30. AMAZONAS
Las Amazonas son un grupo de mujeres guerreras que adoran a los dioses y diosas de la guerra, tales como Ares, Atenea, y Belona.
A tan solo dos kilómetros de la céntrica ciudad, había un molino abandonado. Se veía muy viejo, incluso antes del Apocalipsis eso debía haber sido inservible. Pero allí estaba Annabeth dándole un buen uso a esa pila de metal. Con mucho cuidado lo había escalado hasta llegar a la plataforma en su cima, a más de diez metros del suelo, muy por arriba de las casas de los barrios exteriores a la ciudad en cuestión. Con sus binoculares puestos anotó los últimos detalles.
Había estado acampando alrededor de la ciudad durante los dos días que le tomaría a Percy llegar a Nueva Roma. Mientras esté allí debía esperarla seguro, recargar energías, ayudarla a que los zombies se quedaran e internaran en el territorio de los depredadores y volverían al campamento.
Un plan maestro.
Guardó en su mochila los binoculares y su libreta para comenzar el peligroso descenso. La estructura estaba que se venía abajo.
En la tierra, la esperaban Piper y Hazel, quienes estaban alertas de que ningún zombie se interpusiera.
-¿Es hora?
-Si, se acabaron los controles rutinarios. Hay que ubicarnos como dije.
Hazel silbó dos veces y eso sirvió para que las demás, exceptuando a Tanya y Halima que eran las conductoras, se bajaron de las camionetas. Vestidas en colores oscuros, las nueve chicas formaron un círculo para escuchar mejor a la líder.
-Bien, como lo planeamos, vamos a dividirnos: Hazel, Piper: norte. Miranda, Lou: oeste. Clarisse, Enebro: este. Thalia y yo guiaremos a los del sur para que se unan a los dos últimos grupos haciendo un semicírculo entre las manzanas. Cali ¿estás segura de poder hacer esto? Aún podrías quedarte en un auto y alguna de la cazadoras tomaría mi lugar.
-No soy una carga, Annabeth. Yo dije que lo haré y mi parte no saldrá mal.
-Mejor, porque es una de las más complicadas: necesito que subas a la torre en la calle 34 entre 18 y 19, es más o menos el centro de la ciudad y uno de los más altos. Deberás tirarla abajo con las granadas. Justo en los lugares que marqué con una cruz en los planos. -la rubia le alcanzó un papel- luego, iras por los techos hasta el otro lado de la ciudad y cerrarás las salidas de la parte norte de la ciudad con el este tirando abajo la autopista. También señalicé donde poner los explosivos. -más planos- Gracias a Dios la autopista del otro lado ya se cayó. Así que sin más charlas... cada una a lo suyo.
-Espera... ¿en donde debía reunirme con ustedes? -preguntó la embarazada.
-Desde allí te unirás a Clarisse y Enebro. Va a ser fácil. Solo busca la acumulación de zombies.
-Que empiece la diversión. -declaró Clarisse con una sonrisa torcida.
Norte.
Los zombies estaban parados en un mismo lugar, estáticos. Eso era lo que pasaba cuando no había nada que comer. Ellos simplemente estaban allí. Parados.
Una música clásica con un sonido bastante metálico como de que las baterías se acabarían pronto sonó rompiendo el incómodo silencio. Todos esos ojos sin vida se encendieron buscando la fuente de sonido, los cuerpos comenzaron a moverse, doblaron la esquina y llegaron al centro de la calle. Allí había una hermosa cajita de música. Incluso una bailarina diminuta giraba dentro.
Tenía amplificadores alrededor, haciendo que el sonido se escuchara en el silencio por alrededor de diez cuadras. Los seres se iban acercando, todos ignorantes de que a su alrededor, embadurnadas con la sangre de otros caminantes estaban dos chicas vivas.
Los muertos seguían reuniéndose y empujándose entre ellos, como despertando de un sueño por un baldazo de agua fría. Pidiendo comida.
Sur.
Annabeth y Thalía se miraron una última vez antes de separarse mientras se deseaban buena suerte.
La rubia tenía un silbato en la boca y se calzó bien sus zapatillas deportivas, se controló que su trenza esté ajustada y salió corriendo en dirección a la ciudad. Adentrándose en las calles laberínticas.
Comenzó a silbar llamando la atención de todos los zombies presentes y una enorme cantidad de adrenalina se canalizó y comenzó a crecer en su estómago y su garganta. Por un segundo sus piernas se congelaron, teniendo delante a más de ocho zombies que ya habían notado su presencia y buscaban comerla se dio cuenta de que el plan estaba en marcha y no había marcha atrás.
Entonces su organismo se encendió y de un salto se lanzó a correr en dirección hacia los zombies. Los esquivó fácilmente y dio vuelta a la esquina. Tomó nuevamente su silbato llamando la atención de los que había dejado atrás y los que estaban delante de ella. En su mano reafirmó el agarre de la soga con el gancho al final y cuando vio que delante tenía a más de dos docenas de caminantes hambrientos tiró su soga hacia arriba enganchándola en una ventana de un segundo piso.
Era una suerte de que Annabeth siempre haya sido buena en escalar la soga en educación física, ya que en menos de un minuto ya estaba de pie en el balcón del edificio.
Devolvió la soga a su cinturón y sacó su daga, lista para matar lo que sea que se interponga.
Como todavía es una persona mortal de carne y hueso requirió un momento para retomar el aliento. Luego, cuando se sintió mejor, abrió la puerta y se adentró en el edificio.
Allí la estaban esperando dos caminantes que mató fácilmente. Ahora su remera naranja tenía muchas manchas de sangre. Corrió escaleras arriba hasta llegar a la terraza, desde allí tomó carrera y saltó al edificio continuo.
Como Piper diría; solo Annabeth Chase tiene la mente tan despejada y un plan tan bien hecho que puede saltar desde un edificio a otro. Pero la cosa es que lo logró. Ni siquiera tuvo una molestia en la pierna. Tomó las escaleras y comenzó a descender de nuevo.
Imaginen la confusión de los zombies al pensar que seguiría su presa allí donde la habían perdido y en vez de eso aparezca por la retaguardia.
Volvió a sonar el silbato y de nuevo muchos zombies la seguían.
Mientras tanto, Thalía realizaba el mismo recorrido pero en espejo a ella. Y con patines.
Thalía Grace siempre había amado andar sobre ruedas: patines, bicicletas, patinetas, motos, lo que sea. Por eso, iba a todo lo que daba en unos rollers que antes del Apocalipsis nunca hubiera podido costear.
Detrás suyo, una cantidad considerable de zombies la seguían pero no era suficiente. silbó fuerte poniendo sus dos manos en su boca y varios zombies más se pusieron delante. Sacó dos machetes de su cinturón y rebanó la cabeza de los que le interrumpían el paso.
Delante suyo vio la oportunidad perfecta para tomar ventaja: un auto dado vuelta podía funcionar como rampa si tenía la imaginación suficiente.
-Solo se vive una vez. -se dijo a sí misma y tomando carrera hizo que todos los zombies de desviaran para seguirla de una manera más segura. Porque claro, aunque estaban muertos sabían que detrás del auto la autopista se terminaba. Por lo que Thalía estaba a quince o más metros del suelo.
Le hubiera encantado no tener esa idea loca, ya podía verse estrellada en el suelo como un huevo frito pero su cerebro le señaló otra salida: un cable colgaba de un balcón cerca. Se estiró en el aire y lo tomó.
Gritó bastante cuando sus manos se quemaron pero por suerte ahora colgaba lejos de morir.
Se deslizó como si fuera uno de los caños de la estación de bomberos donde siempre había querido ser voluntaria y siguió rolando por las calles. Los muertos estaban claramente impresionados con su maniobra, además de que se les había alejado bastante así que decidió apoyarse en sus rodillas en busca de un poco más de aire para sus pulmones.
Cuando estaban a cincuenta metros volvió a empezar su persecución.
Norte.
Piper le hizo la seña a Hazel de que ya era hora. Con cuidado de no ser vistas, se alejaron un poco de los muertos quienes ya eran más de doscientos alrededor y seguían llegando más por las cuatro calles que las rodeaban.
En un callejón detrás de un bote de basura se sacaron las batas cubiertas con sangre de caminantes y se perfumaron con una fragancia dulce. Todavía más llamativas para los caminantes.
-Vamos, es hora.
Salieron de allí con el corazón palpitando fuertemente en su pecho. Solo uno de los caminantes se dio vuelta a mirarlas y levantó su cabeza como intentando olerlas.
Rápidamente, Piper empujó a Hazel para que continuara caminando lejos de la multitud, rodeándolos.
Las chicas se lanzaron a correr desconectando el amplificador y comenzaron a gritar llamando la atención de los zombies. Todos se dieron vuelta al mismo tiempo y las persiguieron.
Hazel recordó su corto tiempo en educación física, siempre que hacían carreras su profesor le decía que era la más rápida. La pequeña siempre estuvo orgullosa de sí misma por eso; con sus piernas cortitas podía vencer a quien sea en una carrera. Por lo que con la determinación suficiente sabía que podría cumplir con el trabajo.
Piper en cambio era un poco más lenta pero la desesperación de que los zombies no la atraparan podía con ella y la impulsaba hacia adelante. Miró un segundo hacia atrás para ver cara a cara ojos segados por la muerte. Estaban a dos metros pero sentía como si los tuviera allí al lado. Más que nada porque toda la ciudad olía a cadáver.
-¡Piper! ¡Al frente!
La Cherokee dejó de preocuparse por los que iban detrás suyo para notar a los que iban delante. Una cantidad considerable de muertos, quizás unos treinta.
Ambas sacaron sus pistolas y mientras corrían disparaban esperando darle a los caminantes delante suyo.
Para Piper todo pasaba en cámara lenta: un pie, el otro, apuntar... disparar. Repetir el proceso.
Abrieron un espacio y con velocidad escaparon de las manos de los zombies y continuaron corriendo. Al frente, desde las dos calles aparecían más y más zombies. Hazel empujó a su compañera para la derecha y se metieron en un pequeño atajo que Annabeth les había indicado anteriormente, bajaron por unas escaleras llegando a la parte inferior de la ciudad: el metro. Allí solo habían dos zombies y de los cuales uno solo podía mirarlas correr desde el suelo ya que le faltaban las piernas por lo que con un rápido movimiento de su cuchillo, Piper se encargó de rematarlo.
Se internaron en los oscuros túneles y prendieron la única linterna que tenían. Detrás suyo podían escuchar a los muertos querer alcanzarlas pero esta vez Piper no miró hacia atrás.
Luego de correr lo que parecieron dos cuadras había otra subida. Perfecto.
Por alguna razón, a Hazel le pareció correcto tomar la mano de Piper, esta le sonrió dulcemente y se la apretó aún más. Una vez que lograron salir a la calle volvieron a silbar atrayendo a los que habían perdido y siguieron corriendo en dirección al sur de la ciudad.
Oeste.
Miranda miró su reloj, ya era hora. Con mucha pena, sabiendo que nunca más la volvería a ver, encendió la radio que le había regalado Connor. Suspiró y volvió a ocultarse junto con Lou Ellen.
La música tenía un gran alcance en la ciudad silenciosa y muerta.
Tanto, que incluso llegó a los oídos de Calipso. La cual... estaba retrasada.
¿Por qué tenía que ser siempre tan testaruda? Le había dicho a Annabeth (no, no sólo dicho, afirmado) que estaba bien, que las nauseas habían pasado hace más de un mes. Una mentira tras otra.
Estuvo unos quince minutos vomitando, en esos quince minutos debía estar arriba del edificio con los explosivos estratégicamente colocados en su base y con la soga lista para salvarla en el de al lado, viendo perfectamente a Piper y Hazel correr a varias calles de distancia.
Mierda, estaba completamente jodida.
Se limpió su boca, acomodó su mochila en su espalda y se adentró en el edificio.
Como bienvenida se tiró sobre ella un zombie, y otro, y otro más.
Mierda y más mierda. Calipso tomó su arma y disparó al que intentaba morderle el cuello entre gritos agudos. El siguiente también cayó fácilmente... el tercero ya había agarrado su muslo, iba a pegarle una mordida cuando sacó fuerzas de donde no sabía que tenía y acertó un rodillazo. Liberándose del peso muerto de los otros le clavó un cuchillo en la cabeza.
Se limpió un poco las manos en sus jeans y corrió escaleras abajo. Sacó el mapa de su mochila y en la primera cruz que vio dejó un explosivo. Una vez en el sótano dejó otro cerca de la puerta.
Debía internarse en la oscuridad, con solo una linterna como compañía.
Suspiro resignada y alumbró adelante justo cuando aparecía un zombie para atacarla. Sus reflejos la ayudaron a defenderse y comenzó a correr para terminar con esto lo más rápido posible.
Una vez que los cinco explosivos estuvieron en su lugar corrió hacia la salida.
Su corazón latía desbocado y solo había comenzado su misión.
Debía apurarse.
Por otro lado, los zombies parecían tener una atracción por la música clásica ya que se congregaba un gran número alrededor de la vieja radio.
-Deberíamos comenzar. -dijo Lou entre susurros cerca del oído de Miranda.
-No escuché al edificio caer, se supone que Calipso debe tirarlo abajo antes.
-Pero Piper y Hazel ya deben estar en camino y si el edificio no cae entonces se encontrarán frente a todos estos caminantes.
Miranda se quedó pensando, Lou tenía un buen punto pero aún así sería desobedecer el plan inicial.
-Bien, es hora.
Ambas salieron del escondite y comenzaron a hacer ruido golpeando con unos palos que encontraron tirados por allí. Los muertos se enfocaron en ellas y estiraron sus brazos mientras se acercaban, deseosos de probar su carne.
-¡a correr!
Calipso seguía corriendo escaleras arriba, iba por el quinto piso y eran trece. Las piernas ya no le daban más, le ardían de tanto correr. Paro un segundo a tomar aire de nuevo y miró por una ventana... Lou y Miranda estaban en movimiento, si no se apuraba todo el plan saldría mal... y Annabeth claramente la mataría.
Este.
Clarisse y Enebro. Nadie diría que eran amigas, es decir, una es violencia y la otra paz, una tiene diecisiete y la otra veinticinco, una ya había tenido una mejor amiga y la había perdido y la otra nunca tuvo amigas por su alta timidez.
Sin embargo eran un gran equipo y se habían vuelto muy amigas.
Clarisse estaba amando a Annabeth por esa misión, tenía todo lo que a ella le gustaba: muchos zombies, armas, persecuciones y un final que prometía ser épico.
Detrás suyo iban todos los muertos, en esa parte de la ciudad se había concentrado una gran cantidad de caminantes por lo que siguiéndolas venían más de quinientos caminantes hambrientos y se iban sumando más.
Oeste
Calipso había llegado a la cima trastabillando por el cansancio, toda sudada y con ganas de terminar esta maldita misión.
Sacó la soga de su cinturón y la enganchó a una viga que colgaba de un edificio a unos ocho metros hacia la derecha y cinco hacia abajo. Una buena caída. Activó el botón y se aferró a la soga en el borde del balcón.
3...
2...
1...
El edificio empezó a caer.
Y era una suerte porque Hazel y Piper estaban doblando la esquina. Claro que Calipso nunca llegó a verlas ya que tomó fuertemente la soga con sus manos en unos guantes de jean sin dedos que ella misma se había fabricado para la tarea y salió columpiándose del edificio en demolición como Tarzan.
No iba a mentir, gritó. Mucho.
Estaba todo calculado para que llegara a la ventana del quinto piso, la atravesara y descendiera. Aunque su tarea parecía mucho más sencilla y menos dolorosa contada tranquilamente por Annabeth.
Atravesar el cristal y caerse al duro suelo de mármol le trajo bastante dolor físico pero por algo habían mandado a la embarazada a semejante tarea. Calipso había sido una gimnasta muy buena y mantenía su estado. Aunque no pudo evitarse clavarse vidrios rotos en las rodillas y las manos logró aterrizar lo más suave que pudo y se irguió al momento. Y que bueno que lo hizo ya que allí habían cinco zombies esperándola. Esta vez no esperó a que se tiraran sobre ella, sino que arrojó su cuchillo a la frente del más cercano, sacó su arma y disparó a los restantes.
Orgullosa de sí misma, recogió su cuchillo y corrió escaleras abajo. No podía retrasarse más y debía correr al Este.
Noroeste
Piper y Hazel lograron ver cómo el edificio se caía bloqueando la calle que tenían en frente. Y era una suerte ya que por lo que habían alcanzado a ver estaba repleta de los zombies pertenecientes a Lou y Miranda.
-¡Ah! -Piper ahora estaba primera y con miedo se volteó a ver que le había pasado a su compañera.
Hazel se levantaba de su caída, tenía la rodilla de su pantalón roto y salía un poco de sangre pero no podían detenerse ahora, no cuando los muertos habían acortado la distancia que los separaban y estaban casi pisándoles los talones.
La Cherokee pasó tomó la mano de la morena y la empujó consigo.
Oeste
Miranda y Lou se mantenían alejadas de la autopista principal, ya que por allí pronto estarían pasando Piper y Hazel y no debían interrumpirlas, con destreza recorrían cada callejuela de esa zona vecinal de la ciudad. Las casas en esta eran las más lindas y se notaba que antes del Apocalipsis muchos grandes empresarios o personas con profesiones bien pagas residían allí.
Aunque ahora, lo que más les importaba a las dos muchachas era no ser comida de zombie.
Iban zigzagueando entre los jardines echados a perder y evitando caerse en más piscinas. Atrayendo a cuantos caminantes pudieran.
-¿Ya es la hora? -le preguntó sin aliento Lou.
-Faltan cinco minutos aún.
Este.
Calipso casi ni se había cruzado con muertos, era genial como podían fácilmente manejarlos, como si fueran ovejas y ellas los ovejeros.
Estaba sudando a gota gorda y eso que era invierno. Incluso había decidido tirar el abrigo que llevaba.
Por fin luego de como veinte minutos de correr intensamente y con las piernas acalambradas llegó al dichoso puente. Con manos temblorosas sacó los planos de su mochila y colocó los explosivos como le había indicado Annabeth.
Del otro lado del puente vio venir corriendo a Enebro y Clarisse, seguidas por un enorme grupo de caminantes. Corrió por debajo y cuando se aseguró de estar a una distancia prudente hizo explotar la autopista.
Este se cayó sirviendo de separación entre el grupo de zombies que le faltaba reclutar a las chicas que se encargaban del norte y las que tenían el Este.
Las esperó apoyándose otra vez en sus rodillas buscando un poco de aire en sus pulmones, nunca había corrido tanto en toda su vida. Todo su cuerpo estaba en llamas.
Por fin, Enebro la tomó del brazo y la impulsó a correr con ellas. Calipso ya no sentía el peso de la misión sobre sus hombros, desconectó su mente y puso su cuerpo en piloto automático. Aún faltaba un largo recorrido que hacer pero estaba segura ahora.
Nunca es bueno estar demasiado tiempo por tu cuenta y la chica de cabello color caramelo se alegró de que el suyo haya terminado.
Sudoeste.
Thalia ya había hecho su semicírculo con los zombies y veía venir en frente suyo a Lou y Miranda.
No podía estar más agradecida de verlas. No solo para terminar con su misión en solitario sino por el mero hecho de decir "están vivas y están bien". Thalia ya estaba harta de las muertes innecesarias aunque era obvio que debía esperar muchas más en el futuro.
Las tres se encontraron en una esquina y por fin dejaron de correr por los barrios para dirigirse a la avenida principal de la ciudad.
Sudeste.
Annabeth no podía creerlo. Ya no podía más.
Todo el esfuerzo que había puesto todo el día para que todo salga como ella quería estaba dando sus fruto.
Aunque estaba lastimada, sudada y cansada de muerte delante suyo venían Clarisse, Enebro y Calipso. Las cuatro se cruzaron y doblaron en la calle que las llevaría a la avenida.
Centro.
Piper y Hazel ya estaban corriendo por la parte más al norte de la avenida, allí habían varios autos que se interponían en su camino pero nada que no pudieran saltar.
Ya ni siquiera le prestaban atención a lo que le pasaba a su cuerpo, apenas y podían sentirlo. Su mente solo se concentraba en lograr el plan.
Cuando llegaron a la plaza central vieron desde el lado oeste salir a Lou, Miranda y Thalia y desde el este a las cuatro restantes.
Corrieron hasta encontrarse de nuevo las nueve y aceleraron todo lo que les daban sus piernas.
Los zombies que seguían a Piper y Hazel habían sido los que más se habían aproximado y podían sentir el roce de sus dedos muertos intentando aferrarse a ellas.
Al final de la calle ya esperaban las dos camionetas con los motores encendidos. Las dos cazadoras estaban listas para irse de allí.
Lou, Thalia, Miranda y Annabeth se subieron a la que conducía Halima y las otras a la de Tanya. Los zombies se acercaban intentando agarrarlas ya que estaban en la caja del vehículo.
Todas se tiraron a en sus respectivas camionetas luchando por obtener aire, que sus músculos tengan un descanso e intentar que los dolores pasaran.
-Estuvimos... -Thalia no podía hablar intentando respirar- estuvimos cerca muchas veces.
-Lo se... -le responde Lou sin ganas de continuar con la charla.
Annabeth estaba tirada en el suelo de la caja que subía y bajaba por el inestable terreno. Sus jeans estaban rotos de caerse y rodar por el suelo, su camisa estaba roja de sangre igual que su cara y su pelo. Uno de sus pies había terminado descalzo y recién ahora sentía La planta irritada. Thalia no estaba mucho mejor: su pelo corto la había ayudado a que no se le interpusiera para ver pero de todas formas había sudado tanto que se pegaba igual a su frente. Lou y Miranda solo estaban sudadas, casi no tenían sangre en su ropa y en cuanto a lo demás estaban bastante bien, casi igual que Enebro y Clarisse salvo que esta última se había llevado un regalo de su visita a la ciudad; baterías, había encontrado una caja de baterías. Piper estaba bañada en sangre, casi no se la reconocía, ellas habían hecho uno de los caminos más largos, Hazel tenía su rodilla en carne viva y un moretón en su frente. Y calipso... ella había tenido el trabajo más difícil y se merecía una vida para recomponerse, se merecía llegar sana y salva al campamento sin más interrupciones. Ni siquiera podía caminar, si lo intentara su cuerpo colapsaría...
Pero siempre puede haber más sufrimiento.
Había un enorme hoyo en el camino y Tanya tuvo que hacer una maniobra muy extraña para esquivarlo.
La camioneta se des estabilizó y una de las llantas de pinchó.
Los zombies se apuraron y se congregaron alrededor. Halima retrocedió y con la poca fuerza que les quedaba ayudaron a las chicas a pasar.
Annabeth, Thalia y Lou mantenían a los zombies controlados mientras que Miranda les daba la mano a las chicas para que subieran.
Tanya se había dado un golpe en la cabeza y aunque todas sabían que respiraba no podían arriesgar toda la misión para salvarla, más que nada porque la puerta se había quedado atorada.
-¡Debemos irnos! -gritó Annabeth.
-¡Ahora! -demandó Piper cargando prácticamente todo el peso del cuerpo de Calipso en su espalda.
-Pero... Pero Ta... -tartamudeaba Halima soltando el embriague y dándole un descanso al motor de la camioneta.
-¡Halima! ¡Arranca ahora mierda! -demandó Hazel desesperada.
Miranda y Clarisse compartieron una mirada y en lo que cantaba un gallo rompieron el vidrio de la cabina del conductor y se metieron.
-¡Si tanto quieres salvar a tu puta amiga entonces ve! -le demandó la castaña.
Halima comenzó a llorar de desesperación y sin tener en cuenta de que estaban rodeadas de zombies abrió la puerta.
Manos podridas la jalaban hacia afuera, comenzó a gritar cuando varios dientes de clavaron a lo largo del lado izquierdo de su cuerpo.
Clarisse se había quedado tan anonadada que por primera vez no supo cómo reaccionar, no creía que alguien pudiera hacer algo tan estupido.
-¡Tenemos que irnos ahora! -gritó Annabeth sin saber que pasaba adelante, solo prestando atención a que varios zombies ya estaban subiendo a la caja en donde se apretujaban las siete.
Fue entonces cuando Miranda tomó la decisión difícil: pasó sobre el regazo de Clarisse, se sentó sobre los asientos, le pegó una patada en el estomago a Halima lanzándola fuera del vehículo hacia la muchedumbre de muertos hambrientos cerró la puerta, encendió la camioneta y atropelló a los cinco caminantes que había delante. Logrando salir de la situación complicada y poniendo nuevamente varios metros de distancia entre los caminantes y la camioneta.
Mientras tanto, en la parte de atrás, Enebro había acabado con el ultimo caminante allí y arrodillo frente a Calipso quien además de haber estado cansada de muerte ahora estaba desmayada con un gran golpe en la cabeza.
-Hay que levantarme los pies. -dijo rápido a lo que las chicas apilaron sus mochilas haciendo una almohada gigante.
Luego de unos segundos, la embarazada abrió los ojos.
-¿que...
-Tranquila, está todo bien. -le respondió dulcemente la mayor de todas allí- solo... no te duermas, cuando te golpeas en la cabeza es lo peor que puedes hacer.
Annabeth miró a la cabina para encontrar a dos cabezas en ves de tres.
-¿Y Halima? -preguntó abriendo la ventanilla que conectaba ambos lugares.
Al no tener respuesta más que una negación de parte de Clarisse imitó a sus compañeras y se sentó descansando su espalda con lo que sea.
Dos muertes.
Quizás los zombies no sean el mayor de los problemas pero ellos siempre acarreaban muerte. No había que olvidarlo.
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¿Esto es navidad? ¿Que le pasa a Chiara que publica dos capítulos casi seguidos?
Nada en particular, está soy yo de buen humor 😂
Y me va a poner de mejor humor que lean la nota completa, es importante:
Hice este capítulo por tres razones:
La primera: como dije justo al final, hace tan solo un momento, no creo que le esté dando la importancia a los zombies que una serie de zombies les debe dar. Más que nada porque, si, son lentos y tontos pero estos están por todos lados y aunque intentes huir o controlarlos... la gente seguirá muriendo. Y quería que no se olviden de eso.
La segunda: estaba escuchando BTS más específicamente Not Today y se me vino todo este capítulo a la mente y fue como OH MY GODS NECESITO ESCRIBIRLO.
Y tercera: quiero que hagamos un debate entre nosotras, se que muchas de ustedes le ponen mucha onda a esta novela así que no sean tímidas a responderme esta pregunta:
¿Que les pareció que en ningún momento mencionaran a los chicos?
Parece tonto pero es una pregunta muy seria. En ningún momento se hace siguiera alusión a ellos, a ninguna se les pasó por un solo segundo un solo recuerdo suyo. Y quiero saber ¿les parece esto bien?
Estaré esperando sus respuestas, xo.
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