Capítulo 11: Alianza
Parte 1
Sábado, 26 de junio
Habitación de hospital. Desde aquel horrible día, los gemelos siempre tuvieron pavor a los hospitales. Si bien es lugar donde muchas personas vienen al mundo, también es el sitio donde muchas otras se van para no regresar jamás; lugares que acumulan pena, dolor, y tristeza. Nadie podía echarle en cara lo ocurrido, no fue su culpa; sin embargo, él sí sentía culpable. Kate Onion había salido del quirófano, la operación fue exitosa, y ahora le tocaba descansar. De no haber sido por su intervención y que rápidamente la llevaron a la clínica, ella con total seguridad habría muerto. Al momento de pasar por las puertas, había perdido aproximadamente dos litros de sangre. Cabizbajo, en silencio, Jose estaba en la butaca, al lado de la chica, sentado al filo de la misma. Las chicas no sabían cómo reaccionar, y Bonnie estaba en camino. Una de las enfermeras entró a la habitación para devolverle su bufanda, pero había algo extraño en su rostro, como si tuviera miedo de la prenda de lana azul.
—E-es tuya, ¿cierto? —preguntó con temor.
Jose levantó la cabeza, miró a la sanitaria y asintió, estirando la mano. Ella dejó caer el accesorio y rápidamente Jose la tomó y se la colocó alrededor del cuello.
—Mmm... —La enfermera dudó si preguntar, pero finalmente se convenció de que tenía que hacerlo—. Tu bufanda... le salvó la vida. La herida había sanado, sin dejar cicatriz; solo tuvimos que realizar una transfusión masiva de sangre.
La mujer, de nombre Sally, se rascó el brazo, nerviosa.
—Mmm... Tuvimos que cortarla y el doctor la tiró a la basura, pero cuando terminamos, estaba intacta y limpia, sin ninguna mancha de sangre.
Ellos ya sabían que esa bufanda no era en absoluto normal. Se traía algo extraño entre manos, y en más de una ocasión, Rosie señaló haberla visto brillar en la oscuridad. Emitiendo una luz azul turquesa fantasmagórica, espectral, y serpentear como lo haría una culebra. Infundía inquietud, no miedo. Era una prenda que, si la colocabas alrededor de tu cuello, reconfortaba, te devolvía las fuerzas, mejoraba el humor y uno se encontraba pleno, dispuesto, arropado y seguro. Tal y como se sentiría si recibieras una abrazo de una madre. De hecho, cuando Rosie se puso dicha bufanda, se le saltó una lágrima.
—Je —sonrió Jose—, es tan solo una bufanda. No está encantada ni tiene a ningún demonio dentro. Si quiere puedo llamar a una bruja real y que lo verifique.
—N-no, gracias. —La enfermera no sabía dónde meterse, era todo tan extraño—. Kate despertará pronto, pero debe descansar, perdió mucha sangre.
—No se preocupe, cuidaremos de ella. Nos hemos puesto en contacto con su familia —respondió él amablemente. "Pero, su grupo no ha contestado aún; algo malo ha debido de pasarles", pensó. Los Caballeros de la Reina habían tratado de asesinar a alguien que trabajaba para ellos. No sería demasiado descabellado pensar que, a estas alturas, los cadáveres de sus compañeras se encontraran sumergidos en barriles de ácido sulfúrico.
Bonnibel Rose no tardó mucho en llegar al hospital. En sus manos sostenía la flecha que casi le cuesta la vida a la chica. Y no se trataba de una saeta normal y corriente, sino de un artefacto mágico perteneciente a la casa real. La flecha de Robin Hood, conocida por, al igual que la lanza Gugnir del dios Odín de la mitología nórdica, no fallar nunca. En ese preciso momento, Jose alteró el destino; Kate Onion debió haber muerto. El disparo iba directo, teniendo como objetivo su corazón. De no haber sido por que él saltó encima suya, se habría cumplido. Había desmantelado la causalidad existente entre causa y efecto. Disparar = muerte. Una escena que era imposible, pues se trataba de un arma con un poder letal sin precedentes. Dichos pensamientos de "¿Cómo lo hizo?" rondaban por su mente. Físicamente era imposible; también lo era sobre el papel, desafiar al destino, es estúpido. Pero el chico "albino" lo había logrado.
—Tenemos un serio problema si es verdad que la princesa está metida en este embrollo —comenzó a hablar—. Movilización de magos y hechiceros de todo tipo, atentados terroristas, y armas legendarias. Está más que claro lo que está por suceder aquí... un golpe de Estado. Piensa destronar a su madre y llevar el Reino Unido a una nueva guerra.
Ella miró a Goldie y Jose, quienes eran las mentes maestras detrás de todo. La espada Cortana no solamente era usada para coronar reyes y reinas, también era la llave para abrir el sello en el Palacio de Buckingham y liberar el poder sagrado acumulado en el templo, ubicado justo encima de la línea ley. Un poder que colocaría a su portador y sus hombres a la altura de los mismos ángeles. La Cortana II estaba en posesión de su madre Elizabeth, y solo la realeza podía blandir estos Tesoros Sagrados. Al estar el arma vinculada a su madre, no respondería a su llamado, ella no era reina. Es por eso que necesitaba buscar otra, y no podría forjarse una Cortana III, simplemente porque la receta se perdió en el tiempo, al igual que ocurrió con la original. Solo podrá usar la Cortana II si su madre es derrocada.
—La espada sagrada Excálibur. El prototipo de la Cortana, y seguramente, carecerá de seguro. Cualquier miembro de la realeza, sin ser todavía rey o reina de Inglaterra, podrá blandirla. Pero se corre con un gran riesgo: al no poseer de los seguros mágicos necesarios, podría liberar todo el poder sagrado de golpe... Eso podría llegar a destruir todo el país.
Estaba siendo generosa. Un poder de ese calibre, siendo liberado de sopetón en lugar de gradualmente, como una caldera que se encuentra a punto de explotar, no solamente borraría un país del mapa... haría mucho más que eso. Destruiría las islas Británicas, y severamente afectaría al resto del mundo; sería el equivalente a un meteorito del tamaño de la cordillera del Himalaya impactar contra Londres. Probablemente Europa entera resultase borrada del mapa de llegar a producirse el peor de los escenarios. Y la onda expansiva junto al megatsunami en conjunto con la inmensa nube de polvo impulsado hacia la estratosfera finiquitaría la partida a la que llamamos vida.
Eso... o tomar prestado el poder de la espada del rey Arturo, asesinar a su madre y su hermana, y quedarse ella con la funcional Cortana II, como monarca absoluta.
—Jose, ella estará bien —le dijo—. Yo estaré a su lado.
—No —se negó el muchacho—. Yo estaré aquí.
A lo largo de toda la noche, ninguna de las chicas fue capaz de moverlo del sitio. No durmió, no bebió, tampoco comió. Se mantuvo fiel a su lado, como si de su dueña se tratara. Velando por que la chica despertara de su sueño.
Parte 2
Mientras Jose y Rosie entrenaban en el campo y Goldie jugaba dentro de la casa con el móvil a un videojuego gacha al cual se había enganchado (por no decir que se había vuelto adicta), Phoebe se quedó a solas con Patricia. Estuvo leyendo el grimorio que escribió su madre, en el cual se encontraban anotadas un total de 327 hechizos divididos por tres categorías: Ataque, Defensa y Estado, y tres niveles: Nivel 1, Nivel 2, Nivel 3. Había un nivel extra, apodado por ellos como "Nivel 4". Las técnicas estaban catalogadas según gasto mágico o desgaste al realizarse. El primer nivel es para técnicas de bajo consumo y rápido fogueo, el segundo son movimientos comunes y los más empleados en combate, y las de tercer nivel son los llamados "ataques definitivos". ¿Qué era el cuarto nivel? Un apartado al que iban a parar diversas técnicas, sin importar su potencia o gasto energético, debido a que estaban diseñadas para acabar con la vida del oponente. En pocas palabras, técnicas de asesinato. Un gran ejemplo era Rayo Carga, técnica de Nivel 1 de elemento fuego: carga rápida, consumo de magia casi nulo, pero su letalidad radicaba en el fino rayo de plasma de altísimo voltaje y amperaje que, si atinaba, freía los órganos al instante. Nivel 1 y su potencia se equiparaba a un Nivel 3 como White Burst, puede que incluso mayor.
Siendo testigo de lo que uno podía hacer, y que la magia era el poder para cumplir los deseos del corazón, ansiaba poder estar a la altura de su hermano, su prima y sus amigas. Ella no era muy de entrenar su cuerpo, tampoco de lanzar maldiciones o alterar estados; lo que Phoebe quería era poder invocar a sus propios familiares al igual que hacían las brujas, atacar desde la seguridad de su compañero fiel. Poder para proteger a los suyos y acompañarlos, y en parte, satisfacer su egoísmo; ella siempre había sido la hermana mayor, la responsable, y la mejor; pero ahora esos roles se habían invertido: Jose era quien llevaba la batuta y poseía el control de la gran orquesta. Ella quería recobrarlo y sentirse bien consigo misma; al igual que él, no le gusta ser superada por nadie.
—¿Crees que puedo aprender a hacer magia en tan poco tiempo? Quiero ser útil para la batalla. Ya soy bastante fuerte físicamente, aunque no entrene.
—La magia de invocación depende en gran medida del poder mágico del mago —explicó Patricia—. No te preocupes, el secreto yace en la constancia y la paciencia. Te enseñaré de aquí al domingo a abrir tu "puerta astral" e invocar a tu ángel guardián. ¿Sabes algo sobre magia del Caos?
—No, no. No quiero un ángel guardián, quiero una bestia. Un fénix es lo que quiero. ¿Y qué es eso de magia del Caos? ¿Tiene que ver con el tiempo atmosférico?
—Mmm... —Patricia dudó por unos instantes si eso iba a ser posible—. Escucha, la afinidad del mago se decide al momento de nacer; se rige por la genética. Tu hermano no tiene buena afinidad con el elemento tierra, pero sí con el agua; el elemento fuego lo amaestró con tesón y lo hizo su principal el muy cabezón, pese a que nació para dominar el agua. Primero has de despertar tus circuitos y sabremos qué puedes y qué no hacer.
—¿Es muy complicado?
Desviando Patricia la mirada a un lado, pudo deducir fácilmente la respuesta.
—No importa, trabajaré. No pienso ser una carga para nadie.
—Creo que te prestaré un poco de mi poder para que vayas acostumbrándote a la sensación.
Parte 3
—Jose...
—Dime, Bonnie.
Un incómodo silencio quedó entre ambos. Se encontraban solos en el salón, no había nadie más alrededor, y los clientes se encontraban en sus habitaciones en el piso superior de la casa o habían tomado un bus a la ciudad. Las chicas estaban entrenando en el campo, así que ella obtuvo la oportunidad que tanto esperaba.
—Tú... —Las palabras se quedaron atascadas en su garganta, no querían salir—. Jose, tú, ¿cómo aprendiste a usar esa magia?
—Para el carro, Bonnie —atajó—, sé por dónde van los tiros; y no, no he usado magia oscura, no tengo. No he sacrificado a nadie como un pollo o un carnero frente a un altar dedicado a Belcebú. La magia negra nunca fue lo mío, nunca me gustó matar.
—Goldie y tú habéis cambiado; soy consciente de ello, desde aquel día. Sé lo asustados que realmente estáis, pero se lo ocultáis a todos, no habláis con nadie de ello y cargáis con todo vosotros solos. ¿No confíais en nosotros? ¿En mí?
Jose, molesto, bloqueó la tablet grimorio, dejando su pantalla en negro. Se levantó del sofá, y la miró directamente a los ojos. Los dos se miraron a los ojos, pudiendo reflejarse mutuamente en los iris del otro. Ojos verdes y ojos rojos. El chico no sentía la más mínima presión o temor frente a la Reina del Hielo, Bonnibel Rose... por fuera, por dentro realmente estaba temblando como un flan.
—¿Eso es todo? ¿Ya has terminado? —dijo él con arrogancia, deseando regresar a la comodidad de su lectura de libros prohibidos.
—Aún no. Velaré por vosotros, no quiero perderos. Se lo prometí a vuestra madre. Que pasara lo que pasara, jamás dejaría que algo malo os ocurriera a ti y a tu hermana. Pero quiero que te sinceres conmigo. Eras un chico puro, amable e ingenuo, muy inseguro de sí mismo y sus habilidades, que se calla y guarda todo adentro hasta que no puede más, de ahí esas alas; sigues siendo todas esas cosas, pero te has inclinado al lado de la oscuridad y el caos. ¿Por qué? Siempre eres el segundo al mando, con miedo de que al ser el jefe no sepas elegir o guiar; prefieres que otros propongan un plan y tú corriges, pero sabes qué hacer cuando las cosas se ponen feas y nadie más tiene la respuesta. ¿A qué tienes miedo, Joseph?
Jose levantó la mano dando finalizada la conversación, indicando que se fuera. Y así hizo.
—Tks. Qué molesta eres... deja de leerme como si fuera un maldito libro abierto... ¿Quién eres? ¿Mi madre?
Parte 4
Era casi la hora del almuerzo y seguían entrenando como locos. El golpe sería el domingo por la noche a las 00:00 horas. Tenían todo el domingo para descansar, aunque realmente nadie descansaría sabiendo el peligro inmenso que corrían. Una batalla campal estaba por tener lugar en los cuatro países que conformaban el Reino Unido, y el ojo del huracán iba a ser su capital: Londres. Era algo que no se podía ignorar así como si nada. Si bien una alianza con Faded Sun era algo muy bueno, no bastaba. La Facción Lemon era muy pequeña para cubrir un territorio tan amplio y su especialidad era analizar y clasificar información, además de que el grave fallo de la misma organización era el estar tan desperdigada; genial porque eran indetectables y cada miembro importante se movía con su propia división, pero horrible a la hora de reunirse todos en un único lugar.
Sumido en estúpidos pensamientos mientras jugaba consigo mismo al ajedrez, y ninguna de las ideas terminaban de cuajar, asumió que debían realizar una alianza más, una insuperable: aunar fuerzas con uno de sus enemigos para después darle la puñalada, colaborar con la odiada G.U.N.
En ese momento, un silbido fue captado por los oídos de todos los no humanos. Un silencioso motor que no pudo ser reconocido, como si cortase el viento. Lo que fuera se movía a gran velocidad y no tocaba el suelo. Rosie, Jose y Goldie se temieron lo peor: que se tratara de un DRAGOON. Mechas que G.U.N empleaba, armas de guerra que podía o no ser tripuladas por un jinete, las mejores contra los superhumanos.
Rápidamente salieron todos afuera a recibir al invitado de honor, cuando vieron a un joven llegar a la granja montando una especie de moto futurista, si se le podía llamar así. Las ruedas, brillando de color azul eléctrico y girando lentamente, se hallaban ubicadas, plegadas, debajo del transporte. El motorista iba vestido con un traje completamente negro similar al de neopreno de los buzos, pero se trataba de una armadura de combate... y una familiar que había visto con anterioridad. El caso era negro mate, con una visera aún más negra si cabía, absorbiendo toda la luz.
Esa cosa flotaba, levitaba. No parecía de esta época, sino de un mundo 40 años por delante del actual, casi mágico. Seguramente empleara una pila de hidrógeno, un núcleo de fusión nuclear o alguna locura de esas. Las ruedas giraron y se acoplaron a su sitio, convirtiéndose en una moto "normal". Su aspecto feroz y de otro tiempo eran imponentes, increíbles. Y el muchacho se bajó, presionó el icono hexagonal con la insignia de G.U.N en el pecho y el traje de combate se convirtió en un medallón que cayó sobre la palma de su mano y guardó en el bolsillo del pantalón vaquero roto.
Chico de 21 años, alto, delgado, fuerte y algo moreno. Llevaba vaqueros, jersey rojo, un colgante de cruz de plata en el cuello. Destacaba su pelo negro y pinchudo cual erizo, y su cara indicaba que muy listo quizás no era.
William Brown, el As de G.U.N.
—¡Hola a todos! ¡Sabía que estaríais aquí, en la fiesta! ¡¡Hola, Emma!!
—¡¡¡¿POR QUÉ COÑO ESTÁS TÚ AQUÍ?!!!
Hecho una furia, Jose le gritó. Su cola se erizó al punto de parecer un plumero, sacó sus garras, mostró sus colmillos y bufó y gruñó. No le agradaba ese sujeto mucho más fuerte que él y que era un completo idiota a su parecer.
—¡Hisssss! ¡¡¡Hisssssss!!!
—¡Hola, cariño!
"¿Ca-ri-ño?"
Esa palabra resonó con eco en sus cabezas.
Emma saltó a sus brazos como una niña chica y se besaron en los labios.
En shock, solo pudieron mirar con horror la que les acababa de caer encima.
Ahora, comprendían cómo Emma sabía de la existencia de G.U.N, los superhumanos y muchas otras cosas. Por qué trató ese tema con tanta familiaridad.
No tenía sentido que Emma supiera tanto. Aunque ella fuera una tecnópata y su poder le permitiera hackear absolutamente casi todo al poder "oír las voces" de los dispositivos electrónicos, tampoco se podía explicar las armas de tecnología punta halladas en el granero, todas ellas descartadas y cuyo único objetivo no era otro que asesinar al #2 Gai de un único, certero y fulminante disparo. No había manera en que ella sola hubiera podido obtener tales materiales, aquella tecnología, los planos y los conocimientos necesarios.
Con esto todo había quedado resuelto. Las piezas del rompecabezas cayeron en sus correspondientes sitios, y la imagen se mostraba ante todos, quienes observaban horrorizados cómo se morreaban delante de sus caretos como si la cosa no fuera con ellos.
—¡¿EEEH?!
"¡NO ME TOQUES LOS PUTOS COJONES, AUTOOOR!"
Parte 5
—...
—¿Por qué me odias tanto?
Jose estaba sentado en el regazo de Emma, de brazos cruzados y enojado. Cada vez que la mano de William al hablar se acercaba inconscientemente al felino, este soltaba un zarpazo que podía o no atinar.
—¡Au, oye!
—¡Hisss! ¡Vete a freír espárragos!
—¿Pero ahora qué le pasa a este?
El chico albino de metro y medio refregaba constantemente sus mejillas contra Emma y la olía, marcándola como propiedad suya. Los no humanos son muy territoriales y sus cosas son sus cosas, pero esto... aparentemente no tenía sentido ni por dónde cogerlo.
—¿Jose está celoso de William?—se preguntó Patricia.
—Entiendo que le tenga tirria porque no puede ganarle haga lo que haga en combate —dijo Goldie—, pero esto me sorprende hasta a mí. ¿Se ha enamorado de Emma?
Bonnibel los observaba, presionando el dedo pulgar de su mano izquierda contra el labio inferior, y mordiendo la uña con fuerza. Trataba de comprender la situación.
—No, no es eso —dijo Phoebe.
—¡Aaah! ¡Deja de morderme, que duele! ¡¿Pero a ti qué te pasa, tío?!
—Eeeeh... —Rosie se rascó la cabeza, moviendo la cola de un lado para el otro—. Jose, déjalo ya.
—¡Chomp!
—¡¡¡Aaaaaaaaah!!! —Lágrimas salieron de los ojos de William. Este intentó acariciar su mentón, pero Jose le mordió los dedos como si fueran salchichas. William sacudió su mano con todas sus fuerzas y Jose salió despedido, chocando su espalda fuertemente contra la pared—. Shit! ¿E-estás bien, tío?
—Ooh... —gimió de dolor—. Prrr... ¡¡Meeeeeeeeow!!!
Rápidamente se levantó y pegó un brinco desde el otro lado de la sala, para caer sobre William y meterle un potente puñetazo: un Megaton Punch totalmente cargado. William se defendió con su propio puño derecho, levantó una fuerte rasca de viento y el albino salió disparado fuera de la casa y detenido por la camioneta de Pedro. El gato cayó sobre su costado, hizo el intento de levantarse, pero no fue capaz y se dejó caer sobre su estómago.
—Te... odio... Puto... gringo... Aaah...
Rosie salió corriendo a auxiliar a su gatito herido. Inmediatamente, él lamió su mano.
—Gracias, Rosie... Te quiero...
—¡N-no digas chorradas! ¡No estoy haciendo esto por gusto, que lo sepas!
—¡Wow, a eso llamo yo tener puntería! —exclamó su hermana—. Podría haber atravesado la pared, o la ventana, pero salió despedido por la puerta abierta.
William sacudió su mano derecha, dolorida y humeando tanto por el mordisco como por el repentino porrazo que tuvo que arrojar para sacárselo de encima.
—Eso me sorprendió... Iba con más fuerza que cuando peleamos hace una semana en España. ¿Y por qué su boca está tan caliente? ¡¿Esos dientes de sierra son incandescentes?! ¡Qué miedo esos piños!
"Estaba exhausto cuando peleaste con él, pedazo de gilipollas." —pensó Goldie.
—¡Oh, eso es! —Bonnibel aplaudió—. Ya sé qué le pasa.
—¿Qué es, Bonnie?
Todos preguntaron lo mismo, mientras William se miraba la mano chamuscada y soplaba el humo, esperando que Emma le trajera un barreño de agua y vendas.
—Creo que es bastante obvio, ¿no? Tiene "pelusa", o sea, celos. Mirad, no sé que sucedió entre vosotros dos, pero Emma, Jose te ha aceptado como su hermana mayor, y no quiere que le quiten a su hermanita, ji, ji.
—¡¿Eh?! —Los ojos de Phoebe se abrieron como platos—. ¡Pero yo soy la mayor!
—¡Oh, genial! —rio Goldie—. Ahora lo odia por partida doble, je, je.
Parte 6
—Así que hay una conspiración al final, ¿eh?
William se sentó en el sofá. La tablet brillaba como un proyector, mostrando un plano holográfico de la ciudad de Londres. Con poco tiempo para prepararse, habría que improvisar. La monarquía, la estabilidad económica y la población de los países que conformaban el Reino Unido estaba en jaque. Y contar con William era algo muy bueno. La rama del Reino Unido de G.U.N estaba al tanto de lo que sucedía. Una alianza entre enemigos había tenido lugar, un pacto inimaginable: Facción Lemon, Faded Sun y G.U.N unidos pero no revueltos. Todos contra un enemigo en común: los magos rebeldes, la primera princesa Alice y New Dawn.
El tema de la estrategia militar lo ocuparían los Guardianes de las Naciones Unidas. La guerra de guerrillas obviamente se encontraba en manos de los jóvenes hechiceros. Fuerzas de la reina chocarían contra los desertores en las calles de Londres, era previsible. G.U.N hizo ya su movimiento de evacuar a la familia real, avisándolos para que huyeran sin levantar sospechas.
Cuando Phoebe sacó el tema de las flechas de Robin Hood y Bonnie resaltó la posibilidad de que estas pudieron haber sido producidas en masa, Goldie tuvo la terrible sugerencia de infiltrarse en el la Torre de Londres y sabotear todos los artefactos mágicos que tuvieran. Sin siquiera pensarlos dos veces, todas las cabezas voltearon al chico de la bufanda creepy.
—¿Qué? ¿Yo?
Parte 7
—¿Ya has terminado? —preguntó Emma, al verlo en la entrada de la granja. Guardó su móvil en el bolsillo y caminó hasta él—. ¿Y de dónde has salido? No te he visto.
—He caminado, nada más —respondió él sosegadamente.
—Pero ¿no saliste de aquí volando con esos dos tornados de viento en la espalda?
—Ya he aprendido a volar sin necesidad de usar los tornados; aunque está guay usarlos, dan mucha potencia y maniobrabilidad en el aire, como un insecto. —Jose le dedicó una sonrisa y hundió su cara en sus pechos—. Es mejor usar cuatro tornados, es más estable. Pero prefiero estos para aterrizar.
—¡Oye! ¡Espacio personal, gato pervertido! ¿Qué te crees?
—Hueles muy bien. Kon, kon... Kon, kon...
Emma lo empujó con desagrado, pero él se le acercó de nuevo, esta vez oliendo su cuello con un "kon, kon".
—¿Qué? —Ella lo miró extrañado. ¿Acaso ocurría algo? Su cola se levantó y se movía elegantemente de un lado para el otro,muy contento—. ¿P-por qué te quedas ahí parado?
—Emma —dijo él emocionado—, estás ovulando.
—Mmm... ¿Eh?
—Sí, tu fragancia hoy huele realmente bien. Es mucho más suave que de costumbre. Casi como fresas. Me gustan las fresas.
—¿Gracias, supongo?
Confundida, el chico gato marchó a la casa sacando un paquete de papas fritas y una botella de litro y medio de gaseosa de uva de su bolsa.
—Ugh, no entiendo cómo funciona eso. La bolsa está vacía, no pesa nada. Y, sin embargo, no para de sacar comida.
Parte 8
—¡Pelea conmigo, Jose!
—Que te follen.
Parte 9
—¿Por qué no quieres entrenar conmigo? Así podemos hacernos los dos más fuertes.
—Mira, que te quede claro: tú y yo no somos amigos. No soy como muchos otros protagonistas de anime y manga que pelean, que elegirían entrenar con su rival o enemigo. Lo que use contra ti en el entrenamiento en un futuro no funcionará. —Molesto, Jose trató de desviar el tema de la conversación—. A todo esto, ¿qué te pasó cuando me fui de la ciudad?
—Ah, eso. Ordenamos comenzar la reconstrucción de la ciudad. Cuando regreses estará todo como nuevo. ¡Hasta recibimos un pedido sorpresa de parte de un matrimonio! Oh, espera, no puedo decírtelo, me olvidaba.
—Sabes que no me refiero a eso...
—¿Eh?... ¡Ah, vale! Estoy un poco denso, perdón. Sí, tío, me abriste la cabeza. Fue muy buena esa.
—¿Que "solo" te abrí la cabeza dices? ¡¿Tú te oyes?! ¡¿Te escuchas a ti mismo?! ¡¡¿Eres subnormal o qué pollas te pasa?!! ¡Voy a tener que arreglar esta puta tele rota a putazos!
—¡Ja, ja, ja! ¡Deja de pegarme, oye! O-oh... ¿Te está sonando el móvil?
—Es ese tono de llamada otra vez; no pienso cogerlo, que se joda.
—Creo que es importante, ¿no?
—¿Estás sordo? Que se joda.
Parte 10
Esa misma tarde, la científica pelirroja volvió a presenciar otro fenómeno inexplicable. En esta ocasión, la pequeña chica rubia de 12 años de edad salió del bolso de Rosie, asustando a todos en el proceso al no esperarse tal numerito. Como si de un espectáculo de magia, los huéspedes que lo vieron aplaudieron y silbaron. La cara de rayao de Pedro no tenía precio, al igual que la de su hija. Viendo sus caras en blanco, habiendo sido la sangre drenada de sus rostros, esta procedió a explicarles que magos de alto nivel tienden a guardar sus cosas con ellos. Hizo la demostración llamando a una de sus Armas Simbólicas, en este caso el bastón, artefacto mágico que representaba el elemento fuego. Usualmente los magos cargan sus artefactos consigo, ocultos a la vista. Una mera ilusión. El arma mágica se encontraba a su lado, es por eso que ella solamente hizo el gesto de cogerlo; solamente que ellos no podían verlo, igual que si una capa de invisibilidad lo cubriera. Si alguien no tuviera cuidado, podría golpearse con un "palo de madera rojiza invisible". Estas armas eran como objetos de un videojuego, que realmente no existían en la realidad; y aunque resultaran destruidas, bastaba con ejecutar el comando de nuevo y reaparecerían. Aunque eso al costo de sus propias reservas de magia. He ahí la razón de una vez creadas, ocultarlas; constantemente recrearlas desde cero cuando se iniciara una batalla era un esfuerzo innecesario.
Bonnibel lo refutó argumentando que "la pereza es el pecado que más ha ayudado a la humanidad a progresar, encontrando formas de hacer más placentera y menos laboriosa la vida".
Muy diferente por el contrario era la hazaña de Goldie, quien ocultó su mano derecha detrás de la espalda y una BMX apareció de la nada, en la cual se montó y comenzó a dar vueltas alrededor del granero, dando saltitos sobre las pacas de paja.
—¡¿Qué?!
Rosie, Patricia, Bonnibel, Pedro y Emma no daban crédito. Aquella bicicleta no era en absoluto mágica, solo una BMX normal, corriente y moliente. Era muy similar a lo que usualmente hacía su primo Jose, sacando más y más objetos de su aparentemente infinita bolsa que usualmente se encontraba vacía, o en el mejor de los casos se hallaban una botella de cristal con agua bien fresquita recién salida de la nevera, un sándwich, la batería portátil para el móvil y un paquete de pañuelos.
Pero... eso era ridículamente imposible, todavía eran magos novicios. Hechizos que distorsionaran el espacio-tiempo precisaban de una ingente cantidad de poder mágico y una técnica altamente especializada, por no decir cuasidivina. Con unas reservas mágicas ligeramente más altas que el promedio no era posible, bajo ningún concepto.
—¡¿De dónde coño has sacado esa bicicleta?!
—Emma, relaja, te ha salido un gallaco —le dijo ella despreocupadamente—. William, ¿quieres? Te veo cara de que sabes.
—¡Sí, sé hacer muchos trucos! ¿Tienes otra?
—Desgraciadamente, esta es la mía —se disculpó ella—. ¿Tienes tú una por casualidad?
—No... la perdí hace unos días. Simplemente desapareció.
—Aah, qué extraño es eso, ¿no? ¿Quién robaría una BMX?
Como insistía con tal entusiasmo, se la prestó y estuvieron compitiendo a ver quién hacía más trucos. Rosie se sentó al lado de Jose, quien se encontraba leyendo una novela erótica en su tablet y ella le preguntó.
—Se trata de un juego de portales, ¿verdad?
—No —respondió.
—¿En serio? —reaccionó la mar de sorprendida—. Pensé que lo eran. ¿Entonces qué es?
—Humph —rio—, se trata de algo mucho más interesante. Ella tan solo la ha traído de su casa. Mover algo del punto A al punto B, instantáneamente, con solo pensarlo. Hablando de pensar, mi tía nos dijo que tenía una sorpresa. ¿Qué será?
—¿Y eso, cómo se hace?
—No es ningún hechizo; no es magia.
Jose estiró el brazo y una BMX gris apareció de la nada.
—¡¡Eeeh, William!! Esta es tuya, ¿no es cierto?
Al girar la cabeza, él la reconoció de inmediato.
—¡Sííí, esa es! ¡¿De dónde la has sacado?!
Bonnibel Rose, muy enojada, agarró su bolsa y le prendió fuego, calcinándola.
—¡¡Aaaaaaaah!! ¡¡Bonnieeeee!! ¡¿Qué has hecho?! ¡Mi bolsa, la bandolera que me regaló Pepi por mi cumpleaños!
—Quería saber qué pasaba. ¿Ha ardido también el otro extremo? Usaste la Teoría de Ídolos para igualar tu bolsa con tu mochila grande, ¿no?
—¡Por supuesto que sí, has calcinado mi mochila del instituto! ¡Tenía libros comprados de segunda manos aún por leer dentro! ¡¿Tienes idea de cuántas libras en golosinas acabas de destruir?!
—Te jodes, por lo de la bicicleta. Eres un gato muy malo.
La Reina de Hielo regresó a dentro de la casa sin decir palabra alguna, mientras Jose se lamentaba tratando de reunir el montón de cenizas que alguna vez fue su bolsa de Inside.
—Parece que vas a tener que comprarte otra bolsa —dijo Rosie.
—U-uuuh —gimió, casi llorando—. Que sean dos... ¿Me regalas una por mi cumple?
—Querrás decir nuestro cumple —lo corrigió inmediatamente ella.
—¡Y mío! —recordó Phoebe.
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