Capítulo 3.4: La verdad
Les recomiendo que durante todo el capítulo escuchen Orchard of Mines de Globus, si ven la letra entenderán por qué la recomiendo.
Pondré la música con soundcloud, espero que funcione, también agregaré el link del video por si acaso.
En el texto pondré dónde exactamente deberían comenzar a escucharla. (si consiguen la música y la ponen en modo repetitivo, mejor)
-continuación-
Entraron a la habitación, era una igual a las demás sólo que el color era champagne. La cama era más amplia que en las otras habitaciones, las mesitas de luces más elegantes y amplias.
El lugar tenía dos estantes, un mueble más ancho que en las otras habitaciones. La habitación era muy femenina, cálida; los colores pasteles del cubrecama con las almohadas combinaban perfectamente.
El baño también era mucho más amplio.
Al igual que en las otras habitaciones, no había nada que pudiera brindarles alguna respuesta. El armario era el doble de grande que en las otras habitaciones, tenía muchas ropas bastantes femeninas a un lado, y al otro ropa de hombre. Lo mismo pasaba con los compartimientos para los zapatos. Al parecer esa era la habitación matrimonial.
El gran ventanal dejaba entrar la luz de la luna y las estrellas a través de las finas cortinas blancas de seda.
Notaste que las paredes eran de un material distinto que en las otras habitaciones, las puertas también eran más pesadas comparando con las otras.
Ibas palpando la pared con tus manos, dando pequeños golpes en ella.
—Al parecer esta habitación está hecha para que no se escuche nada desde fuera —comentaste mirando a los chicos—. Salgan afuera, haremos la prueba —acto seguido ellos salieron afuera y tú te encerraste en esa gran habitación.
—¿PUEDEN ESCUCHARME? —gritaste a todo pulmón sin recibir respuesta.
Golpeaste con bastante fuerza las paredes, también sin respuesta. Esa habitación contenía bastante bien los sonidos adentro. ¿Para qué? Te preguntaste por un momento.
—A-ah... claro... privacidad... —la respuesta vino sola a tu mente.
Abriste la puerta para salir de allí, dejando todo en orden.
—¿En verdad no escucharon nada? —volviste a preguntar.
—Nein —contestaron los tres.
Bien, al parecer las paredes cumplían la función para la cual fueron hechas.
Se dirigieron a la última habitación del lugar, la última esperanza, el último rincón donde podrían encontrar las respuestas que estaban buscando. Dudosa abriste la puerta, algo en tu interior te decía que no te gustaría lo que verías. Por alguna extraña razón, un nudo se formó en tu estómago. Suspiraste profundamente, comenzaste a tensarte sin darte cuenta, comenzaste a dudar. ¿Realmente querías saber el motivo por el cual toda esta situación era tan extraña? Sí, tenías que saberlo, aunque te cayera encima como balde de agua fría.
—Schön? ¿Estás bien? —te preguntó Gilbert al notarte paralizada en la entrada a aquel lugar.
—¿Eh? —reaccionaste— Ah, sí, estoy bien... —contestaste. Inmediatamente abriste la puerta.
Era un estudio. El gran escritorio en el centro de la habitación, estaba frente a los enormes ventanales que daban al patio del costado de la mansión. Ya casi parecía una pared de vidrio tras el escritorio. La vista era sencillamente majestuosa. Volviste a concentrarte en lo importante.
Dos libreros a cada lado del escritorio, con más libros, y un gran sillón negro tras el escritorio. Esos eran todos los muebles que habían en esa sala. Muchos papeles desparramados sobre el escritorio, bastante desordenados.
(aquí comienza la música)
Empezaron a buscar entre los libros, algo, lo que fuere. No encontraron nada. Te dirigiste al escritorio, comenzaste a revisar los papeles del escritorio.
Expedientes que hablaban sobre algo que no entendías muy bien. Proseguiste a revisar los cajones, encontraste unas carpetas con muchos recibos de compras.
Víveres, ropas, cámaras, en fin, todo lo que había en la mansión estaba registrado en esas carpetas. Buscaste más cosas en los cajones. Sólo encontraste una especie de agenda. La revisaste, era un diario. Pero no era un diario cualquiera, eran registros diarios sobre alguna cosa llamada Virus X.
Decidiste comenzar a revisar los expedientes.
«Nueva arma biológica en proceso. Estudiando las probabilidades de utilizarla en Iraq, y en otras naciones consideradas potentes amenazas.»
«27 de Agosto de 2044.
Los científicos del laboratorio secreto del pentágono, en conjunto con los científicos de las bases militares secretas de Rusia, China, Japón, Suiza y Alemania han estado trabajando secretamente en las bases del pentágono buscando desarrollar un arma biológica eficaz y letal a la vez para poder utilizarla en las guerras.
La tercera guerra mundial por el agua se aproxima y las grandes potencias mundiales han decidido unirse para alcanzar un objetivo: Apropiarse de todas las fuentes que agua potable que puedan estar a su alcance. Los mandatarios de todos los países involucrados en este proyecto ya han firmado un tratado entre ellos, distribuyéndose las reservas de agua que le corresponderían a cada nación.
El desarrollo del arma biológica está en proceso, aún falta mejor diseño para desarrollarlo.»
Eso decía uno de los papeles. Estabas perpleja, anonadada, confundida, estupefacta.
¿Secretamente, hace seis años, ya estaban planeando saquear los recursos de la Tierra? ¿Y con un arma biológica? Sabías que el poder y el dinero corrompían a todo ser humano, pero no podías creer hasta qué punto serían capaz de llegar por sus propios intereses.
Te tensaste por completo, tu cuerpo estaba inmóvil, releíste aquella carta diez veces más, seguías sin creerlo.
Con tus dedos temblorosos por los nervios, rozaste cada frase de aquella carta. Era real, no era un sueño.
Aún si querer creerlo, revisaste otra hoja, tal vez aquello era un grave error, o una mala broma.
«16 de Setiembre de 2044.
Luego de varios días de intenso trabajo entre los mejores genéticos del mundo, se han desarrollado un total de 70 muestras del virus. Aún no son muy estables, y el riesgo biológico con los mismos es bastante alto. Se siguen desarrollando muestras hasta poder alcanzar el objetivo de utilizarlo como arma biológica.»
Esta hoja de papel sólo confirmaba aún más lo que leíste anteriormente.
—¿(tn)? Sie fühlen sich gut? (¿Te sientes bien?) De repente estás muy pálida, ¿Qué encontraste? —Gilbert te tomó de los hombros para que le prestaras atención, en sus ojos color rubí podías ver gran preocupación.
Los demás chicos se acercaron también, rodeándote, con miradas preocupadas sobre ti.
Lo miraste con espanto. Ellos son de Alemania y de Suiza, ¿podrían tener algo que ver con esto? ¿Estarían al tanto del tema? Apartaste bruscamente sus brazos con tu mano izquierda, mientras seguías sosteniendo aquellos papeles en tu derecha.
—¿Sucede algo? —preguntó aún más preocupado el rubio de ojos celestes.
No, trata de pensar racionalmente, no te dejes llevar por el estrés del momento. Si ellos tuvieran algo que ver, no estarían aquí, tal vez ni siquiera estarían vivos. Sabes perfectamente que a lo largo de la historia de la humanidad, siempre han hecho atrocidades. Y normalmente las personas "normales", aunque formaran parte de alguna organización del estado, no estaban al tanto de las macabras ideas que trataban de sintetizar en un sinfín de lugares ocultos sobre el globo terráqueo.
Sólo los personales involucrados, en estos casos, doctores en genética, otros agentes encargados de ocultar esta información a la humanidad, y los mandatarios más altos de los gobiernos estarían al tanto de esto. ¿Así funcionaba, verdad?
—¡¿(tn)?! ¡¿Qué rayos sucede?! ¡Estás llorando! —quien te tomaba de los hombros ahora era Vash, te miraba más preocupado y asustado que antes.
Tocaste tus mejillas, efectivamente estabas llorando. El pánico, la rabia, el horror, el asco, el espanto, la tristeza, la decepción, la desesperanza; hacían una mezcla terrible en tu interior, a punto de llevarte al colapso.
Tu corazón estaba muy agitado por los nervios, respirabas con dificultad, te temblaban las manos y sentías débiles tus piernas. Tu cara sólo reflejaba espanto, mezclado con enojo. Los chicos no sabían qué demonios estaba ocurriendo contigo, pero se veían muy preocupados.
Habías sido entrenada para enfrentar los peores horrores que un ser humano pudiera enfrentar. Habías sido entrenada para tener los nervios de acero y un carácter de titanio. Te habían preparado mentalmente para pelear hasta la muerte, no importaba cuán desventajosa pudiera ser la situación. Te entrenaron para dar la vida por tu país, te prepararon para matar a sangre fría a tus enemigos.
Te prepararon para resistir las mayores torturas que podían hacerle a un soldado para que hablara. Todo eso lo podías resistir sin demostrar un ápice de miedo en tu rostro. Estabas preparada, para morir valientemente, sin decir una sola palabra, si las fuerzas enemigas llegaban a capturarte algún día.
Para todo eso estabas preparada, pero no para esto. Si esos expedientes estaban hablando sobre el virus que revivía a los muertos, y que incluso mutó para matar más seres humanos, no podías creer lo lejos que habían llegado por sus ambiciones.
¡Casi acaban con todo el planeta! ¿Qué clase de maldita mente enferma puede llegar a pensar en un virus como ese como arma biológica?
Miles de millones de personas han muerto a causa de ello. Familias, naciones enteras quedaron devastadas por culpa de ese virus, ¿y dónde se encontraban ahora esos malditos hijos de perra?
Muchos soldados, a quienes considerabas tus amigos, casi hermanos, murieron en combate contra esta maldita infección. Viste morir en plena batalla a muchos de ellos, sacrificándose por salvar otras vidas, vidas inocentes que nunca imaginaron llegar a vivir esta atrocidad.
Eso es lo que más rabia te daba. Se suponía que estabas sirviendo a tu país, se suponía que estabas del lado de los buenos, defendiendo a los inocentes, y lo peor de todo, completamente ajena a la verdadera realidad que estaba desenvolviéndose años antes del caos.
Para eso se suponía que eran las organizaciones de cada potencia mundial, para proteger a su pueblo, no para reducirlo a cadáveres deambulantes.
Y lo peor de todo, ¿Quién demonios era la persona que estaba recibiendo estos expedientes? ¿Cómo es que estaba al tanto de lo que estaban haciendo las demás naciones?
Antes de hacerte más preguntas, miraste a cada uno de los chicos que te rodeaban, encontrando en sus rostros bastante preocupación. Las lágrimas no cesaban de caer por tus mejillas, eso ya no te importaba. Le entregaste a Gilbert las dos hojas que ya habías leído, para que esté al tanto del por qué de tu espanto.
Buscaste en aquella agenda un nombre, que te de una pista sobre lo que estaba sucediendo.
«A. De Irala» —la firma bajo aquel nombre era imposible que no la reconocieras. Era la firma del presidente cuando tu país aún tenía un gobierno soberano.
Así que el presidente de Khelidamitsa era el dueño de este lugar, y como estaba al tanto de lo que podría ocurrir se estaba preparando para el desastre.
«Malditos gobernantes, espero que se estén pudriendo en el infierno» —pensaste con un odio indescriptible.
Apretaste fuertemente la agenda que tenías en tu mano.
Y tú que casi pierdes la vida por defender el gobierno hace un año, cuando el virus comenzaba a invadir estas tierras. En ese momento algo hizo clic en tu cabeza.
Aquellos días estabas muy concentrada en defender refugios, matar infectados, que no le diste importancia al asunto.
Pero en ese momento, leyendo aquellas hojas, recordaste que el presidente y toda su familia, con algunos otros gobernantes, habían desaparecido. Los dieron por muertos pensando que a lo mejor los hunters o heavys se los habían devorado.
¿Será...? No, si estaba al tanto de todo eso obviamente no iba a pasar. Necesitabas urgentemente saber qué más estaban escondiendo aquellos papeles.
Leíste la tercera hoja.
«23 de Marzo de 2047.
Luego de años de investigación, con más de mil muestras fallidas del arma, los genéticos han desarrollado el arma biológica definitiva. Lo han llamado Virus X.
Este virus ha sido probado exitosamente en humanos y en cadáveres recientes. Los resultados han sido los esperados.
El virus X funciona de la siguiente manera:
En los cadáveres de prueba, reactiva el sistema neurológico del muerto, siendo el cerebro el controlador principal del cuerpo, aunque sólo se activa una parte del mismo. Los campos del cerebro que obligan al muerto a alimentarse, guiándose por los instintos animales básicos, y parte del campo lógico, para recibir órdenes.
Los infectados han reaccionado favorablemente a las órdenes, atacando sólo a los objetivos que se les indicaba.
El Virus X se esparce de inmediato por el torrente sanguíneo, contaminando todas las células del cuerpo a una velocidad mínima, por lo que una mordida o rasguño de los infectados hará posible el esparcimiento del virus en otros seres humanos.
En los seres humanos de prueba, el Virus X funciona de la misma manera que en los cadáveres, una vez que el virus se haya esparcido por todo el cuerpo.
También han demostrado acatar las órdenes que se les daban.
El Virus X parece presentar algunas anomalías en ciertos momentos, pero todo está bajo control. Los científicos siguen buscando la manera de estabilizarlo más, pero los gobernantes al ver que el resultado era el esperado, han decidido que ya no era necesario.
Por lo tanto, la primera fase del proyecto está cerrada, ahora procederán a producir más cepas del Virus X para utilizarlo como arma biológica.»
Miraste a los chicos por unos segundos, luego de leer las hojas que les pasaste, estaban igual de espantados que tú, era obvio que no estaban al tanto de lo que sus gobernantes estaban tramando. Así que tu suposición era cierta, el arma biológica que estaban diseñando es el virus que casi acaba con toda la raza humana. Quien se veía más enojado, frustrado, dolido; entre todos ustedes, era Vash.
Más impotencia se apoderó de todo tu cuerpo, temblabas más fuerte, estabas a punto de explotar. Necesitabas descargar esa rabia en algún lugar o no sabías lo que iba a pasar con tu cuerpo. Tu cerebro estaba procesando rápidamente toda la información que le brindaba aquellos papeles, una y otra vez se repetían en tu memoria todas las tragedias que habías vivido a causa del Virus X, ahora al menos ya sabías el nombre, y con qué fin se había originado.
—Necesito pelear... —fue todo lo que articulaste.
Bajaste los papeles y la agenda en el escritorio, necesitabas destrozar cosas antes que la situación te destroce a ti.
—Was? (¿Qué?) —fue la pregunta en coro que te hicieron.
—¡LO QUE DIJE! —gritaste, abalanzándote sobre Gilbert, quien era el que más cerca estaba de ti, para darle un golpe.
Sabías que estaba preparado para reaccionar, así que no te preocupaste de ser cuidadosa con no lastimarlo.
—Ich verstehe, schön (ya veo, preciosa) —contestó agarrando tu puño con la mano izquierda—. Esa es una excelente manera de descargarse, ¡Ksesese! —por un instante cambió la preocupación y seriedad en su rostro cambió por una sonrisa— Tendrás que hacer algo mejor que eso para derrotarme, ¡Ja! —no dudó en intentar golpear tu estómago con la derecha.
Con tu brazo derecho esquivaste su puño, te zafaste del agarre de su mano izquierda para ponerte en posición de combate. Lo mirabas fijamente a los ojos, aunque esbozaba una sonrisa, en sus orbes rubíes podías ver reflejados los mismos sentimientos que te embargaban en ese momento.
Ira, rabia, decepción, frustración, temor, y por sobre todo, repugnancia. Odio hacia aquellas personas que por sus propios intereses habían arruinado la vida de todos los habitantes de la Tierra.
Trataste de golpearlo, una y otra, y otra vez. El albino era bastante rápido defendiéndose, bueno, después de todo era también un militar, como tú.
El combate cuerpo a cuerpo estaba liberando toda la adrenalina que tenía de reserva tu organismo, produciendo en él más mezclas químicas, haciendo que poco a poco se liberara la tensión de tu cuerpo. Aquellos sentimientos, iban disminuyendo de a poco en la pelea.
—¡Vamos! ¡No seas gallina! ¡Pelea como hombre! —exclamaste, con una sonrisa que apareció en tu rostro sin que te percataras de ello, al darte cuenta que el prusiano sólo se defendía.
—Si eso quieres, schön, ten cuidado porque te voy a dejar inconsciente ¡ksesese! —se burló Gilbert.
—¡HA! Eso lo veremos...
Se movió tan rápido que no pudiste esquivar el certero puño que impactó contra tu estómago, tirándote por uno de los libreros, cayendo al piso con varios libros encima. Tu abdomen dolía bastante, y también tu espalda por chocar con aquel librero.
—¡Te lo dije! —rió el albino.
No se veía para nada culpable por haber golpeado a una mujer.
Perfecto, eso era lo que necesitabas, acción. Aquel golpe te dejó sin aire por unos segundos. Fue bastante fuerte, pero no como para dejarte fuera de combate, es más, ese era el detonante que estabas necesitando, para que "all-in-one" volviera a la acción.
Tanto tiempo sólo matando infectados, no era lo mismo que combatir cuerpo a cuerpo, luego de años volvías a tener un digno oponente de combate.
En segundos te reiconrporaste para atacar con más fuerza que antes al prusiano, a quien ya se le dificultaba un poco defenderse de tus ataques.
—Verdammt! (¡Maldita sea!) ¡Sí que eres rápida, schön! ¡Ksesese! —rió mientras se defendía y contraatacaba, ahora ya estabas en forma otra vez, por lo que no te costó nada esquivar sus ataques.
Así estuvieron por minutos más, hasta que el cansancio comenzaba a hacerse presente en ambos, aunque más en ti que en el albino.
—¿Ha? ¿Ya te cansaste, schön? ¡Qué poca resistencia tienes! ¡KSESESESE! —no tomabas en serio lo que decía, sabías que te estaba provocando para que descargues en él toda tu ira.
Sólo creció tu sonrisa, volviste a atacar. Entre tantos puños y patadas, se movieron hasta estar cerca de la puerta, donde te acorraló un momento. Con tu rodilla golpeaste sus costillas, escapando del prusiano. Volvió a atacarte con todo lo que tenía, estuviste defendiéndote y contraatacando por varios minutos más.
En un momento dado, mientras esquivaba tu puño aprovechaste para darle un rodillazo en el estómago, haciendo que se desequilibrara, con una patada a su estómago con tu pierna izquierda, lo hiciste impactar contra la pared, cerca de la puerta de entrada. Quien ahora estaba en el suelo, era él.
Estabas cansada, pero no lo suficiente, aún necesitabas descargar más rabia.
—Kse, me rindo... —se quejó el albino tratando de incorporarse.
—Es la primera vez que veo que te vence una mujer —agregó Ludwig.
—Será porque ya está fuera de forma —comentó Vash, se veía un poco más tranquilo, estaba más distraído con la pelea, pero aún notabas en sus facciones gran dolor que intentaba ocultar.
Al parecer disfrutaba de la paliza que acababas de dar al prusiano. Entre los tres, quien mejor estaba manejando la situación era Ludwig. Analizaste por un momento a Vash, podías darte cuenta que el suizo estaba bastante enojado, como si aquel descubrimiento hubiera abierto una antigua herida, o tal vez no tan antigua.
—¿Qué dices? ¡Sólo la dejé ganar porque es mujer! —Gilbert se incorporó del suelo, notaste que ya estaba más calmado.
Estabas segura que cada uno de ellos estaba sintiendo lo mismo que tú.
—Vash... Es tu turno —dirigiste tu mirada hacia él retándolo al combate.
—No lo haré, no tengo necesidad de eso —contestó muy serio.
—¿Seguro? Yo creo que sí, ¿Por qué no me hablas de la persona o personas que perdiste? —preguntaste.
No era necesario analizarlo demasiado para saber que de eso se trataba.
—Ojalá nunca hubieras mencionado eso —dijo Ludwig con un poco de miedo en su voz.
Miraste a Gilbert por unos segundos, también se veía asustado porque tocaste un tema delicado.
—¿Qué... fue... lo que dijiste? —el rostro de Vash cambió por completo, podías ver la rabia en cada una de sus facciones.
—Tú también perdiste a alguien ¿no? ¡No me jodas con eso de que tienes la situación bajo control! ¡Si es así entonces demuéstralo! —le gritaste, tratabas de provocarlo para que te saltara encima.
Si conocías alguna forma en que los hombres descargaban su furia, especialmente los militares, era peleando.
—¡Y a ti qué mierda te importa! ¡Ese no es tu asunto! ¡No te metas donde no te llaman! —contestó muy enfadado.
—¡Claro que no me importa! ¡Ni siquiera te conozco! ¡Mucho menos sé quién se te murió! —tu forma despectiva de contestarle sólo aumentó su enojo.
—Será mejor que ya te calles... —te dijo, apenas pudiéndose contener.
Muy bien, estabas por lograr tu objetivo de quebrarlo.
—¿Quién era? ¿Tus padres? ¿Tu novia? ¿Tus primos? ¿Tu hermano? ¿O... Hermana? —insististe.
Cuando escuchó la palabra "hermana", se quebró su paciencia, no había vuelta atrás.
—¡TE DIJE QUE TE CALLARAS! —saltó sobre el escritorio para llegar hasta ti, convencido de descargar su furia en ti.
Esquivaste su ataque, y la batalla comenzó. Era más fácil esquivarlo y atacarlo, no tenía la misma fuerza que Gilbert, por lo que eso era una ventaja para ti.
—Así que era tu hermana, ¿cuántos años tenía? ¿aún era pequeña? —volviste a quebrar su corazón con aquella pregunta.
Atacó con más rabia, podías ver que unas lágrimas estaban por salir de sus ojos, estaba dejando salir todas sus emociones. Un golpe certero a su mejilla, cayó al suelo.
—¿Eso es lo mejor que tienes? Levántate y demuéstrame que eres mejor que eso —le ordenaste.
—Tsk, maldita —en seguida se levantó.
Siguieron peleando, tratabas de esquivarlo y no pegarle tan fuerte, lo que querías era que él se descargue contigo. Por lo que también de vez en cuando lo golpeabas fuerte para que reaccionara. Ludwig y Gilbert miraban asombrados a Vash, por primera vez desde que lo conocían veían que se estaba desahogando, al estilo militar.
—¡Suficiente tuve que soportar en mi país y luego para llegar aquí! ¡Y todo por culpa de esos malditos! —gritó colérico el suizo— ¡Todo lo que sufrí, a causa de imbéciles que trataron de jugar a ser dioses! ¡Ojalá se pudran en el infierno! —se notaba que estaba dejando salir todo lo que estaba asfixiando su alma.
Tú no dijiste nada, simplemente seguías peleando, peleando e intentando descargar así todos aquellos sentimientos que estaban invadiéndote.
Pasaron más minutos, el suizo estaba exhausto, ya no podía seguir peleando, respiraba con dificultad por el cansancio, pero te diste cuenta que su mirada estaba más calmada. Tú también estabas ya en tu límite.
Aprovechando la debilidad del suizo, te acercaste a abrazarlo fuerte, tan fuerte, como para que se unieran todas sus partes rotas. Lovino había hecho lo mismo por ti, y luego de eso tu vida, tú misma, ya no eras igual, una parte de tu corazón revivió. Querías hacer lo mismo por Vash, devolverle la alegría, que parecía perdida.
El suizo estaba tan impactado por tu acción que no pudo reaccionar, estaba paralizado por el asombro. Los hermanos también veían atónitos la escena. Aunque en seguida comprendieron lo que estabas haciendo.
—De verdad que es genial, ¿No crees? Sabe perfectamente cómo hacer para ayudar a alguien que sufre, como Vash —susurró el albino a su hermano.
—Ja, nunca me imaginé que Vash tenía tanta ira acumulada, al menos ahora, está libre de esa carga —agregó Ludwig.
—Es verdad, eso le hará bien —comentó Gilbert— ¿Y tú, bruder, cómo estás? —preguntó mirando a su hermano menor.
—Estoy bien —suspiró—, ya asimilé la información que encontramos, y no me sorprende, después de todo lo que Europa y Asia han vivido como continentes, todas las atrocidades que han ocurrido a lo largo de la historia, sinceramente no me sorprende —comentó mientras endurecía su expresión—. Además lo que pasó, ya pasó, no podemos cambiar el rumbo de las cosas, lamentarnos no sirve de nada, sólo nos queda seguir adelante, mirar hacia el frente, y dejar el pasado a donde pertenece; en el pasado. Lo que ahora verdaderamente importa es que estamos vivos, sobrevivimos entre tanto desastre, y la humanidad de a poco está saliendo adelante, recuperándose del caos. Eso es todo lo que ahora importa —sentenció seriamente.
—Kse, West, ¡siempre has sido tan racional! Pero después de todo, tienes razón, el origen de este desastre no importa ahora —agregó el mayor.
—¿Q-qué...? ¿Por qué...? —murmuró el suizo aún atónito.
—Todos hemos perdido a alguien Vash, en todos nosotros una parte ha muerto con nuestros seres queridos, pero tú sigues vivo, y no estás solo. Gilbert, Ludwig y Roderich han estado contigo todo este tiempo, aunque no quisiste notarlos —tu voz era cálida y suave—. Ellos han estado allí para apoyarte, hombro con hombro han superado tantas dificultades para llegar hasta aquí. Ellos son tus amigos, al igual que yo puedo serlo si deseas, no tienes por qué guardarte todo tú solo —de alguna manera tratabas de consolar el dolor que sabías estaba sintiendo.
—Yo-
—No tienes por qué decir nada, no es necesario que hables, sólo reflexiona sobre lo que te dije —lo interrumpiste.
En momentos como éstos, sólo el silencio es necesario.
Unos minutos más pasaron, hasta que sentiste que Vash te rodeó con sus brazos, fuertemente.
—Gracias (tn), lo que hiciste fue de gran ayuda para mí... —hablaba despacio pero bastante más calmado— Y... Lamento si fui grosero... —notaste nervios en su voz.
—No te preocupes por eso, no tienes por qué disculparte, es comprensible —se separaron del abrazo y le dedicaste una tierna sonrisa.
Él te miraba sorprendido, levemente sonrojado, pero feliz. Podías ver en sus ojos verde menta que estaba ya tranquilo, como si se le hubiera sacado un peso de encima.
—D-danke... (G-gracias...) —murmuró desviando la mirada— Por cierto, respondiendo a tu pregunta, se llamaba Lili, tenía 16 años cuando murió, por así decirlo... —comentó cerrando los ojos, tratando de recordarla cuando estaba viva, alegre, feliz.
—Se infectó, ¿verdad? —preguntaste.
—Sí, el refugio donde se encontraba mientras yo estaba peleando fue atacado por varias hordas de todas las mutaciones que se conocen, los que sobrevivieron a aquel ataque pueden contarse con los dedos de la mano —contestó serio, pero tranquilo.
—A mí me paso lo mismo, así perdí a mis padres, hermanos, y parientes —comentaste un poco nostálgica—. Lo bueno es que ellos ahora están en un lugar mejor, al igual que Lili, ellos ya están descansando de este infierno, somos nosotros quienes quedamos aquí a luchar, y por ellos, en su memoria, debemos vivir, salir adelante, y matar todos los infectados que podamos, o sino el sacrificio de nuestra gente no tendría sentido, ¿no crees? —le sonreíste.
—Es verdad —contestó con una sonrisa sincera.
Aquella pelea le había servido bastante para que su corazón descanse del dolor y la angustia que lo estaban carcomiendo. Por primera vez, Vash se dio cuenta que tenías razón, él no estaba solo, tenía a sus amigos a su lado, que lo apoyarían cuando sea que lo necesite.
—Bien, lleguemos al fondo del asunto de una vez por todas —dijiste yendo de nuevo hacia el escritorio, para continuar leyendo los expedientes.
Los chicos nuevamente se acercaron a ti rodeándote, les pasaste la tercera hoja para que la leyeran.
Tomaste otra hoja para leerla.
«13 de Mayo de 2047.
El Virus X se ha producido en masa de manera exitosa, dentro de pocas semanas más podría ser utilizado en combate.»
Cambiaste de hoja para leer la siguiente, mientras ésa se la pasabas a los chicos.
«27 de Octubre de 2047.
La anomalía con el virus X ha empeorado, hay una grave falla con él. Al principio los niveles de inestabilidad estaban dentro de los rangos normales, pero luego de producir más cantidades del virus, la anomalía empeoró bastante, se ha vuelto muy inestable. No sabemos muy bien la causa de ello, pero el arma biológica ya no es segura.
Volvió a ser probada en humanos, más sólo activaba la parte del cerebro que se guía por los instintos básicos de alimentación, ya no eran capaces de seguir las órdenes que se les daba.
Los sujetos de prueba fueron aniquilados, los científicos están haciendo su mejor esfuerzo para controlar la anomalía.»
Pasaste de hoja una vez más.
«30 de Octubre de 2047.
En pocos días el virus se volvió tan volátil que escapó del laboratorio del pentágono. No hay forma de revertir los daños, porque extrañamente, el virus X parece evolucionar solo, ya no podemos estudiarlo como al principio. Ahora ha comenzado a esparcirse y no hay nada que podamos hacer para evitar el desastre.
Te enterarás de esto en pocas horas, las noticias sobre el suceso llegarán a nivel mundial.
El Virus X es muy peligroso, parece tener inteligencia propia, por lo que los expertos que quedan vivos y manejan el proyecto, han asegurado que causará estragos a nivel mundial.
Será mejor que te prepares para vivir en un búnquer por lo menos durante cinco años.
En una semana a más tardar estaremos de vuelta con más noticias, en estos momentos estamos dejando Estados Unidos, nos dirigimos a Alaska, donde tenemos otra base militar secreta, y varios laboratorios con la tecnología suficiente para seguir con las investigaciones pendientes.»
Así que eso fue lo que pasó, sabían que el virus X se esparciría por todo el planeta, por lo que el presidente equipó su casa para vivir allí hasta que los infectados desaparezcan.
Seguiste con la última hoja que te faltaba leer.
«10 de Noviembre de 2047.
Los mayores adinerados del mundo han invertido su capital para construir un refugio en Alaska, comprando un lugar allí para ellos y para su familia.
Las construcciones estarán listas en tres semanas, aunque no lo creas.
Este refugio en Alaska es el mejor lugar que podremos conseguir para seguir vivos hasta que pase el caos, a lo mejor seremos los únicos seres humanos que quedan vivos.
Tendrá todos los recursos necesarios para vivir allí durante diez años.
Estará equipado con la mejor tecnología que hemos desarrollado para combatir a los infectados si el virus llega hasta aquí.
Aunque eso es difícil que pase, la base subterránea que tenemos es impenetrable, morirán de hambre o de putrefacción antes que puedan detectar que estamos bajo la tierra de Alaska.
Si quieres reservar un lugar antes que se acaben, será mejor que envíes diez mil dólares por persona a la cuenta bancaria nro. XXXX-XXXX-XXXXX.
Ésta es la mejor opción que tenemos, y sólo es para algunos privilegiados.»
Después de leer todas las hojas, se las entregaste a los muchachos para que estuvieran al tanto. Suspiraste profundamente, ya no había nada qué hacer, ya usaste todas tus energías peleando con Gilbert y Vash, ya no estabas en condiciones de enfurecerte, es más, ya no tenías ganas de enfurecerte.
Era obvio, el dinero fue siempre lo que hizo girar al mundo, era de esperarse que los más adinerados del planeta se hayan aliado para hacer algo, para proteger sus propios intereses.
Mientras ustedes estaban luchando diariamente contra las adversidades para seguir vivos, ellos están allá, bajo Alaska, viviendo tranquilamente, sin preocuparse por nadie.
Así eran los ricos, cuidándose sólo entre ellos, y que los demás se pudran en el infierno.
Pero como dijiste antes, eso ya no importaba. Ahora todo estaba claro, el presidente compró su lugar en aquel búnker gigantesco, y se mandó mudar con toda su familia, y con varios colegas de seguro. Por eso había abandonado la mansión, así sin más, porque tenía un lugar mejor para vivir.
«Normalmente, quienes se sacrifican mucho por su patria, tienen finales trágicos»
Era verdad, sólo debían ver las historias de ustedes, especialmente, que sirvieron a la nación, creyendo que estaban haciéndole un bien al mundo.
«Cuanto más mires hacia atrás, más verás hacia delante»
Tu cuerpo estaba cansado, pero en paz. Tu respiración y tus latidos se normalizaron, ya no tenías temblores. Ya habías procesado la información que recibió tu cerebro de manera tranquila y racional. Varias veces suspiraste profundamente, con la mirada serena sobre aquellos documentos.
Aunque fuera atroz la verdad, ahora sentías consuelo. Al fin pudiste encontrarle respuestas a aquellas preguntas que desde años atrás rondaban por tu mente.
A veces, y sólo a veces, y sólo para ciertas personas, era bueno revisar el pasado, para entender mejor los sucesos del presente, y prepararse para el futuro que les aguarda.
Revisaste la agenda donde estaban sus anotaciones. La mayoría de las hojas eran sus reflexiones personales sobre el asunto del Virus X, al parecer el presidente era muy buen amigo de uno de los expertos en genética que estaba trabajando en el proyecto, por eso lo mantenía al tanto de la situación.
Según lo que escribía no parecía mala persona, se notaba que no estaba de acuerdo con lo que estaban haciendo, por eso calló aquel asunto. Hizo lo que cualquiera haría, proteger a su familia, si hablaba era seguro que los matarían a todos. No podías culparlo por eso.
La última hoja de su diario fue lo que verdaderamente llamó tu atención.
«10 de Noviembre de 2047.
Recibí una carta de mi amigo, informándome sobre un lugar muy seguro para ir a vivir en Alaska, lejos de todo éste caos. Apenas leí toda la carta me dispuse a enviar el dinero que me pedían para reservar el lugar, después de todo, en situaciones como estas, el dinero ya no sirve, este es el último fin útil que puedo darle a mi fortuna. Pagué los 100.000 dólares que pedían, por cada miembro de mi familia.
No puedo evitar sentirme una escoria por callar semejante asunto, pero si hablo, mi familia está muerta. Mi único interés en estos momentos es protegerla, ya no me interesa el país, nada. De verdad lo lamento por todos los habitantes de Khelidamitsa, pero mi mayor obligación es velar por mi familia.
También conseguí un jet privado para viajar hasta Alaska.
Mañana a primera hora nos vamos de aquí, entre tanto desastre pensarán que nos comieron los infectados, además que nadie sabe de quién es esta mansión, está prácticamente oculta en esta colina, será fácil salir de aquí en el jet, nadie sospechará, y aunque lo hagan, ya será tarde para que puedan hacer algo al respecto.
Avisaré a mi esposa y a mis hijos para que se preparen de inmediato, una nueva vida lejos del caos nos espera.
Tratando de hacer algo por la gente de este lugar, hice que uno de mis agentes, disfrazado, fuera a esparcir por el pueblo el rumor sobre los refugios en los distintos puntos del país. No es una mentira, después de todo, si se van de este lugar a los refugios, tal vez estén más a salvo.
Muchos han optado por abandonar el pueblo y buscar los refugios, otros pocos han decidido quedarse a pelear, o mejor dicho, esperar su muerte, no hay forma que puedan combatir esas cosas, nadie sabe siquiera aún hasta dónde son capaces de llegar.
Estas líneas serán lo último que escribo. No guardaré los documentos ni esconderé esta agenda. Si alguien llega a encontrarla, al menos sabrá la verdad, sabrá por qué su vida se vino abajo en tan poco tiempo.
Sólo espero que alguien realmente encuentre este lugar, unos años más adelante, y que puedan empezar una vida nueva, si es posible.
A. De Irala. »
El presidente no era un mal hombre después de todo, en su lugar tú hubieras hecho lo mismo por tu familia. Al menos dejó la mansión de forma que se pudiera ingresar a ella, eso fue bastante noble de su parte.
En el fondo agradeciste su acto de caridad con quienes no tenían la misma suerte que él, de saber realmente lo que estaba pasando, y tener el dinero suficiente para hacer algo.
También les pasaste la agenda a los chicos, para que les cuadre mejor todo el asunto de la mansión abandonada.
Luego de que cada uno leyera la página que les indicaste, se veían tranquilos. Les aliviaba saber la verdad de todo este asunto, aunque fuera horrenda, les daba mucha paz entender al fin qué fue lo que en realidad había pasado con el planeta. Y estaban felices por la mansión, es como un regalo del presidente.
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