Colmillos en la nieve

Caminaban por aquel blanco y gélido paisaje, buscando el preciado cristal o un lugar donde refugiarse.

Caminaban sin rumbo fijo, y entraron en un gran bosque donde había árboles con extrañas marcas como de zarpazos, pero de un gran animal como de un oso o algo mayor.

- Zoro: se acerca algo hacia nosotros, escucho pasos.

Apareció tras ellos una multitud de personas furiosas y armadas. Entonces Zoro saco sus katanas preparandose para una batalla.

- John: Zoro, no te apresures.

- Zoro: no os preocupeis puedo solo.

Un hombre alto y rubio, con perilla y una ropa de leñador se puso delante de la multitud para hablar.

-???: soy Cain, el jefe de este grupo de personas, y siendo las únicas personas que hemos visto, os inculpamos de matar a uno de nuestros compañeros.

- Zoro: fui yo, y se lo merecía, pero si os vais ahora dejaré que vivais.

- Cain: ¿Dices qué vosotros tres podeis contra todos nosotros?

- Zoro: nunca diria eso, estoy diciendo que yo solo puedo contra todos vosotros.

- Cain: eso ya lo veremos... ¡Atacad!

La gran multitud armada excepto Cain, mientras Zoro coloca una katana en cada mano y otra en la boca, despues de que Liz y John retrocedieran para dejar espacio a Zoro.

Zoro comenzó a correr hacia ellos y cuando estaba junto a ellos saltó girando en tirabuzón con las katanas sobresaliendo cortando a su vez a todos los que se pusieran bajo él.

Los que quedaron vivos le rodearon sin dejarle escapatoria, y entonces al unísono dieron una estocada hacía su pecho.

Zoro se puso de rodillas girando sobre si mismo cortando el vientre de todos ellos salvando su vida y haciendo llover la sangre.

- Cain: no, esto es malo.

- Zoro: ¿Qué pasa tienes miedo?

- Cain: la sangre los atrae...

- Zoro: ¿A qué te refieres?

En ese momento un lobo gris de unos 2 metros de largo y uno de alto, saltó arrancando la cabeza de Cain y dejando el cuerpo inerte sobre la nieve dejando el lugar rojo por la nieve tintada de sangre.

- Zoro: ¡Chicos tenemos problemas!

- John: Lo que faltaba.

Empezaron a retroceder pero al girarse se dieron cuenta que estaban totalmente rodeados de lobos grises como el anterior.

- Liz: esto no pinta bien.

En ese momento los lobos fueron directos hacia ellos y no le quedaba más opción que defenderse.

Cada uno intentaba acabar con los lobos como podía, ya que son mas veloces e inteligentes que cualquier otro de los animales a los que se enfrentaron anteriormente.

Los lobos que quedaban vivos huyeron lo más rapido que podían.

- Zoro: ¿Han huido de nosotros?

- John: no lo creo, no me da buena espina esto.

- Liz: chicos... mirad hacia delante.

Ante ellos había un enorme lobo de blanco pelaje, ojos rojo sangre y afilados colmillos. Tenía unos tres metros de altura y seis de largo y unas fuertes patas y gran mandíbula, capaz de destrozar árboles con ella.

- Liz: creo que deberíamos...

- John: yo tambien lo creo.

- Liz: ¡Correeeed!

Empezaron a huir de la gran criatura hacia el lado contrario esquivando los árboles del bosque.

Pero el enorme lobo se movía a una gran velocidad sin parecer que tuviera ese pesado cuerpo, haciendo que se plantará ante ellos cortándoles el camino.

- Liz: tenemos un enorme y peligroso problema.

- Zoro: ¡Por aquí!

Siguieron a Zoro y continuaron corriendo, pero el gran lobo solo tardó varios segundos en colocarse frente Zoro.

Zoro intento retroceder pero el colosal lobo le soltó un gruñido como advertencia de peligro.

La increible criatura abrió la gran boca e inmediatamente Zoro clavó una de sus katanas en la parte superior del paladar.

Dolorido y enfadado se puso a dos patas intentando aplastar a Zoro en la caída, pero de repente apareció algo que le empujó tubandolo en la nieve y derribando un árbol en la caída.

- Zoro: ¡gracias amigo!

Estaba el yeti sujetando la cabeza del lobo mientras la golpeaba, pero el lobo se puso derecho mandando a volar al yeti.

- Zoro: amigo, hagamoslo juntos.

El yeti se puso junto a Zoro asintiendo con la cabeza.

Entonces el yeti cogió a Zoro y empezó a correr hasta el lobo, el cual abrió la boca para morderles pero el yeti lanzó a Zoro como un balón de rugby y cuando el lobo miró hacia arriba, el yeti dio un gancho en su mandíbula cerrando la boca.

Levantándose el lobo de nuevo y Zoro bajando por su espalda cortandola a su vez para frenar la caída, provocando la muerte de la criatura.

- Liz: ¿Te gustaría acompañarnos?

El yeti asintió con la cabeza, entonces siguieron su camino con un nuevo compañero.

Al cruzar el bosque...

- John: ¿Qué es esa luz?

Empezaron a correr hasta llegar a una gran explanada de nieve rodeada por altas y empinadas montañas haciendo aquel bosque la única entrada.

- Zoro: es real... ¿O me lo estoy imaginando?

- John: creo que es real, pero no lo se después de lo que nos a costado.

- Liz: chicos... ¡Lo conseguimos!

- Los tres: ¡El cristal rojo!

Relucía una roca con un cristal rojo en su cima, dejando sin palabras a los presentes

- John: vamos a por él.

- Zoro: tiene que haber algo más.

- Liz: ¿A qué te refieres Zoro?

- Zoro: que después de lo que hemos pasado no creo que sea tan sencillo.
Tiene que haber gato encerrado.

Entonces fueron corriendo hacia el preciado cristal pero cuando estaban a un metro de la roca, empezó a temblar el suelo bajo sus pies haciendo que se detuvieran justo delante.

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