35 [3] CAOS

-¡No van a poder contenerme aquí dentro! -Jason golpeó la puerta pero eso solo lo llevó a cansarse de sobremanera.

-Ni hablar, rubio. Estás enfermo, recuéstate y pronto saldrás. -la voz de Reyna sonaba difusa del otro lado.

-No hay nadie con los nuevos policías.

-Nico se está encargando perfectamente, de todos modos hay pocas personas.

-Ya estuve aquí tres días, Reyna. Necesito salir.

Escuchó sus pasos alejarse, ignorando sus reclamos nuevamente, y se tiró de rodillas al suelo. Su cabeza ahora dolía muchísimo, todas las energías que le quedaban las había gastado en una simple charla con la que se encargaba del campamento, la cual sólo venía a dejar al más reciente enfermo en su pieza.

Jason no estaba muy seguro de que cantidad de campamento estaba en cama como debería estar él ahora mismo pero sabía que debía ser una buena parte.

Por los pasillos retumbaban las toses y lamentos. Las alucinaciones por la fiebre que no bajaba eran frecuentes.

¿Donde estaba Percy? Hacía mucho que no aparecía.

Mientras tanto, afuera, Austin era el único encargado de la enfermería (quizás lo ayudaban un poco Amelia y Baltazar, otros dos Apolos, los otros únicos dos Apolos que no estaban igualmente enfermos) y esto le estaba sacando canas verdes.

Will se encargaría perfectamente de esto, en cambio, con él al mando los enfermos aumentaban día a día.

¿Por qué debieron llevarse a uno de los más valiosos del campamento?

Amelia entró anunciándose con un estornudo.

-Ya no pude hacer nada más, sin medicamentos... sin los recipientes suficientes para mojar los paños en agua fría no puedo hacer nada.

Otro estornudo. Austin negó masajeandose las cíen.

-Mejor ve a recostarte, no quiero que tú también te enfermes ahora.

Antes de que la muchacha saliera, Baltazar entró notablemente alarmado.

-¡Tiana no responde! -gritó y los tres se ajustaron sus barbijos y corrieron detrás del chico.

En la habitación, hacían dos chicos alrededor de la cama de una muchacha; le salía sangre por varios lugares de la cara y su pecho estaba inmóvil, su cara completamente blanca como un papel.

-No... por favor no estés muerta... -susurró el chico a cargo para acercarse e intentar reanimarla.

Pero fue inútil, con cada golpe o respiración ella parecía desvanecerse más.

-Ti. -escuchó el lamento del chico a su lado, el cual le tomaba la mano y lloraba en silencio al pie de la cama.

Austin se levantó y volvió a la oficina para escribirlo en el registro, así como le había enseñado su hermano.

En su pecho se instalaba un vacío, era exactamente como lo había descrito Will: te sientes atrapado en un silencio tan profundo que si no tienes cuidado te pierdes.

Respiró hondo y salió de la enfermería. Afuera no había nadie; no se veían personas yendo y viniendo como siempre, Nico y el grupo de policías en entrenamiento (el cual se iba reduciendo) no estaba por ningún lado. Aún así, acomodando su bufanda violeta y cerrando su abrigo caminó entre la llovizna hacia la Casa Grande.

Debían hacer más o menos siete grados y el invierno recién empezaba.

Si no se daban prisa en derrotar a Gaia la nieve los mataría fácilmente ya que ella los tenía exactamente como quería. El plan de Annabeth cada vez parecía con más grietas, más próximo al fracaso que a la victoria.

Abrió y cerró rápidamente la puerta de su destino, llamando la atención de la chica que estaba en el living, escribía en una mesa un enorme mapa y por la radio la voz de Frank le explicaba en donde había no sé qué cosa.

-ahora pasemos al cuaderno de avances. -le dictaba el chico del otro lado de la línea.

Reyna le hizo un gesto a Austin de que aguardara con la mano.

-Dime, ¿algo para reportar?

-salieron cinco depredadores más pero es bastante poco para los que hicieron ayer. Todo parece bastante más tranquilo.

-Es extraño, ¿que supones?

-No lo sé... ¿y el campamento?

-Casa dia peor.

Austin se cansó de esperar y tomó el micrófono de las manos de la líder.

-¿Frank? Soy Austin Lake.

-Ho... Hola. -estaba notablemente confundido.

-¡No vengan! Por nada del mundo vuelvan.

-¿Que?

-Es demasiado contagioso, no pueden volver. Necesito que consigan medicamentos y todo lo que sirva. Todo se agotó, la gente se está muriendo...

La voz le sonó cortada y desesperada. Frank lo notó.

-¿Puedo hablar con Reyna?

La chica le tocó el hombro tranquilamente y estiró su mano para recibir el micrófono amablemente.

Austin comenzó a llorar y todos entendieron que había ocurrido.


El campamento se estaba marchitando de a poco y necesitaban arriesgar bastante para ganar esta guerra.

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