- Dean, me tengo que ir - cerré el maletero de mi coche con un sonoro golpe.

- Lo sé.

- Pero volveré - le aseguré.

- Eso no puedes saberlo.

Me detuve a medio camino de la puerta del conductor y lo miré sin entenderlo bien.

- Puede que esta caza con tus hermanos se alargué, puede que te pase algo, que conozcas a alguien o que simplemente prefieras no volver a vernos nunca.

- ¿A qué viene esto? ¿Tiene algo que ver con el ataque que sufrimos anoche?

- Tiene que ver con todo lo que ha pasado en estos dos meses - se tomó un segundo - ¿Te acuerdas lo que me dijiste en aquel motel en Kansas?

- Que pasara lo que pasara siempre tratases de ser feliz.

Por supuesto que me acordaba, ese día lo dije para que lo supiera pero también para recordármelo a mi misma.

- Pues por lo que pueda pasar solo quiero decirte que cada vez que me imagino a mí mismo feliz, es contigo.

Le acaricié la mejilla con cariño y posé un beso corto en sus labios.

- Volveré - repetí.

- Y yo te estaré esperando.

Se acercó al coche y me abrió la puerta y cuando me hube sentado la cerró. Nos miramos a través de la ventanilla sin decir nada, no hizo falta, su mirada me lo decía todo. Yo esperaba que él pudiera leer en la mía todo lo que sentía pero no sabía cómo expresar.

Al final me sonrió y se alejó unos pasos del vehículo. Esa era mi señal, giré la llave para arrancar el motor y pisé el acelerador.