Capítulo 5: Bienvenidos a Háwai


Parte 1

—¡¡¡Waaaahooo!!!

—¡Cómo molaaaaa!

Un tigre blanco se desplazaba por los tejados de las casas del centro del pueblo a toca velocidad, cargando una cesta de mimcaosbre con la compra en su boca. Se movía con tal gracilidad y tan amplios lo saltos que provocaba la ilusión de que era capaz de volar. Tras correr por la jungla de hormigón y brincar, dio un final y definitivo salto, aterrizando en una plaza donde varios de sus amigos estaban entrenando. ¿No los verían los vecinos? En realidad, no había por qué preocuparse, estando activo el campo antipersona ni se atreverían a mirar por la ventana. Solamente si hicieran algo demasiado llamativo como una explosión o dañar las viviendas se rompería el efecto del hechizo.

Chocola y Nana se reían, les encantaba montar a lomos de Jose. Debido a que aterrizó de repente en mitad de la plaza, deteniendo el entreno con espadas de Manuel y Camila, todos los miraron; Emma se acercó a él y comenzó a revisarlo; las niñas se bajaron y cogieron la cesta para llevarla a casa, aprovechando que la puerta estaba abierta. Progresivamente, el tigre se fue encogiendo y se volvió humano. Un pequeño chico de piel blanco pálido, de tono casi enfermizo, esponjosas orejas de gato, y divertida, fina cola. Cuando regresó a su forma original, su ropa apareció casi instantáneamente: camiseta de tirantes azul oscuro, pantalones de baloncesto grises y deportivas negras. Se llevó sus dos manos al pelo, y se lo arregló de manera que dos mechones ocultaran sus orejas humanas.

—Emma, deja de manosearme.

—¡Pero quiero recabar más datos! ¡Apenas sé nada de vosotros! De verdad, sois muy interesantes. ¿Sois humanos que os volvisteis medio felinos con un hechizo, o gatos que evolucionaron hasta volverse humanos? ¡Aaaay, es que no sé! Por eso necesito que me ayudéis. Ah, ¿conocéis a algún hombre lobo? Y también tengo preguntas para Selene. ¿Qué pasaría si os acostarais Selene y tú? ¿Tendríais un gatito, un zorro, o dos crías, siendo una un gatito y otra un zorrito?

—Grr... —Molesto, gruñó un poco a la par que cerraba los ojos y apretaba el puño—. Como ya dije, lo que quiero yo es que te centres en los proyectos que te he dado, y te pongas a desarrollarlos. Esas armas nos van a hacer falta. En cuanto a vosotros... Laura, Lucía, Manuel, Cami, ¿qué miráis? Continuad.

—Emma, deja a mi hermano ya —la regañó Phoebe—, o se lo diré a Bonnie. Y en cuanto a los hombres lobo, nuestros cuerpos son muy diferentes.

—¡¿Me enseñarás tú, Phoebe?! Tengo un listado aquí con preguntas para que me rellenes. Me da miedo preguntarle a Goldie, esa mirada asesina que te echa hiela la sangre.

—No pienso rellenar nada. Te voy a mandar a freír espárragos. Como te pille espiándonos de nuevo en la ducha, en esta casa no entras. Rencor de gato —sentenció levantando la mano derecha.

—E-eh... Y-yes... Cat's grudge —repitió imitando su gesto.

El muchacho alto y rubio, Manuel, hizo aparecer un balón de baloncesto envuelto en llamas, Camila intentaba pasar su voluntad a la espada y volverla negra, mientras que por otro lado la chica morena y bajita Laura golpeaba con todas sus fuerzas los guantes que la chica bajita y rubia de nombre Lucía sostenía. Habían transcurrido dos días desde lo sucedido con Aitor y ya estaba todo casi listo para ir a Háwai. Esa misma noche se marchaban, pues el viaje que les esperaba sería muy largo.

Chocola y Nana dejaron la cesta sobre la encimera; la primera cogió los embutidos y el cartón de huevos mientras la segunda cogió la escalera y la colocó al lado del refrigerador, permitiendo que su mejor amiga se subiera y pudiera meter cada cosa en su lugar. De un salto, Chocola se bajó, Nana plegó la escalera y la dejó al lado de la secadora, en la esquina donde estaba.

—¡Tu papá es genial! Pero seguro que no es tan bueno como el mío. ¡Mi papá es el más fuerte!

—¡¿Qué dices?! ¡Mi papá es el más fuerte! ¡Aplastó a Gai!

—¡Mi papá también puede aplastar a Gai! Y no necesitaría ni mover un dedo. ¡Mi papá puede mover cosas con la mente!

—El mío también puede hacer eso. Incluso mamá puede. Además, ¡mis papás tienen una transformación muy chula! Su pelo se vuelve rojo y se pone de punta, ¡y su aura también! Hace «swoosh, swoosh, swoosh» como Goku, ¡y salen rayos negros! Pero huelen a bicicleta oxidada cuando lo hacen. Bonnie dice que es peligroso.

—¡Mi papá puede usar muchos poderes también y puede levantar rascacielos con un dedo! Y mi mamá Claudia tiene orejas de conejo y salta mucho. Ella pelea con sus puños, tal que así —dijo Nana golpeando al aire, imitando a un boxeador—. Ella también se pone roja y huele a cuando te haces pupa. ¡Es incluso más fuerte que papá! Puede ver sueños de otras personas y meterse en ellos.

—Qué poder tan chulo. ¿Pues sabes qué? —La pequeña Chocola infló su pecho, orgullosa y replicó—. Mi mamá pelea con una lanza y crea tornados, y puede volar montando su lanza como una bruja. ¿Quién crees tú que son más fuertes? ¿Los tuyos o los míos?

—Mmm... No sé. Mi papá era mucho más fuerte que Gai, aunque este podía darle problemas con sus alas muy raras.

—Ahora que lo dices, en toda la pelea Gai solo huía de mi padre. Le tenía miedo y estaba aterrado. Me contó que la abuela casi lo mata.

—¡Espera! —gritó Nana a su amiga sorprendida—. ¿Podías verlos pelear?

—Sí, tengo muy buena vista. Pero se movían muy deprisa y me costaba seguirlos.

*

—¡Camila, apura que te empato!

—¡Ja! Verás que te marco otros dos goles y te dejo para el arrastre, Manuel.

Después de la sesión de entrenamiento y antes de dar la hora de comer, Manuel, Camila y Aitor se sentaron a jugar al FIFA con la consola de sus amigos. Jose y Goldie habían discutido fuertemente y se encontraban combatiendo con sus poderes mágicos en la plaza. Ambos eran usuarios expertos en el elemento fuego, y usaban armas similares. El sistema de espadachines, portadores de lanzas y arqueros ya no importaba nada, lo que marcaba el curso de la batalla era cómo usaras tus armas y técnicas. Además, Bonnibel comentó que para ser un arquero lo único que se precisa es poder mágico con el cual imbuir la flecha y provocar una muerte inmediata, y que los arqueros aunque desprestigiados, son muy versátiles, pudiendo enfrentarse también cuerpo a cuerpo a enemigos. Según Patricia, los espadachines tienen gran ataque y defensa, pero bajo poder mágico; los lanceros, gran ataque físico, pobre defensas y poder mágico mediano, y los arqueros tienen ataque mediano, defensas malas o decentes, y poder mágico elevado. Pero si eras capaz de alternar entre varias armas, ¿de qué sirve el sistema Espada > Lanza > Flecha? O mejor, ¿y si tuvieras una pistola? Ninguna de las tres armas sirven hoy en día. Un balazo directo a la cabeza y adiós muy buenas. Y para rematar el ya de por sí obsoleto sistema de piedra, papel y tijeras de estos tres guerreros de la Edad Media, Rosie dijo que las estadísticas de Ataque, Defensa y Salud dependían de la persona en cuestión. Arma puedes escoger la que tú consideres la mejor para ti. Su creencia es que la lanza era superior, pues podía tanto agredir como defender, y mantienes un rango mediano con tu enemigo a diferencia de la espada, que es demasiado arriesgada.

—¡Ay!

Jugando las dos niñas, el coche de juguete corrió hasta quedar debajo del sofá. Ellos tres no iban a detener su partida para recoger un cochecito, ya lo cogerían luego.

—Está muy adentro —dijo Nana tumbada en el suelo estirando el brazo—, no llego.

—Terminamos Aitor y yo este partido y movemos el sofá, ¿de acuerdo? —dijo Manuel—. Camila, tú perdiste, así que te toca mover el sofá.

—No hace falta, yo lo cojo.

Tras ofrecerse voluntaria Chocola, esta pasó a su forma de niña gato, se agachó, y con su mano derecha levantó el sofá con los tres adolescentes todavía sentados, como si pesaran lo mismo que una pluma. Nana cogió el coche y su amiga dejó el sofá donde estaba, con Aitor, Camila y Manuel con la boca abierta.

—M-monstruos... —exclamó el chico rubio.

—Qué barbaridad —alucinaba la morena.

—Como nos meta un cabezazo, nos deja Raditz —rio Aitor—. Oye, ¿es normal que me esté acostumbrando a cosas como esta?

—No —zanjaron ellos.

Parte 2

En la piscina del hotel, Simeon se estaba dorando al sol en una tumbona, junto a la piscina.

—Simeon.

—Dime, Claudia. ¿Qué pasa? Si buscas a Kyle, este se ha dado el piro. Quiere probar unas hamburguesas de un chiringuito. Dice que se come genial allí, pero no soy mucho de pescado.

—Mira, en la guía esta hay muchas cosas que podemos probar. Está el lomi lomi, el poke, o el opihi.

Haciendo una mueca, Simeon no quería elegir ninguno de esos entrantes. Por sus nombres, le sonaba todo a chino, y a saber qué llevaban.

—Quizás pruebe el lomi lomi. Es salmón cocido, ¿no?

—Asado a fuego lento —le corrigió—, se acompaña con tomate triturado y cebolla; puede servirse como tapa o como plato principal. Yo quiero probar el poke, se parece mucho a la comida japonesa. Atún crudo marinado con sésamo y algas, ¿no tiene buena pinta?

—Ngh, pescado crudo no, gracias. ¿Qué era lo otro que dijiste? El «Ophis» ese.

—Opihi, es un molusco que hay. La carne de la isla tiene muy buena pinta... Se me cae la baba de solo ver las fotos. ¿Kalbi ribs o kalua pig? ¡No, mejor, el lau lau! Mezcla de carne de ternera, pollo y «pez mantequilla», todo envuelto en un taro.

Quitándole la guía de las manos, ojeó el papel y le interesó algo llamado «loco moco».

—¿Qué es esto de loco moco?

—Oh, es lo que Kyle a ido a comer. Es pastel de carne de hamburguesa servido con gravy y cubierto con huevo.

Gravy, nunca me gustó esa salsa. Tomaré un Pā mea ʻai. Consiste de un entrante de carne o marisco, dos bolas de arroz y ensalada de macarrones... —leyó en voz alta—. Sí, esto pillaré.

—Eres muy quisquilloso con la comida; deberías salir de los empanados y la comida precocinada.

—Claudia, por favor... déjame en paz...

—No te creas que voy a dejar que te alimentes solo de pao dulce y malasadas.

*

—Aaaagh... Qué sueño... He dormido fatal...

—El jet lag nos ha golpeado demasiado duro, primos...

Todo el grupo se estaba quejando, habían pasado casi 54 horas volando, con múltiples escalas para llegar al Aeropuerto Internacional de Honolulu. Al momento de aterrizar por fin al archipiélago era casi mediodía. Que la comida servida fuera una mierda les importaba poco o casi nada. Que fuera de día o de noche, incluso menos. Los dolores de espalda y cuello por la incomodidad de haber tenido que dormir en los asientos del avión eran los principales enemigos, junto a la desorientación por la brutalidad de cambio de horario, unas diez de diferencia respecto a España.

—Ahora comprendo a Marina... —dijo Rosie—, esto es lo peor.

Bajaron del avión y subieron al autobús que los llevó al aeropuerto. Pasaron las maletas por el escáner y al recogerlas notaron que algo anormal estaba sucediendo en el lugar. La gente había dejado de moverse, paradas como pasmarotes en mitad del camino, deteniendo sus actividades. El grupo conformado por las adultas Bonnibel y Emma, Goldie, Phoebe, José, Selene, Aitor y Patricia se preparaban para lo peor: un atentado en el aeropuerto con civiles. Una embocada de parte de New Dawn. Y, por si no pudiera empeorar aún más la situación, todas se desmayaron mientras guardias de seguridad los rodeaban apuntándolos con sus pistolas, quedando únicamente en pie Goldie, su primo Jose, Selene, Emma y Aitor, pero este con su iris brillando de color amarillo. Concretamente, ellas dos sufrían dolores de cabeza, y chispas saltaban cerca de la sien de la chica zorro, en su forma humana igual que los demás.

—¡A-aaah! ¡Duele!

—¿Tú también, Selene? Es como un zumbido...

Goldie y Jose se miraron, y la primera arqueó las cejas. ¿Ataque sónico? No parecía ser el caso, o los primeros en caer habrían sido todos los semihumanos, dejando en pie a Bonnibel, Emma, Aitor y Patricia. Apartándose los policías, una chica de largo cabello miel y grandes pechos vestida de guerrillera apareció.

—Sabíamos que llegarías, Supernovas. Me presento, soy...

—Sé quién eres, chata —interrumpió la gata.

Una de las «armas» más poderosas de KRAKEN: Honey. Esa chica era un psíquico de gran poder. Era capaz de «apagar» las mentes de sus enemigos y controlarlos a su antojo como maniquíes, incluso poder utilizar más de un poder al mismo tiempo. Un poder sobrenatural temible. Enseguida entendieron la situación: era la misma que aconteció en Londres. Los magos para no ser controlados, ni sus secretos arrebatados, cuando reciben un ataque mental caen inconscientes. Un seguro que todo hechicero que se precia debía tener, para evitar ser controlado por el enemigo y ser forzado a matar a sus camaradas o revelar información clasificada. El que Emma y Selene quedaran en pie, aunque sufriendo, se debía a que sus propios campos electromagnéticos las protegían de las ondas psíquicas que ella emitía.

—Jose, no sabes cuánto me alegro de que me convencieras de no hacerme ese candado mental —le agradeció su prima, haciendo aparecer de la nada su guadaña de fría plata.

—Te lo dije. No podrán entrar a tu mente, pero estando fuera de combate, dos disparos a la cabeza y hasta luego, Lucas —explicó él su punto de vista, invocando a partir de su propia sombra en el suelo una lanza que tomó con su mano derecha—. Menos mal que ya estamos curados de todo espanto, después de aquel incidente.

—Lo sé, no hace falta que me lo recuerdes. —Sintiendo un gran malestar, el contenido de su estómago ascendió por su esófago, casi haciéndola vomitar. Profundamente traumatizada—. Siento escalofríos de solo pensarlo.

—Esperad un momento, ¿de verdad pensáis pelear? Podría acribillar a vuestros amigos ahora mismo y no podríais salvarlos. Todas las personas que están en estas instalaciones, 500 en total, son rehenes. Tendréis que pelear contra civiles desarmados. O, ¿preferís que ordene a todos los que están bajo mi control que comentan suicidio en masa mordiéndose la lengua?

—No tienes ovarios para hacer eso, niña —replicó Goldie—. No eres como nosotros dos. No eres capaz de matar. Aún eres demasiado joven.

«Joder, la chica taser está en pie. La pelirroja no es un problema en sí, pero la loca de los rayos lo es y mucho. ¡¿Y por qué los dos desteñidos no han caído?! ¡Esto no es lo que Thor me dijo que pasaría! Bah, no importa, seguiré presionando sus cerebros, así Selene no podrá usar sus poderes para incapacitarme».

—Te noto nerviosa, Honey. Estás sudando. ¿Pasa algo?

—Sí, es como si nosotros dos no debiéramos estar en pie, solamente Selene. Te recomendaría que soltaras a todos los rehenes. Hazme caso, no me gustaría hundir mi puño en la cara de una chica tan bonita como tú. Tienes buen pecho y largas piernas, y a la gente le va ese toque de camarera de fuerte carácter. Tengo una oferta para ti: ¿te gustaría trabajar para mí de camarera en mi cafetería? Solamente sentémonos a dialogar tomando un café. Ahora los maid café están de moda en Europa, ¿sabías?

—Deja el acoso sexual para luego. No pienso seguirte el juego. Vuestro camino acaba aquí.

Aitor se movió con naturalidad e intentó atacar a Goldie con una espada hecha de su propia sangre, pero esta bloqueó el arma con el filo de la guadaña y propinando un codazo a su abdomen lo noqueó en el suelo.

—¡Hija de perra! —la insultó—. ¡¿Cómo te atreves?!

Bostezando, él caminó hacia ella, causando que retrocediera del miedo. Su poder mental no los estaba afectando en absoluto, ¡y eso que estaba al máximo! ¿Quizás es porque las ondas estaban demasiado desplegadas y necesitaba enfocarse al 100 % en ellos dos? Pero si hiciera eso, todo se saldría fuera de control para únicamente noquear a ellos dos. Kyle le contó que los magos quedaban K.O. cuando alguien trataba de manipular sus mentes, aunque fuera a rango mínimo. ¡¿Por qué no funcionaba con ellos dos? Hacía su mejor intento, ¡incluso podría haber controlado al #2 o a cualquiera de los otros Comandantes a excepción del Emperador y Thor!

—No te preocupes, prima, yo mismo sacaré del trance a toda esta gente.

Pronunciando esas palabras, su prima erigía una barrera translúcida como medida de protección en caso de abrir fuego, y echó agua a sus compañeras y novio para despertarlos. El muchacho realizó una maniobra extraña, se quitó la bolsa y se la arrojó a la chica, quien la cogió a modo de acto reflejo. Jose esbozó una ominosa sonrisa de diablo. «Te vas a arrepentir de esto», pensó. Inhaló todo el aire que pudo, hasta llenar sus pulmones al límite y gritó a los cuatro vientos con dedo acusador:

—¡¡¡TIENE UNA BOMBAAA!!!

Aquella acusación fue más que suficiente para romper el estado anómalo y sacar de la hipnosis a todos los afectados. Por un lado, Honey perdió la concentración requerida para mantener su habilidad funcionando, y por el otro las personas, presas del pánico al haber escuchado la palabra «bomba», escaparon de su control. Los guardias rápidamente se dieron la vuelta, iban a abrir fuego y dejarla como un bonito colador. Sin embargo, debido al caos eso fue imposible, podrían herir a los civiles. En mitad de todo ese remolino de desorden, agitación y chillidos de terror, aprovecharon para escapar de la peligrosa esper. Ella iba nuevamente a adueñarse de las débiles mentes de los guardas, pero entonces...

¡¡¡KANK!!!

—¡Aa-aah...!

—¡Bang! Headshot!

Un golpe seco, metálico. Una lata gris de albóndigas que el muchacho había arrojado atinó en la parte posterior de la cabeza con la suficiente fuerza como para noquearla, facilitando que los oficiales la apresaran. Sin que nadie lo supiera, los Supernovas se desvanecieron entre la marabunta.

Parte 3

Ya en el transfer, iban camino al piso turístico que habían alquilado en Kailua a dejar sus cosas y darle el encuentro a Marina, quien se encontraba en esos momentos trabajando en un chiringuito que pertenecía a un amigo de su padre. Así era como ella ganaba su dinero, aparte de lavar coches y participar en torneos juveniles de surf.

—¡Hijo de la gran puta! ¿Cómo se te ocurrió? —le preguntó Emma, asombrada.

—Situación desesperada, medidas drásticas. Tengas poderes gracias a la magia o hayas nacido con ellos, se necesita concentración.

«No tenía ni idea de que fuera a funcionar de verdad. Mejor mantengo mi boca cerrada.»

—¡Ja, ja! ¡No por nada soy el gran Jose, el asesino de comandantes!

Rosie cogió su teléfono móvil y comprobó la información que fue compartida por la red. Al parecer Simeon y Claudia no fueron los únicos avistados, también una peligrosa integrante de KRAKEN llamada Lesley, y una chica relacionada con Thor.

—Oh, me suena ese nombre —dijo Goldie—. ¿A ver su foto?

Al ver la fotografía de la muchacha de piel blanca, ojos verdes y cabello largo hasta los hombros del mismo color, adornado con un lacito también verde, la reconoció de inmediato.

—¡Ah, la bollera que derrotamos en Sicilia!

—¡Verdad! Esa no fue tan difícil de derrotar. Su poder era controlar las plantas. Le metí un Puño Fuego con el que hundí toda la flota. Tengo que preguntarle qué nota me daría del 1 al 10. Oye, ¿no había una Comandante que tenía un poder similar?

—Seguramente te mande a la mierda. ¿A cuántas chicas más piensas ofrecerle trabajar para ti? Encima, lo dices de tal manera que pareces un chulo —le recriminó Selene—. Además, ¿no tienes ya a Kate?

—¿En serio? Mmm... Quizás deba pensar mejor cómo ofrecer el puesto de trabajo.

Pensativa, Rosie recordaba que sí que había una Comandante con un poder parecido.

—¿No era la que Marco fulminó con su magia de fuego? «Flora», Silvia, Silvine... Algo así era. ¿Será la hermana menor?

—Ni puta idea, ni me importa, ni me interesa —respondió.

—Hermano, deberías saberlo.

—La cabeza todavía me da vueltas... —se quejaba Patricia—. Malditos psíquicos de mierda... Como me encuentre otro de esos, no sale vivo, palabra.

—Una pregunta, a los gatos de ahí atrás —dijo Bonnibel enojada y mirando por el espejo retrovisor—, ¿puedo preguntar de dónde sacasteis el dinero? Y sí, os pregunto a vosotros dos. Demonio Blanco y Bruja de la Guadaña.

Ambos sonrieron nerviosos, rascándose la parte posterior de la cabeza.

—A ver, cómo te lo decimos... —habló primero ella—. Jose, se lo dices tú, ¿o se lo digo yo?

—Seré directo —atajó él—: no es nuestra primera vez en los Estados Unidos de América. Conseguimos el dinero en un casino de Las Vegas, apostando. Dos millones de dólares que luego pasamos a euro y metimos en la cuenta del banco que tú nos ayudaste a abrir para guardar lo que ganásemos trabajando para nuestros posteriores estudios en la universidad y eso. Suma a esa cantidad inicial los encargos de Phoebe, yo trabajando en mi cafetería y Goldie exponiendo a infieles y demás líos de faldas con sus consultas.

Dos millones de dólares. Jugaron en un casino. Apostaron. Incluso el inocente conductor calvo, musculado y con gafas de sol perdió todo el color, palideció de inmediato junto a los demás.

—También el resto de la facción aporta su granito de arena —añadió su prima, obviamente alternando los roles de agresivo y pasivo en esta situación—, con donaciones de su propio bolsillo y actuando como cazarrecompensas, atrapando a criminales y colaborando con la policía.

—Somos la polla destrozando psicológicamente a nuestros oponentes —dijo él—. A mí se me da bien jugar al Black Jack y a la ruleta, y a Goldie al póker y las tragaperras. ¿Qué pasa? No me vengas que te has enfadado con esto, cuando incluso bebemos alcohol delante tuya, Bonnie. Lo único ilegal fue usar ilusiones para aparentar ser más mayores.

—Os dejo beber porque sé que no os ponéis pedo hasta el punto de llegar al coma etílico y sois responsables. Por favor, sois vosotros quienes lleváis las cuentas de la casa. Además, habló el que bebe una gota de alcohol y cae dormido.

—Eh... No sé cómo tomarme eso. Mal, supongo.

—Dos millones... —repitió Selene llevándose las manos a la cabeza—. E-eso es más de lo que ganaré en toda mi vida... ¡¿Estáis de coña?!

—¿Qué está mal con vuestras cabezas? ¡Ya en en serio, conquistad el mundo de una buena vez y poned orden a todo! —gritó la hechicera de 12 años de edad.

—B-Bonnie, tengo miedo. Si estos no conquistan el mundo es porque no quieren —dijo Aitor abrazando a Patricia, quien estaba a su lado—. Esto es demasiado.

—¿Qué dices, Ai-Ai? No tengo interés alguno en conquistar el mundo. ¿Sabes lo estúpido que es y la cantidad de problemas y estrés que conlleva? Administrar un imperio tan grande se fragmenta y acaba todo mal, muy mal. Mira a los romanos, cómo acabaron.

—Lo mismo digo yo, no tengo interés en participar en la política. Pero sí me mantengo al día de todo cuanto acontece en el mundo. Ya lo dijo Platón: «El precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por el peor de los hombres». Me gusta ver el mundo arder, desde un lugar cómodo, comiendo palomitas dulces. Soy un observador, has de darme un buen incentivo para que yo me mueva, y New Dawn me lo ha dado. Y si los incompetentes que tenemos por gobernantes en el Gobierno nos dan problemas, soy el primero en convocar una manifestación que rodee la Moncloa.

—A todo esto —interrumpió Emma, tratando de desviar el rumbo de la conversación de algo menos maquiavélico que no fuera dominar el planeta—, ¿no estará New Dawn aquí porque el presidente de los Estados Unidos viene a visitar la base militar de Pearl Harbor.? Quizás quieran manipularlo usando el poder de esta tal Honey para hacerse con el control de la mayor superpotencia del mundo.

Las miradas de los adolescentes fue una sola: «No me digas, chata».

Parte 4

Tras haber estado en el piso y revisado el mapa de la ciudad, dejaron las maletas, se ducharon y se cambiaron de ropa. Mientras las chicas optaron por algo más fresco como vestidos, llevando los bañadores debajo, Jose y Aitor prefirieron llevar sus bañadores directamente. Rosie llevaba su vestido blanco casi transparente que le regaló Jose y la pamela, Goldie un bañador vestido azul celeste, y Phoebe parecía una «guiri», llevando una camiseta corta naranja, pantalones cortos de explorador, gafas de sol naranjas polarizadas, una cola de caballo y sombrero de paja. Bonnibel se cambió a una camiseta blanca y minifalda negra, y Emma se puso un vestido violeta que le encargó a la gemela costurera. Los dos chicos llevaban camisetas de tirantes azul oscuro y bañadores con estampado hawaiano, siendo fondo turquesa y flores verdes, y gafas de sol negras.

—¡Vámonos a comer al chiringuito de Marina! —exclamó Rosie levantando los brazos y dando vueltas—. Esta arena es genial, ¿a qué playa vamos primero? Eh, Patri, ¿a dónde te vas?

—Yo no he venido a hacer turismo a diferencia de vosotros, he venido a trabajar. Si me disculpáis, voy a la base. He quedado con unos compañeros, y Mike debe estar al caer.

—¿Qué vas a dejar para vieja? —dijo el miz albino con tono irónico—. Venga, nos vemos. ¡No seas cruel con el pagafantas de tu mayordomo!

—¡Que te follen! —contestó la niña, volteándose y haciéndole un corte de manga, a la par que sacaba su lengua en forma de burla.

—¡Tampoco dejes que se te acerque demasiado, no te vaya a querer como quería a tu madre! Uy, ahí me he colado —se dijo a sí mismo—, eso está muy sacado de contexto. Ay... 12 solo tiene. ¿Crees que en el futuro cercano abandonará la magia y tendrá una vida normal, estudiando como una chica normal, saliendo con amigas y flirteando con chicos de su edad, Aitorcillo mío?

«Jose, ¿y a mí que me cuentas?», pensó Aitor. «¿Y por qué te me diriges como si fuera un crío?»

—Y tú 16 y ya haciendo cosas DEMASIADO de adultos —contraatacó la pelirroja escocesa—. ¿Y no fuiste tú el que dijo que una vez pruebas el conocimiento jamás regresarías a ser lo que eras, como un río? ¿Eh? Venga, vamos a comer, tengo hambre.

*

En el trayecto al chiringuito donde trabajaba su amiga Marina Hala, Goldie y Jose desaparecían y aparecían al igual que las luces de un intermitente. Lo mismo un segundo estaban caminando a la izquierda de Emma, como que al siguiente se encontraban a la derecha de Aitor, cargados de bolsas de la compra, comida chatarra, juguetes y ropa. Rosie levantó las gafas de sol y exclamó «¡Wow!», pues dudaba de que usando supervelocidad eso fuera siquiera posible. Ya se había comentado con anterioridad, y durante los entrenamientos, que esos dos pilluelos habían encontrado cierta forma de desplazamiento instantáneo, y que ya no precisaban de emplear marcas rúnicas dibujadas con tizas. Algo inútiles, pues para poder moverte entre dos lugares, primero tenías que haber estado físicamente allí, o que alguien la dibujase por ti. ¿Pero qué sería? Moverse a la velocidad de la luz no era una opción, aquello causaría devastación y posiblemente destruyera la isla entera como si de la detonación de una bomba atómica se tratase. ¿Detener el tiempo? Ni de broma, demasiado roto, y se quedarían sin reservas mágicas tras el primer uso. Podían hacer eso de aparecer y desaparecer como fantasmas a placer y aparentemente un ilimitado número de veces. Siempre cuando permanecían fuera del campo de visión de alguno de ellos, cuando no miraban o se encontraba distraídos por lo maravilloso del paisaje. Dicho fenómeno paranormal era muy curiosamente familiar al que Jose empleaba para, aparentemente de la nada, sacar comida de su bolsa. Bolsa que pese a que se la arrojó a Honey de señuelo, apareció colgada de su hombro como si nada.

—¡Vosotros, me ponéis nerviosa! ¡¿Cómo lo hacéis?! —les gritó Selene, haciendo saltar chispas de todo su cuerpo y erizando su cola de zorro. Al darse cuenta que se alteró demasiado, regresó a su forma humana.

—Es algo que a todos nos gusta, y es con estas patitas que yo puedo caminar~ —respondió cantando el albino.

—Em... No, Jose —les dijo su amigo Aitor—, más bien es como si tuvierais hacks.

—Incluso Bonnie pone cara de preocupación cuando hacéis eso —añadió la mayor de los gemelos.

Encogiéndose de hombros los dos culpables de alterar el orden natural de las cosas, el grupo continuó su camino hacia el famoso restaurante familiar donde se hallaban las mejores hamburguesas de toda la isla. Bonnibel Rose, por su lado, iba a visitar a un viejo amigo de cuando aún ella iba al instituto, el doctor Xavier. Ya en el parking cercano al restaurante, se encontraron con cierta chica de cabello miel y ojos dorados que brillaban misteriosamente. Se encontraba jadeando, golpeada y con magulladuras en su rostro, brazos y piernas, estando sus pantalones rasgados y la camiseta rota, así como la chaqueta agujereada y quemada.

—Os... encontré... hijos de puta. ¡Ahora no os libráis!

Levantando la mano, apuntó a ellos para aplicar su poder y controlarlos. Un miasma oscuro se filtraba fuera de su cuerpo, amenazante. Era como si su propia sombra fuera a salir a la superficie hecha un cuchillo y rebanarla como un pedazo de mantequilla. Una voz familiar gritó «White Shark Punch!» y, recibiendo un poderoso y contundente puño recubierto por agua en el mentón, realizó un tirabuzón en el aire y voló como una bella paloma, aterrizando encima de un coche y haciendo sonar la alarma antirrobo.

—¡A joder a otro sitio, villana! ¡Esta es mi isla, largo de aquí!

La chica que los salvó no era otra que la chica morena en bikini azul cielo y cabello tintado de azul, la superhumana Marina Hala.

—LOL —se rio Aitor.

—Buenísima, Marina —aplaudió el michino—. Iba a encargarme yo de ella, pero gracias por salvarnos.

—Mentira —masculló Goldie—, ibas a matarla. Te he visto.

Jose le respondió sacando la lengua. Al grito de «¡Cariñín!», Marina saltó encima suyo y lo abrazó, besándolo en la mejilla, despertando celos en Rosie y Selene.

—Marina, por favor, nos vimos hace una semana o así.

—¡Pero te he echado mucho de menos! ¡Por fin dormirás en mi casa!

—Ya, ya. Pero ¿que no ves que estoy con mi chica?

—¿Rosie? Pero si aún no estáis saliendo oficialmente, ¿no? —Ella sacó su carta. Iba a golpear por el lado tsundere de la gata de cabello azabache—. Así que, mientras ella no lo admita, aún puedo ser yo tu novia. ¡Incluso siendo la segunda me conformo!

—¡No! ¡No puedes! Además, Jose, ¿qué es eso de «mi chica»? Que quede claro, yo no soy tu chica, ¡porque tú eres mi hombre! —declaró ella con determinación, y progresivamente su rostro se iba tiñendo de color cerezo. Sus amigos se quedaron en blanco, con el pensamiento unánime de «realmente es una tsundere sin remedio...» la cual superaba incluso a Selene.

—¡¡¡Mi cooocheee!!! —lamentó un hombre que estaba por ahí. Honey hizo el intento de incorporarse, pero Goldie con un movimiento de su mano desde la distancia aumentó la gravedad y se hundió el tejado, cayendo al interior del vehículo y enfureciendo aún más al desafortunado hombre, quien solo podía observar cómo su caro automóvil era salvajemente destrozado como si una apisonadora le pasase por encima—. ¡¡¡Marinaaa!!!

—¡Mierda, es mi jefe!

—Oh, no... —exclamaron todos.

*

Lo que iban a hacer unas vacaciones con un pequeño añadido de combate contra los de New Dawn se terminó convirtiendo en una jornada de trabajo, aún cuando Goldie haciendo uso de una magia no identificada hizo «retroceder el tiempo» y arregló el aplastado coche. G.U.N. rápidamente llegó al aparcamiento y recuperó a la prisionera que se les había escapado, y se enfrentaron a una indecorosa albina que pedía dinero porque acababa de realizar su trabajo. Por el daño recibido, completamente inconsciente y con esposas de hierro blanco, ahora no se escaparía con tanta facilidad.

El castigo fue tener que trabajar para el jefe de Marina, ya que había mucha gente. Rosie se puso a la plancha a hacer hamburguesas con el dueño y Selene se hacía cargo de las patatas fritas, Goldie a llamar la atención bailando breakdance con un cartel, y el resto como camareros anotando las comandas y llevando la comida a la mesa.

En una de las mesas, estaba sentado una chica sola, jugando con el móvil. Al parecer algo la preocupaba y no hacía más que rascarse la cabeza, una y otra vez. Dicha chica rubia era estatura mediana, quizás alrededor del metro sesenta, y complexión delgada. Vestía un pantalón corto, no llevaba camiseta, cubriendo sus pechos con un sarashi, y una chaqueta de cuero sobre sus hombros a modo de capa. Era la que reunió al gato perdido en el aeropuerto de Edimburgo con sus dueños, y la que derrotó a Selene en Londres. La reconocieron de inmediato, y ella a ellos también. Se les acercó amistosamente y se puso a charlar con como si se conocieran de toda la vida. Llevaba un buen rato en el restaurante y había pedido ya varios platos, al igual que un crítico a la hora de hacer una reseña del establecimiento. Era como si estuviera esperando a alguien.

—Camarero —llamó a Jose, que era quien pasaba por su lado con la bandeja en dirección a la cocina—. Camarero, por favor, ¿podrías decirme qué lleva esta hamburguesa? Es simplemente excelente.

—Eh... —Hizo una pausa para pensar, no sabía qué responder. Simplemente era una hamburguesa de carne de pescado, servida como cualquier otra hamburguesa, en un bollo con forraje—. No lo sé, es de pescado. Por su olor, es de merluza y salmón.

—Sí, pero sabe muchísimo mejor en comparación con otras que he probado. Se trata de una hamburguesa conformada por un pan de sésamo artesano, base de mayonesa casera hecha esta mañana con aceite de oliva virgen extra, yemas de huevos camperos, cilantro y un puntito de sal, la masa de la hamburguesa hecha a mano mezclando huevo, lomos de salmón y merluza sin espinas, pan rallado, harina y un toque de pimienta, y cocinada lentamente a la parrilla con cuidado para que no se queme con un poco de aceite de oliva, y sobre la misma una loncha de queso cheddar, dos rodajas de pepinillo, tomate y el panecillo superior con una aceituna sabor anchoa clavada en un mondadientes. Sin embargo, ¿por qué sabe tan bien? ¿Qué es lo que lleva?

—¿A-amor? —se preguntó—. ¿Ingredientes de muy buena calidad y que saben cocinar?

—¿Le echan «polvos de Poseidón», tal vez?

—¡¿Por qué iban a echarle cocaína a la hamburguesa?!

—No sé. La Coca Cola original llevaba unos gramos de coca. ¿Le puedo preguntar la receta al dueño?

—No creo que te la diga aunque le ofrezcas dinero a cambio, Kathy.

Parte 5

—¡Habéis hecho un trabajo increíble, chicos! —les felicitó—. Nunca antes habíamos tenido tanta gente. Y todo gracias a ti, pequeña —le dijo a Goldie, agachándose y acariciando su cabeza—. Muchas gracias por arreglarme el coche. No sé cómo lo hiciste, pero intuyo que tienes también poderes como Marina.

—¡No soy pequeña! ¡Tengo 16 años!

—Ja, ja. Sí, sí. Venga, parece que estuvieras en la escuela primaria. ¿Cuánto mides? Y en cuanto a vosotras, jovencitas —refiriéndose a Rosie y Selene—, ¿os importaría que os contratase? Eres buena cocinera, y tú muy buena camarera.

«¿A mí no me dice nada?», se dijo a sí mismo Jose sintiéndose frustrado.

—Ja, ja. Gracias, pero estamos de vacaciones —declinó Jazmín—. No estamos para trabajar.

—Sí, no queremos problemas con la justicia —siguió Redd.

—Vale, vale. Esperad aquí, que os doy vuestra parte de la paga.

Emma miraba a Goldie con una cara extraña, todos se dieron cuenta de ello. Pasados unos incómodos momentos de silencio, habló.

—Me preocupa que la mayoría de los consumidores masculinos que han venido lo hayan hecho por una niña de primaria bailando en bañador. ¿Tan atractivas son las lolis?

—Trabajo es trabajo, Emma. Si me estuvieran mirando lascivamente, les hubiera rajado la garganta, meow~. Se mira pero no se toca, y sobre todo, no se viola.

—Sí... Ya... A todo esto, ¿cuándo vas a crecer? Porque Selene es una adolescente normal y corriente, y Bonnie ya dijo que tus primos y Rosie dentro de nada dan el estirón. Porque medir 135 cm a los 16 años... ¿No eres un poco pequeña?

—¡¿Quieres bronca, copia inglesa de los vascos?! —gruñó airada—. ¡Ya creceré, cada persona es un mundo distinto, idiota! ¡Mi madre y mi tía cuando tenían 18 años medían 142 centímetros de altura y luego medían 161 centímetros!

—¡¿A quién llamas inglesa, afrancesada de mierda?! ¡Anda, vete a chupar caracoles!—se encaró ella—. ¡Y aún así sigue pareciendo una niña! De hecho, ¡el porqué se la ve adulta es por esos magumbos y porque usa magia de ilusión! ¡Eres una versión en miniatura suya!

—¡¿Haaaah?!

«Meterse en esto es peligroso, mejor nos apartamos».

—¡Ya creceré, déjame de una vez en paz! ¡¿No crees que tengo ya bastante complejo al verte cada día con ese cuerpo dinamita, zanahoria pocha?! ¡¿Y qué cojones pasa con el pigmento de tu pelo?! ¡Es el mismo color que el de un rotulador!

—¡Ya me gustaría a mí tener ese ese pelo tuyo, copo de nieve! Hablando de pigmentos, ¿qué ocurre con tu melanina? ¡Pareces un personaje sacado de un anime para pervertidos!

—Emma, Emma —trató de detenerlas antes de que llegaran a las garras—, déjala. A lo mejor nos sorprende y es la primera que da el estirón y nos deja con la mandíbula a ras del suelo.

—¡Tú no te metas! —le gritó la escocesa.

—¡Aparta, Joseph! —la empujó su prima.

No había manera humana de detenerlas. La discusión no paró hasta que el jefe de Marina regresó con el dinero por el trabajo desempeñado y centraron su atención en los billetes. Tras eso, fueron a invitados a la casa de Marina. Su casa era bastante grande y construida en madera en primera línea de playa. Una carrera y te podías plantar fácilmente en las cristalinas aguas del océano Pacífico. Iban a nadar y pasar el rato en la playa y quedarse a comer, seguramente también a cenar y dormir. Y entre una cosa y otra, pasearían por la isla en busca de actividad del grupo terrorista y sus lacayos.

Phoebe se instaló en la toalla, protegida bajo la sombrilla de los fuertes rayos del sol, leyendo una novela junto con Emma, quien se comía un polo azul. El bikini rojo le sentaba a Emma de maravilla, siendo casi imposible apartar la vista de ella y centrarse en el libro. Goldie y Aitor correteaban por la fina arena paradisíaca y Rosie y Selene jugaban a las paletas. Jose y Maria se sumergían y emergían al rato, explorando el fondo marino con sus peces y corales, recogiendo conchas y trozos de coral como recuerdo para hacer un collar más tarde.

—Realmente esos dos aguantan bajo el agua —comentó Rosie Redd—. ¿Nos mojamos?

—Vale, hace calor —asintió Selene—. Quiero ver una tortuga.

—Podemos ir a playa Tortuga más tarde. Y hemos tenido suerte que ya sabemos quién no tuvo tiempo de hacer una guía turística o nos haría andar hasta que nos saliera humo de los pies, como en Londres.

Una chica gritó el nombre de Marina desde lejos. Llevaba una sudadera gris con la capucha puesta, gafas de pasta negra, y un bikini rosa debajo. Corrió rápidamente hacia donde estaban y la pareja de amigos de la infancia salió del agua. Esa chica tímida era miembro de la Facción y amiga de Marina. Su nombre era Franchesca, Fran para los amigos.

—¿Cómo estás?

—Bien. Hola, Jose.

—¡Por fin nos conocemos en persona! —sonrió tendiéndole la mano—. ¿Te vienes a darte un chapuzón?

—Sí, claro. También tengo información del cubo. Lo está estudiando el doctor Xavier en los laboratorios de G.U.N.

—Luego iremos a preguntar por el cubo ese tan raruno.

 Jugando y nadando, fueron pasando la tarde tranquilamente. Cerca de las seis de la tarde, llegó alguien en moto completamente de negro aparcó al lado de la casa y se sacó el casco. Tez morena, metro ochenta de alto, pelo negro pinchudo como un erizo de mar y cara de estúpido. El As de G.U.N., William Brown. Caminó en dirección a la playa donde estaban merendando y charlando despreocupadamente, y pensando en cómo tratar con Kathy, quien era una enemiga.

—¡Hey, hermanita!

—¡¿Pero este qué hace aquí?! —gritó Jose.

William se acercó a la toalla. Se quedaron congelados al descubrir que era el hermano mayor de Fran.

—¡Vivo aquí, Jose! Además, también he venido a ver a mi novia.

—¿Eres su hermana?

—Sí, ¿algún problema? —repuso William posando sus manos en la cintura—. Y ya veo de dónde sacáis la información confidencial para vuestros planes, «Supernovas». ¿Me pinchaste el ordenador, Fran?

No quiso responder, apartó la mirada. Era algo tan sencillo como introducir un troyano en un USB. William solía vivir en su piso, solo. De vez en cuando, su hermana, quien también es miembro de la organización y se encuentra en entrenamiento, lo visitaba para superar los exámenes. Solamente cuando estaba libre o de vacaciones se pasaba por casa de sus padres. A diferencia de su hermano mayor, quien era el As de los guardianes del planeta y poseía una habilidad no definida, ella era capaz de controlar el sonido. Podía moverse a la velocidad del sonido, atacar con potentes ondas sónicas a los enemigos, imitar voces, caminar sin producir un solo ruido y escuchar decenas de conversaciones ajenas al mismo tiempo.

—Vosotros... Sois más peligrosos de lo que pensé. No sé si debería reportar a Central de esto.

—Ne, William. ¿Quieres perder a tu hermana? —amenazó Goldie sin pelos en la lengua—. Quién sabe qué clase de castigo le pondrán por filtrar información. Y puede arrastrarte a ti por ello, por no haber sospechado antes, o haber sido demasiado descuidado.

—G-gh... Eres de lo peor, niña. Imagino que estáis aquí por el cubo, ¿cierto?

—Y por los Comandantes avistados. Sé que no habéis dado alarma ni dicho nada por televisión para que no cunda el pánico. Además, pasaría como Superman. Nadie creería que ese que camina conmigo es el verdadero Emperador de New Dawn, el líder del movimiento terrorista esper.

—Ah —suspiró—, sí. Así es. Es precisamente esa misma clase de lógica.

—Una pregunta más: ¿sois hermanos de distintos padres? Porque ella se llama Franchesca Benson, y tú eres William Brown.

—No. Cuando nos hacemos agentes de G.U.N., escogemos nuestros nombres y apellidos, o se nos da una nueva identidad.

—Pues vaya mierda de nombre, macho —criticó Rosie.

—De mucho no sirve, te debe conocer todo Dios —continuó Selene.

—Bastante inútil —secundó su novia Emma.

*

Al final, entre todos lo decidieron. Descansarían debido al jet lag y al día siguiente se pondrían zarpas a la obra para detener a New Dawn y lo que fuera que tratasen de hacer. Lo más obvio era que se sucedieran dos ataques: uno al laboratorio para hacerse con el extraño artefacto en forma de cubo, y otro al avión del presidente con la intención de secuestrarlo. G.U.N. ya había mostrado demasiada ineficiencia en sus labores como para que un grupo de niñatos armados y con habilidades sobrenaturales, mejor organizados, actuaran mejor que ellos, llegando incluso a salvar a cuatro países en una sola noche. También, el joven guía diseñó un itinerario de los museos, parques naturales y demás sitios que visitar durante la semana que iban a estar en la isla.

—¡Ha, ha, ha! ¡Os habéis quemado! —se reía Emma, sosteniendo su vientre del dolor—. ¡Os lo dije, que os echaseis crema! ¡Y no me hicisteis caso! ¡Ha, ha, ha! ¡Sois dos gambas!

La piel de Jose y Goldie estaba rojo salmón, despellejándose. Les dolía todo. Fue Aitor ponerle la mano en el hombro a su colega y maullar del dolor. Sonó como si hubiera apoyado una plancha en la parrilla, con su sonido «¡tchsss!» y todo. El potente sol del paraíso, la sal del océano y el no ponerse crema los cocinó. Se ducharon como pudieron los pobres, cenaron en casa de Marina, conversando con sus padres Héctor y Lina, y salieron de paseo por la noche, pese al cansancio; eran jóvenes, un «poco» de desfase horario no les iba a parar de disfrutar de la fiesta.

Cabe decirse que, durante la cena, no cesaron las indirectas y bromas, ya que su hija había traído a casa al chico que le gustaba. De hecho, Héctor no quitaba ojo de encima al «novio» de su hija, cuya mirada era como un láser de francotirador, fijado entre ceja y ceja. Marina era una calcomanía de su madre, no se parecía en nada a él. Por si fuera poco, Marina era un caso extraño de habilidad compuesta. Lina poseía la habilidad de poder crear agua, y Héctor el de controlarla. Cuando dos superhumanos tienen descendencia, el hijo no tiene por qué nacer con poderes de hecho que nazcan sin poderes es lo normal, ¡incluso puede nacer con poderes que poco o nada tienen que ver con los de sus progenitores! La habilidad de Marina le permitía crear y controlar el agua a voluntad, en todos sus estados; en definitiva, la combinación de las habilidades de sus padres. La usuaria de agua definitiva. Y ambos en su adolescencia fueron agentes de G.U.N., conociéndose en un campamento de entrenamiento para superhumanos. De ahí, el resto es historia.

Parte 6

William se había marchado con su hermana a casa. Bonnibel regresó de inspeccionar el cubo con Xavier y quería llevarse a Emma a ver si podía usar su poder en él y así hallar algo, como para qué servía, cómo estaba hecho... Algo, era un artefacto hecho de un metal extraño, que no existía en la Tierra y nunca antes descubierto. No reaccionaba a nada. El cubo fue sometido a descargas de energía, se trató de fundir, se metió en nitrógeno líquido e incluso se trató de aplastar ejerciendo toneladas y toneladas de presión... y ni un rasguño lograron hacerle. Era completamente indestructible. El resto del grupo se quedó en la casa de Marina a dormir, jugando a la botella y a reto o verdad hasta quedar dormidos. Para no tener que regresar al apartamento alquilado, Lina les ofreció unos sacos de dormir y mantas. Preparando el terreno para que Marina se quedara durmiendo con Jose, en su cuarto.

—No puedo dormir... Es claramente de noche, pero mi cuerpo dice que es de día.

Su querida amiga estaba la mar de contenta, abrazándolo. Curioso era que no intentó hacer nada pervertido o de carácter sexual, simplemente quería dormir con él a su lado. Lo achuchaba como un muñeco esponjoso, lo cual aún le dolía al haberse quemado en la playa. No pudiendo pegar ojo, se escurrió y salió de la habitación. Se esperaba un susto, encontrarse al papá vigilante con un bate de beisbol o una pistola en la puerta, mirando si le hacía algo a su hija, pero no. Pasando por el salón, se percató que Rosie no estaba en el sofá durmiendo, habría salido. Hacía una buena noche, cielo despejado y sin viento. Salió de la casa, se dirigió a la playa y caminó por la orilla. El agua se encontraba hecha un plato, inmóvil espejo que reflejaba la luna que lentamente desaparecía con el cambio de las fases. No muy lejos de la casa se encontró a su amiga sentada en la arena, observando el estrellado cielo.

—Tú tampoco puedes dormir, ¿no?

—Sí. No hay manera, ¿No es precioso este cielo? En Estepona no tenemos esto. Hay demasiada luz.

—Si quieres, una noche de esta me cargo un transformador o una torre de luz y podemos ver las estrellas en la azotea. ¿Sabes de constelaciones? Porque yo no mucho.

—¡Ja, ja! —rio ella—. ¿Qué dices? No, no hace falta. Siempre podemos irnos a Canarias, Chile o cualquier otro sitio alejado de la civilización.

Sentándose él también en la arena, se acercó sutilmente.

—¿Qué tal con Emma?

—Bien... Mira que preguntar si tenía espinas en el pene en reto o verdad. La madre que la parió... ¡Pues claro que no tengo! Si no, vete a saber tú cómo me pongo un condón. —Rosie no fue capaz de contener su risa y se echó en la arena, dando golpes con el puño.

 —¡Qué risa más tonta me ha dado!... Sí. Está nuestra forma humana, la híbrida, y la animal completa, ja, ja. Luego está la de monstruo, pero si la usas pierdes la razón. Bloodshed acarrea el mismo fallo. Puedes emplear el poder ancestral, diez veces superior a tu poder base, pero no distingues amigo de enemigo. No es apta para la batalla, y estéticamente es muy bárbara. Mira los lobos.

—¡¡Verdad!! Qué feos son los hijos de puta. Solo espero que no se esté guiando por los hombres lobo, que poco tienen que ver con nosotros.

—¡Um! Los hombres lobo son más parecidos a los humanos que nosotros. Y las chicas tienen menstruación. Nosotras no tenemos, por eso de ahí la época de celo cada tres semanas o así. Tenemos ovulación inducida, cuando... Bueno, ya tú sabes. Metes y sacas la espada. Al meterlo no hay problema, pero al sacar... las espinas van a contrapelo y arañan, desencadenando la reacción. Solo que tú no tienes espinas. Y menos mal —se le insinuó guiñando el ojo.

—Gracias a la evolución. Imagina si las tuviera.

—Oh, no quiero ni pensarlo. ¡Qué dolor!

Lentamente, tratando varios temas, y hablando acerca del futuro, Rosie acercó su mano a la de Jose hasta que sus dedos se entrelazaron. Pasearon por la orilla dados de la mano y quitándose la ropa, entraron al agua a refrescarse, jugando. Persiguiéndose y echándose agua a la cara. Empujándose, saltando, abrazándose. Cansados, se tumbaron sobre la arena, riendo, felices. Rosie se colocó encima suya y besó sus labios. Eso le sorprendió.

—Je, je. Cógeme si puedes —le susurró al oído antes de echar a correr—. ¡Je, je! ¡Venga, lentorro!

Él simplemente sonrió y siguieron jugando toda la noche.

Entre líneas 5

—¡Hola, pareja! —saludó Kyle entrando en la habitación sin tocar a la puerta.

Claudia y Simeon dormían juntos en una habitación doble con camas separadas. Kyle, en la habitación de al lado. Las dos estaban conectadas, pudiendo acceder a la de ellos por el balcón. La chica conejo y el líder estaban cada uno en su cama. Simeon hablando con su hija por teléfono y Claudia viendo un partido de fútbol por tele.

—¿Oh? ¿No os habéis puesto cariñosos? Qué raro.

Simeon hizo el gesto de «stop» con la mano para que se callara. Claudia simplemente pasó de él y preguntó si hizo lo que tenía que hacer.

—Sí, he ido a ver el cubo. Está bien protegido, y la máquina ya está instalada en el volcán. Adivinad con quién me he encontrado.

—Ay, ¿con los Supernovas?

—¡Bingo! Es obvio por qué están aquí. Tendremos que prepararnos para lo peor. ¿Cuánto tiempo creéis que tardará la extracción?

—A saber.

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