5. Un Reencuentro Doloroso
El viaje de regreso al refugio de los hombres de letras, fue muy cansado, Dean no hizo parada alguna durante el trayecto; como siempre lo hacían en sus viajes. En esta oportunidad tuvo que pedir a su hermano que manejara a baby, algo que jamás había hecho.
En el asiento trasero, Cas tenía su celular en la mano, como esperando que su hermano llame nuevamente o tal vez su hijo, aunque la última idea lo descarto de inmediato. Aunque en ocasiones estuvo tentado en apresurar a los cazadores, no lo hizo, no lo creyó correcto; no que no pasó por alto fue la actitud que tomó el cazador de ojos verdes, su desespero por querer llegar al búnker lo antes posible, le alegraba mucho; sin embargo, esa alegría duró poco, todo por el secreto que le ocultaba.
Sam, que ahora estaba en el volante, vio por el retrovisor a Cas, siempre lo hacía; no es que le gustara o algo así, sino que se se preocupaba por el, después de todo, ellos tres eran familia. Miro unos segundos a su costado, y Dean dormía, era bueno eso, pero también ayudaba a sus planes de sacar información al Ángel.
—¿Ninguna novedad, Cas?—preguntó. Si quería respuestas, debía ir lentamente.
—No, Gabriel no ha vuelto a llamar.
—¿Por qué no lo haces tú? Me refiero a que deberías llamarlo.
—Gabriel es muy inestable, además no quiero que le haga nada mi hijo.
—Mmm.—Sam sintió que ya era hora de ir al grano—. Oye, cas. En aquella casa tu mencionaste algo que me dejó intrigado.
—¿Qué fue lo que dije?
—Cuando Dean trató de que no asesinaras a ese tipo, mencionaste esta frase, nuestro hijo, como dando a entender que mi hermano era el padre.
El menor tenía sus ojos puestos en el retrovisor, pudo observar la reacción de su amigo. Por el otro lado, Cas recordó la escena mencionada, si había dicho eso, pero el no quiso hacerlo; levantó la cabeza y se dio cuenta que Sam tenía sus ojos puestos en el. Debía decir algo, y pronto.
—Fue la conmoción del momento—empezó hablar—, lo más seguro es que lo me exprese bien.
Sam solo asintió, volvió a concentrarse en la carretera; no creía en las palabras del ser celestial, tantos años viviendo juntos le hacía saber cuando este decía mentiras. No insistió, ya encontraría la forma de hallar la verdad.
El camino de regreso al búnker fue silencioso.
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Búnker.
En el refugio de los hombres de letras, Bob, miraba maravillado los grandes y gruesos libros que estaba en el estante de la biblioteca. Al nephilim le gustaba leer, y tener aquellos libros era un sueño; le hacía recordar cuando vivía con sus padres.
La tristeza le inundó, extrañaba mucho a sus progenitores. No creía en absoluto lo que le habían dicho…
“Esos individuos, por los cuales lloras no son tus padres. Lo que te dieron la vida son un Ángel y un humano"
Sacudió su cabeza, como queriendo quitar esas palabras de su mente; dolía mucho su corazón. Además, no podía confiar en las palabras de ese tal Balthazar; lo único en que si creía, era el hecho de no ser normal.
Según le habían informado, es que era un híbrido, la combinación de un humano y un ángel. Se imaginaba que padre debía ser el ángel; por otro lado, nunca noto algo fuera de lo común a su progenitor. Las dudas empezaron a rondar en su cabeza. ¿Serán ellos sus verdaderos padres? Necesitaba tener respuestas.
—Yo puedo darte esas respuestas que necesitas.—La voz que escucho detrás de el, hizo que se le cayera el libro que tenía en sus manos. Bob, se giró y se encontró con su supuesto tío, Gabriel.
—Deja leer mi mente—dijo mirando los ojos del arcángel—, no puedes hacer ese tipo de cosas.
—Tu me obligas hacerlo, no hablas, ni siquiera has comido. Y eso que tu parte humana te lo permite.
Bob, se apartó de su tío.
—No los conozco, por eso me mantengo en silencio y referente a la comida, pues, no tengo hambre.
—Al menos en eso no te pareces a tu padre, el es un barril sin fondo.
—Mi padre comía sanamente—hablo frunciendo el ceño.
—Te refieres al humano que te crio, yo hablo de tu verdadero padre, niño.
—Sigues con eso, ya les dije que mis padres son…
—Si, si, si, ya te escuchamos hace rato—Gabriel interrumpió al chico—cuando lo veas; me refiero a tu verdadero padre. Sabrás de lo hablo, podrás reconocer su gracia, ya que es igual a la tuya—termino de hablar y salió de la biblioteca.
El nephilim estaba molesto, no le gustaba que le digan esas cosas, para el los Harris, eran sus padres, sus verdaderos padres y si se daba el hipotético caso que no lo fuesen, no iba aceptar a ese tal Castiel, como padre.
Recogió el libro que se le había caído anteriormente, cuando vio la tapa de este, se quedó sorprendido; ángeles, es lo que decía. Era como si el destino le quisiera decir algo, por un momento dudo en leerlo, pero la curiosidad fue mayor.
Tomo asiento y comenzó a leer. Pensó que iba hacer como los libros que había leído antes, impresos y con dibujos; este libro era diferente, estaba escrito a mano.
<<El que escribió esto, si que tenía una linda letra>>, pensó.
A medida que leía, se daba cuenta que lo que pensaba que era un Ángel, era erróneo. Según la información brindada por el libro, los ángeles fueron la primera creación de Dios, ellos estuvieron al frente, en la guerra santa, donde Lucifer, fue encerrado en la jaula.
—Se supone que se reveló, y quería el trono de Dios, en la biblia no se menciona ninguna jaula—hablo para el mismo—, seguiré leyendo.
Continuo con su lectura; también se enteró que los seres celestiales o alados, como se les decía en el libro, se dividían en dos, ángeles simples y los arcángeles. Estos últimos tenían más poder que sus hermanos menores.
—Ahora entiendo como pudo Gabriel asesinar a esos ángeles, el es más fuerte.—dijo, para después continuar con su lectura. A medida que leía, comprendía más sobre su “familia”, por así decirlo. Todavía odiaba pensar que no era un ser humano.
Siguiendo con la lectura, se topó con información sobre algunos ángeles, entre ellos, Castiel. Que a diferencia de otros, su información estaba escrito por otra persona.
“Castiel, es un Ángel que nos ayudado durante muchos años, al principio era un guerrero, leal al cielo; no había mucha confianza con el. A medida que el tiempo transcurrió eso cambió. Dejo el cielo, que era su hogar para salvarnos, si tienen la oportunidad de cruzarse con el, deben de saber que es, que es leal, buen amigo. Sobre todo, es alguien que dará su vida con tal de salvar a su familia. Puede que hubo época que nos jugó sucio, pero lo hizo para salvarnos.
En conclusión, Castiel, fue un cazador, y parte de la familia Winchester”
Esa descripción llamó mucho su atención, pues a comparación de los otros ángeles donde venía sus nombres y sus habilidades, el de este Ángel en particular, era diferente.
Pasando de página, por fin encontró lo que buscaba, el título, nephilim; aunque no le gusto lo que habían puesto en esa hoja.
Nephilim, una clase de híbrido, nacido de la unión de un ser celestial, puede ser un Ángel o arcángel y un ser humano. No tenemos mucha información sobre estos seres, pero sabemos que están prohibidos, son considerados una abominación, según las leyendas, capaces de destruir el mundo.
Cerro el libro de un solo golpe, no podía creer lo que había leído, le consideraban una clase de monstruo; lo peor era que el también se sentía así, hora sabia porque los ángeles lo querían muerto, aunque no todos, pues Gabriel y Balthazar, eran la excepción.
Escucho como le llamaban desde la sala, antes de dejar la biblioteca, colocó el libro en el estante. Cuando cruzo la puerta, sintió algo extraño, una sensación poco común.
Llego donde estaban los seres celestiales, Gabriel fue a su encuentro, lo tomó de los hombros y le dijo:
—Han llegado una personas muy especiales, sobre todo para ti.—lo último que escucho del arcángel, le pareció más una burla que otra cosa.
En eso la puerta metálica del búnker se abrió, al abrirse completamente pudo ver a dos hombres, uno de ellos traía el cabello largo y el otro cabello corto, y tenía el mismo color que el tenía. Aquellos hombres miraron con enojo a los ángeles, sobre todo el rubio, quien fue el primero en bajar las escaleras y llegar hasta donde el estaba.
Dean al ver al chico, supo de inmediato de si se trataba del hijo de su mejor amigo, y eso lo supo cuando vio aquellos ojos azules que poseía el menor, no había duda alguna, se parecían a los de Castiel; sin embargo, una sensación extraña invadió su cuerpo, no podía dejar de mirar al chico, quería rodearlo con sus brazos y no soltarlo nunca.
Detrás de el, se encontraba Sam, el tampoco creía lo que veía, ese chico se parecía tanto a su hermano, lo supo en ese instante, era hijo de Dean. No había otra forma de explicar tremendo parecido. Otra cosa que no entendía, era que su hermano, no se diera cuenta del parecido físico.
Bob, no salía de su asombro, el de cabello rubio se parecía un poco a el, decir un poco era corto, se parecía mucho. No vio nada extraño en su interior, su alma brillaba, también pudo notar que sufría, y mucho. Eso lo apeno de sobremanera, quería abrazarlo, pero no sabía el porqué de esa sensación. En cambio con el otro tipo, el de cabello largo, sintió una felicidad, su alma era brillante, no como el de su hermano, pero era bueno.
Entonces, un salto de su corazón, le obligó alejar la vista de ambos humanos. Miro hacia arriba y se topó con aquellos ojos azules, eran iguales a los que el tenia. Sintió su cuerpo paralizarse; sentía que lo conocía.
Te amo
Empezó a escuchar voces en su cabeza, pero no era como si le estuvieran hablando ahora, sino más bien, eran como recuerdos.
Por su parte Castiel, se detuvo al ver a su hijo, no hacía falta que se lo dijeran, solo con verlo lo supo, además que tenía un alma brillante, igual al que tenía su padre.
Bajo apresuradamente las escaleras, sentía su corazón saltar; quería abrazarlo y decirle lo mucho que lo amaba, pero… La mirada de odio que recibió al estar frente a su hijo truncó sus ilusiones. Podía verlo, su hijo lo odiaba.
Las palabras de Gabriel rondaban en la mente de Bob.
<<Cuando lo veas, sabrás que te digo la verdad>>
No había duda, se trataba de su padre, el hombre parado frente a el, era su verdadero padre. Quería llorar, eran muchas emociones que no comprendía.
Cuando vio que el extraño quería tocarlo, alejo su mano de un golpe, lo miró con odio. Recordó lo que había leído sobre los nephilim, lo odiaba por el hecho de traerlo a este mundo, lo odiaba por la vida falsa que vivió
—No me toques, no quiero que me toques—dijo con enojo. Castiel alejo su mano y retrocedió—. Puede ser que seas mi padre, pero… No te aceptó—Esas palabras dolieron mucho al ojiazul—, mis verdaderos padres son los Harris, fue con ellos que aprendí que este una familia, solo… alejate.
Bob salió corriendo, se puso escuchar a la distancia como se cerraba la puerta de unas de las habitaciones.
—¡Guau! Eso fue… Intenso—comento Gabriel. Recibiendo una mirada asesina de los Winchester.
Dean por su parte, luego de regañar al bromista, se acercó donde su amigo. Castiel, se veía realmente abatido. Puso su mano en el hombro del ángel, recibiendo como respuesta una mirada que expresaba dolor.
—Me odia, mi hijo me odia, Dean.
—No se que decir, pero estoy seguro que con la convivencia eso puede cambiar—trato de animar al serafín.
—No lo sé, Dean. Vi sus ojos, reflejaban odio—su voz se escuchaba totalmente rota—, nunca me va a perdonar.
Sam que estaba un paso detrás de la pareja. Se acercó y también puso su mano en el hombro de su amigo.
—Solo debes darle tiempo, Cas. Ya verás que como dice Dean, todo mejorará—sonrió, era una forma de reconfortar a su fiel amigo.
A unos metros de distancia, Balthazar se acercó a su hermano; junto a él, miró aquella escena, le pareció tan ridícula, que casi causa que vomite su comida.
—Son tan patéticos, me da asco—Balthazar, le comento a Gabriel.
—Ni que lo digas, pero debes de ver el lado divertido de esto, las cosas van a empeorar y va a ver más diversión.
—Lo dices porque el rubio ese, no sabe la verdad.
—Aja, solo espera que se entere, y tendremos un gran espectáculo.
Lejos de aquella escena, exactamente en la habitación de Castiel, cosa que desconocía el menor. Este se hallaba sentado, apoyado en la puerta y sus brazos rodeando sus piernas.
La imagen de los ojos tristes de su padre angelical le perseguían, y le hacían sentir culpable, pero sentía que no debía estarlo, más bien era el, el que debía estar furioso con el ángel.
De pronto sintió el ambiente extraño, como si algo oscuro hubiera cobrado la habitación, levantó su cabeza y se quedó sin aliento al ver a un hombre parado frente a el, quien lo miraba con una sonrisa nada agradable. Se puso inmediatamente de pie, apego su espalda a la puerta de madera.
—¿Quién eres? —preguntó con miedo.
—¡Hola, chico! —Crowley, tenía una gran sonrisa en su rostro—. Así que tu eres el hijo de alitas, vaya… Se lo tenia bien escondido—dio unos pasos hacia adelante—. Por cierto, soy Crowley, el rey del infierno.
Bob sabía que se trataba de un ser sobrenatural, lo había visto, pues el hombre no tenía alma y sus ojos eran negros.
—¿Qué buscas?—trato de moverse hacia la cómoda, en la cual había una daga, pues sentía que corría peligro.
El demonio se dio cuenta de las intenciones del chico.
—¡Ja!—sonrió—. ¿Piensas que puedes hacerme daño con eso? Estas muy equivocado, niño.
<<Esa arma no puede hacerme daño, pero tu si. Aunque, estoy más que seguro que no sabes>>.
Al verse descubierto, intentó escapar, pero fue atrapado por el demonio; claro que este no le iba hacer daño, ya que si eso hacia, tendría contra el al serafín y seguramente a los Winchester.
—No temas, no te haré daño. Solo deseo dar un paseo—le dijo. Al tenerlo cerca se percató de su sangre—. ¡Pero que sorpresa! Eres un… —se calló, pues al parecer el chico no sabía la verdad.
—Suéltame por favor—suplico Bob.
—Ya te dije, no te haré daño, ¿Qué te parece si vamos a comer un helado? El tío, Crowley invita.
—Tu no eres mi tío.
—Me rompes el corazón, pero tienes razón, no somos familia. Sin embargo, podríamos llegar hacerlo, vamos y no acepto un no como respuesta.—Crowley no espero respuesta alguna y desapareció con Bob de la habitación.
Dos horas después, Sam fue por Bob, el menor de los Winchester tenia una bandeja con comida. Por Castiel supo que el chico si podía comer, ya que era mitad humano. Al llegar al pasillo busco en cada habitación y no lo encontró, llego entonces a la habitación de Castiel y vio la puerta cerrada, supuso que se encontraba ahí.
—Hola—dijo tocando la puerta—, te he traído algo para comer, seguro debes tener hambre.—al no recibir respuesta del menor, volvió a tocar la puerta, pero seguía sin abrirle.
Sintió un punzón en el pecho, dejó la bandeja en el suelo y de su bolsillo trasero saco el juego de llaves, después del casi suicidio de su hermano, cargaba las copias de todas las habitaciones del búnker. Abrió la puerta y de forma sigilosa entró, no vio a nadie. Eso lo sorprendió de sobremanera porque claramente escucho una puerta cerrarse, además que en las otras habitaciones tampoco se hallaba.
El menor salió corriendo y llegar a la sala dijo:
—No está.
—¿Qué?—pregunto su hermano, que no entendía a que se refería su menor.
—Que no esta, Bob no está.
El lugar quedó en silencio; el corazón de Castiel empezó a palpitar, no creyendo en las palabras de su amigo, corrió hasta las habitaciones, las cuales reviso, llegó a su habitación, vio la bandeja en el suelo, bandeja que el había preparado y dado a Sam para que le diera a su hijo. Dean que le había seguido todo este tiempo, se puso a su lado.
—Otra vez lo perdí, Dean.
—Tranquilo—Dean, trataba de consolar a Castiel—, ya verás que lo vamos a encontrar, te juro por mi vida que encontraremos a tu hijo.
<<Nuestro hijo, Dean>>, una vez más lo dijo en su mente, no se atrevía a decir la verdad; lo que no sabia el Ángel, es que ese seria su gran error.
Nota.
Otro viernes ha llegado y ustedes saben lo que significa, si, un capítulo nuevo. Espero que sea de su agrado.
¡Por fin! Padres e hijo juntos. Aunque no fue el reencuentro más amoroso del mundo, pero los conoció. Sobre todo a Cas, quien lo llevó dentro. Aunque todavía no sabe eso.
Gracias por su apoyo, sus votos y comentarios, que no hay, pero no pierdo la ilusión que alguien comente. 😅
Nos vemos la siguiente semana, cuídense mucho y mantengan la distancia.
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