27. La Batalla Final

El estruendo de un trueno hizo despertar a Bob de golpe, miró a todos lados, no reconocía el lugar. Intento moverse, pero se dio cuenta que tenía atado sus pies y manos; tomó aire, necesitaba calmarse, en eso giró su cabeza hacia donde le entraba la única luz que alumbraba el lugar. Vio por la pequeña abertura que estaba lloviendo.

—El príncipe ya despertó —Reconoció aquella voz, se trataba de su tía Racheel—. ¿Qué te parece el lugar? Muy cómodo, ¿verdad?

—Si pudiera moverme yo te…

Racheel le cerró los labios al chico.

—Shuu… Ya veo que has heredado los modales de tu padre, el cazador ese. Por cierto, tu querida familia vendrá por ti y te estarás imaginando el espectáculo que tenemos preparado.

—¿Dónde está?

—¿Te refieres a Jace? Esta en la azotea, según él esta mirando las estrella, ¿ridículo, no?

—Quiero verlo.

—No.

Al ver que la mujer no iba a cumplir su solicitud decidió llamar al nefelim el mismo.

—No me dejas elección. ¡Jace! ¡Jace! —gritó el nombre del pelirrojo. Este último le escucho, pero decidió ignorarlo—. Con que a si va ser, pies bien… ¡Oye, baja ahora mismo de tu nube!

—Ustedes los Winchester están locos, no que buscas con todo este escándalo. Será mejor que guardes silencio o te cortare la lengua.

—¡Silencio perra! ¡Jace, Jace, Jace! —gritó otra vez. —¡Será mejor que vengas, no seas cobarde!, ¡Ja…!

—¿Por qué tanto escándalo? —El pelirrojo apareció en escena.

—Necesito hablar contigo… a solas.

—Querido sobrino —intervino el ángel—No creo que sea buena idea que hables con ese chico, ya sabes, puede tratar de engañarte.

—No voy hablar contigo, niño.

—¿Acaso me tienes miedo, Jace? —Bob intentaba provocarlo.

—Será mejor que no me tienes hacerte daño, no me conoces.

Bob trago saliva, pero no pensaba renunciar a su idea que evangelizar al nefelim de cabello rojo.

—Anda, di que sí. —insistió.

—Jace, querido, hay cosas mucho más importante que hacerle caso a este mocoso.

—Tienes razón… Iré asegurar las trampas. —Jace se retiró.

—Estas feliz, ¿verdad? Lograste engañar a un buen chico —acusó Bob a su tía.

La mujer sonrió.

—Adiós, niño. Iré a preparar los últimos detalles para darle la bienvenida a tus padres —Acabado de decir aquello y se fue de la fábrica.

—Lastima, no funcionó —se lamentó—. Sólo espero que mis padres vengan pronto.

—Yo también espero eso —La voz del pelirrojo causo que el adolescente soltara un grito del susto.

—Jace…

—Ella ya se fue… Ahora si puedes hablar.

La expresión del ojiazul cambió, era ahora o nunca, lo único que pedía al creador que no se estuviera equivocando con el hombre de ojos marrón.

(…)

—¿Qué has dicho? —preguntó Dean, quien todavía no captaba lo dicho por el egipcio y su nuevo ayudante—. ¿Podrías repetir lo que dijiste?

—Dean…

—No te metas, Cas. Quiero que me explique lo que dijo.

—No Dean, lo que tu quieres es cerciorarte de no haber escuchado mal—mal dijo el ángel de gabardina.

—Pero…

—Esta bien, acepto las consecuencias de usar ese conjuro si así recupero a nuestro hijo.

—¡No! ¡No pienso dejarte cometer esa locura! —Dean camino de un lado a otro—. Thot, ¿no hay otra cosa que se pueda hacer?

El dios negó con la cabeza gacha.

—Lo siento.

—Esto no puede ser… siempre es lo mismo —Se acercó a la mesa y de un solo golpe tiró los libros al suelo.

—Dean… —Sam se acercó a su hermano y puso su mano encima del hombro derecho de este—. Se como te sientes, recuerda que tengo a Gabriel, pero como dice Cas, es la única manera.

—Eso es lo que me enoja, Sammy. Cada vez que tenemos que salvar al mundo siempre tenemos algo que perder.

—Pero Thot no ha mencionado que Castiel o Gabriel vayan a morir, sólo se va neutralizar sus poderes.

—Justo a eso me refiero, Castiel va estar vulnerable y si el nefelim lo ataca, ¿cómo quedó yo?

—Eso no va pasar, Dean.

—¿Quién me lo garantiza?

—Yo que soy su hermano.

Castiel observo desde la distancia como su pareja y cuñado se unían en un fuerte abrazo.

—No quiero ser aguafiestas, ¿pero ya decidieron que hacer? —interrumpió Thot a los hermanos.

Dean soltó un suspiro de resignación, sabia que no había nada que el pudiera hacer. Se acercó a su pareja y miro a los ojos, colocó su mano derecha sobre la mejilla de este, dando pequeñas caricias con su pulgar.

—Lo siento —Se disculpó el cazador, Castiel inclinó su cabeza a un costado pues no entendía porque su amado se disculpaba. Dean alejo su vista del ángel y dirigió su mirada a su cuñado.

Aquella mirada era un código entre esos dos, al igual que Dean tenía con su hermano Sam. Dean se alejo del ángel de gabardina y le dio el pase al arcángel quien se colocó delante del ojiazul.

—Lo siento, pero él me obligó —Castiel entendió lo que iba hacer su hermano, pero este no le dio tiempo a reaccionar y con un solo toque de dedos cayó al suelo. Una vez terminado el trabajo se giró donde el mayor de los Winchester—. Esto no te lo va perdonar.

—Lo sé, pero es por su bien —afirmo el cazador de ojos esmeralda. Camino hasta la mesa y cogió su maleta con sus armas—. Bien… hay que darnos prisa, tenemos trabajo que hacer.

(…)

El característico runrún del impala dejó de oírse cuando Dean giró las llaves de contacto para estacionarse frente a la fabrica, pero el clásico auto no era el único en la escena, también estaba una camioneta blanca que era propiedad del rey del infierno. Todos bajaron del auto y les recibió el viento frío de la noche, la lluvia ya se había detenido.

—¿Por qué siempre escogen lugares abandonados? —comentó Dean mirando a su hermano, quien sólo se encogió de hombros.

Con el corazón a punto de estallar, Dean decidió enrumbarse a la entrada. De repente una piedra chocó en los pies del cazador, inmediatamente se puso en al alerta, no sólo él, también los otros pues se escuchó como si alguien golpeara un tuvo.

—¿Oíste eso? —preguntó el ojiverde sacando su pistola. Se colocaron espalda con el espalda, mientras que los otros también se ponían modo de ataque.

Dean tenía su pistola apuntando al frente, cuando salió disparado por el aire.

—¡Dean! —gritó su hermano menor.

Y de repente de la nada Sam tenía a un hombre delante de él y a los pocos segundos también se encontraba saltando por los aires.

—¡Sammy! —El arcángel no se quedó quieto, pero un círculo de fuego los rodeó—. Mierda…

Gabriel no iba ser el único en caer en una trampa, ya que Crowley quiso intervenir, pero acabó entrando a una trampa para demonios.

—Debe ser un chiste —dijo el demonio.

—Pensaron en todo —susurró Thot—. Será mejor que no te muevas Jofiel.

—Pero están en problemas.

—Lo sé, sin embargo si todo caemos en las trampas no vamos a poder hacer nada.

—Mira, Rei—hablo el sujeto que lanzo a Sam —Cayeron muy fácilmente en la trampa.

—Sí, ya lo vi. —apareció otro hombre en escena—. Voy avisar a Racheel.

Presiono el comunicador que tenía en su oído.

—Señora, ya están aquí y como dijo, no vinieron solos.

—Bien, ustedes saben que hacer con ellos.

—Sí, señora.

—Adiós.

Racheel cortó la comunicación.

—¿Qué te dijo la señora?

—Lo de siempre, acabar con los Winchester, pero antes de hacer eso, hay que divertirnos.

(…)

Racheel salió de la oficina, debía avisar a su socio que los cazadores junto con sus amigos estaban en la entrada; cuando llegó al lugar donde tenían al hijo de Castiel, no le gusto nada lo que vio. Jace había liberado al chico. Llena de furia se acercó al par de nefelims.

—Como se te ocurre —Racheel abofeteó al pelirrojo.

Empujo a un lado al joven, para tomar del brazo a Bob.

—Oye…

—¡Silenció, mocoso! —Lo jalo para volver amarrarlo, luego de atar las manos y pies de Bob, se dio la vuelta en dirección de Jace—. Teníamos un trato, niño. Casi haces que mi plan se vaya al tacho.

Era más que evidente que el ángel de recipiente femenino, estaba enojada.

—Menos mal que llegué a tiempo, te pudo haber atacado para poder huir, pero que se puede esperar de alguien como tú…

—¡Oye! ¡No te atrevas a ofenderlo! —defendió Bob al pelirrojo.

—No puedo creer que lo defiendas, el planeó todo esto, por su culpa tus padres van a sufrir la peor de las muertes.

—Ellos no van a morir, en cambio tu… tu si lo harás, perra.

Este comentario no le gusto nada al ser celestial, que a los pocos segundos tenía una sonrisa siniestra dibujado en el rostro.

—Quería dejar la tortura para el final, pero creo que lo voy adelantar—caminó hasta la pequeña mesa de metal de donde cogió algo parecido a un caso de metal, regreso donde Bob y le colocó la cosa en la cabeza de este.

—¿Qué… qué es eso? —preguntó nervioso el ojiazul.

—Esto… —presiono el aparato, haciendo que Bob grite de dolor —Hará que me divierta un rato. Veamos si un nefelim puede resistir más que un ángel.

—Ah…

Los gritos de Bob se escucharon en todo el almacén.

(…)

En la entrada las cosas las cosas iban empeorando, los Winchester no podían con sus contrincantes. Los demonios eran fuerte, más fuerte de lo común, cada pecado que recibían era como ser golpeados por un mastodonte.

Metros más haya, el dios egipcio idea una forma de saltar las trampas dibujadas en el piso.

—Si no hacemos algo, van acabar con los Winchester—comentó Jofiel.

—Querido, la paciencia en una virtud.

—No en este momento, mira… —señaló Jofiel en la dirección que se encontraba los cazadores manteniendo la pelea.

Dean estaba contra el piso y su atacante encima de él, en tanto Sam era sujetado del cuello, mientras que su espalda tocaba la pared de concreto.

—Este será tu fin, cazador —hablo el demonio que tenia contra el suelo a ojiverde—. Prepárate.

Dean intentó liberarse, pero no logró hacerlo.

Cas, te amo.

Sam por su parte también trató de librarse de su captor, al igual que su mayor no pudo hacerlo.

—D…Dean… —lo llamó.

—Deberías preocuparte por tú persona, no por el otro, pero no temas, pronto se reunirán.

El demonio de nombre Rei, quien tenía sujeto a ojiverde, sacó su cuchillo y lo colocó sobre el estómago del cazador.

—Despídete de este mundo, cazador. Te voy a sacar las tripas.

Dean no se amínalo, al contrario no quitó los ojos de encima de su victimario, de pronto un fuerte viento le hizo cerrar los ojos, al abrirlos sonrió ante lo que veía.

—¿De que te ríes?

El rubio le señaló su espalda.

—¡Rei, cuidado!

Pero nada pudo hacer, una espada ha la atravesado su estómago. Acto seguido el cuerpo del demonio fue aventado a un lado. Sam no se quedo atrás y aprovecho el descuido de su agresor, de una patada logró que este perdiera su cuchillo, lo derribó y sin ninguna contemplación le mató.

Del otro lado el ángel de mirada azul, ayudaba a su pareja a ponerse de pie. Una vez que el cazador acabó de incorporarse, lo abrazó.

—¿Estas bien, Dean? —preguntó al separarse.

—Sí, llegaste en un buen momento Cas, no sabes…

Dean no pudo continuar hablando, ya que cayó al suelo sujetándose el estómago. Sam que estaba apunto de llegar donde la pareja, detuvo su andar al ver a su hermano en el piso.

Será mejor que no interfiera.

—Cas… ¿por qué? —preguntó el ojiverde, mientras trataba de recuperar el aire perdido.

—Encima lo preguntas, te parece poco dejarme inconsciente.

—Fue por tu bien.

—No hay excusa que valga, Bob está en riesgo, por cierto, ¿dónde está?

—Lo más seguro es que este dentro —señaló la fabrica.

En eso, los gritos de su hijo resonaron en el lugar.

—¡¡BOB!! —gritaron ambos.

—Vayan por él, yo me encargo de los otros —dijo Sam.

Dean y Cas se miraron, no lo tuvieron que pensar mucho, ambos corrieron a la entrada, pero antes de ingresar el ser celestial se detuvo.

—¿Por qué te detienes, no ves que debemos ir por nuestro hijo?

—Ya lo sé, pero hay un sigilo, si entro ya sabes lo que me pasará.

—Mierda…

—La única forma es borrar el sello desde adentro o volar la puerta.

Fue como si un foco se le prendiera al cazador.

—Se que ayudarnos.

El rubio corrió hacia el impala, abrió la maletera y rebusco entre las cosas, sacando su lanza granadas. Volvió donde Castiel.

—Esta nena, nos va ayudar. Sólo hazte a un lado.

No lo pensó para lanzar el proyectil a la puerta y segundos después está yacía en el suelo en pedazos.

—Vamos, Cas.

Entraron a la fabrica y lo que vieron al ingresar a ella fue de espanto, su hijo se hallaba sentado y atado de pies y manos con un aparato de tortura sobre su cabeza. Aún lado del chico se encontraba sus dos captores, sin embargo Jace estaba con la cabeza agacha; el primero en abrir la boca fue el cazador.

—¡Hijos de perra! —esbozó —Será mejor que liberen a mi hijo, sino deseaba sufrir una terrible muerte.

—Dean, gritando no vamos a llegar a nada. —le dijo Castiel.

—Yo quiero llegar a nada con ellos, solo deseo que nuestro hijo regrese a nuestro lado.

—Créeme, yo también quiero eso, pero pase lo que pase, no ataques a Jace.

—¡¿Qué dices?!

—Eso, por lo que más quieras… mejor dicho, por nuestro hijo, júrame que no dañaras a ese nefelim.

Dean se rasco la nuca, para luego llevar sus manos a su cintura. No creía lo que salía de la boca de su ángel, por su parte Castiel miraba a su pareja con determinación; sabia que le pedía mucho al cazador, pero no podía negarse a ese sentimiento que le dio al ver a Jace, le dijo que ese chico era bueno. El rubio lo pensó mucho, pero no pudo negarse al ver los ojos de su pareja.

—Ah… Ok. Juró no tocar al mocoso ese, pero si voy a enterrar mi espada en el estomago de esa perra.

—Y yo prometo no interferir en eso.

Ambos unieron sus labios.

—¡Ahg! —exclamó asqueada Racheel—. Si que son cursis, no se en que han quedado, pero no funcionará.

—Ya veremos.

Castiel se movió rápido y se puso detrás de Jace.

—Tu vienes conmigo.—ambos desaparecieron de la fabrica.

—Eso nos deja solos, perra. —Una enorme sonrisa se formó en el rostro de Dean.

(…)

En una habitación oscura Jace despertó de golpe, no reconocía el lugar. Se levantó del suelo y empezó a caminar.

—¿Dónde estoy? —preguntó a la nada.

—En mi interior —Contestó Castiel.

—¿Eres el padre de Bob, verdad?

—Sí.

—Llévame de regreso, no quiero estar dentro de ti.

—No puedo hacer eso, debemos hablar.

—Yo no quiero hablar contigo, así que sácame de aquí, ahora.

—No estas para exigencias, por cierto, ¿qué haces con Racheel?

—Eso no te importa.

—Te llevaste a mi hijo, así que me debes una plática.

—¿Qué desea decirme?

—¿Por qué estás haciendo esto? Que yo recuerde mi hijo no te hizo nada.

—Pero usted sí, condeno a mi padre a la prisión celestial, no solo eso, también lo hecho por el abismo. ¿Acaso sabe donde está mi padre en este momento?

—Donde.

—En un maldito centro psiquiátrico, usted lo condenó.

—No, yo no hice eso. Te equivocas de persona.

—Mentiroso, Racheel me dijo…

—Déjame hablar —Castiel apareció delante del chico—. Racheel te está metiendo, así no fueron las cosas.

—Ella dijo que diría eso.

—No me queda de otra que mostrarte.

Luego de decir aquellas palabras, el lugar donde se hallaba Jace perdió toda visibilidad posible, empezaron aparecer imágenes que se pusieron alrededor del chico; una de aquellas pantallas se veía a Castiel y Sariel hablando.

—Castiel, debes ayudarme.

—Cometiste sacrilegio, Sariel. Los ángeles buscan a la cosa que has creado, ni hablar de la humana.

—Por eso debes ayudarme, eres el único en que confío.

—No puedo, soy el encargado de eliminar a tu creación.

Jace dejó de ver la pantalla para dirigir su mirada a Castiel.

—Si eras el encargado de acabar conmigo, ¿por qué estoy aquí?

—Debes de acabar de ver para que entiendas.

El nefelim regreso su atención a las imágenes.

—No puedo seguir cubriendo tu pecado, Sariel.

—Y yo estaré eternamente agradecido de que lo sigas haciendo.

—No.

—Por favor, Castiel.

—Esta bien, pero esta será la última vez.

Se cambió de escenario.

Se podía ver a una mujer con una barriga de embarazo, esta señora era bella, lo que más destacaba eran sus ojos café y su larga cabellera roja.

—Nuestros hermanos están cerca, debemos hacerlo.

—Déjame despedirme de ella.

—No hay tiempo.

—Por favor, sólo será cinco minutos.

—Bien, pondré más sellos de protección.

Sariel se sentó a lado de su pareja.

—Destruí tu vida, Amanda. Lo siento.

—Me hecho la mujer más feliz de la tierra, por favor, cuida de nuestro hijo, no dejes que nadie le haga daño.

—Te lo juró.

Unieron sus labios.

Amanda sintió las contradicciones, las venas de su cuerpo brillaron de un azul, al igual que sus ojos.

—Ah…

—Tu puedes amor, vamos…

—Te amo, Jace.

Mostrando una enorme sonrisa se despidió de su hijo, acto seguido su cuerpo se iluminó al igual que la pequeña habitación. Cuando la resplandeciente luz desapareció, en la cama sólo quedó la bata de la madre y sobre esta prenda un bebé.

Sariel cargó al pequeño ser, este sintió a su padre y sus ojitos se abrieron.

—Tu madre estaría feliz de verte, aunque se que donde esta, ella te ve.

Castiel volvió aparecer en escena.

—Ya nació, listo. Tenemos que hacer el siguiente paso.

—No estoy listo, no aún.

—Lo harás, si lo quieres vivo, tendrás que dejarlo.

Castiel le tocó la frente a su hermano y ambos aparecieron frente a una pequeña casa.

—Sariel…

—Lo sé, adiós mi amor.

Beso la frente del bebé y lo dejo en la puerta de la casa.

—Has hecho lo correcto. Ya debemos irnos.

La proyección acabó ahí.

Jace se quedo pensativo, su cabeza era una bomba a punto de estallar, una y mil preguntas se formaban en su mente, ¿todo lo que había visto era verdadero? ¿Qué tan cierto era las palabras de su tía? ¿Puede confiar en Castiel? Eran muchas preguntas, y el único que podía responderla era el mismo.

—Jace. —Llamó el ángel.

Este se giró a verlo.

—Por favor, no diga nada.

—Se que es muy confuso para ti, pero necesitamos actuar.

—Ya veo, sólo buscas que te ayude con Racheel, ¿verdad?

Castiel negó.

—Sólo deseo que sepas lo que en verdad pasó.

—No puedo creerte, ya que me has mostrado una parte de la historia, falta la parte en que no padre es encerrado en la celda.

—Tal vez no me creas, pero no tengo recuerdo de aquello.

—Es ridículo lo que dices.

—Es la verdad, lo que te he mostrado es gracias a una bruja que recuperó mis recuerdos. Yo sólo tenía las memorias en que tu padre era un servidor leal, cuando pasó la guerra Racheel dijo que Sariel estaba entre los caídos.

—No le creó.

El ojiazul se acercó al chico.

—Te lo juro por mi hijo, y debes creerme que yo no soy de jurar en vano.

Jace miró a los ojos al ángel de gabardina, tu rostro reflejaba sinceridad y algo dentro de el le decía que su tío decía la verdad.

Espero estar haciendo lo correcto.

—Esta bien, regresemos a la fabrica.

Ambos tomaron vuelo.

(...)

Era la quinta vez que Dean caía al suelo, maldecía que las cajas estuvieran llenas de herramientas, pero eso no le importaba, su único objetivo era salvar a su hijo.

—¡Papá! —gritó el chico—No te expongas, déjame.

—Eso nunca.

Bob a pesar de sus heridas estaba consciente y miraba a su padre sufrir en manos de su tía. 

—Vas a acabar rogando clemencia, cazador.

—Prefiero estar muerto antes que rogarte algo.

—No te preocupes, Winchester. Tu deseo se hará realidad.

Cuando Racheel se disponía atacar a Dean, una bala le cayó en la frente.

—Será mejor ni lo pienses —Se trataba de Sam, el hermano menor del ojiverde.

—Solo eres basura, va ser fácil acabar contigo.

—Te equivocas, no solo soy yo, también ellos vienen conmigo.

Racheel no le quedo de otra que retroceder y bajar su arma al ver a los amigos del cazador.

—Ja… Ustedes puedes ser varios, pero yo tengo a un nefelim, uno que está dispuesto a destrozarlos. Estoy más que segura que Jace esta poniendo fin a la vida de Castiel.

Dean tragó saliva, su enemiga se veía tan segura en lo que decía, Castiel le había prometido que estaría bien, sólo esperaba que así fuera. A los pocos segundos la tranquilidad regresó a su cuerpo pues su amado apareció de pie, sin un rastro de pelea y no venía solo, el nefelim estaba a su lado y veía con odio a la que era su aliada.

Por su parte Racheel al ver que sus planes de destruir a los Winchester estaban arruinados porque seguramente Castiel le dijo la verdad, ahora estaba sola.

—Entonces va ser así, ¿eh? Bien, no me dejan opción…

De un momento a otro paso de estar delante de los chicos a aparecer a lado se Bob, a quien por cierto amenazo con una espada angelical.

—¡Hija de perra! ¡Será mejor que ni se te ocurra tocarlo!

—Voy a disfrutar este momento.

Sin ninguna contemplación le realizo un corte en el cuello al hijo de nuestros protagonistas.

—¡No!

Tanto Dean como Castiel no lo pensaron para ir a salvar a su hijo, que poco a poco su gracia se iba, pero a sólo centímetros de llegar do de su retoño, una línea de fuego les evito seguir avanzando.

—Creo que es hora de la estocada final.

Racheel levantó su espada y amenazó en introducirla en el cuerpo del nefelim.

—Digan adiós, Winchester.

Cuando creyó que la victoria era de ella una ráfaga de viento la lanzo por los aires, haciéndole caer sobre las cajas de cartón. El viento también ayudó a que el fuego se apagará. Todos giraron donde Jace, a quien le brillaban sus ojos y tenia ambos brazos estirados, había sido él quien atacó a su tía.

—Cualquier cosa que tengan planeado, será mejor que lo ejecuten ahora.

El pelirrojo avanzó contra la mujer, aunque Racheel no se iba a quedar a tras; los Winchester no perdieron el tiempo y fueron donde Bob, cortaron las cuerdas que lo tenían sujeto y lo liberaron. Padre e hijo al fin juntos.

—Sam… su gracia.

—Tenemos que cerrar el corte, antes que sea demasiado tarde.

Dean pensó en llamar a Castiel, pero no tuvo que, pues el ojiazul ya se encontraba de cuclillas a lado suyo.

—Háganse a un lado, voy a cerrar su herida.

Castiel posó sus dedos en la frente y corazón de su hijo, que en pocos segundos las heridas de la tortura y el corte que tenía en su cuello desapareció de su cuerpo, como si aquello nunca hubiera pasado.

—Padre…

—Tranquilo, hijo. Ya estas a salvo.

El nefelim sonrió.

—Los amo, no saben cuánto los amo.

—Y nosotros te amamos a ti.

La pequeña familia se unió en un fuerte abrazo.

La pelea entre Racheel y Jace seguía, a pesar de poseer una gran fuerza a la de su tía, algo dentro de él no le dejaba sacar su máximo potencial.

—Eres débil, tu padre también lo era.

Esas declaraciones hicieron enojar al pelirrojo.

—¿Vas atacar? ¡Vamos, hazlo!

Racheel estaba provocando al chico. Jace termino cayendo en la trampa de su tía y con un movimiento rápido le hizo un corte en el cuello y absorbió un poco de la gracia de su sobrino. Cuando la mujer pensó que tenía la ventaja quiso atacar a Jace con la gracia que había robado, pero el poder no salió de su mano. Confundida por la situación, intento atacar nuevamente, sin embargo paso lo mismo.

—¿Qué demonios? —exclamó sorprendida la ángel.

—Tal vez yo pueda explicarte, querida —Thot era el centro de atención—. Lo que sucedió es que utilice mi libro, he neutralizado tus poderes, cielo.

—Eso… eso no puede ser, ¡No!

—Créelo, querida. Tus planes llegaron a tu fin, sin tus poderes angelicales no podrás hacer nada, ahora solo eres un costal con alas.

—¡No!

Racheel quiso atacar al egipcio, pero esa acción sólo le ayudó a corroborar lo dicho por el dios pagano. Cayo al suelo de rodillas; se sentía derrotada, otra vez los Winchester se salían con la suya. Castiel dejó a un lado a su familia para ir do de estaba su hermana.

—Castiel…

—Hiciste mucho daño, hermana.

—Lo volvería hacer, lo que has hecho es imperdonable, crear un nefelim… Has ensuciado al cielo, eres de lo peor.

—Ni bajo estas circunstancias cambias, no me dejas elección.

—¿Vas acabar conmigo?

El ojiazul negó.

—Me juré a mi mismo en no asesinar a más hermanos mío… y eso te incluye a ti, pero no quita el hecho que te juzgue. Pasarás un siglo en la cárcel celestial y cumplido ese tiempo serás arrojada por el abismo.

El pánico se apoderó de la mujer, imaginar el echo de vivir en la tierra y perder la memoria de su origen divino, le daba pavor, no deseaba ese destino.

—No, no, no… Todo menos eso…

—Ya está decidido, lo siento, pero tu te lo buscaste.

—Ok, pero no dejaré que seas feliz.

Todo fue muy rápido, Racheel cogió la espada que había dejado caer para que termine incrustado en el cuero de Castiel.

—¡PAPÁ!

—¡CASTIEL!

Se escuchó la voz de Bob y Dean, a quien poco a poco su gracia se le escapaba. A pesar del daño hecho la mujer quiso continuar y se dispuso atacar nuevamente, pero su mano se detuvo en el aire. Bob había detenido a su tía, sus ojos brillaban, al igual que su cuerpo; era tanta la energía que emanaba del mitad humano que la fabrica empezó a temblar.

—Te vas a morir.

Bob aumentó la intensidad de sus poderes, haciendo que detrás de su tía apareciera una clase de vórtice, pero todo el poder que salía de él se le estaba agitando pues no tenía mucha experiencia. Jace al ver eso, decidió intervenir, ya no era uno, eran dos varones que tenían la ilusión de un mundo mejor.

En el otro lado Gabriel y el dios ayudaban a Castiel, el primero trató de cerrar la herida que amenazaba la vida del ojiazul.

Racheel estaba ahora si perdida, el vórtice se hizo más grande con la intervención de Jace, ambos lograron mandar a su tía dentro del vórtice.

Ahora si, no había enemigo alguno.

Todos se reunieron alrededor del cuerpo de Castiel. Gabriel luchaba por no perder a su hermano, luego de unos minutos de tensión una sonrisa se dibujó en el rostro del arcángel.

—Esta vivo.—Gabriel no sabia lo que aquella frase significaba para su sobrino y Dean.

Fin.




¡Hola! 😃

Si, ha pasado mucho, ¿no? Pero que creen, esta historia a llegado a su fin.

Es triste lo sé, me duele más a mi que a ustedes. Me divirtió mucho escribir cada uno de los capítulos, pero no hubiera llegado hasta aquí sino fuera por todos ustedes.

Mil gracias. El que sigue es el epílogo y luego los agradecimientos, donde estaré escribiendo algunas novedades y futuros proyectos.

Gracias totales, los quiero.

Se despide su buen amiga, Brenda.

😃😘👋




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