XIII
CAPÍTULO XIII.
❛❛Nuestra sangre fría corre como en una guerra, somos dueños del futuro❞
Estaba dolida pero mucho más enojada cuando las horas pasaron y su mente se calmó, así dándose cuenta en la situación en la que estaba. Encerrada por un milenio bajo el suelo de su propio hogar que ella ayudó a forjar y defender de enemigos. Lo peor crecía cada vez que seguía en silencio mirando el más alla desde un balcón, la mentira de Odín sobre ella y todo lo demás hicieron que agarrara con fuerza los barrotes que había para protegerse de una caída, hasta el punto de quebrarlo.
La rabia era inimaginable, de solo pensar que todos sin excepción alguna creyeran que ella era el monstruo le hacía querer que su padre aún estuviera vivo para matarlo ella misma. Aunque si eso hubiera pasado, Hela nunca la liberaría de su muerte. ¿Qué tanto debería sentir odio su propio padre para que le negara ir al Valhalla o al Fólkvangr a descansar de una buena vez? ¿Ese era su castigo por desobedecerlo?
Claro que él seguro si llegó al salón dorado, luego de tantas mentiras despiadadas y todo lo que hizo se fue así como así, siendo recordado como un gran rey y hombre que dirigió Asgard por años. En cambio, ella fue sepultada, olvidada, dejándola con una reputación tan horrible como el mismísimo Jörmundgander y como estaba muerta no podría defenderse. Tal vez Odín no era el villano de esta historia, se redimió y todos felices, pero seguía siendo el mismo hombre cruel y egoísta que Hela conoció. Sus pequeñas acciones lo exponían y lo ponían en evidencia para saber que su padre no era un buen hombre.
Algunos ejemplos cruzaron su cabeza, pero se centró en como le robó, mintió y utilizó a Loki en los pocos años en los que ella seguía a su lado, en como mintió sobre Hela porque se sentía avergonzado, en como mintió sobre todo... en como la mató para seguir conservando la mentira.
Némesis, enojada como estaba, soltó un fuerte gruñido mezclado con un grito de frustración rompiendo parte del baranda que había estado sosteniendo y así dañándose en el proceso. Suspiró cerrando sus ojos para luego mirar su mano derecha, el cual estaba sangrando, se había cortado la palma cuando rompió el metal dorado pero apenas y sentía algo. Su sangre, como ya lo sabía, era de un color muy oscuro que comenzó a observar con expresión neutra mientras la herida volvía a cerrarse, dejando solo la mancha y rastros de sangre que pudieron salir y salpicar su mano antes. La cerró en un puño luego, girando de vuelta su cabeza, para observar la ciudad de Asgard que nunca dejaba de brillar bajo ninguna circunstancia.
Tal vez Némesis había enloquecido, tal vez su plan era demasiado temerario y no había pensado con claridad. No lo sabía porque, para ella, seguía siendo la única salida para dejar de lado la farsa dorada en la que fue criada y entrenada. La verdad era que, Némesis había reaccionado tan mal a causa de que la lealtad y amor que sentía por su padre se desmoronó cuando se enteró de que admiraba a un cruel y mentiroso asesino. Su mente se volvió un caos, entrando en pánico y entre el dolor del engaño su único oasis fueron sus hermanos, todos sus hermanos, debilidad que claro Hela aprovechó y manipuló más su ya dañada cabeza.
Hela decidió revivirla porque sabía que esa lealtad que alguna vez le dio a Odín, ahora era para ella, además que le vino muy bien que la rubia no esté muy interesada en el trono, ¿y quien podría detener a dos poderosas y furiosas hermanas? Asgard las habían olvidado, era cuestión de tiempo para el pueblo de recordar y ellas se encargarían de ello.
Se alejó de la baranda dándose la vuelta para así volver hasta el salón del trono, donde a la distancia pudo ver a la mujer pelirroja luchar contra las cadenas que la sostenían. Hela ya no se encontraba en el lugar, por lo que supuso ya estaría afuera con la Legión preparándolos para la próxima conquista. Rán paró sus movimientos al ver como ella se acercaba, abrió sus ojos y no dejó de mirarla en ningún momento. A Némesis le habían hecho un funeral esa noche en la que había muerto, Odín invitó a la familia real de Eithelheim ese día y Rán, aunque era pequeña, reconocía que la rubia era la que estaba en el bote aquel día, ella vio como sus restos iban al Valhalla. O eso creyó, claro está.
— Tú estás muerta —repitió lo que hacía media hora dijo, esta vez un poco más abrumada al ver sus ojos verdes intensos, expresión que fácilmente podía reflejarse en su rostro. La rubia giró su cabeza para mirarla y sus labios se encurvaron en una sonrisa sellada.
— Creo que ya hablamos de esto —aseguró ella con voz aterciopelada—. Mira, sé que los Eithel tiene la capacidad de hacer cosas que los demás no, mover el agua o respirar bajo ella con normalidad y estoy impresionada por ello, por lo que vengo a ofrecerte un trato.
— Si te atreves a pensar que me uniré a sus planes dementes de conquista, estás muy equivocada, ya lo intenté y fracasé —la rubia ladeó la cabeza al escuchar lo último, la más joven al fijarse en ella de nuevo suspiró antes de sonreír—. Midgard, dos mil doce, un ejercito, un tsunami que no pudo llegar por culpa del idiota de tu hermano rubio, un líder y solo seis estúpidos héroes que pudieron derrotarnos con un solo misil, ¿sabes cuánto odio esos misiles?
— ¿No eras la líder? —preguntó en tono ambiguo, parecía interesada y mucho más cuando Rán sonrió.
— El líder era Loki, reina mía —respondió, luego suspiró viendo como la expresión de Némesis había cambiado poniéndose tensa—. Hizo muchas cosas malas pero yo al menos estuve junto a él, en las buenas y mucho más en las malas, apoyándolo hasta en las más insanas decisiones, viendo como sufría en silencio por tu partida y el rechazo del Padre de Todo hacia su persona —escupió agarrando las cadenas, que la tenían por la pared, con fuerza por la rabia acumulada—. ¿Y tú que hiciste? Matar a medio Asgard por el trono, dejándolo solo.
— Eso no es cierto —murmuró entredientes, en sus ojos se mostraba con claridad que le ordenaba no decir más nada, cosa que a Rán no le interesó—. Tú no sabes nada, porque yo lo hice por ellos, porque los amaba y...
— Que horrible forma de demostrarlo —la interrumpió, Némesis apretó sus labios unos contra otros e hizo puño de sus manos—. ¿Sabes? Loki y Thor me solían contar de lo maravillosa que eras, hablaban de ti como si fueras lo único que necesitaban para ser felices, que decepcionados estarían de ti si te vieran ahora.
— Cállate —escupió amenazante, más la pelirroja continuó.
— ¿Y ahora quieres conquistar otros mundos? ¿Para qué exactamente? Créeme, ya pasé por eso y es divertido tener poder sobre otros pero yo al menos me redimí, ¿qué pasó con la Némesis que conocí cuando era niña? ¿qué pasó de esa mujer que tenía el propósito de reinar como se debía? ¿ahora quieres conquistar mundos sin convicción solo porque la bruja lo quiere? ¿lo sigues haciendo por ellos o es por ella? Creía que el incesto estaba prohibido en Asgard.
Fue rápida al desviar dos tentáculos, hechos por Némesis, que fueron lanzados hasta ella donde su cabeza quedó en medio de ambos cristales a excepción del tercero que se alojó en su abdomen derecho. Jadeó mientras su corazón dio un latido de sobra, su pecho comenzó a ir de arriba a abajo con más rapidez pero su expresión de sorpresa y dolor fue reemplazada rápidamente a uno de puro enojo. La asgardiana, quien la veía con rabia, se acercó a zancadas hasta quedar a su lado y ponerse de cuclillas para agarrar su rostro de vuelta, tal vez con más fuerza que la vez anterior.
— Tú no tienes el derecho de hablarme así ni de acusarme de tal acto —la pelirroja gruñó por la fuerza que ponía la rubia sobre su mandíbula, sus ojos se iluminaron de un color celeste y con sus manos buscó desesperadamente llamar al mar que había ahí afuera. Némesis sonrió cínica antes de soltar su rostro—. Sin el agua no eres nada.
— Juro que te voy a golpear con toda la fuerza del océano que harán que tus pulmones exploten —escupió mirándola con el más puro odio, Némesis sonrió de lado antes de levantarse.
— No puedes matar algo que ya está muerto, querida Rán —fue lo último que le dijo antes girar y caminar hasta un soldado de la legión que andaba esperando. La pelirroja frunció el ceño confundida por tal respuesta pero ya no dijo nada más debido al profundo dolor que el dark fay, tan corrocibo como siempre, le producía—. Llevala a las mazmorras y déjala ahí hasta que colabore.
El soldado, como una máquina, obedeció al instante y se encaminó hasta la princesa de Eithelheim sacando el cristal —que quedó atravesado por su cuerpo— de manera brusca y sacándola de las cadenas, como Rán ya estaba débil no dio pelea. Némesis volteó para ir junto a su hermana y el resto del ejército pero la voz de la herida pelirroja la detuvo un segundo.
— Tú eres más que esto, Némesis, aún tienes tiempo de volver a ser tú —murmuró mientras el soldado la arrastraba del otro lado del pasillo de donde la rubia se encontraba.
La mayor aspiró una buena cantidad de aire, hinchando su pecho, antes de expulsarlo todo. Tragó saliva volviendo a caminar y dirigirse finalmente hasta la Legión frente al palacio. Pero Rán tenía razón en algo, ¿ella realmente quería hacerlo por ellos o solamente era por venganza?
— ¿Se unirá? —preguntó la pelinegra al verla, Némesis alzó una ceja mirándola mientras se ponían en marcha guiando a los soldados y al mismo Skurge, que caminaba detrás de ellas.
— No, al menos no aún, fue alguna vez una conquistadora así que solo es cuestión de tiempo. Las viejas costumbres no se pierden —se encogió de hombros girando su cabeza para fijarse en ella, viendo como una pequeña y perversa sonrisa se alzaba en los labios de su hermana.
— Que comience nuestra conquista entonces.
Caminaron sobre el Bifrost ondeando sus capas doradas y verdes, alzando sus cabezas de forma solemne. Hela se retorcijaba porque su plan estaba saliendo a la perfección, aprovechándose de la debilidad de su hermana para tenerla a su lado, teniendo a Asgard bajo sus pies, su armada tan leal como siempre mientras se acercaba hasta la cúpula para demostrarle a los demás mundos que había regresado. Al estar frente al Himinbjörg, las hermanas frenaron cuando no vieron la espada en su lugar habitual que era incrustado en la placa en medio de la cúpula.
— Skurge, ¿la espada dónde está? —exigió saber la mayor, el aludido abrió los ojos y se acercó hasta la placa buscando la dichosa espada donde lo había dejado por última vez—. Esa espada es la llave que abre el Bifrost. Las personas que mencionaste que no obedecen las ordenes, reúnelas rápido —siseó con irritación.
— El pueblo no es tan imbécil como para robar la espada, Hela —habló Némesis girando hasta ella.
— No, pero algunos no tienen sentido común ni la capacidad de entender de lo que soy capaz de hacer para conseguir esa maldita espada —finalizó dándose la vuelta, la Legión se hizo a un lado para que su reina pudiera pasar—. Decide de que lado estás, Némesis.
La rubia gruñó antes de seguirla, ahí estaba de vuelta la lealtad ciega ante la Diosa de la Muerte. Esto se debía tanto porque la había revivido, la muerte la trajo de vuelta y su alma estaba agradecido por ello.
• • •
Némesis sonrió cuando en las grandes puertas sobre el puente arco iris las esperaba Fenrir, y que con sus grandes ojos verdes al mirarla pudieron, finalmente, conectar gracias a Hela y la llama eterna que les devolvió la vida. Ambos ojiverdes asintieron con la cabeza mostrando así que estaban del mismo lado y, que de alguna u otra forma, a mano. La rubia pasó a su lado extendiendo su brazo para acariciar el pelaje oscuro del lobo monstruoso.
Skurge y algunos soldados, bajo órdenes de Hela, se habían adelantado para reunir al pueblo y supo que algo andaba mal cuando solo un puñado pudieron recoger. La rubia caminaba tras el gran Fenrir quien seguía a la, ahora, reina de Asgard, quedando a una distancia prudente recostada por una columna pareciendo que nadie se daba cuenta de su presencia, aún.
Miró al pueblo y lo asustados que estos se veían, pero no sintió empatía ante ellos o algún remordimiento por las futuras guerras que las conquistas acarrearían. El pueblo en sí no le devolvía el corazón de oro que estuvo en ella los pocos años de su corta vida, y que se fue oscureciendo como las paredes originales del palacio y la maldición Draugr corriendo por sus venas.
— ¡Asgardianos! —gritó Skurge llamando a los pueblerinos, Hela se encontraba parada frente a los escalones mientras que Fenrir se sentaba tras ella e inclusive así su gran tamaño causaba terror ante los demás—. Algún alma confundida, entró al Bifrost y robó la espada, díganos donde está o sufrirán las consecuencias —el hombre giró para ver a la pelinegra con el lobo gruñendo—. Y serán muy malas.
Los asgardianos se mantuvieron firmes, parados perfectamente con la cabeza en alto, dispuestos a no abrir la boca para revelar información que tal parece conocían. Némesis se fijó del lado contrario de donde su hermana observaba y pudo ver como un hombre, que estaba en el fondo, atravesaba la multitud para quedar así frente a todos, la rubia ladeó la cabeza atendiendo sus movimientos hasta que vio un hacha en una de sus manos y la mirada decisiva que se cargaba. Cuando notó sus intenciones, se acercó a zancadas saltando encima del gran cuerpo de Fenrir al mismo tiempo que el hombre lanzaba el arma que iba dirigido a Hela.
— ¡Bruja! —exclamó este haciendo que todas las miradas se dirigieran a su persona.
Némesis apareció en el momento para atajar el hacha en su mano izquierda, mirando al hombre quien abrió los ojos al igual que las demás personas al reconocer de quien se trataba. Bajó el arma dándole la vuelta para atajarlo mejor mientras cambiaba su expresión a una decepcionada, la luz del sol iluminó sus nuevos ojos causando un poco de terror en los habitantes. Parecían estar viendo un fastasma ya que aún recordaban el día en que Odín la nombró enemiga de Asgard, en como invadió y mató a muchos Einherjar hasta su propio funeral.
— Oh, Asgard, como les había extrañado —murmuró en su habitual tono aterciopelado mientras daba vueltas el hacha en sus manos—. Había olvidado el poco sentido común y lo tercos que eran —los observó parada desde el primer escalón y aunque el miedo era grande, sabía que no iban a hablar—. Dónde está la espada.
— S-su alteza... —habló el mismo hombre que había querido atentar contra la reina segundos antes, Némesis no le dejó continuar ya que agarró el hacha con su mano derecha y se lo lanzó acertandole directo al cuello, destrozando su yugular y matandolo a los pocos segundos. Las exclamaciones y lamentos no tardaron en llegar, al ver el cuerpo sin vida y sangrante del hombre en el suelo.
— ¿Dónde está la maldita espada? —repitió con una calma imperturbable, Hela sonrió de lado sin mostrar dientes al ver como había atajado el hacha que iba dirigido a ella y por la forma tan brusca de matarlo.
— Tú —señaló a una mujer en la multitud, dos soldados de la Legión se acercaron arrastrandola hasta frente a Skurge donde la tiraron al suelo bajo las súplicas de los demás de que no le hagan daño. Hela ladeó la cabeza mirando al hombre, quien bajo la presión de tener a ambas hermanas mirándolo, se acercó agarrando con fuerza su propia hacha hasta la mujer rubia que temblaba y sollozaba de miedo—. ¿Y bien, ejecutor? —él suspiró y alzó el arma con la finalidad de cortarle la cabeza, hasta que una voz lo hizo parar.
— ¡Espere! Espere —salió otro hombre más joven de entre la multitud, suspiró antes de continuar—. Sé en donde está.
Némesis bajó algunos escalones más al igual que la pelinegra esperando que el aldeano soltara la información que necesitaban. El hombre tragó saliva mirando a la mujer rubia en el suelo antes de soltar todo lo que sabía respecto a la ubicación de la espada y el resto del pueblo. Por lo que las hermanas, junto a Skurge, se pusieron en marcha sabiendo que el líder podría verlas ir por ellos y también ordenó a Fenrir resguardar el Bifrost por si intentaban escapar.
Al estar subiendo la colina de las grandes montañas asgardianas, le recordó cuando ella solía ir al Helheim por lo que si no podían tener la espada, le diría a su hermana sobre las entradas secretas. Ralentizó su paso cuando sintió una presencia muy familiar llegar al planeta dorado, comenzó a buscar bajando la cabeza ignorando el escalofrío que le recorrió en su espina dorsal, hasta que pudo identificarlo. Alzó la cabeza y un suspiro salió de sus labios.
Thor.
FACTS:
• El Fólkvangr era el lugar de residencia de la diosa Freyja en Asgard, Freyja recibía a la mitad de los caídos en combate, la otra mitad iba al Valhalla donde reinaba Odín.
• El Jörmundgander, también conocida como la "Serpiente de Midgard", era una gigante serpiente que rondaba Midgard hasta el día del Ragnarok. En la mitología es uno de los hijos de Loki.
• El Himinbjörg es la morada de Heimdall, la cupula donde finaliza el puente Bifrost.
NÉMESIS.
NÉMESIS + HELA.
Mag.
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