26. DIONISIO

Dionisio es el dios de la vendimia y el vino, inspirador de la locura ritual y el éxtasis, y un personaje importante de la mitología griega, como hijo del dios principal Zeus.


Thalia corría, había sido el peor día de su vida, y su vida había sido muy mala últimamente, todo había pasado tan rápido.

A su lado estaba Halima, Pía y Tanya. Las cuatro, las únicas sobrevivientes.

Thalia era una chica inteligente por lo que con el brillo de la Luna podía darse cuenta de que estaba yendo en buen camino, en unas horas llegaría al campamento, cansada obviamente, en muy mal estado y con malas noticias pero llegaría. Podría informar a sus amigos de lo qué pasa en ese lugar, podría quizás hasta salvar a Phoebe, pero debía correr y apurarse.

-Paren... -pidió Pía sin aliento.- Por favor, no aguanto.

Detrás venían demasiados caminantes sedientos de sangre como para parar, además de que aún estaba eso buscándolas.

-¡No podemos parar ahora! -le respondió descendiendo la velocidad para pasar su mano por sus hombros y ayudarla a correr.

-No, por favor, no puedo.

-¿que no puedes? -le preguntó la pelinegra asustada.

-No puedo seguir con lo que vi allí dentro.

Se apartó de los brazos cálidos de Thalia y corrió por donde vino solo para ir contra el tumulto de muertos vivientes y que estos se la tragaran en menos de tres minutos.

Las otras dos se habían adelantado un poco pero no fue tarea difícil para Thalia alcanzarlas. Los ruidos metálicos parecían lejanos y los zombies estaban entretenidos con lo que anteriormente había sido Pía.

-¿para donde? -preguntó Halima en la que sabían era la bifurcación que llevaba tanto al campamento mestizo como al Júpiter. La líder señaló la izquierda.

-Es hora de volver a casa.

Annabeth estaba enojada. Eso podía decirlo cualquiera con solo ver su cara de molestia. Estaba parada en un rincón del comedor con un vaso de ponche (una receta secreta de los Stolls) que aunque sabía sorpresivamente bien ella estaba detestando.

¿Como alguien podía ponerle buena cara a una fiesta en medio de tanta muerte? Había que preocuparse, actuar contra cualquier posible enemigo. ¡No emborracharse y bailar provocativamente!

Estaban sonando las canciones más conocidas antes de que el Apocalipsis se desatara y estaba todo el campamento reunido.

Claro que ella no iba a bailar, no le parecía correcto y si iba contra sus ideales no pensaba realizarlo. Percy llegó a su lado y pasó su brazo por su cintura, tenía una copa de champán en la mano y vestía una camisa limpia. Su pelo estaba desordenado cosa que Annabeth amaba ya que reflejaba su personalidad de chico problemático perfectamente y su cabeza se movía con la música, él era lo único que podía arrancarle una leve sonrisa a la rubia.

-¿no te estás divirtiendo? -le preguntó cerca de su oído.

-Percy esto es una idiotez, estamos en un Apocalipsis, es una falta de respeto festejar algo.

El pelinegro prefirió no responder nada y limitarse a hacer fondo blanco en tu copa para dejarla por ahí. Cuando tuvo sus dos manos libres las puso a cada lado de la cintura de Annabeth y comenzó a moverlas, ahora la cadera de la líder iba de izquierda a derecha refregándose contra el cuerpo de su novio. La chica soltó una risilla disfrutando del roce entre ambos, giró su cabeza y unió sus labios con un beso.

Percy buscó la pared para no caerse de la sorpresa y volteó a su novia de manera que ahora se besaban de frente y se seguían moviendo al ritmo de la música eróticamente.

-¿sigue siendo tan mala esta fiesta? -le preguntó Percy con una sonrisa pícara.

-Aún quiero matar al señor D pero... ya no es tan lamentable. -le respondió coqueta.

-Podríamos irnos disimuladamente de aquí. -le propuso el chico. A Annabeth se le subió el color a las mejillas pero asintió. Percy tomó su mano y luego de mirar a cada lado se fueron acercando furtivamente a la puerta de salida.

A diferencia de su amiga, Piper, estaba en el medio de la pista bailando sensualmente al lado de Calypso. La Cherokee traía una remera diminuta y una falda de jean ajustada que apenas le cubría el trasero, la embarazada (a la cual ni se le notaba la barriga) no se había arriesgado con un top pero aún así tenía unos shorts cortos de jean que sí dejaban ver bastante. Mientras tanto, bailaban juntas atrayendo todas las miradas.

Piper se abrazaba al cuello de Calypso, esta ponía sus manos en la cintura de su amiga, las dos movían su cuerpo con el ritmo, cantaban algunas partes o hacían pasos combinados, si no las conocieran pensarían que fueron amigas de toda la vida, sin embargo estaban improvisando.

Jason y Leo habían dicho que no iban a bailar, según ambos eran más duros que un árbol y no querían hacer el ridiculo ni sacarles la diversión aunque ahora se arrepentían de no hacerlo. Leo se imaginaba que Calypso hiciera esos movimientos contra su propia cadera... desnuda, en su cama. Su bulto comenzó a crecer y decidió apartar la mirada a un sitio donde no se excitara así que miró a Jason y que bueno que lo hizo, su expresión le sacó una enorme risa de sus labios.

Jason estaba aún peor, Piper cada tanto lo miraba y le hacía gestos con los ojos o la boca. El rubio se agarraba fuerte de la mesa y cada tanto cerraba sus ojos para calmarse, contaba hasta cinco mientras pensaba en zombies o algo así y cuando sentía que su problema en los pantalones bajaba volvía a torturarse mirando a su novia.

-Esto está mal, hermano. -le dijo Leo poniendo una mano en su hombro para atraer su atención.

-Lo se, no puedo aguantar más.

-¿no podemos salir de la fiesta no? ¿Eran órdenes del señor D?

-Dijo que sería mejor que todos permaneciéramos aquí por cuestiones de seguridad ya que nadie cuida afuera.

Por un segundo a Jason se le cruzó por la cabeza la idea de que estaba mal, alguien debería hacer guardia porque aún habían muchos peligros afuera pero sin embargo, cuando tomó otro sorbo de su vaso todas esas ideas se esfumaron y las luces se volvieron más cegadoras.

Al mirar a su amigo latino soltó una carcajada por nada y Leo le respondió con el mismo sonido. Se habían olvidado completamente de las chicas así que volvieron a mirarlas.

Solo para encontrar que se estaban besando, de manera muy sensual, en medio de la pista. Y lo que era más raro es que nadie lo notaba, todos estaban muy ensimismados en lo que hacían, que no era muy diferente.

Leo y Jason abrieron la boca sorprendidos pero no estaban molestos, sino lo contrario, estaban extasiados.

Piper pensó en que no sabía que hacía pero le gustaba mucho lo que estaba pasando; los labios carnosos de Calypso eran muy suaves y sabían a vainilla, esta había sentido los de la morena del sabor de la frutilla. Seguían refregándose mientras se besaban, y habían terminado en un beso lento y sensual donde  podías ver sus lenguas unirse para bailar. Se separaron, aún una línea de baba se mantenía como puente entre sus bocas y se rieron para volver a besarse pero esta vez miraron antes a sus novios, quienes se iban acercando.

Piper tomó el vaso de Jason y se lo terminó, ladeó su cabeza y comenzó a besarlo mientras seguía refregándose contra su amiga. Leo hacía chupones en el cuello de Calypso y esta gemía con el contacto de su boca tan caliente. A su alrededor ninguna pareja se contenía de demostrar su "amor" delante de todos.

Piper miró hacia otro lado recordando la promesa que le hizo a Travis sobre lograr que Katie lo quisiera y este era el mejor momento para eso. Con una sonrisa se volteó a ver a su novio y puso una mano en su pecho, guiándolo afuera del círculo de gente bailando.

-¿alguna idea? -le dice en tono seductor Jason.

-Tengo que ayudar a Travis a besar a Katie, ¿vienes?

-Tengo que controlar que no te beses con más personas que no sea yo.

Piper rió y comenzaron a caminar intentando esquivar a los amantes desesperados que habían por ahí. Pasaron a Clarisse y Chris, Hazel y Frank, Nico y Will, Chiara y Damien... hasta que por fin encontraron a Miranda y Connor. Estaban bailando en un lugar del comedor medio apartado, aunque a diferencia de los demás no parecía nada sensual, no había ningún vaso cerca de ellos así que Piper supuso que no habían tomado nada.

-Disculpen, ¿y sus hermanos?

-Katie está bailando con un chico allá. -la chica señaló a su hermana quién estaba muy pegada a un muchacho de cabello negro y piel bronceada, era muy apuesto debía admitir.

-Travis está allí. -Connor señaló un grupo de varios chicos en un rincón y él miraba sin nada de disimulo a Katie.

-Muchas gracias chicos, vuelvan a lo suyo.

Los dos rodaron los ojos y volvieron a hablar entre ellos. Mientras tanto, la pareja caminó hasta llegar a donde el Stoll violaba a la Gardner con la mirada.

Por su parte, Katie, estaba disfrutando la noche, se había arreglado con una falda de flores y un top amarillo, su pelo estaba recogido y había encontrado un lindo labial rojo. Ese chico la había sacado a bailar y cada vez se encendía más, el alcohol la había desinhibido y no dejaba de mover sus caderas.

Obviamente que sentía la mirada del idiota de Travis Stoll y pensaba seguir bailando así delante de él, para que vea que no es ninguna fea y aún luego de la cantidad de veces que la había ridiculizado delante de todos habían chicos que pensaban que era hermosa.

Dejó de echarle miradas cuando vio que Piper y Jason se acercaron a él para concentrarse en su compañero. Si, era lindo, pero su cara era muy femenina y su pelo muy largo, además que su aliento no era el mejor y no pensaba besarlo. Cuando iba a decirle que iba a ir a buscar otro trago (una simple excusa para pasar delante de Travis con su diminuta pollera) alguien tiró del chico y lo apartó de su lado, la tomó de las caderas y la hizo bailar para él.

-¿Que estás haciendo Stoll? -preguntó ofendida, pero aún así se mantuvo rozándose.

-Sigues siendo mi conejillo de indias, Gardner. Y quiero que bailemos.

Katie asintió y decidió que debería darle el mejor espectáculo de su vida. Se volteó, entrelazó sus dedos y unió sus caderas. Una y otra vez. Llevó su mano al cuello del contrario y acercó sus labios al cuello propio de manera que Travis entendiera el mensaje de lo que quería. Este, por primera vez en mucho tiempo, hizo lo que le pidió y comenzó a besar suavemente esa parte de su cuerpo. Se quedaron en esa posición un tiempo más y cuando cambió la canción Katie se volteó a encararlo, tomó su mano y dio una vuelta, otra y otra. Volvieron a bailar. Travis estaba que no aguantaba más. Quería más que eso, así que tomó su cara en sus manos y la acercó buscando contacto.

Pero Katie solo se corrió de manera que este besara su mandíbula.

-Lo siento tanto. -le susurró en el oído mientras se dedicaba a ablandarla a besos- Sé que soy un idiota, Katie. -ahora juntó sus frentes y le hablaba mirándola directamente a los ojos- Eres la chica más buena que conozco, además de inteligente y hermosa, simplemente actué mal contigo.

-Actuaste muy mal conmigo, Travis Stoll. -le dijo ella en su oído- Hace falta más que una disculpa y mucho alcohol para que te bese.

-Nunca voy a rebajarme a preguntarte esto sobrio así que responde rápido. ¿Que debo hacer para que me perdones?

-Redimirte.

Se separaron y cada uno se fue por su lado, de todas formas a Katie ya le habían quedado varias marcas repartidas por su cuello como evidencia de su encuentro.

La cabaña Poseidón estaba sola, con las luces apagadas y en silencio. Annabeth y Percy irrumpieron en ella besándose apasionadamente. Annabeth aún tenía su vaso de ponche y cuando entraron en la habitación lo depositó en la mesa de noche de su pareja.

La remera de Annabeth desapareció rápidamente, seguida de su corpiño para que los labios húmedos de Percy pudieran besar sus pezones fácilmente.

Se tropezaron con la cama y se tiraron en ella, el chico se mantuvo sobre ella que era un desorden de gemidos, y a decir verdad, Percy se sorprendió del volumen que alcanzaban, habría pensado que Annabeth era más bien callada pero parecía que se había equivocado. Bajó por su abdomen y desabrochó sus jeans. La rubia decidió que quería ver el torso de su novio así que sin previo aviso le sacó su camisa, lo observó unos momentos para imitarlo y desabrochar su pantalón.

La música de la fiesta se escuchaba algo lejana y en el silencio de la cabaña sus gemidos eran lo único en lo que se concentraban.

Una vez que estuvieron desnudos Percy buscó protección en su mesa de noche y Annabeth decidió mirar un segundo allí...

Si no lo hubiera hecho, lo más seguro es que hubieran hecho el amor, pero una vez que lo notó no podía ignorarlo. Ella era la líder y si hacía un descubrimiento importante debía tomar una decisión.

-Percy... Percy espera. -le dijo mientras se sentaba, se dio cuenta por primera vez que el cuarto le daba vueltas, cosa extraña porque no había tomado más de un vaso y normalmente se necesitaba más para dejarla mareada.

-¿Quieres que paremos? Está bien, puedo esperarte. Lo siento.

-No eres tú, Percy. Te amo pero... -tomó su vaso con cuidado de no moverlo demasiado y se lo enseñó.- En el fondo, ¿lo ves?

-Apenas puedo distinguirte a ti, listilla, no veo nada, en serio ¿que es?

Annabeth dejó el vaso en la mesa de noche y tomó la cara de Percy en sus manos, miró directamente a sus ojos y estos estaban muy rojos, recién lo notaba, además de que sus pupilas estaban demasiado dilatadas, no parecía natural.

-Hay droga o alucinógenos en la bebida, alguien puso alguna droga muy potente en ella y sé que no fueron los Stoll, estuve cuando lo hicieron.

-¿entonces todo el campamento está drogado... y excitado? ¿A quien le convendría algo así?

Annabeth comenzó a pensar en muchas posibilidades a la vez y le arrojó a Percy su bóxer.

-Hay que buscar rápido a los que no hayan tomado y encontrar al culpable de todo esto. Solo espero que no afecte a la seguridad del campamento o algo.

Dentro del comedor, Will había ido a buscar más de esa adicta bebida, había accedido a tomar un poco luego de las muchas insistencias de Nico quién no parecía tener inconvenientes en hacerlo.

Mientras tanto, Nico estaba esperándolo sentado solo en una mesa cuando una melena rubia se puso delante suyo peligrosamente cerca de sus labios. Este no era Will, sino Michael. Aún luego de tantos vasos Nico podía sentir el odio fluyendo por sus venas aunque no tenía fuerzas para apartarlo, solo salió de sus labios un:

-¿Que quieres, Yew?

-¿yo? Nada en particular... solo... -y de un momento a otro comenzó a comerle la boca.

Nico intentó apartarlo pero el chico estaba completamente sobrio y decidido a besarlo intensamente, el pelinegro no quería corresponderle así que mantenía sus labios duramente cerrados. Cuando sintió una mano apretar su trasero los abrió en sorpresa lo que le dio la oportunidad a Michael de meter su lengua.

-¿Así que esto le hiciste a Will en la casa de los Sanders? -como no podía apartarlo comenzó a hablar contra sus labios- ¿esperaste a que esté doblado de alcohol y lo desnudaste contra su voluntad? Will te odia y me ama a mí, acéptalo, cuando le cuente lo que estás haciendo no serás nada.

-Sé que Will me odia, pero al menos, cuando nos vea juntos, también te odiará a ti, Di Angelo.

-¿por qué estás tan seguro?

-Porque conozco la dulce mariposa con corazón frágil que es, cuando nos vea besándonos correrá a llorar a su cabaña.

-Conoces muy bien al Will sobrio. -dijo el nombrado detrás de ellos con dos vasos de ponche en sus manos- Pero para nada al Will borracho.

Tiró ambos ponches en la cara de Michael y puso ambas piernas de Nico en su cintura de manera que lo llevaba colgando.

-Él me obligó Will, lo siento, yo no quería...

-Lo se, -aún miraba a Michael quién estaba claramente derrotado y su cara lo delataba- no puedo permitir que esto le pase a alguien más.

Y besó a Nico delante de Yew, muy, muy apasionadamente.

En ese momento, Annabeth irrumpió en el salón, paró la música y encendió las luces, de manera que los que aún estén bajo el efecto de los alucinógenos comiencen a despertarse.

-¡Dejen de tomar, las bebidas tienen drogas muy poderosas! -gritó ella.

-¿Que está pasando, Chase? -gritó alguien entre el gentío.

-Si, ahora ni siquiera nos dejas divertirnos. -protestó otra voz.

-En serio, escúchenme, alguien aquí planeó esto, no sé quién fue y no sé por qué pero los que no hayan tomado nada por favor vengan aquí.

Dicho esto se apoyó en la pared y con la ayuda de esta cayó al suelo. Su cabeza le dolía y todo le daba vueltas cuando varias personas se pusieron delante de ella.

-Nosotros estamos sobrios, Annie. -le aseguró Miranda quien le tendió la mano y la ayudó a levantarse.

-Debemos buscar a quien sea que está detrás de esto. ¿Quienes faltan dentro?

-No vi a Lacy hace bastante tiempo. -comentó una de las chicas allí presentes.

-Yo estaba con una chica llamada Jill, ella tampoco está.

-¿solo faltan mujeres? -Connor miró a su alrededor y asintió- Bien... no estoy muy segura qué pasa, mi mente está confusa pero síganme, hay que buscar algunas armas y recorrer el perímetro. Mientras tanto, algunos deben quedarse aquí para ayudar a los demás a volver en sí.

-Nosotros iremos contigo. -aseguró Miranda tomando la mano de Connor- Ustedes quédense aquí y organicen a los demás.

Los otros diez chicos asintieron y los tres salieron por la puerta principal en busca de la armería, el camino fue sencillo para la pareja pero Annabeth no podía decir lo mismo. Sus pasos no salían como ella quería y constantemente se tropezaba con su propio pie. Ni hablar de su visión, los árboles no parecían rectos, eran más bien una ola que se meneaba. Cuando quiso levantarse luego de la segunda vez de caerse de cara el suelo sus manos no le respondieron y supo que era momento de cambiar de estrategia. Ella no estaba bien.

-Miranda... -su voz sonó rasposa pero sirvió para que la chica entendiera y estirara su mano para tomar la suya.

-Tranquila, queda poco.

Cuando llegaron Annabeth sacó la llave de su cuello y la abrió. Cada uno tomó un arma y una daga y corrieron a la entrada principal, esta estaba cerrada lo que tranquilizó un poco a la rubia, era obvio que no era parte de un ataque o algo por el estilo.

-¿a donde vamos? -preguntó Miranda.

-¿Quien podría estar detrás de esto? -preguntó Connor a nadie en especial.

-Connor, vos hiciste la bebida ¿en serio no viste nada? -le cuestionó su novia.

-No, además la dejamos en manos de Annabeth y ella se la dio al Señor D, nadie fuera de ese círculo la tomó. -explicó el chico y la mente de Annabeth se prendió por segunda vez en la noche.

-Hay que ir a la Casa Grande. -afirmó Annabeth- Oh dioses, hay que ir rápido a la Casa Grande.

Los tres se lanzaron a correr y abrieron la puerta del lugar de un golpe, subieron las interminables escaleras al punto más rebuscado de la mansión: la oficina del Señor D. Desde adentro se escuchaban ruidos de personas hablando bajo y humedad.

Connor pateó la puerta abriéndola de golpe, la fuerza del chico no pasó desapercibida para su novia pero podría pensar en eso más tarde. Adentro, la escena era espantosa, no valía la pena ni siquiera describirla, tanto que Annabeth apartó la mirada un segundo para apuntar su arma a la cabeza del viejo rechoncho.

-Aléjese de las chicas y levante las manos, está arrestado por drogar a todo el campamento y violacion. -le dijo la líder.

El hombre tiró a una de las chicas contra Annabeth que como no tenía bien sus reflejos se cayó al suelo tirando su arma. El señor D la tomó y disparó a los dos chicos que aún lo mantenían en la mira.

Connor gritó con dolor y cuando Miranda se tiró a agarrarlo el señor D corrió saliendo por la puerta contraria.

Annabeth se irguió rápido y salió tropezándose detrás del hombre. Obviamente iba a irse del campamento así que lo alcanzaría en la puerta. Miranda vio con alivio que la bala le había dado en el brazo.

-Tranquilo, vas a ponerte mejor. -le aseguró mientras lo ayudaba a sentarse.

-Lo se, tienes que ir tras él, ayuda a Annabeth, luego vuelve con ayuda.

La chica asintió y corrió detrás de su amiga rubia.

La alcanzó en las escaleras de afuera de la casa, no habían rastros del señor D por ningún lado.

-Vamos a la puerta, es obvio que intentará escapar. Idiota -eso último había sido para el señor D, aún ninguna podía creer lo asqueroso que podía ser alguien-.

Las dos corrían hacía la puerta cuando una moto las pasó por al lado, casi atropellándolas. Una vez en la puerta, se bajó y comenzó a abrir la reja manualmente.

Annabeth y Miranda lo apuntaban.

-No vamos a hacer esto nuevamente, deténgase. -le gritó Annabeth.

-¿Vas a matarme, Chase? Si vas a hacerlo entonces hazlo ahora. -Hubieron unos segundos de silencio en el cuales nadie habló- Me lo imaginaba, ahora, me van a dejar ir y yo nunca regresaré.

-Violó a esas chicas. -le recriminó Miranda.

-Y lo hubiera hecho con cualquiera, sin ofender pero estamos en un Apocalipsis, es tierra de nadie.

Annabeth sacó unas esposas que había agarrado y se acercó a él aún con el arma en la mano.

-Usted no va a escapar.

Ambas se tiraron sobre él, Miranda le clavó su daga en la espalda y el Señor D soltó un aullido de dolor, se volteó y le pegó un puñetazo semejante que la dejó sin consciencia en el suelo. Le arrebató el arma a Annabeth por segunda vez y también la golpeó, esta vez sin fuerzas para desmayarla pero sí dejándola mareada en el suelo.

Desde donde estaba escuchó como le quitaba el seguro al arma y le apuntaba.

-Como dije, vas a dejarme ir, Annabeth.

-Le advierto... esto no quedará impune.

El hombre suspiró.

-Hubieras sido una excelente líder.

Annabeth cerró los ojos esperando el disparo que acabaría con su vida, sin embargo escuchó un silbido y un peso caer detrás de ella. Cuando volvió a abrir los ojos vio al Señor D tirado en el suelo con una flecha en su cabeza. Miró hacia la entrada y abrió los ojos no creyendo quién estaba allí.

A la primera luz del alba se erguía Thalía con su conjunto blanco muy sucio, su cara tenía muchos moretones y rasguños además de que su pelo estaba lleno de barro. Detrás de ella estaban dos chicas más que Annabeth se enteraría luego de que se llaman Halima y Tanya.

-¿Thalia?

-Creo que llegué en el momento justo.

La rubia se levantó con mucha dificultad del suelo mientras la otra se acercaba, luego de decirle a las dos cazadoras que cierren las rejas se fundió en un abrazo con su mejor amiga.

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