Esto era más de lo que podía soportar. La mirada de Sam me recorrió de abajo a arriba posando su mirada en cada una de las curvas de mi cuerpo. Temía no ser lo que él esperaba así que cuando sus ojos se encontraron con los míos la respiración se me cortó.

Hizo que el espacio entre nosotros fuera insignificante y colocó sus manos sobre mi cadera, consiguiendo que se empezara a formar electricidad en mi piel. Acercó su boca a mi oído y susurró:

- Eres preciosa.

No pude resistirlo más y le besé profundamente, con ansia. Necesitaba esos labios sobre cada centímetro de mi cuerpo. Él pareció darse cuenta de ello porque empezó a bajar los besos por mi cuello, mi pecho, calentando cada parte que tocaba y provocando que emitiera leves sonidos de placer.

- Quiero más - conseguí decir.

- Tus deseos son órdenes para mí - respondió con una sonrisa.