Capítulo 1.1: Un par especial
¡OH MY GOSH! Éste capítulo me salió más largo que la novela "Al Fondo Hay Sitio" xD así que lo dividiré en dos, aunque los publicaré al mismo tiempo, para que no les de tanta flojera leer :v
bueno, como ven, los títulos no son lo mío, no quiero arruinar la sorpresa, así que ustedes descubrirán quiénes son los hetalianos de este capítulo más adelante xD
Espero que les guste! Un saludo a @LovelyHonkie! Gracias por comentar mi oneshot, aquí te dejo este cap de regalo, en agradecimiento :3
En fin, sin más rodeos, los dejo leer
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Ya habías recorrido toda la primera manzana del pueblo, y nada, buscaste en cada rincón de las casas abandonadas, por si se escondían en algún lugar, ningún resultado. Estabas comenzando a hartarte, no te gustaba mucho el suspenso, y éste aumentaba cada vez más. A lo lejos escuchabas algún que otro ruido, pero podía ser cualquier cosa, podía ser algún animal que viene a explorar el pueblo desierto, trataste de mantener la calma a pesar de que te estaba por ganar el estrés de la situación, pero no, no te ibas a permitir flaquear en un momento como éste.
Todas las casas por dentro estaban llenas de polvo, se notaba que hace mucho tiempo dejaron de ser habitadas por seres humanos normales.
Volviste a salir a la calle principal de aquel pueblo luego de recorrer la segunda manzana, sin encontrar algún infectado, tal vez esta inspección te dure semanas, más no te darías por vencida, siempre fuiste testaruda cuando querías algo. Estabas más tranquila porque tal vez sean ya pocos los muertos vivientes que queden, por más mutantes que sean, por eso aún no te encontrabas a ninguno.
Comenzaste a caminar por la calle, rumbo a la tercera manzana, la luna llena alumbraba perfectamente el panorama, escuchabas el sonido del fresco viento entre las hojas de los árboles, y sentías al mismo en tu rostro, tratando de jugar con tu corto cabello. Era bastante relajante, por un instante alzaste la mirada para contemplar el hermoso cielo estrellado, te quedaste perpleja por segundos.
Desde aquel pueblo, en medio de los bosques, por la noche podía apreciarse la hermosa Vía Láctea, tan profunda, tan inmensa, tan única. Nunca tuviste la oportunidad de admirar un cielo así en vivo, sólo a través de fotos o videos.
Podías sentir la inmensidad del universo al admirar la Vía Láctea, por un momento te sentiste tan pequeña e insignificante ante tanta majestuosidad.
Si estabas nerviosa, la naturaleza logró calmarte por completo, llenar tu interior con una paz inexplicable, sólo un panorama así podía desconcentrarte.
Se formó una sonrisa en tus labios, sin que te dieras cuenta, y decidiste continuar con tu misión, es como si las estrellas hubieran reestablecido tu energía, en aquel lugar te sentías viva, te sentías, diferente, como no lograste sentirte nunca desde que emprendiste tu viaje por el país.
El panorama estaba tranquilo hasta que escuchaste un grito que te erizó la piel desde la punta de tus cabellos hasta los pies. El grito venía de varios metros frente tuyo. Los infectados no gritan, tal vez, no, no tal vez, es seguro, ¡es una persona!
Sin pensarlo dos segundos comenzaste a correr con todas tus fuerzas en dirección al lugar donde venía el grito, hasta que te quedaste estática por lo que oíste.
—¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! —sentiste una ráfaga de viento golpear tu cara acompañado de una polvareda provocada por la corrida de esa persona que venía gritando— ¡ESTÁN VINIENDO MÁS! ¡AUXILIOOOOOOOO! —todo esto pasó en dos segundos.
Te detuviste al escuchar ese grito casi interminable que venía de lejos, y antes de que te dieras cuenta, pasó tan rápido al lado tuyo que ni siquiera pudiste reconocer su figura, apenas viste una forma humanoide pasar como bala a tu lado. Estabas por cuestionarte cómo mierda podía hacer para correr tan rápido una persona, pero recordaste que la adrenalina generada por el terror todo lo puede, sí, eso debe ser. Cuando estabas por reaccionar, escuchaste otro grito.
—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! ¡NO CORRAS TAN RÁPIDO IDIOTA! ¡NO ME DEJES ATRÁS, MALDICIÓN! —otra ráfaga de viento, volviste a cubrirte la cara con los brazos para evitar que la polvareda nuble tu vista.
Lo mismo que antes, en segundos pasó tan rápido a tu lado que no reconociste su figura.
Por las voces estabas segura que eran hombres, o por lo menos eran muy gruesas para ser de mujer. Si venían corriendo despavoridos del sur, —tanto que ni se dieron cuenta de tu presencia— quiere decir que por allá estaban los infectados.
—Heh, ¡que comience la diversión! —sonreíste y comenzaste a correr en sentido contrario a esos tipos con velocidad sobrehumana.
Al divisar a los primeros infectados te detuviste de golpe, y buscaste un lugar donde esconderte para analizarlos, por un momento tragaste saliva en seco, analizando rápidamente con la mirada, era una horda de por lo menos 40 infectados.
«Son demasiados en un sólo lugar» —pensaste.
Definitivamente no eran hunters, diste gracias al cielo por ello. Los analizaste de pies a cabeza, y notaste que sus piernas estaban más desarrolladas que las de los infectados normales, parecían piernas de gacela, eso definitivamente quiere decir que son runners, y al parecer, esos tipos corrieron tan rápido que los dejaron despistados. Escuchaste que los runners no tienen sentido de audición y su vista es bastante atrofiada, pero tienen altamente desarrollado el sentido del olfato, pueden oler carne humana a kilómetros.
Por un momento se detuvieron, supiste en ese instante que ya te olfatearon a pesar de estar bastantes metros alejados de ellos.
—Mierda, esto será más difícil de lo que pensé... —saliste de tu escondite y comenzaste a disparar a los infectados que venían corriendo a gran velocidad hacia ti.
Necesitabas cubrir tu olor de alguna forma, pero ya. Guardaste las pistolas y sacaste una navaja de tu chaleco, arrancaste un pedazo de tu camisilla, te cortaste la palma de la mano con suficiente profundidad como para empañar el trozo de tela con tu sangre, estabas acostumbrada a esa clase de dolor, así que para ti no era nada. Arrojaste el pedazo de tela lo más lejos que pudiste, y para tu suerte cayó en medio de los que ya estaban por alcanzarte. Al detectar el olor de la sangre entre ellos se detuvieron, eso los distrajo por un momento, suficiente tiempo para llevar a cabo tu plan.
Arrancaste otro pedazo de tela, volviéndolo a empañar de sangre, y lo volviste a arrojar, lo que los entretuvo más. Rápidamente, arrancaste otro pedazo de tela, éste más largo, dejándote casi desnuda, apenas cubriendo tu pecho. Vendaste tu mano y la ataste fuertemente para atajar el sangrado, sacaste unos guantes de cuero que tenías en un bolsillo de tu chaleco y te pusiste el guante que le correspondía a tu mano herida, que era la izquierda. Debías cubrir tu herida para no infectarte.
Terminado eso, como buena ninja que eras, aprovechaste la distracción que tenían y corriste hacia ellos, cortando con la navaja el cuello de uno de ellos, bañándote por completo con su sangre putrefacta. No te dio náuseas, aunque era la primera vez que te impregnabas con la sangre de un muerto, estabas acostumbrada al olor, por mucho tiempo, ése fue el perfume de todas las mañanas. Cubriste tu mano izquierda todo lo que pudiste durante el acto para que no toque la sangre infectada, y así fue, apenas tenía salpicaduras que no te afectarían.
Ahora eras uno de ellos, por el aroma a muerto que tenías. Cuando los infectados encontraron que era un trapo con sangre y no carne, trataron de olfatear el origen de ese aroma, que era manjar para ellos, pero no lo encontraban. Tú estabas caminando entre ellos, y se veían despistados.
—Perfecto —sonreíste de lado.
Guardaste tu navaja y de nuevo desenfundaste tus pistolas, comenzando la matanza. Uno por uno iban cayendo, te veían pero no podían reconocerte como presa por el olor, por lo que quedaban aturdidos. Recargaste tu pistola, volvías a dispararles, y así fue por unos veinte minutos, hasta que acabaste con todos. Menos mal tus armas tenían silenciador, así no causabas tanto escándalo, no sea que por ahí existan otros infectados con otro tipo de mutación, lo cual sería fatal.
La cacería de esta noche fue un éxito, estabas más que satisfecha por haber acabado con muchos de ellos.
—Calculando el tamaño del pueblo, y teniendo en cuenta que no todos los infectados mutan, yo le pondría que tal vez rebasen un poco los 100 —comentaste para ti misma.
En ese instante recordaste que habías visto personas. Después de meses, que parecieron décadas, volvías a tener contacto con personas, es decir, ¡podías relacionarte con personas! Tu corazón dio un salto precipitado por la emoción que sentiste en un segundo, pero trataste de controlarte, debías ser cuidadosa, no podías confiar mucho en ellos por lo menos hasta conocerlos.
Estabas un poco cansada, aún así corriste hasta llegar de nuevo a la segunda manzana del pueblo. No los veías por ningún lado, lo más probable es que estén escondidos.
—POR ESTA NOCHE YA PASÓ EL PELIGRO, SEAN QUIENES SEAN, SERÁ MEJOR QUE SALGAN EN ESTE PRECISO INSTANTE, NO ME HAGAN BUSCARLOS CASA POR CASA, NO QUERRÁN VERME ENOJADA —gritaste fuerte como para que se escuche en toda la zona.
Uno de ellos salió corriendo de una de las casas que estaba como a cinco metros del lugar en el que estabas parada. Tenía en su mano un palo por el cual estaba atado un pañuelo blanco, parecía una bandera de rendición. Al verte comenzó a agitar frenéticamente aquella bandera mientras se acercaba, aterrorizado.
—¡WAAAHHHH! ¡ME RINDO! ¡ME RINDO! ¡POR FAVOR! ¡NO ME MATES! —se acercó a ti en un intento de abrazarte, pero el verte ensangrentada sólo lo asustó más— ¡KYAAAAAAAAAAAAAAAA! —gritó mientras comenzó a llorar más fuerte, aunque parece que quedó petrificado del susto porque no salió corriendo, sino que retrocedió un metro, sentado en el piso, suplicando por su vida como si lo fueras a matar.
Suspiraste profundamente, no estabas acostumbrada a tanto escándalo, tu vida había sido tan solitaria y silenciosa hasta ahora que éste muchacho estaba dándote dolor de cabeza.
—Por favor, cálmate, soy una persona normal, igual que tú. Soy una superviviente, igual que tú. No estoy infectada, pero tuve que bañarme con la sangre de uno de esos runners para acabar con ellos. Si pudiera tal vez te abrazaba, pero estoy demasiado asquerosa para eso, así que está bien que no te acerques tanto. Por el momento ya no hay peligro, esa horda está tendida en el suelo por allá —señalaste hacia el sur—, y no volverán a moverse. No voy a matarte, no soy una salvaje, así que por favor, deja de llorar, que no es mi intención hacerte daño —hablaste lo más amorosamente que pudiste para intentar calmar a ese muchacho, mientras le dedicabas una sonrisa. Tal vez con tanta sangre encima te veías tétrica, así que borraste la sonrisa de tu cara.
—¿Eh? —de golpe paró el llanto— ¿Tú acabaste con los infectados que nos estaban persiguiendo? —por un instante creíste ver un brillo en sus ojos color miel.
De un segundo a otro su expresión cambió por completo, aunque todavía tenía rastros de lágrimas en sus ojos, se veía calmado, incluso, feliz.
—Es lo que dije —acotaste.
—¡WAAAH! ¡GENIAL! ¡Desde ahora eres mi heroína! —dijo con una sonrisa tan tierna, igual a un niño pequeño cuando le dan una caja de dulces.
Desde que empezaste a hablar con el castaño de ojos miel, sentías que alguien te estaba mirando. Alzaste la vista para toparte con unos ojos verde olivo. Era el otro muchacho, es casi idéntico al que estaba frente tuyo en el suelo, y también se veía asustado.
—Ya dije que no muerdo, si quieres puedes acercarte —le hablaste.
El ojimiel al percatarse que le hablabas a alguien más se dio la vuelta haciendo una seña energéticamente con la mano derecha al otro muchacho para que se acerque.
—¡Lovino! ¡Lovino! ¡Ven! ¡Esta ragazza nos salvó! —habló feliz el chico.
—Y-ya voy... —fue todo lo que dijo "Lovino" hasta llegar junto a su hermano.
Se acercó a él y el menor se levantó para darle un abrazo. Al principio el ojiverde parecía molesto, pero tampoco se resistió al abrazo del más pequeño en estatura.
—Maldición Feli, no vuelvas a hacer eso en tu vida, pensé que te perdía, idiota. ¡la próxima vez hazme caso! ¡Por algo soy tu hermano mayor, maldición! —refunfuñó el tal Lovino.
Te enterneciste demasiado ante la escena que casi se te escapan unas lágrimas. Eso es humanidad, esa era la humanidad que hace años dejaste de presenciar ante tanto caos.
—Lo siento fratello, trataré de no volverlo a hacer —se disculpó el ojimiel abrazando más fuerte a su hermano mayor.
El mayor se dio cuenta que los estabas mirando muy enternecida, lo que lo incomodó, logrando un leve tono rojizo en sus mejillas.
—¡Ya déjame idiota, nos estás poniendo en vergüenza ante la ragazza! —hizo mucho esfuerzo por quitarse a su hermano de encima, hasta que lo logró, al menor no parecía importarle mucho aquello, simplemente seguía sonriendo, muy animado, en tanto el otro se cruzó de brazos mirando hacia otro lado aún con un leve sonrojo.
Reíste para tus adentros por aquello, se notaba por Lovino que quería mucho a su hermano, aunque pareciera agresivo, o por lo menos daba esa impresión.
—Ejem... —carraspeó el mayor— G-gracias por salvarnos, y por no matar al idiota de mi hermano —miró al menor frunciendo el ceño, a lo cual éste sólo se encogió de hombros.
—No te preocupes, no tengo pensado matar a nadie, aparte de esos malditos infectados —sonreíste—. Eso sí, por el momento será mejor que hagan todo lo que yo les diga, porque aún no los conozco bien, y si por ahí tienen intenciones de tomar o mis armas o lo que sea mío, ahí sí será mejor que vuelvan a correr como lo hicieron antes —suficiente miedo dabas con toda esa sangre, por lo que el comentario los heló, dieron un respingo al mismo tiempo.
—¡Eso no va a pasar! ¡Haremos todo lo que quieras! ¡No queremos morir tan jóvenes! —reclamaron al unísono los hermanos. Tú solo reíste por esa reacción.
—De acuerdo, en primer lugar buscaremos una casa en condiciones para pasar la noche, ah, por cierto, en la tercera casa de la mano derecha, en la primera manzana, dejé una mochila en la que traje más municiones y algunos víveres, ¿podrías ir a traerla? —miraste a "Feli", éste asintió y salió corriendo, en un abrir y cerrar de ojos te trajo la mochila.
—Vaya que eres rápido —bromeaste—, por el momento cuidarás esa mochila, en lo que buscamos una casa más amplia para dormir los tres.
—De acuerdo —respondieron ambos.
Recorrieron la zona hasta llegar a una casa de dos pisos, bastante amplia. Era la casa más grande de la zona y estaba en perfectas condiciones, bueno, no le faltaban ventanas o puertas. La puerta principal estaba abierta, así que entraste primero, siguiéndote después los hermanos.
Por dentro todo estaba muy ordenado, no había por ningún lado signos de lucha o algo, por lo que te pareció que fue abandonada. Había mucho polvo por todos lados, eso sí, pero los muebles y demás cosas de la casa estaban en buenas condiciones. En la parte de abajo, al lado izquierdo de la entrada estaba una sala, con un gran sofá que parecía color bordó, pero estaba marrón por la suciedad. Había también una pequeña mesa frente a él, y ésta estaba frente a la chimenea. La habitación contigua a la sala parecía ser un dormitorio. Del lado derecho estaba la cocina, desde la puerta de la misma se veía el mobiliario, la estufa, y demás.
Entraste a la cocina, la habitación a la derecha era el comedor, había una mesa larga con sillas como para 8 personas.
«Fue una familia numerosa» —pensaste.
Saliste de la cocina y subiste las escaleras que estaban frente a la puerta de entrada. El piso de arriba eran todas habitaciones, 4 en total.
Revisaste cada una, en todas ellas habían dos camas separadas, un armario, una mesita de luz, y un baño. Excepto la última habitación, que estaba al final del pasillo, en ésta había una enorme cama matrimonial, dos armarios, una mesita a cada lado de la cama, y el baño también era más grande.
—Fantástico, ésta es la habitación que voy a usar —dijiste.
Los hermanos no dijeron nada, simplemente hacían el tour por la casa detrás de ti.
El segundo piso era el que estaba en mejores condiciones, pues todas las habitaciones estaban cerradas, no había quedado ninguna ventana abierta, por lo que todo estaba intacto, sin polvo, tal como lo dejaron los antiguos dueños de la casa. Revisaste ambas mesitas de luz, en uno de los cajones había un manojo de llaves.
—Éstas deben ser de la habitación —pensaste en voz alta.
Probaste las tres llaves en la puerta de la habitación, y la última era la que hacía girar el mecanismo. Volviste a probar una de las dos llaves sobrantes en la puerta del baño, la primera era la correcta.
—Bien, aquí nos quedaremos —afirmaste y llaveaste la puerta de la habitación con los tres dentro. Los hermanos simplemente tragaron saliva y se sentaron en la cama sin decir una sola palabra— Voy a entrar a bañarme para sacarme esta putrefacción de encima, no tienen forma de salirse corriendo con mis cosas, así que mejor se quedan ahí donde están. Y tampoco intenten entrar al baño —los miraste seriamente.
—¡Maldición! ¡Ya dijimos que no vamos a huir! ¡¿Qué clase de personas crees que somos?! ¡Nos salvaste la vida! ¡Lo mínimo que podemos hacer es estar agradecidos por eso! ¡No saldremos huyendo de aquí con tus víveres! ¡No somos unos malditos carroñeros! —se exasperó el mayor.
—He visto cómo este apocalipsis cambia a las personas, al punto de matarse unos a otros por instinto de supervivencia. He visto hombres comportarse peor que esos infectados, así que no me pidas tanta confianza en poco tiempo —tu voz se escuchaba apagada, sólo mirabas el suelo mientras hablabas.
—D-de acuerdo, lo siento, en eso tienes razón... —contestó más calmado.
Al mirarlo te diste cuenta que estaba un poco avergonzado por la escena que acababa de armar, y simplemente miraba hacia la ventana.
—Vee, no te enojes ragazza, disculpa a mi fratello, de verdad que no saldremos huyendo, ¡estamos muy agradecidos contigo por salvarnos! —dijo muy animado el menor.
Su actitud tan alegre ante la situación te relajaba, y te hacía confiar un poco más en ellos.
—Está bien —sonreíste.
Lovino se recostó en la cama mientras Feli seguía muy animado siguiéndote con la mirada aún con la mochila en sus manos, la estaba cuidando como si fuera un tesoro. Tú revisaste los armarios en busca de ropa limpia, para tu suerte encontraste una camisilla negra que era tu talla, ropa interior de tu talla, y unos shorts que te llegarían hasta las rodillas. Entraste al baño para lavarte las manos, por suerte ahí había suficientes productos de higiene personal, estabas más que salvada. Después de lavarte las manos, volviste al armario para sacar la ropa limpia que ibas a usar.
—Voy a tardar bastante en asearme, así que si quieren, pueden dormir, después los despertaré —sonreíste.
Ellos asintieron, cerraste la puerta del baño con llave.
En el baño había una gran tina a la derecha, en el centro estaba el lavamanos, y a la izquierda estaba el inodoro. Frente a éste había un mueble de tamaño mediano donde estaban todos los elementos de higiene.
Desodorantes, perfumes, toallas, jabones, papel, etc. Definitivamente fue sacarse la lotería encontrar ese pueblo, y esa casa, no en todos los lugares uno se encontraba tantas cosas.
Después de enjabonarte bien, lavarte la cabeza, enjuagarte por completo, te secaste con una toalla, la envolviste a tu cuerpo y comenzaste a lavar tu ropa, menos el harapo que quedó de tu camisilla, ese simplemente lo arrojaste por la ventanilla del baño hacia afuera. Después de un par de horas, todo lo que tenías puesto durante la carnicería estaba limpio.
Tu chaleco, tu short, tus botas, tus cinturones, aprovechaste y limpiaste también tus armas. Todo estaba limpio. Dejaste tus armas en uno de los compartimientos del mueble, y tu ropa mojada la dejaste sobre el inodoro, luego de salir del baño lo pondrías por el barandal de las escaleras para que se sequen.
Te peinaste luego de secar tu cabello con la toalla, hace varias semanas que no tenías la cabeza tan limpia. Te vestiste y saliste del baño. Los hermanos estaban profundamente dormidos en la cama, así que trataste de no hacer ruido para no despertarlos, abriste la puerta de la habitación, dejaste tus ropas y la toalla por el barandal de las escaleras, y bajaste a trancar la puerta principal con una silla, ya que no tenía cerradura. Te cercioraste de que todas las ventanas estén bien cerradas, y que ninguna puerta haya quedado abierta, así no hay posibilidades de que algún infectado los detecte.
Volviste a subir a la habitación, seguían durmiendo profundamente.
Se veían tan tiernos durmiendo, que no querías despertarlos, te acercaste lentamente, como para sentarte en el borde de la cama, pero apenas pusiste tu peso encima de la cama el mayor de los hermanos se levantó de golpe, y quedó estático por varios segundos al verte.
—Demonios... —se tapó la boca luego de lo que dijo mientras se sonrojaba, desvió la mirada hacia el suelo mientras se levantaba de la cama para darte la espalda.
Tú no entendías para nada por qué tenía esa reacción. El menor ni se inmutó.
—¿Pasa algo? —preguntaste intrigada.
—N-nada, es sólo que te ves, muy diferente, ahora que estás limpia —rió y volvió a mirarte, acercándose se sentó en la cama.
Ya no estaba sonrojado, pero aún parecía un poco nervioso.
—Entiendo... —también reíste.
Con la conversación el menor despertó y se sentó también en la cama, frotándose los ojos mientras bostezaba.
—Vee, ¿Ya amaneció? —te miró y se sorprendió— ¡Waaaah! ¡Eres bellissima! ¡Una ragazza molto bella! —exclamó tan animado y se abalanzó sobre ti para darte un abrazo— ¡¡¡Veeee!!! ¡Ahora sí puedo abrazarte para agradecerte por habernos salvado! ¡Grazie, bella, grazie! —no pensaba soltarte en un buen rato.
Estabas paralizada. No recuerdas cuándo fue la última vez que abrazaste a alguien. No pudiste reaccionar, te gustaba sentir el calor humano, te gustaba sentir sus brazos alrededor de tu cuello, te gustaba sentir su calor en tu mejilla, eso era lo que anhelabas hace tantas noches solitarias. Te conmovió tanto que no pudiste atajar dos lágrimas que resbalaron por tus mejillas, aún sin poder hacer nada. Cuando el menor estaba por separarse de ti, reaccionaste, y lo abrazaste.
Escondiste tu cara en su hombro para que no te viera, y te quedaste así por unos minutos. Tal vez no olía bien por el poco aseo que podía tener, pero no importaba, no querías que se acabe ese abrazo, nunca. Por primera vez, después de tanto tiempo, volvías a tener compañía, volvías a sentirte cercana a alguien. Hiciste tu mejor esfuerzo para no quebrarte en ese momento.
El menor no sabía qué hacer, estaba aturdido, no esperó que reaccionaras de esa forma ante su abrazo, estaba acostumbrado a hacerlo, a su hermano siempre lo abrazaba, así que era normal para él, ¿por qué para ti parecía ser algo tan extraño? Aunque ya se sentía incómodo, trató de no demostrarlo y simplemente se quedó allí, hasta que decidieras reaccionar, después de todo, podía comprender que tal vez, la vida que llevaste hasta ahora no fue nada fácil.
Pasados los minutos, te diste cuenta de la vergonzosa situación y del incómodo ambiente que creaste. Te separaste del ojimiel de inmediato, levantándote de la cama, dándoles la espalda, cerca de la puerta.
—Y-yo lo siento... N-no que—
Esta vez quedaste perpleja ante un abrazo inesperado para ti. Éste abrazo era distinto al de Feli, era más protector. Podías sentir los fuertes latidos del corazón en el pecho de quien te abrazaba. Tu cabeza estaba apoyada ahí mientras dos brazos te rodeaban por completo, sin esperar que correspondieras la acción. Sentiste un peso sobre tu cabeza, era el mentón del mayor que se apoyaba en ella. Sí, definitivamente era Lovino.
—No seas tonta, no tienes por qué disculparte —fue todo lo que le escuchaste decir.
Una vez más trataste de no quebrarte, esta vez el esfuerzo fue mucho mayor, debido a la enorme sensación de protección que sentías de parte del mayor. Él pudo sentir que su chaqueta se humedecía un poco, por las silenciosas lágrimas que estaban cayendo por tus mejillas. Te acarició la cabeza, sin soltarte, y así estuvo hasta que te calmaste.
—G-gracias... —musitaste.
—Ni lo menciones —respondió.
Cuando te separaste un poco de él y levantaste tu rostro para mirarlo, te dedicó una sonrisa de lado, mientras soltaba el agarre. En tu interior le agradeciste profundamente que haya hecho eso. Feli simplemente se quedó sentado al borde de la cama, pero cuando te separaste de su hermano, se acercó a ti para volver a abrazarte.
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Por cierto, para no hacer más extenso de lo que ya es el capítulo, aclaro que la ropa que visten los hermanos, pues son sus uniformes, el de Italia es el uniforme azul, y el de Lovino es su uniforme kaki, es más acorde al ambiente esas ropas, así que se los dejo xD
Ahora sí, nos vemos en la segunda parte del cap, no duden en dejar sus comentarios si les gustó, o sus votos, lo que sea :3
PD: Ya arreglé el asunto de los guiones, lo edité como cinco veces, juro que nunca he editado tanto un sólo capítulo en mi vida xD ah, por cierto, no vuelvo a usar el editor web de wattpad -_- sólo me dio más dolores de cabeza D:< en fin, me despido, nos vemos en la segunda parte. Bye~
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