32. Dean

- Tenemos que vigilar el parque hasta que encontremos al que casa con la descripción - le recordó Sam.

- Hazlo tú, no puedo estar aquí ni un segundo más.

- ¿Necesitas hablar?

- Necesito irme.

- Está bien, si lo encuentro te llamo.

Dean se subió a su coche y condujo lo más rápido que pudo intentando no desmoronarse. Apagó el motor y se bajó del vehículo. Al darse cuenta de a dónde había llegado sin quererlo pensó en meterse de nuevo y marcharse, pero vio a ___________ sentada en una mesa de la terraza y algo se lo impidió.

- Si quieres puedo dejarte solo - le dijo ella al verlo llegar.

- No, tú estabas aquí antes.

- Podemos estar los dos, no me molestas.

Dean se quedó de pie a su lado. Después de pasarse mucho rato en silencio mirando a la nada, la chica no pudo evitar que se le escapara la pregunta.

- ¿Qué haces aquí?

- Sinceramente, no lo sé. Estaba en el parque y he visto pasar a un hombre jugando con su hijo al béisbol y... - las palabras se quedaron en su garganta - ¿Qué nos ha pasado?

- Que perdimos a nuestro hijo - respondió ella con la voz rota - Que murió y no pudimos hacer nada por evitarlo.

- Y a ese dolor hay que sumarle el de perderte a ti. Joder ___________ éramos una familia y ahora parecemos desconocidos.

- Es que me cuesta mirarte - le confesó ella - Él se parecía tanto a ti que cada vez que te veo lo veo a él.

- Tendría que haber hecho algo más - murmuró.

- El cáncer no es una criatura con la que se pueda luchar de la manera que tú estás acostumbrado.

Otra vez el silencio los rodeó.

- ¿Te acuerdas de cuánto le gustaban las tortitas de este sitio? - dijo Dean.

- Cómo no, acababa manchado de nata y sirope hasta las cejas.

Ambos se rieron y se miraron a los ojos por primera vez en mucho tiempo.

- He echado mucho de menos ese sonido - le dijo Dean.

- ¿Van a querer tomar algo? - les preguntó la camarera.

- Si - le respondió él - Quiero un plato grande de tortitas con mucha nata y sirope.

- Ponga dos tenedores por favor - le pidió _________.

Cuando la camarera se fue, la chica movió la silla que tenía al lado, indicándole que se sentara.



Después de estar hablando y comentando recuerdos que conseguían sacar alguna risa o lágrima, acabaron de comerse el plato entre los dos.

- ¿Quieres que te lleve? - le preguntó Dean señalando el Impala.

- No gracias, el mío está aparcado ahí.

- Está bien.

Él abrió la puerta del coche y se sentó al volante.

- Oye Dean - se detuvo justo cuando iba a arrancar el motor - ¿Te apetece que mañana nos veamos? Podemos ir a comer, al cine o simplemente a dar un paseo.

Un calor invadió su pecho y sonrió.

- Me encantaría.

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