🏄🏻♀️ O3
La semana en la playa continuaba y Felix se encontraba cada vez más cómodo con la arena y el mar. Los días pasaban rápidamente entre lecciones de surf con Chan y momentos de relajación bajo el sol. A pesar de su reticencia inicial, Felix comenzó a disfrutar de la compañía de Chan más de lo que estaba dispuesto a admitir.
Una tarde, después de una sesión de surf particularmente exitosa, Chan y Felix decidieron descansar en la orilla, observando cómo el sol comenzaba a ponerse en el horizonte. Las olas rompían suavemente, creando una atmósfera tranquila y relajante.
— Hoy lo hiciste genial, Felix. Cada vez te ves más natural sobre la tabla — dijo Chan, sonriendo mientras se recostaba en la arena.
— Gracias, aunque todavía tengo mucho que aprender — respondió Felix, sintiendo un pequeño orgullo por sus logros.
Hubo un momento de silencio cómodo entre ellos antes de que Chan hablara nuevamente.
— Felix, ¿Te gustaría salir conmigo esta noche? —preguntó de repente, mirando a Felix con una expresión seria pero amable.
Felix, sorprendido, levantó una ceja.
— ¿Salir? ¿Cómo una cita?
Chan asintió, sin perder la sonrisa.
— Sí, como una cita. Me gustas, Felix. Quiero conocerte mejor y ver a dónde nos lleva esto.
Felix sintió su corazón acelerarse. Nadie le había pedido salir de esa manera antes, y la honestidad de Chan lo tomó por sorpresa.
—Chan, yo... No sé qué decir. Esto es... inesperado — admitió, sintiéndose un poco abrumado.
Chan se acercó un poco más, sus ojos reflejando la luz del atardecer.
— Solo sé tú mismo, Felix. No hay presión. Si no te sientes cómodo, lo entenderé. Pero realmente quiero pasar más tiempo contigo, fuera del agua.
Felix respiró hondo, tratando de ordenar sus pensamientos. Había algo en la forma en que Chan lo miraba, una sinceridad que le resultaba difícil de ignorar.
— Está bien. Acepto la cita — dijo finalmente, sonriendo tímidamente.
Chan soltó una risa de alivio.
— Genial. Te recogeré a las siete. ¿Te parece bien?
— Perfecto — respondió Felix, sintiendo una mezcla de nervios y emoción.
Esa noche, Felix se preparó con más esmero del habitual. Quería impresionar a Chan, aunque no estaba seguro de por qué le importaba tanto. Cuando el reloj marcó las siete, escuchó un suave golpe en la puerta.
— ¿Listo? — preguntó Chan, sonriendo con su habitual carisma.
Felix asintió y lo siguió fuera de la casa. Chan lo llevó a un pequeño restaurante frente al mar, donde el sonido de las olas proporcionaba el telón de fondo perfecto para una noche romántica.
Durante la cena, Chan habló sobre sus experiencias viajando por el mundo, surfeando en playas exóticas y conociendo gente interesante. Felix, por su parte, compartió sus intereses en el cine y la literatura, encontrando en Chan un oyente atento y curioso.
— Me encanta escuchar tus historias, Felix. Tienes una forma de ver el mundo que es... Refrescante — dijo Chan, mirándolo con admiración.
— Gracias. Nunca pensé que alguien se interesaría tanto en lo que tengo que decir — respondió Felix, sintiéndose cada vez más cómodo.
Después de la cena, caminaron juntos por la playa, dejando que el sonido del mar y la luz de la luna guiaran su camino. Sin darse cuenta, sus manos se encontraron, entrelazándose suavemente.
— Me alegra que aceptaras salir conmigo — dijo Chan, deteniéndose y girando hacia Felix.
— A mí también — admitió Felix, sonriendo.
Chan lo miró fijamente por un momento antes de inclinarse y darle un beso suave. Fue un beso breve pero lleno de promesas.
— Quiero conocerte mejor, Felix. Quiero ver a dónde puede llevar esto — dijo Chan, con sinceridad en su voz.
Felix asintió, sintiendo que su corazón se abría un poco más.
— Yo también, Chan. Yo también.
Con una sonrisa compartida, continuaron su caminata por la playa, disfrutando de la presencia del otro y de la promesa de lo que podría ser el comienzo de algo hermoso.
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