Capítulo 17
Capítulo 17: "Lost"
Averet. Al día siguiente
Tardaron un día en llegar, una tormenta les había sorprendido de camino al castillo y se habían visto obligados a parar para resguardarse. Cada minuto que pasaba crecía la histeria en Jack. Su pecho dolía, su alfa arañaba en su pecho. Sabía que Elsa pese a no estar unidos era capaz de sentirla, quería ir tras ella, ir hasta allí y arrancarla de los brazos de aquel demente de ojos color ámbar.
Veía con recelo como Flynn abrazaba a Rapunzel, su omega. Su vida y su todo. Mientras esperaban a que la lluvia amainara.
No tardaron mucho en ponerse en camino cuando todo pasó y pese a ser de noche retomaron el camino.
Las primeras luces del alba se asomaban cuando estaban entrando por las puertas del reino, el comité de los guardas les recibió enseguida y la histeria comenzó a propagarse en cuanto se dieron cuenta de que la princesa no se encontraba con ellos.
Un guardia entró corriendo antes de que los tres chicos pudieran entrar en el castillo para avisar a los reyes.
En cuanto Rapunzel seguida por los dos lobos pusieron un pie en el castillo, los reyes ya ataviados entraron como una fuerte corriente de aire en su búsqueda.
-¡¿Cómo que Elsa ha desaparecido?!- prácticamente gritó la reina
Rapunzel volviendo a pensar en lo sucedido comenzó a llorar de nuevo invadida por la culpa
-Fue mi culpa-Soltó- M-me despisté un momento y el-ella se adelantó para ver unas telas-lloraba tapando su rostro
-Chocó contra un antiguo guardia de Pitch y este le reconoció- Terminó de explicar el chico de cabellos castaños al ver la indisposición de la rubia- íbamos a rescatarla pero ya habían dado la voz de alarma y Pitch ya estaba allí junto con seis guardias. Eran mayoría y poseían armas. Nosotros no.
-Estáis intentando decir que...-murmuró Margaret sin querer saber la respuesta
-Pitch tiene a Elsa-murmuró Jack
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La cabeza de Elsa dolía, dolía mucho. Sentía que su cuerpo se movía, que le movían, que le tocaba...Veía sombras, veía luces... sus párpados le estaban traicionando...
Sentía su cuerpo extraño, como si un elefante le hubiera pisado. Sentía la necesidad de moverse pero su cuerpo no se lo permitía y no sabía por qué. También sentía un extraño calor en sus extremidades. Dios, quería levantarse ya, saber qué demonios le estaba ocurriendo.
Intentó abrir los ojos pero solo veía borroso. Los volvió a cerrar.
Venga, Elsa, una vez más
Pensó.
Intentó abrir los ojos de nuevo, seguía viendo borroso pero se había reducido. La luz era tenue, podía distinguir lo que parecían candelabros, velas. Arañas en el techo iluminando de forma suave aquella oscura habitación
-¿Dónde coño estoy? -Se preguntó a si misma en voz alta
Alzó la cabeza para encontrarse sus muñecas atadas a los postes de la cama con una especie de cuerda brillante y dorada
¿Por qué brilla? Es una puta cuerda que brilla
Miró sus pies y en efecto también estaban atados con aquella extraña cinta brillante.
Asustada miró a su alrededor para intentar recordar como cojones había llegado ahí
Rapunzel......Mercado......Una tela bonita......Jodida tela bonita......Un choque......ella siendo atada a una cama......Aquel extraño chico de cabello azabache...ella siendo metida en un gran y negro carruaje...y lo último que recuerda fueron aquellos ojos amarillos mirándole fijamente y después...todo negro
Se miró a su cuerpo para descubrir que le habían puesto un delicado conjunto de encaje negro. Le llegaba hasta el principio de sus muslos pero dejaba ver todo aquello que cualquiera desearía.
Se movió intentando comprobar si aquellas cuerdas podían ser desatadas con el movimiento pero todo esfuerzo fue en vano. Sus muñecas ardían de tanto retorcerlas, al igual que sus tobillos. Suspiró frustrada intentando quitarse un mechón de su platinado cabello que había caído en su rostro
Si solo hubiera hecho caso a Rapunzel... si Jack no se hubiera alejado de ella...estúpido Jack...estúpido mundo mágico.
Escuchó un ruido como si de unas llaves se trataran.
Por la puerta entró aquel chico, que en cuanto sus miradas conectaron, sonrió. Iba vestido con una fina camisa negra incluso un poco transparente permitiendo ver su fornido pecho gris. Su cabello negro estaba ligeramente revuelto. Portaba unos pantalones ajustados negros del estilo de montar a caballo y unas altas botas negras hasta la rodilla.
-Buenos días...-dijo de manera grave y sensual sin apartar su mirada
Enfádate. Intenta controlar la mierda de tus manos y rompe la cuerda. Pensó
-Oh, no vas a poder, querida...-sonrió aproximándose. Se agachó para coger una uva de la bandeja de comida que Elsa se acababa de dar cuenta que estaba a los pies de la cama perfectamente acomodada con cantidades exuberantes de comida y jugos. – Las cuerdas son mágicas... pensaba sacarte cual era tu habilidad especial durante un...pequeño interrogatorio, pero ya no hará falta- rio mientras se metía la uva en la boca
¿Cómo...?
-¿Qué cómo se lo que piensas?- rio con una sonora carcajada. No eres el único ser puro aquí, cariño...-dejó de comer la fruta para ir dando tortuosos pasos camino hasta ella. Alargó su mano para acariciar con delicadeza los pies de Elsa mientras su rastro iba ascendiendo por sus muslos
La miraba como un león miraba a su presa antes de comérsela.
-¿Tienes hambre?-preguntó sacando de repente una fresa. Sentía su frío aliento cada vez más cerca de su cara. Pitch deslizó la fresa entre los turgentes pechos de Elsa haciendo que ella le mirara de una manera asesina.
Posó la fresa en sus labios pero ella no abrió la boca
-¿No? Una pena...- rio entre dientes y dejó la fresa a un lado de la cama, sobre una mesilla.
Elsa sintió la cama hundirse cuando él se sentó de lado, mirándole sin apartar aquellos ojos que pese a la oscuridad de la habitación podía ver perfectamente su brillante color amarillo
-Antes de entregarte a mi madre para...bueno, un pequeño sacrificio que acabará con tu vida, me gustaría jugar un poquito contigo-sonrió agarrándole la barbilla, posando su pulgar sobre los labios de Elsa.
La rubia aprovechó este acto para morderle el dedo gordo haciendo que el chico soltara una maldición apartando su mano. De repente un fuerte golpe acompañado por un picor en su mejilla izquierda le hicieron girar la cabeza. Su respiración se agitó.
-Sabía que estar todo el tiempo entre lobos te haría comportarte como una perra...pero no me imaginaba que eras tan perra...-murmuró aún en un tono bajo pero esta vez amenazador. Sin embargo aquella mirada de perversión no había cambiado su rumbo- Vamos a empezar otra vez si no quieres morir antes de tiempo
No me puedes matar, gilipollas. Tu madre también quiere hacerlo... pensó
De repente Pitch rio
-En efecto, sí. Mi madre quiere hacerlo, pero como me cabrees mucho pequeña zorra, yo también puedo formar parte de tu ejecución- dijo agarrando el cabello de Elsa con fuerza, tirando de su cabeza hacía atrás exponiendo su cuello para él.
Elsa era incapaz de moverse y eso le ponía nerviosa. Sintió unos fríos labios posarse en su yugular y gimió por el contacto repentino.
Sintió la sonrisa del chico en su cuello.
-Ahora entiendo por qué el perrito no quería separarse de ti...-rio- Hueles tan bien....- De repente lamió el cuello de Elsa, haciéndole de nuevo gemir. Se regañó a sí misma. ¿Por qué le afectaba tanto? Bien pudiera ser que el único chico que le había tocado en toda su vida era Jack y ahora mismo su mente se encontraba enfadada con él
-¿D-de qué coño conoces a Scottie?- murmuró
El pelinegro se separó de ella mirándole fijamente
-¿Scottie? ¿Qué coño es...?- su pregunta nunca finalizó. En cambio, una aterradora sonrisa creció en su cara. Pudo jurar que los ojos se oscurecieron con un brillo extraño y más malévolo aún si eso fuera posible.-Ohhh... ¿El idiota de tu protector aún no te lo ha dicho?
-¿Protector? ¿Qué cojones es...? ¿Te refieres a Jack?- preguntó más confusa aún pues aquel chico parecía saber incluso más que ella de su jodida nueva vida y eso le cabreaba aún más. ¿Cómo cojones sabía este tipo, el supuesto enemigo de su familia más que ella?
-Jack...Darian...Scottie. Como prefieras llamarlo, cariño- rio Pitch acariciando su mejilla mientras Elsa se echaba hacia atrás para repeler su tacto. – El caso aquí es que ese peludo amigo tuyo no te ha contado nada...
-¡¿De qué coño estás hablando?!-gritó cansada de tanto secretismo y palabras extrañas.
-Tu guardiancito de pelo blanco es un hombre lobo. Un alfa, un Nubo, el príncipe de su clan... Es el estúpido lobo blanco que te ha acompañado siempre-Terminó de decir a escasos centímetros de sus labios- Y por tu reacción, querida, deduzco que no te lo contó- dijo limpiando la lágrima que estaba cayendo por su mejilla.
-Me ha mentido...-susurró más para si misma que para el extraño.
El pelinegro hizo un sonido de desaprobación con la boca.
-Pensé que el futuro Alfa sería más inteligente... engañar con viles mentiras a una pobre criatura como tú...-dijo con fingida voz de lástima. – Aunque creo que podemos solucionar esa tristeza... ¿No, preciosa?
Pitch se iba a aproximar para besar los labios de la rubia, sin embargo fue recibido con un cabezazo
-Ni loca, psicópata de mierda- murmuró Elsa sin aparatar sus azules ojos llenos de ira mientras un fino hilo de sangre surgía de su frente.
El pelinegro se levantó de golpe y sonrió
-De acuerdo, creo que un pequeño tiempo en las mazmorras conseguirá despejar tus decisiones, pequeña zorra-Sin Elsa darse cuenta, el pelinegro movió sus manos, de ellas surgieron unos hilos de aquella extraña arena negra que se trasladaron hasta sus manos y le obligaron a juntar sus muñecas atándolas ahora juntas.
-Caminando- dijo una vez el pelinegro cuando consideró que el trabajo estaba acabado.
Su cuerpo era empujado por unos sucios y oscuros pasillos. Solo se escuchaba los pasos y sonidos del resto de prisioneros encerrados. No sabía a donde le estaba llevando y eso le aterraba.
-Creo que haréis buenas migas... al fin y al cabo tenéis mucho de qué hablar- dijo tras empujar a Elsa dentro de una celda y cerrar esta con fuerza.
Elsa confusa miró como el chico desaparecía por el pasillo, giró su vista encontrándose con una figura escondida en la oscuridad de la celda.
No podía verle el rostro pero aquella persona sí podía vérselo a ella.
Vio como aquella extraña figura se movía y escuchó lo que parecía ser un sollozo
-¿Elsa?- una dulce voz preguntó
La rubia no respondió pues se había quedado anonadada al ver la figura que emergía de las sombras. Una mujer que no aparentaba más de los treinta. Una cara tersa y blanca manchada por la suciedad, con el rostro bañado de lágrimas y unos hermosos ojos azules que parecían cristal. Su cabello estaba recogido en una cola baja y revuelto, sucio.
-Mamá...- las palabras se escaparon de sus labios.
El primer acto fue de la mujer la cual tras un agudo grito de llanto, se lanzó a los brazos de la chica.
-Elsa- lloró en su hombro. Elsa aún en shock era incapaz de responder. La mujer se apartó y agarró su cara- Dios mío, eres tú...- lloraba más aún-No deberías estar aquí, no debes estar aquí ¡¿Por qué estás aquí?!-hizo esa última pregunta furiosa
-Mamá...-volvió a decir aún sin creérselo –E-Eres mi madre...
La expresión de la mujer se relajó. Con sus delgadas manos acarició el suave rostro de la joven, el cual también se encontraba bañado de lágrimas.
-Sí, mi amor... soy tu madre- murmuró Idunn sonriendo. Ambas no dejaban de soltar involuntarias lágrimas y de apartar sus miradas.- Mi niña...mi bebé...-rio- Cómo has crecido...
Elsa no respondió y la primera reacción que tuvo fue abrazarla con fuerza.
Ahí permanecieron madre e hija. Abrazadas mientras Idunn proporcionaba suaves caricias en la espalda de su hija, en el oscuro silencio de una celda del castillo de Arendelle.
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Una blanquecina espalda estaba descubierta. Jack se encontraba de rodillas en aquella lúgubre sala. Con su espalda al aire siendo calada por el frío de la noche. A su alrededor se encontraban los miembros de la guardia real.
Apenas unas antorchas alumbraban la sala pero eran suficientes para contemplar el acto que se iba a llevar acabo.
-Jackson... ¿Estás seguro que quieres hacerlo?- escuchó la voz de su primo. Aster se encontraba detrás de él.
-Sí- dijo de manera rotunda y con su mirada perdida en el frente, cristalizada por las lágrimas- Es el código, la ley...-suspiró-Hazlo
Escuchó como el chico de pelo gris suspiraba-Si así es tu deseo...- Aster alzó la mano dando la señal
¡ZAS!
El primer latigazo.
Su cuerpo le falló y calló al suelo pero se vio obligado a recomponerse.
¡ZAS!
El segundo.
¡ZAS!
¡ZAS!
Dos más atravesaron su columna vertebral. El dolor se expandía por todo su cuerpo y la sangre caía por su espalda en finos ligueros.
Y con el sonido de los latigazos, el peliblanco acataba el castigo que le respondía por haber perdido el rastro de la princesa. Por haberla perdido, descuidado...ahora por su culpa ella corría el peor de los peligros... su muerte
Continuará...
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