Prólogo
Cualquier falta de ortografía o error avisadme.
Quiero aclarar que habrá dos clases en la categoría omegaverse, aquellos que solo poseen a su animal interior pero pese a ello siguen teniendo las mismas características de celo,embarazos...(no pueden transformarse) y aquellos que son de raza pura (su descendencia es licántropa ) y por tanto si son cambia formas.
Vamos que hay de los que no pueden y si pueden transformarse (y todo depende se su descendencia)
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Todo era fiesta. Alegría y felicidad. El sol estaba en lo alto del cielo. Haciendo que aquel bello castillo completamente blanco y dorado brillara. Todos los puros bailaban en el enorme jardín del castillo decorado con mesas, faroles, sillas elegantes blancas y doradas. Todas las criaturas de aquel mundo, portadores, hermosas chicas de largas orejas, otros habitantes con hermosas alas de ángel blancas. Otros con delicadas y transparentes alas coloreadas similares a las de un hada. Criaturas similares a animales, mitad humanos mitad bestias, centauros, ninfas.
No era nada especial, solo una fiesta que a las princesas les había apetecido hacer. Que asistiera todo el reino. En aquel castillo que estaba en todo lo alto de la montaña. Bello y de gran magnitud. Los pueblerinos bailaban cogidos de la mano dando vueltas en diferentes círculos. La nobleza y la realeza de los pequeños reinos cercanos conversaban animadamente incluso con los habitantes con igualdad.
Las dos princesas omegas observaban todo aquello sonrientes. Subidas a aquellas escaleras desde donde se podía ver toda la fiesta. Idun y Margaret. Idunn, una hermosa chica de cabello largo, moreno y ondulado. Unos bellos ojos azules, tan azules como el cielo y tan bellos como un diamante. Que observaban la fiesta con detenimiento. Sus labios, delicados y rosados formando una sonrisa. Un bello vestido morado se ceñía a su cuerpo en la parte de arriba, y se abría desde la cintura al estilo princesa. Cubierto de diamantes, y sin tirantes, de manera que sus pechos abultaban. Una delicada corona de oro con un diamante morado estaba posada sobre su cabeza. A su lado, su hermana Margaret, su gemela, sonreía al igual que ella. Era exactamente igual salvo sus ojos. Unos bellos ojos color esmeralda. Su vestido era dorado, como su corona.
-¿Te diviertes?-preguntó Idun sonriente
-Mucho-murmuró su hermana con una suave sonrisa.
-Me encantan estas fiestas-susurró Idun respirando profundamente y volvió a mirar a la gente.
-Y a mí -sonrío Margaret-Pero me gustaría que Jared estuviera aquí -dijo la chica con melancolía recordando a su alfa
-¿Dónde está?-preguntó su hermana
-Con su ejército en las bahías de La Libertad -dijo la chica dándose la vuelta. Mirando su bello castillo. Solo para ellas dos.-La marca me está doliendo al tenerle tan lejos... sé que es su deber pero...
-Volverá pronto. Seguro-le sonrió Idun agarrando su hombro descubierto. -Estoy deseando volver a visitar La Tierra
-El mundo humano es peligroso, Idun-le riñó su hermana
-No donde yo fui. La gente era agradable, sonriente, feliz-dijo con entusiasmo -Algún día me gustaría vivir allí.
-Es una locura, tu sitio está aquí. Junto a un marido, un alfa, una marca, un cachorro...-dijo Margaret agarrando sus manos.
-¿Alfa? ¡Ojalá!-rio la castaña-Nadie se fija en mí...
Idun se apoyó en la enorme barandilla blanca que había al lado de las escaleras, observando con más detenimiento la fiesta.
-Ya encontrarás a alguien-le abrazó su hermana con afecto, oliendo su agradable olor a lilas
Un chico se abría paso entre la fiesta. Todos se quedaban callados, mirándole, molestos. Su larga capa negra rozaba el suelo, pero su sonrisa lasciva no se borraba de su rostro. Las medallas doradas que adornaban su pecho demostraban su rango. Su realeza. Con la mirada de todos puesta en él se acercó a las escaleras. Donde las hermanas le miraban. Margaret de manera seria e Idun confusa y con una ligera sonrisa. Aquel alfa era de cabello casi pelirrojo. Unas suaves pecas sobre su nariz, y unos hermosos ojos verdes mezclados con castaño que cautivarían a cualquiera. Su cuerpo era fuerte, alto y tonificado. El traje de príncipe se le ajustaba a su cuerpo al igual que sus pantalones. Desprendía un atrayente olor a madera y vino que hacía que todas las omegas presentes quisieran acercarse más aún
El chico con una pose elegante se detuvo a solo escalones de las princesas, las cuales no apartaban los ojos de él. Margaret le miró molesta.
-Buenos días, majestades - sonrió con sorna. Mostrando sus dientes.
-¿Qué hacéis vos aquí? -preguntó Margaret dando un paso.
-Todos están aquí, gente de todas partes de este bello mundo y me pregunté porqué yo no. Así que...vine-sonrió el chico. La chica cerró sus puños
-Solo eran amigos, aliados-dijo Margaret con el mismo tono serio
-¿Y acaso no somos aliados?-preguntó el chico sonriente. Margaret deseaba con todas sus fuerzas gritar y ordenar que acabaran con él, observó de reojo como todos los asistentes, detrás del príncipe, miraban la escena en blanco. Esperando a que algo sucediera. No quería ser tan cruel con él, rebajarse a su nivel.
-No quiero arruinar la fiesta, rey Edgar, puede quedarse-dijo la chica haciendo que el ruido y la felicidad volviera a reinar la fiesta. El chico sonrió con una sonrisa lobuna.
-Si me permite-dijo dando otro paso, extrañando a Margaret ya que el chico había alargado su mano. Pero no era en su dirección, le ofrecía la mano a Idun la cual le miraba sorprendida.
-¿Su majestad sería tan bondadosa de concederme un baile?-preguntó él mirándole fijamente a los ojos. Idunn con una ligera sonrisa la tomó, y sin separar su mirada de la del chico, los dos bajaron las escaleras blancas.
-Idun-le llamó Margaret preocupada, pero los dos guardias vestidos de negro que acompañaban al rey, le cerraron el paso con dos lanzas formando una X.
-Tranquilícese, princesa Margaret, solo es un baile -le dijo el pelirrojo que ya estaba al final de las escaleras creando furia en la chica.
Idun seguía enmudecida sin apartar la vista del muchacho, el cual le parecía sumamente apuesto.
-¿Hay algún sitio más privado, su majestad?-le murmuró él acercándose peligrosamente a ella. Idun sin decir una palabra, asintió. Y guiándole le llevó hasta uno de los jardines reales, apenas se escuchaba la música, lo suficiente. Desde donde se podía ver todo el reino y los reinos cercanos.
Dos niños corrían jugando, uno de ellos se calló delante de la pareja, y comenzó a llorar. El pelirrojo se acercó a él y lo cargó en brazos
-¿Te has hecho daño?-preguntó Edgar y el pequeño asintió, incapaz de apartar la mirada,le daba miedo aquel hombre desconocido para él.-Enseguida se te pasará-sonrió el chico. Edgar dio un chasquido. Uno de sus guardas que estaba escondido apareció y se acercó al rey para entregarle una enorme piruleta a Edgar y que este se lo diera al pequeño. El cual sonrió enormemente antes de agarrar la golosina. Edgar dejó al pequeño en el suelo y este se fue corriendo, dejándolos solos de nuevo ya que el guardia había desaparecido.
Idun le miró confusa, ya que él no apartaba la vista. Cada centímetro de su cuerpo, examinándola.
Idun se estremeció al sentir la mano del chico en su cintura. Así de cerca ambos podían olerse mutuamente. Edgar deseaba posar sus labios en aquel pálido cuello y oler su esencia a lilas hasta desfallecer
-Deseaba este momento-murmuró él. Acariciando su mano para luego entrelazarlas. Idun alzó la vista observándole. A aquellos bellos ojos castaños verdosos. Mientras su mano firme agarraba su cintura.
-¿Bailar?-preguntó ella confusa
-Vine aquí solo por un rumor. Decían que en esta fiesta se encontraría la omega más bella que hay en este mundo y he venido a buscarla-murmuró él mientras los dos se mecían en un suave compás.
-¿Y su búsqueda ha dado fruto?-preguntó en susurros muy cerca del rostro del castaño.
-Por supuesto-murmuró-La tengo delante de mí.
Ella se sonrojó haciendo que él sonriera sin enseñar sus dientes. Su alfa interior estaba dando saltos de alegría
-¿Por qué aparenta ser cruel cuando en el fondo es bondadoso?-preguntó ella mirándole fijamente. Enormemente confusa
-Todo un rey necesita tener su fama. Si mis enemigos me conocieran por ser bondadoso no me tendrían miedo y respeto ¿No cree majestad?-preguntó el dándole una vuelta y cuando volvió a agarrarla los dos estaban más juntos. Idun miró los labios del chico y luego a sus ojos.
-No se necesita tener miedo ni enemigos, sino aliados- susurró la morena y él sonrió
-Mi reino no tiene muchos aliados y aun así es poderoso. ¿Qué responde ante eso?
-En algún momento necesitará a alguien-dijo ella
-Yo también lo creo- dijo serio pero en el fondo sonriente y atento a la reacción de la chica. La cual fue sonrojarse. -Tengo una pregunta para usted, princesa.
-¿Cuál?-preguntó ella.
-Su hermana es conocida por su carisma y afecto. Todos piensan que podía ser una gran reina, pero...¿Y vos?-preguntó él.
-¿Yo?...No. Margaret si vale para eso. La gente dice que soy demasiado fría.
-Pero inteligente -dijo él cortándole - Eso es más importante que la carisma. Además, una reina bella puede encandilar a cualquier rey-dijo Edgar pasando su dedo por le mejilla de la morena, acariciándole.-Sea el rey que sea.
-Esas no son mis expectativas-dijo ella en susurros sin despegar sus ojos
-¿Y cuales son?-susurró él
-Enamorarme-dijo en voz baja. - Conocer personas, a mi alfa, cachorros, ver el mundo. Salir de aquí.
-¿Y si yo le diera todo eso?-preguntó él confundiéndole -Amor, cachorros...
-No sabría que decir...-dijo ella apenas audible su voz. Edgar sonrió, eso era suficiente para él. Con suavidad agarró su cuello para con un ligero movimiento acercarla a él. Para darle un suave beso. Y después otro que Idun siguió sin saber el porqué. Llevada ante los encantos del rey.
Mientras, sin ambos saberlo, una persona les moraba desde un punto escondido sin que nadie se percatara de ellos. Observando la escena furiosa.
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Tranquilos,la historia es Jelsa y habrá Jelsa, esto es solo una pequeña introducción así que pido paciencia. Espero que os haya gustado.
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