Capítulo 9: Comandantes VS. Supernovas (Parte 1)


Parte 1

Tras la derrota de los Perros de Caza de KRAKEN, habiendo causado estragos mínimos en su batalla, Kate junto a las niñas, Manuel, Lucía y Laura, se reunieron en casa con Finn. Las comunicaciones habían sido restauradas, Cloe, Antonio y Rosa regresaron, abrazando a sus hijas con muchas ganas. Así lo hicieron los padres de Selene también, Shella y David, preocupados por lo que había sucedido mientras ellos dos estaban fuera de la ciudad en un hotel de Marbella. De no haberse ido de vacaciones al igual que había hecho su hija, los dos zorros podrían haber sido de bastante ayuda en la lucha contra los soldados rasos y los Dragoons, o eso creían ellos. Quizás Cloe hizo daño resaltando el hecho de que ellos dos jamás habían librado una batalla antes, tampoco entrenado, y no disponían de magia, artes espirituales o superpoderes a diferencia de su única hija. Y, si bien Rosa Redd no fuera un portento, ella sí sabía pelear cuerpo a cuerpo y activar el Bloodshed hasta cierto punto. Hubieran terminado siendo un lastre e incluso podrían haber perdido la vida de encontrarse en Estepona.

—¿Qué ocurre, Kate? —preguntó Manuel.

—Mmm... —gruñó la chica—. Nadie me coge el móvil. También he tratado de contactar a Jose por telepatía, pero no contesta.

—Estarán ocupados, ¿no?

—Eeh... Creo yo que debéis mirar esto, chicos.

Finn dio la vuelta a su teléfono móvil, el cual mostraba las noticias de última hora en directo. G.U.N. estaba tratando de evacuar a la población de Oahu debido a una batalla que había estallado. Y encaminado por la misma línea se hallaba Isla Grande o isla de Háwai, pues el Kilauea estaba por entrar en erupción, poniendo en peligro al archipiélago.

—¿Qué son... esas explosiones? —preguntó Lucía sudando frío.

Cinco rayos láseres cortaron una zona de la ciudad, provocando una terrorífica explosión. Los edificios se destruían porque sí, se despedazaban. Bloques de tierra eran desnivelados y proyectados al aire, flotando, solo para caer como una brutal lluvia de meteoritos. Los rascacielos eran arrancados de cuajo por fuerzas invisibles y estrellados contra otros grandes edificios.

—¿E-eso es una pelea de Comandantes? ¡¿Estamos locos?!

Manuel no podía dar crédito a lo que sus ojos veían, tampoco los demás. Sabían que el poder de sus amigos era... Pues eso, eran fuertes, poderosos. Pero no que llegara a esas ligas, al punto de literalmente llegar a destruir una ciudad como efecto colateral por enfrentarse a otra persona.

Parte 2

—¡Aaaah! ¡¿Por qué a mí joder?! ¡Joder, joder, joder!

Aitor gritaba al ser perseguido por una manada de soldados vestidos como antidisturbios que abrían fuego indiscriminada con sus rifles semiautomáticos. Por si fuera poco, una loca peliverde con poderes extraños lo quería muerto tras haberla hecho enojar y cargaba con una inconsciente Patricia en sus brazos cuyo rostro se tornaba morado.

*

Todo KRAKEN estaba presente en la isla de Oahu. El ataque había iniciado mientras los Supernovas disfrutaban de su almuerzo en un restaurante después de su visita al laboratorio privado. Todo comenzó con una violenta explosión que hizo temblar la tierra, llamando la atención de los chicos. Rápidamente entendieron a qué se debía aquello: la partida por atrapar la bandera, o más bien el cubo y el presidente, había dado su pistoletazo de salida. Rápidamente Patricia dio las órdenes de dividirse en grupos. Aitor y ella irían al aeropuerto internacional, lugar donde el presidente de los Estados Unidos de América tendría que llegar. Era obvio que habría enemigos en aquel lugar. Marina, Goldie y Jose se dirigirían a la base militar de Pearl Harbor en caso de que el avión privado se desviase hacia allí, Selene y Phoebe al laboratorio de Xavier para asegurar el cubo, y Rosie escoltaría a Emma y al presidente George.

—El plan es el siguiente, chicos. Tenemos que acorralar a esta gente en la playa de Waikiki, ¿ok? Emma, tú te encargarás de proteger al presidente cuando Fran lo baje del avión. William espera en la base militar. Además, he anunciado a New Dawn que había bombas en el aeropuerto.

—Veo que haces planes a nuestras espaldas, Patricia. Por esta vez te seguiré el rollo, enfrentaré a Simeon como tú quieres —dijo Jose—. Pero, si vuelves a hacer algo como esto...

Enojado, apoyó su mano sobre su hombro, sintiendo la densa aura de oscuridad que lo rodeaba.

—Te dejaré plantada, Patri.

Riendo como si hubiera hecho una pequeña broma, se dirigió a los suyos y se ofreció a transportarlos a sus puestos, sin embargo era obvio que habría soldados de KRAKEN por las calles, así como camiones blindados de G.U.N. por las calles para contener las amenazas del grupo terrorista. En ese caso lo más apropiado sería ayudar a sus «aliados», por lo que no se teletransportarían, se desplazarían por tierra y aire para localizar enemigos, trazar estrategias y de paso, divertirse un rato zurrando malvados.

—Chicas, una cosa —quiso añadir Aitor temblando de miedo—. Sé que solo peleando uno puede adquirir mucha experiencia de golpe y hacerse más fuerte, ¿pero he de pelear tal que así?

—Tú te vienes conmigo. Me aseguré que esas dos eran enviadas al aeropuerto, ya que sus poderes les permiten sobrevivir a ondas de choque y explosiones. Tú te haces cargo de una y yo de otra.

—Marina, suéltame el brazo. Por favor.

—¡No! ¡Por fin estoy en una misión con darling!

—¡Oye, déjalo, es mío! —Rosie comenzó a golpearla para que se apartara—. ¿Por qué no acompañas mejor tú a Emma? Eres francotiradora.

—Yiii... —Selene los miraba fijamente, claramente muerta de celos por dentro. Sin embargo, mantenía una inescrutable cara de póker mientras bebía el café batido con la pajita.

—Pero tú peleas con una lanza, puedes bloquear disparos. Además, yo voy a pelear cerca del agua, por lo que mis poderes estarán al máximo.

—¡Mis poderes y los de Selene también están al máximo!

—Eso es verdad —añadió la chica zorro—, con este tiempo tan feo que se ha puesto los elementos rayo y viento están a tope, y si comienza a llover, todavía mejor. Y sigo pensando que el elemento rayo debería pertenecer al viento, no al fuego por ser plasma. El rayo también es supereficaz contra el agua, al igual que lo es el viento.

Patricia iba a dar un grito, pero Jose le cerró la boca metiéndole un pastel de crema de plátano que hizo aparecer de la nada en su mano, y les explicó a qué se debía eso.

—¡Mmm...! ¡Mmm! ¡Mmm!

—Fuego controla energía térmica, diferencia de potencial, luz y termodinámica. Ahí entran la electricidad, el porqué del hielo, la luz, valga la redundancia, y el rayo. El viento es energía cinética, energía potencial y vibraciones. Agua gobierna los tres estados de la misma: sólido, líquido y gaseoso, así como sanación. Tierra controla las rocas, minerales y metales. Y no te lo niego, hay muchos que creen que el rayo debería ser un elemento aparte, pues cumple con el requisito de vencer a un elemento y ser débil frente a otro; es decir, vence a agua y pierde contra tierra. Los magos de agua crean hielo comprimiendo las moléculas del agua, pero no es lo mismo que extraer todo el calor de una zona dejándola a temperaturas muy cercanas al cero absoluto, nada que ver. Por cierto, para un usuario de fuego crear hielo, primero ha de dominar hasta cierto punto la magia de agua.

—Entonces, ¿tus alas de ángel caído dónde caen?

Ahí el ahora moreno albino le respondió con un contundente «Tú ya sabes la respuesta». Patricia no pareció comprenderlo del todo. Algo de verdad tenía que haber en sus mentiras. Después de todo, solo hay cuatro elementos mágicos en el mundo.

*

La electricidad fue cortada de golpe y porrazo en el laboratorio de G.U.N., y por alguna razón inexplicable era imposible conectar los generadores de emergencia. Un sujeto había atravesado la seguridad como si nada. Soldados fuertemente armados abrieron fuego, pero las balas se detuvieran en mitad del aire, como si un poderoso campo magnético las mantuviera a raya, siendo imposible tocar su cuerpo. El uso de Dragoons fue necesario para someter a la chica, pero contrario a lo que sus pilotos desearían, con un solo chasquido de sus dedos, perdieron el control de sus robots, se dieron la vuelta y comenzaron a disparar contra sus aliados. La chica rubia con minifalda y pecho envuelto en el sarashi caminó felizmente y con total tranquilidad en la base, en dirección a donde resguardaban el cubo. Persona que trataba de hacerle daño, chispazo que recibía y quedaba totalmente inconsciente en el suelo, humeando. Daba completamente igual que se trataran de personal de Clase D o psíquicos, caían sin distinción. Y fue así como llegó a la sala. Tras aquella puerta de metal reforzado y sellado, se encontraba el artefacto que tanto buscaban. Sin electricidad no se podría abrir. Es por ello que hizo uso de su habilidad y con un «Open salami!» se abrió para ella.

Al ingresar en la enorme sala blanca, en el centro se hallaba protegido el cubo por un fino pero ultrarresistente cristal.

—Oh, vaya. Esto es nuevo. ¿No era gris?

Razón no le faltaba a la joven. Aquella cosa, al parecer procedente de otro mundo, era un cubo de metal apagado, plomizo. Sin embargo, ahora se mostraba en aquel expositor flotando, emitiendo un sobrecogedor y misterioso brillo azul. Su superficie era negra, líneas de color azul eléctrico como los circuitos de una placa madre decoraban el rompecabezas dimensional, y divisiones podían verse en sus caras, indicando que las piezas podían girarse. ¡No solo eso, es que giraban! En vertical y horizontal, sin seguir patrón alguno. Y cada una de las piezas cúbicas se apagaban y encendían porque sí, simulando ser botones.

—Pues vamos a cogerlo.

Caminó hasta el «teseracto», enseñó su dedo índice y, de la yema del dedo, una llama de plasma apareció, idéntica a la de un soplete. Con ella dibujó una circunferencia en el escudo protector y de un golpecito lo sacó, tomando el cubo.

—Quieto ahí. Date la vuelta lentamente. Suelta el cubo, ponte de rodillas en el suelo y las manos detrás de la cabeza.

—Ay, ¿y ahora quién es? —suspiró con pesar.

Un hombre alto, pelirrojo y llevando bata de laboratorio se hallaba junto a la puerta, sosteniendo una 9 milímetros.

—Em... ¿No has visto lo que he hecho con tus compañeros? Vas a acabar igual. Escucha, no me gusta a herir a gente inocente. Simplemente deja que me vaya con el cubo. Vosotros no sabéis para qué sirve.

Xavier no lo pensó siquiera dos veces, apuntó al hombro y apretó el gatillo. Kathy, confiada, no se movió. Detendría la bala con su poderoso campo electromagnético y se la regresaría.

¡Pam!

Sangre goteando.

Y un fuerte dolor pulsante en su hombro izquierdo.

Dejó caer el artefacto incógnita al suelo para llevarse su mano derecha a la herida, sin embargo el teseracto no tocó el piso, se quedó flotando a centímetros del mismo. ¿Por qué no había podido detener la bala? Al ver los ojos de Xavier brillar comprendió todo. Era usuario de habilidad.

—A-aah... Aaah... ¿Por qué siempre me dan en el hombro? Joder, qué mala suerte, tío... Aaah...

No había bala, tampoco casquillo. Xavier la miró con una mirada de pocos amigos, la misma de un lobo enojado.

—Es raro que un adulto tenga una habilidad. Ja, ja. ¿Qué es?

—Puedo generar proyectiles de energía.

—Un nivel 2 asumo... Y le haces esto a un 4. Vaya, interesante.

Kathy movió su dedo y un relámpago golpeó a Xavier, siendo lanzado fuera de la sala. Cayó inconsciente al instante. Colocando su mano en la herida, la sanó y se llevó el cubo. Solamente quedaba que Simeon hiciera su parte de la operación: secuestrar al presidente y que Honey le lavara el cerebro para que hiciera su voluntad. Fue ahí cuando recibió una llamada de emergencia.

—¡Vamos mal, el avión en el que iba el presidente ha explotado!

Sus pupilas se encogieron y a punto de soltar de nuevo el cubo estuvo. Se llevó los dedos al botón para hablar. ¿Que había sucedido qué?

—Perdona, ¡¿qué dices?!

—¡El avión en el que el presidente iba a explotado como una bomba! No hay ni rastro de Simeon ni del presidente. ¡Y el aeropuerto está bajo ataque, ha sido todo una trampa!

—¡¿Y por qué no vas tú?! Estás más cerca.

—Verás... tengo por aquí un problema. Estoy peleando ahora mismo contra Rosie Redd.

—¡Tsk! De acuerdo, ¡voy!

En la ciudad, la gata de cabello negro y ojos esmeralda enfrentaba a Claudia Kaiser, Comandante de New Dawn. La chica conejo de piel pálida, cabello blanco y ojos rojos poseía un color chocolate y llevaba un top rosa y falda blanca. Había intervenido para impedir que Emma con su coche se dirigiera a Pearl Harbor, pero Rosie Redd la interceptó con su lanza, forzándola a retroceder. Claudia poseía una fuerza sobrehumana y una agilidad sin precedentes, pero Rosie estaba a su altura. Gracias al entrenamiento que les proporcionaba Cloe —aunque preferían llamarlos palizas, que es al fin y al cabo lo que eran— sus formas base mejoraron muchísimo. Entrenar en forma humana hacía que su potencial oculto despertara al retornar a la forma original. La ágil coneja daba brincos, huyendo de la lanza de Rosie. Con un swing de la misma, trazaba la trayectoria de un ataque y una enorme chispa de carga estática descendía de los cielos.

—¡Triple Tornado!

Un gesto de sus brazos y el aire se enroscaba a su alrededor, formando tres embudo de aire que rotaban sobre sí mismos como peonzas, autosuficientes. Dichos trompos aceleraron a toda velocidad contra ella, quien con sus puños generaba poderosas ondas de choque que los deshacían. Haciendo uso de su gran velocidad y esbelto cuerpo, Rosie Redd iba a apuñalarla con la punta de su lanza maldita Falchion, pero con una patada directa al bastón logró bloquear el asalto.

—Ngh.

—No te dejaré pedir ayuda. Hablabas con Thor, ¿no? —le interrogaba ejerciendo más presión, forzándola a que retrocediera—. Que sepas que no lo tendrá nada fácil el «chico amado por los electrones». Phoebe puede parecer débil, pero, créeme, no lo es en absoluto.

—¿Y a mí qué me cuentas?

Atinando un puñetazo en el abdomen, la novia de Jose aprovechó la inercia para alejarse y aterrizar a 15 metros de distancia. Cargó su lanza de magia y disparó rayos láseres y ráfagas de viento cortantes. Soldados de KRAKEN acudieron en auxilio, solo para ser barridos por una tempestad cuyo ojo de la tormenta era la gata. Usualmente los magos consideraría la magia de viento como «débil» en batalla. Símbolo de la libertad y la paz, la magia de viento usualmente es empelada como defensa personal, sin embargo, el ingenio de Joseph y Goldie Lemon era temible. Ellos dos en definitiva poseían un «superpoder»: convertir absolutamente cualquier cosa en un arma letal. Fuera un lápiz, un libro o un juguete como un yoyó.

Vientos que superasen cierta velocidad eran capaces de cortar el cuerpo humano como si fuera un bloque de mantequilla. Aproxima corrientes de aire frío y cálido próximas entre sí y genera electricidad; provoca un huracán y que los vientos se concentren en un único punto y genera una bomba de plasma. Manipula el agua con el viento para acabar con todos. Dispersa el oxígeno en el ambiente para asesinar a todos mediante la asfixia. Comprime el oxígeno para crear proyectiles de ozono que al impactar destroce sus cavidades torácicas... ¿Es que solo se les ocurrían técnicas de asesinato a esos dos o qué demonios pasaba por sus cabezas?

—¡Arco Eléctrico!

Chasqueando los dedos, un rayo extraño de color azul debido a la influencia del nitrógeno se curvó intentando conectar con Claudia, quien saltó y en pleno mortal, con los puños envió ondas de aire hacia Rosie. Rauda como el viento se colocó detrás de ella, siendo su golpe con la lanza bloqueado de nuevo. La batalla se volcó hacia el lado de las artes marciales, repartiendo ambas contendientes palmetazos, puñetazos y patadas por igual. En ocasiones los puños chocaban, crujiendo sus nudillos e irritando sus articulaciones, golpes conectaban en la cara salpicando sangre y patadas que desequilibraban al adversario, aprovechando para rematar como pelota de voleibol contra el suelo. Si bien Claudia Kaiser no era muy buena luchadora, pues su técnica no estaba pulida en absoluto, sí era más fuerte físicamente que Rosie y más rápida; por el contrario, la técnica de Rosie, mejorada con los años y el entrenamiento adecuado era superior, contrarrestando la desventaja de la menor fuerza muscular y podía prever qué haría su oponente. Una patada baja bastó para desorientar a Claudia, quien quedó suspendida en el aire e indefensa. Incrustó su puño derecho en su abdomen, causando que saliva saliera de su boca. Rosie no dudó, giró su lanza y la chica conejo recibió un bastonazo en la cara, saliendo disparada contra la fachada de un edificio.

Girando la lanza, Rosie la hizo pasar por detrás de su espalda. Se relajó, vació su mente y la agarró con la mano izquierda. Posición de defensa y en alerta, Kaiser desapareció, estaba por la zona. Mediante las artes espirituales podría localizar su aura y prever por dónde atacaría. Claudia estaba empleando sus poderosas piernas para moverse a velocidades de infarto, buscando una apertura en su postura y agredir.

—¡Por la derecha!

El bastón se interpuso entre su mejilla y el puño, el cual brillaba de color rojo cual cometa entrando en la atmósfera.

—¡Ngh, nigiiiiigh! ¡Aaaah!

La fuerza de Claudia aumentó de pronto y el golpe conectó, haciendo a Rosie atravesar varios edificios. ¡¿Cuánta energía kinética había acumulada en aquel movimiento?! Casi perdió la conciencia, se levantó por mera fuerza de voluntad. No parecía ser consciente de sí misma, de que Claudia lo que en realidad había utilizado eran artes espirituales, el aura. Traspasó sus defensas por completo, ocasionando daño real. Después de todo, se enfrentaba a un Comandante de New Dawn. Cada uno de aquellos peculiares espers poseían habilidades únicas, y eran los más poderosos en su categoría. Simeon el más poderoso telekinético, Gai creaba materia exótica, Kyle el electrokinético más poderoso, Aogami podía cortar cualquier cosa, y Claudia... Se desconocía su poder, se decía que era la regeneración o la inmortalidad. Pero aquello era falso, solamente eran las habilidades normales de un semihumano.

—¡No me queda otra que usarlo! ¡Sed de Sangre!

Su cabello azabache se tiñó de rojo, un aura de vapor de sangre rodeó su cuerpo. Sus pupilas verdes, ahora rubí, expresaban terror. Destellos eléctricos rojos y negros hicieron retroceder a Claudia, asustada. No pudo esquivar. Solo lo sintió, atravesó numerosos bloques de pisos hasta detenerse contra un muro más resistente de lo habitual.

—E-eee...

«¡Está loca!»

Aquella brutal patada con intención asesina en la cara la envió directa contra una estación de servicio. La gasolinera explotó y la zona se volvió un infierno de llamas, olor a combustible y denso humo negro. De entre las llamas, como un muerto viviente, se levantó. La coneja no presentaba ningún rasguño, salvo la hinchazón en su mejilla izquierda por la agresión sufrida y la ropa nueva que se había comprado, ahora manchada, rasgada y rota. Sus ojos rosados brillaban de color rubí, maldiciendo a la gata negra por su osadía.

—Está bien, te enseñaré cómo se hace.

Pronunciando esas palabras, se «teletransportó» delante de Rosie y le propinó un puñetazo tremendo, rompiéndole la nariz. Recorrió centenares de metros en un segundo, pero deteniéndose en mitad del aire al igual que si emplease hilos invisibles, saltó en la plataforma invisible en vertical, por lo que su trayectoria similar a la de un hombre bala disparado de un cañón tenía como blanco la coneja albina. Cabezazo que le crio, ¡Claudia sintió eso!

—¡¡Grrraaaah!!

Solddos de KRAKEN llegaron a la zona, pero les era físicamente imposible seguir su velocidad. El cielo temblaba y sonidos similares a truenos se escuchaban. Esferas verdes compuestas de vientos comprimidos salían como orbes extraños para un lado y el otro, causando estragos. Poderosos tornados aparecían a su lado y eran enviados a volar, destellos eléctricos dejaban fuer de servicio a sus efectivos, y el furgón de estilo S.W.A.T. fue aplastado. Las dos jóvenes aparecían, desaparecían y reaparecían en las azoteas de los edificios. Las palmeras eran arrancadas de cuajo y las ventanas de cristal se rompían sin motivo alguno, todo temblaba.

—¡Dios mío!

La transformación de sangre era el poder cúspide de un semihumano. Permitiéndoles hacer uso del poder de su forma monstruo en base, pero a costa de su raciocinio y un gran desgaste. Un aumento de diez veces el poder que, conforme transcurrían los minutos, disminuía. Claudia Kaiser también hizo uso de la técnica tabú o Rosie barrería el piso con ella. Pero, había algo extraño. Claudia al «encender» el poder ancestral no sufrió cambios físicos, solamente rayos negros aparecieron alrededor suya. Y, ahora era la Comandante quien dominaba el combate, deteniendo todos y cada uno de los golpes de la Supernova, encajando puñetazos, esquivando patadas y mandando la molesta lanza a volar lejos del lugar. Los fuertes vientos cargados de electricidad de la hechicera no importaban más. El poder de Rosie había disminuido, el Bloodshed alcanzó el tiempo límite y se agotó, solo podía usar el multiplicador de por dos sin sufrir daño orgánico. ¡Claudia aún mantenía todo su poder!

Rosie estaba agotada. Detuvo con su mano derecha el puñetazo de Claudia. Su cuerpo humeaba... no, era el vapor de sangre que quedaba en su cuerpo. Su sangre regresaba a los capilares, a su sistema circulatorio, y los vasos sanguíneos reventados por la presión a la que bombeaba su corazón se regeneraban y las funciones vitales retornaban a valores convencionales. Por último, sus ojos volvieron a su casual tonalidad verde y su pelo, primero azul por el contraste, luego negro, también regresó a la normalidad. Sus ojos temblaban, del terror.

—10 minutos, eso es lo que duras.

Duras palabras de Claudia. ¡¿Pudo con ella en su estado base?!

Ahora, agarrando su mano, Claudia la levantó y la estampó contra el concreto, rompiendo el suelo. Rosie sintió su interior ser aplastado,

—¡Gah-haaak!

Escupió sangre, su visión falló por unos segundos, casi perdiendo la conciencia. Llamó a su lanza en un intento desesperado por que esta en piloto automático, en regreso a las manos de su ama, atravesara a la imponente enemiga que se hallaba sobre ella. Sin embargo, Claudia agarró la lanza en pleno vuelo. ¡Se disponía a atravesarla como un pinchito!

—¡Mmmm!

No podía. Rosie había manipulado el nitrógeno existente entre su pecho y la punta de la lanza, comprimiéndolo, creando así una armadura invisible. Pero sufría demasiado, ¡su cuerpo no aguantaría tanto! La punta metálica se estaba sobrecalentando por la constante fricción, al punto de casi fundirse. Chispas saltaban y su camiseta y sujetador se habían quemado, exponiendo sus pechos.

—Veo que tienes resistencia al calor. Ríndete, solo sufrirás más.

—¡Aaaaaaaaaah!

Vibración en el aire. Claudia dirigió su atención a su izquierda. Con sus puños destruyó dos flechas de fuego que venían en diferentes intervalos.

—¡Ah!

Un sonido sordo, dio. Sangre goteando al suelo, y un penetrante dolor y olor a leña quemada. No eran dos, sino tres flechas de fuego sólido. La primera y la segunda fueron destruidas, pero la tercera acompañaba a la segunda flecha, más retardada. Esta se escurrió e impactó en su costado izquierdo. Más flechas provenían de la zona del laboratorio. Rayos diluviaban sobre la zona, y en poco tiempo una chica de cabellos rojos, envuelta en el aura de sangre pateaba a Kathy contra el suelo, sosteniendo el cubo en su mano izquierda y liberando poderosos relámpagos que calcinaban todo a su paso. Esa mujer normalmente albina y con gafas, el cabello sujeto en forma de cola de caballo, vistiendo bañador y con un arco en su mano, era la hermana mayor de Joseph Lemon. La chica zorro de cabello castaño en bikini, Selene.

—¡¿Le están... plantando cara?!

Aprovechando la oportunidad y despiste de Claudia Kaiser, Rosie Redd le propinó un puñetazo en la sien con intención de dejarla inconsciente. Aunque no le funcionó, el dolor de cabeza bastó para apartarla de encima suya y poder levantarse. Imitando a un águila que extiende sus alas para intimidar a su oponente, Rosie abrió los brazos. Un torbellino de llamas formó un taladro, se solidificó y lo que creó era fácilmente reconocible: misiles.

—¡Misil Ígneo!

—¡...!

Contacto directo. Dos explosiones de alta intensidad y calor. Rosie se alejó, aliándose con Selene y Phoebe, espalda con espalda, quienes luchaban contra la rubia semidesnuda que sostenía el cubo. La coneja había salido ilesa del bombardeo, y como un monstruo caminaba hacia ellas. Phoebe arqueó las cejas, a lo que Rosie asintió con la cabeza.

—¡Selene, ¿puedes tú sola con ella?! —le gritó.

—¡Sí, déjamela a mí! Pagará por lo del Museo Británico —respondió emitiendo chispas—. ¡La voy a freír como un calamar!

Un imaginario pistoletazo de salida sonó y Phoebe y ella corrieron para combatir al imparable mastodonte. Phoebe la acosaba con flechas de fuego que instantáneamente disparaba desde su arco. Podía producir tantas como magia tuviera disponible, cosa que no era ningún problema gracias a sus reservas de energía. Rosie aprovechaba las aperturas para golpearla, y en cierto momento, cargó con toda sus fuerzas en su puño derecho, impactando en el mentón de la coneja de apellido emperador. No se movió ni un milímetro.

«¡La diferencia de poder es demasiada!», gritó para sus adentros.

—¡Gran Llamarada!

Un fénix apareció inundando el lugar con sus feroces llamas. Fénix tal vez no era la mejor manera de describirlo, se asemejaba más bien a un enorme pollo desplumado del supermercado cuyas plumas de las alas eran fuego fundido de color bermellón, al igual que Moltres de la franquicia de Pokémon. Suzaku lo llama ella, el familiar creado por Phoebe inspirado en la bestia sagrada guardiana del sur, simbolizando el fuego y representando la estación del verano. Con cada batir de sus alas, la temperatura aumentaba más y más, y al haber comenzado a llover fuertemente las gotas se evaporaban, formando un denso manto de niebla. Su aura amenazante era digna de una leyenda.

—¿Q-qué demonios es esa cosa?

—¡¡Huaaaaaaaaaa!! —graznó el monstruo.

Claudia jamás había visto algo así en su vida. Existía una gran gama de superpoderes, cada uno más raro que el anterior. Los había útiles, puntuales, extraños, escalofriantes y destructivos. Pero ninguno que se pudiera comparar con la sensación que se hallaba en su cuerpo. Era el primer contacto que ella, alguien que había nacido con talento, se enfrentaba cara a cara con una criatura mágica, con la magia.

—Thunder Javeline!

Kathy reflejó la lanza de rayos que Selene arrojó desde su frente con su brazo derecho y disparó esferas de pura electricidad. Sacando de su trayectoria los proyectiles y forzándolos a orbitar alrededor suya. Dando la orden con un gesto de sus dedos, apuntando como si de una pistola se tratase, los orbes estallaron en ráfagas de plasma azul eléctrico que cortaron el aire y agujerearon los edificios de detrás. Kathy lo esquivó de puro milagro. No podía pelear en serio si llevaba el aquel artefacto procedente de otro mundo. Con una mano era imposible enfrentar a esa superhumana con una habilidad tan destructiva.

Selene aumentó su poder bruscamente. Sus ojos brillaban también de color azul eléctrico, casi blancos y destellos salían como flamas etéreas de su cavidad ocular. Daba la presencia de que ella misma se iba a convertir en electricidad pura. Todo su cuerpo brillaba, y una onda anómala se extendió por todo el campo de batalla. Cortando comunicaciones, fueran por cable o radio, aquel pulso electromagnético cercano al plasma frió cualquier dispositivo electrónico en kilómetros a la redonda. Por si fuera poco, anuló los poderes eléctricos de cualquier esper que fuera como ella. Había plantado un campo eléctrico que multiplicaba sus poderes, dándole la ventaja absoluta en batalla. Se repetía la misma situación de aquella noche londinense frente al Museo Británico.

—¡¿Qué?! ¡Mis poderes!

—Je, je —rio la pistola eléctrica andante—. Este campo no es como el otro. ¡Chupa puño, zorra!

Acelerando a la velocidad del rayo, el golpe que la rubia recibió pudo ser considerado «lindo». Rebotó contra el asfalto con gran dureza, rodando malherida y temblando. Ella reía, y su ilusión comenzaba a desvanecerse. Su compañera, aunque varias veces más poderosa que ellas, se defendían y la ponían en serios aprietos. Aquel fénix estaba literalmente hecho de fuego, era imposible tocarlo. Se lanzaba contra la bestia de feroces llamas y lo atravesaba, sus puños y pies no servían para hacerle daño. Las bombas de llamas de aquella bestia detonaban e incineraban todo a su paso. El solo extender sus alas provocaba una onda ígnea, el aire sumamente caliente, cercano a los 1.000 ºC llenaba la zona de una densa niebla que la gata albina y la gata negra usaban para golpearla sin ser vistas. Claudia era capaz de seguirlas mediante su increíble oído, sin embargo nadie, por muy fuerte que sea, es capaz de lidiar con una guerrera con lanza y una arquera al mismo tiempo.

—Eso lo he sentido —sonrió Kathy frotándose el labio con su mano derecha para quitarse la sangre.

El disfraz fue levantado y la identidad de la rubia «Kathy», revelada. Un chico de complexión delgada, larga melena rubia hasta la parte baja de la espalda y ojos azules como zafiros. Camiseta morada y vaqueros de color púrpura rasgados, cinturón con hebilla de cráneo de cabra y guantes de deporte negros con el símbolo del rayo, sin dedos. El tercer Comandante, y actual segundo Kyle Völler, alias Thor. Pulsos eléctricos recorrían todo su cuerpo y soltó un chispazo a Selene, manteniéndola a raya.

—¿Qué? No deberías poder usar tus poderes. ¡Los he anulado con mi campo electromagnético!

—Siento romperte tus ilusiones, pero no soy un psíquico, sino un mago. ¡El Thor!

Extendiendo la palma de su mano, una impresionante ráfaga de electricidad azul celeste y blanca impactó en Selene, quien fue chocada contra el muro de un edificio. Rápidamente, envuelto en un zig-zag de chispas se subió encima de Suzaku, a quien agarró de sus plumas del cuello y lo electrocutó. Inconsciente, la bestia cayó inerte al suelo levantando polvo y vapor, la energía acumulada se dispersó y regresó a ser un pájaro de llamas del tamaño de un vaso de agua.

—¡Suzaku!

—¡Hijo de puta! —lo insultó Rosie, sorprendida por su poder.

—Claudia, trinca el cubo —le ordenó a su compañera, a quien le había arrojado el puzle tridimensional—. Yo me encargo de estas señoritas.

Levantándose dolorida y con el cubo en sus manos, lo miró con desconfianza. Era simplemente suicida. ¿Cómo iba a poder con ellas tres a la vez? Ambas Phoebe y Rosie serían un nivel 4, y Selene perfectamente cualificaba para nivel 5, igual que todos los Comandantes.

—No lo pienses más y huye de aquí.

—¡Sí!

Parte 3

Aeropuerto Internacional de Honolulu. Las cosas no pintaban nada bien. Las fuerzas aliadas de G.U.N. combatían con sus espers a la invencible y autoritaria princesa de cuento de hada que tenían enfrente. Ella, con su vestido azul y lazos era la indudable ganadora del conflicto. Con un solo toque de su tacón, las balas se detenían en mitad del aire y con un segundo eran devueltas a sus legítimos dueños. Un pisotón al suelo más fuerte bastaba para provocar un temblor y en un radio de 50 metros todos los que tuvieran sus pies en el suelo verían sus tobillos del revés, rotos. Subidos desde los camiones blindados, ellos abrían fuego pesado, y hasta emplearon un RPG-29, en vano. Un sólido muro de aire la protegía de todo daño, invulnerable. Patricia y Aitor no podían hacerle frente, mucho menos los soldados de G.U.N. Fue un gesto de su mano y una onda de choque con la fuerza de un tráiler que se movía a 120 km/h impactó en sus cuerpos. Si alguno de aquellos hombres quedaba vivo, no tardaría demasiado en morir a causa de sus heridas internas.

—¡Centro de Loto!

Patricia unificó sus Armas Simbólicas en el cetro que controla la quinta esencia, el vacío o éter. Sin embargo, dicho elemento no existía. Tan solo era una manera que permitía más rápidamente el cambio de un elemento al otro, de un arma a otra. Igual que una heroína protegida por el poder del guion, nada podía hacerla frente. Que hubiera una fuerte tormenta tropical no ayudaba en absoluto, y los civiles todavía estaban siendo evacuados de la isla por las gentes de G.U.N. Como si nada, Celeste detuvo con sus dos manos desnudas la espada de los vientos de Patricia y la katana de Aitor.

—¿Eso es todo lo que tienen? Pensé que estabas al nivel de un Comandante, Patricia Clemont.

Con una onda de choque, fueron mandados a volar. La joven prodigio de 12 años aterrizó sobre sus pies e inmediatamente brincó, haciendo uso de su magia de viento para no tocar el suelo. Aitor cayó sobre sus posaderas, y viendo aquella onda naranja y temiendo por sus pies, saltó a un carrito de maletas. De repente, varios hombres de G.U.N. comenzaron a abrir fuego contra los dos y sus propios compañeros. Con un campo de fuerza la niña genio se protegió del tiroteo amigo. ¿Por qué esos imbéciles harían algo así?

—¿Eh? ¿Flores?

Flores blancas, en concreto dientes de león, crecían sobre sus cabezas. Sus raíces, si así se les podía llamar, palpitantes y con forma de lianas alrededor de sus cuerpos, controlando sus extremidades y adueñándose de sus venas, y sus ojos en blanco. ¡Estaban siendo controlados!

—¡Aitor, sal del carrito! ¡Busca al bastardo que está haciendo esto!

—¡P-pero!

—¡Yo contra la puta de Disney! ¡Tú contra quien maneje las plantas, YA!

Con una explosión de viento, todos los hombres quedaron en el suelo, desvanecidos. Algunos se levantaron y se vio obligada a retorcer sus articulaciones, colocándolas en ángulos extraños para asegurarse que no se volvían a levantar. Con cuchillas de aire invisibles, cortó las lianas y las flores de sus cabezas. Debido a la lluvia y la pelea no se dieron cuenta, pero caían como esporas blancas de las nubes. Aitor se alejaba corriendo por el fondo hacia el interior del aeropuerto, en busca de la que comandaba a sus aliados en su contra. Pero acabó topándose con enormes plantas piraña que babeaban ácido.

—¡Eh! Eeeh... ¡Hyaaaaaah! ¡¡¡Qué coño es estoooo!!!

*

—Ya sé cómo derrotarte, Celeste.

—¿Ah, sí? Veamos si eres capaz.

Armada de valor, caminó cual modelo sobre una pasarela hacia su enemiga. Bajo ese elaborado vestido de fiesta de la Edad Moderna se hallaba un traje de buceo hecho de fibras. Con un potente ataque bien efectuado ella podría derrotarla, pero corría el riesgo de asesinarla. No, ella quería dejarla fuera de combate, arrestarla e interrogarla, aunque tuviera que recurrir a la tortura. Quería información de New Dawn. Qué organizaciones mágicas los ayudaban, cómo y por qué. Celeste reutilizó el hechizo de romper los tobillos, pero nada sucedió.

—¡¿Qué?!

Patricia ya estaba frente a ella. Demasiado tarde, ella no tocaba el suelo. Estaba caminando a milímetros sobre el suelo, fue un efecto visual. Agarró sus dos manos, como una amiga emocionada tras ser notificada que fue admitida en la universidad para la que tanto estudió. Así ella no podía usar sus manos para convocar la onda de choque con la potencia de un camión en marcha. La sonrisa de Patricia era idéntica a la de un demonio. Algo se le pegó de Jose, abrazó a la hechicera francesa que hacía de Cenicienta y arrancó la gema azul de su escote.

—¡Ah!

Patricia aumentó su fuerza con el refuerzo y destrozó el accesorio con su mano, reduciéndola a polvo. Si usaba la violencia no podía acercarse a ella. Contacto físico era posible, si era amigable: un abrazo, un apretón de manos, etc. El vestido desapareció, había acertado. Ella sacó de dentro de su traje de baño su varita mágica, y enojada comenzó a disparar rayos altamente letales.

—¡Puta pirata de mierda! ¡Vuelve con tu reina gallina!

—¡Que te coja un romano, zorra gabacha!

Insultándose, Patricia arrojó el cetro hacia la Cenicienta, siendo este destruido. Sacó de su manga izquierda su varita mágica y rápidamente disparó una bola de fuego al tanque de uno de los aviones, causando una explosión. Desorientada, Cenicienta no vio venir la patada con ambos pies en su bonita cara. Emergiendo victoriosa, Patricia abandonaba la pista arrastrando del cabello a una desmayada Celeste, llamando por teléfono a José, indicando que su trabajo ya estaba hecho.

—¡Fiu!

*

—¡Maldita sea, ¿por qué mis poderes no te hacen efecto?!

La chica del pelo miel, Honey, se encontraba en plena ciudad confrontando a Goldie Lemon Jr. La pequeña gatita morena de cabello blanco y ojos rubí se lo estaba pasando pipa, blandiendo su guadaña aquí y allá, desmembrando a los soldados de KRAKEN igual que si estuviera en un videojuego del género hack and slash. No tenían ninguna oportunidad, era una masacre injusta y unilateral. Las balas simplemente no le afectaban, ninguna rozaba a la pequeña niña, quien caminaba tranquilamente por la calle. Un movimiento del filo de aquella inmensa hoz plateada y cuchillas de color morado y negro los cortaban en rodajas. Señalar con el dedo y otro morir carbonizado. Pasar por al lado y tocarlo con la mano, arder hasta morir por shock térmico.

—¿Qué me dices, Honey? Tú decides, te rindes o hago que te rindas.

—¡Jamás!

De la espalda de la joven emergieron cuatro brazos sombríos compuestos por una sustancia indeterminada, pero cualquier podría pensar que estaban hecho de sombras. Dos agarraron el furgón policial y lo arrojaron contra los hombres, acabando con sus vidas. Los otros dos restantes se movieron atravesando a los que se ubicaban al frente, quien se desplomaron en el suelo, eran intangibles; y los que fueron tocados, sus extremidades eran arrancadas de cuajo, como si ser rozado por las manos resultase en ser mordido por un tiburón.

—¡Aaaah!

—¡Eeeh!

Honey los manipulaba como sus marionetas. También podía ver a través de sus ojos y usar sus poderes. Al extender su brazo derecho, Goldie Lemon invocó otra guadaña. Cargó contra el superhumano vestido de antidisturbios que portaba dos espadas de hierro blanco, quien a duras penas logró frenar su avance. Goldie Lemon se movía como quería en el aire, levitaba. Cada golpe de esa guadaña equivalía a toneladas de fuerza, cada movimiento, cada swing. Chispas saltaban. Comprendiendo que esa defensa en forma de X era bastante robusta, pateó las espadas haciendo perder el equilibrio y ella voló a los cielos, y conforme realizaba volteretas arrojó cuchillas de viento siniestro que trituraron a sus enemigos. Ya deteniéndose, juntó ambas guadañas por el mango, y las hizo girar como hélices. Aquella sonrisa ominosa hizo que el rostro de Honey se inundara de desesperación, lo cual pareció excitarla. Ondas malévolas partieron en dos, tres, cuatro y hasta centenares de taquitos a sus hombres. Los que permanecían bajo su control al ver eso se zafaron y huyeron despavoridos, otros se envalentonaron dispuestos a sacrificarse para terminar con la vida de la Supernova.

—¡Eso, eso es! Ver pasar vuestras caras de la alegría a la desesperación... ¡¡es lo mejor~~~!!

Un fuerte viento azotó la arena de combate, obligando a Honey a cubrir su rostro y apartar su largo cabello. Goldie soltó la guadaña, la cual como una noria desbocada giró cortando todo el asfalto causando estragos. Situó su mano derecha sobre su cabeza y chasqueó los dedos. Casi todos los presentes ahí mismo fueron... ¿tiroteados? En sus cuerpos surgieron decenas de boquetes circulares, como si pequeñas bolas hubieran sido proyectadas a velocidades mayores a las del sonido y hecho trizas la carne.

—¡Soy la psíquica más poderosa del mundo! ¿Cómo es que por más que concentre mis fuerzas en ti no te afecta?

—Me da igual cuánta gente controles. Como si son tres o quinientas. Soy inmune al control mental de cualquier tipo porque no me sale del coño dejarme controlar.

Alzando la guadaña en el aire, Honey pudo notar algo la mar de extraño. Un corte en lo que parecía ser la realidad, y un agudo zumbido, casi un chirrido que usualmente no podrías escuchar. Una grieta espacio-temporal se había abierto detrás de ella, pero más correcto sería describirlo como si alguien hubiese roto el cristal de una ventana. Negro, el negro más profundo que ella hubiera visto jamás en su vida. Su cuerpo se congeló, no respondía a su mente, y su corazón latía muy fuertemente. Las pulsaciones por las nubes, la tensión subiendo, y sudor frío descendiendo por su frente y espalda. Se quedó sin saliva. Goldie Lemon reía alzando la hoz de fría plata con la que hizo la escisión en el tejido de la realidad.

¡Me río del infinito y del sueño eterno! Pasado, presente, y futuro. Todos valen nada para mí. ¿Vosotros peleáis por ser reconocidos porque habéis pasado un infierno? No me hagas reír, solo sois unos asesinos, niñatos terroristas. Te mostraré qué tan cálido es vuestro infierno. Déjame mostrarte... ¡¡MI INFIERNO!!

Un rugido aterrador procedente de lo que fuera que existía más allá salió de aquella brecha en el espacio-tiempo. El cristal llamado realidad se resquebrajó aún más, y toda voluntad abandonó por completo sus cuerpos, quedando de rodillas en el suelo. Honey tan siquiera pudo arrodillarse, estaba petrificada por el miedo. Aquel rugido rompió por completo su espíritu; sentía un temor atroz, sentía que, si mirase a aquella bestia, lo que habitaba tras aquella grieta, aunque fuera tan solo por un segundo, perdería la conciencia y se perdería por siempre en la oscuridad más absoluta, descendiendo a la demencia para jamás regresar. De su lacrimal derecho descendió una lágrima; su cara pálida y pupilas encogidas, no podía reaccionar. ¿Ante qué tan temible adversario se encontraba?

La pequeña gata de metro treinta y cinco caminó hasta su lado. Soltó la guadaña plateada, la cual nada más tocar el suelo lo atravesó. No, fue absorbida en su sombra. Ella le tendió la mano, la cual era muy cálida en comparación con su actual temperatura corporal, la cual descendió hasta los 35.5 ºC del susto.

—Tienes 15 años, aún estás a tiempo de corregir tu camino. No haces ningún bien a ti misma, ni a los tuyos. Si quieres cambiar el sistema, la guerra y el terror no es lo suyo; cambia el sistema desde dentro. Tenéis poder y el talento. ¿Qué pensáis solucionar con violencia y atentados? La gente os tiene miedo porque sois diferentes, distintos; con atentados solo lograréis que os odien aun más. ¿Estás de mi lado?

—A-ah... S-sí...

—Me alegro.

Parte 4

Repartiendo espadazos, Aitor finiquitó aquellos monstruos salidos de un oscuro cuento de los hermanos Grimm. Árboles humanoides con múltiples brazos, plantas pirañas de varios metros de altura que lanzaban púas envenenadas y escupían ácido. De no haber sido por el entrenamiento de Cloe jamás habría podido seguir vivo ni de chiste. El aura que lo envolvía le protegía de las esporas presentes en el aire y su katana, que se la regaló su novia, reforzada por su propia voluntad permitía derrotar a los enemigos de un solo golpe. Pero la chica no salía. Sabía su nombre, lo vio en los archivos que Emma y Fran robaron de G.U.N. Lesley, usuaria de habilidad de nivel 4, nivel de amenaza indeterminado. Poseía la habilidad de controlar las plantas. Patricia también las estaba pasando canutas al verse rodeada por bichos de ultratumba en aquel aeropuerto, ahora una maldita jungla.

—Patricia, voy a hacerla salir.

—¿Cómo? A este paso me quedaré sin magia.

La enorme carnívora hizo el intento de morderla estirando su cuello, pero la genio saltó en el aire y con unos movimientos de su varita la descuartizó, cuchillas de viento invisibles. Introduciendo su mano en el bolsillos arrojó dos dados que al tocar los tallos mostraron dos doses, explotando como dinamita. Jalada por la fuerza de gravedad, aterrizó cerca de otra planta piraña. De su manga derecha sacó dos cartas azules, las cuales pegó a su cuerpo y el ser fotosintético voló en pedazos, expandiéndose las llamas por el lugar. Sin embargo, la «sangre» morada de la planta le salpicó en la cara, quemándola.

—¡Aah!

Patricia se llevó la mano a su mejilla derecha, casi tocó su ojo. Sentía la quemazón, y su piel en esa zona se volvió morada. Fuertes mareos y náuseas, no era buena señal.

—Ai... Aitor.

—¡Ay, no! ¡Raaagh!

Girando sobre su pierna derecha, Aitor cortó a los monstruos y agarró por la cintura a una Patricia que se desvanecía por los efectos del veneno. Preocupado, la única manera de salir de ahí era atravesar la maraña de espinas, monstruos de pesadilla y seres del averno. Necesitaba ayuda urgente, él no podía usar magia. Tampoco tenía idea alguna de si la magia servía para lidiar con venenos, agentes nerviosos y neurotoxinas. Aitor cogió aire, armándose de valor. No era una jugada de alguien que estaba en sus cabales.

—¡Lesley, ven aquí, tabla de planchar! ¡Copia barata de Saria de Legend of Zelda!

Patricia en sus brazos frunció el ceño, como si quisiera decir «¿En serio? ¿Eso es lo que se te ocurre?». Para sorpresa de ambos, ella cayó del tejado. Se estaba ocultando en una de las vigas. Las venas de su frente y cuello bien marcadas, su cara roja como un boniato, y en su mano derecha unas raíces adoptaron la forma de un perro infernal compuesto en su mayoría por troncos de árboles, hojas y musgo, cuya saliva que babeaba disolvía el suelo.

—M-me... ¡Me gustan las tetas grandes! ¡Ven a por mí, tablita! ¡Tablita, tablita, tablita! ¡Ven, perrito!

Acojonado a más no poder, comenzó a correr. En condiciones normales, aquel sabueso lo habría alcanzado y matado a mordiscos, si no lo licuaba con sus flujos gástricos. Debido a que era un superhumano su fortaleza física que superior a una persona común. Podó los setos venenosos que le imposibilitaban la salida y abandonó el aeropuerto, corriendo a través de un tiroteo existente fuera del mismo entre los hombres de KRAKEN y G.U.N., sorprendiendo a ambos. El techo del aeropuerto reventó, emergiendo un gigantesco dragón de plantas. Asustados al ver a aquella bestia, tanto los de un bando como los del otro comenzaron a huir despavoridos. De su boca disparaba semillas de gran tamaño que explotaban derramando ácido. Su objetivo: Aitor y Patricia, quien estaba en sus brazos.

—¡¡Socorroooooo!!

Realizando estiramientos, Goldie descansaba al lado de un furgón de G.U.N. Lamía un polo d arándano de manera sensual, atrayendo la vista del oficial, quien avergonzado quería apartar la vista. Ella lo sabía, era consciente de que la estaba mirando, por lo que ejecutaba obscenos movimientos de lengua así como exagerados gemidos al chupar el helado.

—¿Qué ocurre agente?

—...

—Qué tímido. Apuesto que si lo lamo aún sabe a virgen.

Resopló. No la aguantaba. A eso, Goldie Lemon comenzó a charlar ella sola, preguntándose si quizás debería darle alguna bestia sagrada a su novio. Su prima Phoebe tenía a Suzaku en su poder, aún quedaban otras tres bestias. Seiryu, el dragón del este y de elemento agua no le pegaba, todavía menos la aleación entre tortuga y serpiente Genbu, de tierra. Solo quedaba Byakko, actualmente en su poder, pero no la necesitaba. Podría ofrecérsela como regalo, y quizás su armadura plateada y negra con rayos le sentara bien.

—Tendré que preguntarle a Aitor qué opina.

—¡¡¡Socorro, Goldieeee!!!

—Oh —levantó ella la cabeza—, hablando del rey de Roma. Eh, Ai... ¡¿Qué pollas es eso?!

Rápidamente, con sus pupilas dilatadas se levantó del suelo, abrió la palma de su mano y en el aire se dibujaron varios círculos mágicos de color rojo. De ellos emanó una brutal ráfaga de fuego y rayos que achicharraron todos los monstruos y por poco no mata a los suyos. Aitor corrió hasta ella, cargando como princesa a Patricia.

—¡Ayúdame, está muy mal!

Dejó a la chica en el suelo, apenas respondía. Solamente gemía de dolor. Su piel se volvía de color lila y las venas se mostraban engrosadas. Su sudor era casi rosado y le costaba respirar. El hada del bosque Lesley se presentó volando con alas de planta que salían de sus escápulas. Del asfalto emergió una enorme flor de girasol que concentró energía y la disparó en forma de rayo solar. Con su espada Aitor la reflejó a un lado, pulverizando un edificio.

—¡Joder!

—Patricia, esto te va a doler. Aguanta, ¿vale?

Poniendo su mano sobre la mejilla, un brillo azul blanquecino comenzó a sanarla. La toxina estaba corrompiendo su cuerpo, haciendo papilla sus órganos internos. Si quería salvar su vida, Goldie tendría que emplear casi toda su reserva mágica para eliminar el potente veneno y regenerar sus órganos. Los mosquitos enviados por la chica de verde para matar a Goldie se calcinaban nada más acercarse a dos metros de ellas a causa de la barrera que plantó. Aitor no tenía problemas para lidiar con aquellas abejas, mosquitos, o lo que fueran. Harta, Lesley bajó y gritó a los cuatro vientos que tendría que darlo todo, y activó su Despertar. No hubo cambio alguno físicamente hablando, pero sí que lo hubo en sus habilidades. Tocar el suelo y todo, absolutamente todo se moría. El asfalto se derritió en una sustancia semilíquida negruzca que emitía vapores tóxicos negros, las palmeras se marchitaban y los hombres de KRAKEN y G.U.N. se derritieron.

Sin miedo, Aitor la golpeó con su espada. Su fuerza era inhumana, ¡¿eso era la evolución de los poderes de un esper cuando dominaba al máximo su habilidad?!

—¡Eso no es todo!

Empujándolo hacia atrás, Lesley extendió los brazos y partículas se condensaron. Su cuerpo se vio recubierto por una armadura de piedra de tonalidad azul turquesa, casi plateado. Estructuras de este mismo mineral flotaban en el aire en forma de gigantesca estalactitas. ¡Diamante!

—¡Fuego!

Aitor corrió para esquivarlos, rodó por el asfalto y saltó para que las plantas amorfas que surgían de la nada no lo atraparan. Cortaba sus tentáculos con la katana y no hacía más que correr de un lado para el otro, mientras ella, como si fuera a hacer una foto, sus manos formaban un cuadrado.

—¡Tormenta de Diamantes!

Una tempestad de piedras a velocidades de infarto golpeó la zona, acribillando todo lo que se encontraba a su paso. No fue afectado, pudo ocultarse tras un muro. Lesley con el Despertar era capaz de manipular el carbono. Comprimir el carbono presente en el aire y crear diamantes artificiales de manera defensiva y ofensiva, junto a sus raras habilidades de manipular las plantas... No. No ganó una nueva habilidad, los superhumanos solo tienen una. ¡Su habilidad desde el principio era manipular el carbono! Mintió. Estaba ya empleándolo desde el inicio, y como sus plantas mascota no funcionaban tuvo que bajar un nivel para poder hacer uso de su habilidad base.

—¡Aaah!

Choque de espadas. Acero reforzado contra diamante. Con gran fuerza y valentía el chico de 16 años rompía el diamante. El mineral más resistente del mundo, sí, pero eso solo era en cuanto a ser rayado. Referente a lo que es aguantar golpes, ahí no tanto. Incluso el oro funcionaba mejor. Cada corte bollaba más y más la piedra, hasta que rompió la armadura. Lesley retrocedió e iba a disparar nuevamente la tormenta de diamantes. Los ojos de Aitor brillaron y esquivó todo. No tenía idea de cómo lo hizo, pero pudo verlo todo a cámara lenta. Supo a qué lugar de su cuerpo se dirigía cada pincho. Tenía miedo, quería huir. Así que echó a correr. Lo que Lesley vio la sorprendió, igual Goldie, quien echó la vista al cielo.

Aitor estaba volando.

Pero no era correcto que estaba volando. Más bien, estaba corriendo por el cielo, «pateando« el aire. Se veía igual que alguien que sube corriendo unas escaleras, solo que estas escaleras eran completamente invisibles, no existían. No estaban ahí. ¡Había solidificado el aire con su aura! Y una vez alcanzado una altura de siete pisos, la hoja de su katana brilló azul y se extendió. Más larga, más ancha. Un mandoble enorme, y con ambas manos se lanzó a por Lesley.

—¡Aaaaaaaaaaaah!

—¡¡¡...!!!

Tres segundos. No logró reaccionar a tiempo. La espada la cortó por la mitad, y con un desgarrador grito la chica jardinera cayó al suelo, desmayada, echando espuma por la boca y los ojos en blanco. Sus creaciones se marchitaron y pudrieron a enorme velocidad, mas sus diamantes no desaparecieron.

—¿Eh? Eh... ¿Cómo hice eso? Goldie, ¿la he matado? No sangra... ¡Ah, hay que ponerla en posición lateral de seguridad! No se vaya a tragar su lengua y se asfixie.

—¡Porque es un ataque conceptual, tarado! Ni de broma cortabas físicamente a través de esa armadura de un solo tajo. No eres Kusanagi Aogami.

—Aah... Me duele todo...

—Patri, ¿estás bien?

—No te levantes —le dijo Goldie con voz suave—, aún no he quitado toda la neurotoxina de tu organismo, está ya casi.

La línea de visión de Patricia hizo conexión con la de Aitor y su cara se volvió roja como un semáforo. Ruborizada, apartó la mirada hacia un lado.

—Oh-yoyoi, Patricia. ¿Qué pasó? ¿Ahora te enamoraste de mi Aitor?

—¡N-no! ¡Nada de eso! Es... Es solo... que... eso estuvo muy genial.

—Gracias.

Entre líneas 9

Tras el día tan agotador que tuvieron, habiendo luchado por sus vidas y repelido a los Perros de Caza de G.U.N., era por fin hora de descansar. Si es que podían pegar ojo, claro. Preocupados por el combate allí al otro lado del charco y sin ninguno de sus amigos contestar al teléfono, combatiendo a los poderosos Comandantes, era una premisa un tanto complicada. Seguro se tirarían pegados al ordenador y al móvil toda la noche, esperando el resultado de tal titánica batalla.

Tearju se quedaría junto a Cloe y Antonio en la residencia Lemon, mientras los demás se irían a su casa. Tras ducharse y cenar por petición de Chocola, Manuel este les leyó un cuento antes de dormir. Entrándoles el sueño y el abridero de boca, el chico cerró el libro y besó a ambas en la frente.

—Soñad con los angelitos —les dijo antes de bajar las escaleras.

—¿Pero Lucifer no era un ángel?

Silencio.

Incomodidad.

Manuel no sabía cómo responder a eso, la chiquilla llevaba razón.

—Era el Portador del Alba, el ángel más bello y el más poderoso. Era tan vanidoso que creyó que estaba por encima de Dios, su creador. Juntó a un tercio de los ángeles y armó una guerra en el Cielo para quitarlo del trono. Pero Dios lo desterró usando a Miguel.

—Eh... Sí. Recuerdo haber dado eso en Catequesis —asintió el joven.

—Ooh. Qué guay —dijo Nana asombrada—. Es una historia muy chula.

—Sí, pero hay algo que me molesta. Dios lo controla todo y tenemos que seguir sus órdenes, si no vamos al infierno. Igual si no creemos en él. ¿Eso no lo hace un dictador caprichoso y malvado? Lucifer entonces era bueno, quería liberar a sus hermanos de un rey malo, pero perdió.

—Es verdad... Tiene sentido. ¿Lucifer no es Satán?

—Em... Esto... Mira, buenas noches a las dos. Besitos y hasta mañana.

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