Capítulo 2.1: Se unen dos hermanos más
Hola! ¿Cómo están? ¡He vuelto! Y con todo xD
Al principio la inspiración no me venía mucho, estuve dando muchas vueltas por días hasta sintetizar la idea de este cap, parecía que no sería tan largo, pero está peor que el primer cap xD así que lo dividiré en 4 partes, no se preocupen, los subiré todos al mismo tiempo.
Bueno, antes quiero aclarar unas cosas. Sé que hago el fic lo más realista posible, pero obviamente tendrá los toques fantásticos que le caracterizan a Hetalia, o sino no será divertido, y ese es el punto, que esos toques fantásticos son "anormales" pero aceptables, entenderán mejor a lo que me refiero a medida que vayan leyendo jajaja
También puede que haya un poco de drama, pero al final la idea es que se diviertan leyendo.
Y les tengo una gran noticia, los chicos que aparecerán en el fic serán 20. ¡SÍ! ¡VEINTEEEEE! Más de eso no puedo agregar, con ellos será bastante sacrificio tratar de integrarlos a todos en un mismo lugar xD
Otra cosa, les adelanto que ésta historia tendrá un final alternativo con cada chico, así que tendrá veinte finales ¡WUUUUUUUUUU! Moriré para cuando llegue a eso jajaja xD
Estadísticamente hablando, es más lógico que sobrevivan grupos de hombres en un apocalipsis zombie que mujeres, así que no es tan raro que la reader se encuentre rodeada de hombres que van llegando al lugar xD además, como dije, el fin de ésta historia es divertirlas, si buscamos demasiada lógica, esto terminaría en que todo era un experimento con el subconsciente de la reader y ella está siendo utilizada como conejillo de indias en algún laboratorio secreto, no quieren eso, lo sé xD
Yo no quiero eso ;_;
Bien, con todas las noticias sobre la historia ya comentadas, les dejo para que lean! Disfruten~
§~§~§~§~§~§~§~§~§~§~§~§~§~§
El sonido estruendoso de un rayo cayendo a unos kilómetros del lugar te despertó. Abriste los ojos de golpe por el pequeño susto que te provocó aquello, levantando un poco la cabeza para encontrarte con la misma escena de ayer, el mayor de los Vargas usando tus pechos como almohadas, y el menor tu abdomen mientras tenía tu pierna derecha como peluche.
Sonreíste por tanta ternura al verlos en esa posición, después de todo no era tan malo que durmieran juntos. Tal vez ahora comiences a acostumbrarte a la compañía de éstos dos, y puede que sea difícil superarlo si les llega a pasar algo, por eso tú debías protegerlos, especialmente a Feli, por ser el más indefenso.
Miraste hacia la ventana, se veían muchos rayos caer a lo lejos, después de mucho tiempo vuelven a haber demasiadas descargas eléctricas, cosa que no te molestaba debido a que no eran cerca, aunque los sonoros truenos te daban un poco de escalofrío, nunca te gustaron mucho las tormentas. No podías saber la hora debido a que no había sol, estaba todo oscuro, el panorama era borroso debido a la intensa lluvia, al menos las plantaciones no necesitarán agua en unos días.
Trataste de levantarte sin despertar a los hermanos, cosa que lograste sin problemas, ambos tenían el sueño bastante pesado desde que entraron en confianza. Te pusiste tu ropa de siempre y te armaste, como si fuera un día de caza más, después de todo, los infectados no descansan por lluvia. Buscaste en tu mochila un reloj que llevabas siempre para saber la hora en estos casos. Marcaban las 4:45 AM, era bastante temprano, como ya no tenías sueño, decidiste bajar a tomar un poco del té negro que tenías en la mochila.
Estabas preparando el agua para hervirla cuando cayó otro rayo, esta vez más cerca, lo que te provocó un respingo, y luego escuchaste un sonido que no pudiste identificar bien por el rayo, pero te parecía conocido.
«¿Acaso eso fue un disparo?» —te preguntaste para tus adentros.
No tardó otro segundo en escucharse un segundo disparo. Por lo débil del sonido debía ser a unas 10 cuadras se donde te encontrabas.
¿Qué estaba pasando? ¿Ha llegado más gente al pueblo? ¡¿Y si estaban en problemas?! Debías ir junto a ellos cuanto antes, los disparos eran cada vez más frecuentes, sabías perfectamente por el sonido, aunque sean débiles, que eran pistolas, con esa frecuencia de disparos a la persona se le acabarían las balas en cualquier momento, tenías que hacer algo por aquellas personas, o aquella persona, en realidad eso no importaba ahora. De seguro estaban enfrentando infectados, y quién sabe si no es una horda como lo fue hace dos días. Mejor reducir aún más el número de esos malditos muertos vivientes cuanto antes.
—Maldición, ¡debo apresurarme o no llegaré a tiempo! —en segundos sacaste la silla de la puerta y saliste corriendo hacia el sur, por lo menos el área donde ustedes estaban ya se encontraba limpia de muertos vivientes, por lo que no te preocupaste por los italianos.
Corriste bajo la lluvia lo más rápido que te permitían tus piernas, no era problema para ti, solías correr 10 km en 28 minutos si era necesario, si ponías todo tu esfuerzo, recorrer un kilómetro no te llevaría más de dos minutos.
Seguías corriendo a todo pulmón, sintiendo que tus piernas ya podrían quebrarse en cualquier momento por el sobre esfuerzo que estabas haciendo por llegar rápido.
Al llegar al lugar donde provenían los disparos, cerca de 20 runners estaban rodeando a alguien.
—Damn it! Se me están acabando las fuckings balas ¡y ya no tengo más para recargar! —maldijo enojado un tipo que por su acento podías identificar que era gringo.
—¡¿Qué vamos a hacer?! ¡Estamos rodeados! ¡Vamos a morir! —dijo otro muchacho entre sollozos, tenía la voz más aguda que el primero, con un acento diferente, no pudiste identificar bien su nacionalidad.
—¡For Heaven's Sake! ¡Cálmate Matthew! ¡Alguna forma encontraré para salir de este embrollo! —contestó alterado el gringo.
Luego de unos segundos de tu llegada los infectados comenzaron a notar tu presencia, sabías que con la lluvia se les dificultaba más identificar a sus presas por el agua que se interponía entre su olfato y el aroma a carne humana. Sacaste tus rifles semiautomáticos y comenzaste a volarles la cabeza uno por uno, mientras corrías de espalda pues se estaban acercando a ti a una velocidad peligrosa.
—What the hell is happenning?! —preguntó intrigado el gringo al ver que varios infectados les estaban dando la espalda mientras caían al suelo por quedarse sin sesos.
—¡Hey! ¿Se encuentran bien? —interrogaste en voz alta para que pudieran oírte mientras te seguías alejando, reduciendo rápidamente el número de runners.
—Are you a girl? —se intrigó aún más de lo que ya estaba, pero trató de no desviarse del tema— Y-yeah, ¡estamos bien! —contestó.
—¿Aún tienes balas?
—Yes
—¡Entonces ayúdame y sigue disparando! ¿Por qué te detuviste? —cuestionaste un poco molesta.
—S-sorry, no me di cuenta... —el gringo acató tus órdenes en seguida.
La sorpresa de tu aparición en escena lo había descolocado bastante, fue por eso que no siguió disparando, aunque sus dos pistolas aún tenían unas pocas balas. Pero en el fondo agradecía al cielo que hubieras llegado, si tuviera que acabar él solo con un tubo de metal como arma con los runners hubiera sido demasiado cansador. Pero lo hubiera hecho, después de todo, los sucesos que cambiaron la historia de la humanidad lo entrenaron bastante para pelear hasta morir, al final, tenía alguien a quien proteger.
Pocos segundos después de volver a disparar, al gringo se le acabaron las balas, por suerte ya quedaron muy pocos runners de pie, a quienes exterminaste en otros segundos más. Para cuando terminaste estabas a unos 20 metros de los dos nuevos forasteros.
Guardaste tus rifles y trataste de caminar a hacia ellos, pero en ese momento tus piernas colapsaron del esfuerzo, por lo que caíste al suelo antes que pudieras hacer algo al respecto.
Los nuevos extraños se acercaron corriendo a ti.
—Hey girl, ¿Estás bien? —preguntó en gringo con un tono de preocupación en su voz.
No despegabas tu vista del suelo, tenías tus manos apoyadas en el suelo tratando de incorporarte, pero tus extremidades inferiores no reaccionaban aún, deberías esperar unos minutos ahí bajo la lluvia antes que puedas volver a moverte, después de todo eras humana.
El muchacho se acercó a ti alzando tu rostro con su mano derecha para que lo miraras a los ojos, encontrándote con unos ojos azul cielo escondidos tras unas gafas un poco empañadas por la humedad mirándote fijamente. A pesar de los cristales empañados, podías ver perfectamente lo profunda que podía ser su mirada.
—¿De verdad estás bien? Parece que no puedes levantarte... —volvió a preguntar con el mismo tono de preocupación.
—Ah, estoy bien, sólo necesito unos minutos... —contestaste.
—Nada de eso, si seguimos aquí bajo esta lluvia pescaremos una neumonía, y tú y yo sabemos bien que hoy en día es difícil conseguir medicamentos para una enfermedad con esa gravedad, será mejor que busquemos un refugio cuanto antes —dijo bastante serio.
—Mi hermano tiene razón —lo apoyó el otro muchacho, apenas pudiste oír lo que dijo.
En ese momento recordaste que dejaste solos a los Vargas, y que si despertaban y no te encontraban se preocuparían muchísimo y serían capaces de salir a buscarte aunque no tuvieran armas para defenderse. Rayos, debiste haberles dejado aunque sea una pistola. Ahora debías volver junto a ellos lo más pronto posible, antes que se les ocurra hacer alguna locura.
—Estoy quedándome en una casa hacia el norte, a unas 10 cuadras de aquí, allí hay suficientes alimentos y elementos de higiene personal como para ocho personas... —mencionaste tratando inútilmente de levantarte, al parecer tus piernas se estaban empeñando en quedarse paralizadas.
Sin contestarte nada, el gringo te alzó en brazos al estilo princesa y comenzó a trotar hacia el lugar que le indicaste.
—Entonces allá vamos, será mejor apresurarnos antes que nos caiga un rayo encima ¡HAHAHAHA! ¡Vamos Matthew! ¡No te quedes atrás! —dijo el muchacho muy animado.
—S-sí —contestó el otro chico.
Tu corazón casi dio un vuelco en tu interior por la sorpresa de su acción, más no te opusiste pues no estabas en condiciones, el gringo era bastante centrado y racional, no podías refutar a lo que dijo. Sentías que tu corazón latía muy aceleradamente, tanto que parecía que en cualquier momento saldría volando de tu pecho, se notaba que el muchacho de ojos azul cielo era bastante robusto y fornido, también se veía que era bastante fuerte pues te cargaba como si fueras un gato, o una muñeca, sin ningún problema. Comenzó a ser más intensa la lluvia, si es que eso era posible.
—Girl, atájate bien, pues voy a empezar a correr, debemos acelerar el paso.
Te quedaste con una cara de "¿eh?" pero acataste su orden, rodeando fuertemente su cuello con tus brazos mientras sentías más fuerte el agarre de sus brazos alrededor de tu espalda y tus piernas, a lo que el gringo comenzó a correr mucho más rápido contigo en brazos.
Soltaste un pequeño gritito por la velocidad que llevaba. Al mirar por encima de su hombro, su hermano le estaba siguiendo el paso detrás. Era un chico de cabello rubio claro en el comienzo de su melena, la cual le llegaba hasta un poco debajo de las orejas, y se iba oscureciendo, llegando a ser rubio oscuro en las puntas. Sus ojos eran color violeta, también escondidos tras unas gafas idénticas a las de su hermano. Al mirarlo bien, tenía la misma estatura que su hermano, así como la misma complexión física. ¿Será que también es igual de fuerte que su hermano? Lo que más te llamó la atención es un pelo que se le caía suelto hacia delante formando unos bucles. ¿Qué pasa con los jóvenes de hoy en día? ¿Su cabellera ha evolucionado? No recuerdas haber visto antes a personas con rulos que desafíen las leyes de la física, hasta ahora, claro.
Llevaba puesto un jersey rojo y unos pantalones marrón claro y unas botas marrón oscuro. En sus brazos llevaba un oso polar de peluche, que parecía impermeable pues no estaba tan mojado con semejante lluvia. El muchacho se percató que lo estabas mirando bastante por lo que te dedicó una tímida sonrisa, la cual correspondiste por inercia.
Después, el oso que a tu parecer era un peluche, levantó la cabeza y te saludó con una pata.
—¡¿QUEEEEEEEÉ?! ¡¿ESE ES UN OSO POLAR DE VERDAD?! —gritaste casi dejando sordo al muchacho que te cargaba.
—S-Sí —contestó un poco apenado el de ojos violeta—, e-es mi mascota...
De acuerdo, cómo rayos ha hecho, no tienes idea, pero luego lo averiguarías.
—Aw girl, casi me dejas sordo —se quejó el de ojos azul cielo.
—E-eh... Lo siento, es que no pensé que el oso fuera un ser viviente... —contestaste aún intrigada, volviendo la vista hacia el gringo que te llevaba en brazos.
Él sólo te sonrió ampliamente, miraste hacia delante, ya faltaba muy poco para llegar a la casa donde se estaban hospedando. Volviste a mirar sus ojos, fuiste subiendo la vista hasta su cabello rubio, más oscuro que el de su hermano, tendiendo al castaño, en donde destacaba un mechón antigravedad que se curvaba hacia la derecha. ¿Cómo puede ser que ni la lluvia inmute ese mechón tan rebelde? Bueno, después de todo, son hermanos, debían tener el mismo gen de cabello evolucionado, o algo por el estilo. Volviste a bajar tu vista, siguiendo con tu trabajo de analizar al hombre que te estaba cargando. Llevaba encima una chaqueta café oscuro, bajo la cual vestía un uniforme militar de color verde musgo.
Pasados unos minutos ya estaban por alcanzar la casa.
—Es esa —señalaste tu nuevo hogar.
—¡OK! —contestó animado, y detuvo la carrera frente a la puerta, que había quedado abierta.
Por suerte la entrada tenía un techo bastante ancho, como para sentarse allí delante, por lo que el agua no entró a la casa. Entraron rápidamente a la casa y el rubio de ojos violetas bajó a su oso polar para volver a trancar la puerta con la silla.
Al parecer los Vargas seguían durmiendo plácidamente, o sino ya hubieran bajado, y se hubieran escandalizado por verte con dos "extraños" más. En el fondo estabas más tranquila de que siguieran durmiendo, al menos necesitabas reincorporarte para poder explicarles los eventos, en estos momentos no tenías ganas de eso.
El de ojos violeta comenzó a poner unas cuantas leñas en la chimenea para calentar el ambiente, los tres estaban empapados y el agua de la lluvia era realmente helada, si no fuera porque estuvieras acostumbrada a la radicalidad del clima en todas sus facetas, estarías temblando de frío.
—¿Ya puedes caminar? —preguntó el dueño del oso polar.
Trataste de mover tus piernas y no, aún no recuperaste el movimiento de las mismas, al menos no el cien por ciento.
—Puedo moverlas un poco, pero no creo que pueda sostenerme aún —contestaste.
—Ok, te pondré en el sofá —mencionó el del mechón rebelde, acto seguido te recostó en el sofá, y él se sentó a tus pies.
Ya no tenían tanto frío debido al calor de la chimenea, el oso intentó sacudirse el agua de encima, a lo que su dueño le regañó.
—¡Aquí dentro no, Kumanataro! Te sacaré afuera para que te sacudas, luego vuelves a entrar.
—¿Quién eres? —le preguntó el oso polar, más le hizo caso y salió afuera a sacudirse cuando el chico le abrió la puerta.
—Argh, cuántas veces debo decírtelo, soy Matthew, tu dueño —se quejó con una cara de decepción.
—¡HAHAHAHAHA! —rió su hermano.
El oso volvió a entrar y el chico volvió a cerrar la puerta.
Tú estabas atónita. ¿Un oso polar que habla? ¡¿HABLA?! ¡ESO NO ES DE DIOS! ¡¿Cómo puede un animal hablar?! Sentiste que te ibas a desmayar por la sorpresa, pero trataste de componerte.
—¿Tu... oso... habla? —preguntaste esforzándote para que las palabras salieran de tu boca.
Definitivamente los genes de la especie humana y animal han evolucionado y tú ni te diste cuenta, sí, eso debe ser.
—S-sí, no sé cómo, pero conviviendo con nosotros aprendió a hablar —contestó muy orgulloso de su mascota el muchacho de ojos violetas.
El mencionado animal se acostó haciéndose bolita cerca del fuego para ganar calor y secarse de paso. Definitivamente parecía más un perro doméstico que un oso polar, lo más sorprendente de todo es que está acostumbrado a este clima tropical.
Bueno, ahora no era momento para pensar en eso, había otro asunto más importante que dejar en claro. En primer lugar, definitivamente estos chicos no eran de esos animales que habías mencionado antes. Si lo eran, lo que hubieran hecho cuando colapsaste hubiera sido intentar violarte o tratar de robarte un arma para robarte todo lo que tuvieras en tu poder, no, definitivamente no eran de esa clase de basura humana. Se notaba que era buenos muchachos, pues te ayudaron a llegar a tu nuevo hogar, y se han quedado a tu lado prudentemente. ¿Qué hacían por aquí? ¿Venían a quedarse o estaban de paso? Eso tampoco era momento de preguntar, primero debían cambiarse esas ropas antes que del agarre un resfriado.
—En el segundo piso hay tres habitaciones, cada una tiene un baño, en ellas pueden encontrar ropas para cambiarse, al parecer aquí habitaban más hombres que mujeres, así que no debe ser problema, sólo no entren a la habitación del fondo, allí están durmiendo unos italianos, de seguro se asustarán si los ven, así que por favor evitemos tanto escándalo —dijiste con una sonrisa.
—¿En serio podemos asearnos y cambiarnos? ¡THAT'S GREAT! —comentó muy animado y con su gran sonrisa el gringo, levantándose de golpe del sofá.
—Ah, qué alegría, después de muchos días podré darme un baño decente —agregó el de ojos violeta con su tímida e inocente sonrisa.
—Por cierto, yo soy (nombre completo), un gusto conocerlos —sonreíste— yo me quedaré aquí hasta que recupere por completo la movilidad, ahora al menos ya puedo mover un poco más mis piernas —reíste.
—Alfred F. Jones, ¡a tu servicio! —se presentó el gringo con mucha energía, parecía que su batería nunca estaba baja.
—Yo soy Matthew, Matthew Williams, un gusto señorita (apellido) —dijo el de jersey rojo.
—No tienes que ser tan formal, puedes decirme (tn) —volteaste hacia el muchacho que estaba parado cerca de la puerta para sonreírle—, es un placer conocerlos, Matthew —hiciste un ademán con la cabeza saludando al chico— Alfred... —volteaste hacia el nombrado haciendo el mismo gesto.
—¡Mucho gusto (tn)! —respondió enérgico Alfred— ¡HAHAHA! ¡SÍ! ¡ME DARÉ UN BAÑO! —festejó alzando la voz.
Acto seguido subió las escaleras corriendo y podías escuchar que recorría las habitaciones hasta que "festejó" por encontrar ropa de su talla. Ese muchacho que parecía muy serio, estaba siendo muy ruidoso, lo más probable era que los Vargas despierten en cualquier momento, pero no, definitivamente ellos tenían el sueño muy pesado.
Matthew se despidió de ti cordialmente y subió las escaleras tranquilamente, sin mucho apuro, como si tuviera toda una vida por delante para darse un baño. Definitivamente las personalidades de ambos contrastaban bastante.
Como ya podías mover más tus piernas, te sentaste en el sofá, y trataste de ponerte en pie, al menos ya podías pararte, aunque te costaba todavía un poco caminar tranquilamente.
El oso polar te miró por un momento.
—Gracias por ayudarnos, mi dueño se ve muy feliz —comentó como si hablar con un ser humano fuera lo más normal sobre la faz de la tierra.
—Uhm, no fue nada la verdad, supuse que podrían estar en peligro, por eso fui —contestaste un poco nerviosa, te costaría un poquito acostumbrarte a hablarle al oso.
—Aún así te arriesgaste, podríamos haber sido unos buitres en busca de recursos —respondió.
—Sí, bueno, estaba mentalmente preparada para eso, el hecho de que no podía moverme mucho no significa que no podía defenderme —comentaste con un tono fanfarrón, provocando en el oso lo que te pareció una sonrisa.
—Tú eres Kumanataro, ¿verdad? —preguntaste acercándote un poco al oso para sentarte más cerca del fuego, ya que no podías ir a bañarte todavía, al menos ibas a mantenerte calentita.
—No, me llamo Kumajiro —respondió.
Ah, así que Matthew no recuerda bien el nombre del oso, y por eso el oso tampoco puede recordar bien a su dueño, tiene sentido.
—Jajaja, ya veo, mucho gusto en conocerte, Kumajiro —le sonreíste— ¿puedo acariciarte?
—Está bien —se levantó y se acercó más a ti para que lo pudieras acariciar.
Su pelaje ya estaba seco, se nota que la lluvia le dio un buen baño, pues ahora estaba blanco como la nieve todo su cuerpo. Le acariciaste suavemente la cabeza, su pelaje estaba un poco esponjado pero aún así era como acariciar seda, una seda bastante tibia, por alguna razón te dieron ganas de abrazarlo.
—Eres muy tierno Kumajiro —le diste un abrazo sin pensar en la reacción del animal, para tu suerte se dejó abrazar sin problema alguno.
Al despegarte del oso bajó las escaleras corriendo quien supusiste que era Alfred, sólo él sería tan enérgico.
—¡Ah~! ¡ME SIENTO GENIAL DESPUÉS DE DARME UN BAÑO! ¡HAHAHAHA! —tendrías que acostumbrarte a tanta euforia, tarde o temprano.
Reíste mientras volteabas a verlo. Espera, ¿acababas de pensar que tendrías que acostumbrarte a estos nuevos hermanos? Si ni siquiera sabías si iban a quedarse. Sacudiste la cabeza tratando de no pensar en eso en ese momento, así que trataste de hacer conversación con Alfred.
Al voltear pudiste ver que llevaba puesta una camisilla blanca bastante ajustada y un poco transparente, que marcaba bastante sus músculos. Debajo tenía puesto un short de dormir beige, al parecer así estaba más cómodo que con una ropa casual, son hombres, después de todo, y estabas acostumbrada a ello, al fin y al cabo estuviste conviviendo mucho tiempo con muchos hombres en la milicia, para ti no era problema, excepto el que anduvieran en calzoncillos, claro.
—Te sientes renovado ¿verdad? —bromeaste.
—Haha yeah, un buen baño siempre renueva las energías —contestó mucho más relajado, sentándose en la parte seca del sofá.
—Y, ehm... ¿qué hacían por aquí? —preguntaste tratando de no hacer incómodo el ambiente.
—Well, pues veníamos del sureste en busca de alimentos y armas, ya casi no teníamos municiones, y pues, you know, en estos días no podemos estar sin ellas —comentaba mientras hacía gestos con las manos acorde a su narración—. Dejamos nuestro vehículo en esa entrada del pueblo y nos estuvimos adentrando en busca de víveres, después de la nada apareció esa horda de runners, por lo que empecé a dispararles, un poco después tú apareciste, nos sacaste de un apuro girl, thanks —su gran sonrisa volvió a hacer aparición.
Así que este pueblo también tenía una entrada al sureste, interesante.
—En tiempos como estos lo mínimo que podemos hacer como raza humana es ayudarnos unos a otros, ¿no crees? —comentaste con una gran sonrisa, extrañamente estos dos hermanos te transmitían una gran calidez.
—Haha, es verdad, es una lástima que existan personas que no piensen como nosotros —comentó mientras su rostro se tornaba un poco serio.
—Y, ¿entonces no pensaban quedarse? —volviste a preguntar
—No, pensamos que estaba desolado este lugar, así que estábamos de paso para recoger víveres, luego íbamos a seguir nuestro rumbo —su sonrisa volvió a su rostro.
—¿Rumbo hacia dónde? —cuestionaste curiosa.
—Ah, I don't know, Matthew y yo estábamos pensando unirnos a alguna colonia, pero no tuvimos éxito hasta ahora.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top