Capítulo 4: Incursión a Site 58
Parte 1
—¡¡¡Aaaaah!!! —Claudia despertó de su siesta en la tumbona, protegida del fuerte sol por la sombrilla, se desperezó y echó un vistazo a los chiquillos. Los niños jugaban deslizándose por el tobogán, mientras otros arrojaban palitos de colores que se hundían en la piscina y buceaban, recogiéndolos del fondo. A su lado estaba Simeon, revisando unos informes en su ordenador portátil—. ¡Qué buena partida!
Su amigo de la infancia lo miró con cara extraña. ¿De qué estaba hablando?
—¿Cómo que partida? Si estabas durmiendo.
—Ah, sí, eso. Como te conté, iba a visitar a Jose —dijo—, y como estaba durmiendo, entré en su sueño y hemos estado jugando unas partiditas juntos. Creamos el tablero de juego, las piezas, establecimos las reglas a seguir y cada uno eligió un bando; como nos aburría el juego de guerra, cambiamos a uno de misterio para averiguar quién era el asesino. Está chulo, cualquier pieza, suyas o mías, pueden ser el asesino o asesinos. Incluso que una pieza mía y otra suya cooperen.
—Para, para, para. Más despacio. ¿Tablero de juego? ¿Juego de guerra?
—Sí, lo ayudé a crear un mundo entero como escenario, un set de personajes como piezas, cada uno con su personalidad y su forma de moverse, otorgamos un trasfondo y profundidad a cada uno de los peones para que tuvieran motivación, algo por lo que matar, posicionamos nuestras piezas y nos pusimos a jugar. Un total de ocho partidas hicimos, quedamos en empate. Es muy bueno. Las batallas más intensas fueron aquellas dos en las que nuestra pieza avatar era el culpable de los crímenes en la isla.
—No me estoy enterando de nada. ¿Te pusiste a jugar algo parecido al ajedrez con él, en su sueño?
—Sí; y también hablé con él sobre algunas inquietudes que tenía. ¿Sabes? También le gusta la uva.
—Conmigo no hablas nada de eso... —mencionó disgustado y continuando su sonido de metralleta al presionar las teclas del teclado—. ¿Sobre qué era?
—Oh, no es nada. Es solo que... al ser él también albino como yo, me preguntaba si tal vez éramos parientes.
—Ni idea, pero lo dudo mucho.
—Él me dijo que su abuelo tenía la costumbre de «mojar mucho el churro», así que puede que estemos relacionados. Coño, su madre y su tía fueron resultado de una aventura de una noche.
—¡Caray, qué puntería! —exclamó—. Pero si tú eres un conejo invernal y él un gato de las nieves, ¿cómo va a ser eso?
—Je, je. Lo sé, pero nosotros no funcionamos del todo como los humanos, eso ya lo sabes. Tenemos nuestras diferencias.
—Sí, ya, como el ser diez veces más fuerte que un humano promedio, comer más de lo que una persona es capaz o tener «brotes» random.
Parte 2
—Vale, ahora que nos hemos deshecho de los guardias, ¿qué demonios es lo que esta gente guarda aquí? Habla, porque desde luego personas no veo.
—Artefactos mágicos —contestaron a la pregunta las gemelas Makishima.
—¡Dejad que responda el gafas, joder!
—Jo, perdón.
—A-ah, argh. Artefactos malditos, eso contenemos en esta instalación... Son muy peligrosos,por ello es que deben mantenere alejados de la población civil.
—¿Y crees que guardarlos en una mansión custodiada por muchos soldados es una buena forma?
—Yuki tiene razón, aunque cada habitación estuviese sellada, podría haber interacción entre distintos artefactos y liarse una muy gorda. ¿Por qué no los destruís mejor?
—Los altos mandos prefieren estudiarlos, para que así una vez comprendamos las leyes bajo las que operan, podamos eliminarlos correctamente.
«Mienten como bellacos. Estudiarlos para la creación de armas más poderosas que los superhumanos, sin que tengan que buscarlos y criarlos».
—Mmm... No ibais a llegar demasiado lejos, ¿sabéis? La magia no es algo que se pueda estudiar con elementos científicos. Ciencia y magia operan bajo normas muy diferentes, incluso procedentes de otros universos.
—Es aplicar un poquito de magia a un ordenador y ya te lo has cargado, inservible —añadió Kaori—. Te lo digo yo, que me quedé sin móvil.
—¡Eh, chicas! —dijo una voz.
Todos se dieron la vuelta para ver aterrizar a una criatura de pelaje plateado similar a un clan pero con apariencia humanoide. Podía ser descrito como «un perro parlante que camina a dos patas, llevando vaqueros, camiseta blanca y una chupa de cuero». Aogami hizo una mueca, y sinceramente estaba algo asustado.
—¡Por Dios, ¿qué es eso?! —exclamó el espadachín.
—¡Oh, Tanaka-senpai! —saludaron ellas.
—Em... Bueno, vale, si así te vas a poner, ¿mejor así?
El monstruo se encogió, y adoptó una forma que le sonaba de algo: un humano con rasgos animales, en concreto orejas y cola de lobo. Por su físico, parecía ser mayor que ellos, un universitario.
—¿U-un hombre lobo? —se preguntó Aogami—. ¡No me estés jodiendo!
—Aogami-senpai, ¿tienes poderes paranormales y reaccionas así al ver un hombre lobo?
—Y ya conoces a Jose y Rosie-senpai, que son semihumanos también, duh.
—¡¿Ellos TAMBIÉN pueden hacer eso?! Eh, oye, solo los he visto en vídeo, no he luchado en persona con ellos, ¿sabes?
—Em... Esto, chicas, ¿me podéis explicar qué hacéis tan amistosas con un Comandante?
—¡Es nuestro novio!
—¡¡NO, NO LO SOY!!
—¡Y yo me pregunto cómo demonios es que llegan adolescentes y se pasean por esta instalación como Pedro por su casa! ¡Se supone que es ultrasecreta!
—¡TÚ A CALLAR, GAFITAS!
—Perdón... ¡Y tengo nombre!
—¿Por dónde iba? Ah, sí. Me he encargado de la seguridad de fuera, sigamos investigando.
—¡Yep!
—¡OK!
—¡Dale!
Aogami se rascaba el cuello, no le gustaba la idea de tener que hacer equipo con sus enemigos. Pero era eso o nada, cualquier cosa valía para obtener información acerca de su prima. Y si podía robar datos G.U.N., más que mejor. No solo New Dawn, también la Facción Lemon querían ver la caída de la fundación que se hacían llamar los protectores de la Tierra frente a amenazas sobrenaturales. Los Guardianes de las Naciones Unidas, un grupo que antaño no fue otra cosa que una rama de la Santa Inquisición bajo órdenes del Vaticano con gran poder e influencia en el mundo de las sombras.
La parte de buena de G.U.N. ciertamente protegía a las personas normales de peligros invisibles e inimaginables, pero su cara oculta experimentaba con niños, entrenaban supersoldados e investigaban poderes más allá de cualquier explicación lógica, sobrepasando cualquier límite ético o moral que sus contrapartes de la «superficie» tenían. Paradójicamente, de aquel mal se beneficiaba mucha gente, tanto del lado oscuro para sus propios fines como los catalogados como «buenos» para proteger al mundo del caos y la devastación.
¿Realmente estaban bien encaminados? ¿Destruir aquel lado oscuro de la fundación era buena idea? Aquello era la base sobre la cual se cimentaba todo el sistema; si era destruido, lo de pisos superiores también se vendría abajo.
«Créeme, Aogami. El caos es muy divertido. ¿Por qué no lo pruebas?».
—¡Aogami! ¡¡Aogami!!
—¿Eh? ¿Hah? ¿Q-qué? ¿Qué quieres, Yuki?
—¿Me estás escuchando? Vamos a investigar una espada muy rara que tienen sellada en la cripta de la mansión.
—¿Mande? Espera, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿No estabais diciendo vosotros algo de mejunjes y pociones?
—Joder, el Comandante este está en la parra —exclamó Tanaka—. ¿Tú qué te fumas, Blau?
—F-fuera coña. ¿Me estáis diciendo que nadie oyó esa voz?
«¿Cómo que "Blau"?».
—¿Haaah? Lo que dije, este se ha metío unos pocos porros antes de venir. Aléjate de mis protegidas o te corto los huevos, ¿entendido? Y esa katana tan bonita me vendrá de perlas, que lo sepas.
—... Ey, ¿por qué hueles a fresa?
—Felicidades, chico, ya sabes mi nombre.
Parte 3
Tenían poco tiempo para hacer sus cosas. Habían asaltado una instalación importante para G.U.N. y seguramente hacía tiempo que dieron la alarma, ni más ni menos que un Comandante de New Dawn, el cuarto, se había infiltrado. Los tres personajes y el muchacho de la katana tomaron como rehenes a los científicos y doctores del lugar pero, para su sorpresa, comenzaron a preguntar acerca de sus investigaciones y dejarlos hacer. Solamente observaban y hablaban con el personal como si nada hubiera ocurrido, haciendo estos su rutina de revisar las celdas una a una y apuntar que está todo correcto.
—¿Y este cuadro en esta sala qué hace? —preguntó el hombre lobo.
—Esta pintura está maldita, todo aquel que la vea por demasiado tiempo o de muy cerca comenzará a sentir alucinaciones y ver ojos que lo miran desde todas partes. En personas, en animales, y hasta en objetos inanimados.
—Joder, a eso no me acerco.
—¿Qué tenéis en ese cofre de acero reforzado?
La mujer en bata blanca se subió las gafas. Las gemelas leyeron su placa: «Doctora Bals».
—Se trata de A-206. Un muñeco cuya anormalidad y propiedades psíquicas trajo la ruina a un pueblo entero de Texas en 2006. Adopta la forma ideal según la persona que lo mire, y una vez juegues con él te obsesionarás. Una vez armó un gran escándalo, pues de la noche a la mañana en una ciudad surgió un juguete que se hizo sumamente popular. Un muñeco de acción con un skate, al parecer con cierta similitud a un personaje de dibujos animados popular de la época.
—¿Así de la nada?
—Sí. Estaba en todas las tiendas, en todas las casas, adultos y niños lo querían y jugaban con él por igual. Las fábricas comenzaron a producirlo, sin saber de dónde había salido siquiera el producto. Meses más tarde, desapareció. En las fotos y portadas de periódicos donde estaba el juguete, este había desaparecido. Los vídeos y chats relacionados con el mismo, no funcionaban o dejaron de existir, como si hubieran sido borrados de la existencia. Finalmente logramos dar con el espécimen en otra forma y capturarlo; está prohibido sacarlo de su contenedor, puede controlas a las masas.
—Mmm... Deduzco que el desastre fue económico.
—No solo eso, Kusanagi, también hubo muertos. Muchos muertos.
—¡¿Cómo?! ¡Es un juguete, venga ya!
—Las personas que juegan con él se vuelven adictos, desarrollan comportamientos anormales tales como obsesión, pérdida de concentración, aumento de la irritabilidad, y hasta idolatran al muñeco. Cuando el juguete desapareció, los habitantes se pusieron muy tristes, otros se echaron a las calles. Suicidios colectivos, altercados en la ciudad, vecinos y hermanos matándose a golpes, acusando al otro de haber robado su juguete.
—¡Buah! ¡Qué turbio!
—Se cree que es consciente y se alimenta del estrés, miedo y otras emociones negativas de los humanos; jugar con él y abrazarlo es tan placentero como un chute de heroína, y los niveles de estrés y depresión del sujeto de pruebas se reducen a mínimos, pero si se le retira el objeto...
—La liamos entonces —dijo Tanaka—. Espeluznante. ¿Por qué no lo queman?
—Ya lo hicimos —respondió la doctora—, y resurgió bajo otra apariencia en Rusia. De hecho, se cree que otros «ataques» por parte de esta entidad se dieron con anterioridad en Canadá, Sudáfrica, Irlanda, Francia y la India. No sigue patrón específico, pero la similitud entre casos y el suceso de Texas, nos permitió saber identificar los síntomas y detenerlo.
Las gemelas se miraron a los ojos y llegaron a la misma conclusión: «Que se quede ahí sellado».
—Díganme, de todos los artefactos malditos que tienen aquí guardados, ¿cuál de ellos es el más peligroso?
Los científicos en bata blanca se quedaron en silencio. Eran personas de ciencia tratando de explicar lo inexplicable, muchos de esos tiestos estaban malditos, operaban bajo reglas de otros mundos, con valores imposibles para la ciencia. Un peluche no podía tener mente, mucho menos ser consciente de lo que hacía.
—A-057.
—¿Qué es eso? —preguntó Aogami.
—La «Espada Maldita». Todo aquel que la empuña ve su energía vital robada hasta morir. Se encuentra en lo más profundo de esta instalación, en una cámara con multitud de sellos de origen budista. El espíritu que habita en ella es completamente hostil hacia los humanos, animales, y prácticamente cualquier forma de vida. Puede generar llamas negras que jamás se apagan, sus quemaduras jamás sanan o dejan de doler, y levita. Únicamente desea asesinar.
—Wow. ¿A ver esa cosa?
—No, me niego —dijo el Comandante—. Esa cosa es peligrosa, no deberíamos abrir la cámara.
—Se la podemos llevar a Jose, quizás él sepa qué se deba hacer.
—¡Sí, Kaori! Goldie y Jose son muy buenos lidiando con maldiciones, son capaces de destruirlas de un solo agarrón. Pueden ver el hilo conductor del miasma y... ¡chasc! Como si tuvieran unas tijeras de podar, cortan el cable.
Tras las insistencias de hombre lobo, las gemelas en chándal de rojo y azul, y la curiosidad del Comandante, la doctora Bals solicitó la tarjeta de nivel 5 al director y acompañados por ella descendieron a las profundidades de la mansión.
La enorme y lujosa piscina fue drenada al pasar la tarjeta sobre la corteza de un árbol, dos compuertas se abrieron, revelando un ascensor. Al montarse, este comenzó a descender. Se asemejaba a alguna especie de hangar como los que se ven en películas de ciencia ficción. Tras varios minutos bajando sin descanso, la plataforma aminoró la velocidad y los frenos se activaron, deteniéndose frente a la puerta. Pasando la tarjeta una vez más, esta vez por un lector, la puerta se acero se abrió, dejando pasar al grupo.
Un largo y estrecho pasillo se abrió ante ellos, a duras penas iluminado por las luces LED. Era como si lo que se hallara ahí dentro consumiera la luz, pues aun encendiendo la linterna del móvil eran incapaces de iluminar más allá de 5 centímetros de su nariz.
—Esto tiene que ser una broma. ¿Y las leyes de la física?
—Mucho hablas tú cuando puedes provocar un pequeño temblor a placer, Aogami —mencionó Tanaka—. ¿Eso no es un poder sobrenatural? Eres capaz de destruir múltiples ciudades, incluso a distancia si lo usas en el océano.
—Eh, no. Tendría que estar en el lecho marino para comenzar.
—¡Callaos los dos, coño! —les regañaron las hermanas.
—Tsk.
—Chs.
El hombre lobo plateado y el espadachín definitivo chasquearon sus lenguas. Que unas chiquillas menores que ellos dos los mangoneasen así les molestaba.
—Hemos llegado.
Diciendo eso, una enorme capilla. La cúpula era tan amplia que su techo parecía no tener final, decorada con elementos del Génesis; las paredes, recubiertas de vidrieras con motivos judíos e islámicos, y procedentes de otras culturas que desconocían, junto a ocho antorchas cuyas llamas eran azules, aportando la coloración turquesa del ambiente. En el centro de la estancia, un estanque alimentado por cuatro corrientes de agua cristalina, coincidiendo con los cuatro puntos cardinales: norte, sur, este y oeste.
La espada se hallaba amarrada por ocho cadenas rojas, todas ellas empapeladas en sellos antidemonios con símbolos budistas, hechizos chinos y japoneses. Aquella katana poseía un filo tan negro que se cuestionaban si ese color existía en la Tierra. El aura estaba suprimida, pero aun así era entrar a la sala y sentir una inexplicable sensación de terror y un olor saturado a muerte.
—¿Qué es... esto?
—Los datos que conciernen a A-057 son todo un misterio. Tanto su origen, como dueño y procedencia son desconocidos. Se halló por primera vez en una tienda de antigüedades, el gerente de la tienda que la compró a un mercader errante falleció al empuñarla. Parecía que se había suicidado degollándose, pero el corte era demasiado perfecto y, desde un punto de vista forense, efectuado por otra persona. No fue hasta que la espada por sí sola fue captada en vídeo por el personal de la fundación, levitando y asesinando a 17 miembros durante una explicación introductoria. Después de ese incidente, se ha mantenido sellada aquí, con ayuda internacional procedente de expertos en el campo de lo oculto.
—O sea, tuvieron que pedir ayuda a magos.
«Ooh. Así que aquí estabas».
—¡¿Quién dijo eso?!
Eso fue lo que todos preguntaron a la vez, pero nadie habló. La voz resonó en sus cabezas.
—¿Ha sido la espada?
«Por fin nos vemos, mi otra mitad».
—¡Tiene que ser una broma!
Aogami echó un vistazo a su katana maldita. ¿Había sido ella?
—A-Aogami-senpai... apártate de esa espada, ¡ahora!
—¡S-sí! ¡Si es cierto lo que dice, son dos mitades de un mismo ser! ¡Suéltala antes de que sea peligroso!
—¡Ngh!
Desabrochando el cinturón de la funda, el Comandante, asustado, la arrojó al agua sagrada del estanque.
—¡Me cago en todo! ¡Así que realmente estaba maldita, tal como dijo el vendedor! Pensé que era una trola para deshacerse de ella a precio tirado.
—Aogami —dijo Tanaka su nombre apoyando su mano sobre su hombro—, ¿dónde la compraste?
—En Kioto. Tengo el recibo.
—Te la han metido doblada, Aogami.
Un fuerte temblor azotó la capilla y el arma emergió de las aguas. Se desenvainó sola, giró como una sierra descontrolada y cortó las cadenas que suprimían el poder de la otra katana negra.
—¡Oh, no!
La mujer rápidamente salió corriendo del lugar en dirección al ascensor. Pero no pudo llegar muy lejos, fue atravesada por la espalda y cayó muerta al instante. La espada, ya liberada, comenzó a flotar, emanando un aura oscura cuyo miasma contaminó las aguas, las cuales se tornaron rojas como la sangre. Un círculo mágico con símbolos en un lenguaje desconocido brillaron, y un resplandor los cegó a todos. La espada estaba en manos de Aogami, rodeándole un halo de oscuridad.
—¿Aogami... senpai?
—¡Ja, ja, ja, ja, ja! ¡Estupendo! —exclamó desternillándose de la risa, y acto seguido realizó un mortal en el aire—. ¡Este cuerpo es perfecto! ¡Quién fuera a decir que un descendiente mío se haría con la katana de ese imbécil! De ser otro no habría logrado hacerlo mi recipiente.
Observaba su cuerpo, crujía el cuello, calentaba los hombros y las muñecas, incluso daba saltitos.
—¡Atrás, chicas! ¡Es un hechicero oscuro!
Ichigo Tanaka saltó transformado en hombre lobo, dispuesto a asesinar a Aogami Kusanagi, pero fue detenido de inmediato en el aire. Se congeló del miedo, no podía levantarse, siquiera dirigirle la mirada. Su cuerpo se rehusó a avanzar un solo centímetro más.
—¿Qué pasa, cachorro? ¿Te has orinado encima? ¡Ja, ja, ja!
Las gemelas se estaban preparando para combatir, iba a ser fácil. Yuki rodeó su cuerpo de un aura gélida y Kaori de una llameante, para causar el mayor daño posible. Había que exorcizar a su senpai a base de hostias.
—Mmm... Esas dos chicas parecen hechiceras capaces, ¿con cuál debería quedarme? ¡Bah, ambas como esposas van bien! Pero antes...
Aogami levantó la mano y el espacio fue distorsionado, la sensación era idéntica a la de ser metido en una lavadora centrifugando y resurgieron en la entrada de la mansión. Abrió la palma de su mano y una bola negra del tamaño de un puño impactó en el edificio, haciéndolo volar por los aires. Horrorizados, las dos gemelas y el hombre lobo observaron la devastación que provocó con un único gesto.
—¿Qué ocurre? No me digan que siendo hechiceros no os suenan las artes espirituales.
Aogami estaba cubierto en sangre, empapado. Incluso tosió sangre. Confuso, el espíritu maligno se llevó el dedo a la boca para recoger esa sangre tan pegajosa y la examinó, murmurando para sí mismo.
—¿Qué demonios? ¿Este cuerpo no es apto para la magia? No fastidies que ha nacido con una puerta defectuosa.
Diciendo eso, dejó de volar y aterrizó, sonriendo muy confiado de sí mismo. La espada flotaba de pie en el aire, dando vueltas sobre su eje en sentido contrario a las agujas del reloj.
—Escuchad, si logran aunque sea darme un único golpe, liberaré a vuestro amigo. ¿Os vale?
Fuerte rasca de viento otoñal.
Instinto asesino puro.
Sable de fuego a la izquierda.
Sable de hielo a la derecha.
Y con tan solo un dedo en cada mano las detuvo.
—¡¿Cómo?!
—¡No es posible!
Sin apenas realizar el mayor esfuerzo detuvo el Sable Mortal Combinado de las gemelas Makishima. Y Tanaka, quien atacó por detrás usando Presence Seal con su Zarpazo Poderoso fue frenado en seco por la espada, capaz de luchar de manera autónoma.
—Parecen ser que los hechiceros de la actualidad no valen más que una mierda, qué decepción.
Una tormenta de aire afilado los dejó por los suelos, llenos de cortes profundos y dolorosos. No tenían la más mínima idea de cuándo recibieron aquel golpe, pero una cosa estaba clara: no podían ponerse en pie. Salvo Ichigo, quien al ser semihumano se recuperaba de sus heridas casi al instante.
Aquel demonio que se había robado el cuerpo de aquel joven perdido alzó la mano y una esfera de energía morada y negra surgió en su palma. Esta comenzó a reunir más y más energía del bosque hasta crear una especie de planetoide y sonrió.
—¡Nos vemos, perdedores!
Con esas palabras finales, arrojó la bomba de energía contra los adolescentes, destruyendo consigo una gran porción del bosque y prendiendo en fuego la montaña.
Parte 4
—Muy bien... Y ahora, ¿adónde se supone que vaya? Je, je, tienes unos recuerdos muy aburridos, Aogami. ¿Ir a la escuela, leer manga en casa, jugar con tu prima y tontear con esas dos es todo lo que solías hacer antes de hacerte enemigo del mundo? Te enseñaré a divertirte como es debido, tímido muchacho solitario del club de regresar solo a casa.
Parte 5
—Aaaah... —gimió de dolor el can—. Nos hemos salvado de milagro, bendito sea Jose y sus técnicas locas. Rebound Layer, te amo.
Reboud Layer, literalmente «Capa de Rebote», se trataba de un hechizo que consistía en crear círculos mágicos verdes concéntricos de mayor a menor tamaño entre el proyectil y el usuario a modo de capas, las cuales interceptan el proyectil y se contraen similar a un resorte, para devolver el ataque. Era una de las mejores técnicas de contraataque del Supernova y de las que menos energía costaban, pudiéndose abusar de ella de manera asquerosa.
Dándose la vuelta, se percató que las chicas seguían en el suelo.
—¡Yuki, Kaori! ¿Estáis bien?
—¿Tú qué crees, senpai? —se quejó la mayor.
—No me siento las piernas —respondió la menor.
—Ahora sí que la hemos regado y bien. Hemos de reportar esto a Goldie.
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