IX
CAPÍTULO IX.
❛❛Amas esto en secreto, ¿realmente quieres liberarte?❞
El oscuro pasillo fue iluminado por un candelabro que era sostenido por la persona que estaba caminando por el lugar, con pasos firmes pero silenciosos, Némesis se escabulló del medio de sus hermanos luego de que despertara y ya no pudiera dormir. Tenía muchas cosas en su cabeza para relajarse como debía.
Fue bajando una escalera por el mismo pasillo hasta que este se agrandó dando paso a una gran sala donde no llegaba ningún rastro de luz, olía espantoso, era una mezcla de humedad y algo fétido que le dio nauseas a Némesis al entrar. Arrugó la nariz llevando su mano izquierda, la que no estaba ocupada, para taparla ya que de verdad era muy asqueroso el ambiente. No podía ver más allá de lo que las velas alumbraban y frenó en seco cuando escuchó un bramido que retumbó causando un eco. Se encontraba en el subsuelo de una de las torres de vigilancia, el cual era hueco ya que albergaba a cierta criatura monstruosa.
Esperando no causar ruido, alzó una de sus manos apuntándola hacia la pared, de su palma salió un tentáculo hecho con su dark fay que al tomar impulso la tiró con fuerza rompiendo algunos ladrillos para que así entrara la luz del sol que estaba apareciendo recién. Era pequeña pero iluminó lo suficiente para que pudiera ver como en la otra pared, donde la luz terminó, había una celda que abarcaba ambas esquinas y se alzaba a unos dos metros más, dentro de esta observó en silencio como algo se movía, la poca luz demostró un pelaje negro que subía y bajaba mientras que oía una respiración.
La rubia se acercó sin hacer ruido a una de las esquinas y apuntó las velas hasta los barrotes para ver mejor a la criatura, lo primero que vio fue una cola para que luego el cuerpo creciera exponencialmente cada vez que caminaba hasta la otra esquina donde al llegar al final pudo detallar un hocico pegado al suelo. Pudo apreciar al gran lobo monstruoso Fenrir durmiendo, o al menos eso pensó ya que así parecía. Admiró al animal con una pequeña mueca descubriendo porque Hela lo quería tanto, con un tremendo espécimen como esto ella también estaría encariñada. Fenrir era enorme, muy fácilmente podría liberarse y salir de la torre sin ningún problema, así que se preguntaba porque seguía aquí, ¿será por Hela? Descartó esa idea cuando al observar su hocico con atención pudo ver una gran espada incrustrada en sus mandibulas que lo mantenía sin poder moverse del suelo, luego con la respiración del lobo notó que estaba encadenado.
Había escuchando historias sobre esto, de Fenrir y lo que tuvieron que hacer para detenerlo, claramente omitiendo la parte de a quien le pertenecía. Sabía sobre las cadenas que tuvieron que utilizar, Leyding y Droma, los cuales fácilmente él los rompió, por lo que Odín pidió a los Alfes Negros; enanos, los mejores en el arte de la forja, que construyeran la cadena Gleipnir para apresar al gran animal.
Y ahora lo veía en vivo y en directo, se quedó mirando las cadenas analizando como romperlas si él siendo enorme no pudo. Permaneció un tiempo ahí hasta que la respiración del animal se volvió más pesada, este bramó a la vez que Némesis giraba su cabeza lentamente para verlo mejor y fue donde los grandes ojos de Fenrir se abrieron fijándose en ella. Los ojos del lobo eran de un verde intenso, casi artificial, que le dio escalofríos. La miraba con furia, como si fuera a estar a punto de saltarle encima y eso intentó hacer, se movió salvajemente hiriendose más en el acto por la espada en su mandíbula, gimoteó cuando estiró su hocico y el arma blanca se lo impidió.
— Hey, tranquilo —la rubia se puso de cuclillas frente a los barrotes, dejó el candelabro en el suelo para sacar la tela que cubría la palma de su mano derecha la cual alzó segundos después para mostrarle a Fenrir, ya que ahí se encontraba el inicio de la marca Draugr—. Vengo de parte de Hela, habrá un asalto al trono y te necesito conmigo —el animal gruñó mostrando sus colmillos tanto como la espada se lo permitía, la reina suspiró relamiendo sus labios a la vez que se paraba—. Te quitaré esa espada con la condición de que no me comas luego y que seguirás mis ordenes, todo esto es para traerle a Hela de vuelta a Asgard... Sé que me entiendes.
Fenrir se quedó mirándola un rato largo, Némesis no apartó la mirada ningún segundo por más que estos ojos verdes la querían asesinar, se le notaba a kilometros. Sabrán los dioses cuando fue la última vez que se alimentó, no dudaba que atacaría si tuviera la oportunidad por lo que debía tener cuidado, sería una horrible forma de morir. Cuando el lobo gruñó dejando de mirarla su cuerpo se movió involuntariamente hasta la reja donde agarró fuertemente dos gruesos barrotes que se pusieron de color negro, estas fueron oxidandose hasta que con un simple movimiento lo pudo sacar. Némesis era delgada por lo que facilmente pudo entrar en medio hasta la celda algo desagradable de Fenrir, había salpicaduras de sangre ya secas en las paredes, muchos insectos revoloteando sobre el animal y al acercarse en el hocico pudo ver una cantidad pequeña de huesos desmarramados que desde afuera no se podía notar.
Miró a los ojos del animal alzando las cejas, como un "no te olvides", Fenrir gruñó en respuesta, la mirada que le daba no era para nada amistosa pero no se movió cuando Némesis puso sus manos en la empuñadora de la espada. Vaya que era muy grande y pesada, se preguntaba quién con tanta fuerza se lo puso hasta clavarlo en el suelo, más comenzó a moverse cuando la empujó tanto por ella misma y utilizando su fuerza oscura, la que Hela le estuvo dando, y que hizo que el metal se oxidara. Fenrir veía todo esto con desconfianza, sin apartar sus ojos de la reina mientras gruñía por el dolor que sentía al estar moviendo el arma que hace centurias se lo pusieron.
En un último esfuerzo y con un movimiento salvaje de parte del lobo, la espada salió. Chocó por la pared haciendo que el sonido retumbará por el lugar, pero no espero lo siguiente. Sabía que de algun modo Fenrir iba a atacar pero no al segundo de sacarse el arma, el animal intento pararse de forma brusca pero el movimiento repentino causó que Némesis cayera al suelo mientras que el lobo intentaba liberarse de la cadena, cuando reparó en su presencia la miró y rugió fuertemente que la rubia se cubrió los oídos por ser tan fuerte.
Fenrir acercó su hocico a ella con las intenciones de engullirla más un olor familiar lo detuvo, comenzó a oler a Némesis mientras ella ladeaba la cabeza. Cuando él se alejó algunos centímetros ella volvió a mirarlo y el lobo comenzó a analizarla, mostrando sus colmillos en todo momento. Se sentía algo confundido, tenía el olor y los ojos similares de su amo, además tampoco olía ninguna pizca de miedo en ella, miró la marca y recordó lo que dijo, pronto volvió a acostarse dejando que ella se parara alerta a cualquier movimiento que el contrario haga, Fenrir se limitó a mover la cadena con un gruñido. Némesis suspiró cerrando un segundo los ojos, satisfecha porque el gran Fenrir la iba a ayudar.
— Te lo sacaré, solo debo buscar algo con que pueda hacerlo... y creo que sé que usar.
Lo que no sabía era que la espada estaba hechizada, por lo que cuando abandonó la carne del lobo monstruoso los ojos de Odín se abrieron.
• • •
Némesis fue interceptada en el camino, de nuevo, por sus hermanos, ¿era la señal de los dioses para que no haga nada? Porque, ¿desde cuando estos dos se despiertan tan temprano? Pero luego de ver sus vestimentas lo supo, era día de caza y se le había olvidado. Se dejó arrastrar para ir a desayunar, le extrañó no ver a su madre en la mesa al igual que los menores pero lo dejó pasar y le quitó importancia para que los príncipes no se preocuparan.
No iría de caza, mientras comía pensaba que mentira le diría a sus hermanos. Hoy era un día importante y no podía distraerse cazando un par de desafortunados animales un día entero, se le estaba acabando el tiempo. Después de comer el duo acompañó a Némesis hasta la sala del trono para agarrar el cetro Gungnir, más la reina abrió los ojos y luego miró confundida el Hlidskjalf, ya que el cetro no se encontraba donde la dejó por última vez.
— Tal vez lo dejaste en tus aposentos —opinó Loki detrás de ella al notar la ausencia de la lanza, la rubia asintió ya que era muy posible, los últimos días estuvo muy pérdida como para recordar donde dejó sus cosas.
Al caminar por los pasillos para ir a su lugar de descanso los príncipes agarraron sus manos, ella miró a cada uno con una sonrisa sellada y comenzó a balancear sus brazos para así mover sus pequeñas manos, su sonrisa aumentó cuando ellos se divertian por tan pocas acciones que ella hacía. Para ir al cuarto de Némesis había dos pasillos desde la posición del trono, uno que venía de afuera y otro donde debían pasar frente a los aposentos donde Odín descansaba desde que comenzó a dormir. Realmente no se preocupó por eso, la fecha aún faltaba, a parte que cuando estaba con sus hermanos lo demás incluido los problemas desaparecían.
Cuando estaban a unos cinco metros aproximadamente para pasar enfrente, las puertas se abrieron y Frigga salió de ahí con una sonrisa, se veía feliz. Némesis parpadeó confundida por la reacción de su madre, ya que solía estar decaída y mucho más cuando salía de verle a su esposo. Algo andaba mal. Y muy mal de hecho cuando vio a Odín salir tras ella.
Némesis no pudo disimular nada, frenó en seco al verlo y su rostro expresó pánico. Thor fue el primero en soltarla para ir corriendo a abrazar a su padre, le siguió un más calmado Loki mientras que ella se quedó quieta en su lugar. ¿Entonces por esto el cetro no estaba en el trono? Después de todo lo que supo sobre Odín, de las atrocidades que hizo más las cosas que Hela le contó, cuando el pánico pasó la rabia comenzó a apoderarse de ella. Hizo puños sus manos mirando con furia a su querido padre, cuando este la miró su expresión fue neutra y ella se tensó.
— Némesis, hay que hablar —sentenció, era más una orden que otra cosa. La rubia parpadeó una sola vez para luego caminar hasta su familia con la misma expresión neutra que el Padre de Todo. El mayor pasó nuevamente dentro de sus aposentos seguido de su hija, la puerta se cerró luego de eso. La rubia miró la habitación hasta que pudo encontrar su objetivo, el cetro se encontraba a lado de la cama, del lado que Odín decidió quedarse para charlar—. Tus acciones fueron imprudentes, estás cegada por la ira y la venganza...
— Te tengo una sorpresa —lo interrumpió con un tono irónico mientras se cruzaba de brazos—, tú me diste ese título de deidad.
— Tú no estás haciendo un bien para el pueblo o para tus hermanos —ignoró lo que dijo mientras se acercaba a ella, la rubia rodó los ojos para luego sonreír.
— ¿Qué se supone que hice? A parte de hacer tu trabajo mientras tú dormías plácidamente, claro.
Odín ladeó la cabeza y al estar frente a ella agarró su muñeca derecha fuertemente cuando ella bajó los brazos, no le dio tiempo de apartarse ni fuerza necesaria para salir de su agarre, se resistió claramente pero dejó de luchar cuando su padre le quitó la venda que tenía en su palma mostrando lo enegrecida que esta se encontraba.
— La marca Draugr, señal de un vivo en territorio muerto —habló el mayor, la rubia se zafó de su agarre dando pasos hacia atrás, todo para alejarse de él, se llevó su mano izquierda a la otra—. Sirve como llave para entrar a Hel pero el costo es alto ya que te drena la vida. ¿Pensabas que no te veía escabullirte para verla o lo que estás planeando hacer? —ella se mantuvo en silencio—. Ella no le traerá nada bueno a Asgard, Némesis, sí lo haces, sí la traes, causarás el Ragnarok.
— Surtur es quien causará el Ragnarok, Padre y ella sigue siendo tu primogénita —el mayor suspiró, la terquedad de su hija era algo que él no podía tolerar—. ¡Mientras tú te quedas aquí los nueve mundos se burlan de nosotros!
— ¿Ya olvidaste todo lo que te enseñé? Sobre los guerreros, paciencia —la rubia gruñó rodando los ojos, hastiada de cada palabra que salía de la boca del rey—. Eres cruel y ambiciosa, esto solo lo haces para probar que eres la mejor, el trono ya era tuyo.
— ¡Yo no quiero el trono! —gritó con furia muy nerviosa para poder controlarse, ese grito fue capaz de escucharse hasta afuera donde Frigga estaba cuidando a su hijos ya que estos insistieron en esperar a la rubia para ir todos juntos de caza. Al escuchar los hermanos se miraron para luego fijarse en su madre, quien miraba preocupada la puerta dorada—. Alguna vez lo deseé, pero luego de toda esta farsa no quiero nada que venga de ti... le daré a este miserable mundo la reina que se merece, y esa es Hela.
Odín se quedó mirándola, sabía sus intenciones, si traía a Hela la única cosa que se le interponía en su camino era él y no iba a permitir que su primogénita guíe Asgard, por más que eso significara pelearse nuevamente con su segunda hija, la misma que lo estaba mirando con furia en este instante. Su mirada pasó de analítica a una decepcionada.
— Némesis, hija de Odín, haz traicionado un mandato expreso de tu rey, con tu arrogancia y ambición has llevado a estos mundos pacíficos y vidas inocentes al horror y la desolación de la guerra.
— Yo no le declaré la guerra a nadie —murmuró con tranquilidad sabiendo que no estaba poniendo en riesgo a los demás mundos, solo quería que Asgard fuera una gran potencia.
— Lo harán cuando sepan lo que haz hecho, porque lo hiciste siendo Reina de Asgard —la aludida alzó su mentón sin una pizca de arrepentimiento, de todos modos él ya sabía lo que hizo, era traición directa a la corona ya que ella solo le estaba suplantando mientras él no podía. Ya no era razonable lamentarse de como esto va a terminar y Odín lo supo cuando ella no cambió su posición, era un caso perdido. Entonces volteó con fingida relajación para tomar su cetro—. No eres digna de los amados seres que acabas de traicionar.
Para Némesis, oír eso equivale a recibir un empalamiento directo al corazón, le dolió pero la ira era mucho más grande en estos momentos. Formó una espada y se acercó a su padre, para cuando este giró con cetro en mano la rubia tenía la punta de la hoja filosa amenazando su cuello. Había lágrimas acumuladas en los ojos furiosos de la —ahora nuevamente— princesa, era tanto la ira y el dolor que estaba sintiendo que se guiaba de sus impulsos. Odín la miró y no pudo ver a la misma hija por la que había desterrado a su primogénita, ya no había bondad en esos ojos ni su corazón era tan puro que hasta el más pequeño ser lo hubiera podido sentir. Ya no más. Volvía a ver la vez que Hela quiso quitarle el trono, con esos ojos cargados de enojo, dispuesta a todo para asesinarlo. Pero había una diferencia, podía ver a Némesis sufrir.
❛❛Que él pague todos tus errores
mientras lo ves sufrir,
porque con cada dolor suyo
tendrás que sentir el dolor
que yo estoy sufriendo ahora❞
Oh, querida Amarïe, tu maldición funcionó a la perfección y la reina de Nandor también tuvo razón. Odín se sentía avergonzado, mucho más, pero ya era tarde, ya no podría detenerla. Suspiró mirándola una última vez. Cueste lo que cueste el Rey de Asgard iba a defender el trono de su propia hija. Apartó la espada con fuerza con el cetro así comenzando definitivamente una pelea, el mayor la hizo retroceder volviendo a chocar las armas en un fuerte estruendo alertando mucho más a sus familias detrás de la puerta. Con la otra punta del cetro golpeó las piernas de la rubia haciendo que pierda el equilibrio por un segundo, momento que aprovechó para empujarla hasta la otra pared y así hacer chocar la Gungnir contra el suelo para llamar a los soldados, el impacto fue tan grande que pudo oírse en todo el palacio.
Frigga preocupada alejó a sus hijos de la entrada y se quedaron en una buena posición del cuarto, los príncipes se asustaron. Dentro del cuarto Némesis se paró tirando su espada hasta su padre que la desvió con el cetro, se acercó y esta vez formó sus tentáculos, fue tirando terminando rotos hasta que una se enredó por la lanza y la empujó hasta ella finalmente teniéndolo en sus manos. No dudó en apuntar a Odín pero antes de que pudiera disparar las pisadas de los Einherjar se hicieron presentes, con esa distracción de su parte, Odín tomó un tentáculo filoso que había roto segundos antes y para cuando Némesis se dio cuenta ya le había apuñalado en su costado.
Ella gimoteó alejándose, su espalda chocó con la pared dorada sin soltar la Gungnir y con la mano libre retiró el pedazo de cristal negro que estaba atravesado en su cuerpo, jadeó tirando lejos mientras comenzaba a sangrar. La herida no era grave, no afectó ningún organo, pero servía para debilitarla y así perder la pelea. Llevó su mano a su herida para luego ver como la sangre la cubría, era de un color rojo muy oscuro, se había oscurecido con todo lo que habían hecho, ella miró a Odín y apretando su mandíbula disparó desde el cetro.
Claro que él la pudo desviar con facilidad, si antes Némesis estaba furiosa ahora era peor. Cuando sintió a los soldados frente a la puerta a punto de entrar, apuntó nuevamente la Gungnir y la puerta junto a los soldados salieron volando. No podía combatir a Odín estando herida, perdería en el primer intento, por lo que enviando otro tentáculo más líquido lo pegó a la pared los segundos necesarios para escapar. Se quejó por el dolor de la herida pero como pudo salió, una mano atajando el cetro con el rastro de sangre cuando la sostuvo con ambas extremidades, mientras que la otra cubría su costado sangrante.
Ahí miró, como si fuera en cámara lenta, al pasillo que daba a la derecha donde su madre y hermanos estaban, la miraron horrorizados, con miedo y preocupación. Fue la última mirada que les dio antes de correr del lado contrario, escuchando como sus hermanos gritaban su nombre. Desapareció al girar a una esquina, luchando con todos los soldados que aparecían para poder detenerla. Debía llegar a la torre de vigilancia. Odín salió momentos después a la vez que los soldados que sobrevivieron se levantaron.
— Cierren las puertas, detengan a Némesis de la manera que sea necesaria —ordenó a lo que los soldados asistieron, el rey caminó junto a un herido Vali hasta donde Frigga se encontraba sosteniendo a sus hijos con fuerza.
— Odín, que está pasando —exigió saber con preocupación.
— Némesis ha cometido traición del más alto nivel.
• • •
El rastro de sangre que dejaba Némesis Odinsdottir por el piso y paredes doradas también dejaba algunos cuerpos malheridos de los soldados asgardianos que se le atravezaron en el camino, se estaba desangrando muy rápido. Las armas asgardianas dejaron de hacerle daño gracias al beso de la muerte que Hela le había dado, pero veía ahora que lo único que realmente le afectaba era su propia arma.
Se quejó al tener que bajar el pasillo oscuro sin luz, pero pudo llegar gracias a las nornas, al menos ya era más iluminado donde estaba el lobo. Fenrir la miró al oler la sangre en ella, pero no olía dulce como la mayoría si no que parecía algo muerto por lo que las ganas de comer desaparecieron. La rubia ordenó que se quede quieto y rezando a Bor para que funcione apuntó el cetro hasta donde la cadena lo ataba al suelo, y sucedió, el Gleipnir se rompió liberándolo definitivamente. Fenrir al dejar de sentir el peso se paró dejando ver su enorme altura pero Némesis se puso frente a él.
— Espera, van a venir a verte lo más seguro y necesito que finjas que sigues atado o te volverán a poner la cadena, cuando escuches mi llamado puedes salir y comer a quien quieras —lo miró algo cansada pero el lobo entendió volviendo a acostarse, la rubia suspiró creando una ilusión para que vean que el Gleipnir seguía intacto.
Luego de eso se retiró de la torre saliendo afuera llamando la atención de un puñado de soldados, gruñó bajando unas escaleras hasta llegar al patio delantero del palacio, donde estaban las armas y torres que la protegían. Necesitaba irse, recuperar fuerzas, pero para eso necesitaba distraer a todo el ejército de Asgard. Por lo que hizo uso del centro que poseía energía de sobra, al verse rodeada sacudió la Gungnir e impactó la punta con fuerza donde una protección de energía salió de él alejando a todos los soldados y dejando un rastro de polvo pero cuando los asgardianos se levantaron con el lugar ya visible, Némesis no estaba, solo dejó el cetro parado en medio.
Mientras Odín ordenada cerrar todas las fronteras, como el Bifrost, preparando a los Einherjar y mandandolos a buscar a la princesa. Némesis usó su ilusión para mezclarse entre el pueblo así para llegar al bosque, donde su única salida se encontraba en una entrada secreta en las montañas.
Pero ella regresaría, más fuerte que nunca.
PENÚLTIMO CAPÍTULO DEL ACTO UNO.
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