21. El Principio del Fin
Racheel había insertado la daga a la vez que mostraba una gran sonrisa, pero aquella risa se borró de sus labios al ver a quien había hecho daño; se trataba de uno de sus hermanos.
—Pero… —giró su rostro y se topó con los ojos azules del recipiente de Castiel—Tenias que ser tú, no sabes cuanto te detesto.
—Créeme… el sentimiento es recíproco —le contestó el angel de gabardina.
—Con esto has terminado de cavar tu tumba, hermano.—hablo de forma amenazante.
—No eres la primera en decir eso, he muerto y vuelto a la vida muchas veces, así que tus amenazas no significan nada para mí.
Racheel atacó a ojiazul, quien tuvo que hacer a un lado al cazador para defenderse, sin saber que ese era el plan de su hermana desde el inicio.
—Caíste, Castiel.
El Ángel fue contra Dean, pero este logró esquivar el ataque.
—¡Cas! —gritó el nombre de su amigo.
—¡Dean! —Castiel no perdió el tiempo y fue en rescate del cazador.
Sacó a su hermana del camino del cazador, ordenando a este ultimo alejarse e ir a la orilla.
—No, no pienso dejarte.
—Siempre queriendo ser el héroe, ni muerto dejas de hacer ese papel —Le reprochó el ojiazul.
—Piensa lo que quieras, pero no me voy a ir sin ti, Cas.
El ángel de recipiente masculino, empujó a la mujer. Sacó su espada, su hermana también hizo lo mismo. La batalla dio inicio, Castiel pensaba de una vez por todas acabar con Racheel, para poder vivir en paz con su hijo y porque no, también con Dean.
Dean se quedó mirando la lucha, como deseaba tener un arma, aunque la verdad era que no sabría como usarla. La tierra de Lete, estaba jugando muy bien su papel; cada vez un recuerdo del alma del cazador desaparecía.
Por su parte Racheel noto su desventaja.
Maldición.
No tuvo más opción que irse del lugar.
—Por esta vez les dejaré vivir, pero este no el fin, este el principio de su final—advirtió, para luego abrir un portal y desaparecer en el. Todo esto ante el asombro del ángel de gabardina.
–Racheel...Tú… —El ex soldado del cielo, se vio interrumpido por el llamado del cazador.
—¡Cas! ¡Caaas! —Dean gritaba llamando a su mejor amigo.
El ser celestial se acercó a el y lo abrazo, tal gesto fue bien recibido por el rubio de ojos verdes.
—¿Estás bien? —preguntó el ángel.
—Yo debería preguntarte eso, además recuerda que soy solo un alma.
—Lo sé, justo por esa alma que tienes, yo me enamoré de ti.
Ambos seres acortaron la distancia que les separaba y unieron sus labios en uno solo. La sensación que sentían era indescriptible, sólo cuando Castiel recordó donde estaban, se vio obligado alejarse de su cazador.
—Cas… —se quejó el de ojos verdes.
—Tenemos que salir de aquí, Crowley sabe como.
—¿Crowley?
—Se que no te gusta que haga tratos con demonios, pero… debía hacerlo.
—¿Demonios? Espera… No, no entiendo.
—Estas olvidando… debo sacarte urgente de este lugar y llevarte a la puerta del inframundo.
Sin dar más explicación al tema, Castiel tomó de la mano al cazador y lo jalo hasta la orilla; pero su felicidad acabó en ese momento, Carente no estaba, lo peor era que no había otro barco.
—¿Cas?
Castiel no hizo caso a los llamados de Dean, su mente buscaba una solución al problema que tenían, ¿qué iban hacer para salir se Lete?
—¡Cas! —Dean se plantó frente al Ángel. Por la conexión que ambos compartían, el ojiverde sabía lo que sentía el ser celestial. —Vamos a salir de aquí, ok—trató de animar a su amigo. A la vez que se cuestionaba si era correcto llamarlo así, amigo.
—Lo siento —Castiel se escuchó derrotado—De verdad lo siento mucho, me vas a olvidar, ¿será ese mi castigo por dejar el cielo por ti?
—Yo jamás te voy a olvidar, Ca… —Dean ya no recordaba el nombre del ángel.
El de la gabardina colocó su mano sobre la mejilla del cazador, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
—Te amo —susurró.
Todo esto pasaba mientras Dean trataba de no olvidar el rostro de Castiel. Justo cuando la oscuridad amenazaba por cubrir su mente, una luz brillante los cegó, sólo sintieron como eran arrastrados hacia ese resplandor brillante. Cerraron sus ojos.
Castiel abrió los ojos cuando no sintió la mano del cazador, miró a todos lados y se sorprendió de ver a sus amigos. De inmediato fue con ellos, se unieron en un fuerte abrazo, pero no todo iba ser felicidad. Dean seguía muerto.
El ojiazul fue con su amado.
Le cogió de la mano y acaricio su rostro.
—Todo fue en vano, no pude traerte de vuelta. Lo siento tanto.
—Papá —Bob logró captar la atención de su padre —Solo tienes que esperar.
Los segundos pasaron, Sam estaba caminando de un lado a otro, se supone que su hermano debía despertar, el hechizo había funcionado bien. Cuando el cazador de cabello largo ya había perdido la esperanza, algo mágico pasó.
Dean abrió los ojos, no sólo eso, se levantó de golpe, como si estuviera despertando de una pesadilla. El ojiverde echó un vistazo alrededor, luego miró sus manos, se tocó el rostro, su cuerpo.
—¿Dean? —llamaron, Dean reconoció aquella voz. Levantó su cabeza y se topó con los ojos de su hermano.
—¡Sammy! —exclamó el cazador, para luego saltar de la camilla y unirse en un abrazo con su hermano.
Ambos lloraron, pero Sam era el más sentimental de los dos. Estaba tan feliz de haber traído a su hermano de regreso, no sólo a él, sino también a Castiel.
—Creo que es suficiente el momento de chicas, Sam. —Dean soltó a su hermano.
Sam río, extrañaba tanto las tonterías que decía su mayor.
—Se que mientes, a ti te encantan estas cosas.
Ahora ambos reían.
De pronto el cazador sintió la necesidad de mirar a un costado, se encontró con los zafiros que tanto amaba en secreto. Sam se dio cuenta que ese par se miraba y se hizo a un lado, para si dejar el camino despejado a su hermano.
Dean no perdió ni un segundo, mientras que caminaba hacia el angel de gabardina, recordó los momentos que vivió en el inframundo. Se paró frente a Castiel, solo los separaban centímetros y sin importarle el que dirán, Dean beso a Castiel; lo que provocó que algunas exclamaciones de asombro.
Gabriel que se había ido, pero decidió regresar, se encontró con la escena.
—Mi hermanito si que no pierde tiempo.
Sam vio al arcángel y fue a su lado.
–Gabriel… regresaste.
—Discúlpame, yo… —Gabriel se vio interrumpido por los labios de su pareja. Cuando el contacto llegó a su fin, se le quedó viendo al cazador —. Si así van hacer nuestras reconciliaciones, hay que pelear todos los días.
—Ya es hora de que paren, chicos—comentó la bruja—. Recuerden que hay niños aquí —Rowena señaló al nephilim.
Dean tuvo que romper el contacto con el ángel.
—Seguiremos al rato —susurró.
Dean se alejó de Castiel, el cazador tenía las mejillas rojas de la vergüenza, pero no le importó, ya no le tenía miedo al que dirán. Mientras el resto lo miraba, él buscaba a su hijo. Este último se ocultaba detrás de Thot.
—Bob, ¿me dejas darte un…?
Dean no tuvo oportunidad de acabar su pregunta, ya que los brazos de sus hijo le sorprendieron, su primogénito era muy fuerte; antes que Dean le pudiera hacer alguna caricia, el muchacho se alejó para luego salir corriendo de la enfermería.
Castiel al ver eso quiso ir detrás de su hijo, pero Dean lo detuvo.
—Dean…
—Déjalo, Cas, el necesita estar solo.
Lo que no sabía nadie es que el adolescente se estaba despidiendo.
Bob fue a la biblioteca de donde extrajo el libro sagrado, lo oculto en su mochila.
—No dejaré que nadie más muera por mi culpa, menos ustedes… mi única familia.
Cogió algunas cosas más de la biblioteca y también de los cajones, subió de cuclillas las escaleras; antes de salir del búnker echó un pequeño vistazo.
«Adiós.»
Dijo en mente tras cerrar la puerta.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top