Capítulo 9: Reflexionar.

Wukong había dejado solo a Macaque en la habitación, confinado. No fue porque lo deseara, todo lo contrario, Macaque le pidió soledad, así que solo le dejó la comida en la cocina.

Por la noche al rey mono se le dificultó tanto dormir, todos esos recuerdos antes reprimidos ahora eran libres. Al día siguiente se quedó sentado en una silla del comedor mientras tomaba un poco de té, observaba la taza mientras mantenía su mente divagando.

No, no estaba divagando, estaba pensando sobre todo lo que había pasado.

Todo comenzaba a tener un nuevo sentido ahora, las palabras de Tripitaka, sus lecciones... Quizás no todo fue una mentira, porque si pudo aprender muchas cosas de él, pero lo que verdaderamente era una mentira fue todo lo que tenía que ver con Macaque.

Tripitaka los quería separar, siempre diciendo que era por su bien. ¿Por qué fue tan difícil recordar eso?

Ahora todo comenzaba a tener sentido, las veces que Tripitaka comenzó a invitarlo a quedarse más tiempo, los viajes de larga duración, además de que su maestro siempre le demostró que no le agradaba Macaque.

Incluso cuando su pareja estaba muriendo el monje no hizo nada.

Todos los recuerdos retenidos habían comenzado a fluir, ahora todo estaba más claro.

Lo recordaba.

Wukong seguía encadenado en el medio de la habitación, golpeando violentamente el suelo.

—¡Compórtate! — Dijo Tripitaka al entrar al lugar, el mono dorado se detuvo, mirando a su maestro.

—No puedo, no más...—

Había pasado una semana desde que Macaque murió, Tripitaka hizo esa habitación con ayuda para terminarlo pronto, además de que tuvo que encerrar a Wukong pronto porque se había vuelto violento, lastimando a otros y a sí mismo.

—Olvídate de él, solo fue un problema en tu vida, Wukong. —

—¡No es cierto! ¡Macaque no era un problema! ¡EL ERA MI PAREJA! —

—Necesitas olvidarlo, Wukong. Se ha ido, pero te ha maldecido. ¿No puedes verlo? Desde que murió no pudiste seguir entrenando, no aprendiste, perdiste la cabeza, volviste a ser un demonio. —

—¡PUDISTE SALVARLO! —

Tripitaka frunció el ceño, Wukong nunca le había levantado la voz ni llevado la contraria, parece que necesitaba enseñarle disciplina otra vez.

—¡Sun Wukong! — Regañó el monje llamando a su nombre, la diadema respondió a ello y el dolor de cabeza de Wukong inició. —Recuerda que yo soy tu maestro. —

Wukong no respondió, solo se golpeó contra el suelo tratando de calmar ese dolor, no podía pensar. El mono comenzaba a dar quejidos de dolor.

—Esto es por tu bien, Wukong. Olvida el pasado, y sobre todo, al macaco de seis orejas. Cuando lo hagas, tu cabeza dejará de doler. —

Tripitaka se fue de allí, dejando solo a su discípulo, quien solo se sintió en agonía por tanto tiempo.

El monje le domesticó, le enseñó que debía olvidar el pasado y todo lo referente al Macaco de seis orejas. Solo dejaba de torturarlo de esa manera cuando dejó atrás su acusación de que "Tripitaka asesinó a Macaque", cambiándolo a un "Sun Wukong perdió la cabeza solo y asesinó a su pareja".

Y, cuando finalmente dejó de luchar, cuando el mono dorado dejó de sentir sus emociones correctamente escondiéndose bajo una máscara superficial... Fue entonces que pudo ser libre del confinamiento.

El rey mono solo le agradeció al monje por todo, aun cuando la verdad era que Tripitaka obligó a su discípulo a enterrar sus emociones y a Macaque.

Wukong había roto la taza de té que tenía en mano, sintió tanta rabia que solo pudo apretar sus puños, sus propias garras se clavaban en su piel.

Se sentía como un completo idiota, un imbécil, había lastimado a su pareja de tantas maneras, ¿Cómo podía tener el descaro de pedir ser perdonado?

Aun cuando el monje ya no estaba, seguía teniendo secuelas, su mente era un caos y eso lo llevó a perder la razón por la pérdida de los pequeños monos, fue un detonante, así como la muerte de Macaque, esa fue la verdad, sintió que perdió todo lo que tenía una segunda vez.

No podía juzgar a Macaque por sus reacciones, había hecho demasiado daño y no se había dado cuenta hasta ahora.

El rey mono agarró la diadema en su cabeza y la lanzó al suelo. Ya no estaba Tripitaka, pero ahora sentía repugnancia al ver aquella diadema en su cabeza, como si en cualquier momento el dolor volvería y haría daño.

Estaba cansado de eso, no quería ser "el gran sabio como el cielo", tampoco el Monkey King de las leyendas, ahora solo quería ser Sun Wukong y arreglar las cosas.

MK era su sucesor, ahora recordaba por qué buscaba uno, era porque inconscientemente sabía que ese trabajo de héroe fue el que le quitó toda su vida.

Quizás, si Wukong nunca hubiese comenzado a entrenar con Tripitaka y buscar ser más fuerte, si tan solo se hubiese quedado con Macaque, todo estaría mejor.

—...No fue por mi bien. —

Gruñó el mono dorado, pasando por encima de la diadema y yendo a acostarse en su cama, abrazándose, calmándose.

Necesitaba reflexionar más, calmarse...

Y buscar arreglar lo que rompió.

No, Wukong no podía odiar a Tripitaka.

—¡Bien hecho, Wukong! Serás maravilloso. —

El mono dorado recordaba cada cosa, las palabras dulces de Tripitaka al felicitarle, además de darle caricias en la cabeza como un premio.

—Tienes un gran futuro por delante, Wukong. Solo necesitas concentración, yo estaré para ti siempre. —

Él no era malo, el monje era agradable, era muy disciplinado, pero agradable.

Eso fue hasta que... Le dijo de Macaque.

—No me has dicho mucho de tu familia. ¿Tienes? —Preguntó Tripitaka.

—¡Si! Vivo con otros pequeños monos, además de... —Wukong sonrió de tan solo recordarlo. —Macaque. —

—... ¿Macaque? —

—¡Si! El macaco de seis orejas. Vive conmigo y es alguien tan especial para mí, de hecho, somos... Bastante cercanos. —

Wukong estaba tan perdido en su precioso recuerdo de Macaque en la cabeza que no había visto el rostro fruncido del monje.

El macaco de seis orejas, no le agradaba, no quería que su discípulo estuviese con un demonio que no buscaba el camino correcto como Wukong.

Desde entonces, las cosas con Tripitaka se volvieron más disciplinadas y los halagos más escasos.

—Es por tu bien. —

Repitió tantas veces Tripitaka que Wukong terminó creyéndoselo.

...

Y, quizás si fue por su bien.

Pero Wukong ya estaba lo suficientemente grande como para decidir a quién quiere en su vida y a quien no.

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