Capítulo 7: Artes de dormitorio (+18)
Parte 1
Costaba creerlo, pero realmente los Supernovas estaban haciendo la ronda para dar con Aogami, y sus compras, claro. Lo que sí era difícil de creer era que Jose hubiera decidido quedarse con Shiori y Kate, lo cual despertaba cierto sentimiento de celos en ellas. La gata tricolor parecía haberse quedado totalmente prendada de él. «Ni que fuera el único macho con vida de la especie», decían. Aunque, tuvieron que admitir que desde hacía tiempo ya su fragancia se había vuelto muy agradable y dulce, y les costaba no acariciarlo como un peluche.
—Oye, no creeréis que se vayan a meter en uno de esos hoteles del amor, ¿no? —preguntó Selene bastante inquieta.
—¿Qué dices? No haría eso. Vamos, lo mato.
—Verdad, darling no se acostaría con la primera chica que conozca por la calle, Selene. Qué cosas tienes, de bombero retirado.
—Hehehe... Sí, es verdad. Qué pregunta más tonta.
Era curioso cómo nadie las miraba pese a estar en sus formas reales, no resaltaban en lo más mínimo. Con total seguridad, de marcharse a otra zona, ahí sí que les llamarían la atención por lo extravagante y lo bien hechos que estaban sus «trajes». Durante todo el trayecto de tienda en tienda, probándose vestidos, bañadores y camisetas, la hawaiana no habló mucho. Sumida en sus pensamientos, se mordía el labio. Dirigiéndose hacia la cafetería del centro comercial, por fin mencionó algo:
—Deberíamos quedar con Akane para visitar los distintos templos, si Aogami está poseído por un demonio, a este le interesaría los nodos que existen en los mismos para recargar poder sobrenatural. Y los torii de estos se pueden usar como portales para ir a cualquier parte de Japón en un instante cruzando el arco sagrado.
Sus dos amigas se detuvieron en seco y se miraron fijamente, anonadadas ante su razonamiento.
—Marina...
—¿Desde cuándo eres tan inteligente? —soltó Rosie.
—¡Hey! Seré tonta, pero no soy estúpida, ¿vale?
«Frase que quedará marcada para la posteridad», pensaron ambas.
No pudieron contener la risa. Entendieron perfectamente lo que quiso decir, pero la manera de expresarlo quizás no fuese la adecuada. Tomaron asiento en la cafetería para pedir un café y enviaron la ubicación a los demás por el grupo. Sorprendentemente, Emma fue de las primeras en arribar junto a Akane. El tema de la discusión lo inició la pelirroja: cultura del café. Muy curioso le era que todos ellos acostumbraran a tomar tanta cafeína, ya fueran sus dosis en café, té o bebidas energéticas. Lo que más le intrigaba, eso sin duda, era su cultura: algo que ellos no sabían, dado que fueron criados como humanos. Al rato llegaron Phoebe, Aitor y Goldie, y casi al instante las gemelas Makishima, Yuki y Kaori.
A lo lejos vieron a cierto hombre lobo de lomo plateado en su forma humana acompañado de una chica muy mona que no conocían, era «el fresón», Ichigo Tanaka. Para llamarle la atención, Rosie les silbó, al percatarse que era para ellos, los vieron en la mesa y se acercaron.
—Hola, chicas —saludó el joven hombre lobo—. ¿Qué hacéis aquí, en Mega Donki?
«Tchs. ¿Pero qué hacen que no están en su forma humana? ¿Es que quieren que las descubran?», se quejó Tanaka.
—Lo mismo que tú, fiera —respondió sonriendo Selene—, ¿interrumpimos la cita?
—Grr... —Apretó sus dientes, ya empezaban a meterse con él—. Ella es Asuka, una compañera de clases, vamos a la misma facultad.
—Hola —saludó ella en japonés.
—Sentaos con nosotras, anda —los invitó Marina—. ¿Café, té o helado? Vamos a pedir crepes para todos.
—Está bien, yo me pediré un café —dijo el universitario tomando asiento—. Asuka, ¿qué quieres tomar tú?
—Con un té verde y una tarta de queso voy bien, gracias.
—Hey, Asuka —la llamó la hawaiana de cabello moreno teñido de azul—, do you speak English?
Ella lo negó suavemente meciendo su cabeza a un lado y al otro, y chapurreó unas palabras:
—N-no, only a bit.
—No te preocupes, yo hago de intérprete. Por cierto, ¿y Jose y la falsa maid?
—Kate está con darling y una nueva chica que ha conocido hoy, Tendo Shiori-san.
Tanaka se esperaba lo peor. Se lo estaba oliendo nada más ver aquellos morros de gato travieso en la jeta de Goldie D. Lemon. Si es que esa «D» de demonio no iba en broma, realmente era un diablo.
—Eh, Asuka, ¿eres la novia de Ichigo? —dijo la gata de bolsillo en perfecto japonés.
—No, no —negó ella rápidamente, sonrojándose—. Solo somos amigos, nada más.
—¿Seguro que solo sois amigos y nada más? —añadió Phoebe Lemon también sumándose a la broma—. Hacéis muy buena pareja.
—¡Oye, vosotras dos! ¿Qué cachondeo es este? —gritó Emma dando un testarazo a la mesa—. Dejadlos ya en paz.
—No intervengas, Emma —repusieron las gemelas niponas—, nosotras también queremos saber. ¿Y cuándo carajos habéis aprendido japonés? ¡Si hace unos momentos no sabíais!
Las dos sacaron la lengua y la francesa cogió un pequeño diccionario de color rojizo de su bolso. Sus ojos brillaban de manera misteriosa, como si pudieran iluminar en la más absoluta oscuridad.
—Hemos diseñado entre todos un hechizo llamado Omnilingua que permite al emisor y receptor escuchar las palabras en la lengua con la cual le es más familiar, ¿qué os parece?
—A que mola, ¿eh? Nipaaa~ —se burló Phoebe—. También hemos memorizado el diccionario español-japonés, pero hay carencias.
Claramente con ese «entre todos» se refería a ellas dos, su hermano menor y seguramente también Kate, solamente ellos podían realizar algo así.
Asuka se quedó algo perdida, no entendía por qué de repente tanto alboroto, peleándose la escocesa y las dos gemelas con las «hermanas» de cabello blanco. Pero realmente le llamaba la atención sus pintas, aquellas orejas de gatito y las colas se movían. ¿Acaso respondían a las ondas cerebrales?
—Esto... Lleváis unos cosplays muy bien hechos, parecen reales. ¿Puedo tocarlas?
—Ah, claro, sin problema —le dio permiso Phoebe.
—¡Aaah! Qué calentitas, parecen de verdad. ¿Dónde las habéis comprado?
—Uhm... P-para, por favor. Se siente extraño. Aun~.
—¡P-perdón! —se disculpó ella. —¿Hn? Esto...
Selene, quien vio a dónde se dirigía su mirada, cruzó sus brazos formando una X.
—¡Ni hablar! ¡No! Mi cola, ¡no!
—Pero... Parece tan real... ¡¿Eres acaso una kitsune de verdad?!
Ahora le tocaba el turno a la chica zorro española.
—¡No, no! No soy ningún espíritu. Yo no soy. ¡No soy, no soy!
—¡Sí lo eres! ¡Alguien tan bonita no puede no serlo!
—¿B-bonita? —A pesar de la barrera del lenguaje, la entendió.
—Hey, Asuka. Mira aquí —la llamó Akane—. ¡Nekomimi!
—¡Aah! Qué bonitas. ¿De dónde las has sacado?
—Oye, Tanaka —dijo su nombre la aviñonesa—. Fresita, ¿no le has dicho que eres furro?
—¡¡No soy un furro!! Y no, no se lo he dicho...
—Eh, brother, no creo que se lo tome a mal; es más, creo que le encantará. Serás su perrito.
—Cállate, por favor. —El joven deseaba que le dieran un respiro—. Si se enterase que mi hermana pequeña lo es, entonces es cuando no dejaría de achucharla jamás.
—¿Pero no quieres que te acaricie el nepe?
—Que te calles te digo.
—Oye, ¿qué estarán haciendo esos tres? —se preguntó Emma—. Shiori estaba muy amigable con él.
—Verdad que sí, tía. —Preocupada, Marina se cruzó de brazos—. ¿Creéis que estuviera entrando en celo? No debimos haberlos dejado solos. Darling a veces puede ser demasiado amable y no saber decir no.
—No creo —le dijo Selene—, enseguida Jose le corta el rollo a Kate.
—Verdad —reafirmó lo dicho la novia del mismo—, lo que sí que me preocupa es que sean ellos los que se encuentren con Aogami. Es decir, venga, ya sabemos qué tan mala suerte tiene. Un Comandante poseído por un poderoso demonio, con ellas dos.
—Me lo veo cogiendo a las dos de la mano y esprintando a toda leche, huyendo de Aogami —rio Yuki, metiéndose en la conversación.
—Espera, ¿y si encuentran a la gata blanca? —presentó Kaori dicha posibilidad—. Ya vimos cómo se arrimaba a él, tan enamorada. Yo si fuera vosotras me andaría con cuidado, no vaya a robároslo.
Sus dos amigas se estremecieron, un terrible escalofrío recorrió sus cuerpos.
—Shishishi, a estas alturas, mi primito capaz de estarse montando un buen trío en un love hotel, ¿qué decís vosotras?
—Goldie, ¿cómo puedes decir eso de Jose? —la riñó Aitor—. Él nunca haría algo así, solo tiene ojos para Rosie.
—¡Oh! —gimió Akane—. Qué conveniente. Mirad quiénes vienen. Y... no me gustan esas caras. Algo ha pasado.
—¡Chicas! Jose se ha topado con la gatica y han salido los dos corriendo. ¡Parkour, locas!
—Sí, son muy rápidos.
—¡¿Qué decís?! —les gritó, levantándose del asiento—. ¿Y Jose?
—No sabemos todos los detalles, la verdad. Shiori-tan la vio, Jose salió de la cafetería, ella le dijo algo y salieron to' follaos saltando por las calles... Parkour, quilla, parkour.
—Jose-san es asombroso —exclamó ella, sus ojos brillando como dos luceros—. Rosie-san, Selene-san, Marina-chan, ¿puedo formar parte de la familia?
—¡¡¡POR SUPUESTO QUE NO!!! —chillaron las tres.
Selene hincó los codos, dejando volar su imaginación.
«Me pregunto qué estará haciendo...».
Parte 2
En una habitación con tapiz rosa, dos gatos de cabello blanco se habían puesto garras a la obra. La iluminación era la adecuada, el ambiente, también. La cama giratoria, ubicada en el centro de la habitación, amplia y cómoda. Pese a ser pequeña, la habitación al contar con un baño de vidrios transparentes daba la sensación de ser mucho más amplia y lujosa. Igualmente para lo que iban a realizar no precisaban demasiado espacio. Los dos fueron directos al grano, ni la cama habían deshecho. El muchacho, aunque dolorido, se quitó toda la ropa, dejándola tirada en el suelo. Para cerrar sus heridas se requería de ese «especial tratamiento». Únicamente la vida podría contra aquel veneno que la arrebataba, y esa era esta manera. Jose caminó hasta donde Shizuru lo estaba esperando, con sus ojos brillando.
A sus ojos, era una chica hermosa. Lucía como una pequeña y frágil muñeca, bajo su carácter frío y neutral, aparentemente de estar en las nubes o en otra galaxia, se hallaba una tierna muchacha con una ardiente pasión. Lo primero que hizo fue besarla en los labios apasionadamente. Sentían sus latidos sincronizarse, sus cuerpos progresivamente se calentaban más y más, iba aumentando la sensibilidad y el deseo sexual. Su olor a limón y la esencia a cereza de ella impregnaban el ambiente. Una mezcla de perfumes dulces y embriagantes que resaltaba el erotismo del otro, emborrachándolos en placer.
—Aah-aah... Está listo. Podemos proceder. ¡Umm!
Joseph se robó sus labios, continuando con el beso. Ella se dejó llevar, empujándola y colocándose encima. Sus pequeñas y graciosas lamidas en la mejilla le hacían cosquillas, que rápidamente pasaron a sensuales caricias por el cuello y estómago. Con su áspera lengua iba a repasar cada rincón de su pequeño y sensible cuerpo. Por su parte, Shizuru deslizaba su dedo por sus músculos, ahora marcados por la actividad. Cada vez que la yema de su diminuto y blanco dedo rozaba su piel, el adolescente sentía una pequeña chispa eléctrica recorrer su médula espinal. Nuevamente, volvieron a besarse. Sus lenguas se entrelazaban, dejando un pequeño hilo de saliva detrás al separarse y mirarse lujuriosamente. Lenta y suavemente, sus dedos frotaron sus pequeños pechos. Los manoseaba uniformemente y con ternura, como si se tratasen de pastelitos. Eso parecía prenderla aún más, la hizo gemir.
—Je, je —rio el michino—. Eso ha sido muy erótico, Shiro.
—~~~.
Avergonzada, no dijo nada. Solo cubrió su rostro con ambas manos.
—Eres preciosa, Shiro. Quiero oír tu dulce voz un poco más.
Notando que dos protuberancias rosas había aparecido en la superficie, él les dio suaves golpecitos con el dedo.
*Flick, flick*.
—¡Hyaaan~! N-no hagas eso... senpai~. ¡Hyan~!
—Aaaum~.
Molestándola un poco más, acercó sus labios a sus graciosos pezones erectos y los lamió, ocasionando que su adorables gemidos salieran una vez más. El michino entonces comenzó a succionar, le hacía cosquillas. Su flexibilidad era exquisita y su sabor se le hacía similar al de la leche materna. No podía resistir ese placer, la preciosa gatita blanca sentía que iba a derretirse si seguía jugando así con ella. Y sentía que su lugar más íntimo comenzaba a humedecerse. Consciente del cambio, el joven se hizo a un lado para que descansara un poco, y deslizó su mano hacia su lugar secreto. Sus labios eran muy suaves, y el lugar estaba encharcado.
—Estás muy húmeda aquí abajo, Shiro —le dijo rozando la entrada mientras movía sus dedos. Ella sentía cada contacto, cada roce. Lentamente, introdujo uno de sus dedos en forma de gancho, una fuerte corriente eléctrica recorrió su cuerpo atravesando su estómago, cada vez más caliente, y cerró las piernas de golpe. Jose sintió que su interior lo succionaba.
—¡¡Hn~~!!
—Wow. ¿Puedo?
Asintió con su cabeza. Cada vez que Joseph introducía y sacaba sus delgados dedos de su cueva, descarados sonidos de chapoteo se podían escuchar. Estaba tan sorprendentemente resbaladizo que no le costaba nada a sus dedos deslizarse, totalmente lubricados. Curioso, se bajó de la cama y se arrodilló en el suelo para observar adecuadamente el lugar de donde provenía el arroyo de miel.
—¡J-Jose-senpai! ¡Espera, n-no! Ese lugar... ¡Haaan~! Soy sensible ahí. Si haces eso... yo...
—No pasa nada, no es un lugar sucio. Es muy bonita. Slurp.
—¡¡Hyaaaaan~!! Miauvas a volver loca...
El chico comenzó a lamer la entrada, su miel sabía muy dulce, casi a fresas. Las extrañas sensaciones y los espasmos que sufría la pequeña con el pasar de su lengua, la cálida sensación de sus dedos, no tardó en venirse. Él subió de nuevo a la cama y se tumbó a su lado, estaba chorreando en sudor.
—¡Q-qué grande!
Su cosa también estaba lista. Sorprendida, no podía apartar la mirada de su vigorosa vara de carne. Todavía tenía su piel, lo que le daba un toque de ternura. Ahora le tocaba a ella atacarlo. Cuidadosamente, con su mano peló el plátano mientras su compañero descansaba, revelando su graciosa cabeza, y le dio un besito «chuu~♥». Comenzó a mover su mano arriba y abajo, dándole placer. Para facilitarle las cosas a su compañera, se sentó al borde de la cama.
—¡Ngh~! —gimió él—. O-oye... ¡Haah~! Yuuu~... Uhuhuhu~, ¡así, así!
—Qué sonidos tan divertidos haces, senpai. ¿Te gusta así, o más rápido?
No hizo falta respuesta, ella aumentó el ritmo de la mano y su pene pareció hincharse, le encantaba.
—Ahora es mi turno de darte placer, senpai. No es justo.
Ella primero comenzó a lamerlo como si fuera un polo, iniciando por los lados, mientras con una mano seguía realizando la placentera paja. Con su áspera lengua lamió sus bolas, y finalmente llevó su cosa al interior de su boca.
—¡Uoooh!
Fue torpe, pero daba lo mejor de sí. Le estaba haciendo una tierna mamada. Verla retirar su cabello para que no molestara y que lo mirase con esos deslumbrantes ojos ámbar lo excitó aún más. Su kohai parecía haberle cogido el tranquillo y el gusto a su pene. Su boca, cálida y húmeda era casi como una vagina, su lengua acariciaba su glande dibujando sendos círculos, y alternaba entre ritmos más suaves e intensos, como un agradable y delicioso masaje. Estaba a su límite, su cosa se estaba engrosando.
—¡S-Shiro-chan! V-voy... ¡Me voy a...!
—Mmmph... Nnnmph... Ío... Hazlo...
—¡¡Nnng!!
Siguiendo sus indicaciones, eyaculó. Con calma, retiró el sable de su boca, el cual salpicó manchándola de semen. Tenía la boca y el pecho manchados de su pastosa leche, lo recogió con sus dedos y lo llevó a su boca, donde lo saboreó.
—Slurp. —Realmente lo lamió—. Mmm, está rico.
—¿Lo dices en serio? —preguntó él sorprendido.
—Um, sabe dulce. ¿Comes mucha fruta, senpai?
—Escucha.
Shiro gateó sobre la cama y él la abrazó, de manera que su cabeza se hundió en su pecho. La pequeña y sexy loli neko olfateaba su adictivo perfume a limón fresco recién exprimido que tanto le gustaba. Secretamente, él hacía lo mismo con su cabello.
—En la cama no hay ni kohai ni senpai, solo hombre y mujer.
Emborrachados de placer, se besaron. Ni se percataron que hacía ya rato que las heridas de los dos habían desaparecido cuando el primer clímax, que se vieron rodeados de pequeños destellos con los colores de la aurora. Estaban demasiado metidos en ello. Abrazados y besuqueándose al borde de la cama, ella se lo pidió. Quería su cosa.
Se sentó sobre su cosa, y esta lentamente entró. Hubo un poco de sangre, pero no dolor, y un placentero chispazo la hizo gemir en cuanto su cosa besó la entrada de su útero. Lentamente ella movió sus caderas para acostumbrarse a la sensación del pene de su amado dentro de ella. Cruzó sus piernas y lo abrazó fuertemente como acto reflejo, el muchacho sintió cómo sus entrañas se enroscaban alrededor de su lanza y sus paredes lo succionaban, lo ansiaba dentro de ella.
—¡Aaah~! Shiro-chan, si haces eso, no duraré nada. Me correré de inmediato.
—Se siente... tan rico...
No le hizo demasiado caso. Sus caderas se movían solas, dando pequeños saltitos sobre su polla. Mientras hacían el amor, los dos continuaban besándose. Él la levantaba ligeramente, era tan ligera como una pluma. Sonidos descarados y fluidos eróticos se mezclaban, chapoteando. Se complementaban perfectamente. Jose sintió cómo cada vez su interior se volvía más cálido y se secretaban más fluidos, era como si múltiples dedos acariciaran su salchicha, suavemente, y luego apretándola sin miramientos; la complicada sensación lo desbordaba, y no fue menos para la gatita, que se volvió un arma de doble filo. La electrizante sensación era indescriptible, estrujaba su lanza como si buscara refinar su técnica, pero era tan indulgente que su cuerpo se estaba ahogando en puro placer sin tener en cuenta la voluntad de Shiro.
La fricción iba a más, y el movimiento se volvió casi de pistón. Shiro lo abrazó, deseaba aumentar la sensación del pecho plano de Jose. Con cada batida, Shiro sentía su mente fundirse en blanco, no podía pensar en otra cosa que ser suya. Intoxicada de placer, estaba tan dentro de ella, deseaba estar para siempre juntos, disfrutar de ese momento eterno. Tanta era la calidez que temían los dos en fundirse en uno, quedó completamente paralizada de cintura para abajo. Ya no podía sentir otra cosa.
—¡Hyan~! ¡Hyan~! ¡Te quiero, Jose! ¡Te quiero! ¡Te quiero! ¡Te amo, senpai! ¡Senpai! ¡Senpai!
—¡Yo también te quiero, Shiro!
Disfrutando de un caluroso y sensual comida de boca, su pene besó la entrada de su útero, y eyaculó con todas sus fuerzas con una embestida como si quisiera dejarla embarazada.
—¡Hyaaaaaa~! ¡C-caliente! Q-qué bien se siente... ¡Jose, Jose!
—Uaaah... Eso fue... increíble, Shiro.
Los dos se miraron a los ojos, y se dieron un apasionado beso. Ella se quitó de encima y la chica se sorprendió de verlo todavía erecto, imponente. Cubierto de sus lujuriosos fluidos de amor entremezclados. Su primer instinto fue limpiarlo, con su lengua, claro.
—Parece... que con hacerlo una vez no estás satisfecho, ju, ju. Slurp, slurp. Mmm...
Se veía tan preciosa mientras chupaba su miembro viril, con ese rostro tan relajado y la mirada tan erótica. La mamada era mucho más agresiva e intensa que la anterior, su técnica había mejorado en un espacio tan corto de tiempo que parecía magia. No tardó mucho en alcanzar el límite. Sus instintos despertaron y, sin discreción, empujó sus caderas y disparó con todas sus fuerzas. Eso sorprendió a la gatita, sintiendo una gran cantidad de semen descender por su garganta.
—¡Cof, cof! —tosió ella—. Mmm... Pudiste haber avisado —se quejó, sin darle mucha importancia.
—P-perdón, era tan buena, que...
—No pudiste resistir, ¿verdad? ¿Tanto te gusta Shiro? Eres un pervertido, sen~pa~i~. Te quiero.
—Yo también te quiero, gatita.
—¿Continuamos? Shiro tiene ganas de más.
Parte 3
Las 16:45 horas. Las niñas se encontraban en la mesa del salón, haciendo los deberes. Dadas las condiciones de ambas y que las dos iban a entrar a inicios de septiembre a tercer grado, debían repasar un poco lo que dieron el año pasado. Los problemas de Matemáticas es algo, un desafío que a muchos les cuesta, no por las operaciones en sí, sino por el trabajo que conlleva plantear los problemas y encontrar la solución a los mismos. Muchas veces, el ruido es el responsable del mismo: no poder concentrarse, distraerse con cualquier otra cosa, o la desgana de hacer algo que no te gusta pero estás siendo obligado. No por nada los deberes comenzaron su existencia como un castigo para aquellos que se portaban mal en las escuelas, y no como un método de asimilación de información.
—Naaaagh. ¿Por qué tengo que repasar Lengua? No cometo faltas...
—... —Nana ignoró su intento de dar conversación al silencio de la tarde, continuaba mirando a su cuaderno, mosdisqueando el lápiz—. Mmm...
—¿Estás atascada?
—Sí... No sé qué tengo que hacer.
—Déjame ver.
«¿Todavía vas por ahí?», pensó.
Con permiso, acercó el libro de la tan odiada asignatura. Era el tema de los polígonos, y leyó el problema en voz alta:
—«Juana tiene dos fotos a las que quiere hacer un marco con una cinta. Las dimensiones de las fotos son 15 cm de largo por 18 cm de ancho, y 13 cm de largo por 10 cm de ancho. ¿Cuánta cinta necesitará Juana?». Ya veo...
—¿Sabes hacerlo?
—Sí. Pero es mejor que lo hagas tú, si no, no aprendes.
—Porfa, explícamelo.
—Aquí. —Con su dedo, señaló el ejemplo ubicado en un cuadrado azul, más arriba en la misma página del ejercicio—. Te está pidiendo calcular el perímetro. Sabes qué es el perímetro, ¿no?
—Mmm... El perímetro es...
—No lo mires —la interrumpió—. Deberías saberlo.
—¿Los bordes de la foto? —preguntó avergonzada.
—Ay, sí... —suspiró—. El perímetro es la suma de los lados. ¿Sabes hacer el área de un rectángulo?
—¿Área?
—Ay, no. El área no, el perímetro de un rectángulo. Tienes que sumar sus lados. ¿Sabes cuánto miden?
—15 cm y 18 cm.
—Sí, eso es. Pero eso son solo dos lados, ¿cuántos tiene un rectángulo? —siguió ella.
—Cuatro lados.
—¿Y qué es un rectángulo?
—¿Un... paralelogramo?
—¡No lo preguntes! Tendrías que saberlo.
—¡Pero es que no lo sé!
—Léete la teoría.
Claudia estaba en la cocina preparando unas cosas, escuchando toda la conversación. Sonreía, pensando en qué clase de cosas le había enseñado su padre a Chocola. Podría ser buena maestra. Quizá debiera suavizar un poco su tono y no ir tan de sabelotodo, pero el que prestara atención a detalles como los recuadros, mirara los índices o buscase la información al problema dentro de los mismos libros era un método muy inteligente de solventar el problema; usaba la lógica, pensaba, era muy curiosa. Y si no le encajaba, preguntaba a los mayores o buscaba en Internet.
—Mira, aquí tienes un rectángulo. El libro mismo.
—Ajá...
—Para calcular su perímetro, tienes que multiplicar por dos lo que mide este lado, y luego lo mismo con el otro.
—¿Pero no dijiste que hay que sumar todos los lados? Viene en el libro.
—¿Para qué quieres hacer tantas sumas? —exclamó enojada, sosteniendo la regla verde como un arma—. Un rectángulo tiene dos lados iguales. Coge el corto y multiplica por dos, coge el largo y por dos también, suma y tienes el perímetro. Así no tienes que hacer 15 + 18 + 15 + 18. Es más sencillo así; piensa en un poco, duuuh.
—Chocola, no deberías actuar tan pedante —la riñó la madre de su amiga, quien se acercó a la mesa y dejó dos zumos de naranja y galletas sobre la misma.
—¿Pedante? ¿Qué es eso?
—Arrogante. No te gustaría que te hicieran lo mismo, ¿verdad? Que no supieras algo que para otra persona es sencillo, y que te lo explicara como si fueras tonta.
—No... ¿Me he portado así?
—Um.
—P-pero... Nana debería saber ya qué es un perímetro, y los paralelogramos que hay. No puedes hacer los ejercicios finales del tema sin...
—Ya... Pero a todos se nos puede olvidar un concepto o cómo se hace algo, ¿sí? —Cariñosamente, acarició su cabeza. Sus orejas de gatos se movían, plegándose y abriéndose—. Trata de ser más amable, tienes que comprender cómo se sienten los demás, no todos trabajan al mismo ritmo, ni entienden las cosas tan rápido.
—Nnngh... Está bien —protestó cruzando sus brazos y poniendo boca de pulpo—. Le explicaré las cosas más dulcemente.
—Así me gusta.
Parte 4
—¡Camarero, otra! —pidió William, dejándose caer sobre la barra del bar.
—Oye, tío, ¿no crees que ya has bebido suficiente? —preguntó el hombre con barba mientras secaba una copa con el paño—. Estás como una cuba.
—¡Da igual! ¡Otra de whisky!
—Tchs. Está bien, mientras pagues. Después no sé cómo llegarás a tu casa. Pero que sepas que no pienso llevarte.
—Nnngh... ¿Qué hice para merecer esto?
—No sé... maldito loliconero —refunfuñó.
—¡Buenas noches! —saludó una chica rubia.
Llevaba un vestido blanco y una pamela también blanca. Esa vestimenta las había estado viendo por Internet, eran muy bonitas, de gran calidad y se vendían a un excelente precio. Podría comprarle una a su mujer por su aniversario. La chica era miembro de Masters, Carola. Poseía la habilidad de hacer descender bruscamente la temperatura a su alrededor.
Tranquilamente, se sentó en la banqueta y dejó su sombrero sobre la barra, a un lado para que no molestase.
—Un ron con cola, por favor —pidió.
—¿Identificación?
—Es broma, ¿no?
—De broma nada, no puedo ofrecer alcohol a menores, señorita. ¿Qué edad tienes?
—Tchs. Está bien, entonces ponme un zumo de granada con hielo. Qué aburrido eres... ¿Y qué le pasa a William?
—¡Pft! Algo de porno de lolis, una niña con leucismo y su novia. Paso de meterme en estos berenjenales.
—¿Aaaah? Oye, Willy. ¿Qué te pasó? Te ves muy mal, levanta la cara, venga. A ver que te vea.
—¿Hn? —Lentamente, el muchacho alzó la mirada—. Carola... ¿Eres tú?
—Sí, he venido desde Barcelona. Atacaron las instalaciones de allí. Hemos cogido unos cuantos de ND y de FL.
—No quiero escuchar ese nombre... —dijo comenzando a llorar.
—¿Cuál? ¿New Dawn o la Facción Lemon?
—Lo último... No quiero saber nada de limones, ni de limonada, ¡los odiooo!
—Joder, sí que estás mal. ¿Ocurrió algo con Emma?
—¡¡¡Sí, sí que pasó!!! —gritó levantando el vaso de whisky y colocándolo con fuerza sobre la barra—. ¡Todo es culpa de esa niñata de Goldie! Es un demonio.
—¡El vaso, joder! ¡Que lo vas a romper!
—Um... Ya veo. ¿Qué ha hecho? ¿Amenazar con destruir una base si alguien de los suyos resulta muerto? Porque eso ya lo he vivido. Creo que va en serio.
—Entró en mi apartamento, cogió mi ordenador y encontró mi carpeta... mi carpeta de hentai. Mi carpeta de lolis... la borró y la guardó en un USB.
—Vale... Eso me da completamente igual, todos vemos porno. Simplemente bájala de nuevo. ¿Eso hizo? Es cruel, pero tampoco es como para ponerse así. Venga hombre, deja de llorar. ¿En serio tienes 21?
—¡Pero es que se hizo una foto, como si hubiéramos tenido sexo! —William se llevó la mano al pantalón y sacó el móvil, abrió el chat y mostró la foto a su amiga—. ¡Estoy jodido! Yo no he hecho nada, ¡es un montaje!... Si no hago lo que dice, la subirá a Twitter. ¡¡¡¿PERO QUIÉN ME VA A CREER?!!!
—Joder... —exclamó la doncella.
—Y que lo digas, colega. Estás muy jodido.
—Y encima... encima... Mi novia sospecha que le estoy poniendo los cuernos, pero no me dice nada... No me devuelve las llamadas.
—Eeeh...
—Sé que todo comenzó como una misión, para vigilarla y que nos ayudara, mejorando nuestra tecnología. ¡¡¡Pero nadie me dijo que podría acabar enamorándome de ella!!! La quiero, yo la quiero... pero no sé decirle que es por trabajo... Quiero estar de verdad con ella... La amo, pero no puedo estar con ella. Uuueeeeeh...
—Ssshhh... Y por cosas como estas es que hasta que no termine mis estudios no tendré pareja.
—Bien que haces, chiquilla. Pero teniendo 16 años, quizás no deberías pensar así. Yo conocí a mi mujer con 15, ¿sabes? Antes de salir con ella tuve muchas novias.
—¡Heeeey! Acertaste mi edad. Tienes buen ojo.
—Nah, nah. Tengo una hija de tu edad, me imaginaba que andabas por esa franja.
—... También —continuó hablando solo Benson—, Goldie se hizo con otro secreto...
—¿Secreto?
Eso llamó la atención del camarero y la compañera, que se miraron.
—A ver, ¿qué es? Cuenta, cuenta.
Con la cara totalmente enrojecida por el alcohol, la nariz goteando mocos y las mejillas húmedas por las lágrimas, se veía patético. Hizo un gesto con la mano, para que se acercaran y les susurrase.
—Hn...
—Aaah...
—¡¿Qué?! ¡Venga ya!
—Aaah-hahaha... —rio Carola, no sabiendo ni dónde meterse—. Me alegro por tu novia, la verdad. Así tiene como darte por el culo.
«Esta info la verdad que sobraba...».
—Oh, una cosa que me acaba de acordar ahora, William. He recogido los resultados de los análisis de sangre de los Supernovas. No te vas a creer lo que hemos descubierto. Mira.
Carola le mostró la pantalla del dispositivo inteligente, aletargado por el venenoso etanol, el hombre más fuerte de G.U.N. lo leyó con esfuerzo. De la impresión, su mano dejó caer el vaso con whisky al suelo, haciéndose pedazos. Pareció que la borrachera se le había ido por completo.
—¡El vaso, me cago la puta! Joder, ahora a barrer.
—O-oye... Dime que es broma. Lo es, ¿verdad? ¿Se contaminaron las pruebas? ¿De dónde obtuvisteis la sangre? ¿Cómo van a ser...?
—¿Qué dices de contaminar ni qué leches? —dijo ella bloqueando el móvil y metiéndolo en su bolso—. La sangre la obtuvimos cuando se fueron a hacer una analítica al ambulatorio local, el que queda cerca de la panadería que frecuentan, que perteneció a Goldie Lemon madre. El ADN es el ADN, nos quedamos a cuadros, yo la primera, e hicimos la prueba tres veces más. No solo con la sangre, también con pelo y saliva, y arroja el mismo resultado: ellos tres son hermanos.
—Hehe... ¡Hehehehe! Entonces, supongo que eso explica muchas cosas...
Parte 5
Ya había caído la noche y aún no habían aparecido, ni el felino de las nieves ni la gata blanca de ojos ámbar, tan famosa por destrozar los planes de New Dawn en la zona. Era como si la tierra se los hubiera tragado. Exhaustas tras buscar por toda la metrópolis, regresaron casi arrastrándose al barco. Habían mirado en todos los lugares que se les pudieron ocurrir: templos, santuarios, centros comerciales, restaurantes famosos, bares famosos, incluso estudios de anime. Pero nada, ni rastro de aquellos dos. Tan siquiera Bonnibel Rose, quien también se unió a la batida, logró obtener algo.
Goldie dando dos patadas al aire se quitó los zapatos y se dejó caer sobre el sofá, estaba molida.
—¡Haaaah! No lo entiendo, normalmente captaría su huella y me movería a donde se encontrase inmediatamente. ¿Es que lleva todo el día durmiendo?
Aquellas palabras hicieron mella en Selene, quien se temió lo peor. «Durmiendo», repitió para sí misma. Podría ser que durante su juego de cortejo se hubieran topado con el Comandante poseído por el brujo malvado aquel y el conflicto no terminase precisamente bien.
—No hay rastro alguno... —Bonnibel se tendió en el sofá blanco, suspirando—. ¿Qué estarán haciendo?
—Chicas, ¿no creeréis que... Aogami los haya...?
—¡Ni se te ocurra pensar eso! —le gritó la gata de cabello oscuro—. ¡Jose no moriría tan fácilmente!
—¡Cierto, Selene! ¡No diga bobadas! —añadió Marina Hala—. Tienen que estar escondidos en algún lugar.
—Heh~. —Goldie retiró sus medias y las dejó caer al suelo—. Eso es cierto, no morimos tan fácilmente. Somos protagonistas después de todo. —Abriendo su mano, un poloflán de lima bien fresquito surgió de la nada y comenzó a lamerlo—. Conociéndolo, y de haber sucedido, sus instintos se habrán activado para protegerla y le habrá hundido la cabeza en el suelo.
—Rosie-san, ¿cuál es el platillo favorito de Jose-san?
—Shiori, ahora no es el momento, estoy pensando... Tchs, hay que ver... ¿Dónde pueden haberse metido?
—Shiori-chan, te lo digo —la llamó Kate—: es arroz con curry a la manzana.
—¿A la manzana? Nunca lo he probado así.
—Está muy rico, deberías probarlo. ¿Qué te parece si vamos preparando la cena de mientras? Debes estar cansada tú también.
—Os ayudaré con la cena —dijo Akane dedicándoles una maternal sonrisa—. El plato ha de quedar delicioso para el apuesto hombre de mi hija. Hagamos también huevos rellenos de atún con lo que sobre de curry, le dará un buen toque.
Rosie, en silencio, las observaba, bastante celosa. «Tchs, en serio. ¿Qué se han creído?».
—¡Oh, Akane! Esa es muy buena idea.
—¿Sí, verdad? Mi mamá es muy buena cocinando.
—¡Eh, vosotras! Me uno al grupo de cocina, dejad espacio. Además, yo también soy madre.
—¡¿Eeeh?! ¿T-tú, Rosie-san?
—Ara, ara. Qué precoces son los jóvenes de hoy en día.
—Ajá, así es. Jose y yo tenemos una hija, se llama Chocola.
—Kate-san, ¿es eso cierto?
—Sí. No es ninguna broma, tienen una hija. Pero no te preocupes, es adoptada. Es una larga historia. Si quieres te la contamos, pero es dura de digerir. Recomendaría que tuvieses pañuelos a mano, solo por si acaso.
Selene, derrotada, cayó también sobre el sofá y señaló el helado.
—¿Me das uno?
—Claro, en la nevera hay un huevo.
Diciendo eso, un poloflán apareció en el aire y la chica zorro lo agarró.
—Podrías habérmelo abierto, puesto a que estás.
—Me has pedido que te lo diera, no que lo abriera. Sé más específica. Como le pidas un deseo así a una pata de mono, la llevas clara.
—Uno de fresa, Goldie —pidió la Bruja de la Escarcha—. Ay, qué bien hice en comprar este sofá, de verdad. ¡Qué cómodo es! Una pena que sea para la mesa de cartas, no la de comer. El otro asiento está lamentablemente pegado a la pared, como uno de Burger King.
Emma, aprovechando que se quedaron charlando entre ellas, se trasladó al camarote de proa. Ese era el cuarto de Jose y Selene durante el viaje, usualmente es donde Bonnibel suele dormir, véase su dormitorio. Se sentó en la cama y miró su teléfono móvil. En el bloc de notas, había apuntes acerca de familiares, también llamados monstruos o demonios. Formas de vida artificiales carentes de alma, compuestas en su totalidad por magia. Algunos magos podían tomar como base objetos o animales para su creación, mayormente insectos, perros, gatos e incluso fósiles. Podían crearse también humanoides, pero estos solían tomar consciencia de sí mismos y volverse complicados de controlar al tener voluntad propia, mas no un alma. Cuanto más poderoso el familiar, más inteligente y humano.
—Ay... ¿Dónde estás, Joseph Lemon? ¿En qué clase de lío te has metido?
Fue entonces cuando a la hermosa escocesa tuvo una ocurrencia.
—No creo que funcione... No es como si fuera un fantasma, dudo que diciendo su nombre tres veces en voz alta vaya a aparecer. En fin... ¡Intentémoslo, pues! —Emma se levantó de la cama, caminó hasta el baño y se miró al espejo, y con rostro serio lo pronunció—: ¡Kon, Kon, Kon!
Silencio.
Nada sucedió.
—Sigh. Well, that was expected. Of course she isn't going to appear.
—¿Me llamabas?
—¡Haaaaay! —La muchacha, con el corazón a punto de salir por su boca, se dio la vuelta. No había nadie ahí, pero sentía una presencia. Aquella voz femenina que correspondía al espíritu de Jose, Kon, le había hablado—. ¡Qué susto, joder! ¿Funcionó?
—¡Ja, ja, ja! No me has invocado ni nada parecido. Verás, estaba en el salón. Antes de que llegarais vosotros, me estaba comiendo unas magdalenas. ¿Qué? Tenía hambre, no me mires así.
—Escucha, para comenzar, ni siquiera puedo verte. Y segundo, ¿necesitas comer?
—Me gusta comer, déjame en paz. A ti te gusta ver porno y no te veo follando con William.
—¡Serás hija de...! Argh, déjalo, da igual. ¿Sabes dónde está Jose? —preguntó ella—. Estamos preocupadas.
—No. Acabo de llegar como quien dice, estoy vigilando a Chocola. ¿Quieres que lo llame? Puedo aparecer a su lado al instante, no importa donde esté, ya lo sabes. A lo mejor está haciendo algo importante y no quieren que lo molesten. Ya aparecerá.
—Las chicas lo van a matar cuando se enteren que siempre estás a su lado, todo el tiempo.
—¡Ja, ja, ja! —rio el espíritu artificial—. No lo dudes, Emma. Le va a caer poca. Pero, estamos preocupadas. Puede que se haya topado con Aogami, anda suelto por ahí y poseído por un brujo. Dicen que lo han visto por los diferentes arcades.
«¿Arcades? Qué extraño... ¿Un brujo "gamer"?».
—Doy fe de ello, está bien. Yo sigo aquí, no me he ido. Si estuviera en peligro, me habría invocado. Soy capaz de partir a ese brujo en dos, absolute overkill!
«O eso quisiera decir. Sentí que fue gravemente envenenado y apuñalado, pero solo fueron unos minutos. Asumo que hizo mierda al enemigo».
—Vale, confío en ti. Veo que ya te recuperaste por completo, ¿eh? Eso es bueno.
—Sí, sí —le dijo sonriendo—. Pero no te creas que el Maestro Jose aún lo está. Un mes en cama por enfermedad es terrible. Neumonía bilateral y los niveles de hierro y oxígeno en sangre por los suelos, por poco no lo cuenta. Físicamente aún está muy débil. Diría que es el más débil del grupo ahora mismo.
—Lo sé... Y el tener que estarse quieto en una cama es una tortura para él, siempre tiene que estar haciendo algo. No paraba de quejarse, porque no podía estar al mismo nivel que las demás.
Móvil en mano, lo lanzó al aire, dio dos vueltas y lo atrapó nuevamente. Al saber que se encontraba bien, se humor mejoró notablemente.
—Tengo ganas ya de que te manifiestes de una jodida vez, a ver qué tan guapa eres. Eso de estar en otro plano de existencia y que no pueda acariciarte, me mosquea. Eres muy mala conmigo —bromeó—. ¿Me dejarás apachurrarte las orejas?
—Lo siento, tendrás que esperar. Es una sorpresa. Quiero presentarme ante todos como es debido.
—Oye, Kon. ¿Puedo pedirte un favor?
Se la imaginó asentir con su cabeza.
¿Cuál sería su aspecto físico? ¿Qué ropa llevaría?
Solamente sabía que Jose la creó, y principalmente su función era darle compañía porque se sentía solo. Sus mandamientos fueron amarlo, cuidarlo y protegerlo, en ese preciso orden. Por su voz, una espíritu agradable, amable, dulce y protectora, de gran corazón. ¿En base a quién la habría creado? ¿Quién fue la modelo para esta encantadora chica?
—Um. Siempre que este se encuentre dentro de mi alcance y la probabilidad del mismo no sea cero, puedo concederte tu deseo, oh, hija del hombre. ¿Deseas ser el guerrero más poderoso del universo? ¿O más bien ansías la vida eterna?. Piénsalo bien, ambos deseos son aburridos. Yo no querría ninguno. Por mí, que se lo metan por el culo.
Eso le sacó una sonrisilla, estaba imitando la forma de hablar de una diosa
—¡Pft! ¡Hahaha! Escucha, «Shenron». Quiero...
Las 23:00, hora local.
Mediante un teletransporte, el muchacho de cabellos blancos y ojos rojos apareció en la cubierta. Nada más sentir su magia, todas ellas marcharon del salón. Se alegraron muchísimo, creyeron que algo grave le había pasado.
—¡Darling!
—¡Jose! —chillaron Rosie y Selene.
—¡Jose-san!
Kate solamente sonrió, esperándola con ambas manos sobre sus caderas. Simplemente, era duro de matar. Iba a hacer falta mucho más que un brujo oscuro para acabar con semejante mala hierba.
—¡Serás mamón! Nos tenías preocupados —le dijo su colega Aitor de brazos cruzados—. ¿Oh?
Fue entonces cuando de detrás suya, una chica gato de cabello nevado como él y ojos ámbar salió, muy linda ella. Su uniforme escolar estaba hecho jirones, al igual que la ropa de Jose, como si se hubieran metido en una pelea. No, sería más correcto identificar las roturas de las fibras como cortes realizados con una afilada espada.
—¡Oooh! ¡Eres increíble, Jose-san! —lo halagó la gata tricolor—. ¡Le diste alcance!
—Vaya, vaya, parece que mi primito es buen cazador. Quién lo fuera a decir.
—Vaya, realmente es una koneko —dijo Phoebe—. ¿Qué edad tiene?
—Sí, así es —dijo él acariciando su cabecita—. Os presento a mi kohai, Shiro-chan.
—Encantada de conoceros —saludó cordialmente—, me llamo Sasamiya Shizuru, pero llámenme Shiro. Soy...
«¡¡Español!!».
—¡Qué cosa tan linda! —exclamó alguien, cortando su introducción.
Ese alguien fue Emma, quien se lanzó hacia la taciturna gata de blanco, y comenzó a acariciarla. Apachurró sus orejas, acarició su mentón, la abrazó y la mimó como un peluche. Estaba pasándolo en grande, mientras ella mantenía una expresión de póquer y la mirada neutra.
—¿Qué haces, pedazo de gilipollas? —espetó con indiferencia.
—¡¡¡...!!!
A una velocidad inhumana, la escocesa pelirroja se desplazó hasta ocultarse fallidamente detrás de su mentora Bonnibel Rose, temblando y pálida. No era la única impactada por la intervención. Aunque los Supernovas ya estaban bastante acostumbrados a cierta gata de bolsillo cuyo lenguaje avergonzaría a un camionero y haría llorar a un lobo de mar, era su pan de cada día.
—¡E-eso no es nada lindo! —denunció.
—¿Hm? No he dicho que te detengas.
—¿Eh? ¿P-puedo?
—Um. Sorprendiste a Shiro. Nada más.
—¿Qué es lo que ibas a decir? —le preguntó Rosie Redd, agachándose para estar a su altura—. Parecía que ibas a decir algo importante, Shiro-chan. ¿Puedo llamarte así?
—Um. —Ella asintió—. Shiro iba a comunicar que es la mujer de Jose-senpai.
—...
—...
—...
—Ara, ara. —Akane se cubrió sus labios con la mano, fingiendo sorpresa—. ¿Qué tenemos aquí? ¿Una «gatoventura»?
—Voy a fumarme un piti, vuelvo en un rato —se excusó la loli vampiro vaticinando el desastre. Disimuladamente, abandonó el campo de batalla sobre el cual la guerra estaba por desatarse. No quería ser partícipe de tal escena, menos de sufrir la vergüenza ajena.
—¡¿Qué quieres decir con eso?! —exigió la gata de cabello oscuro.
—¿La mujer de Jose? —se preguntó Selene, rezumando chispas de electricidad azul. Eso indicaba peligro.
—¡¿Qué quieres decir con que eres la mujer de Jose, pequeña? ¡Esa solo puedo ser yo! —Marina se le encaró, sin embargo, la loli neko no retrocedió, impasible.
—Jose-senpai y Shiro tuvieron su primera vez. Jose tomó su virginidad.
—¡¡¡¿Quééé?!!!
—¡No me estés jodiendo! —se lamentaba Kate, con lágrimas de cocodrilo en sus ojos—. ¡Amo, ¿me dejaste tirada en las calles de Tokio por una gata callejera?!
—¡Argh, suéltame los tobillos! ¡Puedo explicarlo!
—Jose-senpai estuvo fantástico —alardeaba ella—, fue muy gentil e hizo gemir a Shiro como loca.
—¡No puede ser! ¿Una desconocida se me adelantó? —aulló Marina Hala.
«¡¡¡Aaah!!!!», gritaba internamente la kitsune europea.
—Joooder, mi hermano es un «gatoriego» de cuidao.
—Ya... —Sobrecogida, la joven de Aviñón le dio una palmada en la espalda a su prima española—. Esto no me lo esperaba... Ha caído tan bajo como el PIB de Argentina.
—¡Ja! —rio Rosie con aires de superioridad—. ¿Cómo que eres su mujer? No puedes serlo, ¡porque él es mi hombre! Siento decírtelo, pero yo fui la primera vez de Jose —declaró con sus mejillas totalmente sonrojadas, y la pupila de su ojo derecho más pequeña que la del izquierdo—. Así que, retírate, perdiste.
—¡¡¡¿CÓMOOOOOOO?!!! —vociferaron las demás chicas.
Bomba tras bomba, las explosiones se iban sucediendo una tras otra, sin descanso. Shizuru pareció tambalearse, por primera vez en sus sosegados ojos pudieron notar la emoción de sorpresa y se dirigió a su senpai.
—¡Es broma, ¿verdad, Rosie?! —rogaba su amiga Selene.
—Mientes, ¿verdad? ¡Rosie, dinos que no es cierto! —La hawaiana la cogió por el cuello de la camiseta y la zarandeó.
—Senpai, ¿es eso cierto? —le preguntó la gatita japonesa al gato europeo de ojos rubí, quien se rascaba muy nerviosamente la oreja izquierda—. ¿Me mentiste?
—Es verdad que era mi primera vez, contigo.
Esa afirmación las rompió.
La versión de Rosie Redd acababa de ser corroborada, confirmada.
—... Jose-senpai, mentiroso —lo acusó ella volviendo el rostro—. Mentiste a Shiro.
—Eh, yo no miento, doy información falsa. Perdóname, andaaa.
—Eres un mentiroso... Con razón follabas tan bien, ya tenías práctica.
—¡Eh, pero si te estás riendo!
—R-Rosie —la llamó Goldie—, ¿se puede saber cuándo lo hicisteis? Siempre estamos juntos, somos familia, nos habríamos enterado. Las paredes son de papel.
—¡Eso, eso! —aulló la sirvienta Onion.
—Mmm... —Roja como un boniato, comenzó a jugar con sus dedos. Ahora se lamentaba profundamente de haberlo proclamado a los cuatro vientos, estando todas las demás presentes—. Esto...
—Ah, eso —dijo el gatoriego—. ¿Recordáis nuestra primera noche en Honolulu? Horrible, ¿verdad?
—Sí —respondieron.
—Dormisteis fatal, y fue cuando crecisteis —recordó la surfista.
—Ahí sucedió. Mientras todas dormíais, hechas mierda por el jet lag, nos escapamos. Lo hicimos en la playa, bajo la luz de las estrellas. Nada mal para ser la primera vez, ¿eh?
—Aún así, ¿por qué coño habéis terminado follando vosotros dos? —alzó la voz su novia.
—Era de vida o muerte, Rosie. Cálmate. No me pegues.
—Si no te voy a pegar —masculló cruzándose de brazos—. Algún motivo tendrás, supongo. Sabes que por estas cosas no me enfado.
—Um, um. Dice la verdad, senpai y yo nos encontramos con Kusanagi Aogami durante el juego de cortejo. —Los caldeados ánimos se enfriaron al escuchar ese nombre—. Jose-senpai me salvó la vida. Me protegió y derrotó al Comandante.
—¿Juego de cortejo? ¿En serio...? —Emma flipaba en colores.
—Eh, y tú a mí, preciosa. Me hicieron un pinchito moruno y fui envenenado, me salvaste. —A modo de gracias, acarició su cabecita, moviendo ella las orejas de la felicidad—. De no ser por tus «artes de dormitorio», no estaría aquí.
—«¿Artes de dormitorio»? —repitieron todas.
—Um, así es —procedió a explicar la amante del albino—. La espada de Kusanagi Yato, el demonio que ha tomado como recipiente a Aogami, es un arma maldita. Sus cortes no sanan y consumen la energía vital. La única manera de salvarlo era creando vida.
—Claro, la forma de crear vida es teniendo sexo. Entendible... —Rosie comprendió la situación con asombrosa rapidez—. ¿Pero por qué no acudiste a nosotras? Pudimos haberlo hecho.
—Je, je. Me da vergüenza admitirlo, pero me quedé sin magia, ni apenas podía ponerme en pie. Activé parcialmente mi forma monstruo y le metí un guarrajazo a Yato con todo. Me quedé seco.
Ya, más calmadas, pasaron adentro a comer.
El enemigo poseía habilidades muy problemáticas.
Sables envenenados cuyas heridas no cierran aun con el uso de magia de agua, se requería de la Aurora, energía vital pura para revertir sus efectos. Era capaz de blandir peligrosas maldiciones y las Artes Espirituales, y el hechicero poseía una velocidad y poder increíbles, dignas de una fusión muy avanzada. No sería un enemigo fácil de vencer. Quizás no quedaría otra que la vieja confiable: la paliza gitana, abrumarlo en número.
Bonnibel recordaba los datos de los registros de aquel joven que murió a los 22 años de edad. Hace 600 años era considerado el hechicero más poderoso de todos los tiempos. Si los chicos no tenían oportunidad al enfrentar a su reencarnación, entonces ella pisaría la arena de batalla y lo borraría de la faz de la Tierra de un único hechizo.
Aunque tuviera que matar al adolescente que resultó poseído.
Parte 6
Una cena bastante divertida.
Resultaba que el fichaje de la koneko-chan era justo lo que necesitaban. Sasamiya Shizuru era una experta cocinera. Su manejo del cuchillo no tenía igual, no podía compararse siquiera a los platillos que su amante felino preparaba. Muestra de ello fue cuando Rosie le preguntó qué tan bien se manejaba con el cuchillo, ella respondió que se pusieran sábanas viejas encima como ropa. En un abrir y cerrar de ojos recortó la ropa de Selene, Marina y ella, convirtiéndola en confeti.
Aquella noche, sumado a los platos que hicieron Rosie, Shiori y su madre Akane, pudieron degustar un ramen de primera. Les costaba admitirlo, pero el ramen preparado por la chiquilla estaba más bueno que el del señor Fuji, con matices nunca descubiertos por sus paladares. Phoebe había encontrado una maestra.
—¿Me estás diciendo en serio que estuvisteis toda la tarde follando sin parar, y que os acabasteis quedando dormidos?
Rosie claramente estaba indignada, podría haber llamado o enviado un mensaje diciendo que estaba bien. Se habían pateado cada rincón importante de Shibuya buscándolos a los dos, y resulta que se lo estaba pasando pipa con una chica que recién acababa de conocer. Chocante para Emma Fox era la situación. Rosie no estaba molesta por el hecho de que tuvieron sexo, sino porque no la llamó. Desde su punto de vista, Jose le había puesto los cuernos, ¡y ella tan tranquila! ¡Le daba igual! La primera vez era comprensible, para curarlo, vale; pero las demás veces que cogieron no eran necesaria, eso fue simplemente por placer. Mera entrega a la lujuria. ¿Y realmente estuvieron toda la santa tarde dándole al temita?
—Del noventa y nueve.
—Oh, entonces tenemos la misma edad —comentó Goldie, soplando el caldo—. ¿Cuándo cumples años, Shiro-chan?
—El 25 de diciembre.
—Entonces no has cumplido los 16 aún. ¿Eso no te hace la más joven de todos?
—Um. Pero a Shiro no le importa. Por fin puede estar con el amor de su vida —dijo recostando su cabeza sobre el hombro de su querido—, quiero estar con él para siempre.
—Em... Shiro-chan, mi mano. No puedo llevarme los fideos a la boca. Rosie, baja el cuchillo.
—Hostia... Puedo comer esto todos los días de mi vida. Está de vicio.
—Marina, ¿no te aburrirías de comer solo ramen? —preguntó Aitor riéndose de la chorrada que acababa de decir—. Sería como comer macarrones de desayuno, almuerzo y cena. Mejor comer pizza siempre, o hamburguesas, se puede variar los ingredientes
—¡Sabes que me encanta la comida japonesa, Ai-Ai!
—Se me hace raro que seas tú quien me diga Ai-Ai. No vuelvas a hacerlo.
—¡Está bien, Ai-Ai! —repitió ella para sacarlo de quicio.
—Mmm...
La kitsune de cabello castaño estaba pensativa, muy distraída.
—Rosie, he estado pensando... ¿Entonces aquella vez que os pillamos en el sofá...?
—¡Hanya! —Cayendo en la cuenta, se sobresaltó y se sonrojó.
—Sí —interrumpió Jose su razonamiento—, no nos pillasteis antes de ponernos a ello, sino cuando terminamos y estábamos por ponernos a ello, otra vez. Por eso «olía a calamar».
—¡JODER! ¡Me tumbé ahí! —gritó asqueado Aitor—. Me cago en tus... ¡Agh! Se me ha subido la sopa, joder. Qué asco...
—That's disgusting... —se quejó Marina.
—¿En qué otros sitios lo habéis hecho? —los interrogó la chica zorro—. Tengo curiosidad.
—Pues... La verdad es que lo hacemos bastante. Lo hemos hecho en mi cuarto, el sofá, en el comedor, en la cocina, en la bañera, en la ducha, en la azotea...
—Doy fe de ello —confirmó la Bruja de la Escarcha el relato—. Me los encontré muy emocionados en el sofá, en misionero y dados de las manos, y Rosie diciendo: «¡Te quiero, te quiero!».
—¡Eso fuiste tú, que llegaste demasiado pronto! —se quejó Rosie.
—¡Me dejé el móvil en la mesa del salón! —replicó ella—. Y os pillé en la azotea también, ¡dos veces ya! ¿No puedo fumarme un cigarro o qué?
—¡Deja de fumar de una puta vez, pues! —le gritó su hijo—. ¿Qué es lo que te tiene tan estresada? ¿Eh? Hasta donde yo sé, nada. Usas magia para corregir los exámenes y tocarte el coño a dos manos en el sofá. ¿No habías dejado de fumar?
Marina dejó caer sus palillos en el bol, salpicando la camisa del pijama con el caldo.
—Oye... Entonces, el olor en la ducha el otro día... Gross.
—Sí, perdón por eso. Haha, ah-hahaha... Estábamos calientes.
—A Jose-senpai le gusta mucho jugar con los pechos pequeños de Shiro. Vertió mucho semen dentro de Shiro.
Bonnibel dio un puñetazo a la mesa, ya estaba harta, estaban comiendo. Goldie le dedicó una pícara sonrisa: «¿Te arde?». Todo porque esta aún no conseguía novio. Con su magia hizo que una placa de hielo se formara en su cuello, soltando un pequeño maullido de malestar.
—¡Frío, frío!
—Bueno, bueno. Llevaba cuatro días sin hacerlo, estaba necesitado, ja, ja.
—Pues entonces esta noche me toca a mí, ¿vale, cariño?
—¡Eh, a mí me gustaría hacerlo también, Rosie! —protestó su amiga estadounidense.
—Y-yo... también quiero volverme íntima con Jose —expresó Selene Jazmín—. Un momento, esperad. ¿Tenemos condones?
—Tengo, tengo —dijo él—. Me he molestado en ir a una farmacia.
—¿Puedo unirme yo? —preguntó muy animada la gata tricolor Shiori—. ¡Porfi!
—No —le negaron todas.
—¡Hagamos un trío! —propuso Kate.
¡Plaf!
El novio de Goldie le hundió la cara en el cuenco de fideos.
—¡Nyaaaah! ¡¿Qué haces, Aitor?! Menos mal que el caldo estaba ya frío.
—Castigarte. Ni Rosie ni Jose alcanzan, pero yo estoy sentado a tu lado.
—Shizuru-chan, que quede claro que seré yo quien se casará con Jose, ¿eh?
—Um. Está bien —aceptó sin objeciones—. No me importa no ser la esposa de Jose-senpai, estoy contenta con ser su amante felina. Su regazo es el lugar donde más segura me siento. Es tan cálido.
—Me parece bien.
«¡¿Que te parece bien?!». Emma no podía digerir lo que estaba viendo.
—Eh, eh. Rosie-san, Rosie-san, ¿qué tan grande es la cosa de Jose-san? —preguntó muy curiosa la gata tricolor Shiori-chan.
—Es muy grande —anunció Shizuru, con un brillo inusual en sus ojos—. Todavía tiene su piel, no está cortado. Es muy linda.
Jose se cubrió la cara del bochorno.
—Ooooh. Jose-san, ¿puedo verla?
—¡Claro que no! Vosotras, dejad ya de hablar de mi polla, ¿vaaa? Me estoy muriendo de la vergüenza... Aaauuu~~.
—Pero si vamos a dormir juntos igualmente esta noche, Jose —rebatió rápidamente Selene—. Ni que fuera la primera vez que te la veo.
—¡La cosita de Jose es tal que así: 13 centímetros! —les contó Marina, muy graciosa ella indicando su tamaño separando sus dedos índice y pulgar.
«¿Se puede saber por qué coño sabes tú eso?», se preguntaron todas ellas.
—Tch, tch, tch —negó Rosie meciendo su dedo índice—. Esa es la longitud antigua. Resulta que esa noche en Honolulu no solamente crecimos en altura, ji, ji~ —reveló pícaramente.
—¿Qué tan grande es, entonces? —Selene también se interesó por su colita.
Sus mejillas estaban bastante sonrojadas, y el color se fue extendiendo por todo su rostro, al igual que el de su prometido, llegando incluso hasta la parte de detrás de las orejas.
—Así —dijo Rosie, abriendo sus dedos—. 15 centímetros. Lo mismo que mi teléfono móvil.
—¡15 centímetros! —exclamaron.
—Ara, ara. Es más grande que la de mi marido —rio Akane-san.
—E-eso está por encima de la media —dijo Selene—. Son 13 centímetros.
—Cómo has estado disfrutando la nueva actualización tú, ¿noooo? ¿Eeeh, Rosie? —bromeaba la surfista, golpeándola con el codo.
—Por favor, déjame en paz...
—Eso, eso. —El novio también se sumó—. Dejadnos en paz, por favor... ¡Y por supuesto que no me mide eso estando erecto, exagerada!
—V-veo que sois bastante sexualmente activos. —Emma les dedicó una torcida sonrisa, le temblaba el párpado de su ojo derecho—. ¿Es normal en vuestra especie? ¿O simplemente vosotros sois los pervertidos sin vergüenza alguna?
«Debo ponerme del lado de Copito de Nieve. Tiene razón, no puede medirle eso».
«Emma-tan, qué inocente eres», pensó Akane. «Hay muchas chicas aquí, algunas de ellas en celo, y un único macho. ¿Qué esperabas que ocurriera? Es una bomba de relojería, o de hormonas mejor dicho. Ju, ju, ju».
—No sé... ¿Supongo que sí?
—Se supone que debes responder «sí» o «no», Copito.
—No puedo evitarlo, Jose-san huele tan realmente bien.
—Sí, ese aroma a limón es realmente agradable, es como una vela aromática —explicó Selene, dándole la razón a Shiori—. Y Rosie también tiene un olor delicioso. Es como la fragancia de Goldie.
—Sí, ¿verdad? —añadió la bronceada chica—. Y está especialmente fuerte hoy.
—¿El olor cambia cuando lo hacéis?
—¡Te digo que no lo sé, Emma! Solo te puedo decir que cada día que le hago el amor, encuentro a Rosie más bonita.
Diciendo eso, le hundió la cara en el plato.
«¡Deja de avergonzarme!», quiso decir. Pudo haberlo dicho de otra manera más delicada.
—So, so, so, ¿quién dormirá con darling esta noche? Parece estar bastante animado.
Proclamando esas palabras, se abría el telón de una nueva batalla total.
Únicamente una de ellas lograría dormir con el chico esa noche.
Y qué mejor manera de resolverlo que con un torneo a piedras, papel y tijeras.
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