Capítulo 2: Aquel con las alas más fuertes
Parte 1
Después del desastre que causaron, centenares de personas comenzaron a reunirse. Jose no sintió el deseo de esconderse, menos de ocultar su identidad. Jose miró al suelo. En medio del cruce de caminos destrozado estaba Gai tirado en el suelo. Las alas blancas fueron controladas y atravesaron su cuerpo. Un charco de sangre se esparcía lentamente, como si un círculo mágico tomara forma lentamente.
Sin embargo, Ángel pese a sus graves heridas seguía vivo.
Y Jose es un villano, no un "chico bueno".
Si él fuera una buena persona, dejaría las cosas como están, daría la media vuelta y se largaría de allí. O tal vez tendría piedad, quedándose para tratar las heridas del malnacido, y enseñarle que hay otros caminos posibles a tomar en la vida. Pero ahora, Jose sacaba una pistola de su bolsillo. En el instante que Gai decidió involucrar a civiles y su familia, perdió cualquier opción de perdón. Probablemente así piensa él.
"Hasta nunca", pensó para sí mismo.
Su dedo índice estaba sobre el gatillo. Todo terminó. Apuntando con su arma a la cabeza de su enemigo, y lentamente concentrando fuerza en su mano izquierda. Estaba preparado para construir la paz duradera sobre la muerte.
—¡Detente, Jose!
Una voz familiar resonó fuera de su campo de visión. De la multitud reunida surgió una cara conocida: su hermana gemela Phoebe, y su prima Goldie.
—¡No lo mates! —rogó su hermana mayor—. No sé en qué mundo andes metido, ¡pero tú no eres así! Por favor, Jose, ¡no te rebajes a su nivel!
—¡Sí! Tu hermana tiene razón, Jose. No te lo cargues. Se trata del segundo más fuerte. Podemos usarlo como moneda de cambio. Ya has dado el aviso de que ha aparecido alguien más fuerte que él: tú.
—Me da igual lo que penséis, vosotras dos —respondió él—, mató a mamá y papá. ¡Phoebe, mató a tu mejor amigo! ¡¿Qué tan estúpida puedes llegar a ser?! No podemos dejar a esta escoria que ni humano merece ser llamado con vida. Solo es un monstruo que mata por matar. Hay acciones que jamás podrán ser perdonadas. ¡No comprendo cómo puedes perdonarlo! Solo merece la muerte.
—Joseph, baja el arma, por favor te lo pido.
Phoebe tenía miedo. De la noche a la mañana, su dócil y siempre amable hermano dio una vuelta de 180º; aunque siempre trataba de actuar como siempre había sido, en determinadas ocasiones no lograba sostener la fachada y su verdadera cara salía a la luz: se volvió desafiante, manipulador y propenso a la violencia, cosa que él odiaba desde muy pequeño. Entrenamientos en la montaña, técnicas de asesinato, libros prohibidos... Se había convertido en otra persona. A duras penas lo reconocía.
—Sé que no quieres matarlo.
—¡Atrás! Phoebe, aunque seamos familia, no dudaré en dispararte. Este hijo de puta muere hoy.
La mano de Jose estaba temblando, no quería tener que disparar a su hermana. Ella, sin mostrar miedo, se acercaba a su hermano. Hay muchas personas importantes a las que Jose quiere proteger. Sus compañeros de clase, su hermana, su prima, sus tíos, Choco... Tenía que ser cruel hasta el final. Incluso si tiene que pelear contra el mundo entero, o contra aquellos a quienes tiene que proteger, con tal de salvarlos de la oscuridad.
—Dispararé.
—No puedes hacerlo.
Cuando se dio cuenta, Phoebe D. Lemon estaba cerca de él, cubriendo la pistola y la mano de Jose con sus suaves manos.
—No estás tan corrompido como para hacerlo. Sin importar lo que hayas hecho, no te dejaré caer en la desesperación. Te sacaré de esa oscuridad, de ti mismo. Porque eres mi hermano.
La victoria se decide solo así. Los dedos que sostenían la pistola son retirados lentamente por Phoebe. Entonces, la chica quitó el seguro, y se disponía a desalojar la bala que estaba en la cámara. Con ese tipo de final, Jose simplemente podía observar desenfocado.
En ese instante.
¡¡SPLAT!!
Un ataque hecho de materia desconocida sucedió de pronto, interrumpiendo sus pensamientos.
Pero el objetivo no era él.
Phoebe abrió los ojos sorprendida. Lentamente bajó la mirada. El ala blanca hecha de material desconocido había atravesado el abdomen de la chica como un cuchillo. Su sudadera verde se tiñó de rojo. Y a cada momento que pasaba, la mancha roja se esparcía más formando un parche terriblemente grande.
Phoebe quiso decir algo, pero después de trastabillar un par de veces, colapsó.
Jose solo pudo mirar. Detrás de las chicas en el suelo estaba una figura humana, Gai Angelfield.
Y detrás de él había seis alas blancas.
No se necesita explicar qué acababa de pasar.
Swishh. El ala afilada que atravesó a Phoebe fue retirada rápidamente.
—¿En verdad ella dijo eso? —escupió Gai—. Casi vomito arcoiris.
La razón por la que atacó a su hermana y su prima no era porque le estorbaran. Desde el principio, su objetivo había sido Jose, quien asesinó a su banda. La débil duda, la débil duda que le presentó su hermana, fue la razón que lo llevó a atacarla.
Para él, esa duda es un obstáculo.
Si Jose rechaza el lado oscuro, ¿entonces qué ha hecho él todo este tiempo?
Debido a eso, Gai estaba furioso.
—¡Eso es imposible! ¡No puedes sacarlo tan fácilmente de ahí, perra! ¡¿Cómo iba a ser tan simple?! Este es nuestro mundo. Desesperación y oscuridad. Solo escupes palabras fantasiosas, pero al final, confías en algo tan débil como esto. ¿Esto es ser cínico?
Un discurso aplastante. Regido por el odio y la mala voluntad, las ilógicas palabras impactaron contra el cuerpo de Jose como feroces olas.
—Al final eres como yo, incapaz de proteger a alguien. ¡No puedes salvar a todos! Después de esto, morirán muchos más, asesinados por alguien como yo.
Gai se levantó tembloroso con su cuerpo manchado de sangre y suciedad.
—No me obligues a usarlo.
—No te escucho.
Se escucharon sonidos quebradizos, pero nadie sabía con certeza qué sucedía. Gai no la estaba tocando, pero el cuerpo de Phoebe estaba siendo pisado por algo invisible. Su cuerpo estaba temblando, y la mancha roja, debido a la presión, comenzó a expandirse otra vez.
—¡¡He dicho que pares!!
—¡¡¡No te escucho!!!
La voz de Jose fue ahogada por el grito de Gai.
—¡No creas que me voy a detener, gilipollas! ¿Esperas resolver esto con besitos y abrazos? ¡No me jodas! ¡Ni que estuviéramos en Steven Universe! ¡Así es como hago yo las cosas!
Usando su habilidad, hizo aumentar la presión sobre el cuerpo de Phoebe. Ahora no solo el abdomen, también de su boca empezó a escupir líquido rojo.
—Si quieres detener a alguien, mátalo. Si algo no te gusta, destrúyelo. ¡Eso es la maldad! ¡No es necesario ser salvado! ¡Un pedazo de mierda como tú no merece ser salvado! ¡¡Vamos, dilo!! ¡Déjame ver tu maldad! ¡¡Déjame verla!!
—Idiota.
Parte 2
Un dolor de cabeza muy intenso.
Como si algo se hubiera clavado en su cerebro, y hubiera devorado todo dentro. Sus oídos pueden escuchar algo como una fruta siendo aplastada hasta ser solo jalea. De sus ojos comenzó a fluir un líquido que no son lágrimas. Un líquido que huele a herrumbre, más rojo que las lágrimas, más denso que las lágrimas, y se siente incómodo. El líquido que sale de sus ojos le deja un mal sabor de boca.
Y lo que sucede después es:
Destrucción.
—Oh.
Parte 3
El pilar que lo mantenía se había destruido. Su cuerpo entero se infectó con una emoción oscura incontrolable. Jose, quien aprieta los dientes y tiene los ojos rojos, dejó salir un rugido que resonó hasta en los confines de la Tierra.
—¡¡¡Aaaaaaaaaaaagh!!!
Detrás de él aparecieron unas alas oscuras, como si saliesen de su espalda. El par de alas que contienen algo que podría hacer explotar la mente, y la furia que destruye el sentido común, se esparcieron casi al instante por decenas de metros, destruyendo varios edificios y calles que lo rodeaban.
—Ah... Ah...
Ese par de alas negras, Gai las ha visto antes, y sabe lo que son.
Las partículas elementales que no existen en este mundo.
—¡Q-qué fuerza! ¡¿Toda esta maldad lleva adentro?! ¡¡Es increíble!! ¡Sin embargo, esto no significa que todo esté decidido!
Las seis alas de Gai, como respondiendo a su grito, se expandieron explosivamente. Las alas que se expandieron decenas de metros emitieron un brillo misterioso, y al mismo tiempo emitían una sensación inorgánica, como una arma que solo los dioses y ángeles usarían.
Un poder sin precedentes se expandía dentro suya.
Y, había dominado perfectamente su habilidad.
Con los aleteos, el aire que rodeaba las alas producía un aullido.
Diferentes de este mundo, trascendiendo el espacio y el tiempo, más allá de las Esferas, dos poderes opuestos conectan: unas alas con la capacidad de destruir todo, y otras que simbolizan la creación y nacimiento de algo nuevo. La situación del #1 y #2 estaba a punto de revertirse. No es ninguna broma o exageración. Gai realmente creyó que si ahora se enfrentase a todos los ejércitos del mundo, e incluso contra todos los demás Comandantes, saldría victorioso y sin ningún rasguño. Ha logrado finalmente superar al invencible Emperador.
—¡Hahahahahaha!
Gai rio mientras agitaba sus alas totalmente "despertadas" hacia Jose, quien a diferencia de él, había perdido el juicio. Ya no veía a Jose como una amenaza, sino como algo con lo que probar sus nuevos poderes. Su Oscuridad no podría con su Luz.
Pero... el cuerpo de Gai fue aplastado de repente contra el concreto con un increíble poder.
—¡¿Qué?!
No pudo comprender lo que acaba de pasar.
"¡¿Cómo?! ¡¿Qué acaba de ocurrir?! Ha debido de concentrar la gravedad, ¡¿pero cómo ha podido hacer esto en mi mundo?!"
Las "alas" de niebla negra de Jose, como chorros de tinta a propulsión que engullen la luz, no se habían movido. Simplemente Jose observó a Gai y movió su mano ligeramente. Solo con eso, derrotó a Gai, quien poseía poder absoluto y lo estrelló contra el suelo.
Su brazo derecho, había sido arrancado desde la zona del codo.
—A-aaah... ¡¡¡Uaaaaaaaaaaaaaaagh!!!
De alguna manera, él tuvo que haber atacado. Incluso si lo comprende, ese fenómeno no debió de haber ocurrido. Se supone que él ya no podía ser vencido.
Increíble.
Inexplicable.
Con una presencia aterradora, Jose se dirigía paso a paso hacia Gai. Sus pasos eran como una cuenta regresiva que condicionaba la vida de Gai, y cuando llegara a cero, todo terminaría. Y, Jose dio el último paso.
—Ha, ha.
—You're evil.
—¡Tú! ¡¿Quién eres?! ¡¿Qué eres...?!
No hay respuesta, solo un puño lleno de instinto asesino.
Una masacre increíble había comenzado.
Parte 4
El sonido de la carne siendo golpeada resonaba por toda la ciudad, haciéndose la terrible herida más y más grande. Como réplicas, con cada golpe la calle tiembla y los edificios de estremecían. Ninguno de los espectadores hacía ruido. Ahora, se necesitaba valentía para no apartar la mirada.
—Aagh...
En ese instante, Phoebe despertó. Escuchó un rugido. Un rugido más terrorífico que el de cualquier bestia, cualquier demonio. Pero ella sintió que se trataba de su hermano llorando. Se levantó con la conciencia nublada y cayó de rodillas al suelo, al lado de su prima Goldie.
—¡Ah! ¡¡G-Goldie!!
—J'ai la patate. Ne pleure pas, Phoebe.
—¡¿Estás viva?!
Iba a responderle con una tremenda grosería, pero en su lugar decidió hablar con la mirada, entrecerrando sus ojos. Como si estuviera cómoda sobre el abrasador asfalto calentado por el sol del verano, no pensó en levantarse.
—¡Juraría que te apuñaló en el corazón!
—Faltó poco, eso es todo. El poder de crear un material imposible... Un usuario de habilidad capaz de reemplazar la realidad con la suya propia que él ve. ¿Qué clase de broma de mal gusto es esa?
—¿¿¿...???
Phoebe no entendía nada de lo que acababa de decir Goldie.
—¿A qué viene esa cara?
—¡¡Te apuñaló en el corazón, estoy segura!! ¡¿Y qué puñetas estás hablando?!
Ella sonrió y con una suave voz le respondió:
—Claro que no, idiota.
Phoebe estaba totalmente convencida de que la cuchilla blanca atravesó el órgano vital, pero debido al parche de sangre que cubría su vestido blanco de una sola pieza era imposible ver bien el lugar de entrada y salida de la hoja; además, posiblemente el viento pudo haber movido el vestido dando la ilusión de que ella fue apuñalada en el corazón, perfectamente siendo coherente con la frase de su prima. Ella estaba viva, por lo que, evidentemente, Gai había fallado.
—Bueno... la cosa ahora es, ¿qué hacemos con esto? —dijo ella señalando a Jose—. Está fuera de control. Y quiero ver cómo ha quedado la mancha de sangre. Quiero decir, a Gai.
—¡Phoebe, Goldie!
Una chica de cabello castaño en bikini corrió hasta donde ellas se encontraban.
—Anda, Selene. Eres su novia, ¿dónde coño andabas metida? Ve a darle un abrazo.
—¡Nada de "anda, Selene", Goldie! ¡¿Qué coño está pasando?! ¡¿Y qué son esas... alas?! Porque, son alas, ¿verdad?
Habiendo descuartizado a Gai, dejando un reguero de sangre y amasijo de vísceras trituradas sobre la carretera, su furia parecía no tener fin. Esas alas negras seguían girando como tornados. Las personas presentes temían por sus vidas. Si asesinar al Comandante no bastaba para saciar su sed de sangre, ¿a quién dirigiría su enojo ahora? ¿A los inocentes, su familia, o...?
—Oh, ahí estás.
Una pequeña niña de 8 años se paró enfrente de él. El grupo la reconoció al instante, es la misma niña que salió correteando junto a un gato de la plaza, precisamente la que estaba buscando el difunto terrorista. Llevaba un vestidito azul de una pieza y una pamela. ¿Carecía del sentido del peligro? Cualquiera sabría que estar cerca de ese monstruo era demasiado peligroso.
—¿Vamos a jugar a la pelota al parque? Nana está esperando. Oh, ¿por qué lloras?
—¡¡Grrr!! ¡¡Aaaagh!
Gritaron su nombre, en vano. Ya se podían imaginar la terrible visión del cuerpo destrozado de la chiquilla por esas alas sobre el asfalto.
Pero entonces...
El milagro sucedió.
Las feroces alas de niebla negra se detuvieron a milímetros del rostro de la chica. Estas retrocedieron y resurgieron con aún más fuerza que antes, pero no lograban tocarla. Parecía que un muro invisible la protegía. Era imposible detener algo así. Semejante poder destructivo era imposible de ser contenido. Incluso si buscaran a una persona con tal poder en el mundo, no la encontrarían jamás. Phoebe sabía quién había sido.
—Jose...
Sin miedo alguno, la niña comenzó a acercarse al chico albino. Él rugió, los sonidos eran exactamente como los de un animal furioso y herido, un triste lamento; parecía que la chiquilla lo molestara. Las alas de oscuridad retrocedieron, parecían tenerle miedo. Las alas negras que intentaron acabar con su vida resplandecieron, se colorearon de blanco y se desintegraron. Perdiendo el conocimiento, la chica lo sostuvo, casi colapsando por su propio peso.
—¿Te encuentras ya bien? El chico malo ya no está.
Estirando su mano, acarició la cabeza de la niña del vestido azul y se levantó.
—Sí. ¿Estás bien, mi pequeña?
—¡Sí! —sonrió muy contenta ella—. ¡Has salvado la ciudad del chico malo!
Goldie esbozó una amarga sonrisa. No tiene remedio, pensó.
—Cielos, le tengo dicho mil veces que no haga eso, da muy mal rollo...
—Anda, corre a jugar con tu amiga Nana. Jose tiene cosas importantes que hacer, ¿ok? Prometo jugar contigo luego.
Parte 5
—¡¡Ya me puedes estar explicando qué coño fue todo eso!! ¡No me ignores!
Jose estaba contemplando los estragos que había causado su batalla con Gai. De un momento para otro las tropas de los Guardianes de las Naciones Unidades, una organización secreta que lidia con lo paranormal y especializada en exterminarlo, aterrizarían en sus helicópteros último modelo. Seguramente sus satélites captaron la onda de inexplicable poder que ni la Teoría de la Relatividad puede explicar y desplegasen algo bien fuerte, como su As.
—Joooder, macho. Vamos a tener que largarnos de aquí, y rápido.
—¡¿Me estás escuchando?!
—Sí, sí, te estoy escuchando. Soy un mago, Selene. Peleo con magia.
—¡¿Cómo...?! ¡Eso no es magia! ¡La magia no existe! ¡¿Cuántos poderes tienes?!
—No, no, entendiste mal. No son poderes. No es algo con lo que haya nacido, es algo que he aprendido a hacer y he entrenado todo este tiempo para ello, eso es todo. El conocimiento es poder, literal.
Esa vaga explicación no bastaba, pero razón no le faltaba. Ellos llegarían de un momento para el otro, y en el peor de los casos, él sería enviado. Especialmente si había que tratar con un Comandante en alguna parte del mundo. O mejor dicho, alguien capaz de asesinar a un Comandante.
Jose sonrió al ver que su prima había venido a visitarlos. Sudando, ella inconscientemente dio dos pasos hacia atrás. Nuevamente iba a hacerlo.
—No. ¡Otra vez no!
—¡¡Goldinita!!
No tuvo tiempo de reaccionar. Su primo, más alto que ella, la abrazó y la comió a besos.
—¡Gagh! ¡Déjame! ¡Suéltame! ¡Que me bajes!
—¡¡¿Cómo está mi loli francesa favorita?!!
—¡Bájameee! —Pataleando, no parecía la misma que antes—. ¡Se lo diré a Bonnie!
—¡Hostia puta, es verdad! —exclamó—. ¡Bonnie!
Parte 6
Tuvieron que pasar varios minutos hasta que la soltara de su agarre de oso pardo. Había muchas cosas que explicar. Acababa de asesinar a un Comandante de New Dawn. La batalla fue grabada por los móviles de los presentes y las noticias circulaban como la pólvora por las redes sociales; el vídeo "Comandante asesinado en la Costa del Sol" se había vuelto viral, #1 en tendencias, y seguiría así durante las semanas o meses venideros. Ahora serían el blanco de las demás divisiones, G.U.N les echaría el ojo con total seguridad, el haber usado magia en un espacio público delante de tanta gente... Los problemas no hacían más que acumularse hasta el techo como la tarea de verano, prefiriendo quedarse uno tumbado en el sofá viendo anime y jugando a videojuegos con sus amigos. Una bomba acababa de explotar, pues, un chico anónimo acababa de asesinar a un pez gordo.
—¿Cómo se te ocurre usar el Bloodshed? —protestó su prima—. No es justo que hayas logrado conseguirlo antes. ¿Qué hiciste, tramposo?
Una técnica que multiplica por diez el poder. Una muerte segura si el cuerpo no era capaz de soportar el brusco aumento de poder. Jose encontró alguna manera de mitigar los efectos secundarios, pero un sobreesfuerzo no dejaba de ser un exceso de poder. Su cuerpo se resentía por haberlo empleado, le dolía todo, y aunque no quiso decirlo, la boca le sabía a hierro y un fuerte dolor asaltaba sus oídos. Posiblemente durante las explosiones de viento se había dañado el tímpano.
Habiendo pasado ya la peor parte, se dirigieron a casa. No podían quedarse mucho tiempo más en la ciudad, serían un problema para los demás. El teléfono tuvo que ser silenciado, no dejaban de llegar mensajes y llamadas de parte de amigos, compañeros de clase, maestros y más. Se habían pasado de la raya. Si no fuera por ciertos talismanes (el cascabel que adorna la gargantilla) que los vuelven invisibles para el resto de la gente usando el poder del anonimato, otorgando al usuario la misma importancia que una piedra del camino, jamás hubieran podido abandonar esa multitud y desaparecer.
Tanto Goldie como Phoebe se cambiaron de ropa debido a que se mancharon de sangre, y aprovecharon para comer algo mientras Bonnibel venía. Notando que estaba muy callado, lo interrogaron hasta el hartazgo. Goldie, para comprobar su audición, se acercó a su oído izquierdo y le advirtió de antemano que le iba a susurrar cochinadas, a lo que él respondió sonriente con un "OK", más que acostumbrado.
Desde el balcón de la primera planta, donde se encuentran las habitaciones, se escuchó un potente motor a lo lejos; un coche de gran potencia había derrapado, y al parecer aparcado frente a la puerta del garaje de la casa. Una llave fue metida difícilmente en la puerta y una mujer alta de cuerpo dinamita entró al salón.
—¡VOSOTROS!
Su nombre era Bonnibel Rose. Profesora de Historia en la Universidad de Málaga, y la tutora legal de los felinos "albinos". Esa mujer de piel blanca como la nieve, cabello largo y rubio platino que le llegaba hasta las caderas y ojos como esmeraldas con semblante serio, vestida con una camiseta blanca con botones, falda negra, medias también negras y tacones, era quien debía velar por su bienestar desde la muerte de sus padres. Por no decir que ella fue la maestra de sus padres en el instituto.
—¡¡¿Cómo se os ocurre matar a un Comandante?!!
—Ah, ¿no estás enfadada por el hecho de que he destruido parte de la ciudad durante la pelea?
"Mira el lado bueno. El alcalde quería hacer reformas en las calles, y ya tiene la excusa perfecta."
—¡¡También!! ¡Haced las maletas, nos vamos!
Histérica, no vio que ya habían empacado sus cosas. Los tres primos estaban sentados tranquilamente en el sofá, con las maletas listas; la estaban esperando. El muchacho parecía estar perfectamente.
—¿Adónde nos vamos, Bonnie? —preguntó Goldie irónicamente.
—¡¡A Edimburgo!! ¡¡A casa de una amiga!!
—¡¡¡BIEEEN!!! —celebraron eufóricos los primos.
"¡Dios, Satán, Buda, quién sea, dame paciencia! ¡Pero dame paciencia ya, estoy al borde de congelarlo todo de un ataque de nervios! Siempre tuve este plan B por si las moscas, pero nunca pensé que tuviera que ser empleado... Voy a llamar a Emma."
En cuestión de minutos, siendo los jóvenes oportunistas que son, ellos habían encontrado con el poder de Internet un vuelo de ida y vuelta Málaga – Edimburgo que salía esa misma tarde, tan solo por 35 € por cabeza. Esto dejó a la bella profesora de Historia totalmente desencajada. Ellos lo planearon todo al milímetro. Si esto no era sentir miedo, ¿entonces qué diablos era? Al parecer, ellos conocían de su plan de respaldo, y plenamente conscientes de que tendrían un lugar donde quedarse, solo necesitaban coger el vuelo.
—Pues listo. Nos vamos de vacaciones a Edimburgo. Apuesto mi virginidad a que Jose pedirá haggis en el primer puesto de comida callejera que vea. Siempre quiso probarlo. Qué bien se lo va a pasar en la ciudad, hasta se perderá y todo. Seguro tienes planeado ya toda una ruta turística y una excursión al Lago Ness.
—¿El qué? ¡Ah, ja, ja! Sí, el haggis. Tengo ganas de hincarle el diente. Y acertaste de pleno: yo, el gran Jose, he creado una ruta por la ciudad y contratado un autobús para ir al Loch Ness. Lo malo es que nos tendremos que levantar a las 6:30 a.m. Son muchas horas de viaje.
Phoebe lo miró asqueada con cara de "yo ni de coña me como eso". Como si le hubieran leído la mente, su hermano contraatacó de manera contundente.
—¿Te comes la morcilla, el chorizo y los callos, y no piensas probar esta delicia escocesa? Lo que te pierdes... Eso sí, tomarás sidra con nosotros, ¿no?
—Y Whisky Escocés, no te olvides —saltó Goldie.
—¡Y la cerveza de mantequilla, coño!
—Somos intolerantes a la lactosa, so desgraciao. ¿Quieres acabar en el baño?
—¡Ahahaha, es verdad! —rio él llevándose la mano a la parte de atrás de la cabeza—. Puta vida...echo de menos un buen helado o un Cola Cao.
—¡Somos menores, no deberíamos tomar alcohol! —les riñó Phoebe.
—¡¡Graaaaaagh!!
Quería jalarse de los pelos. Quería regañarlos, darle unos buenos azotes en el culo, pero el tiempo corría en su contra.
No podía argumentar nada, esta dupla realmente era un desastre altamente estresante. Tranquilos y amables, nunca dan problemas; pero cuando les da la punzada, son simple y llanamente terribles. Dios se apiade de quienes los tengan por enemigos. Llevándose la mano a la frente y rezando, señaló a la puerta abierta. No quiere saber nada más; siempre le hacen lo mismo: trastocan sus planes, los alteran como les viene en gana, como si vieran el futuro, aparecen y desaparecen sin previo aviso, gastan travesuras muy pesadas... para ellos es todo un juego, les chupa todo un huevo. Aunque pasotas y despreocupados, parece que no se enteran de nada. Todo lo contrario, en realidad no se les escapa una, maquinan a espaldas de los demás... ¡Mentira, maquinan incluso delante de sus narices mientras esbozan esas siniestras sonrisas de ángel!
—Subid al coche. Ya.
En fila, los gemelos y su prima cogieron sus cosas y desfilaron por su lado. ¿Adónde fue la bolsa de guisantes congelados? Estaba hace un segundo en la mano del chico, pero al no verla por ningún lado, y que llevaba las manos vacías, supuso que en algún lado tuvo que dejarla. Pero, lo habría visto soltarla. Así que se dirigió a la cocina y abrió el último cajón del congelador; efectivamente, allí se encontraba. Un pensamiento de "no me jodas" pasó por su cabeza. ¿Cómo lo hizo?
—¡Che! Esperad, vosotros dos. Jose, ¿por qué solo ellas llevan maletas?
—Llevo todo lo necesario aquí, Bonnie —indicó Jose dando dos golpes a su bandolera—. ¿Algún problema?
—Bonnie —pronunció su nombre con dulzura—, ¿puedes llamar a mis padres? No saben que estoy aquí. Diles que nos vamos de vacaciones a Edimburgo una semana contigo.
—Eh... Eh... Ay, madre... Paso de preguntar cómo has llegado de Aviñón hasta Estepona. Tú —dirigiéndose a Jose—, tus pastillas, el aerosol... ¿llevas de verdad todo? ¿No te olvidas de nada, don despiste?
—Absolutamente todo lo necesario —contestó. Y, recordando algo, gritó—: ¡Ay, coño! ¡No, me he dejado mi botella de gaseosa de uva!
—Cógela, en la nevera está. Demonios...
—¿Dónde? No la veo.
—La tienes al lado tuya, delante; que te va a dar un bocao.
—¡Ah! Oye, me la has movido de sitio, cabrona. Por eso no lo encontraba. Siempre la pongo al lado de la leche de soja, no al lado de los refrescos. ¿Y ya tenías pensado pasar aquí la noche? Porque veo que la nevera está bien repleta de cervezas, ¿eeeh, pillina?
—Sube al coche, revolucionario.
Parte 7
Abandonando su casa y apunto de montarse en el coche, un Boeing AH-64 Apache ocupó los cielos, y desde de él una persona vistiendo un traje negro de combate saltó y aterrizó con estilo en el suelo de piedra, desde una altura de más de 20 metros hincando una rodilla como un ninja. Su mirada determinada, su cabello negro y puntiagudo como un erizo y su ridículamente enorme espada de acero cromado. No cabía duda alguna. Esta persona con cara de enorme estúpido no era otra que el Psíquico más fuerte de todo el planeta, William Brown.
—¡Tú no te vas a ningún lado, chaval! Te vienes conmigo —amenazó William.
—Tks. Me cago en la puta, lo que nos faltaba —se quejó José D. Lemon—. ¡Atrás, yo me encargo!
—¿Tú solo, protagonista? —rio Goldie—. No tienes derecho a acaparar toda la diversión para ti, Joseph. Yo también quiero bailar y estrenar mis nuevas técnicas.
Deslizándose por las cuerdas, soldados armados hasta los dientes descendieron a tierra, todos ellos apuntando sus armas al grupo.
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