Capítulo 4: Queriendo odiarte.

Macaque tuvo problemas para dormir, pero la mañana siguiente fue diferente.

Wukong lo había sacado de allí, lo dejó ir al baño y limpiarse. Cuando había acabado le ofreció un cambio de ropa que buscó del dojo del mono de seis orejas

Para acabar el día, Wukong acicaló a Macaque, quitando los nudos de su pelaje y dejándolo totalmente como nuevo. Claro que no fue nada fácil para Wukong porque Macaque se negaba a todo, pero el mono de pelaje oscuro no podía decirle que no a la oportunidad de salir. Macaque trató de huir, pero no lo logró y terminó cediendo a los buenos tratos.

Ahora Macaque estaba solo en aquella habitación, acostado en la cama mientras se abrazaba a sí mismo y temblaba. Su respiración hace un tiempo se había comenzado a agitar.

Estaba entrando en calor, su celo estaba comenzando

Su cuerpo añoraba tanto el tacto, el olor a mango comenzó a llenar la habitación, allí la razón por la que Wukong le llamaba "Mango".

El aire comenzaba a faltarle a Macaque, su cuerpo se estremecía, por alguna razón este celo era peor que cualquier que hubiese experimentado antes, y se hacía una idea del por qué.

Sun Wukong.

Seguramente lo sentía cerca y su cuerpo reaccionaba ante la presencia de su antiguo y único amante. Un posible candidato para aparearse y calmar el celo.

Su mente estaba nublándose, realmente dolía. Acercó su mano a su entrepierna, frotándola por encima para darse a sí mismo la atención que necesitaba para calmarse. Pero no era suficiente, comenzó a sudar.

—Más... Más... Necesito más. —

Macaque comenzó a quitarse la ropa como podía sin moverse demasiado, el simple roce de esta a su piel lo hacía sentirse aún más sensible, maldita sea, no recordaba que su celo iba a llegar tan pronto, ¿Acaso Wukong lo había provocado de alguna manera? No lo sabía, y actualmente no estaba cuerdo como para pensar correctamente, solo quería saciar su sed, su calor, sus instintos. Terminó únicamente vestido de la cadera hacia abajo, quitándose todo lo molesto que no contaba como ropa, cosas como su bufanda.

Todo su cuerpo tembló al escuchar unos pasos acercarse, su olfato le indicaba que se estaba acercando.

Si, allí estaba Wukong, entrando a la habitación. La respiración del mono dorado estaba agitada, su cola se movía ansiosa y sus ojos no dejaban de ver a Macaque en agonía por un simple toque. El rey mono había acudido ante el olor de quien alguna vez fue su pareja, le estaba llamando, esa angustia que se mostraba en el cuerpo de Macaque estaba clamando por su antigua pareja.

—Wukong...—

Macaque le miró con el ceño fruncido, no quería ceder, claro que no, la molestia lo estaba ayudando a mantenerse cuerdo.

—¿Estabas esperándome? Liu Er Mihou. —

Macaque no respondió, solo desvió la mirada, odiaba eso, verse tan vulnerable y expuesto a quien se supone que odiaba. Su cuerpo se sentía más inquieto y caliente, estar cerca de Wukong solo lo hacía desear su toque y Macaque no deseaba eso.

Pronto, Wukong se colocó sobre el mono de pelaje oscuro. El rey mono disfrutaba la vista de su amado Macaque con la respiración agitada, liberando aún más de ese delicioso aroma, Wukong se relamió los labios, sus instintos estaban respondiendo ante los de su antigua pareja. El rey mono acercó su rostro al cuello del otro y comenzó a lamerlo.

Si, hacía eso por los cachorros. Pero ahora mismo todo su ser le decía a Wukong lanzarse hacía Macaque, tomarlo, hacerlo suyo, porque ya lo era.

—Liu Er Mihou... —

Wukong dijo el nombre del otro, queriendo llamar su atención. Deseando tanto unirse al cuerpo contrario.

—Quítate...— Gruñó Macaque, llevando sus manos a los hombros del otro para alejarlo, pero sus brazos flaquearon, no podía hacerlo, su cuerpo estaba tan débil, sin deseos de huir.

El rey mono no se detuvo, escuchaba los ronroneos de su pareja ante ser lamido en el cuello, llevó entonces una de sus manos al rostro de Macaque, tocando con sus dedos tres de las seis orejas. Macaque se estremeció ante ser tocado de esa manera, estaba tan sensible ahora mismo.

—Dices que me quieres lejos, pero tu cuerpo me dice otra cosa... ¿A quién debería hacerle caso? —

Wukong comenzó a quitarle la ropa restante a Macaque, quien solo volvió a gruñir y le empujaba, pero aún así el rey mono logró su cometido. Ahora era su turno, Wukong se desvistió, dejando su ropa a un lado en el suelo. Macaque observaba al otro, se sentía tan perdido, su mente y su cuerpo no estaban respondiendo, se estaba dejando llevar por el olor de melocotones que tenía el rey mono, Macaque se estaba dejando llevar por sus instintos y luchando con lo que le quedaba de cordura.

Pero no podía, no, no, claro que no podía, no cuando Wukong se acercaba a su cuerpo y sentía su pelaje, su cuerpo reaccionaba al más mínimo toque gracias a su celo y solo deseaba más, sus colas se entrelazaron y Wukong comenzó a repartir besos desde su cuello hasta su pecho, donde comenzó a lamer sus pezones como si fuesen caramelos. Macaque dejó escapar cada sonido, sonidos que para Wukong era lo más precioso.

El rey mono paseó sus manos por el cuerpo de Macaque, haciendo al mono bajo el estremecerse y desear más, ambos estaban tan perdidos en su acto carnal.

—Eres tan precioso, mi Liu Er Mihou...—

El rostro de Macaque estaba rojo, tanto por el calor como por las palabras del otro, quería sentir más, escuchar más, pero a la vez no deseaba ceder.

—Más... Por favor...— Rogó Macaque por más afecto.

Ahora Wukong era quien sentía la temperatura aumentar, no podía dejar sin atender a su amado Macaque. El rey mono comenzó a lamer el cuello de Macaque, deseando pronto morderlo, marcarlo para recordar en cada momento que le pertenecía. Una de sus manos emprendió camino hacía la entrepierna de Macaque.

El mono dorado llevó dos dedos a la flor de su amado. No fue necesario lubricar, porque Macaque estaba perfectamente mojado. Pudo sentir sus dedos siendo bien recibidos en el interior de su amado, comenzando a moverlos adentro y afuera sucesivamente.

—¿Estabas tan necesitado? Mirate... Simplemente estabas tan mojado esperándome. —

—Más... Más...—

Macaque comenzó también a moverse para recibir más de aquel toque, deseando que llegase más adentro, sentirse más completo. Wukong solo observaba como su amado se retorcía de placer bajo el, dios, realmente Macaque lo iba a volver loco. Fue entonces que agregó otro dedo más y simuló embestidas, no quería ser violento, aunque estaba luchando contra sus instintos de simplemente romperlo.

—Entra ya~ Por favor, Wukong~—

Pidió entre jadeos el mono de pelaje oscuro, aferrándose a la espalda del otro en un abrazo. Wukong solo maldijo, era imposible mantener la cordura cuando tenía a su amado Macaque básicamente rogando ser tomado. Aún así, Wukong sabía que Macaque en su sano juicio no diría eso, pero debería de aprovechar eso, ¿No? Sus cuerpos se llamaban entre sí, deseaban al otro.

El rey mono gruñó, sacó sus dedos y colocó su miembro en la entrada de Macaque.

—Ahí voy, Mac~—

Macaque gimió alto al sentir entrar al otro totalmente, para entonces comenzar a dar embestidas profundas, finalmente el celo de Macaque estaba siendo satisfecho tras retenerse por años.

—Wuukong~ MMHg~ Mierda~ —

Los gemidos de Macaque no paraban en ningún momento, Wukong solo aumentaba la intensidad de sus embestidas. El mono de seis orejas estaba perdido en placer, aferrándose aún más, todo su cuerpo recibiendo gustoso a su único amor.

—Eres mío, Mac... Yo soy tuyo, me perteneces. —

—¡Mhg~! Si, soy tuyo, por favor, hazme tuyo. —

Era una cruel fantasía la que Wukong estaba experimentando, pero eso no lo haría detenerse. Finalmente mordió en el cuello a Macaque. Macaque sintió aquella mordida en su cuello y soltó un gemido alto. El mono de seis orejas se aferró a la espalda del otro aún más, dejando marcas de sus garras y haciendo sangrar al rey mono, pero poco le importó a ambos.

Wukong siguió con aquellas embestidas aumentando cada vez más la velocidad, adoraba el sentimiento de ser uno con su amado, además de sentir de como buscaba sentirse más cerca, sus cuerpos se sentían tan satisfechos.

Por buen tiempo siguieron hasta que finalmente Macaque terminó. Se sentía tan sensible ahora que había terminado, estaba ansioso porque el otro también lo hiciese.

—Mh~ Mac... Creo que... Voy a correrme. — Dijo entre jadeos el rey mono.

—Hazlo~ Lléname por completo~ —

Suplicó Macaque entre gemidos y jadeos sin soltar al mono dorado, pronto sintió las embestidas ser más profundas, se sentía tan jodidamente bien, todo su cuerpo estaba agradecido de por fin satisfacerse.

Pronto sintió su interior siendo llenado por la eyaculación contraria. Ambos tenían la respiración agitada y se acercaron para besarse por buen tiempo, saboreando al otro.

Cuando se separaron Wukong salió de Macaque, para acostarse a su lado, cubriendo al otro con la sábana de la cama. Macaque se sentía tan cansado y satisfecho, el calor finalmente comenzaba a reducir, simplemente cerró los ojos del cansancio.

Wukong le dio un beso en la frente, recogió su ropa y luego se fue de allí, no molestaría el sueño de Macaque. 

Una hora luego, quizás, Macaque abrió los ojos, estaba totalmente cuerdo y todos sus recuerdos de la noche con Wukong llegaron a su mente.

...

Lo odiaba.

Se sentía asqueroso.

Se abrazó a sí mismo buscando consuelo, ¿Por qué su cuerpo había deseado al otro? ¿Por qué no podía solo olvidarlo?

...

No, no lo odiaba.

Quizás, si la situación fuese diferente hubiese sido algo agradable, porque no sintió disgusto por los toques del otro, su cuerpo realmente había extrañado ser reclamado por su amor

La verdad es que odiaba la verdad de lo que hacían, no era un acto de amor tras una reconciliación, era simplemente para darle a Wukong unos cachorros y cumplir su jodido deseo.

No era amado, esos besos y toques no eran nada.

Fue utilizado.

Se sentía utilizado, sucio, rechazado. Se odiaba a sí mismo por haber aceptado gustoso pasar la noche con Wukong. Odiaba su cuerpo, su corazón.

Odiaba a su corazón porque no podía odiar por completo a Wukong, aún había algo, recuerdos de amor.

...

Pero al menos ya tendría a los cachorros y sería liberado, ¿No?

Solo quería irse lejos.

Lo que restaba de noche, Macaque se durmió entre lágrimas de impotencia, abrazándose a sí mismo, buscando un consuelo que nunca encontró.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top