Capítulo 15
Capítulo 15: ¿Confías en mí?
"Narrador"
Jack abrió sus ojos encontrándose con la bella imagen de la rubia durmiendo acurrucada en su pecho, rodeando su torso con sus delicados brazos como si él se tratase de un suave peluche. No recordó en que momento de la noche ella acabó rodeada en sus brazos, pero para él era la mejor sensación del mundo.
Sus pesadas pestañas oscuras se movían debido a la fuerte respiración del peliblanco, el cuál no tardó en reparase de que el delicado camisón de Elsa se había caído ligeramente por el hombro izquierdo siendo él capaz de ver su piel blanca iluminada por el sol, su suave hombro, su delicada piel, y parte de su pecho que por apenas centímetros no estaba expuesto a él... Su tez resplandecía y desde aquella distancia era capaz de oler su aroma a rosas frescas proveniente de su cabello que le tapaba la mitad del rostro.
Alargó su mano izquierda para quitarle el flequillo y verla mejor dormir , cómo sus labios estaban entreabiertos y cómo él deseaba besarlos... Tenía una enorme debilidad por besar su piel, su piel al desnudo, la tenía a sólo unos centímetros ...tan cerca y tan tentativo...
Deslizó con suavidad sus labios sobre su hombro el cual se encontraba frío como el hielo y el único pensamiento que pasó por su cabeza era querer calentarlo con sus besos. Le dio otro beso saboreando su piel , su aroma, su fragancia...algo estaba despertando en él y no quería soltar a la bestia, sabría que no se detendría si comenzaba. Sus impulsos y sentimientos eran demasiado grandes como para parar y más cuando el amor que sentía por Elsa era tan grande.
Alzó la vista para asegurarse de que ella continuaba dormida, pero se vio con la sorpresa de que ella estaba recién despertada, mirándole asombrada por sus actos.
-¿Qué...-murmuró ella pero él enseguida la calló colocando su dedo índice en sus labios. No lo soportaba más, no aguantaba esa agonía de callárselo por más tiempo, tantos años reprimiendo aquel deseo que debía llevar escondido, ese deseo que carcomía sus entrañas cada vez que le miraba. Acarició sus labios con su pulgar subió su mano por su espalda y le empujó juntándole más a sí mismo.
A ella no le dio tiempo a decir nada cuando sus labios ya estaban pegados a los de Jack. Los movía de manera delicada saboreándolos, sin dejarle respirar. Nunca había tenido tal oportunidad y no iba a desaprovecharla. La besaba cada vez más fuerte, más apasionado, aprisionándola contra su congelado pecho. Con un rápido movimiento le colocó debajo de él entre sus piernas.
Separados se quedaron jadeando mirándose el uno al oro. Él:ardiente de deseos. Ella: aún sin poder creérselo. Él estaba ahí, encima de ella le acababa de besar y parecía que sus intenciones eran continuar. Jack acarició su mejilla con suavidad
-Lo siento...-murmuró- lo siento no puedo aguantar más...-gimió él contra sus labios antes de besarle otra vez. Elsa no dijo nada y solo cerró los ojos. En su vida hubiese soñado aquella situación y menos con él, aquel muchacho que siempre le había parecido inaccesible.
-No, el vestido rosa no le pegaría...-La voz de Rapunzel irrumpió en la sala, entrando ella acompañada de un par de sirvientas en la habitación las cuales gritaron al ver la escena.
El par de muchachos se separaron rápidamente , las tres muchachas salieron de la habitación quedando una incómoda situación. Él le observó, ella estaba jadeando y más sonrojada que un tomate. No sabía que decir, cómo actuar, le acababan de pillar intentando retozar con la princesa...cómo su padre se enterase, o peor... cómo los reyes se enterasen... sería hombre muerto.
-Debería irme...-murmuró él rompiendo el silencio, ella solo asintió sin decir nada. Salió de la cama y se alisó las arrugas de su camisa blanca. Al abrir la puerta le esperaban fuera Rapunzel y las dos sirvientas las cuales cuchicheaban. -Majestad...-murmuró agachando su cabeza y ella le respondió el saludo.
Sin decir otra palabra salió por el pasillo para desaparecer en la esquina de este.
Elsa pasó una mano por su rostro incapaz de analizar todo lo que acababa de suceder, Rapunzel asomó su cabeza y sonrió
-Ya pueden pasar, dejen el vestido ahí-dijo la rubia dándole órdenes a las criadas las cuales enseguida accedieron y tan rápido como entraron,salieron.
La rubia se quedó mirando a su prima que continuaba metida en la cama tapándose con las sábanas. Le sonrió y luego dio una sonora carcajada- ¿Qué demonios ha pasado?
-N-no lo sé...-susurró
-¿Qué no lo sabes? Demonios Elsa, os estabais enrollando.
-Bueno...enrollando...-murmuró ella
-Enrollando- le interrumpió Rapunzel segura de sus palabras- Por cierto...¿Qué hacía aquí?
-Oh..eso..-murmuró la muchacha mirando sus manos sintiendo la vergüenza dentro de su ser- Anoche tenía problemas para dormir...y él me tranquilizó-dijo evitando sacar la parte de sus nuevos adquiridos poderes
-Ya...-murmuró mirándole con los ojos entrecerrados y una sonrisa cómplice haciendo que el color en las mejillas de Elsa aumentase- Vístete,hoy tenemos desayuno con el príncipe- dijo haciendo que Elsa resoplase y se echase hacia atrás tumbándose de nuevo.
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-Las haulias en este tiempo están hermosas - sonrió el muchacho de cabellos castaños mientras la familia real y él tomaban una taza de té en el comedor exterior del jardín. Un bello lugar escondido por la espesa arboleda de flores y arbustos de todas las especies que había tanto en Averet como en otros reinos.
-Fue un regalo del reino de Xanosus, es la flor nacional de su reino- sonrió la reina con una flamante sonrisa recordándole a Elsa lo tan parecida que era a Rapunzel.
Miró a esta de reojo y estaba con una sonrisa risueña observando a su amigo.
Pero había algo que no le dejaba estar tranquila y era sentir su presencia detrás de ella. Normal,era su escolta personal,pero sentía aquella distancia demasiado corta y el echo de no poder girarse y mirarlo para ella era como una pesada carga de muchas toneladas que le cubrían encima.
El castaño notó a dónde se dirigía la discreta mirada de la princesa y sonrió con sorna.
-Majestades...si no les importa, me gustaría hablar con la princesa Elsa en un lugar más apartado...por unos temas que supongo que ya sabréis - murmuró Hipo dejando su taza en la mesa haciendo que la muchacha me mirase confusa sin saber de qué estaba hablando
-Por supuesto- sonrió el rey.
Hipo le tendió su mano a Elsa la cuál la cogió intrigada,nada más dar un paso sintió como él se movía también tras ella sabiendo que no iban a estar completamente solos.
Tras una larga vuelta y de asegurarse que no había nadie a sus alrededores,Hipo concluyó la marcha y con ello el silencio que la adueñaba.
-Bueno,princesa,mi objetivo era que aprovechase el día de hoy para practicar con su escolta lo que...usted ya sabe- dijo esto último en voz baja haciendo que Elsa mirase al peliblanco de reojo- Intenten ser discretos,no queremos que haya ningún accidente - dijo antes de irse por aquel sendero del jardín dejándoles a los dos solos.
-Ven conmigo- dijo él agarrando su mano sin dejar que ella hablase.
Le condujo por los jardines hasta adentrarse dentro del palacio de nuevo. No era incapaz de pensar en otra cosa,nada más fijarse en como agarraba su mano con una suavidad excelente y le llevaba por aquellos enormes pasillos sin saber el paradero de su destino final.
Jack se detuvo ante unas grandes puertas blancas, sacó una llave de su armadura y abrió las puertas. Le sonrió firmemente haciéndole saber que tenía que entrar,y así hizo Elsa.
Mientras el peliblanco cerraba para que los dos pudiesen tener un poco de intimidad,la muchacha escrutaba cada parte de aquel gran salón sin ningún mobiliario a la vista dejándoles un gran espacio.
-Bueno-dijo él dando una palmada haciendo que ella se diese la vuelta. Jack le miró sonriente- Vamos a empezar.
Se quitó la parte de arriba de su armadura quedándose solo en los pantalones metálicos y una camisa de tiras blanca.
-¿Empezar qué? -preguntó ella girándose en su dirección. Él sonrió y sin decir nada agarró sus manos.
Disfrutó tanto por dentro de la reacción que tuvo ella: abrió sus labios, sus mejillas se enrojecieron a más no poder y podía sentir desde sus escasos centímetros de separación la respiración de Elsa.
Hizo que sus palmas mirasen al techo
-Necesitas estar relajada...respira conmigo- murmuró él y ambos cogieron aire al mismo tiempo -No debes dejar que las emociones te controlen...no las malas al menos
-Pero...yo no...no se cómo
-Mírame— le dijo tranquilizándole- Visualízalo- le interrumpió mirándole a los ojos -mira como se mueve...en tu mente...que forma...que color...
Elsa sólo cerraba los ojos dejándose llevar por sus palabras
-Siente como va desde tu pecho...pasando por tus brazos...hasta tus manos-murmuraba él mientras ella sentía un cosquilleo por las zonas que él iba nombrando.
Jack sonrió al ver como sus manos comenzaban a descender de temperatura,cómo comenzaba a brillar sus yemas y cómo despacio comenzaban a surgir pequeños copos de nieve.
-¿Ves?-murmuró en voz baja haciendo que Elsa abriera sus ojos y mirase sus manos siendo incapaz de creerlo. Suaves espirales salían de sus manos reflectando una luz azul y blanca, acompañadas por pequeños copos de nieve.
Ella sonrió incapaz de creérselo,mirándole a él y a sus manos repetidas veces para saber si aquello era real, si aquella magia que salía de sus manos era verdadera
-¿Qué hago ahora?-murmuró ella impaciente sonriendo como una niña pequeña lo haría. Jack veía en sus ojos un enorme brillo de ilusión, nada de miedo.
-Muévelo-dijo él soltando sus manos para hacerle una demostración. El comenzó a mover sus dedos y al igual que Elsa, de estos salieron brillos azules que comenzaron a materializarse en espirales blancas
como la nieve y a continuación los movió arriba y abajo haciendo que las espirales siguiesen el movimiento de sus manos, haciendo bellos dibujos en sus manos de diferentes tamaños y diferentes patrones.
Elsa los miraba entusiasmada e imitaba los pasos del peliblanco y impresionándose de cuan sencillo era crear aquella bella magia. Una pequeña criatura se formaba en las manos del peliblanco convirtiéndose en un pequeño conejo que comenzó a saltar en el aire y alrededor de Elsa hasta posarse en su cara y explotar delante de ésta.
La muchacha comenzó a reír aún más de lo que ya lo estaba haciendo y ella en un acto de imitarlo comenzó a mover las manos igual que él, pero en vez de crearse un animal, sólo se creó una bola de nieve grande que no dejaba de dar vueltas.
Elsa sintió la mano de Jack tocando la suya, alzó la vista para mirarle a los ojos, los dos conectaron inmediatamente. De repente él empujó sus manos , y con ello la bola mágica, hacia arriba haciendo que esta saliese despedida al techo de la habitación, y justo antes de llegar al techo explotó en miles de pedazos deshaciéndose en el techo, iluminando la sala.
Los pedazos se comenzaron a convertir en copos de nieve que caían lentamente sobre ambos. Elsa dejó de mirar arriba para volverse a mirar a los ojos los cuales le miraban atentamente. Aquellos ojos azules y fríos que no dejaban de observarla. No se había dado cuenta de que sus manos continuaban juntas, Jack tiró suavemente de ella para juntarle todo lo que pudiese a su cuerpo.
Agarró su mejilla haciendo que Elsa suspirase, le miró a los ojos, luego a sus labios y no tardó nada en juntar sus labios con los de ella fundiéndose en uno sólo.
Un ojo se veía desde la rendija de la puerta que había sido abierta sin saberlo ambos quedando aquel momento tan íntimo, descubierto.
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Cuatro lobos corrían entre el espeso bosque que se iluminaba con la brillante luz de las dos lunas que adornaban el cielo aquella noche. Su velocidad iba disminuyendo hasta que de repente, los cuatro canes se detuvieron.
La sombra de sus transformaciones se reflejó en los anchos troncos de los árboles que les rodeaban.
Jck, Flynn y Aster seguían al señor Frost, los cuatro ya caminando, por lo que quedaba de camino hasta llegar lo que parecía ser una aldea. La entrada de ésta, estaba decorada con un enorme arco de madera y en el centro de este, la figura tallada de un lobo.
Se escuchaba música desde fuera y se veía la radiante luz de una hoguera. Cada vez que se adentraban más en aquella aldea podían ver mejor la fiesta que estaban celebrando alrededor de un enorme fuego. Hombres sin camisa y con un gorro de lobo sobre sus cabezas, cuerpos bien formados y de gran estatura. Danzaban alrededor del fuego siendo alabados por un grupos detrás de ellos compuesto por gente de todas las edades.
Un grupo de mujeres estaban sentadas en unos troncos aparte sólo para ellas pues eran un grupo especial. Su vestimenta era ligera, tapando solo sus pechos y sus zonas íntimas y cubriéndoles una capa marrón.
Un hombre de avanzada edad giró su cabeza y miró al grupo que acababa de venir.
-¡El rey ha vuelto!-gritó haciendo que todos mirasen al grupo con alegría. Todos comenzaron a agruparse a su alrededor eufóricos
-¡Rey Stian!-gritaron la gente diciendo su verdadero nombre. El hombre sonreía complacido de estar de nuevo con su pueblo.
Jack suspiró y miró a sus amigos, hacía mucho que no iban a su pueblo. Entre las misiones reales y la protección de Elsa, lo cual conllevaba ir a la Tierra demasiadas veces, no habían visitado su aldea desde hace mucho.
Un grupo de personas rodearon a Jack alegres, colocándole una pesada capa de piel gris y blanca similar a los vellos de un can. El muchacho no podía estar más feliz de haber vuelto a aquel poblado del que él era príncipe.
Una pequeña niña vino corriendo en dirección a los brazos del peliblanco
-¡Jack!-gritó sonriente para lanzarse a sus brazos. Su edad era entre los nueve y diez años, su cabello era castaño al igual que sus ojos. Su cara redonda y hermosa adornada con dos adorables mejillas sonrosadas.
-Emma...-murmuró él en su cuello feliz de tener a su hermana en sus brazos. Se apartó para mirarle bien a los ojos.- ¿Te has portado bien?-preguntó removiendo su cabello haciendo que sonriera
-Por supuesto-dijo ella sonriendo ampliamente de manera hermosa-¿Y tú?¿Qué tal con la princesa?-preguntó impaciente
-Aquí no...-le susurró- Sabes que a padre no le gusta...
-Padre no me asusta-le susurró haciendo que el muchacho riese
-¡Vamos ha celebrar que el rey Stian y el príncipe Darian han vuelto!-gritó el anciano. Jack gruño al escuchar su nombre Nubo. Se había acostumbrado tanto al mundano que odiaba que le llamasen por su nombre real.
Le llevaron, más bien le empujaron, a que se sentase en aquellos tronos tallados que se encontraban enfrente de la hoguera y que delante de ellos tenían una hermosa mesa de madera con una bella resina azul tallada dónde todos comían en compañía cuando había celebración.
Tras largas horas, aún seguían allí de celebración. Jack sentado en aquella silla en la que cual no podía moverse ya que tenía a su padre vigilando cada uno de sus pasos. Pero esa no era su única molestia, tenía a tres muchachas alrededor de él con el deber y deseo de satisfacer sus necesidades.
Él no quería a tres sirvientas, mucho menos, mujeres. Él no deseaba a ninguna otra que no fuese Elsa...Su omega.
Todos en su pueblo lo sabía, y sabían perfectamente que el rey no lo aprobaba. El comportamiento del muchacho era demasiado evidente, puesto que ningún joven a su edad hubiese aceptado el trato que firmaron sus padres cuando era pequeño, todos hubiesen roto el trato cuando ya tuviesen conciencia.
Pero Jack había continuado el trato, había aceptado ser el guardián de la muchacha por una simple razón: se había enamorado de ella. De aquella muchacha que poco tiempo después de firmar había descubierto que era su destinada. Aquella persona con la que iba a pasar toda la vida.
-Lo lamento chicas...voy a ...bailar un poco con Emma-murmuró intentado quitarse a las muchachas que estaban apoyadas en él.No quería ningún otro olor que no fuera el de la rubia sobre su cuerpo.
-Podrías sacar a bailar a una bella muchacha...-murmuró su padre mirándole fijamente
-Por eso voy a bailar con Emma- le sonrió dejándolo con la boca cerrada. El muchacho se iba acercando a su hermana pero una omega se cruzó en su camino
-Príncipe Darian...-dijo la muchacha con una sonrisa
-Jack-le dijo serio
-Jack...-repitió ella y comenzó a acercarse a él - ¿Le gustaría...bailar conmigo?
Jack tragó saliva, estaba cansado de tantas mujeres acosándolo. Era normal , en su aldea él era el príncipe, él era el que tenía que elegir a una muchacha y ellas crecer solo para ser elegidas, cuidar de los niños, y en raros casos, cazar. Así era su cultura.
-Lo lamento Noira...pero...estoy cansado, me gustaría ir a mi hogar
-Puedo....
-No-dijo interrumpiéndola- Puedo ir sólo
Veloz como un rayo abandonó la verbena para ir hasta la casa más grande de aquella aldea,abrió la puerta y se encontró con la casa silenciosa y oscura. Encendió las luces con fuego haciendo que la casa cogiese una luz cálida y hogareña. Fue hasta su habitación y entrando en ella se quitó la capa quedándose con el torso descubierto.
Alzó la cabeza y brincó al ver a una mujer,omega, en su cama, desnuda y mirándole fijamente con una sonrisa lasciva. Jack frunció el ceño
-Janice...¿Qué haces aquí?
-No esta sola-escuchó una voz a sus espaldas. Se giró encontrándose a otra esbelta mujer. Ambas eran morenas y de unos bellos ojos verdosos.
-Laya...-murmuró recobrando el susto. Dándose cuenta de que ella también estaba desnuda-¿Qué hacéis en mis aposentos?¿Y así ?- su molestia era clara
La muchacha comenzó a caminar hasta él haciendo que retrocediese
-Un regalo del rey...para vos,majestad-sonrió la muchacha. Las piernas de Jack tocaron la mullida cama, sintió unas manos en sus hombros empujándolo haciendo que se sentase en ésta.
Jack sentía como acariciaban sus hombros y besaban su cuello por detrás
-No...-murmuró intentando controlarse. Su celo se acercaba y sin la presencia cerca de Elsa su cuerpo se estaba volviendo loco. Necesitaba a su omega y todos aquellos olores le estaban mareando.
Quería su olor a rosas...su olor a nieve fresca...
La muchacha que tenía delante acarició su rostro y se sentó a horcajadas sobre él. Se quedó estático al sentir sus cuerpos desnudos. Piel con piel.
-No...no. ¡No!—decía intentando concentrarse— No quiero...no puedo...no
—Ignora a la princesa...nunca se enterará —susurró en su oído la muchacha
—La princesa... —murmuró él aturdido por los besos de ambas chicas sobre su cuerpo— La princesa... —volvió a repetir.
Por unos instantes recordó el bello momento que había compartido con Elsa horas atrás. Se vio obligado a despertarse y a darse cuenta del error que estaba cometiendo.
Él amaba a Elsa,no podía hacerle eso. Era cierto que no eran nada pese a ser destinados, sí, ella sabía algo sobre sus sentimientos pero no eran nada.
Aun así se sentía sucio y estúpido.Por supuesto,estaba engañando a su omega.
—¡No!—vociferó haciendo que las dos muchachas se apartasen de él asustadas—Fuera...
—Pero...su padre nos mandó...
—¡Fuera!—gritó usando su voz de alfa señalando la puerta.
Ambas se miraron entre ellas y salieron corriendo dejándolo sólo. Jack se tumbó mirando al techo y tapó su rostro con sus manos.
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Pisó con fuerza el suelo mientras su capa negra como el azabache se movía al son del viento. Sus pasos pesados seguían a un guardia que aseguraba haber visto a la muchacha en un pueblo cercano.
Con ansias y gran rapidez se adentró en aquella casa. Un hombre de mal aspecto agachó la mirada al verlo
—¿Dónde está? —gritó molesto. El hombre no dijo nada y solo señaló una puerta.
Sin decir nada más,el chico abrió la habitación encontrándose a una muchacha dormida en una cama,era rubia si,pero desde tan lejos no podía apreciar si era ella.
Con pasos cautelosos se acercó al cuerpo y cuanto más cerca estaba más se daba cuenta de que no era ella.
Golpeó con fuerza la pared haciendo que todos se sobresaltasen del susto ,incluida la muchacha que estaba dormida.
Pitch miró con furia al hombre y alargó su mano. Un hilo de arena negra salió de esta para parar en el cuello del hombre y estrujarle
—¿Cómo osas mentirme?—gritó furioso mirándole fijamente con sus ojos color ámbar
—N-no lo sabía señor— murmuró el hombre incapaz de hablar,pataleando en el aire.
Pitch lo soltó haciendo que cayese al suelo y respirase profundamente.
—Que lo lleven al castillo— dijo serio saliendo de la casa
—¡No!¡Señor por favor solo ha sido un malentendido!—gritaba el hombre asustado al ver como dos guardias de armadura negra se aproximaban a él.
Pitch montó en su caballo escuchando de fondo los lamentos del hombre, furioso por no haberla encontrado aún,ero estaba cerca,lo sentía...pronto, la tendría.
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