Capítulo 3.3: Un gran descubrimiento

-continuación-

Siguieron caminando más metros. Pasaron la entrada suroeste, revisaron las casas para cerciorarse que no hubieran visitantes indeseados, todo estaba en orden. La mañana pasó, llegó el mediodía, y avanzaron tres kilómetros más por aquel pueblo, hasta el momento ninguna novedad.
Luego de la parte comercial del pueblo sólo eran casa residenciales, la mayoría abandonadas.
La tarde iba pasando, y parecía que recién recorrieron un tercio del pueblo, era realmente extenso. Estaban por suspender la búsqueda por el momento, hasta que, a treinta y cinco cuadras de la entrada suroeste (tres kilómetros y medio). Al lado izquierdo de la carretera principal del pueblo, tras varias casas, viste unos carteles que te llamaron la atención.

«Propiedad privada»
«Prohibida la entrada a desconocidos»
«Seguridad Satelital»
«Cerca electrificada»
«Zona peligrosa»
«¡Fuera de aquí!»

Los carteles eran al puro estilo Biohazard, como si hubiera algún arma letal tras aquella gran cerca, que impedía el paso hacia un angosto camino asfaltado, el cual conducía a lo que parecía ser una colina.
Te acercaste a la cerca para intentar divisar qué se escondía tras esos numerosos carteles, no pudiste ver nada, y la claridad del atardecer tampoco ayudaba mucho, el sol ya estaba por esconderse.

—Chicos, creo que luego de tanto recorrido encontramos algo interesante —comentaste llamando la atención de los muchachos, quienes te siguieron hasta quedar todos frente a la cerca.
—¿Y esto? —se preguntó Gilbert.
—Tendremos que averiguarlo —agregó su hermano.
—Necesitamos algún metal para saber si aún sigue electrificada la cerca, pues a este lugar llega la corriente —comentaste buscando una de tus navajas.

La lanzaste quedando incrustada en la cerca, no lanzó ninguna chispa, ni nada, lo que quiere decir que a lo mejor los carteles sólo estaban para asustar. Tomaste una de tus pistolas con la mano derecha para romper el candado con un disparo, provocando que las cercas se abrieran solas.

—Vamos a ver qué esconden aquí —dijiste decidida, comenzaron a caminar en ascenso.

Después de unos kilómetros de caminata, el sol escondiéndose en el horizonte, llegaron a la cima de aquella colina que al principio parecía interminable. Tus ojos se abrieron como platos, te encontrabas frente a algo que jamás en tu vida pensaste encontrar en un lugar así. Por alguna razón, esta colina estaba oculta a simple vista, la naturaleza es maravillosa, tal vez por eso mismo escogieron ese lugar para construir aquello.

Una gran mansión se mostraba imponente y majestuosa ante ustedes. La pintura beige destacaba entre el verde follaje que rodeaba el lugar. Era gigantesca, aunque con el anochecer, y aquella infraestructura sin ninguna luz, daba una sensación un poco tétrica. Tenía dos pisos, con casi treinta ventanales en cada piso, totalmente oscuros, parecían los ojos sin vida de ese edificio.

La mansión casi ocupaba toda la cima de la colina. Más antes de llegar a ella, un gran patio los separaba desde la entrada a aquel lugar, al centro de la entrada, las rejas negras al estilo gótico, eran de tres metros de ancho, y dos metros de alto, te concentraste tanto en la mansión que ni siquiera habías notado las rejas. Eran una preciosa obra de arte, ese estilo sólo se veía en las antiguas catedrales. A ambos lados de las rejas, unas murallas rodeaban la propiedad.

Todos estaban tan estupefactos ante la mansión que no podían hablar. Te acercaste más a las rejas, la cerradura era electromagnética, sólo se abriría desde dentro, pero al parecer la corriente no estaba activada en aquel lugar, por lo que entraron sin problema a la propiedad.

—No puedo creerlo —murmuraste aún atónita por el hallazgo.
Ich auch nicht... (yo tampoco...) —agregaron los chicos.

Al avanzar un poco más encontraron frente a ustedes unas especies de armas, rodeaban por completo la mansión. Para ti era una tecnología poco conocida, así que se acercaron a investigar.

—¿Son armas automáticas? —preguntaste mirando a Vash, ya que él era el experto en armas.

Se acercó a las armas para mirarlas más de cerca, palpándolas.

—Son armas de rayo láser robotizados, tienen sensores de movimiento y temperatura, aunque sabría mejor cómo funcionan cuando la energía esté activa —contestó mientras seguía analizando las armas.
—Sensores de movimiento y temperatura... También tienen una especie de ojos, pequeñas cámaras de alta definición —agregaste revisando junto a él las armas.
—Esta parte del arma tiene articulaciones, lo que quiere decir que puede moverse, para apuntar mejor al objetivo, es como un francotirador eléctrico —comentó sorprendido Vash.
—¿Cómo consiguieron esta clase de tecnología? Sólo las fuerzas armadas suelen utilizar este nivel de tecnología —comentó seriamente Gilbert.
—La pregunta sería, ¿Para qué consiguieron estas armas? Están formando prácticamente un escudo ante la mansión —agregó Ludwig.

El silencio se apropió del lugar unos momentos.

—El cuerpo humano posee una temperatura normal entre 36 y 38 grados Celsius, un cadáver no pasa de los 30 grados, los sensores de movimiento detectan al intruso, pero sólo sabrán si es un infectado con el sensor de temperatura, y para que las armas sean más precisas, les incorporaron las cámaras, que funcionarían como scánners, que me supongo tienen una base de datos sobre los animales y personas, dudo que tenga información sobre los muertos vivientes, pero comparando la forma que captan las cámaras con la base de datos, en micro segundos puede saber si es una persona, un animal, o un infectado... ¡Por la galaxia de Andrómeda! Es el arma más eficaz contra infectados que conozco... —comentaste bastante seria, llevando una mano a tu barbilla de manera pensativa.
—Es verdad, esa explicación tiene mucho sentido —comentó Vash mirándote bastante sorprendido.

No se esperaba que fueras tan inteligente en cuanto a armas se refiere.

—Esta gente tenía contacto con el gobierno, eso es seguro, nunca había escuchado sobre esta tecnología, al menos no que fuera tan específica para atacar muertos vivientes. ¿Cómo supieron lo que el virus hacía para construirlas en tan poco tiempo? —se preguntó Ludwig.
—Ah West, cuando los adinerados quieren algo, no tardan en conseguirlo, y menos si tienen contactos políticos, desde que salió la noticia, pasaron meses hasta extenderse por todo el planeta, tiempo suficiente para diseñar estas cosas, lo más probable es que hasta tengan información sobre las mutaciones de los infectados —contestó Gilbert.
—Eso es cierto —agregaste.
—Debemos entrar a revisar la mansión, de seguro hay alguna habitación desde donde se controlan estas cosas —comentó Vash, mirándote fijamente.
—Sí, entremos —dijiste seria.

Caminaron más metros, llegando a la gran puerta central, que los dejaría invadir aquel edificio majestuoso. Para tu sorpresa, al girar la manilla de la puerta, se abrió sola, estaba abierta, la habían dejado sin llave. ¿Qué es esto? ¿Una cordial invitación a invadir la propiedad? ¿Quién en su sano juicio deja las puertas abiertas de semejante casa? Y no sólo eso, con tanta tecnología, ¿por qué estaba deshabitada esa mansión? ¿Qué significaba eso? Algo no cuadraba, para nada.

—Completamente oscuro, apenas puedo ver —dijiste mientras se adentraban en el lugar.

—Tal vez esto sirva —Gilbert sacó una linterna que tenía guardada en su chaqueta.
—Perfecto, avancemos —agregaste, comenzaron a estudiar la casa.

El hall de la mansión era muy amplio. Una gigantesca lámpara de cristales colgante adornaba el centro, bajo ella estaba la sala de estar, donde al parecer se reciben a las visitas. Una mesa redonda de roble con seis sillas alrededor. A ambos lados de la sala de estar estaban las escaleras que conducían al segundo piso, y se interconectaban con el pasillo de arriba. Al fondo de la sala de estar estaba un baño bastante elegante, para las visitas, y para cualquier habitante de la casa, no tenía ducha.

Al lado derecho de la sala de estar, estaba una habitación cerrada, entraron allí para encontrarse con una biblioteca gigantesca. Varios estantes pegados a la pared, llenos de libros. Tenía varias lámparas en el techo, para una buena iluminación a la hora de la lectura. Al costado izquierdo de la puerta, estaban distribuidos perfectamente seis sillones individuales, bastante acolchados y elegantes, para sentarse a leer tranquilamente, incluso cada silla tenía un taburete para descansar los pies.
Salieron de allí para ir a la habitación que quedaba del lado derecho de la sala de estar, no tenía puerta pero las habitaciones quedaban separadas por la pared, blanca como la nieve.

Esa habitación era una sala de estar bastante lujosa y elegante que estaba al costado de la entrada.
Varios sofás, parecían muy caros, ordenados alrededor de la gran chimenea, al lado de la cual se encontraba incrustada en la pared una tv plasma, 120 pulgadas, última generación, por lo menos para disfrutar de canales no les serviría de nada, ya no existían los canales de cable ni las noticias.
Bajo la gigantesca pantalla se encontraba un mueble del mismo largo que la tv, de un metro y medio de altura, dividido en seis grandes compartimientos.

En ellos pudiste notar consolas PS40, Xbox 35, Wii 20, con una colección enorme de juegos para cada plataforma. Recordaste que el último lanzamiento de consolas incluían realidad virtual integrada, en donde podías vivir el juego, literalmente. Obviamente si te mataban simplemente se apagaban los controles, nada de qué asustarse. También pudiste notar los lentes 6D para las películas, además había una enorme colección de ellas, todas en resolución 8K.

Más al fondo de la sala estaba una mesa de villar, una de futbolito, de ping pong, y otra mesa que parecía servir para los juegos de cartas. Todas distribuidas perfectamente en aquella enorme sala que al parecer, era el lugar de entretenimiento de la mansión.

Al fondo de esa habitación había una entrada al lado derecho, conducía al comedor. Todos los muebles de roble, la mesa rectangular, casi infinita, era como para treinta personas. En ciertas partes de la mesa estaban adornos de flores artificiales muy bonitos.

Del lado derecho del comedor, otra entrada, con dos puertas bastante amplias. Abrieron las puertas para encontrarse con la cocina, era gigantesca, al igual que todas las otras partes de esa mansión, con todos los electrodomésticos de última generación.
Hornos, microondas, heladeras, un freezer, estufas. Todo lo que a un chef haría desmayar de la emoción.

Al lado derecho de la cocina, cruzando otra puerta, estaba otra sala de entretenimiento, con la misma estructura que la primera, sólo que ésta tenía una puerta al fondo que conducía al patio trasero de la mansión.
Es una esquina de esa habitación, estaba una puerta, bastante peculiar, normalmente una puerta no estaría entre las paredes. Se acercaron a esa puerta, temerosos por lo que pudiera haber tras ella.

Una vez más, acercaste tu mano a la manilla, la giraste, se abrió, dejando ver unas escaleras que bajaban. Era un sótano.
Bajaron las escaleras diez veces más alertas que antes. El pasillo de cinco metros de ancho terminaba diez metros adelante, el aspecto del lugar daba la sensación de ser una base militar secreta.

Sólo habían cinco puertas. Una del lado derecho y las otras cuatro del lado izquierdo. Sólo estaba abierta la del lado derecho. Entraron, más sorprendidos que antes.

—Es la base de control de la mansión —habló Vash, asombrado.

Al lado de la puerta, estaban las cajas eléctricas de todas las partes de la mansión, y al lado de éstas, una palanca.

—Rsta debe ser la palanca que activa la energía —comentó el suizo, alzando la misma.

En unos segundos, las luces parpadearon, hasta que llegó la electricidad a todo el lugar. Toda la mansión contaba con cámaras de seguridad alrededor de ella, para vigilar el movimiento del exterior. A través de ellas pudieron visualizar que las armas robotizadas se activaron, el gran portón se cerró, ya que comenzó a funcionar con la energía eléctrica, lo que quiere decir que también se electrificó la cerca.

—Tras la puerta principal noté unos controles en la pared, me supuse que eran los que permitían activar o desactivar tanto la cerca como el portón electromagnético, desde aquí puedo configurarlos estableciendo una contraseña —comentó Vash mientras se sentaba en uno de los dos sillones que estaban ahí, frente a la gran consola y las pantallas que transmitían el vídeo de las cámaras.
—Te lo encargo —dijiste posando una mano sobre el hombro derecho de Vash, estabas parada a su lado admirando la gran tecnología que poseía la mansión.
—Sigo sin creer que estemos aquí dentro, y que podamos acceder al lugar sin problema. ¿No les parece muy raro? —preguntó Gilbert mirando a cada uno de los presentes, bastante serio.
—Sí, es demasiado raro —agregó Ludwig.
—Eso lo averiguaremos después, por el momento nos concentraremos en activar la seguridad de la mansión, definitivamente éste será nuestro nuevo refugio —dijiste con una sonrisa.

Vash siguió manipulando la consola, hasta poder controlar todos los aparatos de la mansión. Hizo más cosas que para ti parecía magia, hasta que en la pantalla principal del sistema de seguridad apareció el mensaje para introducir la nueva contraseña.

—¿Cuál será la contraseña? —te preguntó mirándote a los ojos.
—Hmm... Pues, creo que la fecha de mi nacimiento está bien, es lo que mejor puedo recordar —dijiste pensativa—. Es (dd/mm/2028) —agregaste.
—De acuerdo, esa será la contraseña —escribió tu fecha de nacimiento en el teclado.

«Bienvenidos al Sistema de Seguridad de la mansión BlackRose» —habló la voz virtual del sistema.

—Así que le pusieron nombre a este lugar —murmuraste.
—Eso parece —agregó Gilbert.
—Con la contraseña acabo de activar el sistema de seguridad satelital, que nos permitirá monitorear la mansión, activando las alarmas en caso de que aparezca algún intruso que no esté en las condiciones especificadas del láser como objetivo para disparar —por primera vez veías hablar muy emocionado al suizo—. Hablando de los lásers, están activados y todos en perfectas condiciones, como dijiste —te miró sonriendo—, tienen una base de datos con los animales más comunes de la zona, con datos sobre un ser humano promedio, y también datos sobre los infectados, para compararlos en microsegundos con lo que están enfocando con las cámaras. Los sensores de movimiento pueden detectar hasta a un colibrí, y los sensores de temperatura están configurados para atacar a 30 grados Celcius, ¡no hay forma alguna que una horda traspase hasta la casa! —exclamó contento.
—¡Awesome! —dijo Gilbert.
—Sí, de verdad es genial, y ahora que todo está configurado, podemos estar más que tranquilos, nadie invadirá nuestra propiedad, ¡desde este momento esta es nuestra mansión! —exclamaste.

Por un momento se miraron unos a otros a los ojos, sonrientes. Chocaste los cinco con ellos.

—Además, todas las puertas de este sótano necesitan la introducción de la nueva contraseña para abrirse —agregó el suizo.

Observaste desde la entrada, que, efectivamente, todas las puertas tenían al lado un teclado para introducir las contraseñas.

—Las otras puertas aparte de esta, estaban configuradas para mantenerse cerradas aún sin energía, por eso no pudimos abrirlas —Vash realmente era buenísimo con esto de la tecnología.
—Entiendo —dijiste—, entonces es hora de ver qué hay tras esas puertas.

Salieron de la sala de control, Vash bloqueó la puerta con la contraseña, y te dirigiste a la primera puerta del lado izquierdo. Introdujiste la contraseña, abriéndose de inmediato.
La extensa habitación contenía unos estantes llenos de alimentos no perecederos, todos organizados de acuerdo a su clase.
Estabas boquiabierta, tenían una reserva de alimentos para treinta personas como para diez años. La tecnología había avanzado tanto que los alimentos podían conservarse por tanto tiempo.

—A-al menos no moriremos de hambre... —comentaste nerviosa.

Era demasiado para un sólo lugar, ¿qué pasaba con ésta mansión?

—Es cierto, schön, al menos eso —agregó Gilbert también nervioso.

Salieron de esa habitación, y abriste la siguiente. Contenía todo tipo de elementos de higienes, como para treinta años, y para alrededor de treinta personas.

—Esto sí que no me lo esperaba —comentó el alemán.
—Yo menos... —completaste.

Volvieron a salir de aquel gran depósito, pues más que habitaciones, esos eran unos depósitos enormes. Te dirigiste a la tercera puerta, ¿Qué te encontrarías?

Era el depósito más grande, a un lado estaban los elementos de limpieza, una reserva como para treinta años también, y al otro lado, mucha ropa, tanto para hombres como para mujeres.

—Esto comienza a asustarme. ¿Pensaban morir en este lugar? —cuestionaste más nerviosa que antes.
—E-eso parece... —contestó Vash.
—Bien, revisemos el último depósito y salgamos de una vez, debemos revisar el resto de la mansión —aconsejó Gilbert.

Tenía razón, lo mejor era apresurarse y dejar las preguntas para más tarde.
Con la contraseña abriste el último depósito, estaba completamente vacío.

—Perfecto —dijiste.

El depósito era perfecto para dejar allí todo el arsenal que tenían.

—¿Y esto? —preguntó Ludwig.
—Supongo que hubiera sido el arsenal, me pregunto por qué no hay nada —contestaste.
—Debemos seguir revisando para encontrar esas respuestas, todo aquí es muy raro —agregó el suizo.

Salieron del depósito vacío, subieron de nuevo a la sala de estar, y también bloqueaste el sótano con la contraseña. Todo el lugar se veía tan diferente al estar alumbrado, la sala de estar era de un tono amarillo pastel, daba una gran sensación de calidez.

La cocina por su parte era de un color champagne bastante bonito, le dejaba un aspecto muy pulcro al lugar.
El comedor era color naranja, también pastel, combinaba perfecto con los muebles color caoba.

La primera sala de estar era de color amarillo también, mientras que el hall sí era blanco, aquel lugar era de ensueño con todas las luces encendidas.

Volviste con el grupo a la biblioteca, era de un color verde pastel, combinando con los estantes y sillones, de color rojo.

Salieron de allí, y comenzaron a subir las escaleras. El segundo piso eran puras habitaciones. Desde donde estaban, el segundo piso se dividía en dos pabellones por la mitad con un pasillo central, formando una T perfecta. Miraste las habitaciones del pasillo central, contando con la vista, 17 a cada lado, en total 34.
Desde la posición en la que ustedes se encontraban, habían dos habitaciones en los extremos finales del pasillo, una a tu izquierda y otra a tu derecha.

—Vamos a dividirnos, cada uno revise la mayor cantidad de habitaciones que pueda para terminar más rápido —ordenaste y comenzaron a avanzar por el pasillo.
Ja! respondieron los tres en coro y se esparcieron por el pasillo para revisar las habitaciones.

Entraste a cinco habitaciones, todas eran normales, no había nada fuera de lugar. Una cama inmensa, como para cuatro personas, llenas de almohadas; en cada habitación, un armario enorme, lleno de ropa, hasta ahora sólo viste ropa de hombre. Mesitas de luz a ambos lados de la cama, lámparas iguales en cada una de ellas, los cajones de las mesas contenían las llaves de las respectivas habitaciones, nada más.

En todas las habitaciones, frente a la cama, había un estante y al lado de éste, un mueble, al parecer para las cosas personales del propietario de la habitación, y todas tenían un baño. Los baños eran todos iguales, con tina, en el centro el lavabo con espejo, al lado un mueble para guardar cosas, y frente al mueble, al extremo izquierdo del baño, el water. Todos de color beige. Las habitaciones variaban de color, suponiendo que de acuerdo a los gustos de los que habitaban allí.
También tenían todas un pequeño balcón que se ubicaba a los costados de la mansión, desde donde se podía apreciar el hermoso panorama.

Desde la cima podía verse el pueblo completo, la verdad que les faltaba bastante por recorrer, pero definitivamente lo lograrían esa semana, ya sea lo último que hagan.

Por un instante te distrajiste por el hermoso paisaje. El viento acariciaba las hojas de los árboles, formando con ellas una melodía relajante, acompañados de algunos ruidos del bosque. La luna llena se veía mucho más cerca desde esa colina.
Brillante, blanca, solemne. Alumbraba con su tenue luz todo el balcón, y en el extenso cielo la preciosa Vía Láctea le hacía compañía. La vista era tan hermosa que casi te distrajiste de tu tarea.

Volviste a cerrar la puerta después de salir de la quinta habitación, entraste a otras tres más. Nada fuera de lo normal, es más, todas estaban vacías de pertenencias, no había nada más que las ropas en los armarios, unos cuantos zapatos y las toallas limpias en los baños.
En minutos más, terminaron de revisar todas las habitaciones de ese pasillo.

—¿Algo interesante? —preguntaste cuando volvieron a juntarse en la entrada a los pabellones.
—Nada —contestaron al unísono.
—Bien, ahora nos toca revisar esas dos habitaciones, es todo lo que nos queda para poder entender qué sucede aquí... —dijiste seria, se dirigieron primero a la habitación de la derecha.

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