mano no dudó en ir tras ellos.
Mientras comían del conejo que había preparado Hazel, Frank salió de la tienda con cara preocupada.
-¿Pasó algo? -Percy ya estaba de pie y denotaba preocupación.
-No volveremos mañana.
-¡¿Que?! -gritaron los tres al unísono.
-El campamento está muriendo, tenemos que llevar todo lo necesario para que se curen. Es necesario. Si volvemos solo nos infectaremos nosotros también y si llegamos a enfermarnos todos es obvio que Gaia ganará.
Los tres se quedaron en silencio unos segundos pero Leo reaccionó antes de que Frank pudiera tomar asiento. El elfo latino lo retuvo de pie tomándolo de los hombros:
-Partiremos ahora mismo, no pienso perder horas del día.
-Estoy contigo, si alguien más muere y nosotros estamos aquí haciendo nada no me lo perdonaría.
Los otros dos asintieron y comenzaron a levantar campamento, otra ve sus mochilas pesaban en sus espaldas y luego de media hora ya estaban en marcha otra vez.
-Entonces, déjame entender grandote, -decía Leo- ¿hay menos de cuarenta personas sanas?
-Y cada vez son menos, es un virus extraño, no es simplemente una enfermedad ya conocida. -le respondió el canadiense.
-Debe ser una mutación... -los tres miraron a Percy- ¿Que? Annabeth me habló sobre esto hace como tres meses. Dijo que le parecía raro que luego de un año de Apocalipsis nadie haya contraído alguna enfermedad terminal. Eso sería lo normal; sale un nuevo virus y ese se reproduce y evoluciona formando otro y así hasta que se crea otro completamente diferente pero igual de letal.
-Tiene lógica, -aceptó Hazel- Pero ¿que hacemos? La última vez que fui a ayudar a la enfermería nada podía contra la fiebre o los dolores. Los medicamentos normales no pueden contra esto.
-Quizás no los que teníamos, nos quedaba lo básico, quizás haya una receta en particular.
-Es por eso qué hay que ir a alguna ciudad a saquear las farmacias o lo que sea.
-Hay que informar a Reyna constantemente de lo qué pasa. -Les recordó Frank quien casi cae al suelo por tropezarse con una raíz.
-Está bien, grandote. -lo tranquilizó Leo con una sonrisa pícara que contrarrestaba sus buenas intenciones.
Frank suspiró.
-¿Entonces Jason y Piper se comprometieron definitivamente? -preguntó algo cansado.
-Si, la idea es casarse luego de la guerra, hacer un festejo y eso. Jason hasta tenía planeada una "Luna de miel" por unas semanas. -respondía Percy mientras con su espada iba podando el camino. Detrás suyo iba Hazel con brújula en mano anotando sus pasos.
-Me parece muy romántico, -Frank tragó saliva duramente por un momento creyendo que quizás esa sería alguna indirecta que debía cachar- Pero algo peligroso y exagerado, además considero que somos bastante jóvenes para eso.
La chica, tenía varias actitudes algo retrogradas. A veces parecía que estaba sacada de una máquina del tiempo o pertenecía a otra época y se había despertado aquí por accidente. Aunque no lo admitiría nunca, no confiaba demasiado en que dos mujeres dirijan todo el campamento y tampoco le gustaba demasiado la idea de una boda tan temprana, eso es algo que debía pensarse muchísimo ya que no debería haber divorcio en su cabeza.
Frank sabía que ella pensaba así, es por eso que debía siempre ser caballeroso con ella, ya que sino, no estaría del todo satisfecha con él.
En su pareja; Frank era el fuerte, el líder, y ella la bondadosa doncella detrás de él. Una dama con todas las letras. Aunque a veces, esa imagen amenazaba con destruirse; Hazel sabía que debía ser más fuerte de lo que una "dama" debería ser, sabía que estaba en un Apocalipsis y no en el siglo pasado. Hazel tenía una problemática dentro de su propia moral: o ser lo que creía correcto o ser lo correcto en estas circunstancias.
-Si crees eso de Jason y Piper no quiero imaginar qué piensas de Calipso y yo. -dijo como al pasar Leo pero fue un comentario que instaló algo de tensión.
-No me parece bien que hayan tenido un hijo así como así. -intentó decir suavemente pero sonó brusca de todos modos- Pero es completamente su decisión, algo personal en su pareja en lo cual yo no debo meterme. Además, los niños me parecen lo más adorable del mundo, espero llegar a tenerlos algún día.
Leo quería gritarle que sabía que pensaba mucho más de lo que decía pero se mantuvo callado y volvió a concentrarse en su camino, dejando algo de privacidad a la pareja.
Frank tomó la mano de Hazel.
-Los tendremos algún día; tendremos una familia. Una cabaña solo para nosotros, hijos, hasta algún perro, siempre me gustaron los animales. Luego de esta guerra todo estará bien.
Ella suspiró.
-Siempre aparecerá algo en el camino...
-Lo se, pero, escucha. Quiero una vida contigo, no importa cuanto tenga que esperarte, me casaré contigo. Estaremos juntos y afrontaremos todo lo que venga juntos.
-Los problemas siempre son mejores de a dos.
La caminata se prolongó bastante más de lo planeado, ya era de noche y decidieron trepar a un árbol para dormir algo más tranquilos.
La luz de la luna y la incomodidad del tronco le recordaba a Leo sus días perdidos con Calipso, esperaba que estuviera bien, en el campamento, segura.
Luego de asegurarse de que todos estuvieran dormidos sacó su linterna y su cuaderno. Tomó una hoja del árbol y la estrujó hasta que un líquido verde salió de ella. Mojándose el dedo tachó las partes que encontró ese día y memorizó lo que le faltaba. Su dragón feliz pronto estaría listo.
-¿Leo? -la voz sorpresiva de Hazel casi lo hace arrojar su linterna al suelo- ¿Que estás haciendo?
-Yo... solo leía, algo que anoté hace un tiempo. -le respondió en el mismo tono bajo, intentando no despertar a nadie- Lamento haberte despertado, ya apago la luz.
-No te preocupes, no había podido dormir de todas formas. -ella se levantó de donde estaba y caminando entre las ramas se sentó junto al chico- Perdón si te ofendí hoy, es simplemente que soy algo anticuada.
-Lo se. -Leo quería que la chica volviera a dormir, es mucho más difícil levantar sus paredes de noche, cuando uno es más sincero.
-Es sólo que... siento que estoy haciendo constantemente todo mal.
-¿Por qué creerías eso?
-No soy buena en nada más que cocinar, me siento débil constantemente y siempre le eche la culpa a que soy mujer pero... todas las demás son igual o más duras que ustedes. Siento que mi mundo se cae a pedazos.
-Se llama miedo, eso es lo que te mantuvo viva hasta ahora.
-Pero me domina, no quiero que lo haga.
-Solo debes declarartele al grandulón de allá y lo superarás, por suerte tus problemas se reducen a algo de inseguridad en ti misma. -Hazel no pudo ignorar el desprecio en la voz de Leo.
-¿y tu? ¿A que le tienes miedo?
-A no lograr proteger a Calipso y mi hijo.
-¿y es solo eso? Porque yo no creo que estés siendo sincero conmigo.
-No te lo tomes a personal, linda. Siempre oculto mis sentimientos.
-Eso no te hace mejor Leo, es más, embotellar tus sentimientos solo trae consecuencias.
-Ustedes no podrían entenderme, viví cosas horribles y no hablo del Apocalipsis, es triste pero creo que esto es lo mejor que me pasó en la vida.
-¿y por qué no me cuentas? -Los ojos verdes de Percy buscaron los marrones de Frank en la oscuridad, sabían que estaba mal escucharlos pero si querían vencer a Gaia debían tener todos los jugadores conectados y Leo no se abriría si sabía que ellos estaban oyéndolo.
-Mi madre murió en un accidente en su taller cuando tenía ocho, un incendio muy veloz. Una horrible manera de morir. Desde allí, me pase mi vida en casas de acogida pero tengo problemas para aprender y mi familia era pobre, mis abuelos por parte de mamá no querían saber de mí ya que me tuvo siendo madre soltera. Jamás conocí a mi papá. Decepcioné a todo aquel que apostó por mí. Tengo miedo Hazel, pero no solo de no pasar esta guerra, sino también de pasarla y decepcionar a Calipso o a mi hijo. De no ser lo suficientemente bueno para ellos.
Para este punto, Leo había empezado a llorar y Hazel lo abrazaba mientras acariciaba su espalda.
-Nadie aquí va a decepcionarse de ti ¿sabes por qué? Porque somos una familia ahora, todos nosotros somos tus hermanos, todos vamos a cuidar de ti. Y cuando pienses que no puedes más puedes apoyarte en nosotros.
-¿y qué hay de ti? Según tu mentalidad anticuada soy un marica, un débil. No soy un hombre, te acabo de decepcionar.
-Leo, hiciste más que eso. Me abriste los ojos. Gracias a ti puedo entenderlo. Llorar no te impide ser fuerte.
-¿saben cuando una persona es valiente? -uma voz gruesa los hizo girarse algo asustados, Percy se erguía en su tronco- cuando esta aterrada, ese es el único momento en el que alguien demuestra su verdadera valentía.
Los cuatro se sentaron juntos.
-Yo creía que... que nunca sería como tú, Percy.
-Y es verdad, no serás como yo, serás como tú. Ninguna es mejor que la otra.
-Si les dijera que tengo un plan... ¿que dirían? -preguntó el latino.
-Preguntaría en qué ayudarte. -le contestó Hazel.
-Entonces vamos a dormir que mañana durante la caminata tenemos mucho de lo que hablar.
[...]
A las tres de la tarde del otro día lograron comunicarse con Reyna.
-¿aún no llegaron a algún pueblo?
-Estamos siguiendo la primer ruta que encontramos, no sabemos cuanto nos falte.
-Van a tener que darse prisa, aunque lleguen al pueblo hoy mismo tardarían por lo menos cinco días caminando así de lento para volver.
-Veo que alguien se levantó de mal humor... -bromeó Leo.
-Es por esto que insisto en hablar en privado con Frank. -suspiró la chica- Bien, escuchen, hay varios problemas por este lado, en serio necesito que se den prisa.
-¿Que está pasando?
-El virus comenzó a matar, ya murieron cinco personas. Todas de maneras diferentes.
-Mierda... ¿cómo está Annabeth? ¿Y mis padres? ¿Mi hermana? ¿Nuestros amigos?
-Percy, relájate, les avisaría si algo pasara con sus seres queridos. Hasta ahora, solo murieron personas no muy unidas a nosotros.
-Eso fue completamente insensible. -soltó Hazel.
-Hago lo que puedo... -suspiró la líder- Volviendo al tema, necesito que se den prisa, corran, hagan lo que deban hacer pero vuelvan antes de tres días. Por favor. Si vienen luego... no estoy segura de que encuentren siquiera un campamento al cual regresar.
Con eso último, Reyna cortó la conexión, Los cuatro se miraron un instante para comenzar a marchar a una velocidad mayor.
-Estoy preocupado, solo espero que Cali esté bien.
-Y Annabeth, y mi familia.
-Quisiera que todos lo estén. -dijo Frank para que todos enmudecieran.
-Tengo un dragón en el campamento. -podría ser discutible si esa sería la mejor o la peor manera de romper el silencio.
-¡¿Que?! -gritó Hazel, demasiado sorprendida.
-¿un dragón? -Percy estaba claramente confundido, Frank se limitó a compartir una mirada con él.
-En el ataque... pelee contra un enorme dragón, no quería decir que lo tengo y lo estoy arreglando, es como un plan b por si no alcanzan las armas, aún no sé si cuando lo encienda no estará bajo el mando de Gaia. Si Annabeth o Reyna se enteran lo desmantelarán y seamos sinceros... no podremos ganar solos esta maldita guerra.
-Eso... yo... -Frank estaba contrariado, su sentido común sería informarle a algún superior pero la mirada brillosa del latino le impedía siquiera sugerirlo.
-Yo confío en ti. -para sorpresa de los tres fue Percy quien habló- Voy a ocultárselo a Annabeth, porque tienes razón, yo también creo que necesitamos una ayuda extra.
-Gracias.
Y por fin lo dijo en serio, el compartir el secreto fue para Leo como sacarse un enorme y molesto peso de encima.
Al fin podía confiar en alguien que no sea él mismo.
La pequeña agrupación de casas a la que llegaron estaba muy olvidada por el mundo. Aún luego de un año era extraño ver como lo que anteriormente hubiese sido cotidiano ahora está a un lado, como metido en el cajón de los recuerdos aunque lo tengan delante suyo.
-¿Nos separamos? -preguntó Percy.
-Va a ser lo más rápido, de todas formas no se vayan muy lejos y nos encontramos de nuevo justo aquí. -mandó Frank y todos tomaron una dirección.
Hazel decidió ir hacia la casa más cercana, le inspiraba confianza y familiaridad aunque nunca había estado allí en su vida. Al entrar, el living estaba dado vuelta, obviamente ya habían pasado otras personas por allí antes que ellos. Sacó su pistola e investigó la cocina. También dada vuelta, con algunas latas terminadas y soltando mal olor, humedad en las paredes y las ventanas sucias.
El patio de la casa tenía el césped muy alto y en el fondo podía verse unas hamacas. Algún Niño habría jugado allí felizmente antes de toda esta pesadilla, algún padre lo habría mirado desde donde ella estaba, quizás haciendo la comida o mientras mandaba algún mensaje por su celular.
En el suelo había un dibujo que casi ni se distinguía por el tiempo a la interperie, de todas formas Hazel lo recogió y lo observó con sus orbes doradas.
Líneas de colores iban y venían sin formar nada demasiado distinguible pero a ella le conmovió.
Arriba de su cabeza el piso crujió.
Desenfundó su arma y decidió volver al deber, las escaleras hacían bastante ruido, odiaba eso. Les avisaba a los zombies que ella estaba yendo.
Había una puerta cerrada, antes de hacer algo que lamentaría golpeó la puerta, si habían zombies adentro estos comenzarían a gruñir.
Fue entonces cuando esta se abrió golpeándola en la cabeza, mandándola al suelo de un golpe, sin poder siquiera avisar a sus amigos.
El hombre que salió de ella era alto y fornido, demasiado aterrador a decir verdad pero no tenía siquiera manera de saberlo ya que se desmayó rápidamente.
Percy estaba en la casa de al lado, logró matar a varios caminantes que había en el sótano y rescató de allí varias latas. Decidió irse de esta y esperar en el centro del lugar.
Los minutos corrían y sus amigos no llegaban. El brazo se le había acalambrado y decidió darse una pequeña vuelta y desperezarse... buen movimiento ya que una bala pasó rozando el sitio donde estaba su cadera hacia un segundo.
Sin siquiera mirar a su atacante corrió a refugiarse detrás de un árbol cercano. Su pecho estaba a mil.
-¡Está por allá! ¡Atrás del árbol!
La mente de Percy era un "mierda, mierda, mierda" constante. Miraba hacia ambos lados pero no lograba ver desde donde lo podrían atacar, estaba en un punto bastante ciego ya que delante suyo solo había un muro de una de las casas.
Sacó su arma del cinturón y la levantó, no era para nada bueno con ella, no tenía gran puntería pero Contracorriente no sería de mucha ayuda ahora mismo.
¿Y sus amigos? No podía perderlos ahora, no luego de todo lo que pasaron juntos este año. No por estos hombres estupidos que solo arruinarían todo lo que se estaban esforzando por mantener. ¿Como es que había gente que mataba a otra sin que les hayan hecho algo?
-Encontré sus mochilas. -escuchó por el lado derecho, como él en porche de la casa mas cercana aunque no pudiera verlos.
-Revísalas, quizás tengan algo.
El ruido de sus pertenencias cayendo al suelo fue cortado por un grito que reconoció como el de Leo, este lo estaba llamando a gritos.
En su pecho la adrenalina crecía y sus manos no paraban de moverse. ¿Que hacer? Esa era la pregunta.
-¡Vamos, llama a tu amigo! -el hombre gozaba con el sufrimiento del latino y entonces sintió un fuerte golpe por su espalda.
Al caer al suelo mucho peso cayó sobre él, un olor nauseabundo inundó sus fosas nasales y le faltaba el oxígeno, se estaba desesperando.
-¡Ya lo tengo! -Si aliento era horrible, hacia mucho tiempo que este hombre no se bañaba o se lavaba los dientes.
De su boca intentó salir una súplica pero su garganta estaba cerrada.
El hombre se sentó sobre él.
-Dulces sueños, angelito. -Percy realizó un movimiento rápido y corrió su cabeza a un lado, un cuchillo se clavó en la tierra a su lado.
Dobló la rodilla y con toda la fuerza que tenía le pegó por la espalda logrando que se bajara de sí. Cuando apenas se había puesto de pie llegaron otros dos más, uno armado con un cuchillo y otro con un rifle de caza. Corrió escudándose en el árbol nuevamente y sin dudarlo sacó su arma y comenzó a disparar.
Los tres gritaron y escuchó a uno lanzar un aullido de dolor, supuso que había acertado a algo.
Aún disparando corrió hacia el porche de la casa, de ella estaba saliendo otro hombre. Al verlo notó que estaba vestido como un vagabundo lo haría un invierno en Nueva York y su cara estaba en exceso sucia.
-Ven aquí hijo de puta... -sacó otra arma y respondió el fuego aunque tenía peor puntería que el azabache.
-¡detente o mato a tu amigo! -gritó desde el centro de la calle el que tenía a Leo, le apuntaba con un revólver a la cabeza.
Percy levantó los brazos, lo había tomado por sorpresa, en ese segundo miró a Valdez y este le dedicó un guiño.
-¿Quieres también que tire el arma o prefieres que me deshaga de mi espada? -el que lo había atacado en el porche se acercaba amenazantemente y lo apuntaba aunque notó que si se corría rápido hacia la derecha no le daría.
-Yo... -intentó responder el que tenía a Leo pero este lo desarmó de un movimiento y le apuntó. El hombre levantó las manos pero era tarde, Leo ya había apretado el gatillo... el problema es que no habían balas en ese arma.
Los cuatro se quedaron un segundo en silencio hasta que Percy disparó al que tenía en frente, se volteó a dispararle al que estaba cerca de Leo pero de nuevo, su arma no tenía balas. El maldito estaba en su día de suerte.
De un lado de la casa salieron los dos que se habían quedado atrás, el del rifle disparó y fue demasiado rápido para que Percy lo esquivara. Suerte que solo impacto en su pierna, de todos modos cayó al suelo.
Leo corrió a tomar el arma del que había matado su amigo y, protegiéndose con el cuerpo muerto disparó hasta que ambos estaban en el suelo moribundos.
Corrió hasta Percy y se arrodilló a su lado, los dos pechos subían y bajaban, sus corazones podrían bien haber sido tambores en una canción rápida y tensa.
-Tengo que encontrar a Hazel y Frank, ven, te voy a poner en un lugar seguro.
El flacucho latino tomó en brazos al de ojos verdes y lo llevó nuevamente detrás del árbol que habían usado anteriormente, un grito femenino se escuchó desde el otro lado de la vecindad.
-Hazel... -suspiró con dolor Percy.
-Shh... quédate aquí. -con eso ultimo Leo salió corriendo hacia una de las casas más alejadas.
Al abrir la puerta se encontró con dos hombres más los cuales estaban golpeando a Frank. No les dio tiempo a nada más que gritar cuando les disparó en el pecho.
Arriba Hazel seguía pidiendo ayuda a los gritos así que subió con el arma en alto.
En una de las habitaciones la morena se había despertado y estaba siendo desnudada por otro de esos cerdos, incluso ya tenía el pantalón y el calzoncillo bajo. Leo disparó y este cayó sobre la pobre chica.
Leo corrió preocupado a Hazel, ella pateaba mientras se alejaba del cuerpo del hombre, estaba llorando y al igual que todos estaba muy agitada.
Al verlo lo abrazó y comenzó a agradecerle sin parar, fue tan sufrido el tono que usó que Leo comenzó a llorar también.
Sin decir nada la tomó de su mano y bajaron buscando a Frank, aún estaba en el piso intentando llevar aire a sus pulmones, todo su cuerpo estaba moretoneado y con sangre.
-Hay que irnos lo más rápido que se pueda, con tantos tiros seguro atrajimos a todos los zombies de la zona.
-Hay un... -Frank intentaba hablar, pero le era muy difícil- Hay una camioneta... en la que llegaron... -señaló a un punto para nada específico y los dos lo tomaron en brazos. Él iba señalando el camino con su cabeza, todo le dolía demasiado, creía que tenía al menos una costilla rota.
Por fin lo depositaron dentro del vehículo y corrieron a buscar a Percy, vaya sorpresa que se llevaron cuando lo vieron sacar de encima suyo el cuerpo de uno de los hombres que había herido anteriormente y Contracorriente llena de sangre proveniente del pecho del rival.
Ahora su cara tenía moretones y sangre, igual que Frank, su ropa estaba mucho más sucia de tierra, ni siquiera estaba en su lugar. Se habían estado revolcando por ahí intentando matarse.
Hazel y Leo lo metieron dentro de la camioneta y decidieron acelerar, lejos de ese horrible lugar.
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Perdonen la tardanza, realmente no se me ocurría nada y no quería publicar algo con lo que no esté conforme.
Hagamos como que es Instagram y esto es una encuesta ahre:
¿Quien fue el mejor personaje del capítulo?
-aguante Leo wacho
-Frank y su liderazgo
-Hazel pobrecita
-Percy fue, es y siempre será el mejor
Voten justificando su respuesta!
Y ahora... un aviso...
No todos vivirán (y ni lo miren a Leo, no va a pasar igual que al final de sangre del Olimpo, puede ser cualquiera)
[son las 23:06 acá, y soy una cebada que no aguanta a que sean las 00:00 para publicarlo]
Pd: mañana tengo un examen importante, deséenme suerte
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