Capítulo 12: Rey Demonio, Kusanagi Yato II
Parte 1
—¡¡Uuuuaaaagh!!
Rosie sonrió.
El rodillazo lo golpeó con la guardia totalmente baja.
Estirando su pierna derecha, la energía cinética hizo el resto y el supuesto Rey Demonio clavó los pies en el suelo para no salir volando. Se llevó ambas manos al estómago. El dolor era insoportable, había atravesado por completo su defensa mágica, el muro que lo protegía de golpes físicos como piedras, balas y similares. Había golpeado la carne real y hundido la chica su articulación hasta el fondo. Sus pulmones se encogieron y ardieron, una horrible y desagradable sensación de vacío en su estómago hizo que los jugos gástricos fueran succionados y quemaran su garganta, vomitando una mezcla de ácido y saliva sin control alguno. Pero como no había comido nada en horas, no había nada que realmente pudiera devolver.
—¡¡Uuuugh...!! Uuuugh... Aaaaaagh... Aaaah...
Ambas rodillas en el suelo, doblado sobre su propio abdomen y vomitando, manchando su kimono blanco y rojo, era una vista realmente indigna, patética para un Rey como él.
—¿Eh? ¿Ya cayó? Qué débil.
Rosie se estaba burlando de él. Su aura era especialmente fuerte, y de hecho, las chicas notaron cierta esencia en ella. Era la esencia de él.
—¡¡Aaaah!! ¡Tramposa, eso no vale! —la acusó Marina Hala—. Ese olor... ¡Tú has tenido sexo con Jose para aumentar tu poder!
—¡No jodas! —vociferó Selene, indignada—. ¡¿Cuándo fue eso?! Hemos estado juntos todo el día.
Con sus mejillas sonrojadas y jugueteando con su pelo formando rizos, murmuró «Hace un rato, en el restaurante».
—¿A Rosie-senpai le gustó... el bouchujutsu que le enseñó Shiro a senpai?
—¡Sí, ha sido de mucha ayuda, Shiro-chan! —le agradeció levantando el pulgar—. ¡Me siento muy llena de energía!
—Sí... —A Goldie se le marcó la vena de la frente, mientras las demás no daban crédito—. Llena de otra cosa. Anda, dale una tunda ya al tonto de mierda este. Quítale lo chuunibyou a porrazo limpio, ¿quieres?
—¡Cómo osas burlarte de mí, mujer! ¿Sexo, para incrementar el poder?
A una velocidad de infarto, la ilusión ofrecida era la de que el brujo oscuro se había teletransportado e iba a decapitar a Rosie con su katana negra totalmente desenfundada en la mano izquierda. Silueta de una mantis, ambos brazos abiertos, como dispuesto a abrazarla.
¡THUD!
Un golpe directo y seco.
Fue un movimiento relámpago. Solo una visión deforme en forma de líneas estiradas se vio. Un puño en la cara. La postura que adoptó la bella adolescente gato de cabellos negros en ese momento era idéntica al boxeo.
—A-aaah...
Con los ojos en blanco, la saliva flotando en el aire y el labio inferior reventado, Yatogami no sabía qué estaba pasando. Solamente tenía la certeza de que le dolía la cabeza y la cara, y su visión se estaba difuminando. Recuperando la compostura y el hambre de batalla, por pura fuerza de voluntad y querer proteger su orgullo guerrero, recobró la consciencia y fue a realizar un hechizo.
¡Pam! ¡Pum! ¡Blam!
—¡Ooh-gack!
Fueron tres golpes rapidísimos, casi invisibles. Los movimientos de Rosie Redd eran los mismos que un gato dando zarpazos a un ovillo de lana o ratoncito de juguete hecho de tela.
—¡Dios santo, qué hostia! Lo ha dejao tonto —gritó Aitor García.
Retrayendo su puño, la chica iba a finiquitarlo. El aire se congregó alrededor de su puño, la pulsera de aire en forma de sierra comenzó a rotar de una siniestra forma, envolviendo la extremidad desde el antebrazo hasta el puño en una película de viento con forma de cono. Un puñetazo capaz de destruirlo todo desde el interior.
Fue ahí que, sintiendo su inminente final a manos de la feroz guerrera, sus circuitos internos de autopreservación se activaron y la mano actuó por su propia cuenta. Yatogami agarró el brazo que se extendió como resorte hacia su propio cuerpo y, empleando una llave similar al judo, dejó a Rosie dando vueltas como un trompo en el aire, tan solo para patearla bien lejos, siendo detenida por el escaparate de una tienda de ropa.
—¡¡No me subestimes, mujer!! —anunció furioso a la par que lleno de miedo y confusión.
Rauda como el viento, Rosie se levantó y se situó enfrente suya. Su puño fue bloqueado y desviado a un lado con maestría, dando comienzo al intercambio de golpes. Mientras que el estilo de lucha utilizado por la gata era el conocido kick-boxing, el empleado por Yatogami era fluido como la corriente de un arroyo, fresco y flexible. ¿Podría ser que su arte marcial por excelencia fuera el ju-jutsu?
La pierna del guerrero de hace 600 años dibujó un semicírculo en el suelo, una barrida. Pero Rosie, quien también practicaba judo fue capaz de comprender sus motivaciones y saltó para evitar ser derribada. Aprovechando la situación de ingravidez, levantó la pierna y giró sobre su mismo eje. Los ojos de Yatogami, a saber por qué, se fijaron en un sitio que no debía y perdió la concentración, recibiendo una soberana patada en toda la sien y reventando los capilares de sus fosas nasales. Pero este no fue despedido como bala de cañón sin más. Mediante su ki fue capaz de estabilizarse, frenar y acelerar hacia su oponente.
—¡Rayo Mortal!
De sus manos, rayos de siniestro color violeta fueron levantados, pero con un muro de viento fueron detenidos en seco. Atendiendo a su llamado, la lanza maldita apareció junto a su dueña y Yatogami se vio obligado a sacar nuevamente su katana negra. Las chipas esta vez se adueñaron del campo de batalla, pero había algo que lo estaba sacando de quicio: Rosie Redd manejaba su arma con una mezcla entre el contacto físico y la magia, unas veces atacando ella, y otras, telequinéticamente la lanza peleaba sola y ella acosaba al mago con contundentes golpes y palmetazos recubiertos en ki. A partir de los fragmentos y conocimientos de Aogami, esos eran movimientos extraídos del kenpo.
—¡¡Llamas de Kagu...!!
—¡Proyectil de Ozono!
Lo interrumpió. ¡¿Es que esta niña no tenía respeto por los demás?! La bola de viento concentrado y color verdoso jade reventó contra su cuerpo, liberando una onda de choque y consecuentemente un tornado que lo arrastró y elevó hasta los cielos. A ras de suelo, Rosie cargó de energía mágica su lanza Falchion. En el aire comenzó a rotar como un taladro, acumulando viento a su alrededor y formando rayos azules y esmeraldas, para ser posteriormente arrojada como una jabalina.
Haciéndose a un lado, Yatogami la evadió. Lo que no esperaba era que, como un misil térmico guido por ordenador, el proyectil de casi dos metros de largo diera media vuelta en el aire después de pasarse y por mucho de su objetivo, y como un jet comenzara a perseguirlo sin descanso. Desde el suelo, Rosie disparaba balas de energía altamente explosivas que dificultaban el defenderse. ¿Esa era la Formación de Cielo y Tierra diseñada por José? Qué absurdo todo.
Cabreado, de un golpe mandó a volar a la lanza de un espadazo, la cual al parecer, ya cansada de intentarlo, regresó a las manos de su ama. Yatogami bajó de los cielos, aterrizó con suavidad sin hacer el más mínimo ruido o levantar la más insignificante cantidad de polvo. Aunque eso de no querer manchar el kimono era capricho suyo, pues ya estaba manchado de su propia sangre, rasgado de varios lados y agujereado en otros.
—Pregunta. ¿Esa es un arma maldita?
—Sí, sí que lo es. Anda, te diste cuenta. No se llama «Lanza Maldita Falchion» por gusto.
—Entonces, lo que he presenciado es su poder, ¿no es así? Pero dime, si ese es su efecto beneficioso, ¿cuál es el adverso?
—No tiene —respondió con una sonrisa de oreja a oreja—. La maldición de Falchion es que desde cuanto más lejos sea lanzada, mayor poder ofensivo tiene, pero regresará a su amo con esa potencia y perforará con total seguridad su cuerpo al azar, llegando a producir la muerte de atinar en algún punto vital.
—Pero esa arma no te ha ensartado. Es más, pareces tener control absoluto sobre ella.
—Es por eso que no es un arma maldita como tal, sino que ha sido modificada. Para evitar esa clase de sustos, la maldición ha sido parcialmente levantada, de modo que solo queda su efecto bondadoso. Oh, y no te hagas a la idea equivocada, no recibe su nombre Falchion de mitos de la Edad Media o de algún videojuego de estrategia, es tan solo que se parece a la palabra «falcon» y pos queda guay, estilo «viento», ya sabes. Me la hizo mi novio para mí.
—Ridículo. Absolutamente ridículo. ¿Ese mocoso es capaz de forjar armas malditas?
—Ya que de armas hablamos, ¿cómo se llama tu espada, Yato? También es un objeto maldito, a causa de tu muerte.
—Su nombre es Shisui, significa «morado». Es mi fiel compañera.
—¿Y la otra que no es negra? Parece una espada común y corriente.
—Porque es lo que es, mujer —indicó lo obvio mientras movía la cabeza de lado a lado, entrecerrando los ojos—. Espada legendaria solo hay una en el mundo que yo pueda usar, y esa es mi fiel compañera Shisui, que quede claro. Que mi estilo sea de espada dual es harina de otro costal.
«Espera un segundo. ¿Dónde fue a parar la lanza?».
Salvada en el último momento.
Yatogami se hizo a un lado y solo la mejilla fue rozada.
Aquel proyectil balístico de casi dos metros de largos poseía una fuerza tan monstruosa que de seguro de haberle dado, atravesado en el pecho, no dejaría un agujero limpio sin más, sino que habría destruido su cuerpo desgarrándolo desde dentro y reduciéndolo a jirones de carne. ¿Que no era que querían incapacitarlo y extraerlo para interrogar al recipiente, de nombre Aogami?
Parte 2
Quitándose de la trayectoria de la gran flecha con un mortal, estando boca abajo en el aire, Rosie la agarró con un «¡yoto!» y la hizo desaparecer. Salió mal, y mira que fue arrojada desde más de dos kilómetros de distancia.
—¡Uy! Por el pelo de un calvo, Yatogami. Casi te da.
—Tú... ¡Maldita! ¿Es que no conoces el honor?
—Lo siento. Creo que ciertas conductas inapropiadas se me están pegando, te-hee~.
Asintiendo ambos, la batalla a alta velocidad inició. Terremotos en el cielo, coches volando, explosiones súbitas, lluvia de cristales afilados. Un enorme tornado se erigió en el centro, como un pilar. Yato logró esquivar.
—¡Supertornado! ¡Viento Cortante!
—¡¡¡...!!!
Al contrario de lo anunciado, primero tres pequeños tornados de aires afilados se generaron, avanzando como peonzas. Mientras el izquierdo y el derecho se dirigían a atacar por los flancos, el central iba de frente.
—¡Spin Maldito!
Con un barrido y dibujando una hoja circular, la energía negra y violeta de llamas negras deshizo los tornados. Pero un círculo mágico, una fórmula, se dibujó bajo sus pies, la estaba pisando.
—Oh, no. Otra vez.
Un violento latigazo estremeció todo su cuerpo. Estaba claro que ella como maga de aire se sentía como águila en caída libre tras avistar a su presa. Sumergida en un inmenso tornado de épicas proporciones, sobrecargó su cuerpo de magia verde y aceleró como un velocista. La sucesiva lluvia de golpes y patadas fue algo que Yatogami no recibió bien, saliendo del tornado hecho polvo y derrotado. El agarre de su mano se deshizo y la espada patinó con un sonido metálico «clin clic».
Aprovechando que el mago se hallaba espatarrado en el suelo, Rosie saltó encima suya, clavando los pies en su estómago y escupiendo este más saliva. Como una ametralladora, Rosie comenzó a atinar patadas, patadas y patadas, hundiédolo más y más en el destruido suelo, agrandando el tamaño del cráter. Y dado cierto punto, Rosie giró como peonza y se formó un taladro de energía espiritual a sus pies. Esa patada abriría con total certeza un hoyo en su vientre, lo convertiría en un donut humano.
—¡Es tu final!
Se abrió de piernas; pie derecho en el «taladro», pie izquierdo como un propulsor. Reacción explosiva y destruyó el asfalto. Yatogami fue capaz de esquivarlo en el último segundo, pero a cambio de sus últimas fuerzas. De nada le sirvió, se desmayó, aunque solo fuera por unos segundos. Demasiado daño.
—¡Pue' con eso ya está hecho! Ya solo tengo que noquearlo, ¿no? —se preguntó mientras alzaba el puño—. Tranquilo, solo te pondré a dormir, mi bebé. Soy madre, ¿sabes? Así que cuidaré muuuy bien de ti.
Y entonces, una desagradable escena tuvo lugar.
Grandes borbotones de sangre comenzaron a salir de su boca.
Ante los ojos de todos los presentes, Yatogami Kusanagi había perpetrado una verdadera locura.
Parte 3
—¡Brueagh!
Escupió sangre.
Yatogami recogió rápidamente su katana negra y se la clavó en el estómago. ¡¿Sepuku?!
—¡Te necesitamos vivo, hijo de puta!
Proyectando un gran tornado en línea recta, golpeó a Yatogami, quien rodó por la amplia carretera desprovista de obstáculos. Este se levantó, se acomodó, arrodillándose, y siguió empujando su katana como quien introduce una llave dentro de un cerrojo, incluso llegó a girarla como tal. Sus labios se movían a la par que la sangre goteaba desde sus mismas entrañas, nariz y boca.
—¡Oh señor del destino, tuyo es el puñal que graba el alma y la dota de su encanto, escucha mi llamado y libera a la bestia inmunda que hay en mí! ¡Que el Cielo y la Tierra conozcan el verdadero poder oscuro que reside en lo más profundo de la conciencia humana, arrase el Paraíso y traiga la guerra! ¡Renacimiento: Dios Demonio!
Una cerradura fue quitada. Un poder abrumador y sobrenatural fue liberado. El entorno se volvió morado, el cielo era indistinguible. Aquel poder explosivo que brotaba de su interior dio rienda suelta a todo su pode contenido, su potencial, su habilidad latente. Como consecuencia, ese modo explosivo solo podía ser llamado como Rey Demonio Fase 2. Una sobreexplotación de la Superforma.
Sacando la katana de su estómago, la sacudió para limpiarla de la viscosa sangre y manchó de gotículas el suelo. Sus heridas se habían cerrado. Su ropa, restaurada. Las energías, renovadas. ¿Volvería a usar el ejército de seres de sombras, tinta y marionetas de madera? De hacerlo, Rosie los haría mierda, aunque perdiera la transformación, las demás podían tomar su relevo. Eso pensaba ella.
—Ya veo... —A Rosie le temblaba la voz, su poder se duplicó—. Así que este es todo tu poder, ¿eh?
—Ya no puedo crecer más, este es mi límite. Quién fuera a pensar que una mujer fuera a darme tantas molestias. Es por esto precisamente mismo que jamás me llegué a casar en mi vida pasada. Solo dais problemas.
—Lástima. No sabes lo que te pierdes. Tú nunca has experimentado el amor, ¿verdad? Aunque dado tu actitud, no es de extrañar que nadie te quiera. ¿Siquiera tuviste amigos?
—No tengo amigos.
Qué triste. Llegaron a sentir pena por Kusanagi Yato.
—¿Cuando todo acabe quieres intercambiar números con nosotros?
Parte 4
Paso, paso, paso.
La chica zorro de cabello castaño dio varios pasos al frente, situándose junto a su compañera y amiga de la infancia Rosie. Ella calentaba sus hombros mientras murmuraba «vaya, vaya» con desinterés. Rosie, por el contrario, se crujió los nudillos a la vez que el cuello.
—¿Le enseñamos la lección, Rosie?
—Lo que tú quieras, Selene.
Las dos desaparecieron y una fuerte rasca de viento fue levantado. Con la mano derecha detuvo el puñetazo de Rosie Redd; con la izquierda, el puño de Selene Jazmín. Sin embargo, al volver la vista a la preciosa kitsune cuyo olor le cosquilleaba la nariz, notó que electricidad se desprendía de su cuerpo. Mucha electricidad, destellos de rayos azules, y que una peligrosa aura la envolvía. Su cuerpo entero se hallaba envuelto en dicha aura azul cían, y una larga bufanda compuesta de electricidad rodeaba su cuello, llegando al suelo.
—¡¡¡...!!!
Viento y rayo trabajando en conjunto. Dejaba en entrevisto que la especialidad de Yatogami era la magia y el ki, no las artes marciales. Teniendo problemas con Rosie, ahora enfrentaba a dos bestiales versadas en el combate. Una cinturón negro en judo, y una zorrita eléctrica que era de estilo callejero. Una se movía con la elegancia del viento, y la otra con la rapidez descomunal del relámpago. Fuerza que destruye desde fuera y fuerza que destruye desde dentro.
Chocando puños, bloqueando, esquivando y tratando de no ser aplastado por ellas dos que, si bien por separado se veían abrumadas, era el mago quien se veía en pánico ante el trabajo en equipo de esas dos. Aumentando las distancias, Selene se situó detrás de su amiga y rival en el amor Rosie.
—Te lo dije, ¿no? Que no eras el único que podía usar la forma. ¡Y no me refería a mí!
¡Clanc!
Rosie clavó su lanza en el suelo, y un abanico de réplicas de Falchion emergió del asfalto, bloqueando el torrente de Cortes Demoniacos del brujo oscuro.
Selene apoyó su mano izquierda en su antebrazo derecho, acumulando energía eléctrica en forma de una bola de rayos. Una bomba de electricidad. Rosie en cambio invocó su lanza maldita y se abalanzó contra Yato. Con la frialdad de un monje, comenzó a repeler sus ataques. Desde detrás de la kitsune europea, una pared azul se materializó. Incontables lanzas de rayos fueron disparadas a discreción. ¿No le importaba que su amiga estuviera en medio?
Pero la confianza era total y ciega. En su pelea contra Yatogami ella sellaba los sellos del enemigo, que no empleara sus técnicas raras, la lanza chocaba contra la espada haciendo «¡kachin!», y los cortes de las afiladas armas cortaban el concreto como masa de pan aún no cocida en el horno.
Para más inri, una reina más se unió a la batalla.
—¡Oh ave del paraíso que con tus bellas llamas marcas el inicio del nuevo día, por favor otórgame esas alas de esperanza en mi espalda!
Una enorme ave de fuego se levantó de pronto, emergiendo del cascabel que colgaba del cuello. Liberando una llamarada tan caliente como el sol, no pudo contraatacar, solo esquivar. Hubiera sido mortal. El calor abrasador de las llamas curó a las dos chicas del rayo y el viento, y aquel ser llameante engulló a la chica. Una Fusión Espiritual o Unión.
La armadura de Phoebe exponía muchísimo la piel. El vestido naranja era, por así decirlo, demasiado sexy. Por no decir que prácticamente estaba desnuda. La tela solo cubría las partes importantes, es decir, su entrepierna y parte de los pechos, resaltando sus atributos femeninos. La falda abierta por delante colgaba como una elegante cola de fénix, e imponente llamas conformaban sus dos alas de fuego como un ángel castigador. Su arma, el arco del Amanecer en su mano izquierda y flechas de fuego en su derecha. No era necesario entonar un cántico de invocación para fusionarse con Suzaku, es más, lo gracioso era que justo ahora mismo se lo acababa de inventar, porque quedaba bien con la situación e intimidar a Yatogami.
—¡¡Es broma, ¿no?!! ¡Lo que faltaba!
Con ágiles movimientos de su espada repelió las flechas. Era cierto, las espadas japonesas de antaño se utilizaban para proteger al samuráis de los proyectiles de los arqueros. En esta ocasión, un «Archer» no tenía la ventaja sobre un «Saber», sino al contrario. Pero, ¿qué hay de alguien que arroja hechizos sin ton ni son desde la seguridad de la distancia?
—¡Convierte a cenizas todo lo que toques, calor abrasador del rechazo! ¡Gran Bola de Fuego!
Un cruel sol en miniatura fue lanzado. Los tres esquivaron. Entre los rayos, ventiscas de fuego y destructivos tornados, era un caos. Claudia y Kyle no veían el momento de meterse a ayudarlas, y quizás ni les hiciera falta, se valían ellas solas.
—¡Lanza de Rayos!
—¡Sierra del Cielo!
—¡¡Corte Demoniaco!!
Anuló con su afilada onda de vacío los ataques de esas dos. Otro encarnizado enfrentamiento de artes marciales, Rosie bloqueó el puño y no lo dejó zafarse. ¡Y Selene lo pateó por detrás! Con una mirada de complicidad, sonrieron. Yatogami rodó y estuvo a tiro para Phoebe.
—¡Flecha del Alba!
Un disparo flamígero que consumiría su cuerpo. Cortó la flecha en dos y se lanzó a por ella.
«Invocadora, ¿cierto? Entonces su nivel de pelea mano a mano ha de ser casi nulo».
—¿Adónde crees que vas, guapo?
—¿Guapo?
Al girarse, Rosie lo agarró del brazo, inmovilizando la espada. Selene hizo lo propio con el otro. Frente a él, un avatar de fuego, un inmenso pájaro de llamas bermellón tan grande un rascacielos se levantó, batiendo sus alas y haciendo de la arena de batalla un infierno en la Tierra.
—¡¡¡Llamarada Solar!!!
La explosión fue épica. El humo tardó minutos en disiparse, pero eso no detuvo la pelea.
Pese a ser un golpe directo, Yatogami sintiendo su vida verdaderamente en peligro incluso tras detonar su poder latente, se decidió a acabar con ellas de una vez por todas, y de verdad.
Parte 5
—¡Rueda Divina: Aura del Rey Demonio!
Oscuridad lo envolvió, un ki siniestro. Una llama púrpura y morada con destellos de rayos negros. Varios golpes que picaron nodos de chakra en los cuerpos de ellas, paralizándolas e interrumpiendo la transformación. Seguido, se lanzó a por el avatar de fuego. Atravesó la llamarada que le escupió, misma que antes casi lo mata. De un literal cabezazo arrancó la cabeza a Suzaku, deshaciéndolo. Atravesó la armadura de magia y fuego y Phoebe voló. Desapareció y la pateó con odio, de manera que se estrelló contra el suelo y el traje se deshizo, quedando en su ropa casual, inconsciente.
¿Quiénes quedaban?
Oh, sí. La escocesa, el de la sangre, la «sirvienta», la morena de pelo teñido de azul, la albina pequeña, que hasta el momento no hizo nada, y aquellos dos que les temblaban las piernas, abrazados el uno al otro.
—¡Doriah!
Una puñalada en el cuello, sus ojos se volvieron blancos.
Un anillo.
Rosie fue.
El dolor agudo quemó sus nervios.
De frente, Selene acumuló electricidad en un puño y golpeó su estómago, electrocutándolo.
Su respuesta: liberar el guerrero de llamas moradas Kagutsuchi y, solamente manifestando sus brazos, las aplastó hundiéndolas en el suelo.
Pero resulta que las dos esquivaron el ataque. Tan rápidas eran que dio la impresión de que pudieron teletransportarse para evitar ser aniquiladas como insectos.
—Sois demasiado molestas vosotras dos. No os mataré rápido. Disfrutaré de lo lindo con vosotras dos.
Tomando una postura Iai, la espada comenzó a emitir humo. Las venas de su brazo se volvieron tatuajes tribales. La espada negra mate brilló con intención asesina, secretando un veneno morado.
Un solo corte las matará.
Y acto seguido...
¡Dokon! ¡Dokon!
Sintió su corazón dar un vuelco enorme. ¿Se detuvo?
—¡¡Buuuaaaaaah!!
«¡¡¡I-imposible!!!».
Yatogami cayó nuevamente de rodillas. Vomitó aproximadamente un litro de sangre. Los tatuajes de rosas negras estaban por todo su cuerpo. Y llegó al punto de que su transformación de la Fase 2 terminó y todo, revirtiendo a la habitual Superforma.
—¡¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaghhh!!!
Su propia técnica de veneno lo estaba devorando por dentro. ¿Qué estaba pasando? Nadie supo contestar. El brujo lloraba sangre, sudaba sangre y respiraba sangre. Era un desastre. ¿Un feroz tigre lo asaltó, desgarrando su pecho o partiéndolo en dos? No fue hasta que se percataron de cierto «demonio» al otro lado de la barrera que no combatió. Su estúpida y asquerosa sonrisa, su largo flequillo interrumpiendo y ocultando sus ojos, seguramente brillando como un monstruo. Pero él no estaba ahí. Es más, ni sabían dónde diablos estaba, ¿y por qué no había entrado ya a la barrera? ¿Qué estaba haciendo?
Las palabras «Te dije que no podrías usarla jamás, ¿recuerdas?» resonaron en su cabeza.
Sí. En ese momento, Jose selló aquel movimiento. Si lo activaba, daba igual si no se encontraba presente. El veneno le afectaría a él y a nadie más que a él. Fue entonces cuando cinco anillos de plata se hicieron visibles en sus dedos. Con chasquidos metálicos, estos se fueron oxidando y rompiéndose, cayendo al suelo. De no haberla desactivado, quién sabe qué habría pasado.
—Oye, ¿llevaba esos antes? —preguntó Selene.
—Ni puta idea. Estarían ocultos —respondió Rosie.
Cuando solo quedaron dos, agotado y aturdido, él se regeneró y se levantó.
—El veneno de Aogami... se atoró en su cuerpo. ¡¿Es la Soul Resonance de Jose-senpai?! No me lo creo. ¿Jose-senpai nos salvó la vida?
—Uuf, uuf... —Exhalando e inhalando fuertemente, eso fue un último aviso. Un único anillo plateado, la última vida—. ¿Es en serio? ¿Me puso, a mí, una espíritu maldito, una maldición? ¿Es una broma de mal gusto? Absolutamente... ridículo.
Sí. A quienes debía matar primero, sin duda alguna, esos eran Goldie y Jose. Pero en estos momentos crear un clon sería un derroche de energía cuando esas dos pueden hacerlos picadillo, tendría que acabar la batalla con sus propias manos.
—¡Son objetos malditos, seguramente otorguen alguna forma de inmortalidad! ¡Matadlo! —ordenó Goldie apuntándolo con su guadaña de pura plata—. ¡Dos más y esto está ganado! Funcionan como las vidas de un videojuego, tomando el daño fatal por él. ¡Dadle!
Diciendo eso, ella también saltó al campo de batalla junto con Aitor.
—¡Balas de Agua!
Marina descargó todo su arsenal, tiroteando... No, ametrallando a Yatogami con una incesante lluvias de balas. Si bien ella no era capaz de hacer lo que Rosie o Selene, derrotaría a Aogami con sus técnicas, a su manera.
—¡A buenas horas, coño! —gimió Emma, quien no tardó un segundo en equiparse la armadura espiritual y lanzarse junto con la brujita francesa y su novio.
Sintiendo esa unión, el estar en el mismo barco, los Comandantes se revitalizaron. Kyle activó su Velocidad Divina y Claudia al Fiebre de Sangre perfecta. Temblando, aún afectada por el golpe, Phoebe se puso de pie e invocó su arco. Apoyaría desde la retaguardia.
No era necesario que el Jefe estuviera presente.
—¡Espada de oxígeno!
Cerró su mano, y el aire se calentó tanto que se volvió plasma. Una especie de llama azul rosácea en las manos de Rosie. Espada contra espada, lo mismo hizo Selene al juntar varios rayos en su mano, y Marina se lanzó. Demasiada gente. ¡Demasiada gente y tan cerca!
¡Chaklan! El metal colisionó con el metal de la guadaña de Goldie.
Pudo sentirlo, eso no era una herramienta maldita. Tan solo era un trasto sacado de algún almacén o anticuario cualquiera. Eran muy pesados. No sabían cuándo darse por vencidos.
Así que, por eso...
Decidió castigarlos severamente.
—Autoridad del Rey Demonio: Activar.
Una bestial onda de aura negra tan violenta como el impacto de un meteorito los mandó a volar a todos. Literalmente a todos.
Todas las transformaciones fueron desactivadas, toda la magia, fuera ofensiva o defensiva, quedó anulada. Cualquier modo o aumento de poder fue revertido y sellado. Acelerando con Paso Rápido, acribilló a golpe a las mujeres, noqueó a Emma, devolvió a Aitor sus cristales de sangre solidificados dejándolo al borde de la muerte. Liberó todo su poder en un movimiento ilegal, furioso, desquiciado y mortal.
—Illegal Move: Inmoral Slash.
Parte 6
Su katana Shisui liberó una gigantesca cuchilla de llamas negras y moradas imbuida con el poder de los terremotos, y lo siguiente al abandonar la hoja de la espada fue... destrucción pura y dura.
Toda Shibuya fue, literalmente, destruida en segundos. Y ellos con ella.
Un desastre natural había sucedido, un terremoto del más alto calibre dio «un toque» a Tokio y alrededores.
Tal era el abismal poder de la habilidad de Aogami de ocasionar temblores cuando los limitadores eran removidos de su cuerpo, tanto físicos como mentales.
Agarró a Goldie Lemon por el cuello, la levantó y salvajemente la estrelló de cabeza contra el suelo, aplicando su Puño Sísmico para destruirla desde dentro hacia fuera. Sí, destruirla.
Aún viva, esta lloraba por su querido Aitor.
No quería que muriera.
Aitor García parecía un puercoespín con tantos fragmentos de sangre clavados en su cuerpo.
—Ai-Ai...
—Bien. Siguen los demás, pero primero, he de divertirme. ¿A quién violaré primero? La albina esta tiene un buen pecho, je, je~. Phoebe-san, ¿sí?
Hablando casualmente, con su ki hizo levitar a Goldie en el aire como una muñeca de trapo. Agarró gravilla del suelo y la iba a acelerar de tal forma que la chica fuera totalmente triturada. En meros segundos, su cuerpo iba a quedar reducido a algo similar a tinta en polvo rojo, que caería sobre el prometido de la bestial. Aitor estaba llorando, iba a presenciar a su novia ser asesinada mientras él, impotente, solo podía mirar su ejecución. No tenía fuerzas ni para levantarse o gritar, solo llorar.
Parte 7
—Dude, uncool.
Una chica seguía en pie, empapada en sangre.
Esas palabras de cierta chica morena de cabello teñido azul bastaron para distraerlo lo suficiente y que bajara su guardia.
De la nada, Yato fue hundido inexplicablemente en el suelo. Haciendo gala de su absurdo poder, jugó con él como con un juguete. Su telequinesis fue usada para retorcer sus extremidades, sacar sus articulaciones de sitio, desgarrar músculos y tendones y estamparlo contra el piso, rompiéndole el cuello. Era excesivo. Era horrible de ver, demasiado excesivo. «Golpes de gravedad» lo castigaron severamente. Yatogami se volvió absurdamente masivo, pesado, y se hundió más y más en el asfalto. Con un sonido «¡clinc!» el último anillo fue roto.
Cero vidas. Se acabó el juego.
—Todos tus huesos rotos, órganos aplastados, las costillas atravesando tus pulmones y corazón, estómago asomando por la boca mientras te ahogas en una piscina de tu propia sangre. ¿Así describirías cómo te sientes? Oh, qué indigno de ti, «Rey Demonio» Yato. Pero esto no basta para que yo, Goldie, quede satisfecha.
Flotando en el aire, solo el vestido se movía, y no precisamente por el viento.
Era por su propio poder. Ese vestido era la manifestación del poder mágico de Goldie, el atuendo que acompañaba a su transformación.
Un lazo rojo se levantó. Su destino, su motivación final: su corazón.
Incrustarse y extraerlo, para estrujarlo delante de su puta cara.
—¡No lo mates! —le imploró—. Yo también quiero matarlo... Pero ese no es Aogami, es Yato, Goldie. YATO. Así que, por favor te lo pido, NO lo mates.
El drástico aumento de poder oscuro desapareció, recuperó la razón. Ella mientras lloraba abrazó a Aitor, comenzando el tratamiento para salvarle la vida, aunque diera a cambio toda la poca magia que le quedaba disponible.
—Marina... Corre... ¡¿Qué coño estás haciendo?! ¡No puedes enfrentarte a él!
—Debiste haber dejado que tu amiga me matara, Marina... Eres una chica tonta. Realmente no puedo discernir si lo tuyo es compasión o estupidez, porque, después de todo, ¿no son lo mismo?
Extendiendo los brazos, condensó la humedad presente en el aire y disparó una infinidad de balas, espadas, lanzas y toda clase de armamento que cualquiera pudiera imaginar, pero el espadachín lo bloqueó absolutamente todo, con una mirada enojada en su rostro. ¿Era... frustración?
—¿Qué crees que haces, niña?
—¡Tiempo para que Jose llegue! ¡Creo en él! ¡¡Sé que llegará a tiempo para salvarnos a todos!!
—Siento decirte que no creo en los milagros; así que no esperes derrotarme —declaró Yatogami.
—Así es... —afirmó la pequeña brujita francesa—. Los milagros no existen.
Ella se había quedado atrás, no fue capaz de alcanzar el Modo Ki como Rosie o Selene, tampoco podía usar magia como Goldie o su darling Jose. Gastando su energía vital en lo que mejor se le daba, dio forma al líquido de la vida. Una gigantesca serpiente-dragón de agua con la potencia de un Hidrocañón. Y valientemente se abalanzó contra él.
Su técnica con la espada era pésima, lo suyo era ser francotiradora. Sus artes marciales apestaban, no era lo suficientemente fuerte, solo una humana normal. Solo estaba jugando con ella, ¿sería la primera víctima? Aburrido, Yatogami se sentó en el suelo y la espada negra peleaba por él, como en alguna clase de práctica, hasta que suspiró.
—Oe, despierta y sírveme. Representante del verano.
El cascabel de plata de Phoebe brilló y Suzaku fue reinvocado. Sin embargo, su apariencia era extraña. Un enorme fénix morado, un espíritu oscuro de categoría Legendario.
—¡Suzaku del Sur, uno de los protectores de Kioto, acaba con esta molestia! ¡Hahaha!
Viendo esa enorme bola de fuego acercarse a gran velocidad, Marina pensó si ahí iba a terminar su vida. Le parecía en parte hasta gracioso, el no haber podido si quiera llegar a acostarse con Jose o despedirse de sus padres aunque fuera una última vez.
—Switch!
Una sombra blanca se deslizó, salvando a la joven antes del impacto de la bomba de llamas.
—Tchs. Justo cuando comenzaba divertirme, llegó el aguafiestas.
Sintiendo su calidez, Marina abrió los ojos, viendo que, efectivamente, él había venido para salvarla a ella, a ellos. Sabía que no la defraudaría. La cargaba como una princesa, su príncipe de blanco Jose. Y no estaba solo, una kitsune blanca como la nieve lo acompañaba.
—Siento llegar tan tarde. ¿Estás bien, princesa?
Marina asintió, enjugando sus lágrimas con sus puños.
—Kusanagi Yato...
Muy enojado, solo le bastó una mirada para infundir de miedo el corazón de Yatogami. El plato gordo estaba frente a él. Una ducha de partículas azules de magia restauraba la vitalidad de todos los caídos en combate, sanando heridas y reparando la ropa. Phoebe era de las que más daño había recibido y estaba siendo tratada por una chica desconocida junto con Aitor, quien seguía gimiendo del dolor y quejándose mientras Goldie continuaba abrazada a él sin despegarse.
—Yo os sano, la Lluvia de Estrellas no es suficiente.
Una hermosa chica zorro de cabellos blancos y ojos rojos vistiendo una preciosa yukata azul celeste con estampado de flores rosas y un obi del mismo color lo acompañaba. Poco a poco todos iban despertando, preguntándose quién era ella. Y Phoebe al abrir los ojos lo primero que dijo fue:
—¿Selene...?
—Oh, no —dijo con una dulce y agradable voz, sonrojándose—. Me lo dicen muy a menudo. Soy Kon, encantada. Pero podéis llamarme Konnie.
—¿No eres Selene...? Ay, no. Ella es morena, cierto.
—¡Senpai, viniste! ¿Hn? ¿Quién es ella?
Kyle Völler se levantó, aún mareado, y nada más verla silbó y la piropeó.
—¡Wow! Qué bellezón.
—Mooo, ¿pero tú no eras gay?
—¿Qué? Si alguien es guapo se dice, y punto pelota. ¡Y está cañón! Aunque... ¿otra tablita?
¡Blam!
A tortazo limpio, Kon, Shiro, Rosie y Selene lo apañaron rápido.
—Joder, se parece a mí. ¿Quién es?
—No lo sé... —contestó Aitor, dolorido—. Pero siento escalofríos de tan solo mirarla.
Dark Suzaku desafió la orden de su dueño, y en lugar de combustionar y regresar al cascabel, este envolvió en su fuego oscuro a Yatogami, tiñendo de negro su kimono y añadiendo patrones de llamas moradas, nuevamente aumentando su poder.
—¿Quién es ella? Es una diosa.
Rosie no habló. Lo comprendió todo al instante, quién era ella. Silenciosamente, caminó y se puso a la altura de su Maestro.
—El espíritu de la bufanda. Por fin te manifiestas. —Recibiéndola, sonrió. Aunque rápidamente su rostro se distorsionó por el disgusto—. ¡Oye, ya! Baja a Marina, ¿no?
—Ups. Perdón, no era mi intención.
Tímidamente, la bajó y la hawaiana corrió la mar de feliz al lado de sus amigas.
La kitsune con aura de diosa desapareció, materializándose al lado de su Maestro. Hizo una reverencia y sonrió, era todo una actuación.
—Me presento. Quizás te suene mi nombre, el cual es Kon. Mucho gusto, y ahora, muere.
Mentira, sentía un total asco y desprecio hacia él. Los pilares de hielo surgidos del suelo fueron bloqueados por las feroces llamas del infierno, mas no derretidos o fundidos.
—Suzaku. Eso es de mi hermana, devuélveselo. Si no...
—Si no, ¿qué?
—Venga, no me toques los nipones. Sabes lo que sigue. Te voy a partir las piernas.
El chiste era tan malo que dejó sin palabras al público. Era pésimo con el humor, desde luego para comediante no había nacido, carecía del talento necesario.
—Tienes la gracia de un tallo de bambú. ¿Cómo has entrado?
—Entrando, como todo el mundo, duh. Y tengo ganas de gresca, así que, prepárate.
Sus ojos se iluminaron de rojo profundo, con sed de sangre fresca. Rey Demonio o lo que fuera, lo iba a hacer trizas. Había herido a su hermana, su esposa, su amante, sus chicas y a su mejor amigo, y destruido un lugar que le hubiera gustado disfrutar y descubrir sus secretos. Le va a faltar mundo para correr.
—Porque esta fiesta va a ser una masacre.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top