Capítulo 18: Tang.

Tang había abierto los ojos, encontrándose en un sitio dorado, nuevamente, todo estaba vacío, no había nada. Luego, hubo humo, un incienso relajante que cubrió el sitio. El de lentes comenzó a caminar, mirando alrededor, buscando a alguien, sabía quién lo llevó allí, reconocía ese sitio.

El mismo sitio que cuando se encontró con Tripitaka.

Ahora lo sabía, ahora sabía todo. La charla con la pareja de monos le dio todas las respuestas que estuvo buscando, finalmente entendía.

Pudo ver con sus propios ojos el dolor del rey mono, ver al gran sabio como el cielo destrozado por su propio maestro, todo para "salvarlo" de la maldición del macaco de seis orejas. Aun recordaba cuando Tripitaka le dijo aquellas palabras tan estúpidas: "Fue por su bien".

—Me llamaste, otra vez. — Dijo aquella voz, era el monje, había aparecido frente a Tang, aunque aún no podía ver su rostro, siendo cubierto por el humo.

—¿Llamarte? Tú me trajiste aquí. —

—No, esto es obra tuya, yo ya tuve mi vida, es tu poder. —

—No tengo poderes, no como tú. —

—Los tienes, y pueden aumentar, somos uno mismo. Viniste a mi porque querías. —

—...Ahora que lo dices, sí. — Tang se acomodó los lentes mientras miraba a Tripitaka. —Quería quejarme contigo. Ya sé lo que hiciste. —

Tripitaka se quedó callado, el silencio gobernó en el lugar, Tang estaba molesto, estaba cansado de eso, de él, de saber que era la reencarnación de ese monje, que debía cumplir estándares.

—¿Y? ¿No dirás nada en tu defensa? —Preguntó Tang.

—Sabes lo que hice, pero no la razón. —Respondió Tripitaka con neutralidad.

—Entonces dímelo. Estoy cansado de no saber nada, ¿Por qué no me dijiste? —

—Fue por su bien. —

Otra vez esas malditas palabras que incluso Tang comenzaba a odiar. Estaba cansado de ser tomado como solo un tonto con lentes, estaba cansado de ser el tranquilo y que hubiese cierto aprovechamiento de eso.

Estaba cansado de estar callado.

—No lo fue, ¡Tú lo viste! Estaba destrozado. Incluso yo pude verlo, ¿No ves lo que le hiciste? Lo rompiste. —

—...El macaco de seis orejas no era una buena influencia. —

—¡El macaco de seis orejas es otra víctima más! Lo único que hizo fue vivir con Monkey King, siendo su pareja, dándole compañía y felicidad. ¡Seguramente tendría más estabilidad si no fuese por ti! —

Nuevamente hubo silencio.

El incensio se dispersó y Tang pudo ver el rostro de Tripitaka, serio, pero con cierta duda en su mirada. Tang pensó que vendría una respuesta igual de fuerte, pero no.

—...Lo sé. —Respondió Tripitaka, relajando su expresión.

—¿Qué? —

—Solo quería lo mejor para él. Monkey King era un alumno prometedor, pero... Escuché del macaco de seis orejas, era un demonio con el cual tener cuidado. ¿Cómo quieres que reaccione ante eso? Debía hacer algo, debía...—

—¿Acaso lo viste? —

—¿Qué? —

—¿Alguna vez, escuchaste o viste lo que Monkey King te dijo sobre el macaco de seis orejas? —

...

Oh, un recuerdo compartido.

De repente, a un lado de ambos, comenzó a materializarse un recuerdo, pudiendo verlo y escucharlo ambos.

...

Wukong y Tripitaka estaban sentados sobre un tronco de árbol caído. Habían terminado aquel día de entrenar y estaban tomando un descanso.

—No me has dicho mucho de tu familia, ¿Tienes? —Preguntó Tripitaka.

Hace mucho que tenía aquella duda.

—¡Si! Vivo con otros pequeños monos, además de... — Wukong sonrió de tan solo recordarlo. —Macaque. —

Tripitaka sintió un escalofrío de solo escuchar ese nombre, ni siquiera vio la sonrisa en el rostro de su alumno.

—¿Macaque? —

—¡Si! El macaco de seis orejas. Vive conmigo y es tan especial para mí, de hecho, somos... Bastante cercanos. —

Escuchar eso solo hizo al monje fruncir el ceño. No podía ser verdad.

...

—Míralo, solo sonríe. — Dijo Tang mientras señalaba al joven Monkey King del recuerdo. —¿Te parece que es alguien maldecido por el macaco de seis orejas? —

—...Pensé que... El macaco de seis orejas le había lavado el cerebro. —

—¿De verdad no viste su rostro cuando dijo el nombre de "Macaque"? ¿Por qué no pensaste en eso? ¿Lo escuchaste cuando te lo presentó? —

Tripitaka hizo silencio, entonces el recuerdo se desvaneció y apareció otro, el momento donde se encontró con Macaque junto a Wukong.

....

Cuando había llegado a Flower Fruit Mountain, Wukong abrazó a Macaque, estaban tan felices de verse, podía verlos reír.

Pero, aun así, Tripitaka pensó que no era bueno, quizás, era la manera en que aquel demonio estaba manipulando a Wukong. Después de todo, siempre se iba pronto de cada entrenamiento solo por ir con Macaque.

—Maestro, él es Macaque. Mi querido Macaque, la persona más importante para mi. — Fueron las palabras de Wukong mientras sonreía al ver a su maestro, entonces miró a Macaque. —Y Moonlight, él es mi maestro, Tripitaka. —

...

—¿Qué parte estaba mal de todo eso? —Preguntó Tang mientras miraba a Tripitaka.

—...Era un demonio peligroso, podría... Perjudicar la vida de Wukong, su futuro. —

—Entonces decidiste que lo mejor era... ¿Matarlo? —

Tripitaka volvió a hacer silencio. Ambos miraron lo siguiente del recuerdo, el cómo Tripitaka gritó el nombre de Wukong y el dolor comenzó.

Todo tal cual había ocurrido en el pasado.

Tripitaka miró a otro lado, quizás porque no era algo agradable de recordar... Tampoco agradable de aceptar.

—Hiciste que Monkey King lo asesinara. —Dijo Tang.

—...Era por su bien. —

—¿Aun sigues diciendo eso? ¿NO VES SU DOLOR? —

Tang no podía creer que el gran monje dijera esas palabras, solo sentía desagrado de saber que fue alguien a quien admiraba. Cuando el de lentes hizo aquella pregunta, señaló a Monkey King, quien abrazaba el cuerpo muerto de Macaque mientras gritaba de dolor.

Ya sabes lo que dicen, nunca conozcas a tus ídolos.

Tripitaka miró a otro lado, se negaba a ver lo que sucedía, se negaba a volver a revivir aquel evento de un pasado desastroso.

—Tú lo rompiste, Tripitaka. Tú lo hiciste, yo no tengo nada que ver. —

—Nosotros lo hicimos. —

—¡Deja de decir eso! No soy tu, yo no los lastimé, yo no los separé. —

El monje no respondió, nuevamente silencio.

—¿Por qué lo hiciste? — Volvió a preguntar Tang, esperaba otra respuesta.

—... ¿Crees que es fácil ser yo? Crees que... ¿Tengo algún conocimiento ilimitado? — Tripitaka se giró a ver a Tang, se veía desesperado, finalmente mostrando alguna emoción. —¡Yo tampoco lo sabía todo! Buda... Buda me encomendó el ayudarte, el reformarte. ¡Me advirtió de otros demonios! Yo... No lo sé todo. —

Por primera vez podía ver a Tripitaka, finalmente Tang podía verse reflejado, angustia.

Como ver su reflejo en un espejo roto.

—Sé lo que hice, ¡Pero fue por su bien! De verdad pensé en su bien, pero... No... No supe ayudarlo correctamente, sé que lo hice mal... También me dolió tener que verlo sufrir por su perdida, no pensé que se descontrolaría. —

—Le quitaste lo más preciado de su vida. ¿De verdad pensaste que iba a estar perfectamente bien luego de eso? —

Tripitaka suspiró, volvió a darle la espalda.

—Ya es parte del pasado. —Respondió el monje. —Ya no puedo hacer nada. —

—Finalmente lo admites. — Dijo Tang, sintiéndose finalmente satisfecho. —No fue lo correcto. —

—Soy solo un monje, incluso yo me equivoco. —

Si, porque él no era tan perfecto.

Que satisfacción era saber eso.

...

De repente, todo comenzó a desvanecerse. Aquella memoria que antes pudieron ver, incluso también el humo y el dorado del sitio, oscureciéndose.

Tan sabía lo que eso significaba, otra vez solo.

—¡No te puedes ir! — Exclamó Tang.

—Ya conseguiste todo lo que quieres de mí, ya estás satisfecho, ya me puedo ir. —

—¡No! Yo... Yo no...—

—Tienes razón, no eres yo. Así que... Hazme un favor, Tang. Ya que no eres yo... Por favor, ayuda a Wukong a ser feliz... El siempre fue un buen chico. —

—¡No, espera! ¡Aún tengo preguntas, aún no estoy listo! —

Tang extendió su mano para alcanzar a Tripitaka, pero entonces, todo oscureció y abrió los ojos, levantándose con la respiración agitada, sudando. No era justo, tenía más preguntas, quería preguntarle más cosas.

¿Qué debía hacer? No podía ser Tripitaka, pero el mismo monje le dijo que poseía poderes.

¿Entonces si era útil?

Se llevo las manos al rostro, quería una respuesta, se sentía angustiado. Nadie le estaba exigiendo nada y aun así se sentía presionado.

—¿Tang? —La voz de Pigsy hizo que Tang se quitara las manos del rostro y mirara al cerdo. El recién llegado le miró con preocupación, el de lentes no comprendió eso hasta que se dio cuenta que, de hecho, estaba llorando. —¿Qué sucedió? —

—Lo siento yo... Lo siento. —Tang se limpió las lágrimas, ni siquiera sabía por qué se disculpaba, quizás por no ser suficiente. Aunque ahora que lo pensaba, ¿Qué hacía Pigsy allí?

—¡Traje los fideos! — MK fue el siguiente en entrar al sitio, siendo acompañado con Mei, además de tener en manos un plato de fideos. —¡Ya despertó! Oh.... ¿Qué pasó? —Preguntó MK al ver Tang limpiándose las lágrimas. —Pigsy, ¿Hiciste llorar a Tang? —

—¡No puede ser posible, Pigsy! — Agregó Mei.

—¡No lo hice llorar! — Respondió Pigsy.

—¡Pero está llorando! — Dijo Mei.

—Tang, ¿Todo bien? ¿Qué pasó? Vinimos a verte y no respondías, así que entramos ilegalmente a tu casa para ver si estabas bien pero tampoco despertabas. —Preguntó MK.

—Estoy bien, chicos, tranquilos. —Tang respondió sonriendo al ver a un preocupado MK. Vaya, así que simplemente interrumpieron en su casa, de cierta forma no le molestaba, le daba alivio tenerlo allí en aquel momento.

—Hm... ¡No te creemos! —Agregó Mei. —Pero tengo una idea para ayudarte. —

MK y Mei intercambiaron miradas y sonrieron a la par, entonces ambos fueron a abrazar a Tang. Pigsy suspiró y también se unió al abrazo.

—¡Con nuestro amor seguro te sientes mejor! —Dijo una sonriente Mei.

—¡Te queremos, Tang! —Exclamó MK.

Tang solo pudo sonreír, de verdad que amaba a sus amigos, eran lo mejor de toda su vida.

—Gracias. —Dijo suavemente Tang mientras correspondía el abrazo. —Yo también los quiero. —

Si, el no era Tripitaka, él era Tang, y no necesitaba ser nadie más para tener el afecto de sus amigos.

El era suficiente. 

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